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Alimento Diario - 7 de
Setiembre
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Un disparo en la oscuridad
Vivamos decentemente, como a la luz del día, no en orgías y borracheras, ni en
inmoralidad sexual y libertinaje, ni en disensiones y envidias. Romanos 13:13
Al hombre de nuestra historia le gustaban las fiestas y también el alcohol, por lo
que lo único que recordaba de la fiesta de fin de año, era que alguien le había
disparado en la cabeza.
Al día siguiente despertó con un dolor punzante en la cabeza, pero a medida que el
dolor se iba yendo, también se iban yendo sus recuerdos del incidente. Así fue
hasta que, después de un largo tiempo, y debido a que la cabeza le molestaba
mucho, decidió ir al médico, convencido que tenía un tumor.
Grande fue su sorpresa cuando el médico descubrió que, lo que en realidad tenía
en la parte posterior del cerebro, era una bala calibre 22. Si bien la herida había
sanado, la bala le causaba constantes dolores de cabeza.
Luego de la cirugía, le entregaron la bala. Quizás le sirva como recordatorio y le
ayude a comportarse como sugiere Pablo en el texto para hoy: viviendo
decentemente, evitando inmoralidad y libertinaje.
No es necesario recordarle que la carta que Pablo escribió a la iglesia en Roma, fue
escrita también para los cristianos de todos los tiempos. Esto significa que el
pasaje también se aplica a nosotros.
En verdad, el Señor Jesús, quien entregó su vida como un sacrificio para ganar
nuestra salvación, es honrado cuando nosotros vivimos cada día en gratitud a él, y
en servicio a los demás.
ORACIÓN: Señor de la vida, te doy gracias por haberme rescatado del pecado, el
diablo, y la muerte. Enséñame a ver las oportunidades que me das cada día para
llevar tu amor y tu misericordia a quienes me rodean. En el nombre del Redentor
crucificado y resucitado. Amén.
Poco a poco
¿A dónde podría alejarme de tu Espíritu? ¿A dónde podría huir de tu presencia? Si
subiera al cielo, allí estás tú; si tendiera mi lecho en el fondo del abismo, también
estás allí. Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos
del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha! Salmo
139:7-10
Durante cuatro meses la familia de Jean la estuvo buscando. Fueron por todos
lados: por el desierto y la ciudad, a caballo, a pie, y en vehículos todo terreno.
Abrieron una página en Facebook, utilizaron helicópteros, pusieron avisos en las
rutas y caminos, y hasta ofrecieron una recompensa de $10,000.
Finalmente, Jean ha sido hallada: su esposo encontró su cadáver en su propia casa.
Lo descubrió al ver los pies que sobresalían por debajo de un montón de cosas
acumuladas. Es que Jean era de esas personas que son adictas a comprar y
guardar cosas, toda clase de cosas, y en gran cantidad.
Lo más importante de todo esto es que, aun cuando ni el esposo ni el resto de su
familia tenía idea del paradero de Jean, Alguien sí sabía dónde estaba.
Lea una vez más el pasaje de más arriba. Claramente dice que no hay lugar donde
un pecador pueda escapar de Dios. El Creador del universo sabe dónde nos
encontramos… en todo momento.
Para el pecador no perdonado, el saber que Dios puede ver sus maldades es
aterrorizante.
Para el pecador que ha sido lavado de sus transgresiones con la sangre del
Salvador, el saber que Dios está con él le provee un consuelo inmenso.
Es mi esperanza y oración que usted sea parte de este segundo grupo. Oro para
que el Señor le conozca como uno de sus hijos perdonados y salvados, y para que
usted tenga a Jesucristo como su Salvador y Señor.
Si así lo hace… nada podrá jamás lastimarle, por la eternidad.
ORACIÓN: Señor Dios, como uno de tus hijos perdonados te doy gracias por tu
presencia constante en mi vida, y porque sé que, sean cuales fueran las cosas que
se interpongan en mi camino, Tú estarás siempre a mi lado. En el nombre de Jesús.
Amén.
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Alimento Diario - 13 de
Setiembre
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