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Ps Alex Donnelly
Introducción
En el capítulo 9, Pablo ilustra este principio con su propio ejemplo, como predicador del
evangelio. Él tenía ciertos derechos (como por ejemplo, recibir ofrendas por sus labores
evangelísticas); sin embargo, Pablo no hizo uso de sus derechos, por el bien espiritual de otras
personas (1 Cor 9:12,18).
El contexto en el cual Pablo se ofrece a si mismo como ejemplo (del principio que él estableció
en 1 Cor 8:13b), es su necesidad de defenderse ante los ataques de ciertas personas, quienes se
oponían a su ministerio.
Aunque Pablo era un gran siervo de Dios, no todos estaban contentos con su ministerio.
Estos versos indican algunas de las acusaciones y cuestionamientos que se hacían a Pablo.
Parece que las acusaciones dirigidas a Pablo, se fundamentaban en el hecho de que él no hacía
uso de sus derechos: el derecho de recibir una ofrenda, el derecho de recibir comida, el derecho
de estar casado, etc.
Dado a que Pablo no hizo uso de estos derechos durante su primera visita a Corinto (Hch 18:1-
3), algunos cuestionaban si era un verdadero apóstol. El problema fundamental parece radicar
en el asunto de dinero. Sus enemigos argumentaban que Dios había dado el derecho a Sus
siervos de recibir apoyo económico. Si Pablo no hacía uso de este derecho, era porque
reconocía, tácitamente, que no era un verdadero apóstol.
Al contestar a sus acusadores, lo primero que Pablo hace es demostrar que él sabía muy bien
que tenía el derecho de recibir ofrendas materiales por su labor evangelística.
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[1] La ley de Moisés le facultaba (v.9-10).
[2] La práctica de los sacerdotes le facultaba (tanto en los templos paganos como en
Israel, v.13).
[3] El mandato de Cristo le facultaba (v.14).
Si Pablo sabía que tenía el derecho de recibir ofrendas de las personas a quienes predicaba el
evangelio, ¿por qué no hacía uso de este derecho? Al responder a esta pregunta, Pablo presenta
un ejemplo concreto de lo que dijo en 1 Cor 8:13.
Pablo explica su práctica en v.12b, "no hemos usado de este derecho...por no poner ningún
obstáculo al evangelio de Cristo". En el v.18b añade, "...para no abusar de mi derecho en el
evangelio".
El v.15 parece indicar cierta vanagloria de Pablo; pero hay que entender bien lo que él está
diciendo. No es tanto que se vanaglorie de su práctica; más bien, debemos entender la palabra
"gloria" en el sentido de "confianza" o "integridad". Pablo no rehusó aceptar dinero para
vanagloriarse de su humildad, sino para evidenciar ante todos, su integridad como siervo de
Dios. Él no quiere que nadie tenga la impresión que es apóstol por intereses personales.
NOTA: Aunque Pablo no recibió una ofrenda por parte de los Corintios, durante su primera
visita, si recibió ofrendas de iglesias ya establecidas (Fil 4:10-16). La práctica de Pablo
simplemente era la de no recibir ofrendas de las personas a quienes estaba predicando el
evangelio por primera vez.
El tema de los derechos de Pablo, y su abstención de hacer uso de ellos, le lleva a Pablo a
describir cuál era su filosofía en cuanto a su comportamiento como apóstol.
Pablo establece el principio de su vida y ministerio en el v.19 (y de paso explica lo que quiso
decir en v.1, "¿No soy libre?". Pablo, como apóstol, no tenía por qué someterse a nadie (ver
Gál 1:11 - 2:10); sin embargo, como predicador se hizo "siervo de todos" (en el sentido de
ajustar su forma de vida a sus criterios y valores).
Aquí Pablo nos de un tremendo ejemplo, no solo de cómo servir a Dios, sino también de cómo
vivir la vida cristiana. Algunos en Corinto se jactaban de su libertad espiritual (1 Cor 8:1), y
afectaban la vida espiritual de otros creyentes más débiles. Pablo dice que el propósito de la
vida del creyente no es exigir el derecho de expresar su libertad en Cristo, sino de hacerse siervo
de todos, para ganar a otros para el evangelio.
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Tenemos ejemplos de esto en Hch 16:1-3; 21:17-26; pero esta práctica también tenía límites
para Pablo (Hch 15:1, 2; Gál 2:5).
Habiendo dado su ejemplo, Pablo ahora vuelve a la exhortación a los creyentes en Corinto, que
comenzó en 1 Cor 8.
Pablo habla de la vida cristiana bajo dos metáforas provenientes de los juegos olímpicos:
i. la carrera (v.24).
ii. la lucha libre (v.25).
Pablo mezcla las dos metáforas en el v.26, y termina hablando de la lucha (v.27).
El propósito de este párrafo es motivar a los creyentes en Corinto a practicar la auto disciplina,
y no entregarse a la satisfacción de su "carnalidad", bajo el pretexto de que "todo me es lícito"
(1 Cor 10:23). Tal como los atletas tienen que abstenerse de muchas cosas legítimas, si es que
desean ganar la carrera o triunfar en la lucha, así debe ser la actitud del creyente.
A primera vista, esto es lo que Pablo parece afirmar; sin embargo, debemos reconocer que en
otras partes Pablo niega esta posibilidad (ver 1 Cor 1:2; Fil 1:6; 1 Tes 5:23,24). Por lo tanto,
hay que interpretar 1 Cor 9:27 cuidadosamente.
La enseñanza de la Biblia es que aunque el creyente sabe que la salvación es una obra y un
regalo de Dios (y que por ende no se puede perder), él es consciente de su gran responsabilidad
de luchar por vivir bien la vida cristiana, y de esta mantenerse en la fe. Lo que Pablo está
haciendo aquí es enfatizar el gran contraste entre los creyentes en Corinto, y él como apóstol.
Ellos estaban viviendo "livianamente" la vida cristiana, participando en comida sacrificada a los
ídolos, y quizá aun asistiendo a los templos paganos; Pablo, por su parte, luchaba por mantener
sus apetitos carnales bajo control, para de esta manera evidenciar y asegurar su salvación.
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