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1. Los insultos hacen con que todo lo que quieras decir a tu hijo pierda efecto. Los
niños no te obedecerán si notan que estás enojado.
2. Si insultas con frecuencia a tus hijos, ellos aprenderán que insultar a alguien es
normal. No controlarán su ira y posiblemente te gritarán como gritas a ellos.
3. Cada vez que lanzas un insulto a tus hijos, estarás generando miedo e
inseguridad en ellos.
4. Los gritos e insultos que transmites a tus hijos solo crearán un gran vacío en la
comunicación entre vosotros. ¿Quién desea convivir con alguien que solo grita e
transmite ira?
5. Los insultos, así como los gritos, son un arma de destrucción masiva en la
autoestima de tus hijos. Su autoestima irá menguando con el tiempo y puede que
se convierta en alguien autoritario y agresivo, o bien que se hunda y se encierre
bajo el caparazón del miedo y se convierta en un adulto asustadizo y lleno de
complejos.
• Mi visión es de que todos y todas debemos, practicar y aplicar los valores socio
comunitario y las leyes respectivas del Estado Plurinacional, para vivir bien. Ser
respetuosos, amables y solidarios con nuestro prójimo.
Finalmente quiero manifestar que debemos eliminar la exclusión y discriminación,
buscando siempre el acceso a la equidad e igualdad de oportunidades en el sistema
educativo, y en el mundo en que vivimos.
El Convenio 138 ha sido ratificado por 169 países del mundo, incluso por naciones
tan pobres como Liberia, Congo, Zimbawe, Haití o Sierra Leona que han mantenido
la edad mínima en el rango de 14 a 16 años. Respetando este compromiso mundial,
ningún país conocido del mundo, excepto Bolivia, se ha atrevido a bajarlo hasta los
10 años.
El argumento del Gobierno al tomar esta decisión, fue que el trabajo infantil es una
realidad en Bolivia y no podemos ir en su contra, lo que, por analogía, legitimaría
por ejemplo la decisión de flexibilizar y hacer más permisivas las normas que,
sancionan la corrupción o la violencia contra la mujer, ya que estos males están
generalizados y no se los puede erradicar ni disminuir.