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X Jornadas Debates Actuales de la Teoría Política Contemporánea

Eje 1 ¿El futuro llegó hace rato? Gubernamentabilidad neoliberal, desposisión, aceleración, y
el porvenir delo común

El eterno retorno del Neoliberalismo


Marcelo L. Serrani (UBA-UNTREF)

Constitución de la Matriz Neoliberal

1.

La literatura histórica, política y económica argentina tiende a situar el nacimiento de la


puesta en práctica de las políticas neoliberales en Argentina a partir el golpe militar del 24 de
marzo de 1976 con la designación de Martínez de Hoz a cargo del ministerio de economía.
Esto implicaría un corte con las políticas económicas tradicionales en Argentina y el
reemplazo por una nueva jurisprudencia inspirada en las teorías de Von Hayek, Freadman y
de los economistas del departamento de economía de la Universidad de Chicago. Las
palabras del ministro del dos de abril de 1976 al anunciar los lineamientos de su plan
económico dan cuenta de la autoconciencia del proyecto transformador bajo su dirección, de
lo que se terminaba y de lo que comenzaba: “Se abre, señores, un nuevo capítulo en la
historia económica argentina. Se da vuelta una hoja del intervencionismo estatizante y
agobiante de la economía para dar paso a la liberación de las fuerzas productivas.” La línea
de investigación hegemónica en ciencias sociales se ha ocupado de dar pruebas para justificar
estas palabras y relacionar la posibilidad de realización de este plan de transformación
económica e inaugural con la represión ilegal ejercida por la dictadura. La “Carta abierta de
un escritor a la Junta Militar” de Rodolfo Walsh es, tal vez, el comienzo de esta
argumentación que se ha mantenido en distintos discursos políticos, periodísticos y
académicos. Aún en investigaciones recientes esta postura se sostiene como argumento
razonable de la comprensión del período1 y de los condicionamientos que provocó al primer
gobierno de la nueva democracia argentina.

1 “A partir de 1976 comenzará la gran transformación de la sociedad argentina a partir del encumbramiento en
el poder de una dictadura militar que diseñó y ejecutó un proyecto político que articulaba el disciplinamiento y
la despolitización de la sociedad para lo cual se aplicó una fenomenal política represiva, con la retracción
progesiva del Estado intervencionista y benefactor. El plan sistemático de desapariciones masivas, la suspensión
de la actividad de los partidos políticos, la implantación del estado de sitio y de la pena de muerte y la censura
en los medios de comunicación formaron parte de un proyecto de transformación de las relación de dominación
(Kavisse, Azpiazu, Basualdo, 1988)… Las reformas estructurales que implementó el ministro de Economía de
la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz, implicaron el pasaje de un modelo de acumulación basado en la
producción a otro de valorización financiera que modificará tres aspectos centrales del modelo de
industrialización por sustitución de importaciones: la eliminación de la nacionalización de los depósitos
bancarios, los controles sobre la tasa de interés y las trabas al endeudamiento del sector privado en el mercado
interno de capitales (Basualdo: 2006). En este proceso de desregulación de los mercados, la política económica
se orientó entonces a recompensar tasas de ganancias para estimular el incremento de la inversión privada.” En
Para otros autores esta perspectiva se encuentra matizada por distinciones conceptuales;
Sergio Morresi plantea que el gobierno de la dictadura no puede ser calificado de “neoliberal”
sino de “liberal-conservador”.2 Porque, si bien la economía de Martínez de Hoz era liberal, el
gobierno de Videla era conservador y reaccionario al imponer restricciones a los derechos
civiles, políticos y de la libertad de expresión a través de la censura previa. Morresi presenta
las diferencias entre liberalismo clásico y el liberalismo conservador:

“A diferencia del conservadurismo a secas, el liberalismo-conservador no es contrario a un


rol importante del mercado en la economía. Tampoco se opone de modo frontal al cambio
social, ya que lo acepta si se produce de modo gradual, ni al individualismo, ya que no cree
que tenga efectos necesariamente disolventes. Por otra parte, y distanciándose de lo que
podríamos llamar el liberalismo clásico, el liberalismo-conservador cree en la importancia de
un orden social de tipo jerárquico y, aunque comparte la idea liberal de libertad, cree que sus
límites deberían ser fijados mucho más estrechamente que lo que habían sostenido los
liberales (Harbour, 1985). (…) No obstante, a pesar de la incapacidad del Proceso para
convertir en sistemática política su ideología, pensamos que es posible afirmar que el
liberalismo-conservador tuvo éxito en el sentido que sus impulsores civiles lo procuraron: el
PRN dio lugar a un nuevo orden ético-político sobre el que, más adelante, pudo montarse la
ideología neoliberal. A este nuevo orden bien podríamos llamarlo tal como lo hacía Perriaux:
la democracia de los muertos.”3

Corral, Damian: Otro país es (im)posible. El devenir de la centroizquierda en la Argentina de los noventa. Del
Frente Grande hasta la Alianza, Tesis de doctorado, UNGS, 2011. Pág 31

“El anuncio del primer Ministro de Economía, Martínez de Hoz es relevante no solo porque da cuenta de las
líneas centrales que intentará realizar el gobierno militar. En él encontraremos la imposición del lenguaje que
expresa y sostiene desde el discurso un nuevo proyecto hegemónico que es constitutivo e inaugura un nuevo
Bloque Histórico en Argentina. A lo largo del análisis veremos cómo desde su presentación el flamante Ministro
de Economía realizará una redefinición de varios aspectos que serán centrales para la constitución del
Neoliberalismo como modelo hegemónico en Argentina. Sostenemos que en esta “etapa fundacional” desde el
discurso se promueve un lenguaje que transforma a las palabras en una jerga que desvincula al sujeto de sus
prácticas sociales y culturales y se lo deshistoriza y masifica.” En Muraca, Matías: “Hegemonía y Discurso
Político en Argentina. Orígenes del Neoliberalismo” Ponencia al VII congreso de la SAAP,2005. Pág.1.

2 “Pero si es cierto que el liberalismo conservador y el neoliberalismo no son iguales, es obvio que hay fuertes
lazos de parentesco entre ambos. Ambos movimientos comparten un lenguaje, en el sentido pocockiano
(Pocock, 1972-Morresi, 2007a) y, sobre todo, en el caso argentino, redes sociales y contactos profesionales. En
efecto, como lo muestra con claridad el caso de Zinn, las relaciones personales e institucionales del liberalismo-
conservador y el neoliberalismo que se instalaría en los años ´80 tienen importantes puntos de intersección
(Morresi, 2008b). Desde esta perspectiva, debería quedar en claro que el PRN no instauró el neoliberalismo en
la Argentina. A su modo, hizo algo lógicamente anterior: impuso el orden social que serviría de escenario para
el triunfo neoliberal posterior.” “De acuerdo con una línea de interpretación clásica en la que se destaca el
abordaje de Carlos Nino (1990) el liberalismo conservador se distingue de otros liberalismos -como el
liberalismo igualitario de John Rawls (1995)- por su énfasis en la libertad de mercado y la propiedad privado y
su rechazo a la intervención redistributiva del estado. Esta caracterización puede ser atrativa, sobre todo si
pensamos en la forma que algunos intelectuales latinoamericanos privilegiaron la libertad económica a ultranza
al tiempo que desestimaban las libertades políticas y civiles. No obstante presenta un inconveniente para el
objetivo de este trabajo: para el jurista argentino el liberalismo conservador y el neoliberalismo son básicamente
lo mismo. Para nosotros, en cambio, se trata de dos ideologías distintas, cuyas diferencias resulta tan relevantes
como sus similitudes.” En Morresi, Sergio: “El liberalismo conservador y la ideología del proceso de
Reorganización Nacional. http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr4878

3 http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr4878
Si aceptamos la redefinición conceptual que propone Morresi para comprender las políticas
de la dictadura esta debería ser aplicable a gobiernos similares y contemporáneos. Por
ejemplo: la dictadura de Pinochet en Chile. La perspectiva de Morresi sostiene que el
“liberalismo conservador” construye la base económica y social para que en un proceso
posterior se puedan concretar las políticas neoliberales. En el caso de la dictudura chilena
deberíamos suponer que las transformaciones que se realizaron hacia una economía de
privatizaciones y libre mercado solamente fueron la base para imponer el neoliberalismo a
partir de la transición a la democracia de Aylwin y Frei resulta de difícil comprobación.
Durante la dictadura los denominados “chicago boys”4, con su programa desarrollado en “El
Ladrillo”5, fueron quienes se encargaron de llevar adelante las transformaciones económicas
de libre mercado. Las visitas a Chile de Friedman (1975 y 1981) y de Von Hayek (1977 y
1981), quienes habían sido los profesores de los economistas que constituían el equipo
económico del gobierno de la dictadura, sus encuentros con el dictador, las declaraciones y
las conferencias que brindaron dan cuenta del respaldo que estas destacadas figuras del
pensamiento neoliberal daban a las medidas económicas. De hecho Milton Friedman
denominó “Milagro chileno” a las transformaciones económicas chilenas de los años ´70. Por
lo tanto no se comprueba una relación de “causa-consecuencia” entre las políticas
económicas de la dictadura pinochetista y la de los gobiernos democráticos. Sino que las
políticas de libre mercado que se instauraron durante la dictadura se aceptaron y se
continuaron en la democracia chilena más allá de la etapa de transición.

Las dictaduras chilena y argentina, comparten la contradicción de que, por una parte,
implementan políticas económicas que promueven la libertad de mercado y, por lo tanto, la
mínima intervención del estado y, por otra parte, tienen una política represiva de las
libertades civiles, políticas y de prensa Esta compartida contradicción evidente no impide
reconocer procesos diferentes respecto de sus políticas económicas. En Chile las políticas de
privatizaciones y libre mercado que aplicaron durante la dictadura no se modificaron con la
llegada de la democracia. En el caso se la dictadura argentina las políticas de libre mercado,
control de la inflación y toma de deuda externa condicionó fuertemente al gobierno de la
transición democrática y no permitió políticas heterodoxas de expansión económica hasta
llegar a tener que implementar un plan antiinflacionario (de Grispun, al plan Austral de
Sourrouille). Y luego de las hiperinflaciones de 1989 y 1990 las políticas de privatización y la
ley de convertibilidad durante el gobierno de Menem.

4 “Chicago Boys” es la denominación que desde los años ´70 hace referencia a los economistas sudamericanos,
en especial chilenos, que recibieron becas de grado y posgrado de 1955 a 1961 para estudiar economía en la
Universidad de Chicago, donde tuvieron profesores como Milton Friedman o Arnold Harberger.
Estos economistas fueron quienes llevaron adelante las reformas económicas y sociales de base neoclásica y
monetarista (“neoliberalismo”) que transformaron la economía chilena en una economía de mercado con la
menor participación posible del Estado. Milton Friedman denominó «milagro chileno» a este proceso
económico.
5 El Ladrillo es el nombre metafórico con el que se conoció al texto del programa económico neoliberal (libre
mercado, aranceles bajos y uniformes, evitar controles de precios y de subsidios) que aplicó la dictadura chilena
de Pinochet. Sus autores eran egresados de la Universidad de Chicago (los denominados Chicago Boys), entre
los principales: Andrés Sanfuentes, Juan Villarzú y José Luis Zabala Ponce.
Pero a pesar de estas diferencias de grado entre los proceso argentino y chileno durante la
transición a la democracia deberíamos admitir que la denominación “neoliberal” es correcta
para las políticas de la dictadura de Pinochet en igual medida debería serlo para las de la
dictadura argentina.6 Porque en ambos casos no se produjo una relación de causa
consecuencia entre las políticas de las dicatuduras y las democracias sino que se plantearon
políticas económicas que estaban en consonancia con los postulados del neoliberalismo de la
segunda mitad del siglo XX.

Críticas al Modelo Neoliberal de Martínez de Hoz

Las políticas de Martínez de Hoz y sus consecuencias fueron recibiendo críticas que se
intensificaron luego de renunciar al ministerio. Antonio Cafiero y Aldo Ferrer coincidían en
que el objetivo de las medidas de Martínez de Hoz no eran el de modernizar la Argentina
sino, muy por el contrario, hacerla retroceder hasta volverla un país pre industrial, que
solamente produjera y exportara materias primas. Por esto su política de apertura a las
importaciones era fundamental porque destruía la industria nacional (que perdía en la
competencia del precio de los productos), a la vez que hacía necesaria esta importación de
productos para cubrir las necesidades de la población. Para Antonio Cafiero a este proyecto
económico se le une un proyecto político que tiene como objetivo destruir la posibilidad de
que la mayoría de la población acceda a los beneficios de la modernidad a la vez que
suspende por tiempo indeterminado el derecho al ejercicio de la democracia. El país era
entregado, a través del poder represivo de los militares y de las medidas económicas
regresivas, a la oligarquía agrícola ganadera, la clase social que históricamente había
colocado a los presidentes durante el siglo XIX. Para Cafiero:

“El cambio de filosofía y de diagnóstico de la conducción económica; la aplicación de


teorías e instrumentos no contempladas en el planteamiento inicial del programa, no ocurrió
impremeditadamente, ni por explicables razones estrictamente teóricas o técnicas. Las
verdaderas intenciones fueron ideológicas y políticas. (…) El modelo económico adoptado, a
pesar de algún pregonado pragmatismo, responde a un anacrónico proyecto del país que le
sigue como la sombra al cuerpo. Se quiere un país reducido, concentrado y quieto, recortado
a medida de las oligarquías; el país del voto calificado o descalificado; del peso fuerte y los
salarios débiles; en el que solo existen regiones a integrar o industrias a promover, porque
sólo son las leyes del mercado las que deciden si se producirá acero o golosinas. Donde se
predica la subsidiariedad del Estado pero en el que lo verdaderamente subsidiario es la
democracia, el desarrollo económico y la justicia social”7

Para Aldo Ferrer llevar a la Argentina a volver a ser un país agroexportador como única
función productiva y exportadora era un grave error de cálculo. Porque repetir en el presente
lo que era una estrategia eficiente hacía un siglo implicaba la destrucción de la industria y de
sus puestos de trabajo llevando al país a la miseria:

6 Esta postura es la que sostiene Naomi Klein en La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre.
7 Cafiero, Antonio: “El programa económico” en Varela Cid, Eduardo (Comp.): Juicio de Residencia a Martinez
de Hoz, Buenos Aires, El Cid Editor, 1981. Pág. 167-168
“El programa del 2 de abril de 1976 es el heredero de la Argentina pre industrial, del país de
menos de 10 millones de habitantes, insertado en el orden mundial como productor de
alimentos y materias primas. Este es el país del pasado y la política que, hace 100 años, tuvo
contenidos, dinámicos, es hoy la responsable de la mayor destrucción económica de que se
tenga memoria. El principio de subsidiariedad del Estado, la llamada “apertura externa”, el
rol protagónico asignado a la política monetaria, constituyen racionalizaciones para retornar
al sistema pre-industrial En ningún país del mundo de desarrollo industrial tardío, el Estado
ha dejado de jugar el papel central de promotor de la transformación y el desarrollo, de la
acumulación, el cambio tecnológico y el respaldo al sector privado.”8

Las críticas a las políticas neoliberales de Martínez de Hoz también sucedieron dentro del
mismo arco ideológico, por ejemplo las realizadas por Alsogaray, Benegas Lynch y García
Belsunce en el diario La Prensa9. Estos destacados representantes del neoliberalismo en
Argentina cuestionaron la inconsistencia del plan de Martínez de Hoz y le exigían al ministro
que cumpliera sus anuncios y aplicara las medidas necesarias para desarticular el
intervencionismo estatal y liberar los mercados. Para estos críticos se mantenía la
planificación económica y un estado exageradamente grande e ineficiente. Esto era
inaceptable porque intervenía en las decisiones libres de los actores económicos. Esta falta de
decisión en la aplicación de un programa de libre mercado tenía como consecuencia la
inflación de la moneda. Para estos intelectuales la economía reconoce dos modelos: uno
estatista, intervencionista, inflacionario, totalitario; el otro modelo es de libre mercado,
aranceles bajos para la importación, estabilidad económica y de libre iniciativa. Por lo tanto si
no se estaba en uno de los modelos se estaba en el otro. El fracaso de Martínez de Hoz en
concretar una clara y evidente reforma liberal de la economía implicaba su incapacidad para
terminar con el estado de bienestar peronista que era la causa de todos los males de la
economía argentina. Ya para 1980 Alsogaray afirmaba: “A esta altura de los acontecimientos
es claro que el actual sistema económico no es liberal ni de mercado, sino crudamente
dirigista e inflacionario, aparte de pragmático y gradualista”. La estrategia de estos
intelectuales era la de despegar las políticas de Martínez de Hoz de la ideología neoliberal. Si
Martínez de Hoz había fracasado había sido porque había “traicionado” el ideario liberal y su
política, finalmente, había sido una versión del estatismo.

La defensa de Martínez de Hoz

Las respuestas, explicaciones y argumentos del propio Martínez de Hoz, a través de los
medios de comunicación pero sobre todo en sus libros10, reafirman la pertenencia del ministro

8 Ferrer, Aldo: Sobran 15.000.000 de argentinos” en Varela Cid, Eduardo (Comp.): Juicio de Residencia a
Martinez de Hoz, Buenos Aires, El Cid Editor, 1981. Pág. 180
9 Vicente, Martín: “¿Tú también, Bruto? Críticas liberales a un modelo liberal: el plan de Martínez de Hoz
según Alsogaray, Benegas Lynch y García Belsunce en La Prensa (1976-1981)
https://www.academia.edu/11684263/_T%C3%BA_tambi%C3%A9n_Bruto_Cr%C3%ADticas_liberales_a_un_m
odelo_liberal_el_plan_de_Mart%C3%ADnez_de_Hoz_seg%C3%BAn_Alsogaray_Benegas_Lynch_y_Garc%C3%A
Da_Belsunce_en_La_Prensa
10 Martínez de Hoz, José Alfredo: 15 años después, Buenos Aires, Emecé, 1991.
: Bases para una Argentina moderna 1976-1980, edición del autor, 1981.
a la ideología neoliberal. Como sus críticos del mismo espacio ideológico reconoce que hay
dos modelos para la economía en general y para la Argentina en particular. El estatismo rigió
desde la segunda posguerra hasta 1976. Martínez de Hoz diferencia dos aspectos que lo
configuran y constituyen una totalidad reconocible:

“Desde la posguerra hasta 1975 inclusive, la evolución de la economía argentina se


caracterizó por dos orientaciones preponderantes.
En primer lugar, la estatización y regulación creciente de la economía y la asunción por el
Estado de funciones propias del sector privado, lo que trajo como consecuencia no sólo el
relativo ahogo o falta de aliciente individual, sino un aumento del gasto público que no fue
correspondido por un crecimiento paralelo de los recursos estatales.
En segundo término, los principios de la autarquía que se aplicaron en el país llevaron a un
esquema de economía cerrada que lo aisló de toda corriente renovadora en materia
tecnológica y sistemas productivos. Este aislamiento alentó el desarrollo de actividades
sobreprotegidas que afectaron el crecimiento nacional al impedirle sus altos costos el acceso
a los mercados internacionales que hubiera permitido lograr la economía de escala necesaria
para una industria nacional fuerte, eficiente y competitiva.
El incremento del gasto público más allá de los recursos tributarios y financieros disponibles,
llevó a un déficit del presupuesto nacional que fue financiado en forma creciente por una
emisión monetaria que, en el contexto arriba descripto, fue la causa principal, aunque no
única, de la inflación argentina que comenzó en 1946.
Este factor principal de inflación encontró a su vez una estructura productiva de mercados
cerrados y concertados, donde los precios no encontraban un límite impuesto por la
competencia interna ni externa. Alta inflación, descontrol monetario, elevadas utilidades
empresarias en ciertos sectores y baja tasa de crecimiento, fueron las características de
nuestra economía”

“Con excepción de periodos aislados, el país se inclinó desde 1945 por un sistema de
autarquía económica. La meta fue la de intensificar la industrialización y lograr la
autosuficiencia mediante la sustitución de importaciones por producción local. El proceso se
encaró con prescindencia de consideraciones sobre su costo.” 11

Para los neoliberales al modelo estatista tradicional se le opone una economía moderna, de
libre empresa en donde el Estado solamente puede participar cuando los privados no puedan
cubrir una determinada área de la inversión y la economía. Y esta participación limitada del
Estado es lo que diferencia la ideología neoliberal de la intervencionista, en donde el estado
compite con el capital privado en las distintas áreas de la economía. En la perspectiva más
extrema el intervencionismo planifica la economía en su totalidad. Pero para Alsogaray
cualquier posibilidad de presencia del Estado como actor económico ya era un exceso y
negaría la calidad de neoliberal para el programa de Martínez de Hoz, por eso el ministro
defiende la voluntad anti estatal y de libre mercado de su programa:

11 Martínez de Hoz, Alfredo: Bases para una Argentina moderna 1976-1980, edición del autor, 1981. Pág. 21-
22
“Teniendo en cuenta los hechos señalados en los capítulos anteriores los dos pilares básicos
de los cuales se derivaron los grandes cursos de acción del programa económico anunciado el
2 de abril de 1976 fueron la función subsidiaria del Estado y la apertura de la economía.
El concepto moderno de la función del Estado en la economía no tiene por objeto dejarlo
como simple espectador de la acción económica que sucede en la Nación, sino que le
atribuye la posibilidad de intervenir en forma directa cuando, requiriéndose una determinada
actividad , no existe posibilidad o interés privado en cumplirla.
Al sector privado le corresponde la responsabilidad de llevar a cabo la actividad productiva,
sin prejuicio de le función propia del Estado de determinar la orientación global de la
economía a través de los grandes instrumentos de la política económica y financiera, tales
como el monetario, tributario, cambiario, presupuestario y arancelario, entre otros, utilizados
en consonancia con la orientación básica ya expuesta.
La apertura de la economía, tanto hacia el exterior como hacia el interior, promueve la
competencia en el mercado externo e interno, eliminando la sobreprotección y los controles
que obstaculizan el flujo del comercio, de los capitales y de la tecnología, para un
crecimiento dinámico y progresista.

Es difícil cuantificar el daño que produjo al país su aislamiento prolongado, que se tradujo
no solamente en el aspecto económico, sino en un verdadero aislamiento mental, con fuerte
influencia negativa en sus hábitos sociales, su vocación de progreso, su inclinación a la
creatividad, su tolerancia política y su amplitud para entender las diversidades culturales.”12

Martínez de Hoz, en coincidencia absoluta con la ideología neoliberal, cree que se produce
una transferencia de los valores económicos (de la libre empresa o del estatismo) hacia los
comportamientos sociales, políticos y culturales de las poblaciones. En su perspectiva el
aislamiento económico provocaba “aislamiento mental” y eso anulaba las capacidades
creativas de los sujetos, por lo tanto el estatismo aseguraba fracaso social y económico por
las características que adquirían los habitantes en este modelo económico. Por otra parte el
modelo de libre mercado no es solamente un modelo económico sino un sistema de
organización social que a través de la competencia promueve la creatividad, la calidad y la
excelencia. En la visón de Martínez de Hoz lo que había sucedió a partir de 1976, a través de
las transformaciones económicas de su programa, era un cambio de mentalidad en los
ciudadanos argentinos a partir de la puesta en práctica de un modelo económico. Este era su
triunfo; más allá de que los objetivos económicos no se hubieran logrado plenamente.

2.
El desplazamiento terminológico de “neoliberal” hacia “liberal-conservador” para clasificar
las políticas de la dictadura argentina y, dentro de ellas, las políticas económicas del
programa del ministerio Martínez de Hoz, como plantea Morresi, puede poner en cuestión la
certeza de que la ideología que las guiaron era neoliberal. Las críticas de Cafiero y Ferrer, al
calificarlas como una vuelta del pasado o de un retroceso al pasado agroexportador de la

12 Martínez de Hoz, Op. Cit.: pág. 30-31


Argentina, planteaban que la perspectiva no era nueva en sí misma porque era una receta ya
probada en el pasado pero lo nuevo era que esto mismo volviera a suceder como novedad. La
línea que prevaleció en las investigaciones es que fue en este período en donde se “iniciaron”
la puesta en práctica de las políticas neoliberales en Argentina. Pero esta perspectiva es
problemática porque presenta un doble inconveniente: por una parte aísla el programa de
Martínez de Hoz como un hecho único e iniciático y así “olvida” su relación con los
proyectos económicos que se implementaron a partir de 1955 con mayor o menor eficacia:
del “plan Prebisch” del gobierno de Aramburu, al “Blindaje”, el “Megacanje” y el “corralito”
durante el gobierno de La Alianza pasando por el plan antiinflacionario de Frondizi, el
“desarrollismo eficiente” de Krieger Vasena y el plan de Convertibilidad de Cavallo. Antes y
después del programa de Martínez de Hoz distintos programas económicos intentaron abrir el
mercado y estabilizar la inflación pero fueron olvidados por la memoria social y discursiva
para que el programa anunciado el 2 de abril de 1976 fuera el inicio del neoliberalismo en
Argentina. Por otra parte plantear que el neoliberalismo se inicia en Argentina con el golpe
militar del 24 de marzo de 1976 crea el imaginario de que el neoliberalismo está ligado
indisolublemente a la política represiva del gobierno militar de 1976. Esta posición se
sustenta, como vimos, en la perspectiva argumentativa de Walsh en su “Carta de un
escritor…”: la dictadura utilizó la represión ilegal sobre opositores para poder llevar adelante
su plan económico con la menor resistencia posible. El cambio económico era tan profundo
que solamente se podía realizar si la sociedad era disciplinaba a través de la perdida de los
derechos civiles y políticos, de la libertad de expresión, de la tortura y de la muerte. Esta línea
de análisis se mantiene al momento de evaluar al gobierno conservador de Menem. En una
relación mimética el neoliberalismo es “malo” porque se asocia a la frivolidad y la corrupción
del menemismo y posteriormente a la incapacidad y falta de luces de De la Rúa que
concluyeron en los trágicos días de diciembre de 2001.

El problema de la Periodización

Más allá de nombres de los protagonistas que se repiten en los cargos públicos o de las
distintas instituciones de estadística económica que influyen en la vida social a través de sus
informes y creación de datos; este “olvido” de los distintos programas económicos que se
inspiraban en la ideología neoliberal impide ver la progresión histórica, los debates que
sucedieron en cada caso, los retrocesos y avances de las ideas neoliberales en el debate
político y los distintos resultados y consecuencias que tuvieron sus puestas en práctica. La
periodización de la historia por los distintos gobiernos: militares, civiles, nacionalistas,
liberales, radicales intransigentes, radicales del pueblo, justicialistas, etc., dificulta el
reconocimiento de la estabilidad, debilitamiento o expansión de las políticas monetarias, de
toma de deuda o de distribución del ingreso, sino que las medidas gubernamentales se
asocian y se fijan a cada gobierno. De este modo se asocian los programas económicos a los
gobiernos y no se reconoce lo que se mantiene constante y lo que se modifica en estos
programas. Este tipo de periodización construye la ficción de que un programa económico
comienza y termina con el gobierno que lo auspició, como si no hubiera consecuencias
posteriores, condicionamientos sobre los programas siguientes. Y como si ese mismo
programa no estuviera condicionado por los programas previos. La fragmentación que
provoca este tipo de periodización13 ligada a los nombres de los dirigentes políticos y las
facciones políticas hace suponer cambios, desplazamientos, invenciones, clasificaciones que
son funcionales al desconocimiento de los elementos constitutivos de las variables
económicas que resultan hegemónicas y que finalmente son las que permiten que los sectores
dominantes mantengan su poder.

3.

Nuestra perspectiva sostiene que se debe comprender al neoliberalismo como una matriz
ideológica que se estabiliza históricamente y que hegemoniza la formación de los discursos
políticos y económicos a partir de un bloque que se constituye por tres producciones
fundacionales:

a) el Plan Prebisch14 de 1955 en donde, como vimos, se plantea que el principal problema de
la economía argentina es la inflación y la intervención estatal realizados por el populismo de
los primeros dos gobiernos del General Perón.

b) el “programa de estabilización para afirmar el plan de expansión de la economía


argentina” anunciado el 29 de diciembre 1958 por el presidente Frondizi15, en donde se
plantea que los principales problemas de la economía era la inflación, como consecuencia de
la emisión monetaria “descontrolada” y el desequilibrio fiscal.

c) la visita de Ludwig Von Mises en Junio de 1959 para dar una serie de seis conferencias en
la Bolsa de Comercio que fueron editadas como Política económica. Pensamientos para hoy
y para el futuro. Los títulos temáticos de cada conferencia fueron: Capitalismo, Socialismo,
Intervencionismo, Inflación, Inversión Extranjera, Política e ideas. En términos generales
presenta el modelo económico estadounidense como el más eficaz porque es el que tiene
mayor libertad de mercado y critica la teoría de Keynes porque tiende al engaño al proponer
la intervención estatal en el mercado para dar soluciones de corto y mediano plazo. Señala
que no hay una tercera vía entre el capitalismo y el socialismo, el intervencionismo

13 Cf. Hall, Stuart: “Notas sobre la desconstrucción de lo popular” en Samuel, Ralph (ed.) Historia popular y
teoría socialista, Barcelona, Crítica, 1984.
14 “Plan Prébisch” es el nombre con el que se divulgaron los informes y propuestas económicas presentados por
el economista Raúl Prébisch al dictador Eduardo Lonardi. Estos textos se encuentra editados como anexos a la
Memoria del Banco Central de 1955.
15 El mensaje del Presidente Frondizi transmitido por cadena nacional de radio y televisión anunciaba
formalmente el primer plan anti-inflacionario y de estabilización de la moneda de la historia argentina: “Hemos
llegado, pues, al momento en que la aplicación de un programa de estabilización es imprescindible para el bien
del país. (…) De ahí nuestra decisión de terminar con la emisión incontrolada, para evitar que el país caiga en un
inminente desastre. Hasta ahora todo el proceso ha sido de ataque a los efectos y no a las causas. No se atacó el
cuerpo que produce el mal sino a las causas. (…) En los últimos 15 años, la Argentina ha gastado mucho más de
lo que producía, omitiendo reponer las inversiones básicas de capital y endeudándose fuertemente en el exterior.
(…) La inflación fue el vehículo de descapitalización derroche y final empobrecimiento. La abundancia de
numerario creó una apariencia de euforia y bienestar divorciada del efectivo desarrollo económico del país.
Impulsó el consumo irracional, la no reposición del capital gastado, la pérdida de reservas por exceso de
importaciones y el endeudamiento nacional. (…) Destrozó el orden y la jerarquía basados en el propio esfuerzo,
en el ahorro, en la capacidad creadora y en la conducta”. En Frondizi, Arturo: Mensajes Presidenciales 1958-
1962 tomo I, Buenos Aires, Centro de Estudios Nacionales, 1978. Pág. 229 a 235.
keynesiano es un camino hacia la pérdida de las libertades económicas que llevan al
totalitarismo socialista.

Partir del axioma que plantea la hegemonía de la matriz neoliberal para la producción de
discursos económicos y políticos enfrenta la perspectiva tradicional que acepta como válidas
y principio de clasificación las nominalizaciones que se han ido constituyendo y estabilizando
para nombrar y describir los distintos momentos de la historia argentina reciente. Estas
nominalizaciones constituyen un “real” que ya no necesita pruebas de comprobación o datos
que lo verifican. Decir “el Rodrigazo”, “la tablita de Martínez de Hoz”, “la convertibilidad”,
“la tablita de Machinea” presenta una serie de sentidos fijados a esos nombres y se
relacionan con “Isabelita”, “Dictadura”; “Menemismo”, “Alianza”. Estos sentidos se
constituyen a través del entramado de series discursivas que van de los análisis económicos al
periodismo y de la historia a los panfletos y slogans políticos que constituyen tanto a los
objetos que deben ser considerados como a los sentidos aceptados. A su vez estos objetos y
sentidos se corresponden con los distintos momentos o períodos históricos, sobre los que se
aplican las reglas y repeticiones necesarias para estabilizar el modo de delimitarlos cuando no
se corresponden punto a punto con los gobiernos, esto es: cuando termina un ciclo y
comienza otro por fuera de los límites cronológicos de los gobiernos. Esto lleva a una
perspectiva analítica que no acepta la historia como serie sucesiva de fragmentos claramente
reconocibles, con sujetos destacados y rupturas evidentes, sino como un continuum temporal
que se materializa a través de ciclos pero que no implica necesariamente transformaciones
sociales de grado tal que pongan en peligro la hegemonía capitalista y su ideología neoliberal.
Así cada objeto de estudio, por caso: La Alianza (UCR-FREPASO) y su gobierno, debe ser
ubicado en su momento, pero sin aceptar de antemano implicancias de evolución respecto de
momentos anteriores o de antecedente respecto del futuro.

La Alianza utilizó desde su formación la estrategia discursiva de presentarse como una


alternativa progresista que venía a terminar con prácticas políticas perniciosas, en particular
la corrupción, que provocaban graves problemas sociales como la desocupación, el
clientelismo y la inseguridad. En su discurso de toma de posesión de la presidencia Fernando
de la Rúa afirmaba: “Concluye una etapa, comienza un nuevo ciclo, iniciamos un nuevo
camino. En la incesante marcha de la historia, ese camino no es una encrucijada sino una ruta
firme hacia una nueva sociedad ética, solidaria y progresista. No vengo a emprolijar modelos,
sino a que entre todos luchemos por un país distinto. El 24 de octubre los argentinos
expresamos una firme vocación de cambio. Ese cambio supone en primer término una estricta
vigencia de los valores que deben estar necesariamente vinculados al estilo de la gestión de
los intereses públicos. La transparencia, la honestidad, la austeridad, la lucha permanente
contra cualquier forma de corrupción, la convicción profunda de servir a la gente y no a sí
mismo o a grupos privilegiados a la sombra del poder será un presupuesto insoslayable de mi
gestión.”16

16 Fernando de la Rúa, Discurso de Toma de Posesión, 10 de diciembre de 1999.


Para el progresismo de La Alianza los valores éticos eran suficientes para transformar la
sociedad, no hacían falta tomar medidas sociales y económicas efectivas. Esta cosmovisión
ya era argumentada en la Revista La Mirada17 que dirigía Carlos Auyero y en donde
escribieron Fernández Meijide, Beatriz Sarlo, Chacho Álvarez y Jozami, entre otros. Porque
si el neoliberalismo era el correlato económico de los delitos de la dictadura o de la
corrupción menemista alcanzaba con la puesta en práctica de valores éticos para que se
produjera una transformación positiva en la economía del país. De esto se trataba “el cambio”
en el discurso de La Alianza; a través de una nueva mano invisible el comportamiento
servicial y bien intencionado de los funcionarios, comenzando por el presidente, iba a
beneficiar a toda la sociedad y así hacer “un país distinto”. Pero el 18 de enero de 2000 el
presidente De la Rúa anunciaba el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por un
préstamo 13.700 millones de dólares, que junto a los préstamos del BID, el Banco Mundial,
las AFJP, España y bancos privados llegaba a 40 mil millones de dólares que aseguraban que
Argentina pagara los servicios de deuda del año 2001. A esta operatoria financiera que
gestionó el ministro Machinea se la denominó “Blindaje 2001” y fue anunciada con spots
televisivos y propaganda callejera. Muy lejos de los valores éticos que De la Rúa había
planteado para enfrentar a la corrupción y así iniciar “un nuevo camino”, lo que le permitía a
la Argentina mantener alguna estabilidad social era la intervención directa del capital
financiero internacional en su economía. Pero todo rasgo de “progresismo” y valores éticos
va a desaparecer cuando el 16 de marzo de 2001 el ministro López Murphy, que había
reemplazado hacía dos semanas a Machinea, anuncia un recorte presupuestario por 1.962
millones de dólares, donde la educación pública era la más afectada con 660 millones, pero
también la Universidad con 361 millones para ese año 2001 y se estimaba un recorte de 541
millones para el 2002. El recorte también afectaba a la educación terciaria: se quitaban 220
millones que se giraban a las provincias para ese nivel. También se recortaba la asignación
familiar por 129 millones y las jubilaciones por 127 millones. La respuesta social a estas
medidas del manual básico del neoliberalismo (restricción del gasto público) iba a provocar
la renuncia del ministro. Pero los sueños imaginarios del progresismo argentino iban a llegar
a su fin dos días después cuando fue nombrado Domingo Felipe Cavallo, el autor de la
Convertibilidad, el modelo económico que De la Rúa decía que no iba a emprolijar.

Esta breve presentación de sucesos del gobierno de la Alianza da cuenta de que sus discursos
y sus acciones políticas no deben verse como una ruptura respecto de la continuidad histórica;
como el mismo De la Rúa lo decía. Pero esta continuidad que hoy nos parece evidente, y que
ya es un lugar común en las investigaciones sobre el período, no resultaba así cuando La
Alianza se presentaba como opción progresista convocando la adhesión de reconocidos
intelectuales de la izquierda y el centro izquierda argentino. Aceptar el supuesto de que el fin
de un gobierno implica transformaciones o cambios es la base del imaginario que une
cambios institucionales con cambios económicos y que desvirtúa la tarea analítica. Tanto
como la declamación de cambios no implica que los cambios se realicen efectivamente o que

17 La revista La Mirada editó tres números entre 1990 y 1991 y fue el espacio de debate para intelectuales y
políticos que proponían la construcción de un frente de centro izquierda para enfrentar al menemismo.
las personas que se dicen progresistas efectivamente, una vez en el gobierno, tomen medidas
radicales de cambio.

4.

Tomar como cierto el hecho de que el neoliberalismo comienza en marzo de 1976 no es


solamente una afirmación equivocada sino que tiene como consecuencia la creación de
inconvenientes graves para la comprensión económica y política de la segunda mitad del
siglo veinte. Porque, por una parte borra de la memoria histórica y discursiva la
conformación de la matriz neoliberal entre 1955 y 1959 y, a la vez, al ligar al neoliberalismo
con el golpe de estado carga de valoración negativa en términos éticos y morales a esa
ideología hegemónica pero de forma confusa le adjudica las culpas de las atrocidades
realizadas por la dictadura en una relación de causa y consecuencia que se muestra como
evidente. Esto dificulta un estudio del neoliberalismo en su especificidad y la comprensión de
su influencia en el discurso político argentino.

Tomar como objeto de estudio períodos largos de la historia argentina permite ver las
constancias y las rupturas sin aceptar una periodización dada por los cambios de gobierno o
por la naturaleza de origen de esos gobiernos, por ejemplo: “gobiernos civiles”, “gobiernos
militares”, “gobiernos peronistas”, “gobiernos radicales”, etc. Por fuera de los nombres, la
repetición de políticas, y de argumentos dan cuenta de la prevalencia de una hegemonía que
constituye la estabilidad de los acuerdos sociales que posibilitan la aceptación de medidas
económicas contrarias a las intenciones declamadas por el poder político y que afectan el
bienestar de la mayoría de la ciudadanía. El olvido, que permite repetir esta mecánica
económica, aparece como un vector fundamental y necesario de la argumentación política:
aquello que no se dice para poder decir y persuadir.

Coda

El 8 de mayo de 2018 el presidente Macri anunció que Argentina volvía a solicitar un


préstamo al Fondo Monetario Internacional. En su breve discurso justificó los motivos que
llevaron a tomar esta decisión: la dependencia de Argentina de la financiación externa para
estabilizar su economía y el nuevo escenario global en el que Argentina no lograba
financiación privada.

“El problema que tenemos es que somos de los países del mundo que más dependemos del
financiamiento externo. Producto del enorme gasto público que heredamos y que estamos
ordenando. Frente a esta nueva situación y de manera preventiva he decidido iniciar
conversaciones con el Fondo Monetario Internacional para que nos otorgue una línea de
apoyo financiero. Hace minutos hablé con Christine Lagarde, su directora, y nos confirmo
que vamos a arrancar hoy mismo a trabajar en un acuerdo. Esto nos va a permitir fortalecer
este programa de crecimiento y desarrollo dándonos un mayor respaldo para enfrentar este
nuevo escenario global. Esta decisión la tomé pensando en el mejor interés de todos los
argentinos.”
Este necesario préstamo del FMI era la condición de posibilidad para que Argentina pueda
continuar su programa de desarrollo económico y el gobierno tomaba esta decisión para
proteger los intereses de los argentinos. Después de trece años Argentina volvía a solicitar un
préstamo al organismo internacional que había condicionado la economía argentina durante
cincuenta años. Desde el primer acuerdo que se había realizado en 1956 (un préstamo de mil
millones de dólares) hasta enero de 2006 cuando el presidente Kirchner realizó el pago de
9600 millones de dólares con el que se saldaba la deuda y con esto se terminaba la relación.
El préstamo del FMI a la Argentina fue el más importante en toda su historia: 57.000
millones de dólares. Y tanto Argentina como el FMI no cumplieron con el acuerdo que se
había firmado: Argentina utilizó el préstamo para mantener la estabilidad cambiaria y el FMI
no respetó la cláusula que no autoriza hacer préstamos para fuga de capitales.

El 18 de diciembre de 2000, en un spot televisiva, el presidente De la Rúa anunciaba el


“blindaje”, un préstamo por US$ 38.600 millones de bancos, de organismos multilaterales y
España pero que tenía al FMI como principal actor del acuerdo.

“Queridos argentinos: los esfuerzos de este año dieron sus frutos. He anunciado un blindaje
internacional que nos saca del riesgo y crea una plataforma extraordinaria para el
crecimiento. (Se calza los anteojos) Llega después de un año difícil, difícil para ustedes que
están soportando una crisis difícil que lleva casi cuatro años castigándonos… pero en
definitiva terminamos este año con un gran éxito: el blindaje 2001. Esto es lo que estábamos
haciendo mientras algunos decían que no hacíamos nada. ¿Arriesgue mi capital político
para tomar las medidas más duras en el primer año? Qué importa si a cambio he logrado
protección y fuerza para la Argentina… Es un éxito para mí, como presidente y para todo el
pueblo que se beneficiará porque a partir de esta extraordinaria operación económica
podremos crecer espectacularmente y comenzar a generar los empleos que necesitamos. El
blindaje es una operación económica, política y financiera inédita que genera un fondo de
garantía tan grande para el país que despeja cualquier amenaza o duda sobre el futuro de la
Argentina.”

Para el presidente De la Rúa los motivos del “blindaje” eran evitar cualquier posibilidad de
que Argentina entre en el default de la deuda y a partir de esto se comience un camino de
desarrollo y crecimiento del empleo. En una relación de causa consecuencia, la seguridad del
pago de deudas, a través de la toma de una nueva deuda, provocaría las necesarias
inversiones de capital que desarrollen nuestra economía y creen empleo. Por la cantidad de
dinero dado en préstamo a Argentina esto era “una operación política y financiera inédita” .
Pero además esta toma de deuda “despeja cualquier amenaza o duda sobre el futuro de la
Argentina”. De la Rúa aseguraba que iba a mantener su principal promesa de campaña:
sostener el programa de la convertibilidad que fijaba el valor del peso al dólar.

Para Macri no hay posibilidades por fuera de su estrategia económica gradualista y que la
toma de deuda ingresaba dentro de esta estrategia para evitar cualquier posibilidad de crisis:
“Mi convicción es que estamos recorriendo el único camino posible para salir del
estancamiento. Buscando siempre evitar una gran crisis económica que nos haría retroceder y
dañaría a todos. Para esto implementamos una política económica gradualista que busca
equilibrar el desastre que nos dejaron en nuestras cuentas públicas.”

Como el presidente De la Rúa luego de la derrota en las elecciones legislativas de 2001 las
certezas del Presidente Macri se diluyeron luego de las PASO de agosto de este año. Frente al
crecimiento de la tasa de inflación, la devaluación del peso, y la caída de las reservas en el
Banco Central el gobierno fue obligado a desplazar las políticas gradualistas (hacia la
libertad de mercado) por políticas de mayor intervención estatal.

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