A DOS VOCES, LA CIUDAD TAMIZADA EN PLUMAS AL DEBER
Esa voz de la mañana es una acción inmediata,
sacar cuentas entre el sueño y la ayuda de números, tú sabes, la desesperación que produce la deuda a punto de estallar, hay veces, momentos y nada, todo acaba, y nada , liberarse de lo insoportable.
Pero yo soy un hombre de trabajo,
el artesano escogido, bajo mis ropas estupefacto del libro de cuentas, instrucciones precisas por los viajes que me he designado.
Me siento preocupado, la dulce ironía de un día culposo
zapatos y jeans bajo esta niebla, el ritual calmo y vasto un andrajo más estupefacto de un día cualquiera.
Aquello existe de mis manos y mi esfuerzo,
canas del aire ensoñado y justiciero del tiempo, como si de mí no dependiera la seguridad de mis hijos.
El té esta oxidado, el pan se ha endurecido
La ventana tiene un aire de aves colosales al sol el otoño sentencia la neblina de la City, hay tiempo para volver al despacho, la sonrisa del espejo el baño acondicionado para un silencio, en mi mente realidades, emblemas, mandados, amores…
Mi hijo, a veces lo recuerdo
se me viene a la mente, como a mi padre sastre solitario, lo acompañaba en su silencio no deseo lo mismo para mi hijo mayor, nos hemos distanciado en la noche despierto, los días que se ha dormido veo su desolación, su desorden plagado de libros.
Voces del camino,
nada ha sido escrito para ser leído al azar, esas vueltas de un lugar abandonado, me estaciono nadie puede negar un punto de acción, es justificado rodeo la manzana, nadie me ha visto, hace años como un suceso vano, fumo las nubes tamizadas del cigarro.
Cueros, sombreros, botas
Septiembre de esta extinción, esta empresa adornada, con un amor a la falsa bandera y yo pienso, en dejar atrás lo histórico los hombres que se interponen, ya que sin dinero nos embargan.
Un esfuerzo más y estoy fuera,
acompañado del ruido de las sierras, la soldadura templa mi corazón para obviar los impuestos, como no amargarse de este milenario entrenamiento, ¿ dónde terminara? ¿ existe alguna salida?
Creo que estoy solo, aún a mis espaldas
ya no veo más que una inconsciencia, que me ha quitado todo no en vano sospecho, que algo dejara de ser a mis sesenta, y yo, seguiré luchando.
Pienso que será de mi hijo cuándo yo muera,
los años de su inercia no pasan en vano, debería trabajar, imponerse el emblema cerigrafico ¿ dónde habitará el pan que no da de comer a tus libros? en tu membrete serán tus vanas ilusiones te esclavizaras de poemas y muerte a otras miserias nadie te creerá, el arte no vende, ya no vivirás.
Cerca de su puerta un cartel de RadioHead,
una foto de una muchacha pintora anti-arte esos escasos segundos, lo encuentro, diciéndole a gritos: ¡ Qué miserable es la sensación! Incluso el éxtasis no es, quizá sino una más, una bala más mis manos tiritan para no golpearlo, exiliarlo de casa pienso que habrían hecho mis padres, hombres de toro y lomo sino me responde o calla, evitaré el odio algún día el sepulcro llevará mi nombre.
Pero no quiero que sepa, que es la erudición del deber
sin saber que la vida es sobrevivir con sudor y sangre, me ha costado tanto, no leo el terror en sus orientales ojos y un silencio irrumpe, es un atrevido a punto de responderme me pregunta… ¿ sabes dormir conciliar la vida a base de pastillas? las sombras se acercan ¿ Eso dirás ahora después de darte mi vida? ¿ Por qué no recitas ahora? ¿ qué fue de tus poemas? Desafías al aire, y aunque cierras el puño ,no me amenaces No espera más, se va de allí, lo veo que se apunta en la nariz algo corre en mi desesperación, ¿ de dónde ha salido? ¿qué podrá hacer con un arma? ¡Dispara de una vez, atrévete y verás! Los sesos correrán en las jaulas de un exilio.