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Acompañando

la crianza.

Guía para el desarrollo de sesiones de


Educación Inicial
Ideas básicas
1) Prácticas de crianza
2) La reflexión con las familias
3) Las niñas y los niños en los primeros años
4) Enfoque de derechos de la infancia
5) Las interacciones durante los primeros años
6) El juego
7) El diálogo de saberes desde la perspectiva intercultural
Ideas básicas
La crianza de las niñas y los niños es un proceso complejo y particular que enfrenta
cada familia. Si bien hay aspectos que se transmiten de generación en generación,
existen otros que se recrean al intercambiar experiencias, acercarse de otra
información y al esfuerzo de cada adulto para influir significativamente en la vida de
las niñas y los niños para su cuidado.
Alrededor de lo que cada adulto hace cotidianamente para cuidar, convivir y educar
a las niñas y los niños, existen ideas sobre quién es esa niña o niño, qué sabe, qué
necesita, qué puede aprender, qué actividades puede realizar. Tales cuestiones se
ven influidas por las características del contexto social y cultural y la historia de vida
de los padres. Es aquí donde la Educación Inicial del Conafe promueve espacios de
diálogo para que los adultos involucrados en la crianza reflexionen acerca de
quiénes son los niños pequeños y la importancia de favorecer experiencias de
aprendizaje en sus primeros años de vida.
En Educación Inicial del Conafe, se parte de la idea de acompañar la crianza, pues
se reconoce que el principal ambiente para el desarrollo de las niñas y los niños
durante los primeros años es la familia, por lo cual, con el apoyo de las y los
promotores educativos se organizan sesiones orientadas a fomentar, no sólo con
las familias, sino con la comunidad, una cultura en favor de la primera infancia.
Hablar de esta cultura significa reconocer a niñas y niños como sujetos de derechos,
y que existan adultos disponibles e interesados en su desarrollo y en establecer
interacciones con ellos. Por esto, el propósito de la Educación Inicial del Conafe es
el siguiente:
“Acompañar la crianza de niñas y niños1, desde el periodo de gestación y hasta los
3 años 11 meses de edad, mediante procesos reflexivos con madres, embarazadas,
padres y/o cuidadores en torno a sus acciones de crianza, con el fin de propiciar

1
Cuando referimos a niñas y niños se considera a hijas e hijos.
interacciones entre adultos y niños que favorezcan el desarrollo integral y el ejercicio
de sus derechos.”
Para favorecer el logro de este propósito, es necesario apropiarte de algunas ideas
básicas, que te permitirán realizar, de mejor manera, tu intervención.

1) Prácticas de crianza
Un primer elemento que es fundamental en esta propuesta de intervención, es el
concepto de prácticas de crianza, éstas se definen de la siguiente manera:

“Las acciones de cuidado, atención, educación y socialización que hacen las


personas de manera cotidiana con las niñas y los niños menores de tres años
once meses de edad, y que influyen significativamente en sus vidas”.2

Estas acciones que realizan las personas con las niñas y los niños influyen de
manera significativa en la forma en que ellos viven su infancia. En tal sentido, las
prácticas de crianza favorecen u obstaculizan su desarrollo integral, por ello, son el
punto de partida del modelo de Educación Inicial.
Cuando las madres, padres, embarazadas y/o cuidadores hablan sobre lo que
hacen para criar a las niñas y los niños, y además conocen otras experiencias, les
ayuda a que tomen conciencia sobre sus propias acciones, así como a comprender
por qué lo hacen, y a partir de ello, reafirmar o enriquecer su crianza.
A continuación se describe cada uno de los elementos que componen esta
definición:

Las acciones de crianza


Es lo que hacen las personas para atender, cuidar, educar y socializar a las niñas y
los niños; a estas acciones les denominamos prácticas de crianza.
En Educación Inicial interesa que las prácticas de crianza se encaminen a favorecer:

2
Esta definición se construyó con la colaboración de los equipos estatales de Educación Inicial de Querétaro y Estado
de México. (2015)
1. La interacción de las madres, embarazadas, padres y/o cuidadores con las
niñas y los niños en un marco donde se privilegie el diálogo, la contención y
la explicación: alimentar; cobijar y atender la salud; hablar y jugar, etcétera.

2. Ambientes enriquecidos para las niñas y los niños que les permitan
interactuar entre ellos y con los adultos. Por ejemplo, ambientes limpios y
seguros en donde se promuevan experiencias de aprendizaje, mediadas por
el juego, que consideren su iniciativa, la exploración y la comunicación.

Las personas
Se emplea el término personas porque incluye además de las madres y padres a
todas aquellas que se involucran en la crianza: abuelas/os, tías/os, hermanos/as,
miembros de la comunidad, etcétera.

Lo cotidiano
Lo cotidiano se refiere a lo que “experimentan” en la vida diaria las niñas y los niños
en el contexto particular de cada uno; es decir, al ambiente físico y social como su
hogar, la comunidad donde viven, las instituciones con las que establece contacto
su familia (religiosas, educativas, recreación, comunitarias, entre otras).

Las niñas y los niños


Las prácticas de crianza no se limitan a una edad específica; sin embargo, la
Educación Inicial del Conafe se concentra en las niñas y los niños, desde la
gestación hasta los 3 años 11 meses de edad.

La vida de niñas y niños


La vida de niñas y niños se refiere a todo aquello que hacen cotidianamente, incluye
los aspectos físicos, intelectuales, sociales y emocionales, así como su desarrollo
cultural, recreativo y espiritual: jugar, caminar, comer, dormir, pensar, inventar, reír,
llorar, comer, imaginar, entre otras. Es reconocer que las niñas y los niños piensan,
ven, sienten, expresan y deciden, en tanto son sujetos de derechos.
2) La reflexión con las familias
Cuando en la vida cotidiana revisamos lo que hacemos y se tiene la voluntad de
reconocer y encontrar sentido a una situación específica, podemos decir que
reflexionamos, en donde es necesario comprender “¿qué hicimos o hacemos?” Es
decir, tomar consciencia y reconocer otras formas de realizar nuestras actividades,
y a partir de ello, abrir la posibilidad de fortalecer o cambiar lo que se sabe y se
hace.
En la tarea de ser padres hay cosas que se saben, otras que se intuyen, pero al
observar, conocer y contrastar lo que hacen otros, muchas veces se enriquece
aquello que se sabe y hace (las prácticas de crianza) e incluso se puede modificar.
La Educación Inicial del Conafe promueve que las madres, embarazadas, padres
y/o cuidadores analicen lo que saben y hacen para criar a sus hijos. Dicha reflexión
es lo que guía las sesiones con la finalidad de propiciar que poco a poco hagan
consciente la manera en que los educaron, reconozcan que existen otras formas de
hacer lo que ellos hacen y favorezcan su desarrollo integral.
Reflexionar con las familias implica un encuentro de saberes y creencias, donde
reconocen las acciones que realizan en la crianza de las niñas y los niños,
identifican por qué las realizan de una u otra manera y contrastan lo que hacen.

3) Las niñas y los niños en los primeros años


Los aportes de las neurociencias permiten conocer lo que sucede en la arquitectura
cerebral de las niñas y los niños durante los primeros 3 años de vida, por medio de
las interacciones que establecen con adultos significativos cuando hacen contacto
a través de la mirada y las relaciones de afecto.
Las niñas y los niños son sujetos de aprendizaje desde el nacimiento y cuentan con
la capacidad para comprender el mundo que les rodea, producto de las experiencias
e interacciones que establecen con los adultos, sus pares y el contexto donde se
desenvuelven3.
Desde sus primeros días de nacidos, y aún desde la gestación, los bebés se
comunican y expresan sus necesidades e intereses, tanto físicas como
emocionales, a través de las expresiones faciales, el tono de voz, las palabras.
Cuando los adultos que los cuidan están atentos y disponibles a sus demandas y
responden de manera pronta, apropiada y amorosa (Losada, y otros 2016),
favorecen la seguridad emocional de los bebés, las niñas y los niños.
Dado lo anterior, y de acuerdo con Brazelton, “…las interacciones emocionales
constituyen los cimientos no solo de la cognición, sino de la mayoría de las
habilidades intelectuales posteriores, incluidas la creatividad y el pensamiento
abstracto” (Brazelton y Greenspan 2005). Por ello, en Educación Inicial del Conafe
interesa acompañar la crianza de las niñas y los niños, de tal modo que las prácticas
con las que son cuidados y educados se caractericen con relaciones donde
prevalezca la contención, el diálogo y la explicación.

4) Enfoque de derechos de la infancia


A lo largo de la historia, en las sociedades se han construido concepciones distintas
en torno a la infancia, las cuales han determinado el tipo de relación que establecen
tanto los adultos como las instituciones y el Estado con las niñas y los niños; lo
anterior define las políticas y programas dirigidos a la niñez.
El enfoque de derechos resignifica los conocimientos y las prácticas sociales que
se tenían sobre la infancia, es decir, posiciona a las niñas y los niños como sujetos
de derecho que desempeñan un papel activo en la familia, comunidad y sociedad.
Ver a las niñas y los niños a la luz del enfoque de derechos trastoca concepciones,
costumbres y tradiciones de los adultos y las sociedades; al mismo tiempo da pauta
a la búsqueda de alternativas orientadas al establecimiento de relaciones
respetuosas y atentas al desarrollo de niñas y niños, donde la explicación de lo que

3
En ese momento se establece una gran cantidad de conexiones neuronales, las que permiten a los bebés y niños
pequeños construir diferentes aprendizajes. (Campos 2014)
sucede, la contención, la negociación y la disponibilidad para responder a sus
intereses sea de manera inmediata, oportuna y afectiva.

Las niñas y los niños son sujetos de derecho


La Convención sobre los Derechos de los Niños (1989) plantea una visión en torno
a la niñez, donde se les reconoce como sujetos de derechos, con capacidad para
ejercerlos y exigirlos en la medida que la evolución de sus facultades se los permite.
Para que esto suceda, la familia, los cuidadores y todos los adultos y el Estado
tienen distintos niveles de responsabilidad.
Considerando que las niñas y los niños son de interés público, su atención es en el
presente, de acuerdo con los contextos en los que se desarrollan (migrantes,
trabajadores, en situación de calle, en situación de reclusión, etcétera.), el Estado
debe garantizar el cumplimiento de los derechos de las niñas y los niño; también
proveerá las condiciones propicias para que las familias se relacionen con ellos
partiendo de la idea de que desde el nacimiento se tienen derechos, es decir, no se
otorgan, ni se condicionan.
Los derechos de las niñas y los niños considerados en los artículos de la
Convención se agrupan en cuatro principios rectores: la no discriminación; el
derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo; el derecho a la participación
y el interés superior de la niñez. Estos principios son la base para que cada uno
de los derechos de las niñas y los niños se hagan realidad. De manera breve se
describen dichos principios mencionados:
1. Vida, supervivencia y desarrollo. Refiere al desarrollo de las capacidades de
las niñas y los niños a partir de garantizarles atención en torno a la salud,
nutrición, medio ambiente, alimentación, educación, cuidado y protección.
Estos aspectos contribuyen a generar su proyecto de vida.
2. La participación. Se refiere a garantizar a las niñas y los niños su derecho a
estar informados, a expresarse de manera libre, a participar en la toma de
decisiones, que formen sus propias ideas, ser escuchados y compartir sus
ideas con otras niñas y niños.
3. La no discriminación. Refiere a la garantía de los derechos de niñas y niños,
sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el
idioma, la religión, nacionalidad, su origen étnico o social, la posición
económica, los impedimentos físicos, opiniones o creencias de sus padres o
de sus representantes legales.
4. Interés superior. Refiere a la satisfacción de los derechos de niñas y niños y
pone por encima de cualquier interés de los adultos, de las instituciones y de
todos aquellos que intervienen en la toma de decisiones, que afecten o
resuelvan una situación o condición de niñas y niños, y hagan efectivo el
ejercicio de sus derechos.

Para Educación Inicial del Conafe, el interés superior de las niñas y los niños es un
elemento central para reflexionar sobre la crianza, con el fin de posicionar en un
lugar central a las niñas y los niños, más allá de las creencias, las costumbres y/o
intereses de los adultos y de las instituciones.

La Educación Inicial del Conafe


El Conafe, como institución del Estado, favorece la Educación Inicial mediante el
acompañamiento a la crianza de las niñas y los niños, al promover que las madres,
embarazadas, padres y/o cuidadores reflexionen sobre sus acciones de cuidado,
atención, educación y socialización de las niñas y los niños. Esto se realiza con el
fin de transitar a escenarios donde los adultos comprendan que las niñas y los niños
son igual de importantes que ellos y que no por ser pequeños tienen menos
capacidades para comprender y explicarse el mundo, así como para tomar
decisiones.
Por ello, es importante que los adultos les ofrezcan información, explicaciones, y se
relacionen con ellos en un marco de derechos, donde los cuidados y la guía que les
otorguen favorezcan su desarrollo y no constituyan una violación a sus derechos
(discriminación, el castigo corporal, anulación de sus opiniones por ser pequeños).
5) Las interacciones durante los primeros años
Cuando las niñas y los niños crecen en ambientes de respeto, colaboración,
solidaridad, empatía y diálogo se interesarán en vivir en circunstancias similares,
esto sucede cuando existen adultos disponibles e interesados que promuevan estas
condiciones.
La construcción de la arquitectura cerebral se favorece con la interacción que las
niñas y los niños pequeños tienen con su madre, padre y/o cuidador, y cuando éstos
continuamente responden de manera sensible y afectuosa, las neuronas se activan
y conectan, favoreciendo su comunicación, lo cual genera una arquitectura cerebral
sólida durante los primeros años. A partir de la interacción también se propicia el
establecimiento de vínculos y apegos seguros, los cuales permitirán a las niñas y
los niños explorar el mundo con seguridad, mejorar sus aprendizajes y desarrollar
la capacidad de relacionarse con otros.
La riqueza o limitación de las interacciones en la infancia definen las experiencias
de aprendizaje (analizar, ser críticos, negociar, aprender de los demás), así como
la manera en que enfrentan y resuelven diversas situaciones de la vida cotidiana.
En opinión del Dr. José Miguel de Angulo “cuando un…[niño] desarrolla su
arquitectura cerebral en un contexto donde puede ejercer sus derechos
experimentando la empatía y el cuidado de las demás personas, construye su
identidad y sus relaciones viendo el ejercicio de los derechos humanos como una
forma natural de ser humano. El resto de su vida vivirá cuidando y respetando los
derechos humanos de los demás y experimentará rechazo y urgencia de intervenir
en la restitución de los derechos humanos cuando estos sean violentados en otras
personas. (Palmer, y otros 2013)
Estos planteamientos se retoman en las sesiones de Educación Inicial al promover
espacios donde los adultos se relacionen con las niñas y los niños; también, a partir
de establecer acuerdos, negociaciones y orientaciones, de tal modo que sean
escuchados, involucrados en las actividades, informados y respetados en lo que
desean hacer.
6) El juego
El juego es una actividad natural que realizan las niñas y los niños, por medio de
éste descubren el mundo y se relacionan con las personas y los objetos, expresan
sus emociones, intenciones, deseos y sentimientos.

El Juego: una necesidad vital

Jugando, niños y niñas conocen y aprenden, satisfacen su necesidad de


actuar, se sienten protagonistas, toman decisiones, experimentan, ponen en
práctica sus destrezas y habilidades, su imaginación, inteligencia,
creatividad, emociones y afectos. En bebés, durante el primer año de vida
resulta fundamental la presencia de un otro sensible que los invite a jugar,
con disponibilidad física y con un rostro sonriente, en tiempos y espacios con
significados compartidos (intersubjetividad). Ese otro sensible ha de
presentarle al niño/a objetos para ser utilizados desde un uso no habitual,
coloridos, sonoros, con movimiento, de diferente peso, consistencia y textura
que se puedan chupar, golpear, arrastrar, poner y sacar, arrojar y levantar,
abrir y cerrar, armar y derribar.

Personas adultas dispuestas a jugar


[…] Las personas adultas han de:
 Crear condiciones para que los niños y niñas tengan ganas de jugar.
 Proporcionar seguridad física y afectiva, generando sensación de
bienestar.
 Ofrecer espacios y tiempos para jugar construidos y gestionados con
la participación de niños y niñas.
 Brindar apoyo para organizar la estructura del juego: ambiente,
materiales, organización del grupo, etcétera.
 Estar atentos al proceso, observando lo que sucede, con respeto,
comprensión y escucha. (CONSEJO COORDINADOR DE LA
EDUCACIÓN EN LA PRIMERA INFANCIA 2014)
La Educación Inicial del Conafe, mediante el juego, promueve interacciones niño-
niño y niño-adulto, encaminadas al desarrollo de habilidades sociales para convivir,
respetar, escuchar, dialogar, negociar.

7) El diálogo de saberes desde la perspectiva intercultural


El diálogo de saberes implica el reconocimiento de las diversas identidades
culturales y múltiples formas de construcción del conocimiento que existen en el
mundo. Igualmente contribuye a generar procesos de convivencia y reconocimiento
del otro de manera respetuosa en contextos de diversidad cultural y lingüística, los
cuales requieren de un ejercicio de negociación y evaluación crítica de lo que
implican estas diferencias culturales y lingüísticas, siempre bajo principios de
equidad.
Conocer, reconocer y valorar lo que aportan otras culturas y la propia ayudará a
revisar con otra mirada las prácticas de crianza que se realizan, y así promover el
desarrollo óptimo de estas niñas y niños, que a su vez considere el contexto, la
lengua y la visión de infancia que existe en cada una de las culturas.
En las comunidades en donde se brinda Educación Inicial del Conafe, uno de los
elementos que es fundamental reconocer y respetar es la cultura, la cual se expresa
en las relaciones que las personas establecen con el aspecto social, natural y
espiritual (conocimiento, valores, lengua, bienes materiales, ideas, religión,
creencias, etcétera.); tal carácter social de la cultura significa que ésta es dinámica,
es decir, que está en constante transformación, por lo que los valores, las ideas, se
recrean, permanecen, se combinan con aspectos “nuevos”, por ello no es posible
pensar que pueda “imponerse” de manera universal, ya que cada cultura responde
al proyecto de cada pueblo o comunidad.
El diálogo es un aspecto central en esta propuesta metodológica, ya que éste
permite que se escuche la voz de las madres, embarazadas, padres y/o cuidadores
en las sesiones de Educación Inicial. A partir de la relación que establece la
promotora educativa con el grupo, se ponen en juego diversos elementos, por
ejemplo: conocimientos, creencias, ideas acerca de la religión, prejuicios,
estereotipos, cultura, etcétera. Estos aspectos están presentes en cada idea o
participación que se genera en el grupo. Lo importante es que se reconozcan cada
uno de esos elementos y respetar al otro, sin juzgarlo ni valorar como “bueno” o
“malo” aquello que aporta al grupo.
Vivir e interactuar con lo “diferente” es algo que se aprende también desde los
primeros años de vida; las personas que no recibieron esta educación difícilmente
podrán conectarse y convivir con las personas en otros espacios o situaciones, y
rechazarán lo diferente y la diversidad que se les vaya presentando a lo largo de la
vida. En cambio, los adultos y las personas que aprenden a reconocer y respetar a
las niñas y los niños como sujetos de derechos, que practican el diálogo, la
negociación y la colaboración, en la interacción con ellos, aportan elementos al
desarrollo de la ciudadanía. Estos adultos que continúen nutriendo la relación con
sus hijas e hijos a lo largo de la vida, aceptarán más fácilmente la diversidad en sus
interacciones con el resto de la sociedad.
El cuidado de las niñas y los niños depende y es diferente en cada familia y
comunidad; éstas comparten prácticas de crianza que apoyan el desarrollo de
habilidades particulares, formas de relación con la naturaleza y establecimiento de
hábitos, todo en relación con contexto social, cultural y ambiental. También refiere
a las formas y modos en que las niñas y los niños se van integrando a la vida familiar
y comunitaria, al rol de los adultos significativos en la crianza y formación de las
niñas y los niños como personas, y a los consejos que pasan de generación en
generación hasta llegar a los actuales padres y madres. Finalmente, cómo se
enfrenta o asume la crianza de los hijos: lo que se vive durante maternidad y
paternidad.
Al interior de cada familia –sea cual sea el lugar donde habiten– se promueven
valores, actitudes, saberes, y las niñas y los niños aprenden de ello, de tal manera
que van conformando una identidad propia y un sentido de pertenencia a ese grupo
del que forman parte. En las comunidades a lo largo del país, las familias conforman
“repertorios de acciones” en torno a la crianza de sus hijos, es decir, cada familia va
determinando lo que hace con sus hijos, a partir de lo que sabe acerca de la crianza.
Estos saberes y aprendizajes los adquieren a través de las interacciones con otros
padres, de sus abuelos u otros familiares, son aprendizajes que pasan de
generación en generación. Otros los retoman de diversas fuentes, tales como libros,
revistas y distintos medios de comunicación, entre otros. Cualquiera que sea la
fuente, lo importante es resaltar que son igualmente valiosos los saberes que aporta
la investigación y los saberes locales y ancestrales de las comunidades, es decir,
no está uno por encima del otro. Ambos aportan información y cada familia tomará
decisiones en relación con el que considere pertinente a la situación que viva.
Es importante resaltar que las niñas y los niños que crezcan en un ambiente donde
se practique la empatía, el respeto, la ayuda mutua, la negociación y el amor durante
los primeros años, podrán desarrollar estructuras cerebrales que les llevarán a
buscar vivir siempre bajo esta dinámica de respeto y empatía por los demás, y, por
ende, rechazar y cambiar cualquier situación que sea distinta a ello.
Por último, si bien es importante reconocer y respetar las creencias y costumbres
de las comunidades, es necesario tener claro que ninguna acción de crianza está
por encima del interés superior de niñas y niños. En este sentido, el Conafe, a través
de la Educación Inicial, busca favorecer los derechos de las niñas y los niños en el
marco de su crianza. Para lograrlo, se apoya de un Procedimiento que propicia la
reflexión de la crianza con las familias.

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