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Clase 3
¿Cultura institucional vs acción docente?
Introducción
En la clase anterior focalizamos en las nociones de gramática y cultura escolar; los distintos
sentidos y cuestionamientos a partir de las relaciones con la idea de trasposición didáctica para
avanzar hacia la concepción de formato escolar. Este nos permitió comprender lo que permanece
y dura a pesar de las características de los estudiantes que actualmente asisten a la Escuela
Secundaria.
Ello nos invitó a preguntarnos y analizar las decisiones curriculares institucionales que se pueden
operativizar desde cada institución particular para favorecer las trayectorias educativas y la
inclusión de todos los estudiantes. Tomamos como eje el régimen académico y planteamos dos
experiencias en Escuelas Secundarias que proponen modificaciones al formato escolar.
A partir de estas cuestiones, abrimos al análisis de los cambios que podemos operar -en tal
sentido- desde nuestras prácticas de enseñanza.
Tal como planteamos en el cierre de la clase 2, aquí nos proponemos avanzar en el análisis de
ciertas condiciones didácticas a sostener desde esas prácticas particulares y a la vez colectivas,
ejes de nuestra acción docente.
Tal como aclara Viñao (2001,2002), desde una perspectiva histórica, parece más fructífero usar
el plural y hablar de culturas escolares. Y, en función de este recorrido, podemos agregar la
noción de culturas institucionales.
Así, por un lado, cada institución parece tener su propia cultura con rasgos particulares o -al
menos- se pueden encontrar rasgos comunes que corresponden a un mismo nivel educativo o
en una misma jurisdicción. Por otro, podemos plantear que las instituciones escolares incluyen
cultura de los profesores, de los alumnos, de los padres o de la familia, del personal de
administración… Por último, cabría plantear la distinción de tres “culturas de la escuela”: la
cultura académico universitario, la cultura político- institucional- asociada al discurso normativo
Este desarrollo nos alerta sobre ciertas tensiones entre la cultura o saber empírico - práctico de
los profesores construida a través de la vida cotidiana escolar y la cultura del conocimiento
experto o científico sobre la educación generada en las instituciones universitarias y de
investigación (Escolano, 1999 y 2000; Viñao, 2001).
En función de este lugar protagónico que tenemos como docentes; consideramos- siguiendo a
Viñao (2002)- que hablar de cultura escolar implica entender la enseñanza como una práctica
social y cultural, a su vez como una práctica situada y contextuada. Por lo tanto, los profesores
no deberíamos ser considerados como dóciles y sumisos beneficiarios de propuestas de reforma,
de hallazgos de investigaciones producidas por otros.
Desde esta perspectiva, los profesores siempre ponemos en uso recursos interpretativos para
implementar tales propuestas y hallazgos -de índole más o menos general- teniendo en cuenta
ciertas características singulares y cotidianas.
En tal sentido, se trata de una acción ineludible que le compete al docente y que incluye una
dosis de deliberación como estrategia fundamental para la búsqueda de soluciones ante
problemas delimitados en contextos singulares.
“En algún sentido cada maestro-y cada grupo de niños- es único porque responde a
una constelación de circunstancias relativamente idiosincráticas. Al mismo tiempo,
está sujeto al medio ambiente en que desenvuelve sus actividades y que le
proporciona reglamentos y material de enseñanza comunes a todas las escuelas.
Por esto cada aula representa un modo posible de desarrollar un proceso de
enseñanza , único y particular en algunos aspectos , comparable y compartido en
otros”( Gibaja,1983:23)
Esta cita, nos posibilita analizar ciertas particularidades de la acción de docentes, a la vez sujetos
biográficos y actores sociales (Basabe y Cols, 2007:141). Y, tal sentido, avanzar en la acción
de Profesores de Educación Secundaria que se desempeñan en contextos singulares, diversos,
heterogéneos; sin olvidar su pertenencia a determinadas culturas institucionales -distritales,
regionales, jurisdiccionales- que enmarcan esa acción, esas prácticas de enseñanza.
Tomando esta frase del autor, también avanzaremos en algunas prioridades pedagógicas y
didácticas focalizando en algunas intervenciones para que los estudiantes que ahora están
dentro de las Escuelas Secundarias no estén sistemáticamente relegados al fracaso.
Como venimos viendo en este recorrido, y tomando el planteo de Merieu (2007) las escuelas
Secundarias - en el marco del proceso de masificación y obligatoriedad- han abierto sus puertas
para que ingresen todos los estudiantes, incluso los inicialmente excluidos. Pero pareciera que
no percibieron la necesidad de modificar en simultáneo ciertos formatos escolares. Según dicho
autor, ello ha generado una paradoja: “aquellos que tradicionalmente eran víctimas de la
exclusión escolar se han vuelto culpables de su propio fracaso” (2007:42).
Previamente, analizamos qué se puede hacer a nivel institucional frente a esta paradoja. En este
apartado, nos abocamos a qué decisiones podemos tomar como profesores.
“No nos podemos contentar con dar de beber a quienes ya tienen sed. También hay
que dar sed a quienes no quieren beber”( Merieu,2007:42)
Con esta esta metáfora, el pedagogo francés reivindica el derecho de todos los niños a aprender
y la responsabilidad de los educadores de garantizarlo. En tal sentido es nuestro compromiso
ineludible “hacer emerger el deseo de aprender”. Por tanto, somos los responsables de generar
situaciones de enseñanza que favorezcan la emergencia de este deseo.
Por ello, nos proponemos avanzar sobre algunas condiciones didácticas a instalar en nuestras
aulas para favorecer las trayectorias educativas y la inclusión de todos los estudiantes.
En principio, podemos caracterizar estas situaciones de enseñanza como “diversificadas,
variadas, estimulantes intelectualmente y activas (...) que pongan al alumno en la posición de
Ahora bien, sostener estas condiciones generales, nos invita a plantear algunas condiciones más
específicas- enmarcadas en este Campo- . Enunciamos seguidamente algunas de ellas:
vertical- es decir, en relación con el tiempo, con el desarrollo del proyecto- como horizontal –
relativo a la organización de las actividades que los distintos actores van realizando de modo
simultáneo-.
-La alta participación del alumno y el control de algunos aspectos del proceso.
proyectos.
-La diversidad de los saberes movilizados y aprendidos durante el proyecto: saberes ligados
● Generar instancias de producciones auténticas en las cuales los estudiantes sientan que
sus aportes son valiosos. Consideramos que esta es una de las claves fundamentales para
romper con la lógica del fracaso escolar de aquellos estudiantes que por
“derecho/mandato/posición social” se incorporaron a la Escuela Secundaria.
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Como sostiene Merieu (2007) la individualización se puede hacer colectivamente.
● Favorecer espacios de trabajo que promuevan un uso del tiempo que superen el lugar de
la inmediatez propia de la generación que asiste a nuestras Escuelas Secundarias.
● Sostener intervenciones que se caractericen por estar del lado del aprendizaje más que
de la enseñanza. Es decir, que se sustenten en la comprensión de lo que pasa en la cabeza del
que aprende (Merieu, 2007).
● Generar nuevos tipos de relaciones con el saber que favorezcan que todos los estudiantes
gesten un genuino interés por aprender como parte de sus proyectos personales.
● Construir entornos de enseñanza en los que se valore el interés y la atención por sobre
las tensiones que suelen generar intervenciones que se sustentan en concepciones erróneas
respecto de la autoridad pedagógica.
Este breve desarrollo no intenta ser exhaustivo, sino más bien enunciar las principales
condiciones didácticas – más generales y más específicas -posibles de instalar desde nuestras
prácticas de enseñanza para favorecer mejoras en las trayectorias educativas y la inclusión de
los estudiantes del nivel.
Cerramos intencionalmente este segundo punteo – de condiciones didácticas específicas - con
las que aluden directamente a la autoridad pedagógica; a relaciones entre la acción de
enseñanza y esta. Que, si bien serán objeto de la próxima y última clase, planteamos
brevemente en el último apartado de ésta.
Bibliografía obligatoria
● Merieu, Ph. (2007)“Es responsabilidad del educador provocar el
deseo de aprender”. Cuadernos de Pedagogía. Nº373, Entrevista.
Noviembre 2007