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INSTITUTO TÉCNICO RENACER PUTUMAYO - ITREP con licencia de funcionamiento

2277 del 12 de junio del 2018 y registro de programas técnicos mediante resolución
2278 del 12 de junio del 2018 y 4353 del 20 de noviembre del 2018, emanadas por la
secretaría de educación del Putumayo.

MISIÓN
El Instituto Técnico Renacer Putumayo ITREP orienta su accionar a brindar
formación técnica laboral de alta calidad bajo el modelo de competencias,
preparando a sus educandos para hacer parte activa del desarrollo y progreso de
su región. Basando su metodología en estrategias teórico-práctico que permitan
desarrollar las aptitudes necesarias para influenciar y transformar el entorno social
bajo la luz de los valores éticos y morales al mismo tiempo que forma técnicos con
las competencias necesarias para permanecer a la vanguardia del mercado laboral.

VISIÓN
En el 2025 ITREP será reconocido en el departamento del Putumayo y en la región,
por la calidad de formación técnica, la calidad de gestión y el empoderamiento
social. Impactando positivamente el mercado laboral y contribuyendo activamente
a la construcción de una región más educada con principios sociales que fortalezcan
la convivencia y el desarrollo de la región.PRNCIPIOS INSTITUCIONALES

LUUVIAS DE IDEAS
VALOR DEL RESPETO: RECORDANDO EL TIEMPO DE LOS DEMAS

Pedagogía Social: Disciplina científica compleja, social, teórica y práctica.


Está relacionada con educabilidad de toda la sociedad da respuesta a nuevos
problemas educativos generados por cambios radicales de la sociedad
contemporánea.

La pedagogía social se ocupa tanto de individuos o grupos con problemas


inadaptación marginación exclusión social, utilizando estrategias de prevención,
ayuda y reinserción social de quienes están fuera del sistema, con el objetivo de
satisfacer las necesidades que están amparados de los derechos humanos, de esta
manera su principal objetivo está vinculado en la educabilidad a la socialización
dándose en los 3 ámbitos ya sea formal, informal no formal.
Pedagogía social: Es una ciencia, social: tiene como objeto de trabajo la persona
en sociedad, pero no como un ser individual sino en sociedad que hace ‘parte de
una comunidad.

Educacion social:Es un derecho o una profesión

Ambas fian su atención en dimensión social, cultural y política; es decir en todos los
medios en los que se desdenvuelven las personas
Paulo Freire, pedagogo brasileño, fue un catalizador de diversas ideas y conceptos
a través de los cuales desarrollo una línea pedagógica de trabajo enraizada en el
compromiso político y la responsabilidad social.

“Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo. Por eso,
aprendemos siempre.” — Paulo Freire.
Paulo Freire es sin duda uno de los grandes referentes de la pedagogía a nivel
mundial. El desarrollo de su trabajo teórico, dentro del campo de la educación, puso
en juego una nueva perspectiva y un cambio de paradigma a la hora de entender
la relación entre educadores y educandos. Esta nueva corriente dentro de la
pedagogía latinoamericana conjeturó un cambio radical, ya que, no solo constituyó
un nuevo desarrollo teórico y una nueva estrategia pedagógica, sino también, una
crítica a los sistemas educativos modernos. Pero, ¿Qué circunstancias llevaron a
este docente a desarrollar esta nueva línea pedagógica?
Para poder entender “la pedagogía del oprimido” debemos adentrarnos en lo más
profundo de los contextos socioculturales que rodearon a Freire y los diferentes
movimientos sociales que orbitaron durante los años 60 en Latinoamérica. De esta
manera podremos ver claramente cuáles fueron los motivos e influencias que lo
movilizaron para gestar esta “revolución didáctica”.
Paulo nació en un hogar de clase baja de Recife, Brasil, en el año 1921. Desde niño
fue testigo de la gran pobreza de la sociedad brasileña del nordeste. Estas
poblaciones estaban compuestas mayoritariamente de trabajadores rurales
sometidos a trabajos duros y de largas jornadas. Para ese entonces Brasil contaba
con grandes índices de analfabetización y una escasa participación política en las
decisiones del país. En su juventud decide inscribirse en la Universidad de Recife
en donde se formo como filósofo y psicólogo del lenguaje. Su primer trabajo como
profesor lo realizo dando clases de portugués en escuelas secundarias.
Hacia 1946 fue nombrado Director del Departamento de Educación y Cultura del
Servicio Social en el Estado de Pernambuco. Este trabajo acerco aun mas a Paulo
a un sector marginado de la sociedad que aun no sabía leer ni escribir. La
analfabetización, para ese entonces era una problemática tangible de la sociedad
brasileña, entonces comenzó a experimentar a través de determinadas técnicas no
ortodoxas nuevas maneras de enseñar a leer y escribir a este colectivo.
Unos veinte años después, Paulo logra acceder a trabajar como director del
Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife, en donde pudo
poner en práctica todo el desarrollo de su teoría y experiencia, logrando en 1962 a
enseñar a leer y escribir a 300 trabajadores solo en 45 días. Sus métodos
revolucionarios comenzaron a cobrar vida y fama a lo largo del Brasil. Pero en 1964
el régimen militar que se impuso en el país lo obligo a exiliarse, ya que consideraban
su actividad como subversiva, y de esta manera se interrumpieron y eclipsaron
todos sus proyectos educativos.
Painel Paulo Freire. Centro de Formação, Tecnologia e Pesquisa Educacional
da Secretaria Municipal de Educação de Campinas.
Aun así no se dio por vencido, siguió trabajando desde Bolivia, Chile, EEUU y Suiza.
En 1967 publico desde el exilio “La educación como práctica de la libertad” y en
1970 “Pedagogía del Oprimido” obras fundamentales en las que desarrollo toda su
teoría educativa y pedagógica.
En 1980, luego de dieciséis años de exilio, retorna a Brasil en donde se incorpora
como docente en un par de universidades y es nombrado Secretario de Educación
de Brasil. A pesar de su avanzada edad continúo trabajando arduamente hasta
1997, año en el que fallece. Freire ha desaparecido físicamente, pero ha dejado un
legado que ha calado muy hondo dentro de la sociedad Latinoamericana y a
sentado las bases para el posterior desarrollo de lo que hoy se conoce
como “educación popular”, línea de trabajo de cientos de profesores, docentes y
colectivos a lo largo de todo el continente. Y no sólo eso, sino que abrió el juego a
nuevos desarrollos teóricos desde dentro, en este caso en el sistema educativo,
adaptados a las necesidades propias y reales de la sociedad latinoamericana.
Ahora bien, revisaremos cuidadosamente cuales fueron los móviles e influencias
que dieron lugar al desarrollo de esta nueva línea pedagógica encabezada por
Freire. Consideramos dos pilares fundamentales para poder entender su
“pedagogía del oprimido”: uno es la gran influencia de la teología liberadora, y por
otro lado, su compromiso social como profesional de la educación.
Primeramente diremos que Freire fue educado en la fe cristiana, más precisamente
dentro de los conceptos de la teología liberadora. Dentro de la teología católica, la
corriente de la liberación fue un movimiento propio dentro de los países
latinoamericanos encabezado por diversos representantes de la Iglesia en América
Latina bajo la clara influencia del marxismo. Básicamente, esta corriente plantea un
cambio en el método de praxis de los valores cristianos. Sus representantes
comenzaron a evocar nuevas ideas ante las situaciones de desigualdad que se
vivían en el continente, dándole visibilidad a diversos conflictos sociales e
incentivando la reivindicación de aquellos sectores de la sociedad que se
consideraban oprimidos.
Este movimiento alcanza su auge hacia los años 60, que junto con otros
movimientos reivindicativos en todo el continente se canalizan en la búsqueda de
ese hombre nuevo y liberado, fuera de la hegemonía y del sometimiento por parte
de las grandes compañías que se instalaron en América. El concepto
de “liberación” con el que trabajan conlleva a dinamizar la toma de conciencia ante
esa realidad social latinoamericana y la consecuente necesidad de eliminar la
explotación. Es por ello que proponen un cambio metodológico de la práctica
cristiana: el trabajo cotidiano hacia los pobres, entendiendo que la salvación
cristiana no puede ser entendida sin la liberación económica, social y política. La
verdadera liberación existe bajo los términos de la dignidad. Por ende, la teología
liberadora focaliza de manera pragmática la realización de la fe y los actos del buen
cristiano.
Claramente este posicionamiento revela un cierto compromiso social hacia los
colectivos más vulnerables de la sociedad. Básicamente las líneas de trabajo que
desarrollan irán dirigidas hacia la toma de conciencia ante las situaciones de
desigualdad que viven cotidianamente estos sectores más endebles. Para ellos es
esencial que las personas puedan reconocer y reconocerse ante esas situaciones
injustas para poder hacer frente o contar con las herramientas necesarias para
corromper esa desigualdad.
Freire toma y trabaja estas ideas y conceptos en el terreno educativo. El
fundamento teórico de su metodología versa sobre la idea de que, a través de una
educación concientizadora, los educandos reflexionen sobre su realidad.
Considerando esto como punto de partida, desarrollo sus ideas en búsqueda de
una educación liberadora, transformadora e inclusiva, en donde el fin principal era
enseñar críticamente a los educandos, en donde la pedagogía dejara de ser
opresiva y pasara a ser revolucionaria para los pueblos americanos.
Campesinos guatemaltecos. Bill
La propuesta de Freire parte de una crítica hacia el sistema educativo que por sus
característica intrínsecas no da lugar a la reflexión de los educandos, destruye toda
su capacidad crítica y por ende los aparta de toda participación política. Él denomina
a este modelo educativo “educación bancaria”, un modelo en donde se considera
al alumno como un mero deposito, una vasija vacía a llenar de conocimiento, es
decir, considera a los educandos como personas carentes de todo tipo de
conocimiento y su paso por la escuela consiste en memorizar de forma mecánica
todos los saberes, convirtiéndolos de esa manera en objetos pasivos de ese
proceso.
A partir de esta crítica, Paulo propone un nuevo modelo educativo que revierte todas
las consideraciones anteriores sobre los educandos. Este nuevo modelo conocido
como “educación problematizadora” considera a los alumnos como actores activos
de los procesos educativos, en donde ellos mismos forman parte del mismo,
rompiendo así con la unidireccionalidad profesor-alumno: el alumno y el profesor
educan y aprenden.
Su estrategia pedagógica involucra a las dos partes llevando a las aulas el
tratamiento de los problemas sociales que afectan el día a día de los alumnos,
poniendo sobre la mesa las diversas realidades de los estudiantes. Esa instancia
de dialogo entre el maestro y el alumno, da reconocimiento a esas problemáticas
sociales, por ende, las vuelve visibles y al hacerlas visibles se toma conciencia
sobre ellas. Esto permite la construcción del conocimiento en conjunto desde de
una perspectiva crítica. Una vez reconocidas las circunstancias por parte de los
alumnos, se puede pasar al terreno de la acción, convirtiendo a los alumnos en
sujetos participativos que pueden transformar la sociedad en la que viven. Por este
motivo, Freire considera que la educación no es solo adquisición de conocimiento,
sino también, que la educación en un proceso político.
Tal vez una de las razones que motivaron a Freire a aplicar estas ideas fue que,
hacia la década de los 40, en Brasil, saber leer y escribir era determinante para
poder votar, es decir, para poder participar políticamente. De este modo grandes
sectores de la sociedad, especialmente las personas de clase baja que no tenían
acceso a la educación formal quedaban excluidas de las decisiones estatales. Esto
revela claramente que su posicionamiento va mas allá de una crítica al sistema
educativo; sino que también supone entender el proceso educativo como acto
político; y que a su vez la posición que contrae a través de su experiencia como
educador, manifiesta claramente un compromiso profesional con la sociedad que lo
rodea.
Esta idea se la puede considerar otro de los pilares que sostienen esta nueva forma
de educar, es decir, la responsabilidad profesional para y por el colectivo con el que
se trabaja. Esto deja entre ver que detrás de su método hay un vínculo con sus
coetáneos. Lo que movilizo y motivo a este educador no fueron las falencias visibles
de un sistema educativo ni su escasa efectividad a la hora de enseñar, sino un
análisis más profundo de la realidad social de sus educandos y su relación con los
sistemas educativos oficiales.
Paulo Freire es un claro referente de compromiso ciudadano y un catalizador de
varios movimientos sociales que se gestaron durante la década de los 50 a 60 en
el continente Latinoamericano, iniciados desde diferentes ámbitos con un pro-
común bajo y un mismo tópico “liberar al pueblo oprimido”, influenciados claramente
por las ideas marxistas que circundaban en el ambiente.
El continente latinoamericano, relativamente joven en sus formaciones estatales y
su aparición histórica concentrando países modernos, posee un recorrido breve en
la escena mundial. Su posicionamiento periférico en el mundo de cierta manera ha
determinado algunas características propias de producción y reproducción de los
conocimientos académicos.
Teniendo siempre como referencia los pasos de los países centrales y una
influencia directa en el modo y forma de hacer las cosas, ya sea por sometimiento
o por copia de lo “correcto”. Es decir que, Latinoamérica siempre ha sido receptor
de las grandes teorías académicas que se han formulado fuera del continente y sus
académicos las han tomado y aplicado para explicar fenómenos sociales dentro del
continente.
La aplicación y trabajo de estas teorías para resolver problemas concretos no han
sido adecuadas para explicar sucesos sociales propios, que se gestaron y se
gestan, dentro de las particulares entrañas de la vida social y cultural de
Latinoamérica.
Un ejemplo concreto es el “copia y pega” de los modelos educativos foráneos en
los sistemas educativos latinoamericanos. Estos modelos extrapolados se
consideraban los más adecuados simplemente por el prestigio de “pertenecer a” o
haber sido “formulado por”, debido a su gran aura de “alta cultura”. De lo que no se
tuvo lucidez es que esos modelos fueron formulados para un tipo de sociedad
diferente a la latinoamericana y que conllevaban una manera de educar que
encubría una manera de reproducir una forma de vida y una forma de pensar
enraizada en los modelos industriales de los países centrales.
Revisando la historia americana, sabemos que fue un contienen colonia, en donde
los países conquistadores exportaron no solo los modos de producción económica
sino también formas de hacer las cosas, buenas costumbres y también formas de
educar. Hacia el siglo XIX en plena formación de los estados latinoamericanos, las
ideas de orden y progreso, civilización y barbarie calaron muy profundo en la
sociedad latina. Las ideas de alta cultura se proyectaron hacia el surgimiento de las
primeras escuelas y universidades en todo el continente, tomando como referencia
los modelos y sistemas educativos europeos. En este ejercicio cotidiano de estar
siempre mirando a la Europa Occidental, la que marcaba el ritmo de lo adecuado y
lo no adecuado, aspirando siempre a la “buena cultura”, Latinoamérica se convirtió
en una gran consumidora académica de la producción teórica europea.
Plan Nacional de Alfabetización. Carmen Vásquez, de 85 años, está aprendiendo a
leer y escribir con la misión Robinson. Lugar: Isla Borracha, Estado Anzoátegui,
Venezuela. Fecha: 27 de Marzo de 2004 Foto: Franklin Reyes/J.Rebelde
Hacia la década de los 60 diversos acontecimientos y movimientos históricos dentro
del continente Latinoamericano incentivaron dentro de los círculos académicos
nuevas maneras de ver las cosas, siendo bastante críticos con los modelos
educativos exportados, viendo sus carencias y su inadaptabilidad a la sociedad
latinoamericana. En estos años los educadores fueron muy críticos y comenzaron
a hacer saber que se necesitaba un modelo propio para educar, libre de
preconceptos, libre de dicotomías clasificatorias, ya que los modelos educativos
exportados de cierta manera justificaban y reproducían una forma de opresión
intelectual de la que había sido siempre victima el continente. Varios teóricos
latinoamericanos se disponen a general modelos propios adaptados a las
necesidades y motivaciones de los educandos, desprendiéndose de ese consumo
académico exterior para convertirse en los propios productores de conocimiento
tangible con las realidades latinoamericanas.
En este caso, desde las realidades educativas, a partir de los años 60 se gesta un
movimiento social y reivindicativo que propone una nueva manera de educar y que
hoy en día constituye un modelo de trabajo para muchos educadores americanos,
más aun, este modelo ha sido tomado por educadores en todo el mundo. Este fue
y es uno de los movimientos más interesantes y críticos de los académicos
latinoamericanos en su búsqueda del conocimiento propio, adaptados a los
contextos sociales del continente.
Sin duda, Paulo Freire fue uno de los educadores más representativos de este
movimiento, quien desarrollo una nueva forma de pensar la educación y entenderla,
dejando una huella reconocible en el mundo de la pedagogía. Freire es considerado
uno de los mayores pensadores de la educación del siglo XX y su influencia teórica
se palpa en todo el posterior desarrollo de las estrategias pedagógicas del
continente. Paulo Freire es sinónimo de educación y pedagogía, pero también es
sinónimo de compromiso político y responsabilidad social.

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