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• El miedo
Pilar Jericó 1 , una especialista que se ha dedicado a estudiar la emocionalidad del
miedo en el ámbito empresario, sostiene: “Nadie lo reconocerá abiertamente, pero
el miedo ha sido empleado como método de gestión en las empresas durante siglos
(y se continúa empleando)”.
1
Jericó Pilar, “NoMiedo”, Alienta, Barcelona, 2006
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Es muy diferente si se trata de una emoción de miedo que surge como reacción a
un hecho puntual en una circunstancia específica, que cuando se instala un estado
anímico de temor como forma de interacción y convivencia organizacional. Ambas
emocionalidades difieren en las formas en que se expresan, en las consecuencias
que generan en el comportamiento y en el impacto que pueden tener en la salud y
en la calidad de vida de las personas. El estado de ánimo de temor en el ámbito
laboral es uno de los más frecuentes factores desencadenantes del estrés.
La gestión por el miedo es uno de los factores que frenan el desarrollo del talento y
el aprovechamiento del conocimiento colectivo. Muchas veces las empresas
confunden sumisión con lealtad y no toman conciencia de los costos de los estilos
autoritarios de conducción. Pfeffer y Sutton 2 , dos investigadores de la Universidad
de Stanford que estudiaron la problemática de la gestión del conocimiento, afirman
que: “En todas y cada una de las organizaciones que no lograron traducir el
2
Pfeffer Jeffrey y Sutton Robert, “La brecha entre el saber y el hacer”, Granica, Bs. As., 2005
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Por el contrario, hay estados de ánimo que están relacionados a sucesos que
pensamos que pueden llegar a suceder y que surgen a partir de nuestras
expectativas sobre los acontecimientos futuros. El estado de ánimo de temor es uno
de ellos. Es una emocionalidad que emerge cuando pensamos que algún
acontecimiento o circunstancia -real o imaginaria- puede causarnos un daño o llegar
a perturbar nuestra calidad de vida.
No sentimos temor por algo que pasó sino por lo que pensamos que puede
acontecer. No obstante, esto que suponemos que puede acontecer es probable que
esté basado en experiencias pasadas. Si retomamos la distinción que realizamos
entre la emoción de miedo que surge como reacción ante un hecho puntual y se
disipa concluido el mismo y, por otro lado, el estado de ánimo de temor que se
instala, persiste en el tiempo y actúa como trasfondo de nuestro accionar,
podríamos decir que para que se emplace este estado anímico a nivel
organizacional, seguramente deben de haber sucedido unas cuantas situaciones en
el pasado que fundamenten el juicio de que pueden volver a suceder.
Más allá de cuan real o ficticio pueda llegar a ser el “peligro” percibido, lo relevante
es que una vez que se emplaza el temor como ánimo permanente, condiciona
nuestras expectativas sobre el futuro y nuestra capacidad de acción en el presente.
Pfeffer y Sutton sostienen a modo de conclusión de su investigación que: “Las
pruebas disponibles son bastantes convincentes: conducir una empresa basándose
en el temor y la desconfianza no sólo es inhumano, también es un mal negocio”.
• La confianza
Esta misma cualidad de vincular el presente con el futuro la posee la emocionalidad
de la confianza. Cuando estamos en un estado de ánimo de confianza sentimos que
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Cuando decimos que tenemos confianza en una persona, lo que estamos diciendo
es que poseemos un alto nivel de seguridad con respecto a su conducta futura.
Confiamos que es muy probable que haga determinadas cosas y que no haga otras.
La confianza siempre supone un juicio sobre el futuro y es por esto que condiciona
tan fuertemente nuestros comportamientos.
Si bien puede ser que alguien que acabamos de conocer nos inspire confianza,
generalmente este sentir surge como resultado de un proceso de construcción
conjunta que se realiza entre las personas, ya que implica un juicio sobre el
proceder del otro y de cómo este comportamiento puede afectar o influir en nuestro
horizonte de posibilidades. Pero así como para adquirir confianza necesitamos un
tiempo y una experiencia conjunta en la que podamos observar y evaluar la
conducta de la persona, paradójicamente la pérdida de la confianza es algo que
sucede muy rápidamente. Una acción que defraude la confianza conferida,
generalmente es motivo para que cambiemos nuestra actitud y nuestra
emocionalidad. Hay un dicho que da cuenta de este fenómeno y dice que “la
confianza crece con la lentitud de la palmera y cae con la rapidez del coco”.
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Sinceridad
CREDIBILIDAD Idoneidad
CONFIANZA
PREVISIBILIDAD RESPONSABILIDAD
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3
Branden Nathaniel, “La autoestima en el trabajo”, Paidós, Barcelona, 1998
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