Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
- INTRODUCCIÓN
ETIOLOGÍA
En la amplia mayoría de los casos es difícil atribuir a un único factor la aparición de AM en un
paciente, y estos casos son catalogados como idiopáticos, si bien el pronóstico y el tratamiento
se basan más en el curso clínico y la severidad del cuadro que en su etiología.
Los mecanismos de toxicidad medular química que pueden desencadenar AM son diversos y en
muchos casos no bien conocidos. Los citostáticos/citotóxicos lesionan el ADN de las células en
compartimentos altamente proliferativos y por tanto su acción es directa sobre los precursores
medulares. En otras ocasiones se ha postulado la posible presencia de una predisposición
genética o idiosincrásica, sobre todo en aquellos casos asociados a fármacos de uso común y
que en una proporción mínima de casos producen AM.
CITOMEGALOVIRUS (CMV)
La infección citomegálica puede asociarse a fracaso medular, especialmente en pacientes
inmunocomprometidos. Este fenómeno puede deberse tanto a infección directa de los
precursores hematopoyéticos, de las células del estroma, o por inversión del cociente
Thelper/Tcitotóxicos.
VIRUS DE LA INMUNODEFICIENCIA HUMANA (VIH)
Aunque el hallazgo histológico medular más frecuente en los pacientes con infección por el VIH
es la displasia medular, se han descrito casos de AM asociados a este virus. La presencia de otras
infecciones concomitantes o el uso de fármacos mielotóxicos pueden contribuir al cuadro.
Igualmente se han postulado como mecanismos la toxicidad directa del virus sobre la stem-cell
y los fenómenos autoinmunes.
3.- FISIOPATOLOGÍA
La hipótesis del daño directo sobre la stem cell está apoyada por casos en los que un transplante
singénico ha sido curativo sin necesidad de tratamientos inmunodepresores. Sin embargo, un
alto porcentaje de estos transplantes no son eficaces sin que previamente se administre un
tratamiento inmunosupresor o inmunomodulador, lo que sugiere que jueguen un papel ciertas
citoquinas capaces de inhibir la proliferación de la célula madre o de inducir su destrucción, o
bien de alterar de alguna forma el micromedioambiente medular y el equilibrio de las células
del estroma. Por otra parte se han descrito casos de AM y HPN con posterior evolución a
síndromes mielodisplásicos o leucemias agudas, lo que sugiere la existencia de lesiones
moleculares que podrían estar en el origen de la enfermedad o ser adquiridas en el curso de
ésta.
CLÍNICA
Las manifestaciones clínicas de la AM derivan de la incapacidad de la médula ósea para
mantener las poblaciones hemoperiféricas en niveles adecuados y por lo tanto de garantizar su
función. El sangrado por trombopenia es frecuente, en general en forma de púrpura equimótica
o petequial, o como sangrado mucoso, gingivorragia o epistaxis. En mujeres jóvenes no es raro
que el primer síntoma sea metrorragia o hipermenorrea. En los casos asociados a HPN pueden
aparecer orinas oscuras. Las hemorragias graves son relativamente frecuentes en el curso de la
enfermedad (asociadas a infecciones, fármacos o cirugía) pero no al diagnóstico.
Secundariamente a la anemia, el paciente puede mostrar fatiga, disnea, debilidad, astenia, o
incluso angor, aunque en general la anemia es de instauración progresiva y bien tolerada. En
niños la clínica suele ser insidiosa, con apatía, somnolencia o anorexia. La historia clínica debe
enfocarse a procesos infecciosos, toma de fármacos o exposición a sustancias tóxicas en el
ámbito laboral, antecedentes familiares de malformaciones congénitas o cáncer a edades
tempranas.
La exploración física suele ser anodina, salvo que haya signos de sangrado mucocutáneo. No
suelen existir organomegalias ni adenopatías. En caso de encontrar alteraciones fenotípicas
(talla corta, deformidades óseas o anomalías en radio o pulgares) debe sospecharse la presencia
de una mielopatía hereditaria (Fanconi, disqueratosis congénita).
4.- DIAGNÓSTICO
CRITERIOS DIAGNÓSTICOS
2. Ausencia de:
SEVERIDAD DE LA AM
Neutrófilos > 0.5 * 109/L Dos de los siguientes Neutrófilos <0.2 / 109/L
En base a las cifras en sangre periférica la AM debe clasificarse en grados de gravedad (tabla 2).
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Como hemos señalado, es muy importante, por sus diferentes implicaciones terapéuticas y,
sobre todo, pronósticas, el diagnóstico diferencial con dos entidades hematológicas: la HPN y
los síndromes mielodisplásicos. En general, el cuadro clínico de un paciente en el que vamos a
enfrentar un posible diagnóstico de AM va a estar dominado por la presencia de pancitopenia
hemoperiférica, es decir, disminución cuantitativa de las tres series hematológicas. Esta
situación puede provenir de múltiples causas, habitualmente clasificadas como centrales
(disminución de la producción medular por infecciones, tóxicos, radiaciones, mielopatías,
invasión tumoral, etc.) o periféricas (aumento de la destrucción por hiperesplenismo,
autoinmunidad, etc.). La tabla 3 muestra algunas causas de pancitopenia que deben
considerarse en el proceso diagnóstico de la AM.
Médula ósea hipocelular
Mielopatías primarias
o Malignas/Clonales
o Mielodisplasia
o Mielofibrosis
o Hemoglobinuria Paroxística Nocturna
o Leucemias Agudas
o Linfohistiocitosis Hemofagocítica
o Osteopetrosis
Secundarias a enfermedades sistémicas
o Tumores sólidos metastásicos
o Autoimmunes (Lupus Eritematoso Sistémico, Sd de Sjögren)
o Nutricionales/tóxicas
Déficit de Vitamina B12, déficit de folatos
Alcoholismo
o Infecciones, sepsis
Virus
Brucelosis
Micobacterias
o Enfermedades de depósito
Gaucher
Niemann-Pick
Sarcoidosis
o Hipersplenismo
5.- TRATAMIENTO
En aquellos casos de aplasias secundarias o de causa claramente identificable, el tratamiento
debe ir encaminado a la eliminación en lo posible de la causa. Sin embargo esto sólo es aplicable
a una minoría de casos. La mayor parte de las AM son idiopáticas, y la presentación más
frecuente es en grado grave o muy grave. Para estos casos el tratamiento se fundamenta en dos
pilares básicos, la inmunosupresión y el transplante alogénico de médula ósea. En todos los
casos deben aplicarse medidas de soporte que palien los problemas clínicos derivados de la
insuficiencia medular.
ALOTPH
Se considera la primera opción terapéutica en pacientes con donante idéntico para antígenos
HLA clase I y II, y que sean menores de 40 años con AM grave o muy grave, o menores de 50
años con AM muy grave. Se emplea como tratamiento de segunda línea en todos los pacientes
que no respondan al tratamiento inmunosupresor, independientemente de la gravedad.
El aloTPH no relacionado se indica para pacientes jóvenes que no disponen de donante, con
fracaso del tratamiento inmunosupresor. Se requiere compatibilidad de 6/6 antígenos HLA a
nivel molecular. El aloTPH singénico, en los casos que disponen de hermano gemelo univitelino,
es la primera opción en los casos en que sea posible. Sin empleo de acondicionamiento ni
inmunosupresión previa, ofrece una tasa de curación del 50%.
Como fuente de precursores se sigue recomendando la médula ósea por encima de la aféresis
de sangre periférica. Para el acondicionamiento en estos pacientes se emplea la ciclofosfamida,
a dosis de 50 mgs/kg/dia, y la gammaglobulina antitimocítica (ATG), de caballo o de conejo,
ambas durante 4 dias (-5 a -2 preinfusión). Tras la infusión deberá instaurarse tratamiento contra
la enfermedad injerto contra huésped (EICH), con metotrexate y ciclosporina (CsA).
Las tasas de supervivencia que se han informado en los estudios más relevantes sobre los
resultados del aloTPH en AM varían entre el 68% y el 89% de supervivencia global. Las
complicaciones asociadas a una mayor mortalidad son la EICH y el fallo de injerto. La edad del
paciente, la duración de la aplasia antes del transplante, la historia de transfusiones previas y el
estado clínico son variables que afectan al pronóstico y a la supervivencia global. No se ha
demostrado que la severidad de la AM afecte a la supervivencia global.
La tasa de fallo de injerto del aloTPH es mayor en la AM que en otras hemopatías malignas,
probablemente por la menor intensidad de los regímenes de acondicionamiento. El rechazo del
implante se atribuye a la presencia de linfocitos residuales del receptor (quimera parcial). En los
pacientes con quimera completa la tasa de fallo de implante baja hasta el 5%. Otro factor
asociado a la probabilidad de rechazo del implante son los requerimientos transfusionales
previos al transplante, habiéndose informado tasas de rechazo del 5% en pacientes no
transfundidos frente al 25% en pacientes muy transfundidos. Esto ha llevado al ensayo de
acondicionamientos más agresivos (con el coste de un ligero aumento en la tasa de EICH) y a la
recomendación de restringir las transfusiones en pacientes potencialmente candidatos a
aloTPH, con el fin de minimizar la exposición a antígenos alogénicos. Los protocolos actuales de
acondicionamiento, basados en ATG+Ciclofosfamida, ofrecen una tasa de implante cercana al
95%.
TRATAMIENTO INMUNOSUPRESOR
Es preciso monitorizar los niveles plasmáticos de este fármaco, para asegurar el efecto
inmunosupresor y para evitar toxicidad. La toxicidad por CsA causa hipertensión fallo renal,
hirsutismo e hipertrofia gingival. El aumento de creatinina sérica es indicación de reducción de
dosis. Los efectos secundarios a largo plazo.
Se basa en el uso de CsA con o sin anabolizantes (según esquemas), La dosis es la estándar y
deben buscarse niveles entre 150 y 250 ng/ml. Al observar RC debe iniciarse la retirada
progresiva en los 9 meses siguientes. Si la respuesta es parcial o nula se recomienda añadir una
pauta de ATG + corticoides. En caso de respuesta no satisfactoria con este esquema se planteará,
igual que en la AM grave, el TPH, el cambio de preparado de gammglobulina, o el uso de
micofenolato mofetilo.
Los pacientes que reciben tratamiento inmunosupresor por periodos prolongados de tiempo
tienen un riesgo aumentado de desarrollar neoplasias hematológicas o tumores sólidos, lo que
se ha atribuido a la falta de un apropiado “control inmunológico” de las proliferaciones
anómalas. La incidencia acumulada de neoplasias en estos pacientes se ha estimado en un 18%
para los que reciben tratamiento inmunosupresor y en el 3% para los que reciebn un TPH.
Respecto a las infecciones, diversos aspectos hacen en cierta medida diferente el espectro de
cuadros infecciosos oportunistas que se encuentra en estos pacientes al de aquellos con
neoplasias hematológicas. Por un lado, en la AM la función citotóxica celular se mantiene
intacta, y no suelen presentar la mucositis que acompaña a los tratamientos quimioterápicos.
Por otro, los pacientes reciben durante largos periodos de tiempo tratamiento inmunosupresor,
además de corticosteroides, y la neutropenia suele ser de larga duración, lo que favorece la
colonización y las infecciones bacterianas. Entre estas, las más frecuentes son: bacilos gram-
negativos, como escherichia coli, klebsiella pneumoniae o pseudomonas aeruginosa y cocos
gram-positivos como staphylococcus aureus, staphylococcus epidermidis o estreptococos. La
inmunosupresión empleada en el acondicionamiento pre-TPH puede acarrear infecciones
atípicas. No está demostrada la utilidad de la profilaxis antibiótica en el paciente afebril, si bien
es generalizado el uso de profilaxis frente al pneumocystis carinii. En caso de neutropenia febril
deberá actuarse precoz y agresivamente, con pautas de antibióticos de amplio espectro y
antifúngicos conformes a los protocolos de cada centro.
OTROS TRATAMIENTOS
Hay diversos tratamientos en distintas fases de investigación, que persiguen mejorar la tasa de
respuestas y la supervivencia global en la AM. Como agente inmunosupresor de acción rápida y
no mieloablativo se ensayó la Ciclofosfamida, con diferentes dosis y pautas. A pesar de mostrar
una buena tasa de respuestas iniciales, no ha demostrado mejorar la superviviencia global. Otros
inmunosupresores/inmunomouladores que se encuentran en fase de investigación son el
anticuerpo monoclonal Daclizumab, el micofenolato mofetilo, el FK506 y la rapamicina.