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Luis Imaz (Op. Cit.) nos revela cómo la Generación del 80 frustró sus posibilidades de burguesía
expansiva en la constitución
de una sociedad de ricos dependientes. Pero se trata de los hechos visibles correspondientes a
momentos críticos de la
economía.
propietarios de la tierra, tal vez sustituyendo, simplemente, a los tronados con los nuevos.
También se ha visto cómo la
Sociedad Rural es el instrumento de esta captación desde la calidad social se obtiene, como se
ha dicho, llevando el toro del
Imaz, estudiando la composición de los dirigentes de la Sociedad Rural, clasifica seis grupos
que marcan el proceso
a) El elenco estable tradicional constituido por los propietarios de más antigua data; b) los que
ascienden desde la
inmigración radicada en la provincia de Buenos Aires (Galli, Campion, Duggan, Harriet, Genoud,
etc.); c) estancieros
Imaz señala la particularidad para los dos grupos últimos, en los que la actividad rural es nueva.
En los otros casos,
las actividades iniciales de los fundadores de las familias, en su totalidad inmigrantes, han
estado directa o indirectamente
y marcan los puntos de partida más lejano de la peligrosa desviación para el desarrollo
capitalista del país, que entraña el
Respecto de todos estos grupos que ya han adquirido status, Imaz dice que ya están
identificados como miembros
de la clase alta, a pesar del origen diferente; en el primero la situación está dada por la
antigüedad en la propiedad de la
Habiendo sus padres adquirido campo, tras haber recibido en Buenos Aires una educación
primaria y secundaria
"que se debe", si han sido profesionales —abogados -mejor— y mantenido y acrecentado sus
relaciones, si han aceptado y
compartido las pautas del grupo -más prestigioso tras frecuentar determinados círculos,
pueden obtener un reconocimiento
en paridad.
Una vez ocurrido, todas las diferencias están borradas. E inconscientemente la propiedad de
sus tierras se retrotrae
a épocas anteriores a las reales. De ahí la confusión; "buscadores de prestigio", terminan por
ser identificados con la
aristocracia tradicional.
Al ser asimilados y reconocidos, se les crea una nueva mentalidad de "status" y siendo su
empeño mayor,
poseyendo como todas las burguesías en ascenso fortuna para dedicarla al lujo ostensible,
culminan su ascenso como
cabañeros. Es ahí precisamente donde se produce la identificación en el más alto grado.
Reconocidos dentro del grupo,
buscan sobre todo ser reconocidos por los que están, fuera del grupo. Al pasar a compartir
ciertas pautas de las familias
tradicionales —en cuya elaboración no intervinieron, creen en ella con la fe de los conversos, y
tanto más desean
nivel industrial; parecía obsesionado con un tema que ya está normalizado en la actividad
empresaria, desde que no hay
cuestiones con los trabajadores aislados y todos los problemas se resuelven a nivel Sindicato-
Empresa-Secretaría de
Trabajo. El industrial del cuento tiene más de mil obreros y sus oyentes creían que se refería a
ellos, cuando descubrieron
que estaba hablando de los seis o siete peones que tiene en el campo; entonces todos sus
oyentes soltaron la carcajada, tan
visible era que se inventaba el mínimo problema para ponerse a tono con las pautas nuevas, a
que creía obligarlo su
condición de ganadero.
Del mismo calibre es otro que cree repetir las pautas, haciendo que cuando llega a la estancia,
lo reciba todo el
personal, como ha visto en alguna película inglesa. Conozco otro, que al serme presentado, me
dio tres tarjetas,
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El motor que dinamiza a la gente del "medio pelo" es la búsqueda del prestigio.
Desde que Vance Packard popularizó la terminología en su análisis de la sociedad
situaciones falsas que obligan a ocultar la propia realidad de los componentes (en unos, la
No es ni más ni menos que la situación pintada por Lucio López en "La gran aldea"
(Ed. La Nación - 1909) al describir un baile de negros: "esos snobs de medio pelo son
codiciados
de la mujer. Para datos más precisos vive en Pergamino, pero descuento que dentro de poco se
enterrará en la avenida del
Esto no quiere decir que a la larga no resulten buenos estancieros. Recuerdo que, hace años,
viajando a Lincoln,
me senté en el comedor con dos panaderos amigos del pago. En seguida ocupó el asiento
vacante un joven minuciosamente
vestido de ganadero: botas de polo, breeches impecables, etc., etc.; lo que en el fútbol se llama
un Gath y Chaves, como ya
dejando ostentación ni disparate por decir. Era el hijo de un comerciante poderoso y bajó, muy
ufano, en una estación del
trayecto.
No había terminado de descender, cuando mis amigos "le bajaron la caña" con su jocoso
comentario de vieja clase
y de "entendidos". Tres o cuatro años después, me encontré con los dos estancieros, en otro
tren, y ahora se les llenaba la
boca hablando de la eficiencia de aquel Gath y Chaves como productor, que ahora era su
maestro. Se quedaron azorados
que la de los viejos. Lo recuerdo para que se vea que tengo presente las dos caras de la misma
moneda. Sólo que al país le
hacen más falta como burgueses que como señores, porque la dosis que tenemos de éstos, es
excesiva para nuestra salud
económica.
Siendo yo Presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires y Maroglio Presidente del
Banco Central, me
señalé entonces que este nuevo aporte al medio rural, concretándonos exclusivamente a él,
significaba un empuje hacia la
modernización.
Los recuerdos, son como la hilacha del poncho; se tira de una y el poncho se viene detrás en
hebras. Uno último
para terminar.
condición, cosa que no le sirvió; entonces se movió a través del sindicato porque se trataba,
según él, de ampliar la
producción y con ella la ocupación; del sindicato la vieron a Evita y por Evita llegaron, obreros y
patrón, a verlo a Miranda.
Yo presencié la escena: obreros y empresario estaban unidos en la demanda del crédito, hasta
que Miranda, con
aquella agilidad mental y sentido de la oportunidad que tenía, le dijo al empresario: Usted, don
Fulano, es un industrial de
raza; ya lo era su padre y su empresa tiene una larga tradición en la metalurgia. Usted no es un
mercachifle o un comerciante
apresurado metido a industrial, como tantos otros a que el país tiene que recurrir para acelerar
su transformación. Y usted
necesita ese crédito porque ha distraído fondos de su empresa para hacerse estanciero,
presionado por su mujer y sus
Creo que esta anécdota no está demás, aunque sólo sea para comprobar que el asunto lo
silbamos de memoria.
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por el prestigio social que rodea sus nombres". Se trata de los "morenos" que prestan servicio
como ordenanzas en las grandes reparticiones públicas, y que repiten en su propio medio y
ceremoniosamente, los modales que han aprendido mientras están con las bandejas delante
de
sus jefes. Hay aquí esa puntillosidad, esa preocupación por evitar las gafes, ya referida citando
a Mujica Láinez en su "Bomarzo", y que para los Orsini subsistiría aun en esos recién llegados
que son los Farnesios. Entre esos dos extremos, Farnesios y "morenos" ordenanzas, lo que
caracteriza la falsedad de la situación es que no afirma el status propio, sino la falta de uno