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El conejo de la luna

El Conejo de la luna es uno de los mitos cortos que envuelven esta enorme estrella que brilla para
dar luz natural a nuestro planeta tierra. Algunos dicen que al ver fijamente a la luna, se alcanza a
notar la silueta de un conejo, la cabeza, el rabo, las patas, pero especialmente sus grandes ojos
que destacan junto con la luz de la estrella. Sin embargo, hay un mito en particular que parece ser
el más cercano al origen del conejo en la luna y es el que les vamos a relatar el día de hoy.

Cuenta la historia, que un dios de los que existía en tiempos muy remotos decidió viajar por todo
el mundo para apreciar las maravillas del planeta tierra, para ello, encarno en el cuerpo de un
hombre y comenzó con el largo trayecto. Todo iba bien, hasta que día tras día los alimentos
estaban escaseando, no había agua y el lugar más cercano para encontrar provisiones estaba tan
lejos que era imposible llegar rápidamente.

El agotamiento y el hambre venció al pobre hombre, quien desesperado por descansar reposo
bajo un frondoso árbol. Espero en ese lugar hasta el anochecer, acompañado de las estrellas y la
resplandeciente luna, siguió su camino.

Mientras estaba bajando por una empinada colina, se encontró con un lindo conejo que estaba
disfrutando de una deliciosa cena de zanahorias y pasto verde.

El hombre en ese instante le pregunto al conejo que si le podría compartir algo de su comida, pero
se dio cuenta que sobraba un poco de pasto. El conejo preocupado por el estado físico del
hombre, se ofrece como alimento para que él pueda sobrevivir.

El hombre al ver esa valiente acción, acepta comer al conejo, no sin antes darle algo a cambio para
que todos lo recuerden al levantar la mirada hacia la luna.

Tomó al conejo, lo levanto muy alto hacia la luna y plasmo su silueta en la


luna. Desde ese día, aquel pequeño animalito que le salvo la vida a un pobre
hombre quedo recordado para siempre en la luna, en donde se dice vive
felizmente.
El hada del viejo pino (leyenda para niños)

Hubo una vez, en unas lejanas llanuras, un árbol antiquísimo al que todos admiraban y que
encerraba montones de historias. De una de aquellas historias formaba parte un hada, que
había vivido en su interior durante años. Pero aquella hada se convirtió un día en una
mujer que mendigaba y pedía limosna al pie del mismo pino.

Muy cerca, vivía también un campesino (al que la gente consideraba tan rico como
egoísta), que tenía una criada. Aquella criada paseaba cada mañana junto al viejo pino y
compartía con la mujer mendiga todo el alimento que llevaba consigo. Pero cuando el
campesino se enteró de que la criada le daba el alimento a la señora que mendigaba,
decidió no darle ya nada para comer para no tener así que regalárselo a nadie.

Tiempo después, el campesino avaro acudió a una boda en la que tuvo la ocasión de
comer y beber casi hasta reventar cuando, regresando a casa, pasó cerca del pino y de la
mujer que mendigaba a sus pies. Pero en lugar de un árbol, el campesino vio un palacio
precioso que brillaba a más no poder. Animado aún por la boda, el campesino decidió
entrar y unirse a lo que parecía otra fiesta. Una vez dentro del palacio, el campesino vio a
un hada rodeada por varios enanitos disfrutando de un festín. Todos invitaron al
campesino a compartir la mesa con ellos y no lo dudó dos veces, a pesar de que había
acabado muy lleno de la boda.

El campesino, ya sentado en la mesa, decidió meterse todo cuanto pudo en los bolsillos,
puesto que ya no le cabía nada en el estómago. Acabada la fiesta, el hada y los enanitos se
fueron a un salón de baile y el campesino decidió que era el momento de volver a casa.
Cuando llegó, quiso presumir de todo cuanto le había pasado ante su familia y sus criados
y, para demostrarlo, sacó todo cuando había metido en sus bolsillos. Pero, oh, oh…de los
bolsillos no salió nada.

El campesino, enfurecido por las risas de todos, ordenó a la criada que se fuera de su casa y que
comprobara si quisiera cuanto le había contado. La pobre joven salió de la casa entristecida, y
acudió hasta los pies del pino. Pero, de pronto, poco antes de llegar, notó algo muy brillante en los
bolsillos de su delantal. Eran monedas de oro.

Tan contenta se puso la criada que decidió no regresar nunca más al hogar del campesino egoísta,
y fue a ver a la mujer que mendigaba en el pino para darle algunas monedas.

Tome señora, unas pocas monedas que tengo, seguro que le ayudarán. – Dijo la joven.

Y en aquel mismo momento la falsa mendiga retomó su forma de hada, recompensando la actitud
de la joven con un premio todavía mayor, su libertad y su felicidad eternas.

Leyenda el hada del pino


Júpiter y los defectos

Esta historia ocurrió hace mucho tiempo cuando el dios Júpiter envió un mensaje a todos los
animales del mundo a reunirse con el objetivo de que le pidieran que corrigieran sus defectos.

El primer animal citado fue el mono y a este le pregunto que si estaba de acuerdo con su cuerpo

– ¿Tengo algún motivo para no estar de acuerdo con él? Mi cuerpo es igual que el de otro animal,
esto no lo puede decir el oso pues su cuerpo parece estar a medio hacer.

Después llegó el oso y todo el mundo pensó que empezaría a quejarse. En vez de quejarse este
comenzó a resaltar las cualidades de su figura y diciéndole posteriormente que el elefante podría
estar mejor si cola fuera más largo y si sus orejas fueran más pequeñas su cuerpo luciría mucho
más bello.

Debido a como se estaba desarrollando la reunión era de esperar que el elefante se comenzara a
quejar de alguien más; y así lo hizo pues empezó hablar de la ballena, la hormiga y del resto de los
presentes.

Esta reunión se desarrolló de un modo inusual y Júpiter al ver que todos lo que hacían era relevar
los defectos de los demás suspendió la reunión y les dijo que se marcharan. El gran Dios se quedó
pensando un rato y después de un gran análisis arribó a una gran conclusión, y es que de todos los
animales el hombre es el peor. A este le dieron unas alforjas con el objetivo de echar delante los
defectos de los otros y olvidar los propios.

Moraleja: Primero trata de corregir tus propios defectos y después destaca las faltas de los demás

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