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Tânia Fontenele2
El objetivo de esta ponencia es reflexionar sobre lo que ha cambiado en la vida profesional
de las mujeres con el proceso de globalización. Señala avances y dificultades encontradas
en ese proceso y presenta consideraciones sobre sus desventajas.
Introducción
Vemos que globalización no es un concepto coherente y genera sentimientos confusos
en las personas, una vez que la expectativa es muy grande con relación a lo que
proporciona.
1
Ponencia presentada en el seminario: Globalización y Género: Dimensiones económicas, políticas,
culturales y sociales. Tensiones, reacciones y propuestas emergentes en América Latina
2
Tânia Fontenele (Brasil) es economista, consultora de Recursos Humanos e investigadora de la
Universidad de Brasilia, Departamento de Psicología Social y del Trabajo. Correo-e:
taniafontenele@aol.com
cambios orientados hacia el aumento de la capacidad productiva de las empresas:
cambios en el sistema tributario, reducción de los gastos públicos, desaparecimiento del
estado de bienestar social, reducción de fondos para políticas sociales, abandono de las
políticas de pleno empleo y consecuente aumento de los riesgos de la desocupación.
Uno de los enfoques teóricos que más me ha interesado fue el de la preocupación con
la construcción de un código de ética relativo a la globalización. De ampliar nuestra
percepción sobre las desigualdades sociales generadas por el proceso sin retorno
provocado por la globalización y sus consecuencias en lo que se refiere a las mujeres.
Está demostrado que existe un amplio alerta general en el nivel internacional sobre la
presencia persistente de tendencias económico-sociales que afectan dramáticamente
las oportunidades reales de desarrollo de amplios sectores de la población mundial.
Bernardo Kliksberg (2002) cuestiona si es posible humanizar la globalización y
presenta datos desconcertantes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), el World Watch Institute (WWI), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y
la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que muestran que las mujeres están
entre las más afectadas por ese nuevo orden económico mundial.
Sigamos un poco la vida cotidiana de esa mujer. Todos los días ella debe caminar más
de dos horas para llegar a su local de trabajo. Lleva hasta 50 Kg. de carga en la
cabeza, su último hijo en las espaldas, y frecuentemente un niño por nacer en el
vientre. En el Zaire, el 70 por ciento de los quehaceres domésticos o de producción es
ejecutado por mujeres. Las jóvenes empiezan a colaborar a los 10 años de edad.
Muelen yuca y se ocupan de niñas y niños menores. A los 14 años estarán casadas -
"más violadas que desposadas", como afirma René Dumont (1991). Muchas veces
serán sencillamente vendidas para prostitución.
Esa realidad no es exclusiva de las mujeres africanas. Hay que recordar que, en un
mundo globalizado, las similitudes entre las naciones pasan a ser un fenómeno
esperado, especialmente si se trata de desigualdades sociales (Abreu, 1995). Las
diferencias regionales son, en cierta medida, desalentadas. En Brasil, en las regiones
más pobres del país, especialmente en el norte y nordeste, el turismo sexual de niñas
y la explotación del trabajo femenino son un hecho y las autoridades fingen no ver el
problema (PPF, 2002).
Los datos presentados recientemente por las Naciones Unidas en "The World
Women's 2000" son desconcertantes:
Hay que indagar: de hecho ¿qué ganaron las mujeres con la globalización?
Oliveira (1995) vincula la expansión del trabajo femenino con la globalización. Llama la
atención sobre las relaciones entre el modelo transnacional "maquilador" y la
feminización de la fuerza de trabajo. En tales circunstancias se manifestaría una
marcada preferencia por la contratación de mujeres jóvenes y solteras para
desempeñar actividades no calificadas, por las que perciben bajos sueldos.
Guzmán y Todaro (1995) afirman que la relación entre la situación laboral de las mujeres y
la política es una relación muy compleja y en cuya definición interfieren distintos actores y
factores de diversos órdenes: económicos, sociales, políticos e ideológicos.
Límites de la globalización
Algunos consideran la globalización como amenaza y otros como fuente de expansión
y progreso para la sociedad. El estudio de Tilly (1995:22) es un buen ejemplo de
quienes ven en la globalización una amenaza a los derechos de los trabajadores
duramente conquistados a lo largo del último siglo. Según él, el mundo contemporáneo
se va haciendo cada vez más desigual y proletario.
"Un número cada vez más grande de personas obtiene su sustento de sueldos que
reciben por un trabajo realizado para el capital de otros. La globalización incentiva la
proletarización y la creciente desigualdad a escala mundial, y puede hacer lo mismo en
la jurisdicción de los Estados Nacionales".
Según él, hay razones teóricas para argumentar que el mundo globalizado tiende más
a la polarización (ricos y pobres) que a la uniformización. Dosi defendió la adopción de
políticas públicas por los países que quieran acelerar el desarrollo tecnológico y afirmó
que no hay en la historia ejemplos exitosos sin adopción de esas políticas. Criticó la
globalización financiera, afirmando que su utilidad es cuestionable. "Aun machacando
piedra no se ve para qué sirven esos mercados", dijo.
El indio Sanjaya Lall, profesor de la Universidad de Oxford, dijo que los efectos de la
globalización están beneficiando solamente a "10 ó 12 países". Los brasileños Hélio
Jaguaribe y Rubens Ricupero echaron más leña al fuego al decir que la administración
de las cuentas externas y el endeudamiento externo inmovilizaron al país. "La unión no
tiene un centavo siquiera para proyectos prioritarios".
Posibilidades
Según Prats (2001), la globalización ha generado una mutación histórica sin precedentes,
volviendo las sociedades más dinámicas y con un grado de complejidad mucho mayor.
Generó mecanismos de interdependencia, lo que mejoraría la comunicación entre países,
una vez que éstos comparten los mismos problemas, fortaleciendo el proceso de
aprendizaje. En ese sentido, la globalización exige que los países latinoamericanos
inviertan más en la gobernabilidad global y eviten el provincianismo.
Todaro (2000) sugiere la creación de redes de seguridad social en tanto recaiga sobre las
mujeres el rol de "colchón" de los efectos de los programas de ajustes y de las crisis.
Las políticas gubernamentales deben indagarse, en cada caso, cómo sus efectos
alcanzan a hombres y mujeres, porque la población no es un conjunto indiferenciado.
La población está compuesta de hombres y mujeres, diferentes, sí, pero no desiguales.
Sabemos que necesitamos cambiar mucho para alcanzar mayores niveles de justicia
social, participación equitativa de mujeres y hombres en el ambiente de trabajo y,
sobre todo, en la disminución de las desigualdades sociales.
Las reflexiones de que las mujeres pierden más de lo que ganan frente a ese escenario
de globalización tienen que salir de la pauta invisible, en la que todos saben que tal
escena se repite en todos los países, pero pocos actúan para cambiar esa realidad.
Bibliografía
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Este texto fue proporcionado por REPEM (Red de Educación Popular Entre Mujeres de América Latina y
el Caribe). laredva@repem.org.uy