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ANALISIS DE LA BUENA FE EN LOS CONTRATOS MERCANTILES

Y EN LOS CONTRATOS INTERNACIONALES.

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

La buena fe en la historia del Derecho Romano distingue dos etapas en las que
tiene significados diferentes, la etapa clásica y la post-clásica. En la primera la
buena fe se predica principalmente en las buenas acciones o juicios, y sirve
para distinguir entre estos con aquellos otros llamados de derecho estricto, de
suerte que la buena fe es fundamentalmente una cualidad que tienen ciertos
juicios y que comporta un determinado modo o método de juicio. En la
segunda, la buena fe se predica como una cualidad de los contratos o bien se
sustantiviza, convirtiéndose en un principio jurídico del cual derivan reglas o
prescripciones de carácter imperativo; el principio de buena fe comienza a
entenderse en esta etapa posclásica como un principio rector de la conducta.
Son dos concepciones diferentes del mismo principio de buena fe (entendido
como método de juicio, la otra como regla de conducta), no necesariamente
opuestas o contradictorias, si bien cada una tiene su propio contenido y sus
peculiares consecuencias.

La fides es un principio fundamental del Derecho Romano que enuncia el


deber de toda persona de respetar y cumplir su palabra. La fides, se entiende
como un principio vigente en todos los pueblos, es decir de ius gentium y no
como un principio exclusivo de los romanos. Es fuente de deberes
jurídicamente sancionados en actos que carecen de la forma jurídica necesaria,
como la fidepromissio que vale, por la fides aunque carezca de la forma propia
de la sponsio. Puede considerarse que el mismo principio, la fides o lealtad a
la palabra, es la causa de las obligaciones derivadas de los contratos
consensuales.

Distinta de ella es la bona fides que aparece en la fórmula de algunas


acciones. Las acciones de buena fe que se conocen en el Edicto del pretor eran
éstas: la acción del antiguo negocio de fiducia, que parece haber sido la matriz
de las demás acciones de buena fe, las acciones de los cuatro contratos
consensuales (mandato, sociedad, compraventa y arrendamiento), la del
depósito, la acción de gestión de negocio ajeno y las acciones de tutela (para
exigir cuentas al tutor) y la de dote (actio rei uxoriae para exigir la restitución
de la misma).

El principio de buena fe con el transcurso del tiempo no solo es una regla de


conducta, sino también un criterio de juicio o método de la decisión judicial.
Su contenido concreto deberá irse actualizando en las decisiones judiciales y
en las opiniones doctrinales, pero no por la remisión a reglas éticas, modelos
de comportamiento, principios morales o, en general, consideraciones que no
son propiamente jurídicas; los romanistas no olvidaron que uno de los rasgos
de la vulgarización del Derecho Romano que se da en Occidente en los siglos
IV y V es precisamente esa tendencia moralizadora que, con las mejores
intenciones, pasan por alto y desprecia las categorías jurídicas. El contenido
específico del criterio de buena fe debe irse precisando, como ocurrió en el
Derecho Clásico, a partir de la misma realidad de las relaciones contractuales,
que son relaciones generadas por el consentimiento y de naturaleza bilateral.
Al juzgar sobre relaciones contractuales, el criterio de la buena fe exige del
juez que considere todas las consecuencias que se derivan de la reciprocidad
de las obligaciones y de su génesis consensual.

Al celebrarse los doscientos años del Código Civil francés que sirvió de
fuente para nuestra legislación, en donde aparece adecuado hacer algunas
reflexiones sobre una de sus normas de principio, en el caso venezolano como
es la norma contenida en el artículo 1.160 del código civil de 1982, que obliga
a las partes de un contrato a cumplir de buena fe con las obligaciones
convenidas. Esta norma se erige hoy como un principio fundamental del
Derecho de los contratos, considerándose de orden público y por tanto
inderogable. Es preciso reconocer, no obstante, que el concepto buena fe es
más fácil de percibir, e intuir, que de explicar. Es por eso quizás por lo que
durante mucho tiempo no se le daba mucho contenido a este deber
considerado insoslayable. Es por ello fundamental, pero a la vez parecía
conceptualmente impenetrable y sin mucho contenido práctico. Pero una
cautelosa y lenta evolución de la doctrina y de la jurisprudencia de muchos
países seguidores y herederos de ese texto histórico, han venido llenando de
diverso colorido a la norma que se presentaba algo desviada.

IMPORTANCIA DE LOS PRINCIPIOS DE BUENA FE EN LOS


CONTRATOS MERCANTILES INTERNACIONALES,
Según el Convención de Viena sobre los tratados internacionales.
Los Estados partes en la presente Convención Considerando la función
fundamental de los tratados en la historia de las relaciones internacionales;
Reconociendo la importancia cada vez mayor de los tratados como fuente del
derecho internacional y como medio de desarrollar la cooperación pacífica
entre las naciones, sean cuales fueren sus regímenes constitucionales y
sociales: Advirtiendo que los principios del libre consentimiento y de la buena
fe y la norma "pacta sunt servanda" están universalmente reconocidos
Afirmando que las controversias relativas a los tratados, al igual que las demás
controversias internacionales deben resolverse por medios pacíficos y de
conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional;
Recordando la resolución de los pueblos de las Naciones Unidas de crear
condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las
obligaciones emanadas de los tratados: Teniendo presentes los principios de
derecho internacional incorporados en la Carta de las Naciones Unidas, tales
como los principios de la igualdad de derechos y de la libre determinación de
los pueblos, de la igualdad soberana y la independencia de todos los Estados,
de la no injerencia en los asuntos internos de los Estados, de la prohibición de
la amenaza o el uso de la fuerza y del respeto universal a los derechos
humanos y a las libertades fundamentales de todos y la efectividad de tales
derechos y libertades.
También debemos mencionar la importancias que tienen este organismo
(UNIDROI) como ente fiscalizador cuando surgen diferencias o controversias
entre los estados : Los Principios Unidroit Fueron elaborados en 1994 por el
Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado, organización
intergubernamental independiente, con sede en Roma, que tiene como
objetivo estudiar los medios para armonizar, organizar y coordinar el derecho
privado entre los estados y preparar gradualmente la adopción por parte de los
distintos países de una legislación de derecho internacional privado uniforme,
Su objeto se encuentra definido en su estatuto orgánico y persigue la
unifcación del derecho privado, recurriendo, en cuanto sea necesario, a las
normas y leyes. Dichas organización está integrada por estados miembros,
pertenecientes a los cinco continentes, representativos de diversos sistemas
jurídicos.

LOS CONTRATOS MERCANTILES EN VENEZUELA

LOS CONTRATOS MERCANTILES


Es un convenio de dos o más voluntades para crear o transferir derechos y
obligaciones de naturaleza mercantil en la cual existe, en una de las partes, la
presencia de un comerciante, ya que su fin es la industria o el comercio o por
el carácter mercantil del objeto sobre el que recae, es decir, es un negocio
jurídico bilateral que tiene por objeto un “acto de comercio.

Acto de Comercio: Son todos los actos de naturaleza privada, regulado en el


Código de Comercio que tienen por objeto crear, transferir, modificar o
extinguir derechos u obligaciones y que tienen como objetivo principal
obtener un lucro y o beneficio mutuo. Un negocio jurídico puede ser
considerado un “acto de comercio” en función de la condición de las partes
que intervienen en él (si son comerciantes o no), en función de su objeto (si
tiene un objeto que el Código de Comercio reputa mercantil, o no), o en
función de los dos criterios tomados conjuntamente.

TIPOS DE CONTRATOS
Dentro de la variedad de contratos mercantiles los más nombrados son los
siguientes;
Contratos de Compañía (mas comúnmente, “de Sociedad”)
Contrato de Compañía o sociedad Mercantil surge cuando una o más personas
(físicas o jurídicas) mediante un contrato se obligan a realizar aportes para
constituir el capital social, que luego serán los bienes con los que se realizará
la actividad comercial organizada, en la que sus socios aceptan participar tanto
en las ganancias, como en las pérdidas que derivan de dicha actividad.
Según el Código de Comercio:
“un contrato en que dos o más personas estipulan poner algo en común con la
mira de repartir entre sí los beneficios que de ello provengan“ o también
que "Es la unión de dos o más personas (físicas o morales) de acuerdo a la ley,
que aportan algo en común para un fin determinado, obligándose mutuamente
a rendirse cuentas".

Contrato de cuentas en participación.


Las cuentas en participación Se trata de una fórmula asociativa
entre empresarios individuales o sociales que hace posible el concurso de uno
de ellos (el partícipe) en la empresa del otro (gestor), quedando ambos a
resultas del éxito o fracaso del último. Donde el fin común perseguido es la
obtención de ganancias mediante la explotación del negocio del gestor y
ambas partes contribuyen a su consecución. La cuenta en participación es un
tipo mercantil por razón de los sujetos.
Es el único tipo de sociedad o comunidad interna que conoce el Derecho
mercantil, las que por lo general carecen de personalidad jurídica. En efecto,
de la definición usual que se recoge en las normas mercantiles (especialmente
los Códigos de Comercio) se desprende que las cuentas en participación son
mercantiles y, por tanto, sujetas a las normas especiales de esta área, siempre
que se constituyan entre comerciantes.

Contrato de comisión mercantil (y formas de mandato mercantil)


La comisión es la forma mercantil del mandato, es decir, Es un contrato en el
cual una parte se obliga a celebrar o ejecutar uno o más actos de comercio por
cuenta de otra. El mandato puede conllevar o no la representación del
mandante. El mandato consta de dos partes:
El mandante: que se encarga de la ejecución de los actos de comercio.
El Mandatario, que se obliga a celebrar o ejecutar los actos de comercio por
cuenta del mandante.

Contrato de Agencia
una persona física o jurídica (el agente) asume de forma estable y permanente
el encargo, en nombre y por cuenta de otro y a cambio de una retribución, de
promover y concluir contratos como intermediario independiente, sin asumir
por ello, salvo pacto en contrario, el riesgo y ventura de dichas operaciones.

Contrato de depósito mercantil (así como los diversos contratos


bancarios)
El depósito mercantil le da derecho al depositario a una retribución, que a falta
de estipulación, será fijada por el uso de la plaza; es decir, es la entrega de una
cosa corporal para que sobre ella se ejerza la custodia necesaria, con la
obligación, para el que la recibe, de devolverla. La cosa depositada se llama,
igualmente, depósito.

Contrato de préstamo mercantil (incluye el préstamo con garantía de


valores)
Cuando la cosa prestada se destine a actos de comercio y por lo menos una de
los contratantes sea comerciante, entonces se consideraría que es un préstamo
mercantil.

Contrato compraventa mercantil


Es un contrato donde una de las partes se obliga a dar una cosa y la otra a
pagarla en dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El dinero que el
comprador da por la cosa vendida, se llama precio.

Contrato de permuta mercantil


Es el contrato por medio del cual cada una de las partes, llamadas
permutantes, transmite la propiedad de una cosa a cambio de que su contra
parte le transmita a su vez la propiedad de otra. En el código de comercio se
establece que se rige por las mismas reglas que gobiernan la compraventa, en
cuanto no se oponga a la naturaleza de aquel contrato.

Contrato de transporte
Una de las partes se obliga para con la otra, a cambio de un precio, a conducir
de un lugar a otro, por determinado medio y en plazo fijado, personas o cosas
y a entregar éstas al destinatario. Se perfecciona por el acuerdo de las partes y
se prueba conforme a las reglas legales. Como ejemplo tenemos: Las empresas
de domicilios motorizadas. Copetrán y Avianca.
Tiene lugar entre el expeditor o remitente, que da la orden de transporte, el
empresario que se encarga de hacerlo efectuar en su nombre y por cuenta de
otro, o bien entre uno de ellos y el porteador que se encarga de efectuarlo.

Contrato de seguros
Es el acuerdo por el cual una de las partes, el asegurador, se obliga a resarcir
de un daño o a pagar una suma de dinero a la otra parte, tomador, al verificarse
la eventualidad prevista en el contrato, a cambio del pago de un precio,
denominado prima, por el tomador.

Afianzamiento mercantil
Consiste en que una persona se obliga a pagar o a cumplir por un tercero, en el
caso de que éste no lo haga, es decir aunque el fiador no sea comerciante, si
tiene por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación mercantil.

Contratos especiales del comercio marítimo


Es aquél en el cual una de las partes (“transportador” o “empresa de
transporte”) asume la obligación de resultado de trasladar o conducir personas
(“pasajeros”) o cosas entregadas por la otra parte contratante (“cargador”), por
el espacio acuático, y mediante la utilización de un “buque”, desde un lugar
geográfico a otro (“puerto de embarque” a “puerto de destino”), a cambio de
un precio en dinero (que en el caso del contrato de transporte de pasajeros
recibe el nombre de “pasaje”, “billete” o “ticket” y en el caso de transporte de
cosas recibe la denominación de “flete”).

Incumplimiento de la obligación de pagar el precio


Si el comprador no paga el precio en el momento debido incurrirá en mora y
estará obligado a pagar el interés de la cantidad que debe al vendedor. En
relación con esta cuestión la Ley de Comercio Minorista establece unos
intereses moratorios elevados cuando el comprador es un comerciante que ha
comprado sus mercancías a un proveedor y aquél incurre en mora en el pago.

En este caso se producirá el devengo de intereses moratorios de forma


automática, sin necesidad de que lo solicite el acreedor. Esos intereses
comenzarán a partir del día siguiente señalado para el pago y el tipo aplicable
para determinar la cuantía de los intereses será del 50 % superior al tipo
señalado para el interés legal.

Por otra parte, decir que el vendedor no está obligado a entregar la cosa si no
recibe el dinero, siempre que no se haya pactado un plazo para el pago del
precio.
Este derecho se configura como un derecho de retención de la mercancía y
está en el art. 1466 C.Civil.

Además de este derecho de retención, el vendedor tiene un derecho real sobre


la mercancía vendida que se encuentra en su poder, incluso aunque lo esté en
calidad de depósito, que le permite enajenar esa mercancía a un tercero, para
obtener el pago del precio con los intereses de demora. Este derecho se
articula como una especie de prenda legal y se recoge en el art. 340 C.C.

Una vez que el vendedor ha entregado la mercancía y mientras ésta esté en


poder del comprador, el vendedor tiene un crédito por el importe del precio,
un crédito al que se le otorga el carácter preferente reconocido en el art. 1922
C.Civil.

Incumplimiento de la obligación de recibir la mercancía.


Cuando sin justa causa el comprador retrasa el recibo de las mercancías. El
vendedor podrá pedir el cumplimiento del contrato o bien la resolución del
mismo, teniendo en cuenta que las mercancías deberán depositarse
judicialmente.

Cuando el comprador demora hacerse cargo de los efectos comprados. El


vendedor podrá solicitar el depósito judicial.

En ambos casos, los gastos de depósito correrán por cuenta del comprador
salvo que el retraso o demora sean imputables al vendedor.

6.3. Arbitraje
Es un proceso en el cual se trata de resolver extrajudicialmente las diferencias
que surjan en las relaciones entre dos o más partes, quienes acuerden la
intervención de un tercero (arbitro o tribunal arbitral) para que los resuelva.

De todas las instituciones antes mencionadas, el arbitraje es el que mayor


aproximación tiene con el modelo adversarial del litigio común.

Es un mecanismo típicamente adversarial, cuya estructura es básicamente la


de un litigio. El rol del árbitro es similar al del juez: las partes le presentan el
caso, prueban los hechos y sobre esa base decide la controversia. Sin embargo,
no obstante sus similitudes el arbitraje mantiene con el sistema judicial una
gran diferencia, la decisión que pone fin al conflicto no emana de los jueces
del Estado, sino de particulares libremente elegidos por las partes.
A diferencia de la conciliación y mediación, el tercero neutral no ayuda ni
colabora con las partes a efecto de resolver el conflicto más bien impone una
solución vía LAUDO ARBITRAL, que tiene efectos de sentencia judicial.

Convenio Arbitral
Es el acuerdo voluntario entre las partes para solucionar sus diferencias, que
surgen de una relación contractual o no contractual que sean o no, metería de
un proceso judicial, sujeta a requisitos generales establecidos en la legislación
civil para la validez de los contratos.

La ley de arbitraje considera este principio en materia de convenio arbitral,


exigiendo la forma escrita, bajo sanción de nulidad. En la forma de una
cláusula inserta en el texto del contrato, o bajo la forma de un acuerdo
independiente.

El objeto del convenio arbitral debe ser lícito y posible. La ley de arbitraje ha
regulado las materias susceptibles de someterse a arbitraje, como son las
materias determinadas o determinables sobre la que las partes tengan la libre
disposición; exceptuándose las cuestiones que versen sobre el estado o
capacidad civil de las personas, ni las relativas a bienes o derechos de los
incapaces, sin la previa autorización judicial. Aquellas sobre las que ha
recaído resolución judicial firme, salvo las consecuencias patrimoniales
provenientes de su ejecución.

En cuanto se refiere a las partes del proceso; las que interesan al orden
público, o que versen sobre delitos o faltas; sin embargo, cabe arbitrarse
respecto a la cuantía de la responsabilidad civil, cuando no ha sido fijada en
resolución judicial firme.

En una palabra no son competentes los árbitros en las que esté interesado el
orden público.
Cuando existe un convenio arbitral, ya no es competente el juez en lo
jurisdiccional, debiendo declinar su avocación. Si el convenio es anterior evita
el proceso judicial, que pueda promoverse y si fuera celebrado estando
pendiente un trámite judicial, produce el efecto de extinguirlo (Art. 1 ley
26572).

LA BUENA FE EN EL DERECHO CONTRACTUAL INTERNACIONAL.

La buena fe en los contratos se traduce en la honestidad y lealtad que debe


imperar entre las partes. La buena fe exige en los contratos que se cumpla con
lo convenido; y que exista la máxima equidad. En el primer caso, la buena fe
consiste en la honestidad necesaria para cumplir con la palabra empeñada; la
obligación debe cumplirse, aunque resulte ruinosa para el deudor, o no guarde
relación alguna con el valor de lo que reciba a cambio. Esta posición se
fundamenta en que los hombres son libres e iguales; y por consiguiente, los
compromisos que contraigan ejerciendo los atributos indicados, son justos.
Por otra parte, la vida de los negocios depende, en gran medida, de la
seguridad que da la intangibilidad de los contratos.

En el segundo caso, la buena fe consiste en que cada contratante busque su


propio beneficio, pero respetando leal y honestamente los intereses del otro.
Cuando falta ese referente moral, el juez puede modificar el contrato en
función de diversos conceptos relacionados con la buena fe, y que se manejan
en el derecho moderno: La excesiva onerosidad al contratar o por causa
sobreviniente; el abuso del derecho, no ir en contra de un hecho propio; el
enriquecimiento sin causa o la frustración de la finalidad del negocio.

Estas dos concepciones de la Buena Fe quedan patentizadas en el Digesto en


dos pasajes: 1 Primero, la buena fe exige que se cumpla lo convenido
(D.19.2.21); y segundo, la buena fe que se exige en los contratos requiere la
máxima equidad (D.16.3.31).

En el primer caso, la buena fe consiste en la honestidad necesaria para cumplir


con la palabra empeñada; la obligación debe cumplirse, aunque resulte ruinosa
para el deudor, o no guarde relación alguna con el valor de lo que reciba a
cambio. Esta posición se fundamenta en que los hombres son libres e iguales;
y por consiguiente, los compromisos que contraigan ejerciendo los atributos
indicados, son justos. Por otra parte, la vida de los negocios depende, en gran
medida, de la seguridad que da la intangibilidad de los contratos.

En el segundo caso, la buena fe consiste en que cada contratante bus- que su


propio beneficio, pero respetando leal y honestamente los intereses del otro.
Cuando falta ese referente moral, el juez puede modificar el contrato en
función de diversos conceptos relacionados con la buena fe, y que se manejan
en el derecho moderno: La excesiva onerosidad al contratar o por causa
sobreviniente; el abuso del derecho, no ir en contra de un hecho propio; el
enriquecimiento sin causa o la frustración de la finalidad del negocio.

Esta facultad del juez no es novedosa, puesto que se encuentra ya en el


derecho romano: “Las acciones de buena fe van a surgir en el ámbito de la
contratación romana cuando se puso como criterio determinante en las
relaciones obligatorias la buena fe. Al estar basadas en la confianza mutua, en
las reglas de corrección del tráfico, el juez tiene un gran campo de
discrecionalidad, pudiendo medir las responsabilidades de las partes,
valorando su conducta en el negocio realizado”.

Además, debemos recordar la Gran ética de Aristóteles, que exige que


“nuestro trato mutuo tenga lugar en igualdad de condiciones”. Es cierto que
los hombres son iguales en su dignidad como tales; pero existen grandes
diferencias en sus condiciones para negociar, lo que puede traducirse en
relaciones contractuales desproporcionadas y abusivas.

A pesar de esta realidad, la idea de incorporar la buena fe como regla general


en el derecho de los contratos no carece de opositores; así, por ejemplo, el
profesor argentino Vernengo4 abunda sobre los defectos y peligros que tiene
acoger un principio “tan vago y ambiguo”; y el profe- sor peruano De
Traseignes nos da este juicio lapidario:

Desde la perspectiva de la sociedad de mercado, negar a los contratantes la


capacidad para engendrar por sí mismos maduramente derechos y
obligaciones correlativas en lo que no está prohibido por la ley con el
argumento de que las decisiones adoptadas al momento de celebrar el
contrato atentan ahora contra la equidad y la buena fe, es deformar el cuerpo
social y hacer imposible la predicción y el cálculo que son condiciones sine
qua non del ejercicio de la libertad y de la garantía de eficiencia de las
acciones dentro de este medio social. La equidad y la buena fe —con la
vaguedad implícita a la que he hecho referencia— se convierten aquí en los
agentes terroristas de la seguridad contractual.5

Por otro lado, el common law tradicional es muy reacio a incorporar reglas
generales en su ordenamiento jurídico, porque éste se estructura, a la inversa,
sobre la base de los casos concretos; y específicamente sobre la buena fe, un
fallo inglés de 1992, expresa lo siguiente: “El concepto de un deber de
negociar de buena fe es inherentemente repugnante a la posición de partes
adversarias-contrarias, envueltas en negociaciones.

Cada parte en una negociación tiene derecho a proseguir su propio interés,


mientras evite hacer falsas representaciones. Un deber de negociar de buena fe
es tan impráctico como inconsistente con la posición de las partes
negociadoras”.

Sin embargo, tanto el Código Uniforme de Comercio como el Segundo


Restatement de Contratos de EUA contemplan el deber de la bue- na fe, en la
ejecución y en el cumplimiento del contrato; además, ese país cuenta con una
serie de herramientas jurídicas para enfrentar una conducta abusiva en la etapa
de la formación del contrato. Y una tendencia semejante se encuentra en
Australia, Nueva Zelanda y Canadá.

Con estas ideas generales, veremos brevemente cómo se resuelve el dilema


que hemos expuesto, primero en dos códigos de derechos nacionales que han
tenido distinto grado de evolución en materia de buena fe contractual;
segundo, en la Convención de Viena sobre Compraventa Internacional de
Mercaderías y, tercero, en los Principios de Unidroit.

Tomamos a los dos primeros porque los derechos nacionales regulan también
a los contratos internacionales cuando opera el mecanismo de elección de ley;
a la Convención de Viena, porque regula el principal de los contratos del
comercio internacional; y a los Principios de Unidroit porque constituyen una
verdadera codificación de prácticas y de convicciones doctrinarias relativas a
la contratación internacional.

LA BUENA FE EN LA CONVENCIÓN DE VIENA SOBRE


COMPRAVENTA INTERNACIONAL DE MERCADERÍAS Y EN LOS
PRINCIPIOS DE UNIDROIT

La convención contempla la buena fe en su artículo 7.1 que expresa: “En la


interpretación de la presente convención se tendrán en cuenta su carácter
internacional y la necesidad de promover la uniformidad en su aplicación y de
asegurar la observancia de la buena fe en el comercio internacional”. Como se
ve, esta disposición se refiere a la interpretación de la convención misma, y no
de los contratos de compraventa que se celebren en virtud de ella.

Pero dentro de ese marco, se considera necesario asegurar la observancia de la


buena fe en el comercio internacional; y como esta actividad se realiza
justamente a través de los contratos, se podría deducir que, para la
convención, la necesidad de la buena fe se extendería también a estos últimos.

Sin embargo, debemos convenir que el contenido de este artículo es ambiguo;


y es así porque surgió como fórmula de compromiso entre los países que
deseaban una norma general sobre la buena fe aplicable a los contratos, y los
que no la aceptaban porque introduciría un factor de in- certidumbre y de
riesgosa sumisión al arbitrio judicial. En otras palabras, se vio en la
Convención de Viena el mismo dilema que estamos analizan- do en este
trabajo, y que deben enfrentar los tribunales al momento de enfrentarlo.

Donde no encontramos ninguna ambigüedad es en el artículo 1.7 de los


Principios de Unidroit para los contratos mercantiles internacionales que
establece lo siguiente: a) Las partes deben actuar con buena fe y lealtad
negocial en el comercio internacional; b) Las partes no pueden excluir ni
limitar este deber.
CONCLUSIONES.

Conforme con lo anteriormente expuesto, la aceptación creciente del principio


general de buena fe puede observarse en cuatro niveles. Primero, los países del
common law han ido perdiendo su resistencia ante este concepto, siendo
Inglaterra el único país que sigue rechazando la buena fe como canon general
de conducta. Segundo, los países de tradición romanista, de Código Civil, han
ido incorporando progresivamente esta norma con carácter abierto. Tercero, el
artículo ambiguo sobre la buena fe que contiene la Convención de Viena de
1980, se ha ido interpretando cada vez más como regla general aplicable a los
contratos; y cuarto, los Principios de Unidroit ratifican el papel preponderante
que tiene la buena fe en la contratación internacional del presente.

Sobre estos últimos, podría decirse que no constituyen un tratado


internacional, y que no representan, necesariamente, la posición de todos los
Estados; sin embargo, expresan un lenguaje jurídico común para los actores
del tráfico internacional. Y es muy relevante que este tráfico se realice dentro
de los marcos morales de la buena fe, particularmente en un mundo que con
frecuencia, privilegia el lucro por sobre los valores de la convivencia humana.

PREPARADO POR:

Abg ENMA ROSA PARABAVIRE

C.I.Nº 8214631

Conclusión: de los principios de buena fe en los contratos mercantiles


internacionales,
Principio general de buena fe puede observarse en cuatro niveles. Primero, los
países del common law han ido perdiendo su resistencia ante este concepto,
siendo Inglaterra el único país que sigue rechazando la buena fe como canon
general de conducta. Segundo, los países de tradición romanista, de Código
Civil, han ido incorporando progresivamente esta norma con carácter abierto.
Tercero, el artículo ambiguo sobre la buena fe que contiene la Convención de
Viena de 1980, se ha ido interpretando cada vez más como regla general
aplicable a los contratos; y cuarto, los Principios de Unidroit ratifican el papel
preponderante que tiene la buena fe en la contratación internacional del
presente. (UNIDROIT) Instituto internacional para la unificación del derecho
privado.
La Comisión de las naciones unidas para el derecho mercantil internacional
(CNUDMI) debe contribuir con el propósito de mantener la paz y la
seguridad internacional, fomentar entre las naciones las relaciones de amistad,
cooperación internacional de todos los estados partes.
Debemos mencionar que Unidroit es un órgano de carácter esencial para el
derecho mercantil internacional en la economía y la globalización y que no
tiene fronteras, Los Principios Unidroit Fueron elaborados en 1994 por el
Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado, organización
intergubernamental independiente, con sede en Roma, que tiene como objetivo
estudiar los medios para armonizar, organizar y coordinar el derecho privado
entre los estados y preparar gradualmente la adopción por parte de los
distintos países de una legislación de derecho
Internacional privado uniforme. Su objeto se encuentra definido en su estatuto
orgánico y persigue la unificación del derecho privado, recurriendo, en cuanto
sea necesario, a las normas y leyes. Dicha organización está integrada por
estados miembros, pertenecientes
a los cinco continentes, representativos de diversos sistemas jurídicos

Opinión personal: de los principios de buena fe en los contratos


mercantiles internacionales,
Es importante resaltar que la buena fe en todos los contratos comerciales
internacionales y de DMI , siempre estará implícita el articulo 7 (CNUDMI )
(en la interpretación de la presente convención se tendrán en cuenta su
carácter internacional y la necesidad de promover la uniformidad en su
aplicación y de asegurar la observancia de la buena fe en el comercio
internacional) como norma suprema de todos los acuerdos suscriptos por
todos los estados partes de esta convención ,
En este mundo globalizado la economía marcha y se desarrolla de manera
sorprendente, se hace necesario la adecuación de todos los tratados, los
acuerdos, conversiones y alternativas cónsonas que se vallan adecuando al
mismo ritmo del comercio mundial., sin dejar de mencionar los órganos
tienen la responsabilidad de regular su funcionamiento y ordenamiento
jurídico.

PREPARADO POR:

Abg Cesar Villarroel

C.I.Nº

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