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TERCER PERÍODO PERONISTA 1973 - 1976

PRESIDENTE VICEPRESID. PERÍODO OBSERVACION

Vicente Solano Lima


Héctor José Cámpora 25-5-1973 13-7-1973
(renuncia)
Raúl A. Lastiri - Presidente 12-10- Provisional. Llamado
14-7-1973
de la Cámara de Diputados 1973 a elecciones
Fallece en el
María Estela
Juan Domingo Perón 13-7-1973 1-7-1974 ejercicio de la
Martínez de Perón
Presidencia

Depuesta por un
Golpe de Estado.
María Estela Martínez de
1-7-1974 24-3-1976 Proceso de
Perón
Reorganización
Nacional

MINISTROS DE ECONOMÍA Presidente BCRA


NOMBRE PERÍODO NOMBRE PERÍODO
CARGO: Ministro de Economía

Alfredo Gómez Morales 29-5-1973 2-9-1974


José B. Gelbard 25.05.1973 21.10.1974

11-10- 29-10-
Hernán Aldabe
1974 1974
Alfredo Gómez Morales 21.10.1974 02.06.1975
29-10-
Ricardo A. Cairoli 17-7-1975
Celestino Rodrigo 02.06.1975 22.07.1975 1974
Pedro J. Bonanni 22.07.1975 14.08.1975
Emilio Mondelli 1-8-1975 3-2-1976
Antonio F. Cafiero 14.08.1975 03.02.1976
Emilio Mondelli 03.02.1976 24.03.1976 Eduardo A. Zalduendo 4-2-1976 24-3-1976
1) Introducción:

Las dificultades que entraña conciliar un crecimiento rápido con el equilibrio interno
y externo están ampliamente demostradas por la experiencia de las economías avanzadas;
pero, además de ello, otras dos clases de limitaciones complican la conducción de la
política macroeconómica en los países menos desarrollados y, muy especialmente en el
caso argentino durante los primeros, años de la década del '70.

Una de estas limitaciones consiste en la gran dependencia de las economías menos


desarrolladas con respecto a los sectores foráneos. Esto resulta por demás evidente
cuando, por ejemplo, la exportación genera la mayor parte del ingreso monetario, los
impuestos sobre el comercio exterior son la principal fuente de los ingresos fiscales y
las subsidiarias locales de las empresas extranjeras pueden aislarse de las políticas
monetarias nacionales merced a su acceso independiente al financiamiento externo.
Pero una limitación más típica de los países como la Argentina es la dependencia
externa creada por la sustitución de Importaciones en gran escala detrás de altas barreras
proteccionistas. Paradójicamente, el resultado de estas políticas ha sido reducir la
respuesta de las exportaciones e importaciones a los cambios en los precios relativos,
porque la mayor parte de la producción interna no primaria y una gran proporción
de las exportaciones han llegado a ser muy poco competitivas. De esta manera, la
independencia de la política macroeconómica está limitada por la obligación de los
gobiernos de valerse fundamentalmente de ajustes en el nivel total de actividad y empleo
internos para resolver los problemas del balance de pagos a corto plazo.

La segunda clase de limitaciones consiste en el alto grado de conflicto sociopolítico.


Si bien el conflicto es una experiencia humana universal, en las sociedades avanzadas las
instituciones actúan como mediadoras y reprimen o moderan sus manifestaciones más
extremas. En ellas, instituciones más o menos fuertes y respetadas manejan la política
económica de acuerdo con reglas que gozan de general aceptación. Esto es menos cierto
en países menos desarrollados que no están regidos por dictaduras o por un partido único
poderoso. Más generalmente, las coaliciones formadas en una etapa inicial para apoyar
ciertas reglas de juego político-económicas han sufrido diversos ataques, cuando no han
quedado totalmente desarticuladas, por el surgimiento de nuevos y mejor organizados
grupos de presión generados en el proceso. Estas nuevas fuerzas, al romper la coalición
preexistente, contribuyen a revivir divergencias tradicionales. Esto es así porque en la
mayoría de los países de nivel intermedio, el desarrollo institucional ha quedado
rezagado con respecto al desarrollo económico. Por ello, quienes tienen a su cargo la
conducción de la política macroeconómica de un país, se ven sometidos a la difícil tarea
de conciliar los intereses de un proletariado cuyo nivel educativo es relativamente alto y
que demanda mayor participación, con los de un empresariado acostumbrado al
laissez-faire bajo el cual el país prosperó anteriormente.

2) Contexto económico externo:

Durante el periodo 1973-76 el sector externo desempeñó un papel sumamente


significativo. Aunque alrededor del tercer trimestre de 1972 la situación había sido crítica,
hacia fines de ese año el aumento del valor de las exportaciones en un 40 % acompañado por
un aumento del precio de las importaciones de solo el 10 % mejoró las perspectivas.
Pero esta situación fue temporaria, ya que se revirtió como consecuencia del deterioro de
los términos del intercambio que antecedió a la crisis petrolera. Al estallar ésta, dichos
términos empeoraron aun más y para fines de 1974 eran sólo la mitad de lo que eran a fines
de 1972, afectando fuertemente a la balanza comercial, que de un saldo favorable de 200
millones de dólares en 1973-74 pasó a un déficit de 850 millones de dólares en 1974-75
(shock de oferta).
La recesión internacional, afectó a los principales mercados de la. Argentina y la
disminución de la demanda de nuestras exportaciones fue agravada por la prohibición de
importar carne argentina Impuesta por el MCE en julio de 1974. Estos factores externos se
potenciaron por una política de lenta pero constante sobrevaluación de la moneda,
consecuencia del mantenimiento durante los 20 primeros meses del nuevo gobierno, de un
tipo cambiario fijo frente a una inflación del 50 % para ese período.

Como podemos apreciar, de las tres variables que afectan en mayor medida al
balance de pagos, dos (los términos del intercambio y el nivel de demanda externa) estaban
fuera del control de quienes fijaban la política económica argentina. Los términos del
intercambio internos eran la única variable que en cierta medida se podía determinar, por
lo que en vistas de una situación de balance de pagos tan desfavorable, la única opción era
una devaluación sustancia.

3) Situación sociopolítica interna

Las elecciones que llevaron al poder al tercer gobierno justicialista fueron ganadas por
una coalición encabezada por el peronismo, la cual alcanzó el 50 % de los votos. En
nueve de los veinticuatro distritos electorales sus candidatos superaron el 50 %. En los
distritos donde fue necesario recurrir al ballotage, éste fue ganado por el
justicialismo a excepción de dos, en los que los candidatos oficiales fueron vencidos por los
candidatos de facciones escindidas del peronismo.

La base social del vota peronista contaba con dos vertientes principales. En los centros
urbanos prevalecía el electorado obrero carente de una jefatura personalizada, donde
la dirigencia sindical conformaba una columna vertebral. En cambio, en las provincias
menos urbanizadas, donde el poder sindical tenía menos peso, prevalecía la jefatura
personalizada del caudillo local, de manera similar a lo que había sucedido con
anterioridad durante los gobiernos conservadores.

El gobierno encabezado por Cámpora impulsó una plataforma política casi idéntica a
las que había sostenido el justicialismo en el pasado, pero favoreció el acceso a puestos
claves del estado a dirigentes progresistas provenientes de la Juventud Peronista, tal es el
caso de los gobernadores de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y
Santa Cruz, los ministros de Educación e interior y el rector de la Universidad de Buenos
Aires. Esto agudizó el conflicto existente entre este sector y el grupo sindical, que
tradicionalmente había sido el principal apoyo y beneficiario de los gobiernos
justicialistas. Este enfrentamiento alcanzó su punto culminante luego de los tiroteos de
Ezeiza, con motivo del regreso definitivo de Perón al país. Veinte días después, tanto
Cámpora como Solano Lima presentaban sus renuncias, las que fueron aceptadas,
quedando la presidencia interinamente a cargo del presidente de la Cámara de Diputados Raúl
Lastiri.
En las nuevas elecciones llevadas a cabo en septiembre de 1973, la fórmula Perón-Perón
obtuvo más del 50 % en todos los distritos, exceptuando a la ciudad de Buenos Aires, y
superó el 65 % a nivel nacional. Esta vez Perón se presentó como un firme defensor del
sistema y destituyo a los-gobernadores de la Tendencia, como así también a los miembros de
su gabinete sospechosos de simpatizar con ese sector.

Sin embargo, los enfrentamientos armados arreciaban, dado que el ERP nunca
abandonó la lucha armada y que los grupos revolucionarios peronistas abandonaron la
tregua poco después de la masacre de Ezeiza.

4) El plan económico de mediano y largo plazo:

En líneas generales el programa era fuertemente intervencionista, moderadamente


nacionalista y distribucioncita. El encargado de ponerlo en práctica fue José Ber
Gelbard, presidente de la CGE y ministro de economía designado por Cámpora, a sugerencia
de Perón. El plan económico fue lanzado con cierta espectacularidad y presentado
como revolucionario, lo cual obedeció al deseo de evitar un enfrentamiento con los
sectores de izquierda. Los sectores tradicionales lo recibieron con recelo, más por
efecto del panorama político y del momento en el que se lo presentó, que por el programa
mismo.

El estado debía avanzar sobre un frente amplio. En el caso del comercio de


exportación, se hace cargo del comercio de cereales y de carne; en el caso del crédito,
debía acrecentar drásticamente su tradicional control, y en lo concerniente al
comercio había de establecer precios máximos y márgenes de ganancia de los
comerciantes minoristas. En lo relativo a las inclinaciones nacionalistas del plan, a
diferencia de lo ocurrido entre 1946/55, se contemplaron muy pocas expropiaciones.
Se estableció una clara preferencia por el capital local, lo que resulta coherente con los
intereses de la CGE.

Pero el punto fundamental de este plan fue su énfasis en la distribución. En


palabras de Perón se debía lograr "la distribución del ingreso nacional en términos
de absoluta equidad: 50 % para el capital y 50 % para el trabajo, en lugar del 67 % y
33 % como se da desde 1956". Esta meta seria alcanzada mediante una explícita
política de ingresos que debía reunir a grupos económicos y sociales contrapuestos y
superar los conflictos de clase, punto central de la política peronista. Esta política de
ingresos asumió le forma de un acuerdo tripartito especifico, el llamado "Pacto
Social”, que se acordó entre la CGT, la CGE y el estado.

a) El sector agropecuario: Las políticas agropecuarias propugnadas por el programa


estaban contenidas en la llamada ley agraria, propuesta pero nunca aprobada por el
Congreso, que disponía le expropiación de las tierras improductivas; en una ley
impositiva especial que instituía un gravamen sobre la productividad normal
estimada de la tierra, y en dos leyes que ampliaban las facultades de la Junta Nacional de
Carnes y de la Junta Nacional de Granos.
La ley agraria proponía la expropiación de la tierra improductiva, definiéndola
como aquella tierra que no hubiera estado en producción durante los últimos diez
años, o que hubiera producido menos del 30 % de su rendimiento normal esperado
durante el mismo período. El precio seria fijado de acuerdo con la productividad
anterior y sería pagado con bonos del gobierno.
La ley impositiva especial, reiteraba tentativas efectuadas bajo los gobiernos
de Illia y Onganía. El gravamen, que ponía el acento en la eficiencia, seria aplicado
no a la producción real, sino a una producción normal estimada.. El gobierno debía
estimar la Producción normal de todas las unidades. Una a apreciación muy alta de la
productividad podía equivaler a la expropiación de la tierra mediante la apropiación
de su. Renta. Esta Ley difería de las anteriores en que disponía el aumento de la tasa
fiscal cuanto mayor fuera la propiedad rural. Estas leyes obtuvieron cierto apoyo de
la Federación Agraria, del Coninagro, de la SRA, pero nunca de la CARBAP. Las
tres primeras organizaciones firmaron un acuerdo con el gobierno que, debido a lo
vago de su contenido y a que la estructura de ese sector fuera lo menos parecido a un
oligopolio, jamás se aplicó.

Las más efectivas de las reformas fueron las ampliaciones en las funciones de
la Junta Nacional de Carnes y de la Junta Nacional de Granos, en lo que fue una
versión suavizada del IAPI. El gobierno pensaba que los oligopolios comerciales
privados que operaban en el país reducían el precio pagado a los productores y además
no elevaban al máximo los precios de exportación. Por eso se concedió a dos
monopolios del estado el derecho a comprar y vender la totalidad de las exportaciones
agropecuarias, cuyo valor oscilaba entre los 2.000 y 3.000 millones de U$S anuales y
constituía más o menos la mitad de las exportaciones totales pero debido a los graves
problemas administrativos y financieros que sufrieron las juntas, se debió recurrir a
los antiguos exportadores, los que siguieron ejecutando gran parte de sus anteriores
funciones por cuenta de las Juntas.

b) El sector industrial y la inversión externa: Las leyes industriales estuvieron


orientadas a la protección de la industria local, la promoción de nuevos proyectos
industriales, el estímulo de la pequeña y mediana industria y a la regulación de la
inversión extranjera.

La ley de protección a la industria local no supuso un gran avance con respecto de la


ley Compre Argentino del gobierno de Levingston. Esta norma se detuvo poco en
consideraciones de costo y eficiencia y prestó mucha atención a las exportaciones
industriales (rescató la teoría de que los altos precios industriales se debían
básicamente a un desequilibrio estructural).

La Ley de Promoción Industrial permitía al gobierno subsidiar proyectos


específicos considerados de interés nacional. Los requisitos básicos estipulaban que
debían ser proyectos nuevos, que no compitieran con industrias existentes y que se
instalaran fuera de zonas desarrolladas. Esta ley permitía que el pago del impuesto
a las ventas y posteriormente el IVA fuese diferido por un lapso de hasta 15 años, sin
ajuste por inflación.

La ley concerniente a la regulación de las inversiones extranjeras se inspiraba en


la Resolución 24 del Acuerdo de Cartagena, suscrito por los países del Pacto
Andino. Su principal propósito consistía en revertir la tendencia de la penetración
extranjera en la economía, particularmente en el sector industrial, aunque no se puso énfasis
en la nacionalización de las empresas extranjeras.
c) El sector financiero: La reforma financiera, erróneamente conocida como
"Nacionalización de los depósitos", estuvo inspirada en la implementada en 1946, y
tenía como principal objetivo dotar al BCRA de mayor poder directo en la
determinación del volumen total del crédito y el dinero en circulación. La nueva ley
rompió con el sistema de encajes vigente hasta entonces al desligar los depósitos
efectuados por el público en el sistema bancario y el total del crédito otorgado a la
comunidad. La función de crear dinero, que había sido compartida entre el sistema
bancario y el BCRA, fue transferida por completo a este último. En este sistema los
bancos recibían los depósitos por cuenta del BCRA que a su vez otorgaba líneas de
crédito a cada uno de los bancos y estos concedían créditos a su propio riesgo en
nombre del BCRA. Esta situación produjo un traslado del crédito de los bancos
privados a los de propiedad del estado. Esta plan, que tenía similitudes con el plan
de reservas del 100 % recomendado por los economistas de Chicago en la década
del '40, pretendía. reducir la variabilidad de la oferta de dinero. Cabe señalar
también que el crédito era una mercancía subsidiada desde hacia ya mucho
tiempo, dado que al ser las tasas fijadas, para los créditos inferiores a la tasa de inflación, el
paso del tiempo iba licuando la deuda, por lo que este sistema transfirió el manejo
de este subsidio a manos del estado (sólo en los primeros meses del plan
económico, cuando la inflación se mantuvo controlada en niveles bajos, se quebró este
mecanismo)

d) Las leyes impositivas: En el plano impositivo se estableció la


nominatividad de las acciones y se desconocieron como gastos los pagos efectuados
a las casas centrales en concepto de conocimientos especializados y tecnologías, los
que fueron tratados como ganancias ocultas y tratados de acuerdo a ello. Pero la
reforma más importante en el campo impositivo fue el reemplazo del impuesto a las
ventas por el IVA, con lo que se eliminaba el efecto cascada.

e) Las políticas de control de precios: La ley 20.680 facultaba al gobierno a


establecer precios máximos, intervenir en los mercados primarios, prohibir
exportaciones e imponer la producción de artículos esenciales. Esta ley tenía como
antecedentes otra de 1939 y dos más recientes, de 1964 y 1967. Si bien las grandes
firmas eran relativamente fáciles de controlar, la cuestión se complicaba en el caso
de los comercios minoristas. Durante el primer mes de vigencia de los controles de
precios el índice de precios descendió, para permanecer estable durante los seis
meses siguientes. También el tipo de cambio en el mercado negro descendió un 30
% en igual periodo. Hasta el gobierno resultó sorprendido por la eficacia de las
medidas adoptadas por lo que, en un enfoque extremadamente voluntarista, las
mantuvo mucho tiempo después de hubieran dejado de ser útiles (política de rentas).

f) Legislación laboral: Las relaciones laborales estuvieron signadas por dos leyes:
la ley de asociaciones profesionales y la ley de contrato de trabajo. La primera
estaba en vigor desde el primer gobierno de Perón, pero fue suspendida entre
1955 y 1958. La ley fue un elemento fundamental para preservar la unidad sindical
mediante la imposición del sindicato único por sector, a la vez que reforzó el poder
y la independencia de los sindicatos incluso ante el estado. Esta nueva ley
reforzaba las cláusulas favorables a los sindicatos y tornaba muy difícil crear
sindicatos en competencia con los existentes, así como también permitía a los
gremios participar en actividades políticas y apoyar pública mente a partidos y
candidatos. Pero quizás las modificaciones más importantes fueron la creación del
fueron sindical, en virtud del cual no se podía procesar a los dirigentes gremiales
a menos que la acusación fuera aprobada antes por el Ministerio de Trabajo; la
protección de los dirigentes sindicales contra el despido y el derecho a no trabajar
en la empresa mientras ejercieran funciones en los sindicatos.
La ley de contrato de trabajo fue básicamente una compilación de las normas
en vigencia, a las que se agregaron unas pocas mejoras para el sector obrero, entre
las cuales se encontraban la prolongación de las vacaciones pagas, la extensión de
la licencia por maternidad sin goce de sueldo y aumentar la indemnización en caso de
despido.

5) Las politices económicas de corto plazo:

a) Junio - Diciembre de 1973: Antes de que el nuevo gobierno asumiera el


poder la situación era caótica: la inflación superaba el 100 % anual y los salarlos
reales de 1972 eran 6 % inferiores a los de 1969. Por este motivo el gobierno lanzó
un drástico cronograma para reducir la inflación induciendo a un acuerdo sobre la
distribución del ingreso.
Esta política de concertación, llamada "Pacto Social”, era esencial para la
tradición peronista. Fue llevada a cabo mediante una muy rigurosa congelación de
precios y salarios, quedando casi al margen las medidas de política fiscal y
monetaria. De hecho, los precios de 570 empresas, presumiblemente oligopólicas,
fueron reducidos. Los salarios fueron congelados después de un aumento de 200$
mensuales, que representaban alrededor de un 20 % en el salario mínimo. Este
aumento, sumado a una disminución del desempleo, permitió que la participación
de los salarios en el PBN subiera cuatro puntos, llegando al 46,9 %. En virtud de
estas medidas el nivel de precios descendió un 2,7 % en Junio, para subir sólo el 4 %
en el semestre siguiente.
Otro factor de importancia para el éxito inicial del plan fue el mejoramiento de
las condiciones externas. Los términos del intercambio se elevaron a fines de 1972 y
siguieron altos hasta el tercer trimestre de 1973. Hacia fines de ese año el país logró
acumular un superávit de más de 700 millones de u$s, a diferencia del déficit de
218 millones del año anterior. Sin embargo, a fines de 1973 la crisis del petróleo
determinó una drástica inversión de los términos del intercambio, que cayeron en
más de un 20 %. El gobierno permitió una sobrevaluación de la moneda, lo que
sumado a una política expansiva aumentó el déficit público, que pasó del 2,4 % del
PBI en 1972 al 5,4 % en 1973, fundamentalmente debido al aumento do loe gastos
corrientes (salarios). Los ingresos del gobierno aumentaron en parte debido a la
reforma impositiva, pero más aún por la eliminación del rezago fiscal.
La tasa de crecimiento de la economía se aacelero llegando al 5,4 %. A la cabeza de esa
evolución marcharon las exportaciones, seguidas del la producción agropecuaria e
industrial. Las construcciones retrocedieron un 5,1 %. La inversión pública bajó del 8,8 % del
PBI al 7,7, permaneciendo estable la inversión privada. Hasta el momento el pacto social
había demostrado su validez, pero los cambios en el entorno macroeconómico
obligaban a una revisión del plan.

b) Enero - Septiembre de 1974: Para fines de 1973 empezó a tornarse claro que los precios
relativos en vigencia al momento del congelamiento estaban lejos de asegurar un
funcionamiento sin sobresaltos de la economía. Las políticas monetaria y fiscal no marchaban de
acuerdo, sobre todo desde el reanudamiento de las expectativas inflacionarias. Los precios de
las importaciones seguían subiendo, mientras la política oficial de precios imponía
que dichos aumentos fueran absorbidos por las ganancias. En muchos sectores esta
condición fue imposible de cumplir. Desde principios de 1974 se tornó evidente que
sería indispensable flexibilizar la política de precios. Por ello, el gobierno subsidió
la importación de materias primas a. través de una revaluación selectiva de la moneda, lo que
implicó un subsidio e las importaciones.
De todos modos, durante 1974, y especialmente a partir de septiembre, se tornó
imprescindible una "flexibilización". En el primer trimestre la inflación fue del 3 % y empezaron
a escasear algunos productos. Para marzo la presión de los sindicatos era muy
fuerte, ya que se había operado una leve baja en los salarios reales, aunque estos seguían
siendo aún muy superiores a los de 1972. Aunque el Pacto Social había especificado que
no se otorgarían nuevos aumentos de salarios, se estableció un aumento fijo de 240 $. Este
aumento, sumado a un paulatino calentamiento de la economía, elevó los precios en el
segundo trimestre en un 10,4 %. La tasa de desempleo disminuyó aún más, hasta alcanzar el
punto más bajo de la historia, que se repetiría años más tarde, del 2,3 % en abril de 1975.

En lo que hace al sector externo, la brusca inversión de los términos del intercambio se sumó
a la prohibición de las importaciones de carnes argentinas dispuesta por el MCE en julio de
1974. Los precios de las importaciones subieron más de un 35 %, por lo que el excedente de cuenta
corriente cayó de 700 millones de U$S en 1973 a 2.45 millones en 1974. Como el tipo de
cambio permaneció inalterado, esto significó una sobrevaluación gradual de moneda.

Durante este período, el gobierno acrecentó su papel como creador de dinero, con lo que la
tasa de inflación pasó del 8 % anual para el segundo semestre de 1973 a casi el 40 % para
1974. La inversión creció debido al aumento de la inversión pública, qua compensó con
creces la caída de la inversión privada. La tasa de crecimiento de la economía era alta:

c) Septiembre del '74 - Marzo del ´75: La muerte de Perón determinó una disminución
significativa de la capacidad de arbitraje del Poder Ejecutivo. Isabel Perón se identificó con
el ala derecha del partido, controlada por José López Rega quien procuró imponer una línea
ortodoxa que doblegara el poder de los sindicatos. Con este fin, designó en septiembre a
Alfredo Gómez Morales.
Las nuevas autoridades tenían un punto de vista intermedio en lo que respecta a la
flexibilización. Consideraban que en las circunstancias vigentes a ese momento, una
liberación irrestricta de los precios hubiera tenido por efecto un enorme salto inflacionario.
Por ello estimaron que la liberación debía ser parcial y acompañada de una política
de restricción financiera que redujese el déficit gubernamental y el crecimiento de la
masa de dinero. Se permitieron por ello muchos ajustes de precios, Incluso en algunos
servicios públicos. Los precios siguieron en ascenso: 12 % para el último trimestre
del '74 y 25 % para el primer trimestre de 1975.
Los salarios se aumentaron un 13 %. El tipo de cambio en el mercado negro
comenzó a superar al tipo oficial hasta duplicar su valor en febrero de 1975.
Finalmente el peso fue devaluado de 10 a 15 $ por dólar. Hasta ese momento, el
hecho de que el tipo de cambio no hubiera sido modificado redujo el nivel de
protección efectiva, lo que sumado a un nuevo deterioro de los términos de
intercambio de más de un 20 % hizo bajar el nivel de reservas de casi 2000
millones de U$S en el primer semestre de 1974 hasta poco más de. 1000 millones
en el primer trimestre de 1975. Para paliar esta situación, Gómez Morales estableció
contactos con inversionistas norteamericanos para que reanudaran el ritmo de
radicación de capitales e inició contactos con el FMI para el otorgamiento de un acuerdo
stand-by.

El deterioro de la economía comenzó a hacerse evidente. El gobierno puso en


marcha un riguroso plan de disminución de los gastos corrientes, y aunque la
inversión pública llegó al máximo histórico, no alcanzó para compensar la caída de la
inversión privada. En lo que hace a la política monetaria, se efectuó una tentativa por
disminuir la cantidad de moneda, dado que la economía mostraba síntomas de
recalentamiento y se hacía indispensable descomprimir la presión de la demanda .
(era imposible aumentar la oferta en el corto plazo). De la cantidad de moneda
creada hasta ese momento, el déficit gubernamental aportó el 76,6 %, la
creación de crédito un 8 % y el sector externo un 16,3 %. Como consecuencia
de esto, la inflación prevista en el presupuesto (30 %), fue desbordada por la realidad.

d) Junio - Agosto de 1975: A esta altura, la situación era sumamente


complicada. Varios grupos habían manifestado sus protestas, pero lo que produjo un
vuelco fue la gravedad de la situación externa. La inestabilidad política había
producido una ola especulativa en el mercado cambiarlo que había ampliado la
brecha entre el tipo oficial y el paralelo. Por ello en junio fue designado ministro de
economía Celestino Rodrigo, miembro del círculo íntimo de López Rega.

Ante la necesidad de sincerar la economía, el nuevo grupo se propuso liberar los


precios, llevar el tipo de cambio a una tasa realista, mejorar los precios
agropecuarios elevar los precios de los servicios y bienes públicos, disminuir el
déficit fiscal mant ener bajos los salarios y doblegar el poder sindical. La única
excepción a este plan de ajuste consistía en la ampliación del plan de construcción
de viviendas económicas.

El gobierno devaluó el peso de 15 a 30 $ por U$S, lo que implicaba una tasa,


cambiaría tres veces superior a la vigente en febrero. Los bienes y servicios públicos
fueron aumentados entre un 100 y un 200 % y los salarios recibieron una suba del
40 %. Con ello, se aceleró la inflación, en los doce meses siguientes.

Ante este panorama, los dirigentes sindicales no luchaban ya por un aumento salarial,
sino por su supervivencia política. Pero uno de los peligros más graves a los que se
enfrentaba la presión sindical era que, como esta política contaba con el total respaldo de
la presidenta, la oposición de los sindicatos podía acarrear su caída. Pero por fin,
luego de negociaciones individuales, los sindicatos obtuvieron un aumento promedio del
130 % que fue anulado por decreto presidencial y reemplazado por uno del 50 %.
Este hecho hace que el 7 y 8 de julio por primera vez en la historia las 62
Organizaciones y la CGT, de manera conjunta, llamen a una huelga general contra un
gobierno peronista. La movilización es un éxito, se anula la anulación de las
paritarias y se produce una renovación en el gabinete, en la que López Rega y Rodrigo
son reemplazados.

El efecto inmediato de esta puja fue un aumento del costo de vida del 110 % anual
en junio y 177% en julio. La cantidad de dinero en circulación decreció en términos reales,
del 13,7 % del PBI en el primer trimestre de 1975 al 8,1 % en el tercero. De abril del '75
a abril del '76 la desocupación creció vertiginosamente del 2,3 al 4,8 %. No obstante los
aumentos tarifarios, la situación fiscal se deterioró, sobre todo por el efecto del rezago fiscal
y la evasión impositiva ( efecto Qlivera- Tanzi).

Las consecuencias de este ajuste fueron las siguientes: los salarios reales no
bajaron, el sistema fiscal se desorganizó, la actividad industrial se vio gravemente
afectada, el sector agropecuario siguió declinando y la economía oscilaba entre los
peligros de la hiperinflación y la recesión.

A Celestino Rodrigo los sucede Pedro Bonnani, quien determinó tres áreas críticas que
debían ser mejoradas: la balanza- de pagos negativa y la reserva de divisas insuficiente
para afrontar los compromisos contraídos, el agudo proceso inflacionario y el déficit fiscal
que sextuplicaba lo presupuestado. Pero Bonnani no logró implementar un plan que sirviera
para atacar la crisis, ya que fue removido a los 21 días de ser designado.

e) Agosto de 1975 - Enero de 1976: Dada la gravedad de la crisis, que deterioró la


autoridad de la presidenta, se impuso un nuevo cambio en economía: a fines de agosto
asumió esa cartera Antonio Cafiero, quien pretendió reflotar las ideas de Gelbard a través
de una 'Concertación dinámica" entre el estado, la CGT y los empresarios. Sin embargo,
esta vez el acuerdo resultó efímero: el propio Cafiero lo quebró una semana después de
haberlo firmado.

Había tres problemas de suma urgencia que resolver. El primero y más crítico era la
situación externa. El segundo era el deslizamiento de la economía hacia la recesión y el
tercero la inflación. Estos tres problemas exigían soluciones en cierta medida
contradictorias entre sí y cada uno de ellos sólo podía ser resuelto de forma incompleta.
Además el equipo económico estaba convencido de que ningún sector de la economía estaba
en condiciones de soportar más shocks, por lo que se inclinó hacia políticas gradualistas.
La inflación fue vista más como un producto de la puja por el ingreso entre los diversos
sectores que como una consecuencia del desorden monetario.

En materia salarial, se empezaron a otorgar algunos aumentos, pero cuando el nivel de


los salarios cayó por debajo de los valores anteriores al shock, el gobierno concedió un
aumento de suma fija de 1500$, lo que representaba aproximadamente el 27 %, a la par que
establecía un régimen de indexación salarial trimestral.

El gobierno era consciente de la necesidad de rectificar algunos precios relativos, pero


temía el impacto inflacionario que esto pudiera acarrear. Sin embargo los precios
agropecuarios fueron aumentados, aunque el bajo precio de la carne debido a la
situación del mercado externo, determinó un lock out ganadero. También comenzaron a
indexarse otros precios de la economía.

Se iniciaron también conversaciones con el FMI con el fin de paliar la crisis externa,
pero el Fondo no aceptó el plan presentado por el gobierno, ya que no incluía ninguna
reducción salarial drástica y mantenía como objetivo la ocupación plena, a la vez que sólo
apuntaba a reducir el déficit fiscal al 6 % del PBI. Pese a todo, el Fondo desembolsó un
préstamo de 250 millones de dólares, que se sumaron al apoyo brindado al gobierno por un
grupo de bancos privados. Este respiro fue acompañado por la decisión de mantener la tasa
de cambio devaluada a través de pequeñas devaluaciones periódicas. Al mismo tiempo se
dispuso de un sistema de tipos de cambios múltiples para aumentar el costo de algunas
importaciones. Debido a todas estas medidas, en el primer trimestre de 1976, apareció
por primera vez en cinco trimestres un excedente en cuenta corriente.

La cantidad de dinero se mantuvo en los niveles anteriores, aproximadamente 11 % del


PBI, y la creación del dinero se debió fundamentalmente al déficit gubernamental, que en
el último trimestre de 1975 llegó al 16,4 % del PBI, producto de la combinación
entre un alto nivel de gastos y los efectos del rezago fiscal.

La producción siguió descendiendo y cayó un 8,9 % en el último trimestre del


'75. El PBN, que habla caído un 3,2 en el tercer trimestre de 1975, bajó un 6,3 en el
último trimestre. Aunque los primeros síntomas de la reducción de la crisis
comenzaron a manifestarse, levemente, en el primer trimestre de 1976, la situación
política era desesperada. La vuelta de Isabel Perón a la presidencia, luego más de
un mes de licencia, la oposición sindical, los lock outs ganaderos y las huelgas de
productores de la APEGE contribuyeron a crear un clima prerrevolucionario que
signó la historia del gobierno.

Enero - Marzo de 1976: La presidenta efectuó nuevas designaciones en su


gabinete. Emilio Mondelli, hasta entonces presidente del BCRA, fue nombrado
ministro de economía. Los sindicatos resistieron el cambio, pero los militares decidieron
seguir dejando que la situación se deteriorara hasta que nadie pudiese discutir la
necesidad de un golpe. La existencia de este "golpe esperado" generó un pico
especulativo, que entre febrero y abril elevó el nivel de precios en más de un 100
%. Ante la perspectiva de un nuevo go bierno, todos los sectores económicos buscaron
mejorar sus posiciones relativas.

A comienzos de marzo se lanzó un Plan de Emergencia, que establecía una


tregua por 180 días, una modificación a la Ley de Inversiones Extranjeras, se
devaluó un 50 % y se elevaron los salarios un 20 %, aunque los mismos
cayeron un 20 % en términos reales. Se detuvieron las devaluaciones periódicas
y se mantuvo el sistema de cambios múltiples. El tipo de cambio libre creció
rápidamente y las reservas continuaron en una situación precaria, debido
fundamentalmente al retiro del apoyo financiero internacional y local. La cantidad de
dinero cayó al 8,4 % del PBN en el primer trimestre de 1976 y el déficit de
tesorería alcanzaba el 12,9. % del PBN. El nivel de actividad siguió bajo aunque con
una leve mejora con respecto al trimestre anterior, y la construcción e inversión
alcanzaron niveles extremadamente bajos (-26,3 y -20,2 con respecto al año anterior).

BIBLIOGRAFÍA
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Aires, Fondo de Cultura Económica, 1977.
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Fundación Norte y Sur; Pontifica UCA Dos Siglos de economía argentina.
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