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Introducción.
Estos conceptos jurídicos básicos o fundamentales son tales pues son utilizados en
casi todas las explicaciones que se desarrollan en las distintas ramas del derecho
diferenciándose así de otras expresiones que tienen un ámbito de aplicación o de uso más
restringido como “sociedad anónima” “fraude”, “matrimonio” etc.
Estudiaremos algunos de estos conceptos que nos parecen los más relevantes:
I.- La sanción.
Existen distintos tipos de sanciones en las distintas ramas del derecho. En otros
términos, la sanción no es un concepto exclusivo del derecho penal sino que se utiliza en
todos los ámbitos del derecho.
Por ejemplo, en el caso de una obligación de dar (de género), un banco presta una
cantidad de dinero a una persona, que se obliga a restituirla con intereses. Si llegado el
plazo fijado para el cumplimiento, el deudor no paga, el banco, en virtud de que esta
obligación consta, como normalmente ocurre, en un “título ejecutivo” (ver artículo 434
del código de procedimiento civil), procederá a solicitar al tribunal competente el
embargo y el retiro de especies o bienes del deudor, para su posterior remate. Con el
producto de éste se pagará del capital, intereses y costas (gastos en que incurre una
persona en un juicio).
Otro ejemplo, no ya de una obligación de dar sino que de una de hacer, de realizar
algo, como puede ser el caso de levantar una muralla, pintar un cuadro, etc. En este
supuesto, el procedimiento es distinto. Se encuentra señalado en el artículo 1553 código
civil. Conforme al cual se debe actuar del modo que ahora pasa a indicarse. En primer
lugar, se pueden pedir apremios contra el deudor para que ejecute el hecho convenido. En
segundo término, es posible solicitar que se autorice al acreedor para hacerlo ejecutar por
un tercero a expensas del deudor. En tercer lugar, se puede solicitar que el deudor
indemnice los perjuicios resultantes al acreedor del no cumplimiento de la obligación.
No resultó fácil para los juristas llegar a la conclusión de que el daño moral, o si se
quiere el sufrimiento psicológico, debe ser indemnizado por quien lo causa. Se
argumentaba en su contra que el sufrimiento espiritual de una persona no tiene un
equivalente económico, por tanto, no hay un monto en dinero que pueda equipararlo o
aproximársele.
Para ilustrar estos conceptos, podemos colocar el ejemplo del taxista a quien le
chocan su automóvil rompiéndole el parabrisas y dos puertas. El daño emergente en este
caso se encuentra en el costo que le significa reparar, o reponer, el parabrisas y las dos
puertas. El lucro cesante se halla en la utilidad que dejó de percibir el taxista durante el
tiempo, supongamos 15 días, en no pudo trabajar el vehículo por encontrarse paralizado y
en reparaciones. Generalmente, es mucho más fácil probar el daño emergente que el
lucro cesante, asimismo, es más sencillo avaluar los perjuicios resultantes del primero
antes que del segundo.
c) Perjuicios ciertos y eventuales. Por regla general se indemnizan sólo los ciertos.
A.- El castigo, que opera en el ámbito del Derecho penal, es otra de las finalidades
que persigue la sanción. El castigo o pena se impone a un sujeto en el caso de la comisión
de un delito. Nuestro Derecho positivo define lo que entiende por delito en el artículo 1°
del código penal. Nos dice que es “Toda acción u omisión voluntaria penada por la ley”.
Otra definición es la que tradicionalmente viene formulando la doctrina. Según ella, delito
“es una acción u omisión típica, antijurídica y culpable”. Ambas definiciones, en lo
fundamental, expresan lo mismo, pero la doctrinaria tiene la ventaja de explicitar todos
los elementos del delito de una manera clara y precisa. La legal, en cambio, requiere de
una labor de interpretación bastante más ardua en orden a lograr esa precisión. Por este
motivo, nos limitaremos sólo a analizar brevemente la definición doctrinaria. Pasemos a
examinar entonces, los elementos de esta definición:
En primer término, para que haya delito debe existir una acción (en sentido
amplio), un cierto comportamiento humano, que puede ser también una omisión,
destinado a conseguir un resultado, cual es el hecho delictivo. Es relativamente sencillo
colocar ejemplos de acciones, propiamente tales, constitutivas de delito, como es el caso
de matar a otra persona o de sustraerle sin su consentimiento el dinero que porta en un
bolsillo. Algo más complejo y discutible resulta dar ejemplos de casos en que se comete
un delito por omisión, por no realizar una determinada conducta o actividad. Mucho se ha
discutido en el campo de la doctrina penal acerca de la naturaleza de los delitos de
omisión, sobre todo en cuanto a precisar en qué consiste ella. Sin entrar en detalles,
diremos que, para algunos, en el concepto amplio de acción se encuentra incluido
también el de omisión, en cuanto ésta en ciertos casos produce también un resultado. Por
ejemplo, el médico que no le suministra al paciente la medicina, a consecuencia de lo cual
fallece. Pero se agrega que no cualquiera omisión que produzca un resultado dañino o
rechazable es constitutiva de delito. No se trata, por tanto, de un simple no hacer, sino
que hay omisión, en el sentido que estamos considerando, cuando se tiene el deber
jurídico de hacer algo impuesto por una norma con trascendencia penal, pero esa acción
no se realiza, produciéndose un resultado que daña un bien jurídico protegido, como es el
caso de la vida o la propiedad de otro. En el código penal chileno es posible encontrar
diversos casos en que se describen delitos por omisión, como por ejemplo ocurre en el
inciso primero del artículo 237, al disponer que “El empleado público que, debiendo hacer
un pago como tenedor de fondos del Estado, rehusare hacerlo sin causa bastante, sufrirá
la pena de suspensión del empleo en sus grados mínimo a medio”.
Pero para que haya delito no es suficiente la sola acción, aunque la misma pueda
ser muy dañina o perjudicial a otro. Se requiere además que dicha acción sea típica. Esto
significa que, tal acción debe hallarse descrita en la ley como delito. Es lo que se denomina
tipo penal. Al respecto conviene recordar que, no hay otros delitos sino aquellos
establecidos o descritos como tales en la ley.
Por último, la acción típica y antijurídica para constituir delito debe ser además
culpable, desde un punto de vista penal. A este respecto debemos advertir que la noción
de culpa en el campo del derecho penal, no es exactamente coincidente con el concepto
de culpa que se emplea en el ámbito del Derecho civil y del Derecho privado en general.
La culpabilidad es la reprochabilidad del hecho típico y antijurídico, fundada en que su
autor lo ejecutó no obstante que, en la situación concreta, podía someterse a los
mandatos y prohibiciones del Derecho. La culpabilidad se relaciona estrechamente con el
concepto de imputabilidad, esto es la capacidad de conocer lo injusto del actuar y de
determinarse conforme a ese conocimiento. Dicho de otro modo, la imputabilidad es la
capacidad de culpabilidad.
Hay algunas personas que son inimputables, estando por ello exentas de
responsabilidad penal. Respecto a los casos de inimputabilidad contemplados en la
legislación chilena, debe decirse que algunos encuentran su origen o fundamento en un
trastorno mental. Así es inimputable el loco o demente (artículo 10 número1°). Otros, lo
encuentran en el hecho de no haberse alcanzado una edad suficiente para ser
considerado imputable, de este modo son inimputables de acuerdo a las reformas
introducidas por la ley 20.084, publicada en el Diario Oficial el 5 de diciembre de 2005, los
menores de 14 años. Los mayores de 14 y menores de 18, tienen lo que podemos llamar
una situación especial de responsabilidad que en buena medida atenúa las penas,
contempla formas más benignas de cumplirlas, disminuye los plazos de prescripción,
establece medidas de reinserción y educación, etc. Los mayores de 18 años se encuentran
sujetos a las reglas generales de responsabilidad penal. La mencionada ley 20.084, se
conoce bajo el nombre de ley de responsabilidad de los adolescentes por infracciones a la
ley penal, o más frecuentemente por ley de responsabilidad penal juvenil.
B.- El castigo y su justificación. ¿Por qué el Estado puede imponer penas? Y ¿cuál es la
finalidad que persigue? Este es un tema propio de la filosofía del derecho y se han
planteado al respecto dos corrientes fundamentales, una utilitarista y otra retribucionista.
Filosofía Utilitarista: el bien se define como “la mayor felicidad para el mayor
número posible de personas”. Desde esta perspectiva el castigo se justifica para dar
seguridad a la mayoría y llegar a ser de este modo más feliz o para maximizar la
protección de los derechos o ambos a la vez.
En segundo lugar el castigo puede servir como un ejemplo para que otros
eventuales delincuentes tomen notas de las consecuencias que les pueden acarrear el
delinquir.
Esta doctrina supone la libertad del hombre, pues, sólo puede hacerse merecedor
de una pena quien actúa libremente.
III.- La Responsabilidad:
Clasificación de la Responsabilidad
a.- el primero cuando se exige cometer el acto antijurídico con intención maliciosa,
es decir, con la intención de causar daño, como cuando se mata por venganza.
El deber jurídico en la obligación impuesta por una norma jurídica, de observar una
cierta conducta. Como vemos, implica la idea de vínculo o sujeción de un sujeto, y se
concreta en la exigencia de realizar u omitir una acción. Esa exigencia es formulada por
una norma emitida por una autoridad jurídica. Sin autoridad no hay exigencia y sin
exigencia, no hay deber jurídico.
El ordenamiento jurídico, por lo general, formula las normas que imponen deberes
enlazándolas entre sí. De tal modo que quien incumple una norma de conducta es objeto
de una norma de decisión impositiva de una sanción dirigida a un órgano de ejecución, el
cual tiene el deber de llevar a efecto la sanción si el sujeto no cumple sentencia de forma
voluntaria (Robles, Gregorio: Teoría Comunicacional de Derecho, T. I, P. 461-463 y ss).
1. Primera tesis: el derecho ideal o natural es algo distinto del derecho real o positivo,
la palabra derecho es apropiada para las normas legisladas, no para las morales.
4. Cuarta tesis: una cosa es conocer el derecho y otra tomar posición acerca de él,
esto es, valorarlo de un punto de vista moral.
5. Quinta tesis: el derecho no es justo por el solo hecho de ser derecho positivo, no
hay obligación moral de obedecer el derecho si no se valora como justo (Guastini,
Ricardo, Distinguiendo)
Por otra parte la resistencia se llevará a cabo con menos reservas si el príncipe es
un usurpador que si es un príncipe legítimo. En el primer caso, el ejercicio del poder está
viciado desde el principio (tiranía de origen), en el otro caso, el poder legítimo en
principio, se vuelve ilegítimo con la práctica (tiranía de ejercicio). Por este motivo el
usurpador, puede ser resistido por cualquier persona en representación de la comunidad,
en tanto que el príncipe legítimo, que se hace tirano por su forma de gobernar, sólo puede
ser resistido por una representación de hombres ilustres de la comunidad especialmente
designados al efecto.
Este derecho de resistencia, que fue objeto de una rica elaboración en la edad
media y el renacimiento se incorporó recién a las declaraciones de derechos y
constituciones liberales delos siglos XVII y XVIII. Este derecho de resistencia, como el
derecho a la libertad, a la vida, a la igualdad, etc.- se concibió como un derecho natural de
las personas (más como un derecho individual que un derecho de los pueblos). Con ello
obtuvo reconocimiento jurídico positivo pero no eficacia jurídica, ya que no se establecían
procedimientos ni medios materiales para la protección de estos derechos naturales
subjetivos.
Siguiendo a Rawls, podemos decir que la desobediencia civil constituye: “un acto
público, no violento, consiente y político, contrario a la ley, cometido habitualmente con
el propósito de ocasionar un cambio en la ley o en los programas de gobierno” (Rawls,
Teoría de la Justica, p. 332). De acuerdo con Habermas, todo Estado democrático de
derecho que está seguro de sí mismo, considera la desobediencia civil un componente
normal de su cultura política, precisamente porque es necesaria (Habermas, Jürgen,
Escritor Políticos, p. 54). En este sentido, la desobediencia civil constituye una “forma no
convencional de formulación de la voluntad política”. En efecto, tal como afirma Arendt, la
desobediencia surge cuando una cantidad significativa de ciudadanos se convence o bien
de que los canales utilizados tradicionalmente para conseguir sus cambios ya no están
abiertos o a través de ellos no se escuchan ni se atienden sus quejas o bien, de que, al
contrario, es el gobierno el que unilateralmente impulsa los cambios y persiste en una
línea cuya legalidad y constitucionalidad despierta graves dudas (Arendt, Hannah,
Tiempos Modernos, p. 117)
Así, este mecanismo representa uno de los recursos estabilizadores del sistema
constitucional, ya que al poner de manifiesto las injusticias existentes, y los focos de
tensión que podrían resultar evidentes para todos o para la mayoría, colabora con su
superación y con el perfeccionamiento de la convivencia social.
d) Rex Martin, agrega una última condición que consideramos de gran relevancia.
Para este autor, al desobedecer la ley, los ciudadanos deben estar dispuestos a
ser sometidos, de ser necesario, al examen jurídico o judicial apropiado, tal
como lo prescribe el derecho por ese quebrantamiento: porque de otra
manera, se ubicarían a sí mismos por encima del ordenamiento jurídico y, al
hacerlo, no se podría afirmar que reconocen su autoridad (Martin, Rex, Un
Sistema de Derecho, p. 258
a) Al ser un derecho subjetivo solo puede ser invocada por quien efectivamente
ejecuta un acto, es decir, alguien que se encuentra sujeto a una obligación legal o
contractual y que, mediante esta, se encuentre obligado a ejecutar un acto en
contra de su conciencia.
V) Derecho subjetivo
Derecho subjetivo es un concepto clave no solo para el derecho, sino también para
cualquier sistema normativo. En la tradición del derecho continental, se utilizaba el
término “derecho” para referirse tanto a la ley o sistema normativo (derecho objetivo),
como para referirse a las facultades, pretensiones, poderes etc. que tiene el individuo
para reclamar a otros (derecho subjetivo). Esta confusión no se da en la tradición del
common law en la que se utilizan palabras distintas “law” y “rights”.
Durante los siglos XVII y XVIII se impuso en Europa el ius naturalismo racional. En este
periodo se consolida lo que consideramos la concepción moderna de los derechos. Hugo
Grocio (1583-1645) ofrece tres definiciones de “Ius” que fueron celebres durante estos
siglos, de estas la más importante es la de derecho subjetivo al definirla como “Una
cualidad moral de la persona en virtud de la cual puede hacer o tener algo lícitamente”.
Será Thomas Hobbes quien planteará la idea de los derechos naturales y la primera
teoría contractualista, basada en el paso de un estado de naturaleza, donde los individuos
tienen un derecho natural de auto preservación, a una sociedad civil, en la que los
ciudadanos ceden sus derechos a un soberano. Por su parte John Locke sostiene que los
hombres poseen derechos innatos como la vida, la libertad y la propiedad, que deben ser
garantizados por el poder que surge del contrato originario, y que en caso de
incumplimiento los ciudadanos tienen derecho a resistencia.
Esta concepción ius naturalistas será criticada por autores como Savigny, Bentham
y Marx por consistir en meras construcciones irracionales (abstracciones) que defienden
los intereses de la clase burguesa. Estas críticas abonarán el terreno para las teorías ius
positivistas que se consolidarán en la segunda mitad del siglo XIX y será difundido durante
toda la primera mitad del siglo XX.
A.- Tesis del derecho subjetivo como expresión de la voluntad del sujeto
Esta teoría nace al amparo de la escuela histórica del derecho la que bajo la
influencia de Kant entiende el derecho subjetivo fundamentalmente como manifestación
de voluntad de los sujetos. Kant había definido el derecho como aquel conjunto de
condiciones que hacen posible la conjugación del arbitrio o voluntad de cada uno con el
de los demás según la ley universal de libertad.
La voluntad, para aclarar los términos, sería aquella facultad de la mente humana
que moviliza nuestras fuerzas y nos impele a realizar las acciones. Por tanto, mientras que
la razón tendría un carácter más contemplativo, la voluntad representaría el motor de la
actividad humana.
Según este autor el derecho subjetivo puede concebirse de dos maneras: a) como
la voluntad de un sujeto que exige un comportamiento de otra u otras personas en virtud
de las facultades que le conceden las normas jurídicas o como, b) la voluntad del sujeto
que da lugar al nacimiento, modificación o extinción de un derecho.
La primera y más importante crítica que ha recibido esta teoría fue formulada por
el jurista alemán Rudolf Von Ihering, quien en una obra suya titulada “El fin en el
derecho”, sostiene lo siguiente: “si la voluntad únicamente fuera el objeto del derecho,
¿Cómo podrían tener derechos las personas sin voluntad? Si personalidad y capacidad
jurídica son equivalente a capacidad de querer, no se explica por qué todas las
legislaciones reconocen a los niños y los locos, no solo la parte puramente humana de la
personalidad, el cuerpo y la vista, sino que les conceden, salvo ligeras modificaciones, la
misma capacidad patrimonial que a las personas dotadas de voluntad”.
b) Existen además ciertas situaciones en que el titular del derecho ignora que lo
tiene y si no hay conocimiento tampoco hay voluntad. Esto puede ocurrir por ejemplo, en
los casos de derecho hereditario que se transmiten en el mismo instante de la muerte del
causante, aunque el heredero lo ignore.
c) Existen también situaciones en que los derechos se tienen aún contra la
voluntad del propio titular. Es lo que ocurre por ejemplo, en el derecho del trabajo donde
impera el principio de la irrenunciabilidad (Art. 5 del Código del Trabajo). Esto significa que
hay ciertos derechos que el trabajador tiene y a los cuales no puede renunciar. Y si lo
hace, dicha renuncia carece de valor. Por ejemplo, el derecho al feriado, el derecho a
recibir una remuneración por su trabajo, etc.
2) Teoría Del Interés o Tesis Del Derecho Subjetivo Como Interés Jurídico
Protegido
Esta teoría fue elaborada por R. von Ihering quien en una obra titulada “El
espíritu del derecho romano”, sostiene que el derecho subjetivo es realmente un interés
jurídicamente protegido. En este sentido, y tal como hemos visto más arriba, crítica la
teoría precedente, puesto que los derechos en realidad no son el fin de la voluntad, sino
que le sirven de medio. A este respecto, afirma que en todo derecho existen dos
elementos: Uno sustancial y otro formal.
Esta idea de que un derecho sin acción que lo proteja no sirve en realidad para
nada, proviene del derecho romano. Los juristas de la época clásica no concebían la
existencia del derecho sin una acción procesal que lo protegiera.
Los críticos, sin embargo, sostienen que esta teoría no logra superar las críticas que
se formulaban a la teoría de la voluntad y que por el contrario incurren en el mismo error.
Se argumenta que si el interés de las personas fuera el elemento definidor del derecho
subjetivo, este dejaría de existir si aquel faltara, lo cual no sucede en absoluto. Una
persona puede ser perfectamente titular de un derecho subjetivo sin que en absoluto
tenga interés en tenerlo ni en ejercerlo (Robles, Gregorio: Teoría Comunicacional de
Derecho, T. I, P. 592)
Una de las teorías más influyentes en el siglo XX fue la de Hans Kelsen, este autor
nos proporciona una explicación del concepto de derecho subjetivo, formulada a partir de
una concepción general del derecho, desde una “teoría pura” que intenta liberar a este de
elementos psicológicos y ético-políticos. El concepto de derecho subjetivo en su teoría es
una noción que deriva del concepto de “deber jurídico”, que a su vez depende del
concepto de “hecho ilícito” y este del concepto de “sanción”, que se encuentra en la
definición misma de norma jurídica. Los intentos de Kelsen se dirigen a tratar de
demostrar que, en última instancia, el derecho subjetivo es tan solo derecho objetivo, es
decir, no es otra cosa que una norma jurídica tal y como él la concibe.
Dentro del sistema kelseniano, este concepto cumple una función particular, pero
no principal como la que cumplen los deberes. Esta concepción a la que llega Kelsen parte
de una crítica exhaustiva tanto a las teorías iusnaturalistas, como a las teorías de la
voluntad y del interés de Ihering.
Kelsen en su “Teoría Pura”, dio cuenta de cinco sentidos en que se suele hablar de
derecho subjetivo:
Correlativos jurídicos:
La ley y las demás fuentes del derecho cumplen una función de orientación en la
decisión del juez, pero, no la determinan por completo. De esta manera en la perspectiva
de estos autores no tiene mucho sentido defender la existencia de un derecho subjetivo
derivado de y protegido por una norma jurídica, porque la norma jurídica es la decisión
del juez, y por lo mismo no existe ninguna seguridad en la atribución de facultades.
Por otra parte para el realismo jurídico escandinavo la mayoría de los conceptos
jurídicos tradicionales son ficticios y existen solamente en la imaginación de las personas.
Para ellos sólo existe aquello que puede verificarse empíricamente, aquello que puede
comprobarse en los hechos. Lo que no ocurre con los conceptos jurídicos tampoco con el
derecho subjetivo.
a) Capacidad jurídica.
De manera que existen personas sin capacidad de ejercicio, pero, no existen personas
sin capacidad de goce.
Son absolutamente incapaces los dementes, los impúberes y los sordomudos que
no puedan darse a entender claramente. Los dementes son las personas que por cualquier
causa se encuentran privados de razón de un modo permanente. Los impúberes son los
varones que no han cumplido 14 años y la mujer que no ha cumplido 12 años (Art. 26 del
Código Civil).
Son incapaces relativos los menores adultos y los disipadores que se hallen bajo
interdicción de administrar lo suyo. Los menores adultos son los varones mayores de 14 y
las mujeres mayores de 12 que no hayan alcanzado la mayoría de edad (18 años).
Disipador es aquel que manifiesta una total falta de prudencia por actos repetidos
de dilapidación. Para que el disipador sea considerado relativamente incapaz es necesario
que sea declarado interdicto por resolución judicial.
El tema de la incapacidad es también relevante en el derecho penal. Para que una pena
sea aplicable a quien cometió un delito el sujeto debe ser capaz o imputable, como se dice
en la dogmática penal. La inimputabilidad se parece a la incapacidad de ejercicio en que
en ambos casos no se satisface una condición para ciertas consecuencias jurídicas sean
aplicables. En nuestro país son inimputables por ejemplo: 1°. El loco o demente, a no ser
que haya obrado en un intervalo lúcido, y el que, por cualquier causa independiente de su
voluntad, se halla privado totalmente de razón; 2°. El menor de dieciocho años. La
responsabilidad de los menores de dieciocho años y mayores de catorce se regulará por lo
dispuesto en la ley de responsabilidad penal juvenil.
El ser humano es, en un primer plano, una realidad natural de carácter físico-
psíquico. Ahora bien, el hombre no vive solo sino en sociedad. En ésta actúa y representa
determinados roles o papeles. De entre ellos el derecho selecciona unos cuantos, y los
dota de una significación especial configurando sus perfiles jurídicos. Esos roles vienen
definidos por las distintas situaciones jurídicas, de las cuales destaca una sobre las demás:
la de ser persona. El derecho moderno ha generalizado esa situación jurídica de ser
persona y la ha atribuido a todo ser humano, independiente de cualquier condición o
circunstancia en que los individuos concretos se encuentren. El individuo es persona
porque está en la situación jurídica de persona que el derecho le otorga. No es una
cualidad intrínseca, natural del individuo, sino una cualidad que el derecho le concede al
colocarle respecto de él en la situación jurídica de persona. Se trata de una situación
jurídica básica, presupuesto de todas las demás situaciones jurídicas posteriores (Robles,
Gregorio: Teoría Comunicacional de Derecho, T. I, P. 913).
Por esta razón, preferimos hablar de sujeto de derecho, porque persona en el uso
común se confunde ser humano, concepto que tiene además connotaciones éticas y
filosóficas y lo mismo hace nuestro Código civil cuando define la persona (natural) en el
art. 55 del Código Civil “son personas todos los individuos de la especie humana,
cualquiera sea su edad estirpe o condición “.
Por su parte, nuestro ordenamiento jurídico, en el art. 545 del mismo Código Civil,
define a estos entes colectivos que llamamos personas jurídicas del modo que sigue: “se
llama persona jurídica, una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contraer
obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente.” De esta
definición entonces resulta notoria la relación que venimos señalando entre los conceptos
de personalidad y capacidad jurídicas.
La personalidad es, pues, una categoría estrictamente jurídica, y por ello es posible
afirmar que el derecho reconoce dos clases de personas.
Hay que destacar que la persona jurídica posee una existencia propia, derechos y
obligaciones diferentes a los que posee a título particular cada uno de sus miembros.
El hecho de que estas entidades, que no son seres humanos, puedan ser sujetos de
derecho, ha despertado gran interés y se han propuesto distintas teorías para explicar
este fenómeno.
- Teoría negativa: Quienes sostienen este punto de vista, no hay más personas que las
personas naturales, y no admiten la existencia de personas colectivas. Para explicar las
referencias que las normas jurídicas hacen a ellas, afirman que cuando se habla de las
personas colectivas, en realidad se habla de los actos de ciertos individuos en particular.
- Teoría Realista: Quienes manifiestan este punto de vista, sostienen que además de las
personas físicas, existen otras entidades reales que son las personas jurídicas. Afirman que
las personas colectivas están configuradas por ciertos fenómenos que se dan en la
realidad. Para algunos juristas de esta opinión, la entidad que constituye una persona
colectiva es una voluntad social que se independiza de cada uno de los integrantes de la
sociedad, surgiendo como un elemento autónomo, es decir, las personas colectivas tienen
una existencia real, que está dada por la existencia de una voluntad social.
-Teoría de la Ficción: Federico Carlos Von Savigny es el creador de esta teoría y sostiene
que las personas jurídicas son entes ficticios creados en forma artificial y que son capaces
de tener un patrimonio. Según esta teoría, desde un punto de vista empírico es obvio que
no hay más persona que los seres humanos, y sólo ellos tienen capacidad para tener
derechos y obligaciones. El Ordenamiento Jurídico puede, sin embargo, por razones de
utilidad, suponer la existencia de entidades que no son seres humanos como soporte de
derechos y obligaciones.
Estas entidades no existen en la realidad, pero los juristas hacen como que existen,
atribuyéndoles una voluntad destinada al cumplimiento de ciertos fines jurídico. El que las
personas jurídicas sean entidades reales o ficticias tiene cierta importancia. Si estimamos
que son ficticias, el Estado puede con plena libertad crear y disolver estas personas
jurídicas, pues se trataría de meras creaciones técnicas. Si estimamos, en cambio, que son
reales, al Estado no le quedaría más que reconocerlo.
El Código Civil chileno sigue la teoría de la ficción, de acuerdo al artículo 545.
Finalmente debe destacarse que las personas jurídicas sólo contraen obligaciones
civiles, lo que significa que en ningún caso tienen responsabilidad penal, esto es así
porque para cometer delito se requieren de una única voluntad, y la única voluntad que se
le atribuye a la persona jurídica es para cumplir sus fines lícitos. La responsabilidad penal
es exclusiva de las personas naturales.
Para el profesor Abelardo Torre la relación jurídica es el vínculo entre dos o más
personas en virtud del cual una de ellas tiene la facultad para exigir de otra el
cumplimiento de un hecho determinado o la realización de una conducta determinada.
Por su parte el profesor Luis Legaz Lacambra define la relación jurídica como un
vínculo entre sujetos de derecho, nacido de un hecho determinado definido por las
normas jurídicas como condición de situaciones jurídicas correlativas o acumulativa de
facultades o deberes, cuyo objeto son ciertas prestaciones garantizadas por la aplicación
de una consecuencia coactiva de derecho o sanción.
Siguiendo a este autor entonces los elementos de una relación jurídica son los que
siguen:
1- Sujetos De Derecho:
La relación jurídica se produce siempre entre sujetos de derecho, que son personas
naturales o jurídicas.
Pero hay quienes han planteado que la relación jurídica podría darse entre un
sujeto de derecho y una cosa, basándose para ello en el ejemplo de los derechos reales.
“Derechos real es el que tenemos sobre una cosa, sin respecto a determinada persona”.
Así lo define el art 577 del Código Civil.
Sin embargo para ser titular de un derecho real, lo normal es adquirirlo de otra
persona de manera que aun en ese caso la relación jurídica se produce entre sujetos de
derecho. Es más, cuando se tiene un derecho real sobre una cosa no tiene sentido hablar
de prestación debida o de sujeto de derecho activo o pasivo, elementos que son
fundamentales en una relación jurídica. Los participantes de una relación jurídica ocupan
diversos roles.
Sujeto Activo: es aquel que tiene la facultad para exigir de otro una determinada
prestación o comportamiento. Dicho de otro modo el sujeto activo es el titular del
derecho subjetivo.
Sujeto activo y pasivo, deber jurídico y derecho subjetivo, pues son términos
correlativos. De modo que no existe uno sin el otro.
2-Hecho Condicionante:
Este hecho condicionante puede ser simple, cuando consiste en un solo hecho, por
ejemplo el que mate a otro, el hecho condicionante está integrado aquí por el solo hecho
de matarlo. Puede ser también complejo, cuando se compone de dos o más hechos, por
ejemplo, el funcionario público que malversare fondos, está conformado tanto por el
hecho de la malversación como por la calidad de funcionario público del autor.
Este hecho jurídico condicionante puede ser de la naturaleza o del hombre. En este
último caso puede ser voluntario o involuntario, lícito e ilícito y realizados con o sin la
intención de producir efectos jurídicos.
En otros casos como en los contratos unilaterales, las partes ocupan algunos de
estos roles en forma exclusiva. Como, por ejemplo, en el caso del comodato o préstamo
de uso en que el comodatario es el sujeto pasivo y su obligación consiste en restituir la
cosa en los términos pactados y el sujeto activo es el comodante que tiene la facultad de
exigir la restitución de la cosa.
4- La Prestación:
5-La Sanción: