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EDUCACIÓN INTEGRAL DE LA SEXUALIDAD MARCO TEÓRICO 6.

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LA CONSTRUCCIÓN DESIGUAL DE LA SEXUALIDAD: EL ROL DE LOSMANDATOS DE GÉNERO Y DE LAS INSTANCIAS SOCIALIZADORAS

MATERIAL. Marco teórico 6.1.

LA CONSTRUCCIÓN DESIGUAL DE LA SEXUALIDAD: EL ROL DE


LOSMANDATOS DE GÉNERO Y DE LAS INSTANCIAS SOCIALIZADORAS

1. La socialización de la sexualidad.
La vivencia de la sexualidad se enmarca en un proceso de construcción social cargado de
mandatos, mitos y creencias que jerarquizan a las personas entre sí produciendo enormes
desigualdades. Toda esta construcción jerárquica sobre la sexualidad está siendo sostenida
y perpetuada por lo que se conocen como instancias socializadoras. El Estado, la familia,
las religiones, la escuela y los medios de comunicación juegan un papel decisivo en cómo
las personas construyen su vivencia sexual.

Los medios de comunicación masiva se han convertido en la principal fuente de


información sobre temas sexuales. La cosificación que hacen del cuerpo de la mujer, el cual
es utilizado como elemento de seducción para promover cualquier objeto: la fragmentación
de los cuerpos femeninos, exacerbando las partes más “sugestivas” que se separan del
resto; la repetición de una tipología de cuerpos –excluyendo y omitiendo otros tipos– que
impone una determinada forma de ser mujer; y la prolífera industria de un tipo de
pornografía que construye maneras determinadas de vivir las relaciones sexuales,
cargadas de sexismos, son algunos de los ejemplos de cómo los medios intervienen en la
construcción de las sexualidades.

Las diferentes tradiciones religiosas han generado códigos morales para regular las
actividades y prácticas sexuales, y todavía tienen un fuerte impacto sobre las formas de
vivir la sexualidad en grandes grupos sociales.

Desde la familia, se aprende a vivir de una determinada forma el proceso de sexuación:


cómo debe comportarse un hombre o una mujer, cómo se construyen los vínculos afectivos,
cómo debe cada persona relacionarse con su cuerpo, etc. En función de cómo sea la
vivencia de la sexualidad de las personas referentes familiares, así será la educación de la
sexualidad que se transmita a los hijos e hijas. En la mayoría de las ocasiones se puede
observar que la familia, por temor y/o falta de preparación, perpetúa los mandatos, mitos y
creencias, o ha ido delegando de manera indirecta la responsabilidad de la educación de la
sexualidad en otros agentes de socialización (la escuela, las amistades, los medios de
comunicación...).

El grupo de amistades, principalmente durante la adolescencia y juventud, es uno de los


referentes más fuertes en cuanto al aprendizaje de la sexualidad. La influencia grupal se
establece a través de las normas internas del grupo (hacer lo que hace el resto), la

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necesidad de aprobación y la presión de grupo, los cuales se tornan elementos que


construyen las formas de ser mujer u hombre, y de vivir las experiencias sexuales.

Sobre la escuela, se profundiza más adelante en este mismo documento, describiendo


cómo esta influye en las vivencias y aprendizajes sobre la sexualidad en el alumnado.

2. Mandatos de género en relación con la sexualidad.


La sexualidad es una de las dimensiones humanas menos comprendida porque, debido a
múltiples razones, a lo largo de la historia de la humanidad, ha sido juzgada, controlada,
prohibida y vivida como algo vergonzoso que hay que ocultar y de lo cual es mejor no hablar,
sobre todo en público. En las páginas siguientes, vamos a reflexionar sobre cómo los
mandatos de género determinan la vivencia de la sexualidad para las mujeres y para los
hombres.

A lo largo de su vida, las mujeres y los hombres reciben informaciones y mensajes distintos
sobre cómo han de ser sus comportamientos, sus expectativas, sus valores y sus
aspiraciones respecto a la sexualidad. En el cuadro 3 se recogen algunos de esos mandatos
y su influencia en las relaciones afectivo-sexuales y en la vivencia de la sexualidad.

Cuadro 1 Influencia de los mandatos de género en la sexualidad y las relaciones afectivo-


sexuales

La asociación entre sexualidad y afectividad

Debido a la construcción de género La sexualidad y la afectividad como dos


que define a las mujeres como seres experiencias totalmente disociadas. La
dedicados al cuido de “otro”, al dar amor al sexualidad es uno de los elementos centrales
“otro”, la vivencia de la sexualidad femenina que definen el hecho de “ser hombre”; y la
se identifica con la dimensión afectiva, que afectividad es algo periférico y secundario, en
es central en la vida de las mujeres. la vida de los hombres.

El papel en las relaciones sexuales

Se espera que las mujeres Se espera de él que tome la iniciativa y


mantengan un rol pasivo en las que sepa qué hacer, es decir, que tenga
relaciones sexuales. Se supone que el un rol activo. Se le supone, además, un deseo
hombre es “experto” y tiene protagonismo: sexual permanente. Parece que, por el hecho
él tendría que saber qué le gusta a ella, él de ser hombre, ya debe saber qué hacer en las
decide si usar o no el preservativo, etc. relaciones sexuales, cómo satisfacer a su
En algunas situaciones, esta posición de las pareja, sin necesidad de preguntarle.
mujeres las lleva a aceptar que sus parejas Este rol activo conlleva la exigencia de fidelidad
tengan otras relaciones, por el “miedo a de su pareja, para asegurarse un rol
perderle”. protagónico frente a otros hombres.

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El concepto de la sexualidad

Se reduce a la idea de ser objeto de Se reduce a relaciones sexuales con


deseo para los demás, y no como coito y conductas de penetración. Se
fuente de satisfacción para la propia mujer. sobrevalora la importancia de los genitales
Muchas mujeres no conocen bien su cuerpo masculinos y los coitos, lo que conlleva que la
y desconocen la fisiología del placer vivencia de las relaciones sexuales se centre
femenino. Sus parejas sexuales, muchas en la penetración (“si no hay penetración, no
veces, tienen el mismo desconocimiento. hay sexo”), dejando de lado otras dimensiones.

La vivencia y la expresión del deseo sexual

La demostración del deseo no es un La expresión del deseo sexual es una


elemento central. Al contrario, se “exigencia”, una muestra de su virilidad.
puede percibir la expresión del deseo como De los hombres, se espera que presuman sus
algo no apropiado para las mujeres. De esta conquistas sexuales. La vivencia de la
manera, muchas mujeres viven el deseo de sexualidad se convierte así́ una medida para
una manera ambigua, con culpa, sin poder evaluar su masculinidad.
reconocerlo abiertamente y con naturalidad.

Fuente: Elaboración propia (a partir de Colectivo Harimaguada, 20161

Estos mandatos son transmitidos durante el proceso de socialización, a través de la


educación recibida; por tanto, son aprendidos y pueden ser deconstruidos.

3. Mitos y creencias en torno a la sexualidad.


Todos estos mandatos de género que pesan sobre la sexualidad de mujeres y hombres
se van alimentando y, a la vez, construyen socialmente de los llamados mitos y creencias
(afirmaciones que, a pesar de ser falsas, se han ido aceptando social y personalmente).
A continuación, se presentan algunos de los mitos y creencias más extendidos en
diferentes ámbitos de la sexualidad, junto a la argumentación necesaria para poder
deshacerse de ellos y acompañar a otras personas para que también lo hagan:
 “Como el hombre tiene más necesidad es lógico que tome la iniciativa en las
relaciones sexuales”. ¡FALSO! El hecho de tomar o no la iniciativa forma parte
de los aprendizajes de género que se han tenido, los cuales han prohibido a las
mujeres ejercer ese rol. Pero tanto mujeres como hombres pueden tomar la
iniciativa, siempre desde el respeto a la otra persona.
 “La mujer tarda más en alcanzar el orgasmo que el hombre”. ¡FALSO! La
excitación psicosexual de cada persona es diferente y está en función de una
multiplicidad de factores. De cómo se desarrollen estos factores, las mujeres
pueden tener orgasmos de manera muy rápida y los hombres pueden retardar el
suyo.

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Colectivo Harimaguada, 2016. Género y Sexualidad (folleto).
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 “El alcohol es un estimulante sexual”. ¡FALSO! El alcohol es un depresor del


sistema nervioso central y disminuye la capacidad sexual debido a que retarda los
reflejos y dilata los vasos sanguíneos. Además, lleva a tomar decisiones
equivocadas, tales como tener relaciones sin preservativo.
 “Hablarles de sexualidad a las/los adolescentes es incitarlos a mantener
relaciones sexuales precoces”. ¡FALSO! Lejos de la realidad, cuanta más
información tenga, mejores decisiones pueden tomar a la hora de iniciar o llevar a
cabo las relaciones sexuales. Tener información no conlleva a iniciarse antes en
las relaciones sexuales, sino a hacerlo de una forma más consciente y coherente;
además, muy importante, a saber, tomar la decisión de si se tiene o no la
preparación para ello y esta es por decisión personal o por presión social.
 “La primera relación sexual siempre es dolorosa y con sangrado”. ¡FALSO!
Esta creencia tiene que ver con relacionar la primera relación sexual con el coito y
no necesariamente es así. La penetración es una posibilidad más, pero no la única.
Para las mujeres, la primera relación sexo-coital será dolorosa o no lo será en
función de otros muchos factores: el consentimiento real, el cuido, la comunicación,
etc. El sangrado no siempre se presenta puesto que tiene que ver con la ruptura
del himen, el cual es posible que se haya roto con anterioridad o ni siquiera se
rompa.
 “Cuanto más grande es el pene, mayor placer se proporciona”. ¡FALSO! El
tamaño del pene no está relacionado ni con el placer, ni con la potencia sexual. La
importancia del tamaño de este órgano lo sitúa en el centro de las relaciones
sexuales, obviando las enormes posibilidades que existen.
 “La mujer no necesita tener relaciones sexuales con la misma frecuencia que
el hombre”. ¡FALSO! Ambos sexos tienen las mismas necesidades sexuales, el
mito surge para perpetuar el control sobre el cuerpo de la mujer y la libertad sexual
del hombre.
 “El hombre no debe manifestar sus sentimientos”. ¡FALSO! Es otro de los
patrones de conducta que la cultura predominante ha impuesto como signo de
masculinidad y que tiene consecuencias muy negativas en los hombres.
 “Con el preservativo se siente menos”. ¡FALSO! Es importante recordar que el
placer está en el cerebro y que el hecho de sentir o no sentir puede ser realmente
psicológico. Actualmente existen preservativos que facilitan la sensibilidad.
 “La autoestimulación (llamada comúnmente masturbación) trae
consecuencias nocivas tanto físicas como mentales”. ¡FALSO! La
masturbación es parte del desarrollo psicosexual en hombres y mujeres desde la
pubertad hasta la ancianidad, tengan o no una relación de pareja. En ninguna
circunstancia trae consecuencias como debilidad, disminución de la inteligencia, ni
impotencia.

Como mencionamos anteriormente, la construcción y la vivencia de la sexualidad están


marcadas por una gran cantidad de construcciones sociales.

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La sexualidad es uno de los ámbitos de la vida sobre el cual se ejerce más control social.
El pecado, por ejemplo, es un mecanismo que regula la vivencia de la sexualidad.
Socialmente se otorgan valores diferenciados y se establecen fronteras que demarcan,
diferencian y estratifican el orden sexual. En la cúspide de ese orden se ubican las prácticas,
actitudes e identidades sexuales que se consideran legítimas, y al ir descendiendo de la
pirámide, ese reconocimiento va disminuyendo hasta llegar a aquellas prohibidas,
invisibilizadas o, incluso, criminalizadas. Esta construcción de la sexualidad se caracteriza,
entonces, por la existencia de diferentes fronteras que distinguen lo bueno y lo malo, lo
normal y lo patológico, lo sano y lo enfermo, o lo permitido y lo prohibido, generando una
valoración jerárquica de los actos sexuales (Vaggione, 20122).

A partir de estas clasificaciones, se establecen jerarquías entre las personas y, por lo tanto,
diferencias entre los derechos de unas y otras. Ciertas prácticas, expresiones y actitudes
son promovidas o premiadas; otras, en cambio, se invisibilizan, esconden o castigan.
Quienes se alejan de las normas sexuales consideradas socialmente oportunas quedan
abajo de la pirámide, mientras que las personas que cumplen con el comportamiento
considerado correcto por el orden establecido se ubican en la cúspide.

Juan Marco Vaggione aporta reflexiones importantes en este sentido (pág. 21-22)3
 La raza ha sido una dimensión que estructura exclusiones y marginaciones en
diversas cuestiones, incluyendo la sexualidad. De este modo, el vínculo sexual
entre personas de diferentes razas suele ser deslegitimizado dentro de las normas
sociales, con sanciones formales e informales.
 La otra cara de esta estructuración es, paradójicamente, la hipersexualización de
las personas de razas, etnias o clases sociales consideradas subalternas, que
están afuera de la sexualidad legítima (de la “buena sexualidad”). Estas mismas
personas se estereotipan como objetos encubiertos de deseo.
 El género es otra de las fuertes restricciones en la estructuración del orden sexual.
Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo han sido consideradas
como fronteras naturales, morales y legales en la sexualidad. Así, algunas
sociedades suelen caracterizarse por un fuerte rechazo y discriminación (que se
define como “homofobia”) hacia las relaciones entre personas del mismo sexo.
 El sistema social (que se define como “patriarcado”) asigna comportamientos y
expectativas diferenciadas a hombres y mujeres en relación con la sexualidad,
reforzando el lugar secundario de las mujeres. La influencia de este sistema se
manifiesta en el control sobre la sexualidad del cuerpo de las mujeres, de formas
diversas que van desde el extremo de la mutilación genital femenina hasta
considerar impura a la mujer durante la menstruación, momento en el cual no
deber ser tocada. Pero, construye la imagen de la mujer como objeto sexual.

2
Vaggione, J.M. (2012) Sexualidades, desigualdades y derechos. Reflexiones en torno a los
derechos sexuales y reproductivos (pp 13-55). Córdoba, Argentina: Ciencia, Derecho y Sociedad.
3
Idem.
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 La edad también juega de manera diferente respecto a los hombres y las mujeres:
una amplia diferencia de edad en una relación sexual o de pareja es legitimada
cuando el hombre es el mayor; en cambio, en el caso de mujeres mayores que sus
parejas, son evaluadas de forma negativa.

Estos son solo algunos ejemplos de cómo la vivencia de la sexualidad está jerarquizada y
ubica a unas personas y a determinadas prácticas por debajo de otras en la escala social.
Esta ubicación implica no solo la pérdida de derechos fundamentales, sino también la
creación de formas de castigo social, que pasan por la discriminación hasta llegar incluso
a la violencia.

4. Cuerpo y sexualidad.
Como ya se mencionó, en la conformación del modelo de feminidad y masculinidad, los
mandatos son perpetuados a través de los agentes socializadores; entre ellos están los
medios de comunicación, que a través de diferentes mensajes centran el valor de la mujer
en su atractivo físico y sexual, volviendo, de este modo, el cuerpo de la mujer un objeto de
erotización.

La socialización es una herramienta central en la construcción de la subjetividad. Por eso,


si uno de los núcleos centrales de la socialización está dirigido a la construcción de una
feminidad articulada en torno a la objetualización del cuerpo femenino, entonces
necesariamente ha de fabricarse una subjetividad articulada en torno a la sexualidad, de
hecho, la posición de objeto asignada a las mujeres constituye el núcleo de socialización
(Cobo 2015).4

Los modelos de feminidad colocan a las mujeres en el rol de ser madres, esposas o
prostitutas, y desde esos roles todas cumplen con el rígido mandato del canon de belleza,
en sometimiento a la moda, a la industria plástica, pues continuamente envían el mandato
de que ser mujer se centra en tener atractivo físico y sexual, para seducir y preocuparse
por su imagen, porque su valor depende directamente de esa imagen. En nuestra sociedad
y cultura se ha mantenido la idea de que las mujeres deben ser valoradas
fundamentalmente por el atractivo sexual. Y el atractivo sexual se ha convertido en la parte
fundamental del nuevo modelo normativo que se exigen las mujeres adolescentes y adultas.

Esta normativa genera diferentes tipos de violencias hacia las mujeres, pues fomenta la
comercialización de los cuerpos de mujeres de diferentes edades, siendo naturalizado el
mandato del servicio y placer para los hombres, los cuerpos de las mujeres se vuelven
objetos de compra y venta. Y para ello se ha creado una cultura de erotización de las niñas,
generando así violencia simbólica hacia las mujeres.

4
Cobo B, Rosa (2015) El cuerpo de las mujeres y la sobrecarga de sexualidad, Universidad de la
Coruña, España. Pág 13.
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Para los hombres, el modelo normativo de masculinidad afecta a su salud, el mandato de


ser fuertes, violentos, proveedores, competitivos y temerarios impacta en la percepción de
una actitud cuidadosa y preventiva hacia ellos mismos.

El cuerpo de los hombres es vivido como un instrumento de trabajo y su valor está en


función de la labor productiva que desempeña. Otro impacto en la socialización de las
masculinidades esta ligado a su desarrollo afectivo, la falta de inteligencia emocional se
encuentra frecuentemente en el trasfondo de adicciones y de las violencias con su
consecuente impacto en la reproducción, la sexualidad, las relaciones y la economía
familiar (Keijzer) 5.

Otro de los impactos de este modelo de masculinidad, es sobre la maternidad, este modelo
limita la participación de los hombres en el hogar y en la crianza de los hijos y las hijas; se
vuelve necesario el involucrar a los hombres en las actividades productivas, y una de ellas
el logro de una paternidad más cercana y equitativa.

Se vuelve imprescindible y necesario reformular dichos modelos de feminidad y


masculinidad, con el fin de redescubrir que hablar de sexualidad es hablar del cuerpo, pero
también del mundo emocional, así como de la vida social, en la que hombres y mujeres
experimenten una sexualidad positiva, sana y responsable.

5
Keijzer, B. Hasta donde el cuerpo aguante: Género, cuerpo y salud masculina. Pág 6.
7

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