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COLECTIVISMO PRIMITIVO

Es la teoría política que, desconociendo o suprimiendo la propiedad privada,


entrega a la colectividad la organización del trabajo y la gestión de la
producción. En rigor, el colectivismo sólo existió en la comunidad primitiva, en
la que cada uno aportó a la sociedad según sus capacidades y recibió según sus
necesidades, no hubo propiedad privada, no existió “tuyo” ni “mío”, todo fue de
todos y cada quien usó de los bienes de acuerdo con sus necesidades.

Por extensión llámase colectivismo a toda teoría política que propugna la


entrega a la sociedad de la propiedad de los instrumentos de producción y la
conducción de la economía de un país. Según el líder socialista francés Jean
Jaurès (1859-1914), el colectivismo es la sustitución de los individuos por la
colectividad social en la propiedad de los elementos de la producción. En este
sentido, el colectivismo es lo opuesto al >individualismo.

El >marxismo, al dividir la historia humana en varias etapas en función de los


modos de producción imperantes en cada tiempo, llamó colectivismo primitivo a
la primera de ellas. Fue la etapa de la propiedad colectiva de la tierra, de las
armas y herramientas y también de los frutos del trabajo. Después, con el
mejoramiento tecnológico y la producción de excedentes que fueron a parar a
manos privadas, unos hombres sometieron a otros a su dominio económico y
vinieron el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. Más tarde, con la
supresión de las clases sociales, advendrá el >comunismo, como forma de
organización del trabajo, la producción y el consumo, según la tesis marxista.

Este concepto guarda íntima relación con la forzada >colectivización de la


tierra agrícola que se hizo en la Unión Soviética a partir de los debates
ideológicos de los años 20 acerca del rol que debe jugar la agricultura en el
abastecimiento de materias primas para el proceso de industrialización
acelerada emprendido por el gobierno marxista y en la provisión de alimentos
para los trabajadores de la ciudad.

Una tenue variante colectivista es en los Estados Unidos de América el


“communitarianism”, que apareció a mediados del siglo XIX como una tendencia
a privilegiar lo social y lo colectivo sobre lo individual en contraste con la
filosofía imperante del >liberalismo, que es esencialmente individualista.

Por supuesto que en la amplia tendencia a privilegiar “lo social” sobre “lo
individual” caben muchos matices. Los tempranos impulsores de la tendencia —
entre ellos Ferdinand Tönnies y Robert Nisbet— acentuaron el sometimiento
de los intereses individuales bajo las conveniencias sociales. Hay diferencias en
el tema de la acción social frente al respeto a los derechos individuales de las
personas. Los impulsores de esta teoría sostienen que deben promoverse los
intereses comunitarios pero sin afectar la libertad. Esa fue la orientación que
siguieron en los años 80 del siglo XX Robert Bellah, Michael Sandel y Charles
Taylor —quienes fueron terriblemente críticos del ultraliberalismo del
presidente Ronald Reagan de los Estados Unidos y de la primera ministra
Margaret Thatcher en el Reino Unido— y en los años 90 Philip Selznick, Amitai
Etzioni, William Galtston y varios otros influyentes pensadores
communitarians. El problema que todos ellos se han planteado es el de las
relaciones de la promoción de lo social y el trabajo comunitario con la
intangibilidad de los derechos humanos.

Dentro de su línea filosófico-política han propuesto en los Estados Unidos la


sustitución del sistema económico neoclásico por uno en que las personas
busquen su personal interés sin descuidar sus responsabilidades sociales y sin
olvidar que los actores de la economía forman parte de la trama comunitaria.
Favorecen una educación rica en valores de solidaridad social, que combata el
individualismo; propugnan la igualdad de derechos y deberes de los hombres y
las mujeres dentro del matrimonio y se oponen a la indoctrinación religiosa en
los colegios y escuelas.

El communitarialism se presenta como una muy tenue disensión política dentro


del <capitalismo.
ESCLAVITUD

La esclavitud, como institución jurídica, es una situación por la cual una persona
(el esclavo) es propiedad de otra (el amo); es una forma particular de
relaciones de producción, característica de un determinado nivel de desarrollo
de las fuerzas productivas en la evolución de la historia económica. Esclavismo
es la ideología que sustenta la esclavitud.

La esclavitud se remonta a la Edad Antigua, aunque no de forma equivalente en


todas las civilizaciones. Parece que su origen histórico proviene de la práctica
de aprovechar como mano de obra a los cautivos en las guerras, como
alternativa a otra posibilidad también usual: sacrificarlos. También fue la
suerte de algunos pueblos conquistados. Otra vía para llegar a la condición de
esclavo era la esclavitud por deudas1 o apremio individual. El florecimiento
cultural de la Atenas de Pericles o de la Roma clásica estaba fundamentado en
una economía basada en la fuerza de trabajo esclava. Aristóteles sostuvo que
la esclavitud es un fenómeno natural. Con la transición del esclavismo al
feudalismo, a partir de la crisis del siglo III, la mayor parte de la fuerza de
trabajo ya no era esclava. No obstante, la esclavitud no desapareció, y se
mantuvo como una condición social más o menos marginal, según las zonas,
durante toda la Edad Media y toda la Edad Moderna, renovándose su utilización
masiva durante la colonización de América. El movimiento antiesclavista se
desarrolló a partir de finales del siglo XVIII, culminando con la abolición de la
esclavitud en la mayor parte de los países del mundo, no sin fuertes
resistencias (como la Guerra de Secesión en Estados Unidos).

El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición se


celebra el 23 de agosto, mientras que el Día Internacional para la Abolición de
la Esclavitud se celebra el 2 de diciembre. Los tratados internacionales
contemporáneos (Convención sobre la Esclavitud, 1926) recogen la prohibición
de la esclavitud, que se considera como un crimen contra la humanidad. No
obstante, sigue existiendo arraigada culturalmente en determinados países
(India, Sudán, Mauritania) y ha reaparecido en otros bajo ciertas condiciones
excepcionales, como es el caso de la mano de obra infantil esclava en el
Sudeste asiático o determinados tipos de prostitución en todo el mundo.

Los primeros escritos en los que se tiene constancia de la presencia de


esclavos en una gran civilización es en Mesopotamia durante la época sumeria,
si bien muy limitada. En el Antiguo Egipto un número de esclavos suficiente
como para tener cierta importancia social se dio solamente en algunos
periodos, especialmente en el Imperio Nuevo. El origen de los esclavos provenía
de las conquistas y no existía una regulación jurídica sobre los mismos.
También eran recogidos por los traficantes de esclavos los niños abandonados,
por ejemplo, en la puerta de las casas o en la columna lactaria, cuando el pater
familias no quería reconocer su paternidad, ya que él poseía el poder del «ius
exponendi». Un hombre libre también podía convertirse en esclavo para tener
que pagar una multa por haber cometido algún delito.

La esclavitud como práctica social y económica fue usual en la antigüedad


greco-romana, y ambas pueden considerarse las primeras sociedades
«esclavistas» al estar sustentada su base económica por este sistema. El
estatus social y el papel de los esclavos era considerado inferior, sin valor o
inexistente en relación a una persona libre. La sociedad de la Antigua Grecia
tenía fundamentada filosóficamente la esclavitud que, para Aristóteles era la
garantía indispensable para que los hombres libres pudieran dedicar su tiempo
a la política y buen gobierno de la ciudad. En la Antigua Roma la práctica de la
esclavitud se regula, en algunas ocasiones al mínimo detalle, estableciéndose la
manumisión como fórmula de liberación de los esclavos, siempre con causa. Del
siglo V a. C. al siglo I es la época de mayor implantación y extensión de la
esclavitud. Las guerras de conquistas emprendidas por la República romana
significaron la adquisición de numerosos esclavos.

Estos protagonizaron tres guerras serviles y la última fue la más sangrienta (la
de Espartaco). Dichas rebeliones fueron una causa de la caída de la república.
Durante el Imperio romano empieza a remitir sobre todo por el agotamiento de
las fuentes tradicionales de suministro de nuevos esclavos como resultado de
la finalización de la expansión territorial romana (siglo I).
SISTEMA FEUDAL

Feudalismo es la denominación del sistema político predominante en la Europa


occidental de los siglos centrales de la Edad Media (entre los siglos IX al XV,
aunque no hay acuerdo entre los historiadores sobre su comienzo y su duración,
y ésta varía según la región),1 y en la Europa Oriental durante la Edad Moderna,
caracterizado por la descentralización del poder político; al basarse en la
difusión del poder desde la cúspide (donde en teoría se encontraban el
emperador o los reyes) hacia la base donde el poder local se ejercía de forma
efectiva con gran autonomía o independencia por una aristocracia, llamada
nobleza, cuyos títulos derivaban de gobernadores de Imperio carolingio
(duques, marqueses, condes) o tenían otro origen (barones, caballeros, etc.).

El término «feudalismo» también se utiliza historiográficamente para


denominar las formaciones sociales históricas caracterizadas por el modo de
producción que el materialismo histórico (la historiografía marxista) denomina
feudal.2

Como formación económico-social, el feudalismo se inició en la Antigüedad


tardía con la transición del modo de producción esclavista al feudal; a partir de
la crisis del siglo III y sobre todo con la disolución del Imperio romano de
Occidente (siglo V) y la formación de los reinos germánicos y el Imperio
carolingio (siglos VIII y IX).

Fundamentado en distintas tradiciones jurídicas (tanto del derecho romano


como del derecho germánico -relaciones de clientela, séquito y vasallaje-), el
feudalismo respondió a la inseguridad e inestabilidad de la época de las
invasiones que se fueron sucediendo durante siglos (pueblos germánicos,
eslavos, magiares, musulmanes, vikingos). Ante la incapacidad de las
instituciones estatales, muy lejanas, la única seguridad provenía de las
autoridades locales, nobles laicos o eclesiásticos, que controlaban castillos o
monasterios fortificados en entornos rurales, convertidos en los nuevos
centros de poder ante la decadencia de las ciudades.

Desde el punto de vista institucionalista, el feudalismo fue el conjunto de


instituciones creadas en torno a una relación muy específica: la que se
establecía entre un hombre libre (el vasallo), que recibía la concesión de un
bien (el feudo) por parte de otro hombre libre (el señor), ante el que se
encomendaba en una ceremonia codificada (el homenaje) que representaba el
establecimiento de un contrato sinalagmático (de obligaciones recíprocas).3
Esta serie de obligaciones recíprocas, militares y legales, establecidas entre la
nobleza guerrera; giraba en torno a tres conceptos clave: señor, vasallo y
feudo. Entre señor y vasallo se establecían las relaciones de vasallaje,
esencialmente políticas. En el feudo, entendido como unidad socio-económica o
de producción, se establecían relaciones de muy distinta naturaleza, entre el
señor y los siervos; que desde la historiografía marxista se explican como
resultado de una coerción extraeconómica por la que el señor extraía el
excedente productivo al campesino. La forma más evidente de renta feudal era
la realización por los siervos de prestaciones de trabajo (corveas o sernas);
con lo que el espacio físico del feudo se dividía entre la reserva señorial o
reserva dominical (donde se concentraba la producción del excedente) y los
mansos (donde se concentraba la producción imprescindible para la
reproducción de la fuerza de trabajo campesina). En otras formas, los siervos
se obligaban a distintos tipos de pago; como una parte de la cosecha o un pago
fijo, que podía realizarse en especie o en moneda (forma poco usual hasta el
final de la Edad Media, dado que en siglos anteriores la circulación monetaria, y
de hecho todo tipo de intercambios, se reducían al mínimo), a los que se
añadían todo tipo de derechos y monopolios señoriales.

El feudalismo se puede entender también como consecuencia de la ruptura de


todas las estructuras de poder antiguo tras la caída del Imperio Romano. El
poder estatal se fragmenta y es asumido por los grandes propietarios de
tierras, los señores. Cada señor se convierten en juez, administrador, cobrador
de impuestos y líder militar de la comarca que controla. Este poder de los
señores feudales recibía el nombre de ban. Los campesinos ofrecían sus
servicios en trabajo (corveas) o pagaban un impuesto o tributo al señor feudal
a cambio de protección.
SISTEMA BAJO EL SISTEMA CAPITALISTA

El modo de producción capitalista es uno de los modos de


producción que Marx definió como estados de la evolución de la
historia económica definidos por un determinado nivel de desarrollo
de las fuerzas productivas y una forma particular de relaciones de
producción. Es el siguiente al modo de producción capital-monetario
y, en la predicción del futuro que implica las tesis marxistas, su
lógica interna le conducirá a su desaparición y sustitución por un
modo de producción socialista

La definición marxista del modo de producción capitalista se centra


en el establecimiento de unas relaciones de producción basadas
socialmente en la existencia de proletarios que no poseen medios de
producción ya que pertenecen a los capitalistas, con los que realizan
un contrato de trabajo, mediante el cual venden su fuerza de
trabajo, que es la única propiedad que tienen, a cambio de un
salario, como única manera de conseguir los medios necesarios para
su subsistencia. Es el capitalista el que organiza la producción, que
en su aspecto técnico está determinada por un nivel de desarrollo
económico propio de la época industrial, en que el capital ha
adquirido el predominio sobre la tierra, que era la fuerza
productiva dominante en los modos de producción anteriores
(esclavismo y feudalismo). La clave de la concepción marxista del
capitalismo está en los conceptos de alienación (el hecho de que el
proceso y el producto del trabajo devienen ajenos al trabajador); y
de plusvalía, o sea, el valor incorporado por el trabajador asalariado
al producto que excede en al valor que representa el salario (teoría
del valor-trabajo). En esa diferencia de valor estriba para Marx el
beneficio del capitalista, puesto que es éste el que realiza el valor
de lo producido mediante la venta en el mercado, que genera un
precio que ha de ser superior al costo de producción si es que la
actividad económica ha sido exitosa.
El modo de producción capitalista se caracteriza por la propiedad
privada de los medios de producción, la extracción de la plusvalía
creada en la producción por una clase de propietarios privados
(referido como la explotación), trabajo asalariado, y la distribución
tanto de bienes de capital y de consumo bienes en una economía
principalmente basada en el mercado (referida como la producción
de mercancías).

La situación del trabajador

La apariencia libre del contrato entre capitalista y trabajador (que


según la teoría liberal habría de ser individual y sin interferencias
de negociación colectiva de sindicatos o legislación protectora del
Estado) apenas enmascara la presión a la que está sometido éste
por la existencia de un ejército industrial de reserva, que es como
Marx denomina a los desempleados que están dispuestos a
sustituirle. No es original de Marx, sino de Ricardo y otros
pensadores liberales (Ferdinand Lassalle), la idea de que el
funcionamiento libre del mercado somete a los salarios a una ley de
bronce que impide que asciendan más allá del límite de la
subsistencia. Los proletarios deben de cuidar ellos mismos de la
reproducción de la fuerza de trabajo
SISTEMA BAJO EL SISTEMA SOCIALISTA

El Sistema Socialista o Socialismo es un ordenamiento político,


social y económico que se basa en la propiedad y en una
administración colectiva, o en su defecto estatal, de los medios de
producción. Asimismo, denominamos como Sistema Socialista a la
teoría política y filosófica que oportunamente desarrollo el filósofo
alemán Karl Marx y al movimiento político que lucha por establecer
el mencionado sistema político, económico y social.

La principal premisa que postula el sistema socialista es la


regulación por parte del estado de cuanta actividad económica y
social se sucede y de la correcta y equitativa distribución de los
bienes obtenidos tras el proceso de producción. A la par de esta
cuestión, sostiene que el control administrativo dentro del sistema
debe encontrarse en manos de los trabajadores, mientras que el
control democrático de las estructuras políticas civiles debe caer
en mano de los ciudadanos.

Cabe destacar, que el objetivo ulterior del socialismo es la


construcción de una sociedad en la cual no haya clases sociales
subordinadas a otras, situación que podrá lograrse ya sea, a través
de la revolución, de la natural evolución social o implementando
reformas institucionales.

Si bien desde su aparición en el escenario político, el socialismo ha


sido varias veces re definido e interpretado, según el interlocutor
de turno y el “color político”, mayormente, los ideales vertidos por
las múltiples propuestas se han encontrado vinculadas al bien
común, la igualdad social y el intervencionismo por parte del estado.
El sistema socialista alcanzaría su máximo apogeo durante el siglo
pasado en el bloque comunista europeo, la Unión Soviética y los
estados comunistas de Asia y el Caribe. Actualmente países como
China, Cuba, Corea del Norte, Vietnam y Libia se encuentran
gobernados bajo un sistema socialista.

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