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El evangelio, el juicio y la salvación1

Jiří Moskala

Introducción
Cuando presento el tema del juicio de Dios, regularmente le pregunto a mi
audiencia: «¿Cuál es su primera reacción, pensamiento o sentimiento cuando escucha que
Dios le juzgará?» He hecho esta pregunta en todos los continentes (excepto en la
Antártida) a personas de diversas edades, grupos políticos, sociales, religiosos, étnicos,
educativos, y la respuesta es siempre unánime: «¡Miedo!» En el pasado, pensaba que era
principalmente mi problema, porque crecí en un régimen comunista totalitario; y cuando
escuchaba la palabra juicio, inmediatamente me imaginaba a un juez con ropas oscuras,
con una expresión severa en su rostro, señalando a alguien con su dedo y condenando a
esa persona a prisión o muerte. Sin embargo, he encontrado que en todas partes las
impresiones de la gente sobre el juicio divino son notablemente oscuras y
extremadamente frías. Piensan que Dios es como un policía celestial que espera que la
gente cometa errores para castigarlos. Sienten que están bajo la lupa del Juez celestial, y
por lo tanto, se llenan de ansiedad.
Mi comprensión distorsionada estuvo fuertemente influenciada por algunos
predicadores que usaron el juicio divino como una «herramienta pedagógica» para
motivar a los creyentes a la obediencia, para «animarlos» a ser buenos. Pensaron que
asustar y amenazar a las personas con el juicio les ayudaría a seguir a Dios fielmente (¡al
contrario de lo que dice Rom. 2: 4!).2 Ellos construyeron su concepto en una traducción
errónea de Judas 23: «Mas haced salvos a los otros por temor» (como se lee en algunas
traducciones antiguas, en este caso, la RV1909),3 y así presentaron el juicio divino
negativamente. Estas interpretaciones me preocuparon profundamente; y desde mi
infancia en adelante, tuve una imagen sobre el juicio que era sombría y hostil y que jugó
un papel terrible en mi mente. Como resultado, temía a Dios y estaba desnudo ante sus

1
Lo que sigue es una versión reducida y revisada de Jiří Moskala, «The Gospel according to God’s
Judgment: Judgment as Salvation», Journal of the Adventist Theological Society 22, no. 1 (2011): 28-49.
En adelante JATS.
2
«¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y generosidad, ignorando que su benignidad
te guía al arrepentimiento?» (Rom. 2: 4). Las citas bíblicas son de la RV1995 a menos que se indique lo
contrario.
3
Por ejemplo, la Biblia Kralická (traducción checa del año 1613) y la traducción rusa de 1876 la traducen
de manera parecida. La traducción apropiada de este versículo debe decir: «A otros, salvadlos
arrebatándolos del fuego; y de otros, tened misericordia con temor, desechando aun la ropa contaminada
por su carne».
ojos expectantes. Me sentí perdido, solo y abandonado con un agudo sentimiento de
culpa. No percibía nada favorable en el juicio divino.
El miedo como reacción humana universal hacia el juicio divino es comprensible,
porque sabemos que Dios es santo (Lev. 11: 44-45; 19: 2; 1 Ped. 1: 15-16), un fuego
consumidor (Isa. 30: 27; Heb. 12: 29) y nosotros somos pecadores (Sal. 51: 5; Ecl. 7: 20;
Jer. 17: 9; Rom. 3 23; 1 Juan 1: 8). Por consiguiente, no podemos estar de pie ante el
imponente Juez de todo el universo (Gén. 18: 25; Jue. 11: 27; 2 Tim. 4: 8).4 Nuestra típica
respuesta es descrita acertadamente por Asaf: «¿Quién podrá estar en pie delante de ti
[…] Desde los cielos hiciste oír tu juicio; la tierra tuvo temor y quedó en suspenso» (Sal.
76: 7b-8). En la origen de nuestros pensamientos negativos yace la convicción de nuestra
insuficiencia y pecaminosidad.
De acuerdo con el entendimiento popular, juzgar significa «condenar, castigar y
destruir». Es por ello que las personas tienen miedo, están llenas de ansiedad y evitan
hablar sobre un juicio divino. Las personas comparan el juicio de Dios con la condena, el
castigo y la destrucción (y tal significado puede ser claramente atestiguado en la Biblia).5
De ese modo, no debería sorprendernos que aquellas personas no experimenten gozo y
seguridad de la salvación en Cristo Jesús. Esta amenaza, del juicio divino, les quita el
agradecimiento, y su mundo se divide entre la redención asegurada en la cruz y el temor
al juicio divino. Así, viven en una esquizofrenia espiritual. Por un lado, saben que son
salvos en Jesucristo, pero, por otro lado, entienden que habrá un juicio (Rom. 14: 10; 2
Cor. 5: 10; 2 Tim. 4: 1; Heb. 9: 27; 10: 30). No saben cómo unir estas dos realidades. Por
lo tanto, pierden la paz y certeza. ¿El miedo y la desesperanza son inherentes al concepto
de juicio? ¿Son la incertidumbre y la sobriedad sus compañeras necesarias?
Mientras estudiaba cuidadosamente las Sagradas Escrituras, tuve que desaprender
esta interpretación equivocada respecto al juicio divino. Estas definiciones e
interpretaciones unilaterales del juicio divino son el verdadero problema. Este nuevo
proceso de pensamiento sobre el juicio divino no es fácil, porque la negatividad trata de

4
La autoridad de Dios para juzgar se origina en el hecho de que él es el Creador. Steven J. Keillor argumenta
bien este hecho: «Varios pasajes del Antiguo Testamento presentan la creencia de que el acto de creación
le da a Dios el poder de juzgar después de la Caída». J. Keillor, God’s Judgments: Interpreting History and
the Christian Faith (Downers Grove, Ill: IVP Academics, 2007), 65.
5
Ejemplos de juicios negativos incluyen Génesis 3: 23-24; 4: 11-12; 6: 13; 19: 24-25; Éxodo 12: 29-30;
Salmo 143: 2; Ezequiel 7: 1-4; 8: 6; Daniel 5: 25-30; Malaquias 3: 5; Juan 5: 29; 2 Tesalonicenses 1: 6-7;
2:8; Hebreos 13: 4; Apocalipsis 14: 9-10; 19: 19-21, etc. Es verdad que la ira de Dios está dirigida contra
el pecado, pero los pecadores tercos que se asocian con el pecado también la experimentan (Prov. 28:13;
Eze. 18: 23, 31-32; Mal. 4: 1; Mat. 25: 41-46; Juan 3: 36; Rom. 2: 4-5; 1 Tes. 1: 10; 2 Tes. 1: 8-10).
Permanecer en pecado ante el Santo Dios resulta en desesperanza y muerte (Rom. 6: 23; Gál. 5: 21).
volver a filtrarse. En este estudio subrayo una dimensión positiva del juicio divino y su
papel principal (sin negar que también hay un lado negativo, muy serio y trágico del juicio
de Dios, es decir, la condena, el castigo y la destrucción, pero únicamente como un
propósito secundario) al proporcionar una valiosa muestra de esplendorosos ejemplos
bíblicos.6 Quiero subrayar que para los autores bíblicos, el juicio divino es algo que
deseaban y esperaban con gran anticipación: «Levántate, Dios, juzga la tierra» (Sal. 82:
8). El juicio juega un papel vital en el plan de salvación de Dios y es una parte central del
evangelio eterno (Rom. 2: 16; Apoc. 14: 6-7).7 Si eso es así, la pregunta fundamental es:
¿Cuál es el significado primario del juicio divino? Aqúí procuro dar cuatro respuestas.

El significado del juicio divino

Juzgar significa justificar


De acuerdo con la comprensión bíblica, «juzgar» significa «justificar», lo cual es
una acción legal que tiene un impacto impresionante en nuestras vidas. 8 Cada vez que
confesamos nuestros pecados y somos perdonados, pasamos por el juicio escatológico de
Dios que se abre paso en nuestra vida, y somos justificados por su gracia, es decir, hemos
sido declarados justos. El juicio es la justificación: Dios, como verdadero Juez, justifica

6
Hay un patrón consistente en el juicio de Dios con aspectos positivos y negativos aún en medio de la
transgresión y en el establecimiento de la condenación. Considere, por ejemplo, los siguientes juicios
divinos: 1) La caída de Adán y Eva. Positivo: la gracia divina intervino y Adán y Eva no murieron
inmediatamente. Dios prometió la simiente venidera para vencer a Satanás. Negativo: condenación por la
transgresión, la expulsión del huerto del Edén y finalmente la muerte. 2) Caín después de haber matado a
su hermano Abel. Positivo: se le da una señal de protección. Negativo: se convierte en un fugitivo. 3) El
diluvio. Positivo: la salvación de Noé y su familia. Negativo: la destrucción de la población/mundo malvado
antediluviano. 4) La construcción de la torre de Babel. Positivo: Abraham ha sido llamado a ser el
mensajero de Dios para el mundo. Negativo: la dispersión de la gente y la confusión de los idiomas. 5)
Sodoma y Gomorra. Positivo: la salvación de Lot y su familia cercana. Negativo: la destrucción de las
ciudades malvadas, etc. Como muestran los ejemplos, los juicios positivos se entremezclan con los
negativos. Parece que solo unos pocos casos excepcionales (como Lev. 10: 1-2; 2 Sam. 6: 6-7; 2 Rey. 2:
23-24; Hch. 5: 3-11; 12: 21-24) y el juicio final (Apoc. 20: 7-10) son juicios puramente negativos (aunque
la erradicación del mal trae resultados positivos). Dios salva a las personas arrepentidas, pero también
castiga el pecado (Éxo. 20: 5-6; 34: 6-7). Estas dos características fundamentales de Dios constituyen una
unidad indisoluble e inseparable.
7
J. Gordon McConville: «La idea de Dios como juez es una de las metáforas más penetrantes aplicadas a
Dios en el Antiguo Testamento». J. Gordon McConville, «The Judgment of God in the Old Testament»,
ExAud 20 (2004): 25.
8
Sobre el concepto de juicio y su diverso vocabulario (shapat, din, rib, paqad, tsadaq, yashab, anakrino,
diakrino, etc.), véase, por ejemplo, Leon Morris, The Biblical Doctrine of Judgment (London: Tyndale
Press, 1960), 7-43; R. Laird Harris, Gleason L. Archer Jr. y Bruce K. Waltke, eds., Theological Wordbook
of the Old Testament (Chicago: Moody Press, 1980), 1:188, 414-416; 2:731-732, 752-755, 845-846, 947-
949; C. U. Wolf, «Judge», en The Interpreter’s Dictionary of the Bible, ed. George Arthur Buttrick
(Nashville, TN: Abingdon Press, 1985), 2:1012-1013; J. C. Moyer, «Judging, Judge», International
Standard Bible Encyclopedia, ed. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids: Eerdmans, 1979–1988), 2:1161-
1162; Temba L. J. Mafico, Yahweh’s Emergence as «Judge» Among the Gods: A Study of the Hebrew Root
Špt (Lewiston, NY: Mellen Press, 2007).
a los pecadores arrepentidos (Rom. 3: 22-26; 5: 6-11) y somos limpiados y absueltos de
toda culpa (Sal. 51: 1-2; Isa. 6: 7; Zac. 3: 4). Él hace eso y puede hacerlo, ¡porque es
nuestro Juez celestial! De esta manera, por ejemplo, Abraham fue juzgado por Dios y
declarado justo porque creyó en él (Gén. 15: 6); y Josué, el sumo sacerdote, fue
proclamado justo (Zac. 3: 3-5). Isaías ha declarado audazmente: «En Jehová será
justificada y se gloriará toda la descendencia de Israel» (45: 25). De esta manera, juzgar
significa «limpiar» (Sal. 51: 7-10; Job 4: 17; Isa. 1: 18; Dan. 8: 14). Y los pecadores
justificados han de permanecer en una relación restaurada y correcta con su Señor. Esta
proclamación positiva de Dios a nuestro favor nos da plena seguridad de la salvación,
nuevo valor para vivir, trae verdadera paz y alegría festiva a nuestras vidas.
David afirma alegremente: «Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido
perdonada y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de
iniquidad y en cuyo espíritu no hay engaño» (Sal. 32: 1-2). Es por eso que Pablo aclara
sin ambigüedades: «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús» (Rom. 8: 1). Jesús también lo asegura claramente: «De cierto, de cierto os digo, el
que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna y no vendrá a condenación,
sino que ha pasado de muerte a vida» (Juan 5: 24). El transgresor perdonado no entra en
el juicio de condenación y no experimentará la desaprobación de Dios.9 Ninguna de
nuestras actuaciones (por nobles que sean), grandes logros o buenas obras pueden
ayudarnos a ganar el reino divino.10 ¡Recibimos la salvación como un don puro
únicamente por medio de y en Cristo! No es de extrañar que a Jesús se le diera autoridad
para pronunciar el juicio (Juan 3: 17-18; 5: 22-23, 27, 30; 6: 37-40, 44; 8: 16; 9: 39; cf.
Dan. 7: 13-14), y toda la gloria le pertenece (Sal. 34: 2; Jer. 9: 23-24; 1 Cor. 1: 29-31; 10:
31; Col. 1: 27; Jud. 24-25; Apoc. 5: 12-13).
El primer juicio registrado en la Biblia es sobre Adán y Eva después de que
rompieron su relación de amor y confianza con su Creador y comieron el fruto prohibido
(Gén. 3: 6).11 En lugar de ser destruidos como Dios dijo inicialmente –«pero del árbol del

9
La frase clave en Juan 5: 24, «no vendrá a condenación», puede ser traducida de una manera diferente:
«no vendrá a juicio» (Traducción propia). El ambiguo término griego krisis se usa intencionalmente aquí
con un doble significado para aludir a dos términos complementarios (es decir, condenación y juicio) donde
ambos son correctos. Los que creen en Cristo no serán condenados en ningún juicio (Rom. 8: 1; 14: 10; 2
Cor. 5: 10) y no serán llevados al juicio final de condenación de los impíos porque en ese momento los
justos ya serán habitantes de la Nueva Jerusalén (véase Apoc. 20: 7-21: 4).
10
Las buenas obras tienen una triple función: 1) no son importantes para nuestra salvación pero sí para la
salvación de los demás (Mat. 5: 16; Rom. 10: 14; Gál. 5: 6; Efe. 2:10; 1 Ped. 2: 9); 2) demuestran que
nuestra fe está viva porque sin obras nuestra fe está muerta (Sant. 2: 26) y 3) revelan nuestra salvación que
es un don 100% de Dios (Juan 14: 15; 1 Juan 4: 19).
11
Claus Westermann, Genesis 1-11: A Continental Commentary (Minneapolis: Fortress Press, 1994), 252-
conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente
morirás» (Gén. 2: 17)–, por la gracia divina sus vidas fueron salvadas, e incluso Dios los
buscó (Gén. 3: 9). El llamado de Dios («¿Dónde estás?») fue una expresión de su
profundo amor en busca de la humanidad y así reveló el juicio y la gracia divina al mismo
tiempo. A causa de la gracia que venía del Cordero, quien fue inmolado antes de la
creación del mundo (Apoc. 13: 8; 1 Ped. 1: 20; Efe. 1: 4), se le dio vida a Adán y Eva. El
protoevangelio anunció el amor divino a favor de los pecadores porque únicamente Dios
podía proveer una solución para nuestra situación pecaminosa y derrotar a Satanás (Gén.
3: 15).12 Cuando estamos en Cristo, somos hijos e hijas de Dios y herederos de su reino.
En Cristo tenemos todo (Gál. 3: 29; 4: 7; Rom. 4: 13-16; 8: 32; 1 Juan 3: 1) y podemos
cubrirnos completamente en su perdón divino.13
George Ladd explica correctamente: «La doctrina de la justificación significa que
Dios ha pronunciado el veredicto escatológico de absolución sobre el hombre de fe en el
presente, antes del juicio final […] Así que el hombre en Cristo es realmente justo, no
éticamente sino de manera forense, en términos de su relación con Dios».14

Juzgar significa salvar


Dios salva a los creyentes de la segunda muerte,15 el pecado, la culpabilidad, el
poder del mal y les da vida eterna (Juan 1: 12; 3: 16; 10: 28; Rom. 6: 5-9, 23; 8: 1-4). El
rey David primero ha descrito un aspecto negativo del juicio divino en términos de
destrucción y extinción, pero luego subraya el juicio como salvación: «Pero todos los
pecadores serán destruidos; el porvenir de los malvados será el exterminio. La salvación
de los justos viene del Señor; él es su fortaleza en tiempos de angustia» (Sal. 37: 38-39).
Asaf subraya que el hecho de que Dios se levante para juzgar, significa que viene «para
salvar a todos los mansos de la tierra» (Sal. 76: 9). Así, estos textos bíblicos declaran
explícitamente que juzgar, para Dios, significa salvar a su pueblo. El juicio divino es
salvación y viene únicamente del Señor (Sal. 62: 1; 118: 14; Isa. 12: 2; Jon. 2: 9). Dios es

255.
12
Afolarin O. Ojewole, The Seed in Genesis 3:15: An Exegetical and Intertextual Study, Adventist
Theological Society Dissertation Series (Berrien Springs, MI: Adventist Theological Society, 2002).
13
Peter Brunner, «The Forgiveness of God and the Judgment of God», Word & World 21, no. 3 (2001):
288. Respecto a la importancia del perdón, véase Donald E. Gowan, The Bible on Forgiveness (Eugene,
OR: Pickwick, 2010); McConville, «Judgment of God in the Old Testament», 32-38.
14
George Eldon Ladd, A Theology of the New Testament (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1974), 446.
15
La primera muerte es una muerte natural como resultado de nuestra naturaleza pecaminosa, pero la
segunda muerte es una muerte eterna como consecuencia de nuestra vida pecaminosa y la condenación de
Dios en su juicio (Rom. 6: 23; Apoc. 14: 13; 20: 6).
el Salvador y Redentor (Deut. 32:15, 36, 43; 2 Sam. 22: 3; Job 19: 25; Sal. 18: 46; 19:
14; 43: 5; Isa. 44: 6; 48: 17; 59: 20; 63: 8-9; Jer. 14: 8; Ose. 13: 4). La palabra hebrea
yasha’ «denota la obra salvífica de Dios a pesar de una condena que está legalmente libre
de reproche».16
Cuando Dios envía su mensaje de juicio a las personas, este es un mensaje de gracia,
una oportunidad para arrepentirse; véase la experiencia de los ninivitas (Jon. 3: 6-10) o
los mensajes de Daniel a Nabucodonosor (Dan. 4: 27-33). El relato bíblico del diluvio
(Gén. 6-9) es otro buen ejemplo de salvación en medio de la actividad que tiene Dios de
juzgar. Toda esta historia está escrita en una estructura quiástica con una declaración
culminante: «Entonces se acordó Dios de Noé» (Gén. 8: 1).17 Este clímax no significa
que Dios tuvo falta de memoria y de repente recuerda, sino que intervino a favor de Noé
en medio del juicio para salvarlo a él, a su familia y a los animales en el arca. Además,
Noé recibió la gracia divina (Gén. 6: 8). Es importante observar que el término «gracia»
(khen) aparece por primera vez en la Biblia en la narrativa del diluvio.
Sorprendentemente, la gracia divina que interviene en los asuntos humanos es la cúspide
de la historia, pues de ella fluyen todas las acciones salvíficas para la humanidad.
La gracia divina no era únicamente para Noé, sino también para el pueblo
antediluviano. Génesis 6: 3 revela que el Espíritu de Dios estaba contendiendo con la
gente llamándola al arrepentimiento. Sin embargo, Dios tuvo que proclamar tristemente:
«No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre» (Gén. 6: 3). En este versículo
aparece la palabra hebrea din, «juzgar», y los traductores están desconcertados porque no
están seguros de qué hacer con este concepto. No intentan ocultar la dificultad de este
versículo y proponen varias soluciones.18 ¿En qué sentido el Espíritu del Señor ya no
podía «juzgarlos»? Dios quiso justificar y salvar al pueblo antediluviano, pero debido a
su terquedad, su negativa a escuchar la palabra divina, a seguir sus instrucciones, y por
sus malos pensamientos, Dios no pudo juzgarlos favorablemente. No obstante, aún en

16
Gerhard Kittel Y Gerhard Friedrich, ed., Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids,
MI: Eerdmans, 1971), 7:977. En adelante TDNT.
17
William H. Shea, «The Structure of the Genesis Flood Narrative and Its Implications», Origins 6 (1979):
22-23.
18
Véase Francis Brown, S. R. Driver, y Charles A. Briggs. A Hebrew and English Lexicon of the Old
Testament (Oxford: Clarendon Press, 1907), 192. En adelante BDB. Emil Kautzsch, ed., Gesenius’ Hebrew
Grammar, trad. Arther E. Cowley, 2da ed. (Oxford: Clarendon, 1910), 199. Para una perspectiva general
de las diferentes opiniones, véase Richard M. Davidson, «The Nature of the Human Being from the
Beginning: Genesis 1-11», en “What Are Humans Beings That You Remember Them?” Proceedings of the
Third International Bible Conference Nof Ginosar and Jerusalem, June 11-21, 2012, ed. Clinton Wahlen
(Silver Spring, MD: Biblical Research Institute, 2015), 33-36. Compárense diferentes traducciones de este
versículo, por ejemplo, NVI, RVC, y RV1995.
una situación tan extraña, Dios les dio 120 años de gracia adicional para que pudieran
arrepentirse y volver a él (Gén. 6: 3b). Desafortunadamente, la maravillosa gracia divina
no fue recibida generosamente, y el resultado se describe en un lenguaje que indica un
estado total de depravación humana: «Vio Jehová que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón solo era de
continuo el mal» (Gén. 6: 5; véase también 8: 21). Noé era un predicador de justicia para
ellos (2 Ped. 2: 5), pero sus palabras y su ejemplo de piedad no fueron tomados en serio.
Dios tenía que detener el incremento del mal, pero estuvo esperando hasta el último
segundo. Cuando Dios intervino con su juicio negativo, en realidad intervino en su gracia,
porque ya no podía seguir viendo la destrucción, la perversión, la violencia, la tortura y
la explotación del mundo antediluviano. Destruyó lo que ya había sido destruido por los
mismos humanos (Gén. 6: 11-13).19 Dios, como el cirujano, ¡corta el cáncer del pecado!
Si Dios no hubiese intervenido, lo más probable es que con el tiempo la plaga del pecado
hubiera invadido incluso a este fiel remanente. La simiente prometida de Dios no habría
tenido un lugar para nacer, su palabra no habría sido cumplida (Gén. 3: 15) y la venida
del Mesías habría sido obstaculizada. Así, el cáncer del pecado habría envuelto
completamente al mundo, el mal habría ganado, Satanás habría triunfado, ¡la causa de
Dios habría sido derrotada y la humanidad se habría perdido!20 ¡Sin embargo, la gracia
divina prevaleció incluso en este trágico evento (Rom. 6: 20b-21)!
El versículo más significativo con respecto al juicio salvífico de Dios está en Isaías
35: 4. Dios instruye a Isaías para que anime a la gente: «Decid a los de corazón apocado:
“¡Esforzaos, no temáis! He aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios
mismo vendrá y os salvará”» Esta es la noticia que necesita ser predicada y difundida

19
En el diluvio, Dios no destruyó algo que era bueno, bello, significativo y tenía potencial para crecer. Él
puso fin a la corrupción humana y a la destrucción. El autor de la narrativa del diluvio juega con la palabra
hebrea shakhat, que tiene un doble significado: 1) «destruir» y 2) «corromper». El juego de palabras en
Génesis 6: 11-13 es sorprendente (se usa cuatro veces la palabra shakhat): ¡Dios ha destruido lo que los
humanos ya habían destruido! Así, el juego de palabras revela la reacción real de Dios a la consumación
del mal. En otras palabras, en el diluvio Dios destruyó un gran «campo de concentración» de maldad.
Destruir no es su naturaleza, porque él es el Creador, Dador y Sustentador de la vida. Sus juicios negativos
son su «extraña obra» y «extraño trabajo» (Isa. 28: 21), y no le agrada la muerte de los malvados (2 Sam.
14: 14; Eze. 18: 23, 32; 33: 11). Cuando el Señor tuvo que aniquilar a los malvados, «se arrepintió» y «le
dolió en su corazón» (Gén. 6: 6). Esto está en gran contraste con las historias extrabíblicas del diluvio donde
los dioses enojados destruyen a los seres humanos debido al bullicio que hacían (como por ejemplo, en la
Épica de Atrahasis) Juan en el libro de Apocalipsis conecta sabiamente el juicio de Dios en la segunda
venida de Jesús con Génesis 6 al señalar que Dios destruirá «a los que destruyen la tierra» (Apoc. 11: 18).
20
Según la declaración del Génesis, «Engrandezca Dios a Jafet, que habite [Elohim] en las tiendas de Sem»
(Gén. 9: 27), el Mesías debe venir de la posteridad de Sem, uno de los hijos de Noé. Para un análisis
detallado de este pasaje, véase Walter C. Kaiser, Jr., The Messiah in the Old Testament (Grand Rapids:
Zondervan, 1995), 42-46.
ampliamente.

Juzgar significa liberar


Dios, como nuestro Juez, nos libra de la condenación y de la tiranía del pecado
porque él es el verdadero Libertador (Juan 8: 32, 36; Rom. 8: 2; 2 Cor. 3: 17; Gál. 5: 1,
13). Él es el vencedor en el gran conflicto contra Satanás (Juan 12: 31-32; 14: 30; 16: 11),
por lo tanto, él es capaz de librarnos de diferentes adicciones al pecado. Él es el Dador de
la libertad. Aunque estamos en peligro de ser esclavos del pecado (Rom. 6: 11-18),
nuestro Juez nos libra del poder del maligno (Mat. 6: 13). «A lo largo de la Biblia,
aquellos que han experimentado la liberación por parte de Dios lo hacen por medio de su
juicio».21 Dios liberó a su pueblo de la esclavitud en Egipto, y lo liberó por medio de su
juicio contra los dioses egipcios y sobre aquellos que se asociaron con ellos (Éxo. 3: 8; 5:
2; 6: 6; 7: 5; 12: 12). Esta liberación es aún más profunda; ser libre del pecado significa
ser sanado (Sal. 41: 4). La salvación, en última instancia, significa la liberación del poder
sobre el pecado y un completo bienestar o sanidad. La palabra griega soteria abarca este
abundante significado.22
Dios nos ayuda a entender la naturaleza de su juicio a través del libro de Jueces.
¿Cuál era la función principal de estos jueces? ¿Condenar, castigar o destruir al pueblo
de Dios? Por el contrario, los jueces fueron enviados por Dios para liberarlos de la
opresión y devastación de sus enemigos. Fueron llamados a proteger, cuidar, salvar y
liberar al pueblo de Dios de sus enemigos. ¡Estaban allí para dar y asegurar la libertad!
Este libro debería llamarse el «Libro de los libertadores». ¡El juicio para Dios es su
manera de demostrar su actitud positiva hacia los oprimidos, su venida para rescatarlos
(Sal. 9: 7-10)!

Juzgar significa vindicar


Dios está siempre a nuestro favor. Como el gran Juez, él vindica a su pueblo contra
las acusaciones de Satanás, quien está contra nosotros. El salmista ha hecho bien en
expresar que «Jehová juzgará [heb. din] a su pueblo y se compadecerá de sus siervos»
(Sal. 135: 14). La historia de Job revela esta verdad. En el tribunal celestial, Satanás acusó

21
James M. Hamilton, Jr., «The Glory of God in Salvation through Judgment: The Center of Biblical
Theology?» Tyndale Bulletin 57, no. 1 (2006), 62.
22
Véase TDNT, 7:965-998; Frederick W. Danker, Walter Bauer, William F. Arndt, y F. Wilbur Gingrich,
Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature. 3ra ed. (Chicago:
University of Chicago Press, 2000), 801; Ceslas Spicq, Theological Lexicon of the New Testament
(Peabody, MA: Hendrickson, 1994), 3:344-357.
a Job de motivos egoístas impuros: «¿Acaso teme Job a Dios de balde?» (Job 1: 6, 9) El
término clave en esta pregunta diabólica es la palabra hebrea khinnam («de balde»).23 En
este contexto judicial, Dios está del lado de Job aunque no pueda responder directa e
inmediatamente a la acusación de Satanás, porque el acusador únicamente puede ser
derrotado por alguien que es más débil que él y no por la argumentación o el poder de
Dios. Al final, Dios logra la victoria moral cuando se revela el amor desinteresado, la
confianza y el servicio de Job. En última instancia, el amor, la verdad y la justicia de Dios
conquistan todo y prevalecen (Sal. 100: 5; 101: 1; 103: 8-11; 117; Efe. 1: 10; Fil. 2: 9-
11),24 y Dios es justo mientras justifica a los pecadores (Sal. 51: 4; Rom. 3: 4, 26).25 Esta
teodicea es el corazón de la guerra espiritual.26
Daniel 7: 22 describe el aspecto de vindicación/justificación del juicio celestial
preadvenimiento (véase Dan. 7: 9-10,13-14). El texto arameo debe traducirse con mayor
precisión de la siguiente manera: «Hasta que vino el Anciano de Días y el juicio se
pronunció a favor de los santos del Altísimo» (Traducción propia).27 ¡Qué hermosa
imagen de Dios. Él está por nosotros y nunca contra nosotros!28 Varias veces David ora:
«¡Júzgame, Jehová!» (Sal. 7: 8; 26: 1; 35: 24; cf. Sal. 43: 1).29 El contexto explica
claramente que David necesita la vindicación divina de las falsas acusaciones de sus

23
Este es un término importante en el libro de Job que ocurre cuatro veces y es expresado por diferentes
personas: Job 1: 9 (Satanás), 2: 3 (Dios), 9: 17 (Job) y 22: 6 (Elifaz). Esta palabra tiene muchos significados:
«sin razón», «gratis», «en vano», «sin propósito», «inmerecidamente», «desinteresadamente». Véase BDB,
336.
24
Muchos eruditos abogan por la unidad entre el amor y la justicia en el juicio ya que es la naturaleza
misma de Dios (Éxo. 34: 6-7). Véase, por ejemplo, James P. Danaher, «Forgiveness, Mercy and Judgment»,
Modern Believing 48, no. 4 (2007): 30-39; Randall C. Zachman, «The Unity of Judgment and Love», Ex
Auditu 20 (2004): 148-161.
25
Sobre cómo Dios se justifica ante las naciones, véase Ezequiel 28: 22, 25; 36: 23; 38: 16, 23; 39: 7. La
frase «cuando sea santificado en ti» únicamente se usa en Ezequiel 36: 23 y 38: 16.
26
Para un estudio más detallado del caso de Job, véase mi artículo «The God of Job and Our Adversary»,
JATS 15, no. 2 (2004): 104-117.
27
Richard M. Davidson provee apoyo exegético para esta traducción, especialmente el inglés. Véase
Richard M. Davidson, Song for the Sanctuary: A Graduate Textbook on the Biblical Doctrine of the
Sanctuary (Berrien Springs, MI/Silver Spring, MD: Andrews University Press/Biblical Research
Institución, de próxima publicación), capítulo 20. La mayoría de las versiones bíblicas modernas reconocen
un «dativus commodi» en el uso de la preposición hebrea le sobre la cual una acción recae. En este contexto
se ha de traducir «a favor de» los santos. Véase NVI, RVC, NTV, NBLH.
28
Para una mayor discusión del significado positivo de Daniel 7: 22, véase el capítulo 20 de Davidson,
Song for the Sanctuary.
29
Los primeros tres de estos salmos son explícitamente davídicos, de acuerdo a su sobrescrito o encabezado.
El cuarto tiene la inscripción «Una contemplación de los hijos de Coré», pero esto puede referirse a la
melodía y no a la letra. Elena G. de White atribuye a David las palabras del Salmo 42 (y por lo tanto
también el Salmo 43, que está íntegra, estructural y temáticamente relacionado con el Salmo 42). Véase
Elena G. de White, La educación (Doral, FL: IADPA, 2009), 148. Véase Elena G. de White, Obreros
evangélicos (Buenos Aires: ACES, 1997), 270; Elena G. de White, Testimonios para la iglesia (Doral, FL:
IADPA, 2007), t. 4, 526.
enemigos, y muchas versiones modernas traducen como «¡Vindícame, Señor!».30
Juan declara que Jesús silenció las acusaciones de Satanás debido a su victoria en
la cruz:

«Ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de nuestro Dios y la


autoridad de su Cristo, porque ha sido expulsado el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Ellos lo
han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio
de ellos, que menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alegraos,
cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!,
porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene
poco tiempo» (Apoc. 12: 10-12).

Satanás acusa, pero Dios defiende y vindica (Zac. 3: 1-4; Dan. 12: 1; Rom. 8: 31-
39; Heb. 7: 25).

El testimonio rabínico
Apoyo esta dimensión positiva del juicio de Dios con las fuentes rabínicas antiguas,
porque según su entendimiento, el Yom Kippur (el día de la expiación), tradicionalmente
conocido como el día del juicio, es en realidad el día de la salvación. La naturaleza
paradójica del Yom Kippur está bien expresada por Naphtali Winter: «A pesar del
arrepentimiento y la abstinencia practicados en el Yom Kippur, nunca fue un día triste. Su
atmósfera era solemne, pero siempre estuvo acompañada por la confianza y la alegría de
encontrar la expiación».31 Esta imagen afirmativa del juicio divino está documentada en
la Mishná, donde el rabino Simeón ben Gamaliel describe el día de la expiación (Yom
Kippur) como un día de alegría: «No había días más felices para Israel que el 15 de Ab y
el día de la expiación, porque en ellos las hijas de Israel solían salir vestidas de blanco
[…] para danzar en las viñas».32 El Talmud de Jerusalén afirma acertadamente:

«Normalmente, alguien que juzgaba se vestía sombríamente, se vestía con ropas


negras y no se cortaba la barba. Después de todo, él no ha de saber el resultado. Sin
embargo, Israel es diferente. Nos vestimos de blanco y nos cubrimos de blanco y
30
Al parecer, solo las versiones inglesas han captado bien esta idea. Entre ellas, véase, por ejemplo, NASB,
NIV, NET. Entre las versiones españolas para los Salmos 7: 8, 26: 1 y 35: 24, están, por ejemplo, la NTV
(“declárame justo”, 7: 8); LBLA, DHH, NBLH, NVI, RVC (“Hazme justicia”, 26: 1), NTV, TLA
(“Declárame inocente”, 26: 1); NBV, NTV (“Declárame inocente”, 35: 24), RV2015 (“Hazme justicia”, 35
:24).
31
Naphtali Winter, ed., The High Holy Days, Popular Judaica Library (Jerusalem: Keter Books, 1973), 64.
El talmud babilónico declara: «Se ha enseñado: “Todos son juzgados” en Año Nuevo y su condenación es
sellada en el día de la expiación» (Rosh HaShanah 16a). Philip Birnbaum señala: «En Rosh Hashanah su
destino está inscrito, y en Yom Kippur está sellado». Philip Birnbaum, High Holiday Prayer Book: Yom
Kippur (New York: Hebrew Publishing Co., 1960), 508.
32
Ta’anith 4.8 (traducción de Herbert Danby).
nos cortamos la barba y comemos y bebemos y estamos alegres porque sabemos
que Dios hará milagros por nosotros. Ser juzgado por Dios es a la vez algo
asombroso: Él lo sabe todo, pero es un Dios misericordioso. Incluso el juicio mismo
no tiene por qué estar desprovisto de alegría».33

El rabino Akiva nos recuerda que «el mundo es juzgado por la bondad [divina]…
el juicio es un juicio verdadero, y todo está preparado para el banquete». 34

Observaciones fundamentales
Las personas que están en el senda de la muerte se regocijan por la noticia de que
habrá un juicio que se ocupará de su situación. Esta noticia significa una nueva esperanza
para su caso. Cuando hayamos aceptado que estamos condenados a la muerte eterna
debido a nuestros pecados, entonces podremos regocijarnos por la noticia de que habrá
un juicio divino. ¡Este juicio es nuestra única esperanza! Es una oportunidad para que los
pecadores sean salvos. Sin embargo, ¡en este juicio todo depende de nuestra relación con
nuestro Señor y Salvador Jesucristo!
Tenemos que darnos cuenta de que el sistema judicial en el antiguo Israel era
diferente si lo comparamos con nuestro sistema de justicia occidental. En el sistema
judicial de nuestra sociedad, tenemos principalmente dos individuos (además del fiscal y
el jurado), cada uno con una función diferente para asegurar la justicia en nuestro caso (y
en nuestra cultura tenemos buenas razones para hacerlo). Estos dos personajes principales
son el juez (cuya función principal se entiende que es sentenciar o condenar a las
personas) y un abogado (para defender a los acusados). ¡Pero en el antiguo Israel no había
abogados! Solamente se necesita una persona en los procedimientos legales, un juez que
sea al mismo tiempo un abogado. Un individuo cumplía ambas funciones. ¡El juez era
percibido como el salvador! Únicamente él puede liberar y vindicar a un acusado de la
injusticia. Si alguien necesitaba ayuda, solo un juez podía intervenir y traer una solución
al problema (Luc. 18: 2-8).35
Hoy en día asociamos el juicio con el miedo, pero los autores bíblicos conectaron
el juicio con un gozo superior. Considere los verbos en el siguiente pasaje bíblico que
describe una actitud hacia el juicio: «Alégrense […] gócese […] brame […] regocíjese

33
Rosh HaShanah 1:3.
34
Hayim N. Bialik y Yehoshua H. Ravnitzky, The Book of Legends: Legends from the Talmud and Midrash
(New York: Schocken Books, 1992), 561:237.
35
Para más detalles sobre el papel del juez en los tiempos bíblicos, véase C. Brown, «Judge», en The
Zondervan Encyclopedia of the Bible, rev. ed. (Grand Rapids: Zondervan, 2009), 3:838-839; Keillor, God’s
Judgments, 65-66; Roland de Vaux, Ancient Israel: Its Life and Institutions (London: Longman & Todd,
1961), 143-163.
[…] delante de Jehová, que vino, porque ha venido a juzgar la tierra» (Sal. 96: 11-13;
recitado en 1 Cro. 16: 31-36).
La única manera en que podemos estar ante el Dios santo es por su gracia. Somos
salvos por la gracia de Dios por medio de la fe en Jesucristo (Gén. 15: 6; Hab. 2: 4; Rom.
1: 16; 3: 22-31; Efe. 2: 4-10; Gál. 2: 16; Tito 2: 11-14). Él está más que dispuesto a
salvarnos; caminando con un Dios tan misericordioso, es más fácil salvarse que perderse
(Rom. 8: 35-39; Efe. 1: 9-10; 1 Tim. 2: 3-4; 2 Tim. 1 :9-10; 2 Ped. 3: 9). ¡Tenemos vida
eterna no porque la sintamos, sino porque Dios así lo ha dicho (Sal. 10: 12; Isa: 1: 18; 38:
17; Miq. 7: 18-19; 1 Juan 1: 7-9; 3: 20)!
La proclamación del juicio en el contexto de Apocalipsis 14 es una muy buena
noticia y es parte del evangelio eterno. La indicación del evangelio de que «la hora de su
juicio ha llegado», brota del imperativo: «Temed a Dios y dadle gloria […] adorad al que
hizo» todo (Apoc. 14: 7). ¡El evangelio es una proclamación de las buenas nuevas acerca
de Dios como nuestro Juez!36
El juicio tiene que ver con restaurar la justicia.37 El salmista exclama:
«Engrandécete, Juez de la tierra […] ¿Hasta cuándo, los impíos, hasta cuándo, Jehová, se
gozarán los impíos?» (Sal. 94: 2-3; cf. Sal. 74: 10; Isa. 51: 4-5; Hab. 1: 2-3; Apoc. 6: 10).
La verdadera justicia no corrompida únicamente puede ser institutida por Dios; ¡su amor,
verdad y justicia prevalecerán! La única solución a nuestra situación pecaminosa y para
no estar bajo condenación es aceptar y conocer personalmente a nuestro Juez, ¡porque en
el rostro de nuestro Juez podemos reconocer el rostro de nuestro Salvador! (Gén. 3: 9, 15,
21; Isa. 63: 6-9).38
¿Podemos escondernos de la ira de Dios? David ha proclamado que Dios está en
todas partes y que no hay lugar para ocultarnos de él (Sal. 139). Pero, aun así, hay un
lugar especial donde el Padre Celestial no puede «encontrar» a los que le siguen. Este

36
Apocalipsis 14: 7-8 revela dos tipos de juicios: el primero es positivo (vers. 7) y el segundo, el juicio
sobre Babilonia, es negativo (vers. 8), como lo demuestra el contexto.
37
Para más estudios respecto a la justicia de Dios, véase Enrique Nardoni, Rise Up, O Judge: A Study of
Justice in the Biblical World (Peabody, MA: Hendrickson, 2004); Oliver O’Donovan, The Ways of
Judgment (Grand Rapid: Eerdmans, 2005); Chris Marshall, The Little Book of Biblical Justice (Intercourse,
PA: Good Books, 2005), N. T. Wright, Evil and the Justice of God (Downers Grove, Ill: InterVarsity,
2006); Stephen H. Travis, Christ and the Judgment of God: The Limits of Divine Retribution in New
Testament Thought (Peabody, MA: Hendrickson, 2008).
38
Esta verdad se explica elocuentemente en la siguiente cita: «Haz amistad con Cristo hoy. Pon tu caso en
manos del gran Abogado. Él defenderá tu causa ante el Padre. Aunque hayas transgredido la ley, y debas
declararte culpable ante Dios, Cristo presentará su preciosa sangre por ti, y por medio de la fe y la
obediencia, y la unión vital con Cristo, podrás ser absuelto ante el Juez de toda la tierra, y él será tu amigo
cuando suene la trompeta final, y las escenas de la tierra no sean más». Elena G. de White, Signs of the
Times, 27 julio de 1888, parr. 11.
único escondite está en la persona de Jesús. Es por eso que debemos aceptarlo como
nuestro Salvador personal. David ora: «Tú eres mi refugio; me guardas de la angustia»
(Sal. 32: 7; 143: 9; cf. Sof. 2: 3). El motivo «en Cristo» significa que el Padre celestial
nos mira y ve a su Hijo amado Jesucristo. Cuando estamos en Cristo, todo lo que es suyo
nos es dado como un don gratuito, el resultado de su asombrosa gracia. Su pureza es
nuestra pureza, su justicia es nuestra justicia, su perfección es nuestra perfección, su
carácter es nuestro carácter, y somos aceptados por nuestro Padre celestial como si nunca
hubiéramos pecado.
¡Alabado sea el Señor porque Dios es nuestro Juez!

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