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“UNIVERSIDAD NACIONAL

PEDRO RUIZ GALLO”

FACULTAD DE CIENCIAS BIOLOGICAS


ESCUELA PROFESIONAL DE BIOLOGÍA

Tema: ADAPTABILIDAD DE LOS ANIMALES AL


CAMBIO ECOLÓGICO GLOBAL.

alumna:
LISBETH YAJAIRA GUERRERO MESTANZA

docente: ANTERO VASQUEZ GARCIA

curso: METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACÍON

código: 185012A

LAMBAYEQUE 2019

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AGRADECIMIENTOS
En primer lugar, quiero agradecer a Dios, porque ha sabido guiarme por el camino del
bien, dándome sabiduría, inteligencia y agradezco a mi madre por siempre apoyarme en
mi carrera, alentarme en todo momento, nunca dejarme caer ante las adversidades de la
vida.

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 3
OBJETIVOS: 4
1. Objetivos generales: 4
2. Objetivos específicos: 4
ADAPTABILIDAD DE LOS ANIMALES AL CAMBIO
ECOLÓGICO GLOBAL 5
A. LA ADAPTACIÓN COMO ESTRATEGIA FRENTE AL
CAMBIO CLIMÁTICO: 8
B) ESTUDIO DE CASO: LOS INSECTOS Y EL AMBIENTE: 9
C) CREATIVIDAD ANIMAL PARA ADAPTARSE AL CAMBIO
CLIMÁTICO: 11
1. DIPNOI O (EL ARTE DE INVENTARSE UN PULMÓN): 11
2. LAS CIGÜEÑAS (PREFIEREN QUEDARSE): 11
3. LA PULGA DE AGUA (A LA QUE LE VA MEJOR SOLA
QUE EN PAREJA): 11
4. OSOS POLARES Y OSOS PARDOS (UNA HIBRIDACIÓN
DE ÉXITO): 12
5. SAPOS (QUE PONEN EN HORA SU RELOJ
REPRODUCTIVO): 12
CONCLUSIÓN: 13
BIBLIOGRAFÍA: 14

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INTRODUCCIÓN
La adaptación ante el cambio climático se define como la capacidad de los
sistemas humanos y naturales para ajustarse, espontánea u ordenadamente, a
los impactos climáticos adversos, así como para aprovechar las oportunidades
que deriven de los cambios que se presenten. Las capacidades de adaptación,
en la medida en que se desarrollen apropiadamente, reducirán esa
vulnerabilidad. Para ser efectivas, tanto las estrategias de mitigación como las
de adaptación, se requieren modificaciones de gran alcance en los procesos de
desarrollo, en los patrones dominantes de uso intensivo de los recursos de la
Tierra (aguas, suelos, recursos biológicos, fuentes de energía, servicios
ambientales ecosistémicos), así como en las prácticas de producción y los
hábitos de consumo (CICC, 2006).
El tema de la adaptación, vinculado al fenómeno del cambio climático,
constituye la cuestión central en el diseño de estrategias que permitan
enfrentar social, económica y ambientalmente las modificaciones climáticas
que están ocurriendo a escala global y que tienen diferentes repercusiones a
escala local. Es necesario recordar que muchos sistemas naturales y
socioeconómicos pueden tener la capacidad, de manera autónoma, de
adaptarse a los impactos adversos previsibles del cambio climático, sin
embargo, muchos otros sistemas no (CICC, 2006). A partir de esta premisa, el
contenido de este capítulo ofrece una panorámica general del tema de la
adaptación frente al cambio climático; señala algunas líneas de acción que
deberían ser consideradas en su estudio, y finalmente, presenta un estudio de
caso para cada uno de los temas desde la óptica de la metodología a aplicar, o
desde el análisis de una especie, tipo de vegetación o proceso ecológico.

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OBJETIVOS:
1. Objetivos generales:

2. Objetivos específicos:
 Generar información y orientación para la identificación de amenazas y
de procesos de cambios climáticos, así como para la elaboración de
estrategias de prevención, adaptación, etc.

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ADAPTABILIDAD DE LOS ANIMALES AL
CAMBIO ECOLÓGICO GLOBAL
El ser humano está transformando el medio ambiente global. Grandes áreas de
bosque templado en Europa, Asia y Norteamérica han desaparecido durante
los últimos siglos debido a la agricultura, la obtención de madera y el desarrollo
urbanístico. Los bosques tropicales están ahora en primera línea. La invasión
de especies de plagas, competidores y depredadores está aumentando
exponencialmente con la ayuda del ser humano, y la sobreexplotación de la
pesca, y de animales silvestres, al borde del colapso, continúa siendo la regla
más que la excepción.
A la cabeza de todo esto ha estado una expansión de la población que se ha
multiplicado por seis desde el año 1800 y una economía cuyo tamaño global se
ha multiplicado por cincuenta. La gran empresa humana moderna se ha
construido sobre la base de la explotación del medio ambiente. En la
actualidad, hasta un 83% de la superficie continental del planeta está bajo la
influencia directa del ser humano, y dominamos por completo el 36% de la
superficie bioproductiva. Hasta la mitad de la escorrentía de agua dulce del
mundo es hoy en día capturada para el uso humano. La industria convierte más
nitrógeno en formas reactivas que todos los procesos naturales del planeta, y
nuestros procesos industriales y agriculturales están produciendo una
acumulación de gases de efecto invernadero hasta niveles sin precedentes en
al menos los últimos 800.000 años y posiblemente mucho más.
Es evidente que esta dominación planetaria de la sociedad humana va a tener
implicaciones para la biodiversidad. Ciertamente, un informe reciente sobre
este asunto, el informe de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de 2005
(un estudio medioambiental de una escala similar a los del IPCC sobre el
cambio climático), sacó algunas sombrías conclusiones: el 60% de los
ecosistemas del mundo están hoy en día degradados y la tasa de extinciones
es actualmente entre cien y mil veces mayor que la tasa “de fondo” de escalas
geológicas. Por ejemplo, un estudio que dirigí en 2003 mostró que hasta el
42% de las especies del sudeste asiático podrían estar abocadas a la extinción
para el año 2100 considerando únicamente la deforestación y la fragmentación
de su hábitat.

EXTINCIONES PROYECTADAS EN EL SUDESTE ASIÁTICO DEBIDO A LA PÉRDIDA DE HÁBITAT


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Dadas todas estas presiones y trastornos, es razonable preguntarse si el
calentamiento global hará alguna contribución adicional significativa a este
embrollo. Algunos, como los escépticos S. Fred Singer y Dennis Avery, no ven
ningún peligro en absoluto; mantienen que un planeta más cálido será
beneficioso para la humanidad y otras especies, y que los “corales, árboles,
pájaros, mamíferos y mariposas se están adaptando bien a la rutinaria realidad
de un clima cambiante”. Además, aunque el cambio climático preocupa a los
biólogos de la conservación, no es el objeto de la mayoría de investigadores
(actualmente), fundamentalmente, creo, por la severidad e inmediatez del daño
causado por otras amenazas.
El calentamiento global, ciertamente, ha afectado ya a los rangos de
distribución geográfica de las especies y a sus pautas de reproducción,
migración, florecimiento, etc. Pero extrapolar estos impactos observados a
predicciones de riesgos de extinción futura es un difícil. El estudio más
conocido hasta la fecha, realizado por un equipo de Reino Unido, estimó que
entre el 18 y el 35% de las especies animales y vegetales estarán abocadas a
la extinción hacia el año 2050 debido al cambio climático. Este estudio, que
utilizó un enfoque simple consistente en estimar la variación de rangos
geográficos de las especies tras ajustarlo a las actuales condiciones
bioclimáticas, provocó un intenso debate. Algunos argumentaron que era
demasiado optimista o demasiado incierto porque dejaba fuera la mayoría de
detalles ecológicos, mientras que otros dijeron que posiblemente era
demasiado pesimista, basándose en lo que sabemos de la respuesta de las
especies y la aparente resiliencia a anteriores cambios climáticos del registro
fósil (ver más abajo).
Un gran número de antiguas extinciones masivas se han relacionado con
cambios climáticos globales, incluyendo la de más radical mortandad que
finalizó la Era Paleozoica, hace 250 millones de años, y la, un tanto menos
catastrófico, pero también dañina, del Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno,
hace 55 millones de años. Mientras que, en el pasado más reciente, durante
los ciclos glaciales de los últimos millones de años, aparentemente hubo
escasas extinciones relacionadas con el clima. Esta curiosa paradoja de pocas
extinciones en las glaciaciones tiene incluso un nombre; se le llama ‘el Enigma
del Cuaternario’. [Nota del traductor: ver p.ej. Mayhew, Jenkins & Benton 2008,
que, examinando los datos fósiles y reconstrucciones de temperatura de los
últimos 520 millones de años (prácticamente toda la historia de la vida
multicelular en la Tierra), encuentran que las temperaturas globales elevadas
se correlacionan con bajos niveles de biodiversidad (número de especies en el
planeta) y altos niveles de extinción. Igualmente, encuentran que los periodos
fríos corresponden a una elevada biodiversidad y bajas tasas de extinción.
En este periodo, la diferencia en la temperatura global media entre lo más
profundo de una glaciación y un periodo cálido interglaciar era de unos 4 o 6
ºC, que es comparable a la que se anticipa para este siglo debido al
calentamiento global antropogénico bajo un escenario "business as usual" de
uso intensivo de combustibles fósiles. La mayoría de las especies parecen

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haber persistido a lo largo de estos múltiples ciclos glaciales-interglaciares.
Esto puede inferirse del registro fósil y de evidencias genéticas en las especies
modernas. En Europa y Norteamérica, las poblaciones se desplazaron hacia el
sur a medida que las capas de hielo del hemisferio norte avanzaban, y
reinvadieron el norte cuando los glaciares retrocedían. Algunas especies
pudieron también haber persistido en regiones localmente favorables que
estarían de otro modo aisladas en la tundra y paisajes llenos de hielo. En
Australia, una cueva recién descubierta ha mostrado que grandes mamíferos
(‘megafauna’) fueron capaces de sobrevivir incluso en el árido paisaje de
Nullarbor en condiciones similares a las actuales.
Sin embargo, aunque el registro geológico es esencial para entender cómo las
especies responden a los cambios climáticos naturales, hay una serie de
razones por las que los futuros impactos sobre la biodiversidad serán
particularmente severos:
1. El calentamiento provocado por el ser humano está ya siendo rápido y
se espera que se acelere. Escenarios del IPCC como el A1FI y el A2
implican una velocidad de calentamiento de 0.2 a 0.6 °C por década. En
comparación, el cambio promedio de hace 15.000 años (última
glaciación) a hace 7.000 años (actual interglacial) fue de ~0,005°C por
década, aunque estuvo ocasionalmente salpicado por tumbos abruptos
de corta duración (y posiblemente de escala regional), como el Younger
Dryas, y eventos Dansgaard-Oeschger y de Heinrich.
2. La optimista estimación en el rango bajo de 2°C de calentamiento
durante el s. XXI desplazará la temperatura global media de la superficie
de la Tierra a condiciones que no han existido desde la mitad del
Plioceno, hace 3 millones de años. Más de 4°C de calentamiento
atmosférico retrotraerá el clima del planeta, en tan solo un siglo, al
mundo prácticamente libre de hielo que había con anterioridad a hace
unos 35 millones de años. La duración promedio de las especies es de
tan sólo 1 a 3 millones de años. Así que es muy posible que en el
instante (geológicamente comparativo) de un siglo, las condiciones
planetarias se transformen a un estado que no se parezca a nada que la
mayoría de las modernas especies del mundo hayan encontrado jamás.
3. Como mencionaba antes, es crítico entender que los ecosistemas en el
siglo XXI parten de una línea base ya masivamente alterada, de modo
que han perdido resiliencia. La mayoría de los hábitats están ya
degradados y sus poblaciones reducidas, en mayor o menor medida, por
las actividades humanas anteriores. Durante milenios, nuestros impactos
han sido localizados, aunque severos, pero durante los últimos pocos
siglos hemos desatado transformaciones físicas y biológicas a escala
global. En este contexto, las sinergias (realimentaciones positivas o de
auto refuerzo) del calentamiento global, la acidificación oceánica, la
fragmentación y pérdida de hábitats, las especies invasivas, la polución
química es probable que conduzcan a extinciones en cadena. Por
ejemplo, la sobre cosecha, pérdida de hábitat y cambios en el régimen
de los incendios forestales probablemente aumentarán los impactos

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directos del cambio climático y harán más difícil el que las especies se
desplacen a áreas no afectadas, o que mantengan un tamaño de
población sostenible. Una amenaza refuerza a la otra, o múltiples
impactos juegan entre sí, lo que hace que el impacto conjunto sea
mucho mayor que si cada amenaza individual ocurriera aisladamente
(Brook et al 2008).
4. En el pasado, la adaptación de las especies a los cambios climáticos se
producía fundamentalmente desplazando su rango geográfico a
mayores o menores latitudes, en función de si el clima se estaba
calentando o enfriando, o hacia arriba y hacia abajo en hábitats
montañosos. Había también respuestas evolutivas (los individuos que
eran más tolerantes a las nuevas condiciones sobrevivían, de modo que
hacían a las futuras generaciones también intrínsecamente resilientes).
Ahora, debido a los puntos A a C descritos anteriormente, este tipo de
adaptación en la mayoría de los casos simplemente no será posible o no
será adecuado para la adaptación. El cambio global es simplemente
demasiado omnipresente y está ocurriendo demasiado rápido. El tiempo
se agota y las especies no tienen dónde correr o esconderse.
A. LA ADAPTACIÓN COMO ESTRATEGIA FRENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO:
Desde la aparición del hombre sobre la tierra, la interacción hombre-naturaleza
ha sido un binomio no siempre afortunado en términos de un mantenimiento
sostenible del ambiente. Actualmente la magnitud de la influencia de la acción
humana sobre los ecosistemas ha rebasado la posibilidad de permanencia de
los mismos. A pesar de las iniciativas que históricamente la humanidad ha
puesto en práctica para tratar de detener la pérdida, no sólo de especies, sino
de ecosistemas y los beneficios que éstos ofrecen, la humanidad se encuentra
actualmente en la encrucijada de adaptarse y tratar de mitigar (ya no de
revertir) los efectos de la devastadora pérdida de ambientes. Si bien la
incertidumbre juega un papel central en las proyecciones del cambio climático,
hoy es aceptado que los efectos de este sobre los sistemas naturales y
humanos están ocasionando graves e importantes modificaciones (McNeely et
al., 1990; Peters y Lovejoy, 1992; Heywood y Watson, 1995; IPCC, 2001). Así,
se estima que, por ejemplo, considerando sólo el tema de las especies, han
estado ocurriendo cambios en los patrones fenológicos y se han extinguido
muchas de éstas (Thuiller et al., 2007). Ante esta disyuntiva, las herramientas
que el conocimiento de los estudios en ecología de poblaciones y comunidades
han generado en las últimas décadas son esenciales para visualizar, analizar y
proponer estrategias que permitan enfrentar el reto que representa adaptar
paisajes y vida a condiciones climáticas diferentes. El enfoque a nivel de
especie, constituye una forma eficaz para enfrentar este fenómeno global
(Hebda, 1997; Kirschbaum, 2000; Hansen et al., 2001), a partir de las
estrategias de persistencia y compensación de las especies en el
mantenimiento de la diversidad genética. Si bien hasta la fecha la planificación
de la conservación de la naturaleza ha sido más reactiva y basada en patrones,
hoy se reconoce que el enfoque de análisis debe ser desde la perspectiva de
los procesos, lo que implica un cambio de paradigma (Thuiller et.al., 2007), así
como considerar la dinámica de la biodiversidad en las estrategias de

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conservación de la misma (Araujo et al., 2004; Thuiller et al., 2006). Hoy las
estrategias para la preservación de la vida deben tener como premisa el
concepto de adaptación, el cual puede tener diferentes connotaciones, tanto
desde la perspectiva de las ciencias naturales como desde las sociales y
económicas (Spittlehouse y Stewart, 2003). Por esto es importante entender
colectivamente que es necesario diseñar opciones de adaptación para
aumentar los beneficios y reducir los peligros que enfrentan los ecosistemas y
la sociedad en su conjunto frente a la variabilidad del clima (Wheaton y
MacIver, 1999; Maciver y Wheaton, 2005).
B) ESTUDIO DE CASO: LOS INSECTOS Y EL AMBIENTE:
El papel que juega el clima en la distribución y abundancia de especies, así
como en la estructura de las comunidades ecológicas, ha sido uno de los
descubrimientos mejor documentados y más sólidos en ecología (Andrewartha,
1973; Krebs, 1985). La variación en las condiciones climáticas afecta a las
plantas y a los animales en diferentes formas, incluyendo su distribución,
abundancia y aun la estructura física, metabolismo y su comportamiento
(Andrewartha, 1973; Krebs, 1985). En general, los insectos son considerados
organismos poiquilotérmicos y ectotérmicos —la temperatura de sus cuerpos
es aproximadamente la misma que la del ambiente en que se encuentran
(Henrich, 1981). Por esta razón, la temperatura es uno de los factores que
influyen mayormente en su distribución, comportamiento, desarrollo,
supervivencia y reproducción. Muchos investigadores aseguran que los efectos
de la temperatura rebasan sobremanera los efectos de cualquier otro factor
ambiental (Price, 1997). Por ejemplo, en insectos multivoltinos se ha estimado
que un incremento de 2°C de temperatura ambiental lleva a un aumento en el
número de generaciones por año (Yamamura y Kiritani, 1998). Algunos
investigadores reportan que la humedad y los niveles de CO2 pueden jugar
importantes papeles en el comportamiento de las especies de insectos
(Coviella y Trumble, 1999; Hunter, 2001; Hamilton et al., 1995; Pritchard et al.,
2007). El cambio climático, principalmente el incremento en la temperatura,
puede impactar a las poblaciones de insectos plaga de varias y complejas
maneras. Aunque la mayoría de los investigadores coinciden en que la
temperatura afectará de manera negativa a las poblaciones de insectos, en
zonas de clima templado el calentamiento provocará una mayor diversidad y
abundancia de éstos (Ward y Masters, 2007). Muchos investigadores han
observado que un incremento en la temperatura potencialmente afecta la
supervivencia, desarrollo, rango geográfico y el tamaño de la población. La
temperatura puede impactar de manera directa la fisiología y el desarrollo de
los insectos, o afectar la fisiología y fenología de los hospederos (Van Asch et
al., 2007). Dependiendo de la estrategia de desarrollo de la especie, la
temperatura puede provocar diferentes efectos (Bale et al., 2002; Musolin,
2007). A algunos insectos les toma varios años completar un ciclo de vida y
requieren de bajas temperaturas para entrar en diapausa; estos insectos serían
muy susceptibles a los cambios ambientales y muy probablemente enfrentaría
una fuerte reducción en su rango de distribución (Van Asch et al., 2007). En el
caso específico de los insectos plaga, considerados como oportunistas, son
conocidos como de desarrollo “alto y siga” en relación con la temperatura, ya

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que se desarrollan más rápido durante periodos con temperaturas más
benignas (Andrewartha, 1973; Price, 1997). Para determinar la emergencia y
el nivel del daño a los cultivos que ocasionan estos insectos plaga,
tradicionalmente se utilizan los modelos predictivos basados en grados/día o en
aspectos fenológicos (Leyva-Vázquez, 1988; Ward y Masters, 2007; Van Asch
et al., 2007). El incremento de la temperatura aceleraría el desarrollo de estas
especies de insectos, posiblemente incrementando el número de generaciones
y el daño en los cultivos por año (Kiritani, 2007). Los insectos migratorios
podrían desplazarse más tempranamente hacia zonas norteñas y las áreas de
invernación de los insectos serían mayores, lo que permitiría un aumento en el
crecimiento de las poblaciones (Ward y Masters, 2007; Kiritani, 2007). Los
enemigos naturales de las poblaciones de insectos plaga podrían responder de
manera diferente al cambio de temperatura (Sutherst et al., 2007; Voigt et al.,
2003). El parasitismo en los insectos plaga podría verse reducido si las
poblaciones plagan emergen antes que los parasitoides o los estadíos
susceptibles (huevos, larvas, pupas) se adelantan a la emergencia de los
parasitoides. El parasitismo en los insectos plaga podría verse reducido si las
poblaciones de los hospederos emergen antes que las de los parasitoides o los
estadios susceptibles del hospedero (huevo, larva, pupa) se adelantan a la
emergencia de los parasitoides. El desarrollo de los estados susceptibles de los
hospederos podría ser más rápidos a altas temperaturas, reduciendo así la
ventana de oportunidad de ataque de los parasitoides, lo cual favorecería el
crecimiento poblacional de los insectos plaga afectando la producción agrícola
(Price, 1997). Los cambios en la temperatura también pueden afectar la
proporción sexual de algunos grupos de insectos como los “thrips” (Lewis,
1997), afectando las tasas de reproducción. En el caso de insectos que habitan
en el suelo se verán menos afectados o serán afectados más lentamente que
los insectos de vida superficial, simplemente porque el suelo los provee de un
medio aislante que amortigua los cambios de temperatura de mejor manera
que en el aire (Heinrich, 1981; Bale et al., 2002). Se puede presentar también
una menor mortalidad de insectos debido a las temperaturas invernales más
benignas, incrementándose las poblaciones de insectos y los daños a los
cultivos (Harrington et al., 2001). El incremento en la temperatura traerá la
posibilidad de que algunos cultivos se puedan explotar en zonas más norteñas
y, en consecuencia, muchas de las especies plagan también extenderían sus
áreas de distribución. La diversidad de especies de insectos por unidad de área
tendería a aumentar a mayor latitud y altitud (Margalef, 1977; Gaston y
Williams, 1996; Andrew y Hughes, 2005), lo que provocaría que un mayor
número de especies de insectos plaga atacarían a un mayor número de
hospederos (Bale et al., 2002; Ladányi y Hufnagel, 2006). Los estudios más
recientes, aunados a las evidencias fósiles existentes, demuestran que la
diversidad de especies de insectos y la intensidad de su ataque se incrementa
a mayor temperatura (Bale et al., 2002; Ladányi y Hufnagel, 2006; Kiritani,
2007). Desde la perspectiva del productor, el posible incremento en el uso de
insecticidas como repuesta al incremento de las plagas traerá como
consecuencia daños económicos y ambientales en las zonas de cultivo. La
estrategia más racional deberá ser el manejo integrado de las plagas, dando un

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seguimiento cercano al movimiento de las poblaciones de insectos plaga para
aplicar aquellos métodos que resulten menos dañinos y contaminantes.

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C) CREATIVIDAD ANIMAL PARA ADAPTARSE AL CAMBIO CLIMÁTICO:
Los efectos del calentamiento global son visibles en nuestro planeta y cada vez
van más en aumento. Desde el año 2016, mes a mes, batimos récords de calor
en las superficies terrestre y oceánica, marcas que están pasando factura a
multitud de ecosistemas del planeta. El aumento del nivel del mar, alarmantes
variaciones de temperatura, el deshielo de los polos, cambios en los patrones
pluviales…, en definitiva, una demoledora destrucción del hábitat. Y este es
uno de los problemas más graves a los que se enfrenta el reino animal, ya que
numerosas especies podrían ampliar la lista de animales en peligro de
extinción o, lo que es peor, terminar extinguiéndose, a causa de las variaciones
climáticas. Sin embargo, algunos de ellos han sido capaces de adaptarse a los
nuevos entornos. ¿Cómo? Con un poco de imaginación y elaborando todo tipo
de argucias fisiológicas, conductuales o morfológicas para sobrevivir. Tenemos
algunos ejemplos de adaptación de los seres vivos:
1. DIPNOI O (EL ARTE DE INVENTARSE UN PULMÓN):
Si viene el calor, con él lo hacen las sequías. De ahí que muchos
animales hayan tenido que adaptar sus organismos a esta vertiginosa
escasez de agua. El dipnoi lo ha hecho hasta el límite de, cuando le
interesa, dejar de ser lo que es: un pez. Esta especie de anguila vive en
ciénagas y pantanos. Si se secan, son capaces de transformar su vejiga
en un pulmón funcional con el que respiran aire para vivir durante las
temporadas secas enterrados en el lodo fuera de su hábitat. Gracias a
una mucosidad que segregan quedan envueltos y en estado de
estivación, hasta 5 años si lo necesitan, antes de que vuelvan a tener
cerca agua disponible.
2. LAS CIGÜEÑAS (PREFIEREN QUEDARSE):
Cada vez que programamos un viaje tenemos por costumbre mirar qué
tiempo hará en nuestro destino, un factor que a veces puede determinar
que finalmente lo hagamos o no. Pues algo parecido está pasando con
numerosas especies de aves y el cambio climático. Y es que muchas
aves migratorias están modificando sus calendarios de migración o,
directamente, eliminándolos para adaptarse a las nuevas condiciones
climáticas de sus hábitats. Esto ocurre con las cigüeñas quienes, gracias
a que los inviernos son más benignos, se están haciendo sedentarias e,
incluso, adelantan la fecha de reproducción y la ajustan a las primaveras
más tempranas. Una de las curiosidades de esta adaptación es que los
descendientes de estas cigüeñas sí conservan el gen migratorio: vuelan
a África cuando son competentes para ello, pero tres o cuatro años
después, terminan por quedarse en donde nacieron.
3. LA PULGA DE AGUA (A LA QUE LE VA MEJOR SOLA QUE EN
PAREJA):
Algunas especies guardan en la manga un as reproductivo que ponen
en práctica cuando alguna variación medioambiental les manda una
alerta. Se trata de la partenogénesis, es decir, una reproducción asexual
que no necesita de macho y hembra para procrear, sino que las células
sexuales femeninas progresan sin ser fecundadas. En el caso de la

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pulga de agua, la señal se la da el calor ambiental, ya que este pequeño
crustáceo depende directamente de la temperatura. Su mecanismo de
adaptación al medio hace que se reproduzcan más en los meses
cálidos, dando lugar a ejemplares femeninos, y en inviernos reducen de
manera considerable su actividad reproductiva. Una reacción que los
investigadores parece que están utilizando como indicador de las
variaciones climáticas.
4. OSOS POLARES Y OSOS PARDOS (UNA HIBRIDACIÓN DE ÉXITO):
El deshielo en el Ártico está poniendo en contacto especies que antes
jamás habrían coincidido en el mismo espacio geográfico. Es el caso de
los osos polares, que pasan cada vez más tiempo en tierra a falta de
zonas heladas en verano, y de los osos pardos, que ascienden latitudes
gracias a que mejora el clima en las cimas. Que los unos bajen y los
otros suban ha dado lugar a lo que los científicos llaman una hibridación,
el cruce genético de ambas especies para dar lugar a otra. En 2006 un
cazador abatió un oso blanco con manchas amarronadas cuyos genes
demostraron provenir de una osa polar y un oso pardo. Cuatro años más
tarde, otro cazador descubrió un nuevo ejemplar cruzado, pero esta vez
de segunda generación, es decir, procedente de un híbrido y un oso
polar, lo que demuestra no sólo el encuentro entre las dos especies, sino
el éxito evolutivo de su cruce, que ha logrado descendientes sanos y
fértiles.
5. SAPOS (QUE PONEN EN HORA SU RELOJ REPRODUCTIVO):
El cruce de animales no es algo nuevo, incluso los humanos modernos
somos producto del intercambio genético. Pero la velocidad a la que se
cruzan las especies, según investigaciones, se está acelerando por las
consecuencias del cambio climático. Y es que otra muestra de
hibridación la encontramos en el sapo Bufo bufo y el sapo Bufotes
balearicus. El calentamiento global ha provocado que una de las
especies haya demorado su ciclo reproductivo para coincidir con el de la
otra, quien, por su parte, ha comenzado a establecerse en espacios que
antes no habitaba. Dos variedades distintas que intentan sobrevivir
gracias a los genes que se prestan entre parientes. La genética siempre
es soberana y en este caso ha levantado un muro entre ellas para evitar
la prosperidad de una nueva especie surgida de la hibridación, ya que la
generación resultante de ambos sapos parece que no es capaz de
sobrevivir.

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CONCLUSIÓN:
 Se ha documentado ampliamente las implicaciones que el calentamiento
global tiene para las especies, poblaciones y comunidades de plantas y
animales, en términos de cambios en la distribución de organismos,
composición de especies, así como cambios en la estructura y
funcionamiento de los ecosistemas. Si bien en términos generales
podemos decir que el cambio climático afectará a los diferentes
ecosistemas y agroecosistemas a la par que a los servicios ambientales
que albergan de manera compleja, tanto positiva como negativamente,
es importante resaltar que los señalamientos aquí planteados se
circunscriben principalmente a los cambios en términos de temperatura
y/o precipitación en ausencia de cualquier otro factor. En ese sentido,
debemos reconocer que existen muchas incertidumbres en la mayoría
de las proyecciones, lo cual de hecho es reconocido especialmente a
escala global.
 Desde la perspectiva de las interacciones a nivel de insectos, como uno
de los importantes procesos ecológicos del cual se benefician tanto la
biodiversidad en sí misma, como la productividad de muchas especies
de cultivares de importancia económica, encontramos que el aumento
en la temperatura puede impactar a las poblaciones de insectos plaga,
por citar un ejemplo, de formas muy variadas y complejas. De manera
particular podemos señalar que en la asociación de insectos plaga y
ciertos cultivos, se pueden observar ciertos cambios: modificaciones en
la fisiología y fenología de los hospederos, modificaciones en los ciclos
de vida; incremento en el rango de distribución; los cambios entre la
emergencia de parasitoides y la presencia de hospederos, etc.; éstos
son tan sólo algunos procesos ecológicos que tales interacciones están
experimentando como consecuencia del aumento en la temperatura.

BIBLIOGRAFÍA:

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Pineda López, M., & Noa Carrazana, J. (2008). Adaptación de la biodiversidad y cambio
climático. VERACRUZ: INECOL.

Torres, J., & Gómez, A. (2008). Adaptacion al cambio climático: de los fríos y los calores en los
Andes. Lima: Soluciones Prácticas-ITGD.

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