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Fabián Agüero

UN GRAN DÍA
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UN GRAN DÍA

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Proemio

Nadie quiere morir en este mundo, todos quisieran vivir para


siempre. Y mi caso no difiere de éste.
Uno de mis propósitos de escribir este libro es inmortalizar mi
persona. Que el mundo sepa quién fue Fabián Agüero, y que
jamás se deje de pronunciar mi nombre aunque sea en el lugar
más recóndito de la tierra. Espero que éste sea el primero de
tantos que escriba en mi vida, y poco a poco mejorar la calidad
de éstos.
Quisiera aclarar también que “Martín ‘Alfil’ de Pamela” es mi
pseudónimo que uso para firmar mis escritos, y que su eterna
enamorada fue Mariela San Marcos –una mujer ficticia, pero
para Martín más real que cualquier otra-.
Quiero agradecer especialmente a mis amigos quienes fueron
los que más confiaron en mí para lanzar este libro; a mi padre
que me ayudó a financiarlo; a Gabriel Flores por la portada de
este libro; a las mujeres que me sirvieron de inspiración para
escribir los poemas que a continuación leerán; a Isidora
Cartonera por tener a disposición los materiales para tener este
libro en formato físico; y a ti lector, gracias por confiar un poco
de tu dinero para esta noble causa que es comprar un libro de
un escritor emergente, y en especial, la de éste escritor
emergente. Muchas gracias.

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CUENTOS

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Mujer en todo su esplendor

Siempre miraba a una chica que se subía a la misma micro que


yo todas las mañanas. El problema era que nunca me podía ir
sentado al lado de ella, ya que yo me subía antes y ella siempre
elegía otro asiento que no fuera el de al lado mío. Yo lo único
que quería era que algún día se sentara junto a mí para poder
hablarle con más confianza. Un día en el que la iba mirando
como cualquier mañana normal, chocó la micro en la que
íbamos. Se tardaron treinta minutos en llevarnos al hospital.
Entre todas las cosas que me hicieron para mantener mi salud
estable, lo mejor que me pudieron hacer fue haber colocado mi
cama justo al lado de la chica que siempre miraba. Tomé valor
para hablarle, y cuando me disponía a hacerlo, me di cuenta
que en mi boca tenía tres puntos. Las palabras que intentaba
gesticular no se entendían y cuando movía la boca me dolía
mucho el labio. Para mi mala suerte, cuando me sacaron los
puntos resultó que a la chica la habían dado de alta ya que sólo
tenía una contusión en la cabeza.
A los días me dieron el alta, y siguiendo con mi rutina, en todo
un mes no la vi en la micro. Al pasar el tiempo, una vez cuando
iba camino al paradero la micro se me pasó, por lo cual tuve
que correr a la otra esquina, ya que la micro se daba una vuelta
y luego seguía su camino por donde pasaba antes. Apenas la
alcancé y me subí, me senté en un asiento al lado de la ventana,
y para sorpresa mía la chica que antes veía en la micro la vi
saliendo en un auto desde una casa.
Cuando llegué de vuelta a mi hogar, fui a la casa en la cual
había visto a la chica salir. Me armé de valor y toqué el timbre.
No salió nadie, y me di cuenta que su casa estaba a la venta.
Pensé que si no actuaba pronto, se iría y jamás la volvería a ver.
Fui como tres veces nuevamente a su casa, pero nunca nadie
respondía. Un día, en la micro, como siempre, cuando ésta pasó
al lado de su casa vi un camión de mudanzas sacando muebles
de ésta. Me importaba poco llegar tarde a donde me dirigía, me
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bajé en el paradero siguiente y corrí a su casa. Como soy tan
desgraciado, el camión ya iba saliendo, le hice señales para que
se detuviera, pero no lo hizo. Vi la cara de la chica en el asiento
del copiloto alejarse a tal punto de perderla de vista. Pero tal
como un perdido en el desierto encuentra un oasis, encontré
una billetera botada en el suelo. La recogí, registré los
documentos y encontré su carnet. Se llamaba Scarlette. Entre
el resto de sus documentos había un certificado de nacimiento
y una tarjeta de escort de un motel. El certificado de nacimiento
era de un tal Fernando. Tenía los mismos apellidos que ella,
por lo cual supuse que sería su hermano. Todo cambió cuando
me di cuenta que sus cédulas de identidad coincidían. Volví a
ver la tarjeta de escort, y éste no era de mujeres cualesquiera,
sino que de mujeres bastante particulares.
Hasta el día de hoy no me han dado ganas de, aunque sea, hacer
el intento de salir con una "chica".

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Una memoria emborrachada

Después de todo un día de estudios, esa noche habíamos ido a


un bar para celebrar que el papá de Tomás había conseguido
un nuevo trabajo luego de seis meses cesante. Su padre nos
acompañaba a los cuatro a todas las fiestas y carretes, era el
mejor amigo de su propio hijo. El tío se fue a las dos horas de
que llegamos al bar ya que el trabajo que había conseguido era
de noche. Nosotros cuatro nos quedamos hasta las cinco de la
mañana hasta que cerraron el local. Entre todas las cosas que
nos ocurrieron, nos robaron las mochilas a todos, a mí y a
Adrián nos robaron los celulares sin que nos diéramos cuenta,
y con lo único que nos quedamos fue con nuestros documentos
y con el celular de Tomás, aunque de mucho no sirvió ya que
no tenía saldo.
Estábamos borrachos, no teníamos ni una pizca de dinero.
Tirados a nuestra suerte en el Barrio Bellavista y viviendo
todos en Ñuñoa no teníamos mucho que hacer más que caminar
a nuestras casas. Entre los cuatro, el que peor estaba era Tomás,
había perdido la memoria de tanto beber. A pesar de que no nos
reconocía, seguía con nosotros porque le chamullamos que lo
llevaríamos a un afterhour. Adrián estaba con muletas y gracias
a él avanzábamos poco y nada. Marcelo estaba un poco más
lúcido, se había tomado dos roncola, estaba bastante “Happy”.
Yo estaba medianamente ebrio, pero lo bastante lúcido como
para recordar la mayoría de los hechos que ocurrieron ese día.
Luego de que nos fuimos, cuando pasamos por Plaza Italia nos
topamos con un grupo de neonazis que estaban golpeando a
unas mujeres, que de mujeres no tenían más que la ropa.
Adrián, como era bastante libertario para sus cosas, con muleta
y todo salió a defender a las “mujeres” de su golpiza. Luego de
esto tuve una laguna mental. Eso sí, recuerdo que todos
nosotros menos Tomás, al que encontraríamos dos cuadras más
al sur escondido detrás de unos basureros, estábamos
adoloridos y con una que otra parte del cuerpo morada.

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También recuerdo que terminamos con un parte de Carabineros
por beber en la vía pública. Lo más raro de todo esto es que no
sé cómo no amanecimos en los calabozos de la comisaría por
estar bebiendo o, en el peor de los casos, en el hospital de la
golpiza que de no ser por los Carabineros que nos salvaron,
supongo yo, nos debieron haber dado el grupo de neonazis. Lo
importante es que seguíamos los cuatro aún camino a nuestras
casas.
Al rato de seguir caminando y dejar todo este altercado en
segundo plano, a la altura de Avenida Matta y nuevamente en
Irarrázabal, Marcelo se puso a vomitar. Me extrañé y le
pregunté qué le pasaba. Me explicó que era porque antes de
venir al bar le habían diagnosticado una úlcera, y al parecer
estaba mal de eso. En todo caso dudo que haya sido por eso,
creo que era por el alcohol, a pesar de que tomó poco. En todo
caso, bastante imbécil de su parte beber alcohol teniendo una
úlcera.
Al pasar alrededor de una hora más de caminata llegamos al
Estadio Nacional, en el cual nos topamos con un grupo de
hinchas de la Universidad de Chile que recién venían saliendo
de un afterhour ya que la noche del día anterior su equipo le
había ganado a Santiago Wanderers. Fue en ese entonces que
me enteré que Marcelo era Wanderino de corazón, así que les
ofreció pelea. Fue una mala decisión de su parte, ya que ellos
eran siete y nosotros dos, puesto que Tomás al primer grito de
guerra salía corriendo y Adrián y Marcelo por las condiciones
en las que se encontraban valían un medio cada uno. Entre dos
tipos agarraron a Marcelo y empezaron a golpearlo. Tomás
estaba estupefacto mirando hacia todos lados dando vueltas al
lado de un paradero del Transantiago. No contaron que estaba
mal del estómago, les vomitó encima de todos mientras lo
golpeaban. En ese momento, Adrián aparece por detrás de los
tipos golpeándolos con su muleta, dejando en la lona a casi la
mitad de los tipos. Cuando el resto se fue a defender, éste les
propinó patadas y puñetazos uno por uno. Le pregunté que qué
había sucedido con su pie, ya que se suponía que tenía un

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esguince, a lo que me responde que con el alcohol se le pasa el
dolor y le da por recordar que años atrás había sido cinturón
naranjo de karate.
Levantamos entre los dos a Marcelo, y cuando nos
disponíamos a seguir caminando, nos dimos cuenta que Tomás
estaba hablando por celular. Me acerqué a él y le pregunté con
quién hablaba, a lo cual me respondió que con su papá. Al
parecer ya había recobrado la memoria. Cuando colgó nos dijo
que su memoria volvió cuando vio la escultura del pilucho, al
recordar que todos los días pasa por allí con su papá cuando
éste lo pasa a dejar en su auto a la universidad. Le preguntamos
que qué hacía hablando con su padre. Haber sabido que el
trabajo que había conseguido era de conductor de radiotaxi en
Rodrigo de Araya y que él con su hijo tenían plan para hablar
gratis en sus celulares, nos hubiésemos ahorrado treinta mil
pesos de un parte, un par de ojos morados por defender a unos
travestis, una golpiza a causa del fútbol y un par de vómitos en
medio de la calle. A los pocos minutos el papá de Tomás llegó
a buscarnos. Nos dejó en nuestras respectivas casas y volvió a
su trabajo.
A la mañana siguiente llamé a los chicos para saber cómo
estaban: Marcelo amaneció mejor del estómago, me dijo que
se tomó un Omeprazol y se mejoró a las horas; Tomás salió con
su padre al médico por el tema de su amnesia cuando bebe
alcohol; Adrián amaneció con un dolor intenso en su pie, al
parecer se le cortó un ligamento, y también partió al médico;
Yo amanecí con un ojo morado y una resaca de niveles
interestelares.

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La sombra del deambulante

Falta poco, Mono, poco para que puedas volver a despertar.


Mientras avanzaban a través del camino, Agro cada vez que
pisaba la orilla hacía que cayeran piedras a la infinidad del
cañón. Ya llevaban 4 días de viaje. El sol durante el día
encandilaba los ojos de Agro y durante la noche la niebla no
dejaba ver a más de 3 metros. Hubo días que la lluvia hacía que
Agro se resbalara y cayera por los acantilados, por lo que
Wander prefirió descansar en cualquier cueva que pillara.
Al octavo día de viaje finalmente llegaron a su destino.
Atravesaron el estrecho camino construido con piedras por los
lados que debieron haber medido por lo menos 5 metros de
alto. Al llegar al final encontraron un puente larguísimo sin
barandas, hecho de piedras, que al final de éste se encontraba
un templo colosal rodeado de un valle gigantesco con una
geología muy variada, en la cual se encontraban bosques,
montañas, ríos, cascadas, cañones, desierto, y una que otra
ruina de algún templo corroído por el viento hace cientos de
años.
Agro pasaba a través del puente con mucho cuidado con temor
a caer. Pasaron varios minutos antes de llegar al templo.
Cuando llegaron, bajaron por un camino en forma de espiral
hasta llegar a una pileta que frente a ella estaba la entrada al
templo.
Avanzaron poco a poco, observando las estatuas gigantes que
había por el corredor. Estatuas de al menos 10 metros de alto
que evocaban monstruos de variadas formas. Al llegar a una
piedra en forma de cama, Wander destapó a Mono y la dejó
acostada en la piedra. Cuando Wander dio media vuelta, unas
sombras empezaron a rodearlo. Hábilmente sacó su espada e
intentó matarlas, cosa que fue en vano ya que las sombras lo
redujeron.

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Desde un agujero en el techo del templo, por donde se podían
apreciar haces de luz en todas direcciones, se oyeron dos voces,
una masculina y otra femenina, ambas hablando al unísono.
Indicó a las sombras que dejaran al tipo.
-¿Quién eres y qué quieres?- dijeron las voces.
-Mi nombre es Wander. Vengo porque he escuchado que
puedes hacerme un favor. ¿Eres tú Dormin?
-Nosotros somos Dormin. ¿De qué favor hablas?
-He escuchado que puedes revivir a los muertos. ¿Es eso
cierto?
-Escuchas bien, podemos hacerlo, a cambio de un pequeño
precio.
-Lo que sea para poder revivir a la chica que está allá acostada.
-¿Ves las estatuas del corredor? Son estatuas que representan a
los colosos que habitan estas tierras. Debes, guiado por tu
espada, destruir a cada uno de ellos. Cumplido esto, yo
cumpliré con mi parte del trato.
-¿Guiado por mi espada?
En ese momento Wander desenfundó su espada. Un haz de luz
cayó en ella y le indicó el camino a seguir.
-Pues bien, no queda más que hacer aquí. ¡Agro! -gritó
Wander.
Agro llegó corriendo donde estaba. Wander subió a su lomo y
emprendió el viaje hacia el primer coloso.
Al llegar al lugar donde le indicaba la luz reflejada por su
espada, se bajó de Agro y empezó a escalar las murallas. Al
llegar a la cima y avanzar unos pasos, vio al primero de
dieciséis de los cuales serían sus enemigos. Un coloso de por
lo menos 20 metros de altura con un mazo en una de sus manos.
Wander no sabía qué hacer, hasta que las voces de Dormin le
susurraron al oído.

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-Estos monstruos tienen puntos débiles, guiado por tu espada
puedes saben en dónde se encuentran.
Wander sacó su espada y nuevamente el haz de luz le indicó la
pantorrilla izquierda del coloso. Tomó su arco y flecha y le dio
un disparo para llamar su atención. Al sentir el coloso que
alguien estaba cerca, fue en busca de él para matarlo. Wander
se armó de valor y fue corriendo hacia su pierna izquierda. Una
luz azul se reflejaba en su pantorrilla. Wander afirmado de los
pelos de ésta, enterró su espada en él. El coloso cayó de rodillas
y Wander subió a su espalda. El coloso al pararse se sacudía
intentando hacer que quien intentaba matarlo cayera, pero
Wander era fuerte y no se soltaba. Al llegar a su cabeza un gran
símbolo iluminado azul se veía en su cráneo. Wander, valido
de su espada, con todas sus fuerzas le propinó tres estocadas en
su cráneo. Salía sangre negra a borbotones desde las heridas.
El coloso, debilitado, cayó muerto al suelo. Una sombra
empezó a rodearlo y su cuerpo se hizo de piedra, mientras un
tipo de sombras con forma de serpiente salían desde ellas.
Wander veía el montón de rocas que imitaban el cadáver del ya
muerto coloso, cuando estas sombras se dirigieron a él y
entraron a su cuerpo. Wander cayó al suelo y perdió la
conciencia.
Al despertar, se dio cuenta que estaba en el templo, y que la
primera estatua, la cual correspondía al primer coloso estaba
hecha añicos. Las voces de Dormin le hablaron nuevamente.
-Vuestro siguiente oponente es... En una caverna cercana a la
playa se mueve lentamente... eleva vuestro coraje, y derrótalo.
No oyó más palabras y nuevamente emprendió el viaje en el
lomo de Agro valido de su espada, arco, flecha y su gran valor.
Poco a poco fue matando a los colosos que habitaban las tierras
desiertas, en las cuales sólo habitaban lagartijas y águilas. Para
cada coloso debía valerse de diferentes formas para poder
matarlos, En algunos casos debía usar su entorno para su
beneficio. Algunos fueron más fáciles de matar y otros más
difíciles. Algunos fueron más fáciles de encontrar que otros.
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No todos tenían forma de humanos, algunos tenían forma de
aves, toros, serpientes y otras formas más. No todos estaban en
la tierra, algunos estaban en el mar e incluso en el aire. No
todos estaban al aire libre, algunos estaban en templos,
ciudades abandonadas, lagos, praderas, desiertos, geysers y
muchos lugares más. Para algunos casos Wander necesitó la
ayuda de Agro, ya que solo no lo lograría. Pero hubo otros
casos en los que Agro no le pudo hacer compañía al no estar
apto el terreno para avanzar con él.
Mientras todo esto sucedía, un chamán llamado Lord Emon
presintió que algo malo estaba por ocurrir en las tierras
prohibidas, cuando se dio cuenta que Dormin estaba
haciéndose más y más fuerte. Él junto a su pequeño escuadrón
emprendieron el viaje a estas tierras de nadie para detener la
tragedia.
Al matar al penúltimo coloso y nuevamente despertar en el
templo, Dormin le habló a Wander.
-Finalmente, el último coloso... el ritual está pronto a acabar, el
deseo está próximo a ser cumplido, pero ahora alguien
amenaza con entrometerse. Date prisa, pues el tiempo, es
corto...
Wander estaba pálido y muy delgado. Cada vez que iba
matando a los colosos su figura iba empeorando. Armado de
valor, sabiendo que estaba a sólo un paso de lograr su deseo,
subió al lomo de Agro y fue rumbo a lo que sería el fin de todo.
Al llegar, se topó con una puerta muy grande con una esfera en
ella que emitía luz. Con su espada iluminó esta esfera. La
puerta se abrió lentamente y avanzó junto a Agro. Al subir unas
escaleras, se encontró con un puente que tenía un aspecto de
estar muy frágil. Lo cruzó a toda velocidad montado en Agro.
Pero al pasar el puente se empieza a desmoronar. Al llegar al
final, Agro da un salto, pero la placa de piedra en la que cae se
destruye. Wander alcanza a saltar, pero Agro cae al río que
estaba al fondo del cañón.

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Wander, con mucha impotencia, continúa su camino. Al pasar
un túnel se empiezan a oír rayos. De un momento a otro
empezó una tormenta. Llegó al lugar donde se encontraba el
último coloso. Debía medir como mínimo 100 metros. Estaba
muy lejos de él, y lo amenazaba lanzándole rayos que movían
toda la tierra al impactar con ésta. Al llegar a él, empezó a
escalarlo. Finalmente, luego de una escalada bastante
cansadora, llegó a su cabeza. Le dio cinco estocadas con su
espada y el último coloso cayó muerto. Las sombras entraron
en su cuerpo y cayó inconsciente al suelo.
Cuando Lord Emon llegó al templo, vio la última estatua en el
corredor, la cual correspondía al último coloso, destruido. Lord
Emon se temió lo peor. Él y su escuadrón se acercaron a Mono,
quien seguía acostada sobre la piedra. Cuando se dieron vuelta,
vieron a Wander recostado en el suelo. Su espada cayó desde
el agujero en el techo y se enterró unos cuantos metros más allá
de él. Wander se levantó y se dirigió hacia Mono. Tenía un
aspecto demoníaco, le habían crecido unos pequeños cuernos
y tenía la piel totalmente pálida. Lord Emon dio la orden que
le dispararan. Uno de sus hombres tomó su ballesta y le dio en
su muslo derecho, cayendo al suelo. Luego, otro de los
hombres tomó la espada, y mirándolo con pena, se la enterró
en el pecho. Tal cual un coloso, empezó a salir sangre negra
por montones de su pecho. Pero en vez de morir, Wander se
levantó, sacó la espada de su pecho y les habló, pero no con su
voz de siempre, sino con la voz de Dormin.
-Este chico ha muerto para poder revivirnos. Ha restituido las
dieciséis partes de nuestra alma. Ahora nosotros tomaremos su
cuerpo para poder destruirlos a ustedes.
Las sombras se apoderaron del cuerpo de Wander, ahora
poseído por Dormin. Empezó a crecer tanto hasta tomar la
forma de un coloso con forma de humano con unos cuernos
gigantes. Lord Emon y sus hombres decidieron arrancar,
mientras Dormin los atacaba. Uno de los hombres del
escuadrón le entregó la espada de Wander a Lord Emon.

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-Ojalá esto nunca vuelva a ocurrir- dijo Lord Emon, lanzando
la espada desde lo alto del camino en espiral hacia la pileta.
Al caer ésta en la pileta, una luz blanca iluminó todo el templo
y empezó a absorber a Dormin. Lord Emon, asustado, subió a
su caballo y empezó a arrancar junto a sus hombres. Dormin,
que ahora tenía la forma de Wander, miró a Mono y empezó a
caminar hacia ella, como si Wander fuese quien aún dominaba
ese cuerpo. Pero las ráfagas de viento que lo conducían hacia
la pileta eran aún más fuertes. Finalmente, el cuerpo de Wander
fue absorbido.
Al salir Lord Emon y sus hombres por el puente de piedra, éste
comenzó a destruirse. Casi pisándoles los talones, lograron
llegar a la salida. Lord Emon, mirando el valle, el puente
destruido y el templo en el fondo, se lamentó.
-Wander, si sobreviviste a la furia de Dormin, espero te des
cuenta del daño que le hiciste a la humanidad.
Dicho esto, Lord Emon y sus hombres se marcharon.
Mientras tanto, en el templo, Mono empieza a despertar.
Dormin había cumplido su parte del trato. A su lado aparece
Agro, quien no había muerto, pero una de sus patas traseras
estaba rota. Apenas caminando, Mono empieza a ver el templo,
con los escombros de lo que alguna vez fueron estatuas. Al
llegar a la pileta, esta vez seca, encontró a un bebé desnudo con
pequeños cuernos en su cabeza. Lo tomó en sus brazos, siguió
explorando el lugar y subió por el camino en espiral. Al llegar
a la cima, vio el puente destruido y un pequeño camino a su
derecha. Siguiendo por el camino llegó hasta un jardín en el
cual había árboles de los más variados, las aves cantaban y
había un pequeño ciervo, el cual se acercó y le lamió la frente
al pequeño bebé.

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La desdicha de Arturo

Arturo se creía superior a todos. Al tener la mayor fortuna de


todos en Pueblo Beluga, podría comprar todo lo que él quisiera.
Era feliz.
Gran error. Creía que era feliz.
Un día, caminando por un callejón, se encontró con un
vagabundo. Arturo se dio cuenta que de almohada tenía un gran
diamante, el cual valía muchísimo dinero. Lo despertó y le
preguntó que por qué no vendía el diamante. El vagabundo le
respondió:
-Porque así soy feliz
-Pero es mejor vender el diamante –Le respondió Arturo-. Así
tendrá dinero y será mucho más feliz.
-Eso no es ser feliz. El diamante me es muy cómodo como
almohada. Te lo daré si sólo me traes una almohada mucho más
cómoda.
Rápidamente corrió a su mansión en las afueras de la ciudad
para sacar su almohada y se la llevó al vagabundo.
Éste, maravillado, le entregó con alegría el diamante a cambio
de la almohada. Feliz quedó el vagabundo al poder dormir con
la cabeza más derecha.
Supuestamente feliz quedó Arturo al recibir el diamante.
Mientras Arturo caminaba hacia la joyería para vender el
diamante pasó al lado de un ciego el cual mendigaba con un
tarro que apenas tenía nueve monedas y un cartel hecho de
cartón que decía “Soy ciego, ayúdeme”. Arturo, con su aire de
grandeza pasó su brazo por el tarro del ciego y le botó sus
monedas. El hombre tristemente recogió lo que pudo de
monedas, ya que las otras no las logró encontrar al estar muy
lejos de él.

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La gente que pasaba alrededor vio lo que ocurrió. Todos
quedaron mirando fijamente a Arturo. Cuando de pronto,
arrepentido, éste se puso a llorar.
-¿Arturo? ¿Llorando? No lo asimilo…- Replicaba la gente
-Lo debe estar haciendo para que creamos que tiene
sentimientos…- Decían otros
Arturo, con vergüenza, salió corriendo hacia la plaza para
llorar, cuando de pronto se fija en el vagabundo al que
anteriormente le había regalado la almohada, la cual ya no
tenía.
-¿Qué le pasó a tu almohada- Le preguntó acercándose a él.
-Otro vagabundo me la ha robado.
Arturo, pensando en su acción anterior, le devuelve el diamante
que antes le había entregado él.
-¿Por qué me lo devuelves?
-Porque así serás feliz. Y tú al ser feliz yo soy feliz.
Con valor partió donde el ciego. Veía que la gente que pasaba
al frente de él no se daba ni cuenta de su cartel. Con pena y
esperanza a la vez, se dirigió al cartel del ciego y se lo cambia.
El ciego, enojado, le intenta detener al pensar que le robaban,
pero no lo logra. Con el nuevo cartel, la gente se detenía a leer
la bella frase que salía en él, y se preocupaban de darle dinero.
El ciego nunca se enteró qué es lo que decía, la cual era una de
las más bellas frases que Arturo se pudo haber imaginado, la
cual decía: “Hoy es primavera, y no puedo ver las flores”.

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Gol de último minuto

-¡Vamos mierda! ¡Que les ganamos a estos perdedores!-


gritaba mi amigo Alonso desde las tribunas alentando a nuestro
equipo de toda la vida. -¡Nadie te para! ¡Nadie te para! ¡Gol!
¡Gol mierda mete el gol! ¡GOOOOOOOOOOL!
Su grito se oía mínimo entre toda la gente gritando en todo el
estadio, alentando el gol al último minuto, ese que nos daba el
empate y permitía seguir en pie por el título del campeonato.
-¡Fiesta en mi casa para celebrar el empate weón!- siguió
gritando eufórico, estaba tan emocionado, era el día que
terminábamos la mala racha de perder cinco fechas seguidas.
A la noche, como fue prometido, invitó a todos sus amigos a la
fiesta. Todos bebiendo alcohol y uno que otro cantando los
gritos del equipo por el cual celebraban.
-¡Nadie se salva de irse sobrio de esta casa!- decía Alonso.
-¡Alonso!- se oyó un grito desde el fondo de la casa -¡Ven acá!
Bajaron el volumen de la música, todos quedaron callados al
oír el grito que al parecer provenía de la pieza de su madre.
Alonso se retiró y a los pocos segundos volvieron a subir la
música al máximo. Yo no tenía idea qué pasaba en la
habitación en la que estaba mi amigo y de seguro también su
madre. De seguro era por el tipo que vomitó en la puerta de su
habitación. Pero era mayor el problema.
-¡Bajen la música!- dijo una voz con gran autoridad.
Quien estaba más cerca del aparato lo hizo. Apareció un
carabinero entre la multitud irrumpiendo con el ambiente de
fiesta que había en la casa. Se detuvo, dijo una frase que no
logré entender, pero todos se asustaron al oírla, llevaba a
Alonso de la manga fuera de la casa. La madre salía desde la
habitación de atrás llorando y gritando que le devolvieran a su
hijo.

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-¿Qu… Qué ha pasado?- le pregunté a la mujer que ya se
secaba las lágrimas.
-Han detenido a mi hijo por un supuesto asesinato.
No podía creer que Alonso hubiese hecho tal acto.
-Fue ayer, cuando fue a comprar las entradas para el partido-
me dijo entre sollozos.
-No se preocupe- le dije-, todo estará bien…
Semanas después supe que estaba detenido en el calabozo de
la comisaría de la comuna esperando a que el juez del caso
diera su veredicto. Tres semanas después fue el día del juicio.
Fui a verlo para brindarle un poco de apoyo Tenía esperanzas
que pudiera salir libre. Todo iba de mal en peor. Cada vez más
había evidencias que lo inculpaban. Era un encarcelamiento
casi seguro. Muchos rumores corrían que le podrían dar hasta
cinco años y un día en la cárcel. Pero no. Hubo una evidencia
que lo exhumó de todos sus cargos. Un vídeo casero que habían
encontrado hace pocas horas de un testigo del asesinato que
dejaba en claro que él no era el asesino, que era otro tipo quien
había dado la puñalada certera. Se veía a Alonso en el vídeo
muy cerca. Tal vez por eso la gente que lo incriminó dijo que
fue él el asesino. Pero ya no importaba quién era el asesino para
nosotros. Alonso estaba libre. Al día siguiente lo soltaron. Fu a
retirarlo de la comisaría con su madre. A la hora de espera
salió. Me miró con cara extraña al verme con dos boletos.
-Arturo, ¿dónde vamos?- me dijo.
-Al estadio. El equipo salió cuarto en la liga y luego de los play-
offs ha llegado a la final. Hoy es el partido definitivo.
-Pero… ¿Y mi camiseta?
Saqué de un bolso que andaba trayendo la camiseta de Alonso,
esa camiseta blanca, azul y roja, esa con la que había pasado
tantas alegrías y penas. Tantos sentimientos efímeros y
duraderos. Tan alegre, me dijo:
-¡Y qué hacemos perdiendo el tiempo aquí! ¡Vamos al estadio!
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-Jugamos contra Comunal Pirque la final.
-¡Les vamos a volar el orto a esos weones malos!
-¡Así se habla!
-¡Vamos tricolor! ¡Que tenemos que ganar! ¡Los paininos
locos! ¡A Pirque vamo’a masacrar!- nos fuimos gritando a todo
volumen en el auto de su madre alentando al Tricolor de Paine.

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Como los que siempre escribe

Toma un cigarrillo y se pone a escribir sobre todo lo que odia


acerca de ciertos cuentos. Odia los que comienzan de forma tan
espontánea, odia los que de la nada llegan con comparaciones
fuera de contexto y uno no puede hacer nada por evitarlo, como
los gatos que de la nada llegan a tu casa y uno no puede hacer
menos que acogerlos, odia todos aquellos en los que todos sus
personajes consumen drogas, dice que odia los que usan el
estilo indirecto para escribir lo que dicen los personajes, dice
miles, millones, tantas veces como gatos hay en el mundo que
odia los que exageran cuantitativamente las cosas, odia los que
hablan sobre los gatos a cada momento, odia los que son
escritos con menos de dos o quizás tres tiempos verbales. Pero,
por sobre todas las cosas, los cuentos que más odia son los que
no tienen la posibilidad de tener más de tres oraciones en toda
su extensión, porque sabe que todos éstos son como los que
siempre escribe y jamás podrá cambiar sus formas, éstos los
odia a muerte.

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La carrera

Corría a más no poder, detrás mío me seguían cuatro chicos


más con palos. Era una carrera a muerte. Por suerte iba de los
primeros, corriendo a toda velocidad, sin ningún tipo de
artefacto más que un instrumento circular en mi mano
izquierda. Llegado el momento, trepo por las paredes
intentando subir, mientras el resto me intentaba bajar del muro
para subir ellos, a lo que les propino unas patadas para que me
dejen tranquilo. Llegado a la cima, la victoria es mía. Recojo
mi trofeo y me siento el más afortunado del mundo. Me ahorré
los $200 que cuesta un volantín por el carrerón que acabo de
dar.

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El malagradecido

-¿Recuerdas aquel día en que nos convertimos en tu familia?


Tenías apenas seis años, una sonrisa de oreja a oreja y lágrimas
de felicidad por montón. Ni te imaginas cuánto lo fuimos tu
padre y yo. Él estaría orgulloso de verte hoy en día, con una
carrera universitaria terminada y una vida envidiable. Pero por
el contrario, creo que estaría desilusionado de las palabras que
acabas de decir. ¿Qué él jamás fue tu padre?
-Él nunca lo fue. Mis verdaderos padres deben tener una vida
infeliz al haber perdido a su hijo.
-Ellos no son tus padres. Padres son los que crían.
-Ellos son quienes tienen mi sangre, no ustedes. Ese es un
argumento barato.
-¿Argumento barato es el que te hayan abandonado? ¿o el que
nosotros te recogiéramos de un camino casi seguro a la
perdición? Ellos no te perdieron en contra de su voluntad, lo
hicieron a propósito.
-Ellos no harían algo así.
-¡Ah! –la madre enfurece y le da una bofetada- Ellos tenían
apenas dieciséis años cuando tú naciste. No eras más que un
estorbo en sus vidas, jamás fuiste planeado.
-Pero yo… -solloza.
-Te diré una cosa. Cuando los padres tienen a sus hijos, los
tienen aleatoriamente. No deciden si sus hijos son altos, bajos,
rubios o morenos. Tu padre y yo tuvimos la dicha de poder
elegir a nuestros hijos, los cuales ahora son tus hermanos. En
el orfanato eras el más triste entre todos, ni jugabas con los
otros niños. Nosotros vimos en ti un niño de corazón noble, que
necesitaba un pequeño empujón para salir adelante. Nosotros
debimos pasar muchas pruebas para ser aceptados como
adoptantes, ya que decidimos darles la oportunidad a chicos sin

27
familia de tener una. Los adolescentes, como lo fueron alguna
vez tus padres biológicos, tienen relaciones sin tomar las
suficientes precauciones, y al momento de quedar embarazada
la mujer, no tienen pudor en abortar.
-Pero dime, ¿tú conoces a mis padres biológicos?
-Tus padres biológicos son mi sobrino, o sea, tu primo, y su
novia. Fue una coincidencia inmensa saber que el hijo de mi
cuñada fue quien te abandonó. No lo supe hasta hace dos o tres
años. Toma, aquí tienes la dirección, por si no la sabes. Si
quieres, puedes ir a verlos, ahí verás lo que haces.
El hijo tomó las llaves del auto y se dirigió a la dirección
indicada en el papel que su madre le dio. Estaba obnubilado
por sus pensamientos, evitaba a toda costa convencerse de lo
que había dicho su madre, quería sólo él tener la razón. No
había ido a la casa de su primo antes, éste tenía dieciséis años
más que él, lo que calzaba con lo que le había mencionado su
madre. Al momento de llegar a la esquina de la calle en la que
se encontraba la casa indicada, vio desde allí a su primo
subiéndose a un auto junto a su novia y dos niños pequeños. Se
veían alegres, como si jamás en sus vidas hubieran pasado por
un momento trágico. Los niños no superaban los cuatro años
de edad, y de sus bocas se veían gesticular varias veces la
palabra “papá”. El chico comprendió en ese momento que todo
lo que su madre le había mencionado sobre ellos era totalmente
cierto. Vio que su primo y su novia eran felices junto a sus hijos
sólo por el hecho de haber nacido en un momento adecuado,
no como él, quien fue sólo “un error”.
Se sentía avergonzado, creía que son sería capaz de volver a
ver a su madre a los ojos por lo menos en unos días. Creía que
definitivamente había defraudado a su padre por las palabras
que dijo a su madre. Decidió ir a la casa de su novia para
desahogarse un momento y pasar la noche. Al llegar allí, tocó
la puerta de la casa. Lo recibió su novia, quien se fijó que estaba
llorando. Se extrañó y lo hizo pasar.

28
-Amor, ¿Qué sucede? Te veo mal. ¿Por qué lloras? –le
preguntó.
-De que me sucede algo, me sucede algo, pero no sé qué es
explícitamente.
-Siéntate y cálmate. ¿Te sirvo un café?
-Estaría bien.
El chico tomó asiento en el sillón. La chica fue a la cocina y,
mientras su novio lloraba, le preparó un café. Al momento de
sentarse junto a él, éste recibió el café, tomó un sorbo y lo dejó
a un lado en la mesa de centro. Éste se acurrucó en el sillón,
apoyó su cabeza en los muslos de su novia y, mientras pensaba
en las palabras con las que le pediría perdón a su madre el día
que volviera a casa, rompió a llorar.

29
30
POEMAS

31
32
Instrumentos
Cuando para
estés así
sintiendo sentir,
tinieblas, vibrar,
quimeras, intensamente
uno vivir,
en recordar
jugosas ese
estrategias sonido
necesita ancestral.
estar No
pensando, sentiremos
estar tinieblas,
uniendo oiremos
xilófonos instrumentos.

C’est que je ne peux pas vivre sans toi.

33
Romance como los que él me escribía

Nos subimos en el metro


con dos más de compañía
yo usaba un vestón
de jumper ella venía.
Sabía qué tenía que hacer
era exactamente el día
ya había leído el papel
ése que antes yo tenía.
Pensaba darle un poema
pensaba darle algún día
todo ese repertorio
que en papeles le escribía.

Le pedí que se acercara,


ella allí se reía,
Bellas Artes, la estación
era la que se venía.
“¿Lo leíste?”, pregunté,
ella ni a mí me veía
estaba tan enfocada
en el otro, se sabía.
“Esto no funcionará,
mejor búscate otra mina
que a mí me gusta otro

34
como todos lo sabían”.
Me entró una pena muy pronto
sabía qué pasaría
“No te preocupes”, le dije
“Te amo igual” yo pensaría.
Sólo yo amo tanto a ella
nunca saco la bendita
imagen de su gran rostro
de mi conciencia maldita.
sea negra, sea baja,
sea emo, sea pita,
nunca olvido ese momento
que de mí ella le grita
a todo el mundo, dice:
“Este tipo me recita,
me escribe y me persigue
ya no aguanto más su vida”.

Un momento ya de paz
mi alma ahora necesita
no quiero que de mí cosas
más de las que quiero digan,
sólo quiero relajarme
lo que quiera hacer mi vida
irme siempre de parranda
con las que el destino tira.

35
Muchas mujeres pasaron
por mi vida hasta este día
alguna vez las pensé,
¿Ellas en mí pensarían?
Esquizofrénicas, tontas,
lesbianas o bellakitas.
Metaleras, más poperas,
tal vez nadie se los quita.

Ojalá cuando esté muerto


a mi lado alguien diga:
”Cuidado, allí se acerca
la que fue su prometida”.
Que se acerque a mí despacio
la palabra que ella pida
diga: “Lo amé, sí, ¿Y qué?
Él siempre dio alegría
en un principio me dijo:
‘Sabía que volverías’.
Yo nunca le hice caso
pero heme aquí este día,
recitaré en su funeral
lo que él siempre me pedía
un poema simple y bello
como los que él me escribía”.

36
Fran, oh, Fran

Contemplemos a mi amiga la Fran


que puede que no sea tan amiga
tal vez a mí tenerme de pololo
pueda que suceda tal vez muy pronto
luego de decirle que yo la amo
en bancos o en el pasto de algún parque.

Primero la llevaré hasta el parque


para no llegar tarde me voy pronto
de mi casa para ver a mi amiga
sentarme justo al lado de la Fran
decirle que quiero ser su pololo
y explicarle yo a ella que la amo.

“Oh, sí, Fran, piensa que yo te amo,


quiero ser por siempre tu pololo
llevarte a pasear siempre a un parque
dejar de ser de una vez mi amiga
quiero que estés siempre a mi lado Fran
por favor si respondes, hazlo pronto”

“Quiero yo poder abrazarte pronto


salir a pasear en torno al parque
besarte, oh, mucho besarte Fran

37
decirte miles de veces te amo
dejar atrás cuando eras mi amiga
y nunca dejar de ser tu pololo”

“Quiero que te olvides de tu ex-pololo


quiero que pienses sólo en mí, Fran
quiero que me digas siempre te amo
quiero que salgamos siempre a los parques
quiero que seamos novios muy pronto
quiero que tú seas más que mi amiga.

Si es un no la respuesta, mi amiga
quiero que sepas que yo igual te amo
que voy a volver por ti muy pronto
seguir luchando por ser tu pololo
a volver a la banca de ese parque
a recordar tu nombre bello, Fran.

Fran, oh, Fran, mi tan querida amiga


pololo quiero ser tuyo muy pronto
amo el momento en que nos unió el parque

38
Ahora, siempre ahora

Pensé algún día pasarte papeles


papeles que algún día te escribí.
En otros te soñé al lado mío
a mi lado como siempre te soñé.
No sabía si decirte o reservarme,
o ir lento, o ir aprisa,
o mandarlo todo al carajo
como lo pensé en aquel instante en que
ya no te quería como ahora te quiero
como lo hago ahora y lo hago siempre.
Ahora.

Ahora y siempre.
Algún día como siempre te soñé
pasándote papeles al lado mío,
reservándome de ir lento,
decirte que voy aprisa,
pensando aquel carajo
de mandar todo el instante
de ahora, que ya no te quería siempre,
Te quiero siempre ahora.

39
Carta para una compañera

Compañera, me haces falta.


Sí, así como te lo indico:
me haces falta.
Y no es porque esté necesitado,
sino porque ahora más que nunca
necesito un apoyo en mi vida,
alguien que me pueda guiar,
quien me de una palabra de aliento,
una persona que sin contar adversidad
se mantenga firme a mi lado
y me ayude en mi paso a paso,
que me haga seguir el camino fijado
y quien me haga ver medio lleno el vaso.

Compañera, por favor,


no creas que pienso sólo en mí.
Yo también seré tu pilar.
Si necesitas con alguien en quien contar
ten presente que aquí me tendrás,
alguien en quien confiar podrás,
y que ojalá no veas partir
apenas se vea satisfecho de ti.

No busco besos, no busco afecto.

40
Tal vez un abrazo caluroso
que me haga sentir que estoy acompañado
de una chica que sea mi compañera,
porque en un momento de mi vida como éste
es cuando necesito la compañía de una compañera
y espero que esa seas tú mi compañera.

41
Por unos cuantos de sus días

Amiga, tal vez estas no sean


las mejores líneas que te escribiré
ni las mejores palabras que te dedicaré.
Pero quiero que tengas en mente
que ni el amor ni la amistad nos unen,
sino que es mi propio sufrimiento
que me tiene como masoquista.

Ojala cuando esté muerto


a mi lado alguien diga
cuidado, allí se acerca
la que fue su asesina
la que le dio sufrimiento
la que le dejó estadía
en el purgatorio por el pecado
de suicidarse en forma figurativa.
En un momento me dijeron
sabíamos que pasaría
me pidieron que parara
que no era su misiva
que ella lo único que trataba
era vivir su propia vida
que ella vive en mi mente
que la recuerdo día a día

42
que no la sacaré fácilmente
de mi consciencia maldita

Lo único que yo quiero


es que alguien en su vida
me considere importante
por unos cuantos de sus días

Porque sé que nunca te tendré


y que nunca me considerarás
de otra forma que no sea tu amigo

Soy libre de escribir lo que quiera


tengo rabia, y tengo derecho
a hacer lo que sea con tal de olvidarla
incluso matarla, tal vez alabarla
o sólo mantenerme al margen
o a seguir amándola en secreto
que ni tan secreto es
o ver su rostro en el de otras mujeres
que me toque amar algún día
pero en mucho menor medida
Ya que sólo a ella la amaré tanto

Porque sé que nunca te tendré


y que nunca me considerarás

43
de otra forma que no sea tu amigo

Lo único que yo quiero


es que alguien en su vida
me considere importante
por unos cuantos de sus días

44
Y tú, ¿qué haces aquí?

Quisiera preguntarte
a ti que vagas
por aquí y por allá,
por estas plazas
por estos parques
en que la gente pasa
cuando los niñitos de mami
salen de casa.
Y tú, ¿Qué haces aquí?
Con esa droga, con esa pasta,
con esas cosas que dices
te producen la calma,
te liberan, te desadoctrinan
y que crees que te salvan.
Al final, ¿crees que estarás
en otro lugar que no sea la cana?

Quisiera preguntarte
a ti que estudias,
que lees todos los libros,
que no se te escapa ninguna,
que conoces la fotosíntesis
y cómo le afecta a las tunas
y sabes cómo incumbe en la marea

45
la gravedad de la luna.
Y tú, ¿qué haces aquí?
¿Conoces diferencia alguna
entre casualidad y causalidad
y crees que de estas no te afecta una?
Si total son los ricos
son quienes dirigen la vida de la gentuza.
Al final, ¿crees que no estarás
pateando piedras bajo la lluvia?

Quisiera preguntarte
a ti que ganas dinero
obteniendo beneficios
a costo del trabajo del obrero
humillándolo y desterrándolo
a zonas de la ciudad de desprecio
mientras tú vives tu vida de lujos
estando de lo marginal muy lejos.
Y tú, ¿qué haces aquí?
¿Crees tener aprecio
de la gente poblacional
a la que impones respeto?
De hecho, a tu pueblo entero
lo has sucumbido en el infierno.
Al final, ¿crees haberte ganado
una suite en algún lugar del cielo?

46
Quisiera preguntarte
a ti que diriges nuestras vidas,
que gobiernas estas tierras,
que riges las marinas,
decides el camino a seguir
de nuestra patria querida
trabajando codo a codo
con la gente que legisla.
Y tú, ¿qué haces aquí?
¿Crees que tus guerras están vencidas?
A nuestros hermanos de fronteras
invades y asesinas.
Para la pobreza de tu pueblo
no has ofrecido medicina
Al final, ¿crees que en la nación
está cumplida tu misiva?

Quisiera preguntarte
a ti que cuando tienes la ocasión
te miras frente al espejo
y dices: '¿Qué imagen se formó?
¿La de un tipo decidido
a cumplir una misión
o que se cree superhéroe
en un mundo de color bermellón?'

47
Y tú, ¿qué haces aquí?
No sabes responder: '¿quién soy yo?'
Dudas de tu propia existencia
y a lo establecido dices 'no'.
No crees que te ha enviado
a la Tierra ese tal 'Dios'.
Al final, ¿crees que encontrarás
respuesta a esta dudosa cuestión?

Quisiera asegurarte
a ti que me lees
que me crees cuestionador
de todos estos seres
quienes a lo largo de sus vidas
han usado diferentes papeles.
Por ellos no lo haré
pero sí por mí hablar en las palabras siguientes
Y yo, ¿qué hago aquí?

Créeme que conozco cada vez con creces


los motivos por los que llevo mi vida
y que lucho por ellos limpiamente.
Finalmente le digo a todos
y métanselo bien en sus sienes:
Al final, ¿crees que alguien más
encontrará estos motivos por ustedes?

48
Romance con un rosario pa' mi muerte

Ojalá cuando esté muerto


a mi lado alguien diga
"Cuidado, allí se acercan
rosarios de despedida".
No los que todos conocen
sino que como yo lo hacía.

La causa de mi deceso
fue como yo mismo decía:
"lo que nunca pude quitar
de mi vida: cobardía".
Llevaremos mi cadáver
a enterrar donde pedía,
esa ciudad tan amada
la cual visitar quería.
El día en que llegué a ésta
quise aquí de por vida
establecer mi morada
sin que nadie allá me pida
que vuelva a Santiago
porque allá está mi familia.

Mi familia es mi templanza,
y mi conciencia maldita
la que dice que me quede
y si no hago caso, grita.
49
Por eso, aquí me quedo
por mí llorar no querría
cuando muera ustedes hagan
sino que preferiría
un rosario pa' mi muerte
en esta ciudad, Valdivia.

50
Soneto del Rechazo

Quisiera pudieras confiar en mí.


Que mis esfuerzos valieran la pena
sería una satisfacción plena
del empuje que he puesto por ti.

Si recostarme sobre tu regazo


fuese argumento más que suficiente
para que comprendas mi pena, siente
por mí compasión, mas no tu rechazo.

Ahora, si no bastara mi llanto


quizás un grito tan desgarrador
como la muerte, visite tus sienes.

Y si éste no agitase tu manto


mi deceso será el despertador
de los recuerdos de mí que tú tienes.

51
Soneto del presente no concordado

¿Qué más queda por decir? ¿Esto es todo?


El viaje no rindió aunque sea un fruto
la espera es largo tiempo de luto
-¿Nos reencontraremos, tú crees? -Ni modo.

Sé que en tus tierras los días durarán


lo mismo que duran en éstas mías
origen común al mío tendrías
mas los presentes no concordarán.

Tú eres de viento y lluvia muy fuerte


y entre dos brazos acuosos te encuentras
yo me resigno a un agujero inmundo.

La cobardía fue mi mayor muerte


mi persistencia te busca, mas no entras
es tu sentencia que acaba mi mundo.

52
Mi sueño

Me pides que me deje ya de sueños


que no lograré nada sólo ilusionándome.
¿Me dejarías aunque sea
quedarme con los anhelos que tengo
y ser feliz sólo imaginándome
si así fuese?

53
La reina

Déjame soñarte en un tablero de ajedrez.


Siendo yo tu peón que te defiende
a ti, mi mandamás, la que me da órdenes
y sólo debo devoción
porque me entregas mi sustento.
Siendo yo tu torre que te vigila
y siempre se mantiene
en estado de vigilia observándote
en caso de alguna amenaza nocturna.
Siendo yo tu caballo que te transporta
y te escolta a los lugares
más recónditos de nuestro reino
escapando de la maldad que algún día
podría tomar posesión de nuestros feudos.
Siendo yo tu alfil que te sirve fielmente
tu guardaespaldas personal
quien entrega su vida a causa de que tú
conserves la que te pertenece.
Siendo yo tu rey quien te ama
el que te acaricia cada noche
y deja que tus penas se hagan las suyas.
Quien se entrega a ti en cuerpo
para que sacies tu lujuria

54
y quien se entrega a ti en alma
para que así junto a la tuya
se complementen nuestras andanzas.

55
Me presento, soy Bifrost

Atravesaré los imponentes muros


y surcaré el gigantesco océano
para encontrarte a ti, mi árbol,
mi querida Aya, por ti vivo
por el fuego que me da fuerzas
por el agua que me purifica
por el aire que me transporta
por la tierra que me aloja
por el vació que hay que llenar
e indiscutidamente por el Alcaesto
bella sustancia que llena el espacio
y da forma a los cinco pilares.
Yo seré Bifrost, tu protector
quien al Alcaesto da forma
aquel que protege a Aya, el árbol sagrado
el cual se encuentra en medio del océano
que separa el mundo entre la niebla y la claridad.
Yo, tu Bifrost, me encargaré personalmente
de juntarlos nuevamente a ambos
y hacer de estas tierra una gran Pangea
en la cual vivan todos en armonía
de una vez por todas.

56
Todos somos iguales para ti

Tengo miedo de que trates


a todos los hombres por igual.
No me gustaría que al final
seamos vistos como iguales
y tus actos sean tales
que cada uno por sí sólo
se sienta especial de tal modo
que les creas esperanzas
y en el fondo tu fragancia
no hace más que hacer de todos
unas simples sabandijas
que entre todos no asemejan
lo que tú en ellos dejas:
una simple fantasía
de pasar contigo sus días.

57
Miedo

Te tengo miedo
y no porque seas un monstruo
o porque te conozca capaz de cosas
sino que por todo lo contrario.
No te conozco en absoluto,
no sé cómo reaccionas ante las situaciones
y no sé cómo tratas al resto.
Ése es mi miedo,
ese en el que no me consideras importante
porque a todos por igual tratas, quizás.

Tengo miedo de no ser el más importante


lo mismo que tú eres para mí.
Como te considero yo
quizás no me consideras tú
y es porque no te conozco lo suficiente
para invitarte a ser parte de mi vida
o aunque sea para que nuestros labios
se conozcan de una vez
sólo una vez.
Sólo una.

58
El encuentro

Buen día, Martín de Pamela es mi nombre


y busco a una chica de compañera
no necesariamente de pareja
sino que me acompañe en ese día
de mi gala, apañarme y darme aliento
cada vez que caiga hacia la muerte.

Podría ser mi compañera la muerte


ella, quien me acecha día a día
cuando camino hace de compañera
siempre preguntando por mi nombre
evitando la situación pareja
de darme vida o quitarme el aliento.

Pero llegó otra chica a darme aliento


Mariela San Marcos es su nombre.
La conocí en un parque el otro día
traía un vestido de la muerte
junto a otra del liceo compañera
deambulaban en busca de pareja.

-¡Hey, tú! ¿Te gustaría ser mi pareja?


Te veo buen mozo, te veo de muerte
Mariela San Marcos es mi nombre-.

59
Al hablarme tenía muy buen aliento
son cosas que no pasan cada día.
¡Encontré una posible compañera!

-Pa' tu gala quiero ser compañera,


en una de esas compartir aliento
mover la pista y parecer la muerte.
Quizás terminemos siendo pareja,
recordar cada uno del otro el nombre
y ser felices aunque sea un día-.

¡Bendito sea! ¡Ha llegado el día!


¡Para mi gala encontré una pareja!
Una mentita para mi aliento
y así impresionar a mi compañera.
Me olvidaré por un día de la muerte
y bailaré hasta cansarme en su nombre.

Nombre ha de preguntar mi compañera.


Parejas bailando en este, un gran día.
Aliento a azufre, aliento a muerte.

60
Tan simple como eso

Como a continuación mencionaré


a este poema no le daré mucha extensión
mas es lo suficiente preciso.
Imagino que con su simpleza
lo que diga quedará claro.
Ahora, para encontrar la forma
tendré que usar varios recursos
e incluso una que otra triquiñuela
-advierto que esto ocurre
desde que te conozco mejor-.
Ordena letra por letra
revisando la primera de cada línea
observando lo que dice de arriba abajo.

61
Antes de mi muerte

Una vez muerto lo olvidaré todo


olvidaré dónde anduve y qué hice
las cosas que decía y oía
las que pensaba y creía.
Olvidaré que la amé
y eso es lo que más me dolerá
más que no saber quiénes me llorarán
y quiénes en mi tumba bailarán.

El día que me leas


sabrás que después de mi muerte
me convertí en alguien nuevo
alguien que desconoce mis hazañas
que no sabe quién yo fui
un hombre que estuvo enamorado
que escribía poemas
y que amaba la astronomía
y las letras por igual.

Quiero que sepas que


si me lees después de mi muerte
en un idioma sea cual sea
ente mis líneas encontrarás
parte de tu propio pasado

62
para ser específico
tu propia vida pasada
te reconocerás al leerme
y te encontrarás a ti mismo
en cada uno de mis textos.

Entiende, tú eres Martín


Martín “Alfil” de Pamela
tú amaste a Mariela San Marcos
a ti te atormentó Mirla María Bieroy
tú viste morir a Alejandro Daina
tú conociste al efímero Adán Martínez
tú fuiste amigo de Boris, de Arturo,
de Catalina y de Patricia
tú hiciste ese paquete extraño
tú peleaste codo a codo con Nicolás
tú fuiste odiado por tu patria
tú fuiste engatusado por el demonio
a ti te daba sed ver “ese” vaso con agua
tú hiciste caso omiso a los dichos de Emon
tú mataste gigantes para revivir a Mono
a ti te pareció atractiva una transexual
y tú fuiste golpeado por los neonazis.

Quiero que conozcas


todas las cosas que hiciste

63
porque tú, mi querido lector
no eres nadie más ni nadie menos
que la propia reencarnación
de mi ser.

64

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