Sunteți pe pagina 1din 4

International Network on Personal Meaning.

The Firsr Precept: Reverence for LIfe


Thich Nhat Hanh
http://www.meaning.ca/archives/archive/art_1st_precept_T_Nhat_Hanh.htm

Primer precepto: Reverencia por la vida

"Consciente del sufrimiento que provoca la destrucción de la vida, me dedico a


cultivar compasión y a aprender modos de proteger la vida de la gente, animales,
plantas y minerales. Estoy resuelto a no matar, no permitir que otros maten y a no
tolerar ningún acto de matanza en el mundo, ni en mi pensamiento ni en mi estilo de
vida."
 La vida es preciosa. Está en todas partes. Dentro de nosotros y todo a
nuestro alrededor; tiene tantas formas.

El Primer Precepto nace de la conciencia de que en todas partes se están


destruyendo vidas. Somos testigos del sufrimiento causado por la destrucción de la
vida y nos dedicamos a cultivar la compasión y a utilizarla como fuente de energía
para la protección de la gente, animales, plantas y minerales. El Primer Precepto es
un precepto de compasión, karuna –la capacidad para eliminar el sufrimiento y
transformarlo. Cuando vemos sufrimiento, nace la compasión en nosotros.

Es importante que nos mantengamos en contacto con el sufrimiento que hay en el


mundo. Para mantener la compasión viva en nosotros, necesitamos alimentar esa
conciencia de muchas maneras –con sonidos, imágenes, contacto directo, haciendo
visitas y más. Sin embargo, hay que tener cuidado de no tener reacciones
desmedidas. Cualquier remedio se debe tomar en la dosis apropiada. Necesitamos
mantenernos en contacto con el sufrimiento solamente hasta el grado de que no
olvidemos, que la compasión debe estar fluyendo dentro de nosotros y que sea una
fuente de energía para nuestras acciones. Si utilizamos la ira ante la injusticia como
fuente de nuestra energía, podemos hacer algo dañino, algo que después
lamentaremos. De acuerdo con el budismo, la compasión es la única fuente de
energía que es útil y segura. Con la compasión, la energía nace de un conocimiento
profundo; no es una energía ciega.

Nosotros los humanos estamos formados completamente por elementos no


humanos, tales como plantas, minerales, tierra, nubes y sol. Para que nuestra
práctica sea profunda y verdadera, debemos incluir al ecosistema. Si el ambiente se
destruye, los seres humanos también nos destruimos. No es posible proteger la vida
humana sin proteger también las vidas de animales, plantas y minerales. El Sutra
del Diamante nos dice que es imposible distinguir entre los seres sintientes y los no
sintientes. Éste es uno de muchos textos budistas antiguos que instruyen sobre
ecología profunda. Todo practicante budista debería ser protector del medio
ambiente. Los minerales también tienen vida propia. En los monasterios budistas
cantamos: "Tanto los seres sintientes como los no sintientes lograrán la iluminación
total". El Primer Precepto es la práctica de proteger todas las vidas, incluyendo la
vida de los minerales.

"Estoy resuelto a no matar, no permitir que otros maten y a no tolerar ningún acto de
matanza en el mundo, ni en mi pensamiento ni en mi estilo de vida." No podemos
apoyar ningún acto de asesinato. No existe matanza que sea justificable. Sin
embargo, el no matar no es suficiente, sino que tenemos que procurar formas para
evitar que otros lo hagan. No podemos decir: "No es mi responsabilidad. Ellos lo
hicieron. Mis manos están limpias." Si hubieras estado en Alemania durante la
época de los nazis, no podrías haber dicho: "Ellos lo hicieron, no yo". Si durante la
Guerra del Golfo, no hubieras dicho ni hecho nada para tratar de evitar los
asesinatos, entonces no hubieras estado practicando este precepto. Aunque lo que
dijeras o hicieras no sirviera para detener la guerra, lo importante es que lo habrías
intentado recurriendo a tu conocimiento profundo y a tu compasión.

Para observar el Primer Precepto no basta con evitar el matar con tu cuerpo. Si en
tu mente permites que la matanza continúe, también estás rompiendo este precepto.
Debemos estar resueltos a no tolerar los asesinatos, incluso en nuestras mentes.
De acuerdo con el Buda, la mente es la base de todas las acciones. Es muy
peligroso matar mentalmente. Por ejemplo, cuando crees que tus ideas son las
únicas correctas para la humanidad y que cualquiera que piense de otra manera es
tu enemigo, millones de personas podrían morir debido a esas ideas.

El pensamiento está en la base de todo. Es importante que dirijamos nuestra


conciencia a cada uno de nuestros pensamientos. Sin un entendimiento correcto de
la situación o persona, nuestros pensamientos pueden ser engañosos y crear
confusión, dolor, enojo u odio. Nuestra tarea más importante es desarrollar un
conocimiento profundo que sea correcto. Si vemos profundamente la naturaleza
veremos que es interdependiente, que todas las cosas están "interrelacionadas",
dejaremos de culpar, discutir y matar y querremos ser amigos de todos. Para poder
practicar la no violencia, primero necesitamos aprender formas de lidiar
pacíficamente con nosotros mismos. Si creamos verdadera armonía dentro de
nosotros, sabremos cómo lidiar con la familia, amigos y asociados.

Por ejemplo, cuando protestamos contra una guerra, podemos suponer que somos
una persona pacífica, un representante de la paz, pero pudiera ser que eso no sea
cierto. Si vemos a fondo, observaremos que las raíces de la guerra están en las
maneras inconscientes en que hemos estado viviendo. No hemos cultivado
suficientes semillas de paz y entendimiento en nosotros mismos y en otros, por lo
tanto, somos co-responsables: "Porque he sido así, ellos son así". La
“interdependencia” es un enfoque más holístico: "Esto es así porque aquello es así".
Éste es el sendero del entendimiento y del amor. Con este conocimiento profundo,
podemos ver con claridad y ayudar a nuestro gobierno a ver con claridad. Entonces,
podemos asistir a una manifestación y decir, "Esta guerra es injusta, destructiva e
impropia de nuestra gran nación". Esto es mucho más eficaz que condenar con
enojo a otros. El enojo siempre acelera el daño.

Todos nosotros, incluyendo a los pacifistas, sufrimos por dentro. Nos sentimos
enojados y frustrados y necesitamos encontrar a alguien dispuesto a escucharnos y
que sea capaz de comprender nuestro sufrimiento. En la iconografía budista, existe
un bodhisattva llamado Avalokitesvara quien tiene mil brazos y mil manos, así como
un ojo en la palma de cada mano. Las mil manos representan acción y el ojo en
cada mano representa el entendimiento. Cuando entiendes una situación o a una
persona, cualquier acción que lleves a cabo será de ayuda y no causará más
sufrimiento. Cuando tengas un ojo en la mano, sabrás cómo practicar la verdadera
no violencia.

Para practicar la no violencia, primero que nada, todos tenemos que practicarla con
nosotros mismos. En todos nosotros hay cierta cantidad de violencia y cierta
cantidad de no violencia. Dependiendo de nuestro estado de ánimo, nuestra
respuesta a las cosas será más o menos violenta. Incluso, si por ejemplo, nos
enorgullece ser vegetarianos, tenemos que reconocer que el agua en que hervimos
nuestros vegetales contiene muchos pequeños microorganismos. No podemos ser
completamente no violentos, pero al ser vegetarianos vamos en la dirección de la no
violencia. Si queremos dirigirnos al norte, podemos utilizar la Estrella del Norte para
que nos guíe, pero es imposible que lleguemos a la Estrella del Norte. Nuestro
esfuerzo se concentra en seguir en esa dirección.

Cualquiera puede practicar algo de no violencia, incluso los generales del ejército.
Por ejemplo, pueden conducir sus operaciones en modos que eviten matar a gente
inocente. Para ayudar a los soldados a avanzar en la dirección de la no violencia,
tenemos que estar en contacto con ellos. En el mundo jamás habrá paz si dividimos
la realidad en dos campos –el violento y el no violento– y estamos en un campo
mientras que atacamos al otro. Siempre culparemos y condenaremos a quienes
consideramos que son los responsables de las guerras y la injusticia social, sin
reconocer el grado de violencia que hay en nosotros mismos. Si deseamos lograr un
verdadero impacto, debemos trabajar en nosotros mismos y también trabajar con
aquellos a los que condenamos.

Nunca sirve de nada marcar una raya y hacer a un lado a algunas personas
considerándolas enemigas, incluso a las que actúan con violencia. Tenemos que
abordarlas con amor en nuestros corazones y hacer todo lo que nos sea posible
para ayudarles a avanzar en la dirección de la no violencia. Si trabajamos por la paz
con enojo, nunca tendremos éxito. La paz no es un fin. Jamás puede lograrse por
medios no pacíficos.

Lo más importante es convertirse en no violento de manera que cuando se presente


una situación no ocasionemos más sufrimiento. Para practicar la no violencia,
necesitamos actuar con gentileza, bondad amorosa, compasión, alegría y
ecuanimidad a nuestros cuerpos, sentimientos y a la otra gente. Con atención plena
–la práctica de la paz– podemos empezar por transformar las guerras que hay
dentro de nosotros. Existen técnicas para hacerlo, siendo una de ellas la respiración
consciente. Cada vez que nos alteremos, podemos dejar lo que estamos haciendo,
no decir nada e inhalar y exhalar varias veces, estando conscientes de cada
inhalación y cada exhalación. Si seguimos alterados, podemos practicar meditación
caminando, estando conscientes de cada paso dado con lentitud y de cada
respiración. Al cultivar la paz interior, fomentamos paz en la sociedad. Depende de
nosotros. Practicar paz en nosotros es minimizar el número de guerras entre este y
aquel sentimiento o esta o aquella percepción, y entonces, podemos tener
verdadera paz con los demás, incluyendo a los miembros de nuestra propia familia.

A menudo me preguntan, "¿Qué tal si estás practicando la no violencia y alguien


entra a tu casa e intenta secuestrar a tu hija o matar a tu esposo? ¿Qué debes
hacer? ¿Sigues actuando de una manera no violenta?" La respuesta depende de tu
estado. Si estás preparado, puedes reaccionar con calma e inteligencia, del modo
menos violento posible. Sin embargo, para estar listo para reaccionar con
inteligencia y sin violencia, tienes que entrenarte con anterioridad. Puede tomarte
diez años o más. Si te esperas hasta que haya una crisis para hacer la pregunta,
será demasiado tarde. Una respuesta tipo esto o aquello sería superficial. En ese
momento crucial, aun sabiendo que la no violencia es mejor que la violencia, si tu
entendimiento es únicamente intelectual y no está dentro de todo tu ser, no actuarás
sin violencia. El miedo y enojo impedirán que actúes del modo no violento.
Todos los días, tenemos que ver en lo profundo de nuestro interior para poder
practicar este precepto bien. Cada vez que compramos o consumimos algo, es
posible que estemos avalando alguna forma de matar.

Al practicar la protección de humanos, animales, plantas y minerales, sabemos que


nos estamos protegiendo a nosotros mismos. Nos sentimos en un contacto
permanente y amoroso con todas las especies de la tierra. Estamos protegidos por
la atención plena y bondad amorosa del Buda y por muchas generaciones de
sanghas que también practican este precepto. Esta energía de la bondad amorosa
nos da un sentimiento de seguridad, salud y alegría, y esto se vuelve verdadero en
el momento que tomamos la decisión de recibir y practica el Primer Precepto.

No es suficiente sentir compasión. Tenemos que aprender a expresarla. Es por eso


que el amor debe ir de la mano del entendimiento. El entendimiento y el
conocimiento profundo nos muestran la manera de actuar.

Nuestro verdadero enemigo es el olvido. Si nutrimos la atención plena cada día y


regamos las semillas de la paz dentro de nosotros y de los que nos rodean,
despertamos y podemos ayudarnos a nosotros mismos y a los demás a tener paz y
compasión.

La vida es tan preciosa, sin embargo, en nuestras vidas diarias nos dejamos llevar
por nuestro olvido, enojo y preocupaciones, perdidos en el pasado, incapaces de
tocar la vida en el momento presente. Cuando estamos verdaderamente vivos, todo
lo que hacemos o tocamos es un milagro. Practicar atención pena es regresar a la
vida en el momento presente. La práctica del Primer Precepto es una celebración de
reverencia a la vida. Cuando apreciemos y honremos la belleza de la vida, haremos
todo lo que esté a nuestro alcance para proteger todas las vidas.

THICH NHAT HANH es un monje budista zen, activista por la paz, académico y poeta. Es el fundador de la
Universidad Budista Van Hanh en Saigón; ha impartido clases en la Universidad de Columbia y en la Sorbona.
Actualmente, vive en el sur de Francia donde se dedica a la jardinería, a ayudar a los necesitados y viaja
internacionalmente impartiendo sus enseñanzas sobre "el arte de vivir con atención plena". Martin Luther King,
Jr., lo nominó para el Premio Nobel de la Paz en 1967, expresando: "Personalmente no conozco a nadie que
sea más merecedor del Premio Nobel de la Paz que este gentil monje de Vietnam."
Vuelto a publicar de National Capital FreeNet

S-ar putea să vă placă și