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La sala, a partir del criterio de la Casación 2890-2013, Ica, establece que actividad que ejercen las

empresas de ferrocarril, que explotan un servicio de transporte de pasajeros o de carga, asumen


que realizan una actividad generadora de riesgos, tanto para sus transportados como para los no
transportados. Por lo que, estas empresas deben tomar precauciones de la buena calidad y el
desempeño óptimo del personal y los equipos. Asimismo, se prevé que el artículo 1970 del Código
Civil no discrimina sobre el bien protegido y resulta plenamente aplicable al caso concreto.

Después de desestimar que se haya producido fuerza mayor o caso fortuito, se determinó que el
daño tampoco se produjo por imprudencia de la víctima, un niño con autismo leve. Brunito se
encontraba dentro del ámbito de protección que la ley otorga a los menores de edad a quienes
considera inimputables para los efectos de salvaguardarlos de responder a sus actos por el estado
de inmadurez física y emocional. Sin embargo, el maquinista del tren tenía discernimiento,
experiencia y había ya ocasionado descarrilamientos, lo que debió hacer que actuara con más
diligencia en el manejo de trenes. La sala indicó también que no se le puede imputar a la madre
imprudencia en el cuidado del infante, y aun siendo así, no se puede justificar que un bien de
naturaleza riesgosa arrolle o atropelle a un niño ocasionándole la muerte. Se concluye que la
omisión o negligencia incurrida por unos no justifica la de otros. Se valora también que si bien el
niño escapó del cuidado de la madre, ella desplegó el esfuerzo necesario para traerlo de vuelta,
fue a la comisaría, pero no le recibieron la denuncia.

Otro aspecto importante resaltado por los jueces superiores fue que en las vías férreas no había
señalización, barandas ni se instalaron medidas de seguridad que impidieran el ingresas a las vías,
pese a ser un lugar de gran concurrencia. Más se advierte la concurrencia de la relación de
causalidad, entre la conducta desplegada por el maquinista al conducir un vehículo de transporte
de carga y el evento dañoso constituido por el arrollamiento sufrido por el menor hijo de la
demandante, seguido de muerte, pues el mencionado conductor labora para la empresa
operadora de modo que sus actos en el ejercicio de su trabajo vincula a dicha empresa conforme a
lo previsto en el artículo 1970 del Código Civil, pues existe una concurrencia copulativa entre el
hecho y el daño producido.

Finalmente, establecieron que las empresas demandadas deben pagar S/ 8,500.00 soles por
concepto de daño emergente y S/ 800,000.00 soles por concepto de daño moral. A continuación
les dejamos con el texto íntegro de la sentencia de vista.

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