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PERU
SISTEMATIZACION DE EXPERIENCIAS EN
Cajamarca, Junín, Apurímac, Ayacucho y Pasco
Lima, 2018
INDICE
1. INTRODUCCION
2. MARCO GENERAL
2.1 Marco internacional y nacional de las políticas para la agricultura familiar.
2.2 La agricultura familiar en el Perú.
2.3 Importancia y potencialidades de la agricultura familiar.
2.4 Impactos de la minería en la agricultura familiar.
4. CONCLUSIONES
5. PROPUESTAS DE POLITICA
6. BIBLIOGRAFIA
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1. INTRODUCCION
La importancia de la agricultura familiar en relación a la alimentación, el empleo, el combate a la
pobreza y la protección de la biodiversidad ha venido siendo crecientemente reconocida a nivel
internacional, habiendo declarado la 72° Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidad el
“Decenio para la Agricultura Familiar 2019-2028” (NNUU, 2017).
No cabe duda que la falta de apoyo a la agricultura familiar, y en general al sector agropecuario
no exportador, es resultado del modelo neoliberal extractivista predominante en nuestro país, el
cual prioriza sectores, como la minería, el petróleo y también la gran explotación agrícola, que
extraen intensivamente los recursos naturales para exportarlos sin mayor valor agregado, a costa
de fuertes impactos sobre el ambiente y los recursos naturales.
En particular la minería afecta la disponibilidad y calidad de la tierra y el agua para las actividades
agropecuarias, en especial de la agricultura familiar cuya vulnerabilidad es mayor. La propia salud
de las poblaciones es afectada y los frágiles ecosistemas donde se concentra la producción
familiar, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y las alternativas al desarrollo, alternativas
agroecológicas y de producción diversificada.
Asimismo, hay que tener en cuenta que debido al cambio climático, la agricultura familiar
presenta una gran vulnerabilidad, por la severidad de sus efectos sobre la disponibilidad de agua,
la variabilidad de las lluvias y la temperatura, y los cada vez más frecuentes desastres por
fenómenos naturales. Situación que demanda otorgar a la agricultura familiar una clara prioridad
de atención por parte del Estado, que debe expresarse en presupuesto y programas adecuados.
Teniendo en cuenta los aspectos señalados, la Red Muqui ha considerado importante elaborar y
difundir el presente documento, con el propósito de visibilizar las implicancias que tiene la
minería respecto a la agricultura familiar y dar a conocer importantes experiencias para su
desarrollo realizadas por instituciones socias de la Red. Ofreciendo además un conjunto de
propuestas orientadas al fortalecimiento de la agricultura familiar con políticas tanto en el campo
agropecuario, minero, ambiental y de mejor gestión a nivel local y regional. En ese sentido, el
presente documento comprende los siguientes capítulos, además de la presente introducción.
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El segundo capítulo “Marco General: Agricultura Familiar y Minería en el Perú” presenta las
principales características y problemas agricultura familiar en nuestro país en el marco de la
prioridad que se viene otorgando a los sectores extractivos; se define este tipo de agricultura, se
identifican su importancia y potencialidades en relación al empleo, el valor de la producción
agrícola, el combate a la pobreza, la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad y
los aspectos de género. Asimismo, en este capítulo se repasan los principales impactos de la
minería sobre la agricultura familiar y la población dedicada a esta actividad, en especial en
relación a los conflictos entre la minería y la agricultura por los recursos de tierra y agua, los
problemas de contaminación de suelos y aguas, los desplazamientos poblacionales y los peligros y
los efectos para la salud de la población y los ecosistemas frágiles y la seguridad alimentaria.
Como lo muestran estos casos, la agricultura familiar produce la mayor parte de los alimentos
para el consumo interno y contribuye a la diversificación productiva hacia actividades renovables,
y garantiza la sostenibilidad del medio ambiente, la conservación de la biodiversidad, el territorio
y el agua. Empero, tienen que enfrentar los severos efectos del cambio climático y los riesgos
ambientales, económicos y sociales que genera la actividad minera sobre las actividades rurales
locales y regionales.
Finalmente en un quinto capítulo se presentan las propuestas específicas de la Red Muqui para la
agricultura familiar, enmarcadas en especial en los siguientes puntos de la Agenda de la Red
2018-2021 (Red Muqui, 2018):
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- Agua, minería y cambio climático, referido a garantizar el acceso al agua y la protección
de su calidad para su uso por las poblaciones y la agricultura familiar, y en particular a
porteger las cabeceras de cuenca.
La elaboración del presente documento ha estado a cargo del Ing. Edwin Alejandro Berrospi de la
Red Muqui con la colaboración del Econ. Carlos Portugal en el segundo capítulo, y con la
participación de las instituciones socias de la Red que han preparado la sistematización de los
casos que se incluyen en el tercer capítulo.
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2. MARCO GENERAL: LA AGRICULTURA FAMILIAR Y LA MINERIA EN EL
PERÚ
Marco Internacional
Aun cuando el concepto de pequeña agricultura o agricultura campesina es muy antiguo y fue
utilizado ampliamente en las décadas de los sesenta y setenta en América Latina, durante los años
ochenta y noventa del siglo XX pasó a un segundo plano por las políticas agrarias enfocadas en la
participación en la globalización y la modernización de la agricultura en base a la actividad
empresarial. Estas políticas excluyeron a los agricultores familiares cuya pobreza y situación de
sus sistemas productivos parecían no poder hacer ningún aporte al desarrollo por lo cual se
justificaba el recorte de programas públicos a su favor en un contexto en que política neoliberal
reducía la intervención del Estado (Salomón, S. et alt., 2014).
El resultado de estas políticas no hizo sino agravar en América Latina la migración rural-urbana, la
competencia por la tierra y el agua y la reconcentración de tierras, aumentando la desigualdad
entre la agricultura familiar y la agricultura empresarial.
Recién en la primera década del presente siglo que el concepto de agricultura familiar se
recomenzó a utilizar de manera más generalizada en la región, al constatarse que seguía siendo
un sector importante del sector agropecuario en términos de producción de alimentos, empleo y
usos sostenible de los recursos, con valor especial para las nuevas políticas de inclusión, seguridad
alimentaria y biodiversidad. De esta manera en varios países de América Latina y el Caribe, la
agricultura familiar se ha convertido en motivo de políticas públicas orientadas específicamente a
su desarrollo (Schneider, 2012).
La declaración del 2014 como “Año internacional de la Agricultura Familiar” por las Naciones
Unidas, dio un considerable impulso a las políticas de fomento de la agricultura familiar en
América Latina. Lo cual se ha consolidado con el establecimiento por acuerdo de la 72° Sesión de
la Asamblea General de las Naciones Unidad del “Decenio para la Agricultura Familiar 2019-2028”
(NNUU, 2017).
Marco Nacional
Desde 1920 las tierras comunales fueron consideradas por como inajenables, inembargables e
imprescriptibles. Con la nueva Constitución de 1993 aprobada en el régimen de Fujimori, se
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estableció que podían ser vendidas a terceros de acuerdo a procedimientos específicos. En este
marco en julio de 1995 se promulgó la Ley 26505 Ley de Tierras y se realizó en 1997 la subasta de
los primeros lotes de la irrigación Chavimochic, intensificándose con la Ley el mercado de tierras
de las comunidades campesinas y pueblos indígenas, afectando directamente a la agricultura
familiar, iniciándose una etapa de neo latifundismo (Eguren, 2018).
A partir de la década de los noventa se inició el “boom minero” que tuvo al oro como mineral
estrella, liderando la producción minera la empresa “Yanacocha” en Cajamarca. El boom permitió
un crecimiento sostenido del PBI de la minería metálica y en pocos años el Perú pasó a ocupar el
primer lugar en la producción de oro en América Latina y el cuarto en el ranking mundial. Esta
situación llevó a los gobiernos a priorizar su relación con la actividad minera, pasando a segundo
plano la actividad agrícola, a pesar de su importancia para la alimentación de la población y como
fuente para la actividad laboral del país (Red Muqui, 2014).
Con el gobierno de Alan García se afirma una política de explotación de los recursos naturales con
la aprobación de 99 Decretos Legislativos que en resumen señalaban que las comunidades de ser
un obstáculo para el desarrollo y modernización del Perú, comparándolas con el “perro del
hortelano”: “Hay millones de hectáreas que las comunidades y asociaciones no han cultivado ni
cultivarán (las) tierras ociosas porque el dueño no tiene formación ni recursos económicos por
tanto su propiedad es aparente. Esa misma tierra vendida en grandes lotes traería tecnología de
la que se beneficiaría también el comunero” (Garcia A., 2007).
Posteriormente, durante el gobierno de Humala, con los cinco paquetes de normas emitidas entre
el 2013 y el 2015 se realizó una campaña más agresiva para facilitar y atraer a la inversión privada,
flexibilizando el marco jurídico de protección de los derechos sociales, ambientales, territoriales y
de los pueblos indígenas.
Por ello, con gran rezago respecto a las políticas iniciadas por otros países latinoamericanos en
décadas pasadas, recién en el 2015 el Estado peruano inició una política específica para la
agricultura familiar, promulgando ese año la Ley 30355 “Ley de Promoción y Desarrollo de la
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Agricultura Familiar”, y aprobando mediante el D.S. 019-2015-MINAGRI la “Estrategia Nacional de
Agricultura Familiar” (MINAGRI, 2015).
Asimismo, se requiere decisión política para incrementar sustantivamente los recursos destinados
a la agricultura familiar y en especial a la de subsistencia, introducir políticas y mecanismos que
favorezcan los precios de los productos de la agricultura familiar y se emprendan las inversiones
necesarias para incrementar su acceso al agua y la conectividad con los mercados.
“El modo de vida y de producción que practican hombres y mujeres de un mismo núcleo familiar en un
territorio rural en el que están a cargo de sistemas productivos diversificados, desarrollados dentro de
la unidad productiva familiar, como son la producción agrícola, pecuaria, manejo forestal, industrial
rural, pesquera artesanal, acuícola y apícola, entre otros, siendo esta heterogénea debido a sus
características socioeconómicas, tecnológicas y por su ubicación territorial. La familia y la unidad
productiva familiar están vinculadas y combinan funciones económicas, ambientales, productivas,
sociales y culturales”
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De acuerdo a la estrategia nacional lo que caracteriza a la agricultura familiar es el predominio del
trabajo familiar, aunque no se excluye el contar con aporte de otros de manera temporal. La
unidad productiva y la familia misma son indesligables. Tiene acceso limitado a los recursos tierra,
agua y capital y la estrategia de supervivencia contempla ingresos múltiples siendo sus unidades
productivas muy heterogéneas y multiactivas, incluyendo actividades intra y extraprediales
(MINAGRI, 2015).
Las unidades de agricultura No familiar corresponden a productores que son personas jurídicas,
como empresas, comunidades campesinas y otros, así como aquellas unidades que cuentan con
mano de obra externa permanente.
Cuadro N° 1
Agricultura Familiar y No familiar: Unidades agropecuarias por región
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La importancia de la agricultura familiar se produce a pesar de los fenómenos naturales adversos
que la afectan, como son las sequías, heladas, la menor disponibilidad de recursos hídricos por el
agotamiento de las reservas de los glaciares y la reducción de las lluvias, por el cambio climático y
los conflictos por el uso del agua.
Además, la agricultura familiar es afectada por la débil institucionalidad del sector agrario, el bajo
nivel productivo y la débil articulación al mercado, la pobreza y el escaso acceso a los servicios,
situación que contrasta con la situación y el apoyo que recibe el sector minero.
El peso de la agricultura familiar a nivel departamental presenta casos en los que representa
entre el 24% y el 27% de la superficie agropecuaria, como Lima, Ica y Apurímac, mientras que San
Martín, Tumbes y Amazonas las extensiones alcanzan el 75%, 73% y el 72% respectivamente
(Eguren F. Pintado M., 2015).
GRÁFICO N° 1
Agricultura Familiar: Unidades Agropecuarias y Superficie
Unidades Agropecuarias
AGRICULTURA FAMILIAR
97%
AGRICULTURA AGRICULTURA
FAMILIAR NO FAMILIAR
48% 52%
AGRICULTURA
NO FAMILIAR
3%
Fuente: MINAGRI, 2015 Unidades Agropecuarias; Eguren F. et al, 2015 Superficie estandarizada.
Los departamentos que concentran la agricultura familiar en el país son: Cajamarca 15%, Puno
10% Ancash 8% y Piura 6%, que en conjunto reúnen el 39% de las unidades de agricultura a nivel
nacional.
Cajamarca y Puno tienen 99% de agricultura familiar sobre el total del número de unidades
agropecuarias de esos departamentos, mientras que Ancash tiene 98% y Piura 97%. Otros
departamentos con 99% son: Ayacucho, Cusco, Huancavelica y Loreto. Por otro lado, los
departamentos con menos porcentaje departamental son Lima y Tacna con 93%, Arequipa y
Tumbes 92% e Ica 91%.
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Cuadro N° 2
Agricultura Familiar: Unidades Agropecuarias por departamento
Agricultura Familiar
Departamento % del total de % de Unidades
N° de UA Unidades de Agropecuarias del
Agricultura Familiar departamento
Amazonas 67,444.00 3% 98%
Ancash 165,400.00 8% 98%
Apurimac 81,013.00 4% 99%
Arequipa 49,063.00 2% 92%
Ayacucho 110,068.00 5% 99%
Cajamarca 324,885.00 15% 99%
Cusco 176,743.00 8% 99%
Huancavelica 71,530.00 3% 99%
Huanuco 104,194.00 5% 98%
Ica 29,343.00 1% 91%
Junin 128,578.00 6% 97%
La Libertad 121,781.00 6% 97%
Lambayeque 54,365.00 3% 95%
Lima 74,313.00 3% 93%
Loreto 66,484.00 3% 99%
Madre de Dios 6,193.00 0% 93%
Moquegua 13,122.00 1% 98%
Pasco 29,173.00 1% 97%
Piura 135,313.00 6% 97%
Puno 210,623.00 10% 99%
San Martin 85,999.00 4% 95%
Tacna 19,805.00 1% 93%
Tumbes 7,020.00 0% 92%
Ucayali 24,381.00 1% 96%
Perú 2,156,833.00 100% 97%
Fuente: CENAGRO 2012. MINAGRI, 2015.
El Ministerio de Agricultura ha establecido en base a los resultados del Censo Agropecuario los
siguientes tipos de unidades de agricultura familiar (MINAGRI, 2015) (1).
(1) Una clasificación alternativa que combina escala, nivel tecnológico y orientación productiva, incluye 4
tipos de agricultura familiar, usando como patrón la hectárea de riego en costa (HRC). De esta manera
encuentra que el 28.9 se ubica en el nivel de Infrasubsistencia (Menos de 0.5 HRC), 45.8% Subsistencia (De
0.5 a menos de 2 HRC), 20.0% en Intermedia (De 2 a menos de 5 HRC) y 5.3% Excedentaria (De 5 a menos
de 10 HRC) (Maletta H., 2017).
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la reproducción familiar, lo que los induce a recurrir al trabajo asalariado fuera o al
interior de la agricultura.
% U.A. Característica
A.F de 87% Poseen menos de dos hectáreas estandarizadas; mayor orientación al
Subsistencia autoconsumo; generalmente sin riego y baja tecnología; incipiente
vinculación al mercado; su producción no permite el sostenimiento de
la familia. Una parte no desdeñable no accede ni a riego ni a semillas
certificadas (AF de subsistencia crítica), otra sí accede a al menos a
uno de ellos (AF de subsistencia no crítica).
A.F. Intermedia 10% Extensiones entre dos y cinco hectáreas (estandarizadas).
Características intermedias entre la AF de subsistencia y la
consolidada. También pueden distinguirse dos subtipos: uno que
accede a riego y a semillas certificadas (AF intermedia con mayor
potencial”) y otro que no tiene acceso a ellos (AF Intermedia con
menor potencial”).
A.F. Consolidada 3% Poseen más tierras (entre 5 y 10 hectáreas estandarizadas); mayor
acceso a tecnologías más productivas y a riego; totalmente vinculada
al mercado; la actividad agraria generalmente puede sostener a la
familia y dejar un excedente de capitalización. .
Heterogeneidad socioeconómica. Son saltantes las diferencias entre los diferentes tipos de
unidades de agricultura familiar, especialmente entre las Unidades de A.F. de Subsistencia con
respecto a las Unidades de A.F. Intermedia y Consolidada en aspectos como el predominio de las
productoras mujeres (32%), la menor edad (43% menor de 44 años) y la lengua nativa (41%).
Asimismo, mientras sólo el 21% de las Unidades de A.F de Subsistencia considera que cuenta con
ingresos suficientes, este porcentaje se eleva al 35% y 40% en el caso de los otros tipos de
agricultura familiar.
Limitado acceso a los servicios de asistencia técnica y crédito. Destaca la muy baja asistencia
técnica recibida por los tres tipos de unidades de agricultura familiar, en especial en la A.F de
Subsistencia (4%), y el bajo acceso al crédito que es 6%, 19% y 29% en la A.F. Subsistencia, A.F.
Intermedia y A.F. Consolidada, respectivamente.
Ingresos diversificados. En porcentajes que van del 41% al 36%, los productores y productoras de
la agricultura familiar buscan ingresos adicionales, trabajando principalmente en el mismo sector
agropecuario y en menor medida en los sectores comercio, construcción y otros.
Desigual acceso de las unidades al riego y elevada contaminación del agua. Como es de
esperarse el mayor acceso al riego corresponde a las unidades de A.F. Consolidada que en un 93%
tienen dicho acceso, mientras que las unidades de A.F. de Subsistencia e Intermedia alcanzan al
41% y 52% respectivamente. Sin embargo, es elevada la contaminación del agua para riego, por
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“relaves mineros, desagües industriales o domésticos y otras sustancias”, siendo que en el 42%,
56% y 60% de las unidades de A.F de Subsistencia, Intermedia y Consolidada, respectivamente
padecen dicha contaminación.
Limitado acceso a semillas certificadas y tecnología productiva. Existe una brecha importante
entre las unidades de la A.F. consolidada y la A.F. Subsistencia en relación al empleo de semillas
certificadas, que en el primer caso alcanza al 57% de las unidades y en el segundo caso al 9%.
Diferencia similares se presentan en el uso de fertilizantes, insecticidas químicos y tractores, en
que su so es mayor en el caso de la A.F. Consolidada respecto a la A.F. de Subsistencia. Esta última
presenta un uso mayor de tracción animal (53%).
Importantes prácticas agroecológicas. El uso de abonos orgánicos es significativo en los tres tipos
de agricultura familiar, destacando el hecho que en la A.F. de Subsistencia el 63% de las unidades
lo empleen y que en la A.F. Consolidada más vinculada al mercado sea de 67%. El uso de
insecticidas biológicos es bajo en los tres tipos, aunque el nivel más alto se presenta n la A.F.
Consolidada (17%) y el más bajo en la A.F. de Subsistencia (4%).
Cuadro N° 5
Agricultura Familiar: PEA Agropecuaria AF, Productores/as y Superficie
Las mujeres rurales presentan brechas de género y brechas entre el campo y la ciudad. El 26,6 %
de las mujeres productoras agropecuarias (de agricultura familiar y agricultura No familiar) no
sabe leer ni escribir, porcentaje tres veces mayor que el de los hombres (8,9%), siendo promedio
de estudios aprobados por las mujeres rurales de 6 años mientras que las del área urbana de 10,7
años (INEI, 2014).
Es muy reducida la participación de las mujeres en los cargos directivos de las comunidades
campesinas y nativas, ocupando sólo el 3.7% y 1.9% de las respectivas presidencias. De igual
manera las alcaldías son ocupadas por mujeres solamente en el 2.8% de los casos y en el 29.1% en
el caso de las regidurías de los municipios distritales y provinciales (ILC, 2017).
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En relación a la violencia contra la mujer el 67,5 % de las mujeres rurales han sufrido alguna vez
algún tipo de violencia por parte del esposo o compañero y el 28.9% violencia física (INEI, 2016).
Asimismo, el embarazo adolescente alcanzó al 22,7% de ese grupo de mujeres en el área rural, en
el área urbana fue de 9,8%.
Las mujeres tienen acceso limitado a los recursos para la producción agropecuaria. Las
productoras tienen en promedio 1,8 hectáreas de tierras agrícolas, mientras los hombres 3
hectáreas (INEI, 2014).
El 28.1% de las mujeres dedicadas a la actividad agropecuaria no tiene nivel educativo, el 45.9%
sólo cuenta con primaria, el 19.5% con secundaria y el 6.5% con alguna tipo de educación
superior. El 42% tiene como lengua materna el quechua, el aymara o una lengua amazónica.
Asimismo, en la estructura de edad, 12% de las mujeres tiene menos de 30 años, 37% tienen de
30 a 49 años, 19% de 50 a 59 años y 32% de 60 y más años (INEI, 2014).
La mujeres tienen una triple carga de trabajo, que restringe su tiempo para capacitarse y otras
actividades. Sin embargo, la experiencia con que cuentan las mujeres en cultivos con tecnología
andina y los conocimientos tradicionales de las comunidades, especialmente en relación a la
conservación de las semillas y prácticas agroecológicas, favorecen la producción sostenible y la
adaptación al cambio climático.
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Cuadro N° 6
Agricultura Familiar: Superficie (estandarizada) ocupada por región
De acuerdo a Eguren F. y Pintado (2015) en el año 2012 el 24% de la PEA ocupada del país se
encontraba laborando en la actividad agropecuaria correspondiendo el 83% de ese porcentaje a la
hogares de agricultura familiar, el 14% a hogares no agropecuarios y 3% a hogares que No son
agricultura familiar. A nivel de las regiones la PEA agropecuaria correspondiente a la agricultura
familiar representa el 51% de la PEA total agropecuaria en la costa, el 92% en la sierra y el 83% en
la selva.
Estos datos muestran que los hogares de agricultura familiar representan el mayor porcentaje del
empleo agropecuario, constituyendo así una importante fuente de trabajo para la población rural.
Destaca también el hecho de que las mujeres representan el 38.7% del total de la PEA ocupada en
agricultura familiar.
Cuadro N° 7
Agricultura Familiar: Participación en la PEA
2012 % %
PEA Total 15,541,000 100%
PEA Agropecuaria 3,756,000 100% 24.17%
PEA Agricultura Familiar 3,099,000 83% 19.9%
Hombres 1,901,000 61.3%
Mujeres 1,198,000 38.7%
Fuente: Eguren F., 2015
En el año 2012 de los 12 mil 438 millones de soles del Valor de la Producción Agrícola VPA, 10 mil
753 millones de soles comprendió el valor producido por la en la agricultura familiar, esto es el
86% del VPA nacional. La agricultura no familiar por su parte sólo el 14%. Si bien estos cálculos
reflejan el aporte económico de los hogares, la estimación sobre el total del VPA incluyendo la
producción de las empresas y de los productores sin tierra, lleva a establecer que el aporte de la
agricultura familiar estaría entre un mínimo del 58% del VPA y un máximo del 86% del VPA
(Eguren F. Pintado, 2015).
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Cuadro N°8
Agricultura Familiar: Participación en el Valor de la Producción Agrícola
%
Agricultura Familiar 58%
Empresas 33%
Agricultura No Familiar 9%
Hogares sin tierra 0.2
Total 100%
Valor Producción Agrícola Perú 18,474 millones de soles
Fuente: Eguren F. Pintado, 2015
El Perú posee 84 de las 117 zonas de vida conocidas en el mundo y 11 eco-regiones naturales, lo
que permite contar con una gran biodiversidad que junto a la variedad de climas, favorecen el
desarrollo de diversos cultivos agrícolas propios interesantes para el mercado nacional e
internacional. El Perú es el primer exportador mundial de espárragos, café, cacao y banano
orgánico; produce además cereales como la quinua, la kiwicha, el tarwi y la cañihua, entre otros
altamente nutritivos. La mayor parte de estos productos son cultivados por la agricultura familiar.
Asimismo, existe un mercado potencial para legumbres como habas y maíces, y la papa con sus
tres mil variedades en su mayoría poco conocidas, las hierbas aromáticas y las plantas nativas de
uso medicinal o nutritivo de alto contenido nutricional. En su mayoría, estos productos provienen
pequeños agricultores de Andes y la Selva Amazónica, encontrando en esta última frutas exóticas
como la cocona, la guanábana, el aguaje y el camu-camu.
Mucha de esta biodiversidad nativa se está perdiendo, por lo cual su conservación tendrá que
estar íntimamente relacionada al manejo agrícola y de los ecosistemas donde se inserta la
agricultura familiar. Cuando los sistemas agrícolas se simplifican, como ocurre con la agricultura
industrial, se reduce la biodiversidad y pierden servicios ambientales que son reemplazados con
insumos externos como plaguicidas y fertilizantes sintéticos. Peor aún, los transgénicos vienen
son una amenaza importante para la agrobiodiversidad y biodiversidad, en especial en los centros
de origen de importantes plantas alimenticias como el maíz y la papa (CAN, 2011).
El rol de la agricultura familiar para lograr la seguridad alimentaria es importante al incluir al 97%
de las unidades agropecuarias y producir más de dos tercios de los alimentos de origen agrícola
que se consumen en el país, siendo que más del 70% de las tierras con cultivos alimenticios
transitorios pertenecen a agricultores familiares (Eguren, 2016).
Tenemos a más de 3 millones de personas que laboran en la agricultura familiar y que producen
buena parte de sus alimentos y que con apoyo podrían mejorar sustantivamente su alimentación.
Además, debido a las prácticas agroecológicas y sostenibles en la producción agropecuaria de
gran parte de los productores, la agricultura familiar mantiene y desarrolla la agrobiodiversidad.
Pero esto no es posible si no se practica la soberanía alimentaria, concepto, que en contraste con
la seguridad alimentaria, se centra en la disponibilidad de alimentos, incide también en la
importancia del modo de producción de los alimentos y su origen y la potestad de cada Estado
para determinarlo de manera autónoma. Se resalta así la relación que tiene la importación de
alimentos baratos con el debilitamiento de la producción y la población agraria nacional y local.
Si bien entre 1972 y 2012 se produjo una ampliación de la frontera agrícola, la revisión de la
variación de la superficie agropecuaria muestra que en el caso de las unidades menores a 1.0
hectárea la superficie se incrementó en sólo 60.2% y en las unidades de 1.0 a 4.9% en 4.4%. Con
lo cual se hace evidente que se ha producido un proceso de fragmentación de la tierra, en medio
de una situación ya difícil para la agricultura familiar por contar con tierras insuficientes.
Cuadro N° 9
Agricultura Familiar: Variación intercensal (1972-2012) de unidades y superficie,
por tamaño de unidad agropecuaria.
18
26.79%
Total 1,745,773 2,213,506 35,381,809 38,742,463 9.5%
Fuente: INEI,1972; INEI, 2012.
Por otro lado, si bien las unidades agropecuarias con 3,000 y más hectáreas se ha prácticamente
mantenido, la superficie que ocupan se incrementó en 28.8% con lo cual se evidencia un proceso
de concentración de la tierra.
Las vías para esta reconcentración de la tierra han sido entre otras, la privatización de las
cooperativas azucareras, la adquisición de grandes extensiones de la irrigaciones que se han
puesto en marcha, beneficiadas además con el subsidio pagado por el Estado para su realización,
las plantaciones para biocombustible, las concesiones forestales y de actividad petrolera en la
amazonia y la minería especialmente en la región de la sierra (Eguren, 2018).
Los productores familiares son pobres y pobres extremos. La pobreza monetaria alcanza al
44.4% de la población rural y la extrema pobreza al 12.8%, siendo los departamentos más
afectados Cajamarca, Amazonas, Apurímac, Ayacucho, Huancavelica, Huánuco, Loreto, Pasco,
Puno (INEI, 2018).
Insuficiente apoyo del Estado. Como hemos señalado el presupuesto público destinado a la
pequeña agricultura ha sido siempre muy bajo, siendo el año 2017 el 2.1% del presupuesto total
del país, con unos 2,954 millones de soles (Baca E., 2017). En el período 2012-2017, mientras el
19
presupuesto público total tuvo una tasa de crecimiento media anual de 9%, el de la pequeña
agricultura fue de 1.5%.
Cambio climático, contaminación y competencia por el agua y la tierra. Una de las amenazas
más graves que enfrenta la agricultura familiar es el cambio climático global, que afecta
de especial manera a nuestro país por ser uno de los más vulnerables. El agua y la
biodiversidad son los recursos más afectados por el cambio climático, elementos
esenciales para el desarrollo agrario. La disponibilidad de agua se hace cada vez más
incierta, especialmente en la sierra, donde la proporción de días secos consecutivos están
en aumento (Propuesta ciudadana, 2011).
El 59% de la pequeña agricultura de subsistencia depende la lluvia para sus cultivos (Ver
Cuadro N° 4) lo que la hace muy vulnerable al cambio climático, pues se estima que en
América Latina para mediados del presente siglo, el porcentaje de tierras degradadas
sería del 31.3% del territorio y para fines de siglo de 62%.
La agricultura familiar y la actividad minera coinciden en parte importante del territorio nacional,
estando bajo concesiones mineras 18,123,241 hectáreas. Una aproximación a esta situación la
podemos ver en el mapa de sobreposición de las concesiones mineras con las tierras de las
comunidades campesinas y nativas elaborado (Cooperacción, 2017). Aunque este mapa no
incluye a la totalidad de las comunidades, nos indica que al menos el 38.26 % de la superficie
de los territorios de las comunidades se encuentra concesionado a la minería, el 37.87 %
en el caso de las comunidades campesinas y el 0.39 % en las comunidades nativas (2).
Otorgar concesiones mineras o de otro tipo en las comunidades afecta sus derechos de propiedad
o posesión y uso de sus tierras y territorios y el derecho a la consulta previa, como ha sido
reconocido por con sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Caso Awas
Tingni Vs. Nicaragua o Pueblo Saramaka Vs. Surinam) y recientemente por la sentencia de las 11
comunidades de Atuncolla en Puno que han ganado una acción de amparo suspendiendo las
concesiones mineras en su territorio hasta que sean consultados (Instituto del Bien Común, 2017).
En el siguiente cuadro se puede apreciar que los 14 departamentos más importantes en minería
(sin considerar Madre de Dios) que concentran el 90.60% del valor bruto de éste sector, tienen en
promedio un 29.22% de su superficie ocupada, con casos como Ancash, Apurimac, La Libertad,
Lima y Moquegua cuya superficie departamental se encuentra ocupada en más de un 40% por
(2) Debido a la falta información, se considera los territorios de menos de la mitad del número de
comunidades campesinas y nativas existentes, lo que se refleja en una subvaloración de la superficie de los
territorios comunales que actualmente se encuentran concesionados a la minería (Cooperacción, 2017).
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concesiones mineras. Éstos departamentos concentran a su vez 1.543 millones de unidades
agropecuarias familiares esto es el 71.25% del total de unidades agropecuarias familiares del país.
CUADRO N° 10
Agricultura Familiar y Minería: Principales departamentos mineros, superficie ocupada por
concesiones y número de unidades agropecuarias familiares
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GRÁFICO N° 2
Perú: Superposición de concesiones mineras con comunidades (2017)
Es más, el mismo informe de INGEMET refiere que de ponerse en marcha los proyectos mineros
en cartera en los próximos 30 años, la superficie disturbada alcanzaría las 376,000 hectáreas,
“ubicadas mayoritariamente encima de la cota 3000” (INGEMET, 2018).
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Este es un aspecto clave en la relación de la minería y la agricultura, su efecto sobre la
disponibilidad y calidad del agua. Uno de los criterios de considerados por el ANA para identificar
las cabeceras de cuenca es la variable de altitud, ubicándose éstas en alturas superiores a los
3,000 metros sobre el nivel del mar. El análisis de las concesiones mineras en estos niveles
altitudinales indica que el 56.26 % de las concesiones mineras totales sobre la superficie del
territorio nacional se encuentran por encima de los 3 000 m.s.n.m., siendo el de mayor porcentaje
concesionado la franja entre los 4 000 y 5 000 m.s.n.m. con el 34.16 %, donde además de las
cuencas se encuentran ecosistemas de importancia hídrica y muy vulnerables como los páramos
andinos (Cooperacción, 2017).
CUADRO N° 11
Concesiones mineras por rango de altitud
GRÁFICO N° 3
Perú: Mapa altitudinal y operaciones mineras (2017)
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La minería usa grandes cantidades de agua para su producción y explotación, por ejemplo la
compañía minera canadiense Barrick Gold gasta más de 110 litros de agua por segundo en su
proyecto minero, lo que equivale a 9 millones y medio de litros por día (Strano, G. 2016).
Los pasivos ambientales mineros (PAMs) son las instalaciones, efluentes, emisiones, restos o
depósitos de residuos producidos por operaciones mineras, en la actualidad abandonadas o que
constituyen un riesgo permanente y potencial para la salud de la población, el ecosistema
circundante y la propiedad.
De acuerdo al inventario elaborado por el Ministerio de Energía y Minas, al 2016 existían 8,854
PAMs ubicados en las principales cuencas del país, en su mayoría en los ámbitos donde se ubica
también la agricultura familiar. En su mayoría estos pasivos requerían una atención prioritaria.
CUADRO N° 12
Pasivos Ambientales 2016, por prioridad.
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GRÁFICO N°4
|Inventario de pasivos ambientales mineros (2016)
Además de los pasivos ambientales, las propias operaciones mineras contaminan las fuentes de
agua. Según información de la Defensoría del Pueblo, entre 2011 y 2014 se registró 153 conflictos
por el agua entre poblaciones y empresas mineras. Carlos Monge (2016) señala que dichos
conflictos se deben a los graves problemas respecto a la asignación de derechos, permisos y
licencias de uso de agua para la minería.
Si bien de alguna forma una parte de las unidades agropecuarias de la agricultura familiar tienen
acceso al riego, la cantidad y calidad del agua para riego se ha visto afectada por la contaminación
de relaves mineros, desagües industriales o domésticos como en el caso del río Mantario en Junín
que contiene altos índices de metales pesados que pone en riesgo los alimentos provenientes del
Valle y con ello afectando a la agricultura familiar.
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GRÁFICO N° 5
Los ríos más contaminados del Perú
La inversión minera se ha reactivado en nuestro país, contándose con una cartera de 29 proyectos
mineros importantes, que iniciarían sus operaciones en los próximos 8 años. Unas 337,526
unidades de agricultura familiares se ubican en las provincias donde se ejecutarían dichos
proyectos y serán pasibles de sus impactos ambientales y la competencia con la minería por la
tierra y el agua y la calidad de ésta.
El departamento con el mayor número de unidades agropecuarias familiares involucradas por los
nuevos proyectos mineros es Cajamarca, con 130,966 unidades que representan el 39% de las
unidades involucradas; seguido por Apurimac (17%), Piura (12%) y Arequipa (8%). Gran parte de
los proyectos en cartera, se ubican en los niveles altitudinales de los 3,000 m.s.n.m.
CUADRO N° 13
Agricultura familiar: Unidades en las provincias donde se ubican los proyectos mineros
Unidades
Agropecuarias %
Familiares
Ancash 14,120 4%
Arequipa 25,737 8%
Apurimac 57,892 17%
Cajamarca 130,966 39%
Cusco 8,409 2%
Huancavelica 16,340 5%
Ica 2,493 1%
Junin 11,466 3%
Lambayeque 11,658 3%
Moquegua 7,027 2%
Piura 40,273 12%
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Puno 9,720 3%
Tacna 1,425 0%
337,526 100%
GRAFICO N° 6
Mapa altitudinal y proyectos mineros en cartera
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CUADRO N° 14
Proyectos mineros y agricultura familiar
Proyectos con más de 500 millones de dólares de inversión
Diferentes estudios coinciden que la contaminación por metales pesados viene agravando la salud
humana de las poblaciones expuestas a dichos metales principalmente por plomo, cadmio,
arsénico, antimonio, mercurio entre otros. Los casos más graves son las poblaciones de La Oroya –
Concepción (área de influencia de las mineras Doe Run, Volcan y Chinalco) ubicadas en la
cabecera de cuenca del Valle del Mantaro; también la grave situación de salud en Cerro de Pasco
que tiene más del 70% de su población con plomo en sangre y los responsables son las empresas
mineras como Volcán, actualmente Glencore, que no ha cumplido su responsabilidad ambiental.
En los otros casos como en el Espinar, Apurímac, Cajamarca donde la minera se ha intensificado
con mayor fuerza en los últimos años viene agravando la situación de la salud de la población que
tiene altos niveles de plomo en sangre de los niños que superan los estándares de calidad de la
OMS (Pebe, G. 2005).
CUADRO N° 15
Impactos de la minería en la salud
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Según la Organización Mundial de la Salud OMS cerca de 1,6 millones de personas en Perú
podrían estar expuestas a suelos contaminados de plomo al residir en zonas próximas a
explotaciones mineras.
CUADRO N° 16
Situación de pueblos desplazados por la minería
De acuerdo a la Red Muqui (2018) las promesas de las empresas mineras transnacionales que las
inversiones mineras van a generar una gran demanda de empleo en las regiones no se han
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cumplido, pues durante los últimos diez años la minería emplea en promedio sólo alrededor del
1% de la mano de obra regional en forma directa. Igualmente, la esperanza que la actividad
minera iba a dinamizar el desarrollo rural tampoco se han cumplido, siendo altas las cifras de
pobreza especialmente de la población y las comunidades.
Es más algunos estudios sugieren que la presencia de la actividad minera sería un aspecto
negativo para los hogares en las zonas rurales. Como señala Pozo y Pucarmayta (2015), en base a
un estudio sobre una muestra de 18,041 hogares rurales, existe evidencia que la minería y la
agricultura serían actividades económicas excluyentes entre sí dentro de un mismo espacio
territorial en el Perú En ese sentido los hogares rurales más expuestos a la minería tienen en
promedio menores niveles de producción agrícola y de acumulación de animales mayores, que los
hogares de control que no se encuentran próximos a las actividades mineras, encontrando que
tanto el cambio en el uso de la tierra (menor disponibilidad de tierra para la agricultura en
distritos mineros) como una reducción en la oferta laboral agropecuaria serían mecanismos de
transmisión para explicar el impacto negativo de la minería en la agricultura.
La minería también tiene incidencia en la organización social local y comunal, presentando junto a
una mayor disponibilidad de recursos municipales casos de corrupción e incidiendo en la
generación de problemas sociales al interior de las comunidades y en sus conocimientos
ancestrales. Los pueblos indígenas han preservado por generaciones un rico patrimonio de
conocimientos, formas artísticas y tradiciones religiosas y culturales. Asimismo, los pueblos
indígenas han promovido la agricultura familiar por el mismo hecho de descender de poblaciones
que habitan un territorio, ellos también conservan sus propias instituciones sociales, económicas,
culturales y políticas lo que significa conocimientos tradicionales acumulados, tal como lo
reconocen los expertos.
Cambios culturales han ocurrido por la presencia de empresas mineras que se ubican en los
territorios de los pueblos originarios incidiendo directamente en la vida de las familias que viven
en áreas de influencia minera.
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