Sunteți pe pagina 1din 6

CUANDO LO EXTREMADAMENTE FORMAL, NOS HACE OLVIDAR LO

ESENCIAL

Presentado a: T. Elmer Jeffrey Hernández Espinosa

Aura Gisela Calderon Santos


Universidad del Tolima
Ibagué - Tolima
Agosto – 2019
CUANDO LO EXTREMADAMENTE FORMAL, NOS HACE OLVIDAR LO
ESENCIAL

Vivimos en un mundo lleno de personas preocupadas por lo que otras personas opinen,
bien sea, respecto de sus acciones y decisiones, su aspecto físico, propiedades
materiales y su vida en general.

Dado lo anterior, los seres humanos, aunque no todos –pero sí, en su gran mayoría-
están sometidos a una vana tendencia de percibir las cosas, los sentimientos, las
acciones y, el mundo entero de una manera protocolaría, en otras palabras, se podría
decir, que ven la vida a través de formalismos, los cuales crean una especie de barrera
entre el ser y aquello que es verdaderamente esencial, eso que aunque no es fácil de
discernir, pero que en el fondo es lo que realmente le importa a nuestra alma, como diría
la famosa frase de la novela “El principito”: “Lo esencial es invisible” p.63.

Ahora bien, dichos protocolos que alejan aquello que es primordial, no están muy lejos
de la escuela, ni de las obras literarias, tal como ocurrió dado al movimiento intelectual
denominado “Formalismo ruso” que, aunque no estoy en posición de decir si sus
planteamientos son correctos o no, sí podría considerar que su eje central, es decir “la
forma” como centro de atención para el estudio de textos literarios, que, aunque no se le
puede quitar su aporte en el estudio de obras literarias, en mi opinión, no es lo
primordial en su análisis, pues, se perdería de vita, como diría Bajtín “el objeto de
estudio”: “en lo que respecta al formalismo ruso, Bajtín considera que el interés de
cientificidad de los defensores de esta escuela los llevó al empobrecimiento de su objeto
de estudio. En concreto, expresa que el énfasis sobre la forma, la sustancia (…) dejaba
de lado el análisis del contenido” (Moreno y Carvajal, 2009, p8)

En otras palabras, el considerar la forma como objeto principal de estudio, el reducir a


la literatura a su estructura y configuración, entre otras cosas, deja atrás aspectos tan
fundamentales como lo son, el contenido de la obra, aquello que hace reflexionar al
lector, ese mensaje que el autor de la obra quería transmitir –o que el lector desde su
perspectiva logra percibir- aquello que hubiese podido cautivar a un estudiante. Un
estudiante que, de hecho, en el mayor de los casos, no le encuentra agrado a saber en
qué forma está construido un texto. En cambio, si ese alumno se hubiese podido
apropiar de las obras literarias y ver más allá de la forma, muy probablemente se crearía
un vínculo de “lo esencial” que recibe de los textos leídos”
Así mismo, el formalismo no le presta mayor atención a las ideas o enseñanzas del
texto, sino más bien a su configuración “ya no se trata, como venía siendo frecuente en
la crítica de la época, de reproducir el pensamiento de la obra, sino de explicar el modo
en que la obra estaba construida” (Zamorano, 2007, p4.)

Es decir, lo formal en la observación de los textos, le quita de cierta manera, la


importancia al pensamiento inmerso en los mismos y, se debe aclarar que conocer la
forma del texto no está de más, ni debiese ser incorrecto, ni mucho menos prohibido en
las aulas de clase, pero, con el formalismo como centro, el texto corre el riesgo de
perder su esencia y su ese poder transformador que ejerce en el lector, pues, este último,
se distanciaría de ese sentido estético de la obra, lo cual sería de alguna manera, crear un
vínculo entre el texto y el lector, vínculo que estableció al ver al contemplar algo suyo,
algo humano en la obra literaria, que, seguramente no hubiese descubierto si solo
observara formalismos.

Por otra parte, eso estético que de alguna manera debería desplazar a lo formal no es
otra cosa que lo bello, lo humano “se puede entender la estética como una filosofía del
arte, la ciencia que se encarga del estudio de la belleza, de qué es bello, cuáles son las
características de lo bello, la búsqueda de la verdad (…)” (Fraguel 2006). Además de lo
bello y la condición más humana del hombre anteriormente mencionadas, observamos
que es también, la búsqueda de la verdad.

Pero, ¡qué tan difícil! Es en la actualidad encontrar verdades, dado que, como se
mencionó en un inicio, vivimos en un mundo de formalistas donde la gente se sumerge
a diario en múltiples mentiras creadas por sí mismos con el fin de satisfacer a la
sociedad, lo cual conlleva a tener una vida vacía como “La señora del espejo” de
Virginia Woolf, o bien a vivir una doble vida como “la dama del perrito” de Anton
Chejov.

“Aquí estaba la mujer en sí misma. Se encontraba en píe y desnuda bajo la luz


despiadada. Y nada había. Isabella era totalmente vacía” (La señora del espejo, p4)
vemos, como Isabella a pesar de estar rodeada de lujos, tenía una vida vana, hueca y
superficial, preocupándose por encajar con protocolos y formalismos: “ Pensaba, quizá,
que debía comprar una nueva red para las fresas, que debía mandar flores a la viuda de
Johnson, que había ya llegado el momento de ir en automóvil a visitar a los Hippesley
en su nueva casa(…)” (p.3) La señora del espejo descuidaba lo esencial, eso que haría
saltar su alma de felicidad, pero no era capaz de lograr por vivir inmersa en lo formal.

Del mismo modo, le ocurría a “La dama del perrito”, una mujer que vivía un romance a
escondidas pues, dentro de lo formal no era bien visto que una dama abandonara a su
esposo por un nuevo y pasional amor. (Debo aclarar que, en lo personal, tampoco veo
bien dicha situación) sin embargo, en este cuento, se puede notar lo desdichada que era
Ana Sergeyvna, por no querer salir de los formalismos y vivir su vida a su antojo, tal
como lo vemos en las siguientes partes de “La dama del perrito” de Anton Chejov:

“La luz de la bujía iluminando su rostro, mostraba, sin embargo, que se sentía
desgraciada” (p4)

“Debe de haber otra clase de vida, me decía a mí misma. Sentía ansias de vivir. ¡vivir!
¡vivir!” (p4)

“Nunca he sido feliz; ahora lo soy menos todavía, ¡y nunca seré dichosa!” (p10)

Ana estaba agobiada entre “las cadenas de lo formal”, al igual que infeliz era su amante,
Dimitri Dimitrich Gurov:

“Constantemente se había mostrado a ella como no era en realidad, sin intención, la


había engañado” (p6)

“Cuánto había en él de falso, el estuche en que solía esconderse para ocultar la verdad, -
como por ejemplo, su trabajo en el banco, sus discusiones en el club, (…) su asistencia
acompañado de su mujer a aniversarios y fiestas- todo eso lo hacía delante de todo el
mundo” (p11)

En definitiva, aunque lo formal es un aspecto casi imposible de desvincular, tanto de la


vida personal, como en asuntos del estudio de la literatura, y no se debe tampoco negar
su valor. Sí debería tener menos protagonismo del que muy a menudo toma en las
escuelas, los hogares y el mundo en general. Tal vez, fuese oportuno soltarnos de tanto
en tanto de las cadenas que nosotros mismos nos encargamos de colocarnos –en el área
personal- en cuanto a vivir una vida vacía a causa de no querer salir de lo formal.

Respecto al estudio de las obras literarias, aunque considero que no se puede dejar
totalmente de lado la forma y configuración de la obra como tal, esto no debería ser lo
primordial, dado que aleja de cierta manera la estética en el texto y al mismo tiempo, el
grado de belleza y humanización que el contenido de la obra puede ofrecer a aquellos
que retoman lo esencial.
Referencias bibliográficas

 Miguel Ángel Zamorano (2007) El motivo en la ciencia literaria: del formalismo


ruso al estructuralismo genético.
 Rosita Fraguel (20006) Estética en la literatura.
 Mónica Moreno Torres, Edwin Carvajal Córdoba (2009) El Estructuralismo en
literatura: aportes y límites a las nuevas teorías estéticas y a la investigación en
Didáctica de la Literatura.
 Virginia Woolf “La señora en el espejo”

 Anton Chéjov “La dama del perrito”

 Antoine de Saint-Exupéry “El principito”.

S-ar putea să vă placă și