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Ar.rn lViL
(CON!CE f/UTDT)

Parn los sus {:x\1"os corno parn qu,e,·,es lo miran con rccdú .
el es i!l'I. foi-tórneno nnturaL Sin cnm,;,rno apena;-; !,a rnirnda intsciende lo:~ límites naci o.,
nales y uni:l ncrs,,e,:1, J'lü ser visto sino com·o un hecho cxccpc,io11a.
Se trni-a de uno de esos contados casos en los que un partido de típicamente carismútico
logra sobrevivir a{ carisrna de su fllndador.

también considera este fenómeno CO··

mo caso anormal y aconlecimiento rarísirno. Caso anormal por la excepciom!lidad de! carisma,.
ianto respecto del principio de legitimidad en el que descansa como por su escasa frecuencia his-
tórica. Acontecimiento rnrísirno por que son pocos los partidos carismáticos que han logrado en-
frentar exitosamente el desafío de consolidar una organización una vez desaparecido el líder. En
efecto, un rasgo central del patiido carismático es el control y predominio de [a voluntad del líder
sobre todas las actividades del partido; líder y partido confrwrnan una misma identidad. La clave
ele la supervivencia de un partido de estas características se encuentra, así, en !a capacidad de au-
tonomizar la organización del líder o, lo que es lo mismo, dotar a la organización de un orden su-
cesorio propio.
El propósito de este trabajo es, justamente, ofrecer una reconstrucción, por cierto estiliza-
da, de! proceso de creación de un orden sucesorio en el peronismo. Dado que la definición de ese
orden tiene como espacio ineludible et ámbito organizativo del partido, nuestro trabajo se focali-
zaní en los cambios operados en su interior. Al embarcarnos en esta tarea, encontramos en e! en-
foque de Angelo Pancbianco un marco analítico sugerente que mejora nuestra capacidad ele estu-
diar el desarrollo y evolución de los paitidos políticos 1• Veamos, sucintan1ente, sus principales
puntos.

A. Panebianco coloca en el centro de su anúlisis los aspectos organizativos de los partidos


políticos. En este sentido y, como él mismo reconoce, rescata del olvido a clásicos corno \Veber,
Michels y Duverger, cuyos obras quedaron relegadas por el ímpetu que cobró la teoría de los sis-
tcmas a p<1rtír de los a11os 60. Los clásicos, sostiene A. Panebianco, entendieron a los partidos po-
líticos ante todo como organizaciones. Este es su punto de partida, enriquecido, además, con la

1
Angclo Panebianco, Modelos de Partídos. 01gani:::ación _v poder en los partidos políticos, Madrid,
Ali,mla, ! 990.
2

Así, su es

q_1.1ema "''"º'"'''" dos aspec1:m-;_ Por un bdo., la,; relaciones de en el :,;enn de la

E:-;ta v,_nial.r!c ¡:nocura Gtptar ia dinúmica de. la lucha interna por ¡J of'i-cclcndo. en consc
cm'nu,1, una chive ¡mm. entender 1anto el funcionamiento de lm; narl,dns como los cambios que

Por otru., reíntroducc:. en el <tnúlisis nnlliol(,1'.lu, la diiTl/:.',nsión histórica.1 ¡x1ra

nir., d trn"v '.;s de 1Jla., l:.1 nwlución orP11n,,a,1v;i de \os por ]u fn1rn.1c1. :iún cnirc ias

caraclcdstica~; intcrn;t-; de los y la relación que csl.abtcccn con el conte¡;Jo en c'I que opc

nm.

Su propuesta analítica entonces, una secuencia q_uc se inicia con la génesis del

partido, continua con su proceso de inst¡tucionalización para finalmente a su consolidación.


En este proceso el énfasis está puesto en la interacción entre el modelo originario de organización
del partido, su lugar en el sistema político y las características e incidencias que los factores con . -
textuales ejercen sobre el mismo. En torno de estos ejes se organiza nuestra exposición. En con-
secuencia, en la primera sección nos detendremos en los orígenes dei Partido Justicialista (,PJ) y
su caracterización como partido carismátíco; en la segunda analizaremos el exilio de Pcrón y las
posibilidades y límites que ;:,u alejamiento plantea a la institucionalización del PJ; la tercera ex-
plora el proceso de institucionalización del PJ una vez desaparecido el líder y, en la cuarta se de-
tiene en la actual estructura organizativa del partido. En la últíma sección volcamos nuestras con-
clusiones, interrogándonos ncerca del grado de consolidación alcanzado por el partido

!. La constn1cdón del ¡partido carismáHco


A! colocarnos en los orígenes del Partido Justicialista, cont;ideramos relevante destacar tres as-
pectos que, a nuestro juicio, marcaron profundamente su proceso de organización. En primer lu•-
gar, la estrecha relación entre el partido y el liderzago.carismático de Pcrón; en segundo lugar, las
tensiones que, desde un comienzo, atrnvesaron a la coalición peronista y, por último, su condición
de partido de creación interna, es decir, desde el gobierno.
No está en discusión que los orígenes del Partido Justicialista están indisolublemente li-
gados al surgimiento del liderazgo carismático de Perón y la pm1icu!ar modalidad con la que
irrumpió en la vida pública argentina. Ln mención a la jornada del 17 de octubre de 1945 es aquí
ineludible. Ese día, una imponente movilización popular organizada por los sindicatos marchó
sobre la Plaza de Mayo y forzó a las autoridades militares a liberar al coronel Perón, confinado en
!a ls!a Martín García. Abortado, así, el íntento del régimen militar de deshacerse del que había
sido el hombre fuerte de la revolución del 4 de junio, la carrera poliüca de Perón cobró a partir de
3

ese evento un r1uevo pn,vcclác,dc,sc ahora como candidato prcs1rk,nccrnl de un vasto n10 ..

vi1nicn1.o encabezado por tos obreros.


La nn,scnci del cari.srna, el de su'"'''""¡,, v la ca¡c1,cHlad de suscit:Jr h.ierk.::; adlt,

,;¡u¡¡,;:,,. recibió inrnedi,11":,1 ratific<1ciór, en la:;; cleccionc

Lnnhi(:n du rní.a ck h hasC:l entonces fuer;,:, de del

v1ca Racl\ca! (_LJ(J\ ). Las futura:~ elecciones no lrnrían má: que confirmar que c:;c
0
;

;1hom al Partido Peronisra corporizado en su líder_ el general Perón. Sin emJrnrgo . a pesar de estos
éxitos. r{1pidamen1.c se advirtió que el liderazgo carisrnútico no se sostiene tan sólo a fuerza de
adhesiones o nnific;,1cio11es plebiscitarias, por mús incondicionales que éstas fueren; tzimbién, de--
be ser capaz ele suscit;:1r obedlencia. Vista desde este úngulo, la consolidación de la dominación

carisrnútica ern, claramente. una tarea pendiente. Prueba de ello se encuentra en los otros dos ras-

gos que hemos mencionado y de los qlle a continuación nos ocupamos.


Detengámonos. en primer lugar, en las tcnsíones originadas en el interior de las fuerzas
que confluyeron en la adhesión a Perón. Dispuesta la convocatoria a elecciones, Perón recibió e!

apoyo ck dos grupos: los sindicalistas, representantes del mundo obrero, y !os políticos profes[ o-
nales y arnateurs, ele filiaciones lcleo!ógicas muy dlversas.
Pocos días después de !a jornada de! ! 7 de octubre dirigentes sindicales de los mús varia-
dos orígenes ideológicos decidieron entrar abiertamente a ta política con !a creación del Partido

Laboristc1. El formato organizativo del nuevo partido dejó entrever que podría planlear desafíos al
liderazgo de Perón. Por un lado, !a flamante org::mización se inspiró en el modelo laborista britú-

ntcu, poniendo de rnanifo.:sto el propósito de convcrlirsc. auLónom:unente. en correa de lransirn-


sión de los sindicatos en la arena política. Por otro, la popularidad de Perón no tuvo otra expre-
sion que su nominación como candidato pres!denciai. Como lo señala foan C. Torre, cuando Ci-

priano Reyes, vice-presidente del partido. sugirió designar a Perón "el. primer afiliado", rendía

con ello justiciu a su indiscutible prestigio. Al mismo tiempo. se hacia evidente la intención de

prukgcr lc1 i.iuiu11um[a,;;: integridad de la nueva organización ya que no es lo mismo otorgar título::;
2
de primer afiliado que otorgar títulos de jefe de partido . No sorprende, entonces, que Perón reci-

biera con escaso entusiasmo la creación clel Partido Laborista, pero difícilmente podía prescindir

<:.·n esos momentos de su contribución. Sucede que el Partido Laborista coiocaba al servicio de ici

cumpaña proselitista un recurso crucial: ia red de org::inlzaciones sindicales distribuidas a lo largo

del territorio nacional,

fua11 (\11·!0:-; Tu1Tc, ru 1-'iejo guonliu situlica! \' Pcni11. Sohre los n1'/,Qe11es del ¡1cronis111(1. Bueno:, ;\1n:c;,
Suda1rn::1·ica1n 199()_ púg:. i 55.
4

Cn cuanto al c:ipoyo del mundo

Unión Ci.vicr1 Radic:.iL, en \u::; 1,,i,ur,adosen la Junta fZenovadora., y, por otro. de agrupc-1 . .

cioncs de conservador e que Lenü1n c:orno Ú!TJbito de act11,1ción., fond;=111wn.,

i"airnentc., nivel local. FsUJ',; C1crz,1~:. no c_;ólo m1nnur,;rn al naciente 1T1ovirnicnto nnm,,i,11 la expc
i'l\,-1"1(,:!;1 :.11'z-'rl\li.1hf.1 d

sc,;g.o ubrerisla de! i;1borismo '/ c1

gc-:ntes sinclic,1!es.
Desde :;us inicios, la convivencia e1Hrc estas dos fuerzas fue sumamente tran ::1··
formúndose de inmediato en una fuente de permanentes conflictos. La maní fostación de las ten--
sion,:s, produc\"o ya sea de diferencias ideológicas, de clase o ambiciones y rivalidades personales.
se expresó en la lntensa disputa en torno de la integración de las listas electorales. Corno cons,>
cuencia de estas diferencias, por ejemplo, en las elecciones de 1946, en seis de los quince distritos
e!ectoralcs exis!'entes, algunos de los integrantes abandonaron la coalición; en otros. concurrieron
por separado o terminaron apoyando a la oposición\ Estas rivalidades y confüctos no cesaron :.ma
vez asegurado ei triunfo en las urnas; es más, recrudecieron a propósito de la desigrwclón de car-
gos en los distintos niveles de gobierno. Es así que, a poco de asumir la presidencia, la estabilidad
y cohesión de las bases de apoyo sobre las cuales Perón se proponía encarar la tarea de gobierno,

se cncontrctban en peligro
La agitación que recorría las filas peronístas llevó a Perón a orclcnnr, pocos días nntcs de
hacerse cargo de la presidencia y a través de un discurso radiofonico, la disolución de los partidos
que habían formudo pane de su Hlianza eleclond. Adoptando un estllo marcía! y asumiéndose

cu1110 Jefe Supremo de! Mo,,imicnw. dictó un conjunto de disposiciones. Entre é:;ms, se destacan
las que imponían l~i caducidad de todas las auloridadcs partidarias que pertenecían al movimiento
pernni;:;ta y la reorgzmización de diciws fuerzas bajo el nombre de nPartido Unico de la Revolu-
ción N;;iciona!".
Esta decisión, así corno su ü-nplcmentc:i.cián, fue reveladora de las dificultades que en-
frentaba d lidcrnzgo carismático para suscitar obedicncÜL En primer lugar, la utilización del ad•-
jerivo "único" para designar a la nueva fuerza política expllca mejor la intención de superar ias

divisiones internas Jel peronismo que la de suprimir la competencia en el sistema político en v1 S-

tas a ocupar una posición hegernórnca. En segundo lugar, !a eiección de un grupo pu.rlarnentario

; Las diví'.Tgencws dcntrn de !os apoyos polílicos de Perón han sido reconstruida:-; en un trabajo pionero por
!V1o:ra tvlckinnon en: ·'Sobre los orígenes del Partido Pcronista, Notas introductorins "', en Waldo Ansaldi,
i\lfr1;d1_1 Pucci,1t·clk José VillarucL Re¡;rese11tncío11es inconc!usus, las clases, los actores y los discurso.1· de
íu 111c11111ri11. J9/4-/(J46. Editr.,ri,1I Hihlns. Ruenr,:-: Aires. i994: ·'L:1 rrimavcn1 de io:', pucblu:-,"', en E.1111dios
5

pan:1 !levar adelanu: la tare~1 ch; rc,mun1i1.ació,1. en contacto mDs estrcclio con el nn•c;:,dnnt,·r e:; ex•-

Finalrnc:nte, L1 confesión dei F'.n un cornunicado emitido F:n m.1 calidad cL·

;nicmbrn:-; de la Junta Nacional del Partido Unico de la Rcvo!uci{m ~sfaciorwL los

<.li"' !lcva1 ;1 hue11 pl1erto l:l rni:;iói1 cnco1_n,.-:nd:,1ch. :~c1l;.1i:.ibr111 ¡_;¡¡_ 12·) pu1JiJ.i

'Es !nadrnü;ibk qw" se rnani í'icst1-; adhcs¡ón

Si hien b disolución de los na,wwr políticos que habían formado parte de !a coalición,
entre ellos. el flamante Partido L;:1borista. terminó no significó el fin de los con"-
i-lictos. Tampoco lograron atenuarlos las dísposiciones de tinte personalista y autocrático de la
Carta Orgánica Nacional, aprobada en diciembre de l.947. Ni el artículo 1, que declaraba al part1--
do "una unidad espiritual y doctrinaria" inspirada en la doctrina de Perón, ni c,l art'iculo 8. que
otorgaba él Perón, en su carúcter de Presidente de la Nación y afiliado del Partido Peronista, am-
plios poderes para "modificar decisiones de /os organismos partidarios" e intervernr decisiva-
mente en otras materias importantes, surtieron efecto. El proceso de reorganización conrinuó
siendo wrtuoso y no siempre las autoridades ele la Junta Ejecutiva conseguían imponerse sobre
\ns !1dcruzgos locales. !'-Juevarnente. los preparativos para !as elecciones legishnivas. en este caso
:,.is de l 94í( estuvieron acompañados por una multiplicidad de conflictos entre !os políticos y !os
:--:indicalis(a:-, que se sucedieron incansablemente en todos los niveles en que se disputaban cargos
electivus: municipal, provincial y parlamentario.
Tan ~;ó\o cu,111do Perón dt:i.::id\ó recurrir í.1 los resmte,s que el control del g,Jb1erno cok1cab<:1
et su disposición. el nivel de enfrent¡¡miemo comenzó a disrninu!r. Esle es el lercer facLOr ill que
aludiainos at comienzo. El Partido Peronista se fue gestando desde el gobierno y, en este proceso.
la sanción, en i 949, de la iey 13645 sobre parlidos pulhicos jugó un papel central Tres disposi-
ciones de esrn iey resultan pertinentes para nuesrro anúlisis: la que esi:nblecía que todo panido
nuevo debía esperar tres años para ser reconocldo, la que declaraba que los partidos por crease no
podían adopwr "nombre:::. :::,emcjanks a tus dt.: olroc:; partidos cxisté1Hes, ni utilizar en su prup,:1gan··
da c!istinllvos, retratos o nombres pertenecientes a otros partidos o asociaciones" y la que obsta-
cu!izaba la fusión. alianza, unión o coalición entre partidos políticos. Todas venian al encuentro
de los riesgos de desintegración que accchnban al Partido Peronista. Claramente, su objetivo pri n-
cipai fue hacer rnús cuslosa la escisión, ya sea en términos temporales, simbólicos o estrat¿gicos.
Puesto en otro términos, las nuevas reglas creab8n incentivos para permanecer en los partidos

\11('u1fel". N'' X. Ai'ln Vl, Prirnc1· semestre. 1996 y "Los aiios fornrnti1,,.-us ckl Partido Pernnista ( 1946-1 CJ5()¡"'
Tcsis ele 1\-focstri;1 e11 lnvestigacit'rn en Ciencias Sociales. Facultad Uc Ciencias, Sociales. UBA._ 1999
6

1111,nrcr,s cxi.stente.s. Tan sólo la ú)tirna referida a coaliciones y alianzns ser

vii,L:1 conH..l con el nroofr,iu, de

Je¡ Unión Dcrnocrática de 194().


/..os n11evos 1nccun)::;¡1Jü.'' 1v1clit;rr,n1 cierUJ1ncnU:: ;i conccntrnr la. csi.n!ciurn dl; onnri11r,ro

d: ·; bisic;_1mc111c~ en 11n ú11;co d l\:rnni: U.L crt ando obsl:úcuíos en u1so de que las
división ckl carnpo itic,)

adeinás, a fortalecerlos. I\:::ro ;:_n'm ~1.si, Lis divisione:,

en el 111ter:or del par¡-[do no desaparecieron. Perón se vio 0011gaoo a conlernporizar con clbs y,

p;:u-a l'.llC:lUL.arlas. recurrió en 1949 a un nuevo y singular arreglo institucionn1. La solución vino de
la 1n:cu1n de to que ;;e conoció corno ''ramas" de! movimiento., esto es, a tnwés de la creación de
espacios propios para los sindicalistas y para los políticos, El lug;:ir de los primeros ern la CGT y,
el ele los segundos, divididos por género, el Partido Peronista y el Partido Peronista Femenino.
Todos ellos fueron colocados bajo el control del Jefe Supremo del Movimiento. Juan D. Perón.
Con esta estructura organizativa. que recibió un respaldo adicional por los recursos
clientelares, logisticos y humanos provistos por el control del estado, y los contundentes triunfos
electorales. Perón iogró finalmente consoiídar su posición como líder indisputado del Partido y
del movinúenro. En este proceso. la sanción de la Carta Orgánica del partido en l 954 fue el punto
,.:ulrninanle. Las 1\:~las partldnrla:,, fijaron c.Li.rarnente los p\lm-e2i de su estilo de dornin;1_cióq que se
corresponden con el perfil típico de los partidos carismáticos tal como to describe A. Panebianco:

i
r 1 di:/ on,·1,,rn con et f!i./¿; .. este rasgo tuvo su clara. expresión en el art.1 de la
Carta OrgárnctL Aili se seilaJaba: "E! Partido Peronista, inspirado en ia Uoctr1na del (Jenerai Pe-

rón .. es un partido de masas, unión indestructible de argentinos. que actúa como lnstitución Poi i-
uca. di:'spuesto a sacrificar todo a fin de ser útil al General Perón .... "
Asimismo, el an. 77. subrayaba que eran tarcélS permanentes del Partido Peronista, entre
otras, las siguientes: "lncu!car y sostener que sólo hay dos figuras cumbres en el Peronismo: el
Ueneral Perón y Eva Perón: mantener en todo momento al Partido únicamente a las órdenes del
Cieneral Perón; defender en todo instante y circunstancias los actos del gobierno peronista, corno
los mejores que pueden producirse. No admitir críticas al re:c;pecto; evitar los excesos de "sober a-
nía", los circulos. sectarismos y personalismos políticos; los contubernios, las trenzas. y demás
causa::; de disociación"

~ J Suho1·dinoci1J11 de! ¡mrtic!o n la nJ!untud del !ída. Esta particu1aridad se revela en la organiza-

ción y atribui..:iune:-; de ;;u::-: aulOridades. En este respecto. el art. 1.5 fijaba lcts autoridades según el
7

orden "a) Jefr' Sunncrno del Pt:ronisrno: b) Cc,nseio e) de


i)istrito FedcraL Provincial o Territoriul., :~e trate de l;i

rios n;:JCionales., rc1;1wci1va1ne111,.c d) d.c


si-: í ra1:1.-; de !a o i:<:.;rritnrio:~ tw.1.:iunale:

.\ el in<)n,;moliu del
,j,;lón· "L:, el Jefe cunrcnHl del Pcronismo, :::u ns¡mnnm, creador, re,1 lizador cnnduct.or_ ,- G~
11eral F-'erón. l?n tr_ll carácter. puede modificar o anular decisiones de las autorlcbdes
como así también inspeccionarlus, intervenírlas y substituirlas 11 • El art 195 complementaba estas
a1r¡bucione2; refiriéndose especifícarnente al proceso de norninación de las candidaturas delineado
de acuerdo con el principio de! centralismo democrático. La redacción del artículo quedó corno
:-;1gue: "El general Perón nos enseña que: Nadie puede ser candidato a nada sin la aprobación de la
:.tu!Oriciad superior. Es por una cuestión de orden y de disciplina. Nadie puede, diremos así. com--
prorneter nada hasta que el Nlovimiento haya dado su última palabra. Es fa autoridad superior la
que debe decidir sobre toda candidatura, así sea ia más modestan_ En ei lenguaje peronista esrn
modalidad recibió ei nombre Je "vertícaiismo".

~ l Ccntmli:::nci<\11 Visto el esquema nnterior h1 organlzación del partido no poclí,1 ser sino centril-
!ízacla. En d arr. T2 se lec: "La organización está bnsacla en el principio del Comando Unico y
disti·ibución de tareas en Comandos Subordlnados. El Comando Unico, centralizado, tiene por
fin:.dicbci ascgunu la Linidad de ;_1cción, evitando b confusión de ideas y vo1urnades, la diiación de
deci;;íones y ia dispersión de t:sfuerzus".

4) Cuu.íc!er 1110vi111e11risru: esle rasgo quecló definido en el art. 80: "El Partido Peronista es una de
!<.1s partes que forman el Movimiento Peronista. Las otras _partes son: el Partido Peronista Femen i-
nn v lc1 Confederación Cic~neral del Trabaío".
En esta ocasión, y por las infórmaciones que se disponen del período, la C:1rt;:1 Orgúnic::1
refleja muy bien los rasgos organizativos del peronismo corno partido carismático. En términos
ideales y Siguiendo a A. l\mebianco. éste se caracteriza por !a total compenetración entre el líder

y t<:1 !denudad organizativa del partido. El lideres el que elabora los fines ideológicos de la orga-
nización. selecciona la bast: social y es el único intérprete de la doctrina, por lo general vaga e

imprecisa. Dada la preeminencia del líder_ el partido se funda primordialmente en vínculos perso-

nciles, es decir. en lc1s ictzos de lec1!té.1d que unen al séquito con el Hder. El 1~1nico modo de 1ncer
"ca1Tc1·~1 políi:ica" e:-; :.u:J1:xujnclosc ~1 su voluntad. De aqui, entonces. la ausencia de proccdirnicntos
8

cst:and,1rizad:Js que ,q,¡urcn la vid;.1 interna del e!

descansa en los criterios nursrw,1.r

F:1 sintcf;is., el llduraz:rn cari::;n1útico se presenta (. :ornu la ncr;ar:ron

lns par1 ldo'.-: 1T:.i.c1i :fonalr.

cari;,;n1:hi Xl. Consickrcrno>;, ahon.t,


fiecrn ,:nrno fenómeno único. Entcrn:Jerno:, que parte de dicha:.; ,n1d,1clcr dcb(:; bu:_:;( arsc en lo:;

;_ispccto<:; que pcrrniten difrrenciar los liderazgos carisrnúi:icos entre fundarnentairnente. lo que.

,-::11 t·énnino::; sustantivos., cada líder propone a sus seguidores en materia de doctrina, urincmio de

identidad y base social.


Respecto de la doctrina pcronista comencemos sei'ialando que ésta tenia un único autor:
Perón mismo y, por lo tanto, un único intérprete autorizado. Pero al estar díspersa a lo largo de
sus innumenibles discursos y no expuesta siste!!lúticamente, favoreció el surgimiento de exéset,is

espontáneos que. según sus preferencias ideológicas, subrayaron unos u otros nspectos. En térm i~
nos generales se puede señuhlr que la doclrinct se nutrió de un ideal de orden po!itico, inspirado en
una vtsión organicista y armoniosa de la vida en comunidad. Para alcanzar este orden deseable en
cnntrapo:-iición a una realidad naturalmente conflictiva. Perón no se cansó de resaltar el papel ele
\í_¡ organización y ia conducción como mecanismos pnra moldearla y controlarla. A modo de di s-

grcsión, sc1lalcn1os que, en los hechos. descansó casi exclusivamente en la conducción, conce n-
m1da, corno hemos visto, en sus manos. A su vez, corno ideaí rnovilizador, el lema peronista par21
i,1 Nuevc1 ,1\rgenrina. '"una nación soci,1lrnente jusra, económicamente libre y políticamente sobe-
ra11a"' c:-;luvv acornpa1lado pur una serie de principios !o suficientemente generales como para
tener siempre vigencla o io suficientemente vagos como para poder ser reinterpretados según !as

circunstancias. De este modo. la doctrina atrajo a grupos ideológicamente diversos que encontra-
rnn en e!!u algl1n punto ele afinidad. a! tiempo que su elasticidad abrió el espacio para el estable-

cimiento de jerarquías cambiantes en el interior del movimiento. La relacíón con la l.glesia puede
\<.:::r::;c corno un caso 1:mbkmúlico: de ser d partido que mús deci<li<lmncnte abrazó d catoliz:isrno.
pasó a ser aquél con el que éste tuvo su mayor conf1icto en la historia argenlina.J.
En cuanto al principio de identidad coiectiva su sello particu!ar fue, sin duda, la dignifi~
cación lk la condición obrera y \:.1 exaltación de la justicia social. Las políticas de reparación so-

cia! de Perón transformaron a los trab,ijaclores de ciudadanos de segunda clase en miembros pi e-

nos de ln comunidad. En e! marco ele este proceso se fo1jó en ellos una identidad social y política

que 1·1.1e indisnci:1ble. él partir de entonces. de la cond!Ción peronista


9

Fn lo referentT: a la selección de la base social no se cie rnenc\onar el

,:cnu-a! que el 1novimiento obrero


1;indicalcs a{zente de tT1ovi1intción y :-:oci;:Lli:zación de lz ·
/\sí., en '•;u

;os oi.1rcrn:~ ,;1ridic.\!iz:.H_lo.c, tcnn11-iaron siendo ohc1_;;_·üs

de! iiÍiTil/PO cari:1111{11·¡

co. Si bien todo cb::vcuo carismático

rnático:c, conternporúneos, el peronisrno tarnbién apeló a los mecanismos de ratificación plebiscita--


na. En ,::-;te :~c1üido, el régimen descansó en la rnovilización permanente. Lo que nos
interesa subrayar a propósito de este punto es que, junto con ios actos rituales estaba, también, la
organización periódica de elecciones. Este era el momcmo en que el aparato pc.1rticlario se ponía
en rnarcirn. En el marco del esquema federal de gobierno, la periodicidad electoral en cada una de
las provincias contribuyó asimismo at surgimiento de líderes locales y a la consolidación de redes
y prácticas informales a partir de una común adhesión a Perón.
Estas h~m siclo, entonces, algunos de los resultados del ejerclcio del lü.ierazgo carismático.
Ciertamente, de acuerdo con lo que se espera de este tipo de liderazgo, no dio lugar a la implanta-
ción de una estruc1·ura partidaria burocrática. Corno lo señala Tulio Halperín Donghi, " ... lejos de
!mponer al movimiento .. !a firmeza estructural y las claras líneas de autoridad de una organiza-
ciót1 militar. Perón se esforzó con Cxiro en mantenerlo en un estado permanente de indefinición.
que hade\ que h única m1loricbd fuese 12 suya propia": Sin embargo, ese estilo no 1rnpidíó que
smgiernll a su éunpuro c1enos componentes de la actividad partidaria corno un principio de identi-
dad. la vinculación con organizaciones sindicales y los cuadros políticos, que a la larga y en otras
circunstancias permitirían su inserción en un nuevo tipo ele estructura.

Perón en el exilio: !a supervllvencia de! liderazgo carismático


Enlre el derrocamieni"ü de Perón. i;;;n septiembre de 1955. ha0ta su regreso al país en 1973, se abre

una nueva etapa en el desarrollo del Partido Peronísta en la que se puede vislumbrar los rumbos
posibles que podriH :.Hloptnr el partido ante el alejamiento del líder. Los nuevos horizontes comen-
zaron a dibujarse apenas Perón partió al exilio y una vez que la Revolución Libertadora proscribió
y disolvió el Partido Peronisrn. La cuestión que estos hechos dejaron instalacb fue cómo y quién

adrni1llstraria el capilal pu!itico acumulado durante los ailüs del peronismo.

l Subrc ,,.>,Ll.' i-crna, vé~hc Lile\ C1irnai·í _ Per/,n _r /u Iglesia CU/(}/icu, /\1-!cl-J-[isti..:11-i,1. 8uc1'\\l'> /\!res;_ [l/l))
-; Tulio H8lperi11 Donghi. f.o /cr,-gu ugonio de /u A,-genrinu /){!m11i.1·ta, Buenos Aires, Ariel, púg_ 25
10

Desde el .seno ck:l movimiento, io·s naturalmente llamado:'; a un en este proceso fueron

lo~; ;:;indicaiistas con ¡;u:•;

h:rón. Puó11 nunc,.1 nbandonó Ll pr,,tt:n:;ión dt: r,,:ienci'o su 11uur,w0.u y aÚll desde el de:•;
t'1cn-u. su. irn:íciencÍil c11 Jn vich del nrm,,i,,nn y t:n ]a nounra :ia,en,llrtil fu.e pennanenJc y decisiva.

!a di :1únm a qut; instalo ;-;n e! interior del

líticos peiOIHSléi tr·acando de gé.11u.u- tcrr,::;110 en el rn.arco de lat-; cmnbi,rntes circunsU1nci;;i.s

nacional.
Desde el exilio. F'erón debió nuevamente enfrentar_ con muchos menos n1edios de los que
fü11usuen e! pasado, e! problema de la obediencia. lnaugurado el período de la Lk:mocracia !irni . .

tacla, b estrategia de Perón consistió en orden,ir desde Madrid cómo votar, ya sea a un candidato
determinado, corno fue el c<.1so de Frondizi a la presidencia o Raúl Damonte Taborda para sen a-
dor_ o en blanco, corno sucedió en las eJecciones de l 960 y {963. Sin embargo. pronto comprnbó
que sus instrucciones generaban resistencias y divisiones en el movimiento. La desobediencia fue
en ocasiones castigada con la expulsión - que a ta larga demostró ser sunbólica pues los ex.pu is a-

dos serian readmitidos- e impuisó a Perón a adoptar una modalidad de comrol que se repitida a lo
iargo ele su exilio: la designación de una dirección colegiada encargada de vigílar el frente políti-
co interno \lainada, según los casos, Consejo Coordinador y Supervisor. Junta Coordinadora Na-
cional o Comando Delegado Nacional. Estos organismos de conducción no fueron suficientes
para contener los focos de rebelión y Perón debió acomodarse rnús de una vez a las presiones en
(~t\Or de ht autonorní-,1. Menc;,onen1os. en prinwr lugar, las que ejercieron \os politicos que IY\Otor\-

zan.>n la estraLegia ···neopernnísta"


La estrategia impulsada por los neopero1üstas tenía sus raíces en los liderazgos prnvi 11-
cia\es, tributarios de una larga tradición federal en la vida política argentina que el pcronisrno res-
petó. En su organización original, el Partido Peronista, a pesar de contar con una conducción
crntn.1liza(b. adoptó un esquema descentn11i7.adn de i1nplernentación de las decisiones que rep1 i-
caba las divisiones provinciales. Se creó, así. un espacio fértil para el surgirniemo de líderes pro-
vinciales que, en ese nivel, podían ejercer e\ mismo üpo de control que se le atribuía a Perón en el
nivei né1cion,1I. Mientras Perón ejerció el poder no había razones pan.1 impedir estos liderazgos
si;;:mpre que no interfirieran con el suyo propio. Es rnús. dado que su régimen descansó en la pe r-
maneme movilización popular_ le eran lltiles para llevar adelante dicha tarea. Con Perón en el
exilio, no sorprende que los liderazgos locales vieran en este hecho una oportunidad para actuar
en form:1 autónonn en el proceso político, si!1 cuestionar su identicbd de origen. Con ese
ctgruparnn sus t'ucrzas en torno de partidos provinciales y, con ot:ras ::,ig!as para eludir la proscri p-
11

Tres B<.indcras, i\!!ovirniento etc." onmioviu·on )a partí


en las De t'.':~Jlc modo . n:".presenLmtcs dd

\·Os en distinios niveles de nnh1,·•11m

fó1ncntnr la y 1:cl t:nfren1.arnirní:o interno. l1Tl éi.CJU17

ilustrada en declar:1cioncs que. corno !a

es1ab:1 dirigida a de;;calificarlos: "El peligro del Pcronisrno esU


que. en una forma o en otra, quieren asimilarse a los métodos y procedimientos del demolibcra .

lisrno. Los caudi!lito~~ provinciales. los diferentes círculos. etc., son otros tantos peligrosos casos
de dernolibcralismo .,, '. Est-o.s desafíos a la autoridad de Perón de alcance sólo local no ll.egaron .
sin embargo, a equipararse a los que !legaron a colocar las organizaciones sindicales. Este fue
otro y mús exigente úmbito donde Pcrón necesitó desplegar sus t.:ilentos de conductor.
Sei'rnlarnos en otra parte de este trabajo que el peronismo se había definido como rnovi~
miento :/ que fonrniron ¡xirte del mismo., aderrnís del Partido Peronlsta, el Partido Femenino y la
CGT tsólo más adelante se habría de crear la rama ele la Juventud). Hay una razón bastante obvia
por l.1 cual, en principio, la estructura organizativa del sindlcalismo estaba en mejores condiciones
de sobreponerse ,1 !,is res(ricciones que sobre el rnovi1rnen1"0 peronista impusieron los gobiernos
pnsteríores a 1955. Es cierto que mientras Perón estuvo en e! poder controló la dirección de b.i
CGL sea a través de dirigentes que le eran adictos, sea a través de la represión. cuando la:-; ci r-
::unstanc1as ;_1,c;f lo r.1consc_i:..llx111. En este sentido_ Pcrón colocó ctl 1T1.ovirniento obrero b<.\ÍO lí.l dc-
pemienua polírica de su gobierno. No obsranre, las organizaciones sindicales en cuanto taies no

dependían para su supervivencia de Perón ("lino que eran producto de las necesidades y problemas
propios que plantea, en cualquier país relativamente industrializado, el mundo del traba_io. En este
respecto, se difercncíaba claramente ele los dos componentes políticos del movimiento peronista_
el l\trtido Peronista y el Partido Peronista Femenino. Las necesidades organizacionales del mu n-
do obrero eran permanentes, independiemc;:; del gobierno de turno y, por lo tamo, estaban t:n con-
diciones de gozar de la legalidad. Las del mundo político, eran intermitentes, potenciadas en
t1ernpo:-; de elecciones n directamente :-,uprimidas en momentos de proscripción y. por con:-. i-
gu1emc. ::iUscepribles de ser declaradas ilegales. Son estas las pnncip;:iles razones que explican que

'· Como lo rnuestran Maria F. A1·ias y Raúl Garc.:ía Hcrns, en la trayectoria política de la mayoría de los di1· i-
~cntc; ncopcn.rnistas se cncucn(T(! su paso por cc11·gus electivos y gubernamentales en e! nivel provincial y
luccli. \'éa:.:c_ \iLFÍd F .1\ri:1s y lt:it'il Ciarcí,1 Hcr:1s. "Carisma dispcn;o y rchclión: !os p:.1n1ctcis ncopcroni s
us"'_ en S:mrncl i\mat:1! y IV!ari~tno Ben Plotkin (comp.), Pcr/111 cid e.rilio a/poder, C\ntan~ [d1torc~. 19(.J:1
[n Fcm1ín Chúcz. Pcrr'm t· e! Justicia/i.,·1110. CEAL. Buenos Aires, l 984. póg. 9h
12

la fuerLí:l del rn'm,n•»nu rnicntras Pcrón en el exili.o descansó en ios recursos cconó-
l'J'l\COS y l;fl b.1s

eido11c1:;s que 1;_1 cs1abilidad de los i;indicalm; sutnada al exilio del líder ofreciera

intcntw cnp111rnr Li dircccll'.n1 del rno

1n F~n1.o, s1!~1.\1r;rl(_io ,;I 1nock !o de. !w; ,n,,11,•10,.iabo1·1s1::.11;

ksouc.,s q1.1e e! lo:-: \ i11cuios ,~nl:i-(;


1 i;stado y los sindicato:-;

éstllS cornenzaron n rccupenir su ca¡.1:u:rdacl ck exptesar y orientar J.llÚs -<wlónornr1rrK:ntc lns real¡ -

d,1d,:::-; ckl trabajo_ F'.I peso creciente que fueron g,mando en la vida social y por rnedlo de
un uso pragrnútico de ~;us recursos, condu_jo a los lideres sindicalei.s a buscar :-;cr reconocidos en
primern persona e incorpontrsc a la estructura ele poder. Era m·,•1v1,11,; entonces, que con este
objct'ivo terminaran discutiendo la tute-la de Perón que se interponía entre ellos y el lugar al que se
sentían acreedores en el orden post-populista.
En busca de su emancipación, sectores claves del sindicalismo liderados por Augusto T.

Vanclor, nl frente de la poderosa Unión Obrera Metalúrgica (UOM), promovieron la instituciona-


hzación del movimlento, bajo la forma de un partido legaL organizado ''de abajo hacia arriba. en
un !impío proceso de democratización interna". AsL sin renunciar a su identidad peronist.a. e) sin-
dicalismo rebelde aspiraba a crem una organlzación en la cual el liderazgo de Perón era colocado

en una posición suborclinad<.1. Este objetivo. la existencla de una organización patrocinadora. cm


c!1.ll"c.11nente incomparible con et mantenimiento de! liderazgo carismútico: o existía uno o ei otro.
El enfrentamiento decisivo entre Pcrón y el movimiento sindical rebelde se libró en abril
de la elección de un dipt:tado por Mcndoza. El triunl0 correspondió en re~lli-•
dad ai candidam de! Partido Demócrata. pem en ia disputa interna del peronismo, donde cu.Úi

sector presentó su proplo candidato, ganó ampliamente el candidato patrocinado por Perón. De
csle modo, Perón logró retener su liderazgo en el campo que le era más propicio. el electoral.

dando por tierra con el proyecto partidario sindica!. ResLtltaba claro que cuando !a lucha por auto-
nomlzarse de !a lnfluencia de Perón se dirimía en las urnas. poniendo en juego h1 legltimidac! de
su !iderazgo, Perón continuaba conciurndo la adhesión mayoritaria de ios peronistas.
En esta elapa del desarrollo del Partido Justiclalista que hemos estado analizando. un
foctor contextual, !o:-, actos electorales que, aún con sus restricciones, se llevaban a c21bo, const i-
tuyó un incentivo para que los fülerazgos aiternativos en el interior del peronisrno. té\nto los que

tenía como base !a actlvicfad partidaria corno los que descans<.uon en las orgciniz21ciones sindict1-

le:-;, se aninwra11 y trataran de despegar.se de ia influencia del líder. Es cierto que en este juego de

'Sobt'<'..: este tema. vé;isc: tvL11'Cclo Ccivarozzi. "Consoiicbción del sindirníismo pci-onisl'a y cn1crgcnci;1 de la
:(1nnu(c¡ pí.lliLic,¡ mscnun,1 dmantc el g0birnK1 frond\ú;ta ". Esrudios CEDE.)'. !979.2: 7 /8; fonsc': \\
u

Perón rlc.,nlcu,\ a sus dotes de líder y hábíl estratega para conservar su precm ¡
ncntc. nn1u1c1ai1cln así !a rn.llural_e1/a movirncntista de la fuer7:;;1_
11.1,:n;.-1 rntf;rna pm ¡-;/ tuvo un componente; novedoso para lo que Irnhfo sido lc1

,--n1'onccs :rn c;,m\cícr hol"J:1.ontnl desde; 1r\om1.;1'lt<i en que Pcrón n\i:-;;1110

::;indical :;ta:-: ('OlllO lv::ru1e:rn:-_; del


con el regreso del ncm1w;,nny de P1>
rón ,1I en l 073_ f n una etapa turbulenta de la historia ;in,e11t111:1. signada por la violencia. la
inestabiFdad y los infructuosos esfuerzos por recornponer la e:conon1ia, crecienternente. las difc"
rencws dentro del peronismo comenzaron a resolverse por las armas. Sucede que la utilización
que h'.zo Perón de la guerrilla montonera terminó introduciendo en el movimiento otra novedad:
eí clivaje ideológico izquierda - derecha, que desplazó, atravesándola, la división originaria entre
políticos y sindicalistas. El plan revolucionario de los jóvenes montoneros incluía. también, le:
ambición de convertirse en herederos del movimiento. Pero primero Perón, ordenando su exc o-
inunión, y rnús tarde !a cruenta represión rlesatada por el gobierno rnilíU1r, a partir de l 976, acaba~
ron con su proyecto
En julio de 1974, la muerte de Perón dejó huérfano de liderazgo ,1 su movimiento. Estzi
!'ue um.1 cuestió11 yc1 visible cuando se planteó el temu de lu nominación de su compañero de r'{ir-

mul,:1. En un gesro que se corresponde muy bien con los límites y debilidades que genera el est·ilo
Lk: dorninac1ón cans111útica, Perón se decidió por su esposa, lsabel. una figura opaca. cuya expe-
ricnc!,1 y cuéilidades de conducción eran inexistentes. Sin embargo, cu;_llquier otro nombre hubieré1
dividido aún mús al movirnienlO, que se sc1bia en la anlesaL.i de las disputas pur [os espacios que
dejaría vacantes su líder, afectando su autoridad.
En esle contexto, a poco de hacerse cargo Isabel de la presidencia y ante la ausencia de
um1 estructura partidaria sólida. volvió nuevamente al primer plano la dírigencia s¡ndlcal pero-
llÍ">tél con el peso de sus organizaciones'). Ei movimiento iniclaba así la inédita experiencia de tn.1-

rnr de sobrevivir a su lider. Las circunstancias, sin embargo, no podían ser mús adversas: la soci e~
dad. atravesada por la violencia, la economía, sometida a salvajes pujas distributivas y el gobier-
no. cnrcnte de autorldud. Todo e!lo fue demasiado y no sorprende que esa experienci<:1 del pero-
nis1nu terininara en un fraca;-;o, que fue todavía más trascendente porque trajo consigo el inicio
del régimen mús cruento que haya conocido la argentina contempor(rnea.
14

del

inc:r1 11:_!1cm1"ario que c,ohei nó el entre l 1rl6 y J.983: l_a,:; dolorosas sccucla,s de la n,,w,,c;,o

y u11;-1 cconorni:.i nlui.n.-1cJJtc endeudnr:b y En esl:as ci1T1\n:;U.1ncúb, d

ciud:.td:.t!hl ,.:un [:;i ck:rno :racw: c:J


En nia1·;¿0 ck 1983 los datos ofici.aks rc¡;isirslx111, 2.9(J6.4 nuevas aJJ)j;_¡cioncs, ck lai;
111
cu,.1ies .480.56S correspondieron al PJ. 617.:?51 la UCR y el resto a otros nsm,m En térmi-
..

nos re!ativos, el PJ con los casi cuatro millones de afiliados que dcdan:1k1, se- convertía. cmno
gusu.1ban se11nlario sus

histórico pero con un notable caudal de adhesiones, el PJ enfrentaba con justificado optimismo las
elecciones que se avecinaban.
El PJ encaró el proceso electoral de l 983 conservando !a misma dirigencia que fenía a!
momento del golpe de !976. [sabel Perón era la presidenta, pero al encontrarse exilada en Ma-
dricL fue el vice-presideme del partido, Deolindo Bittel, ex-gobernador de Chaco, quien as11mió la
representación efectiva del p,111ido. El rasgo sobresaliente de esta conducción fue, sin embargo, el
espacio ganado poi- el sindicalismo, en especial, ia posición de Lorenzo MigueL líder ele bs 62
organizaciones, ''brc120 político" del sincEcalísmo pernnísta, que al poco tiempo ocupó la vicepre-
:::ickncin.
La rarea mús inmediata del partido era la nominac¡ón de los candidatos. La tradición del
rrtovirnicnto había sido tratar de confeccionar ll:;;tél5, l~ts lbrnadas listas de unidad, parn ser rcfrc n-
\.fadas Juego por ei Congreso i\iacional del partido. EsLe Üie nuevarnen(i.; el rnéiodo empleado en
l 9~3 para designar los candidatos presidenciales. ahora sin que los actores intervlnientes contaran
con el arbilra_je de Perón. Finalmente, un pequeño grupo de notables, cuyas figuras prominentes
fueron Lorenzo lv1iguel, Deolindo BitteL Herrninio [glesias, Antonio Cafiero e (talo Luder, se
decidió por la nominación de Luder y Bittei 1:
Las elecciones generales se Uevaron a cabo en octubre Je 1983; ern la primera vez, des-
pués de mús de cuatro décadas, que los argentinos concurrían a ias urnas sin que candidato o par-
tido político alguno fuera proscripto o las libertades políticas limitadas. Era la primera vez, tan1-

b1én. que el peronisrno se sometía a una prueba electoral desde la desaparlción de su líder. El re-

'Sobre el papel de los sindicatos duranrc el .segundo gobierno Je Pcrón, véusc: Juan C. Torn:. Los sindica-
ros en el »n.'úem,,, /i.J73~li.J7(¡_ Centro Editor Je América Latina. l 983.
11
· U 8unt's{I"{-'_ i\1'io :_ N" 8_ tllill"Zo-,ü,rii ilJSJ, pag. ó7.
1
Sobn~ este pnJCcso. vl·asc: 1\11(i1-(1 CordcLL Silvia Mercado y f,ic111ey Soszi. Pem11i.rnw: Lo 111u1,n1·io ne,ac,w.
13ucnos /\!res, Suclarncricana-Pl,111ct2, 1985
15

su.liado fue un duro revés: !a

cnndidato rn,,sidcsci de la Unión ('lvica Radical_ Rm'.d /,.Jfrmsin. Tn.1s casi


nía :~obre );_¡ e~;ccrn1 del el PJ hnbía sido derrn1'ad.o en el cnrnpo en

irnbaciblc;., t-:l de Lii;

El impacto del fracaso clccH.Jr;_l) del con inJ.1:,,1a1 crudc?,a la 1.1rgent:e uecc:-1i1.Lui
por L1 muertf: de su l.íder. Ese fracaso había demo~;tn1do, entre otras en"

sas. que no basíaba con invocar !a rncmoria del general Perón para garanti7:ar el éxito en las utna.·,
Sin embargo, una. minida mús sere1rn, pone en evidencia que el desernpáio electoral del PJ habü1
estado lejos de ser dcsde11abíe. Ciertamente, no había conseguido el premio 1m1yoc la pr,es1de1Y'"
de L.1 nación, pero ganó la gobernación en nada menos que 12 provincias mientras que el radica~
lismo obtuvo sólo 7. Este mejor desernper'ío en las elecciones provinciales le permltió al !)J co1rn1•
con el bloque mús numeroso de senadores en el Congreso - elegidos en forma lndirecta, por las
legtslaturas provinciales- reteniendo asi un importante poder de veto en el sistema instituciom1)
En esws triunfos regionales. el PJ demostraba que, aún n1uert.o Perón, conümwba expresando una
trétdición política, preservada ya por los '·neoperonistas". con una sólida implantación en !;1 socie••
dad.
E!1 ese 111;:irco, ,si se razona en términos de íiderazgos dentro del partido. !os cargos c!ect i
vo:;_ ya :;can en e! nivel nacional corno provincial, proporcionaban títulos suficientes.para compe-
tir en !a rcorg<.rniz::1ció11 que inevit::1hlemente se (tvecinaba. Serú precisamente con ellos que se \-"IJ('

conformando una nueva coaiic1ón dirigenre. En lo inmediaw, de Lodos mudo,-.;, se planlearu11 du'i
cuestiones. Por un lacio, deCinir el papel que le cabía desempeñar a Isabel Perón. legado del lid t-
razgo carismútico y p1·esidenta a distancia del partido. Por otro. enfrentar el conflicto siempre la-
tente en el peronismo y que había vuelto a asomar a la superficie: e! lugar de los "políticos" frente
a los "sindicalistas".
Hasta fines de l 0i'.í4, ia figura de !sabei fue nüs que nada un escolio para cualq_u1er 11:--

12
tento serio de recomposición del PJ • Su silencio e indefinición tuvieron en vilo a la dirigenci:_1
del ¡,anido. N;id!c '-C at1·evir:1 a dejar de concederle cuando menos un lugar simbólico en la estruc-
tura e.le poder; se trataba, finalmente, de la esposa del general Perón. Pero también es cierto que
causaba incomodidad en numerosos sectores !a \magen que proyectaba el recuerdo ele su des Cl·
fonumida gestión en el gobierno y el hecho de gue detrás de su peculiar conducción se escudaran

'-~ [n c~U :-;i.;ccic'rn. dc-;ca11:,o en u11 tr;1buio antcrio1·, /\11;1 M. fvíusraric. "RJ.diuilc<.: y justicia)iq;¡s frente ii!
dcs;1fiu de la rcnuvación ·. Plunrl /{)// /._julio de !9,~~
16

los sectores niús dcrechisü1s y ;_1utori1:arios del En todo Cí:ISO, nada hizo lsabcl a mi:::diaclos

(k 198-<L. dur;rntc uno de sus breves pasos poi b por t;:des tcrnores o desrncntir

L.1:, ;1u.1sacio11c:'; lanzad,.1:-0 cor.in a el


,·011/'irnwrJ,1.,, puv:-;. J-'icl a sus de paso por

Buc1i1):-; /\.i:·cs y ;1111.ei; d(: rc;lor1·1r.1r r\ M_:_i.drid. in:;t:liadu . I;_¡\ corno io hicicr:i Pv-:ró1·1 en<::!

¡rn,.1. cu11du,.:ció11 ci ( ())ll!)J](,10

ducción del del creando 1n;,iyor conh1sión d la y::1 enmarni."íada situac.ió11 11l1.CiT1;.1

ckl nern,wrn,',
A lns difícultadcs planteadas por isabc] :-;e unió la disconforn'lldad con ta u)nducción ofi--
C!al de! partido, e11 espceia!.. ~':l avance sindical en Ja estructura de poder del Con

esle av;;mcc, 110 sólo se reavivaban antiguos conflictos sino que se temió por la reacción del t:lec-
torado frente al perfil rnús corporativo que insinuaba et partido, Si estas dificultades eran datos
que el JUsttcialismo arn1straba por iniciatlva propia, ias características de! triunfo radical precipi-
taron una ajena. El contenido político de la propuesta alfonsinista, la que había conseguido el
apoyo de la mayoria, señalaba un rumbo: en ia Argentina había sonado la hora de la democracia.
En !a gama ideológica del justicialís1110, figuras como la de Henninio Iglesias, quien comrolaba
nzidn menos que !a provinci<.1 ele Buenos Aires, eran un obstáculo mayor para aquellos dirigentes
::;rntunlzadus cun el propósito de regenerar e! partido con bases más de1nocrútic;.1s.
Entre !984 y l 987 el PJ invirtió sus energías en resolver estas cuestiones. St: produje1-c1 n
rnpturas. é:Ongresos paralelos. cambios de alianzas, recursos a ia justicia que no :1lcanz;,1rnn, ::,in
:¡ quebrar L.! unidad. En este proceso, el hecho rn;,ls rel~:--v'cinte fue e! surgimiento ele un
::-;ector liarnacío "renovador"_ gestado airededor ele un grupo parlarnenran'o del µanido ai que se
unieron varios gobernadores. Sus cabezas más visibles fueron Antonio Cafiero, Carlos Grnsso y
Carlos Menem quienes declararon poseer como principal objetivo la institucionalización y demo~
crc1ti1.ación del PJ
En su enfrenramiento con la conducción nacional. A. Cafiero fue protagonista de una de

las 1rnportantes batallas libradas por la corriente renovadora en ia provincia de Buenos Aires. bl
interventor de! Consejo Nacional del PJ en la provincia había decidido impugnar la lista de A.
C1fie-ro y ck otros dirigentes y reconocer sohirnente la lista que respondín ::i H. Iglesias p0ra la
nornin;:1ción ele candidatos a diputados nacionales. Caficro, recurriendo a una estrategia conocida

y repelida en el movimiento, decidió separarse del PJ bonaerense y crear su propio partidc el

Fren!'e Rc11ov1.1dor. Bajo esas siglas se presentó a las elecciones nacionales de diputados en no-
\·icmbre de l 985. '.ogr:rndo l .535.395 votos contra los escasos 558.558 de H. lglesias. De este
17

a la dirección nacional del en esos nlo--

111\.~lüi.Yi a c:.irgn de ·v. S,-wdi, fortaleciendo su posi1:ión en In luchu por

!.lrií.l i'i()s;v·,1 (,"OildUCCJÚ!l

En 1.~ft:cto . los s1e;iai,slas de las ;,n,w1es ciudades, co111:aban

abura con el accc:_;o a los recur.sos de origen público que los 1ncJerier1d dci apork: Cinanciero

de ios sindicatos y ks permitía arrnar f:>us nn1111as bases de apoyo. El refnrzarniento de la clase
justiciahs·,t:;_1 fue acornpaúado por una fragrnen\ación de los líderes sindicah:s y con ella.

1as 62 organizaciones fueron perdiendo gravitación. Cada vez más, la nominación de cm1didai"!Y
de origen sindical para cargos ek:ctivos comenzó a quedar en manos de !os jefes políticos. nuevos
órbitros del poder interno. AsL los 35 dipurados de origen sindica! en 1983. bajaron a 26 en 1987.
:23 en 1989. a 10 en 1993 y en 1997 alcanzaban apenas 7u. Asimismo. l.os delegados sindicales
integrantes del Consejo l\acional Justiciaiísta, representaban. en 1983, el 30,8%) del toral: en 1995

habían descendido al 15,5(1/ii. El partido. en tanto organización, comenzaba a desprenderse de las

herencias recibidas por sus origcnes carisrnóticos.

La iustitudmwli':.adón del partido.


Cut·1 e! paubtmo predorni11io que fueron adquiriendo los sectores renovadores ..c;e sentaron l::1s ba-
:~e:; de un 1rn-::vu cün~;enso que quedó reflejado en los cambios introducidos en la Carta
del PJ. Estos cambios no afectaron el esquema descentralizado, fCderaL de orga111zac1ón del part 1-

do. L::ste. que dist¡ngue entre el partido en el nivel nac¡onal y el partido en el nivel distritaL no
puede sino reproducir l~l modalidad con lci que \o¡:; argentinos eligen a sus gobern,rntes. Fn efec1o_

:ciú11 parn la_-; c:Jecciones de diputado~ nacionales -y basta bace poco para las presidencia!e'.-- !o-:;
territorios de las provincias se consideran distritos electorales plurinominales. La actividad pros e~

litista se concentra, en consecuencia, en cada uno de ellos lo que vuelve imperiosa la presencia

del partido en el orden pruvinciaL

Los cambio:; tampoco afectaron la raíz rnovimcnüsta del p~irtíclo en lo que respecta a su
concepción de !a representación El dise11o mgan\zacional clei PJ continuó reservando espacios

para el rnovimíemo obrero, para la mujer, para los jóvenes y, en los niveles distritales. también

para los técnicos y profesionales. El cambio radica! se operó en las regias para la toma de dec i-
18

s1(mes. Véamos de que rnodo.

En\ ida cli::'. l'erón, 1-:stll\/icra en u en ci e:>, iliu, el de decisión. 1.;on rncnor

,1 nwyor di en :sus nu:mos. Esta conccntrnción del de tlecisión en pcrso11c1

limitó dcci: 11/aa11 ni:c el dc::,;_lJTOilo del cwrnto orden Fn

sucic1)u; en su.s distintas forrnas de D1.:· alli

forma 1}11 corno del A );_¡hora.de definir los mecanisnms ck


1orna de deci.,;iones para este tan hete1·o¡;ér1e1, . la de la típica de todn or-·

ganización
ti::;ta. Esre principio ser interpretado; por esta ra.7'.Ón, la modalidad decisional afin al
cipio <le inclusiviCbd del movimentismo es. precisamente, la que confiere al líder la autoridad de
interpretarlo.
Con la desaparición del líder. !a doble función que ejerció, como fuente de legitimidad e
intérprete de las reglas, quedó vacante. Para llenarla, quienes dirigieron la reorganización del par-
falo terminaron colocándola, por un lado, en la única fuente de legitimidad no sujeta a disputas, la
masa de afiliados, y, por otro, en !a regia de la mayoría, que no necesita ser inteqJretada. En otros
términos. la innovación de fondo operada en el justicialismo fue su democratización. Así, !a nue-
va Carta Orgánie:1 t\acicmal abrió el p<.wtido a la participación directa de los afiliados e, incluso,
en aígunos distritos, se fue mis k:jos con la adopción de ínternas abiertas y la incorporación de la
representación de las minoría;.:; :--l.
A tal punto fueron percibidos los carnbios en el peronismo corno un giro sustancial. que

el informe del aflo ]9~)8. presemado por el Consejo Nacional del partido y rirnrndo por su prcsi-
denre A. Cafiero, se vio obligado a precisar sus alcances. En particular, el informe se detuvo en la
tradición rnovirnentista del peronismo y su lugar en el nuevo esquema de organización. "La vi-
gencia del Partido Justicialista" - se interroga el informe - "¿significa el fin del Movimien-

to'7 ... /.es que hemos reducido 1a vitalidad y alcances históricos del Peronisrno, su vocación revo-
iucionana y transformadora a los limites de una formación política apta únicamente para transitar
los espacios de la 'partidocracia'?" Su respuesta fue la siguiente: "'Será necesario el Movimiento
cmrndo no existc:1n posibilidades legales para expresnrse partidariamcnte. En el acti.,ial funciona-
rnlento normal del sistema institucional y del régimen de partidos y en ausencia de normas res-

:_, Scba.sti:rn Etchc111cndy. "¡,Límites al Uccisionisrnü'? El Poder Ej<:cutivo y la fornrnlación de le! legislación
lc1boral'' en Ricardn Sidicaro y Jorge M,1ycr (comp.), Político y .wcíedod en los w/Os del ml!nemismo.
UB/\. 1995
19

trictíva:; a la de los sectores sociales qne histórícamentc repi:e:;e;-nta al no


]a fórnEl de nx,w,,,,iim

1li1:adc1 de esLc lili'irno. La actual csiTucturn rn·Viini,·n k confiere al Partido un ( aL<'rcter cléirarncnf
inuvirr1c:rni:-;1a. Ln ,;uci c11adros
nwnt·1stas t1em;n pí.l

cuando. por
\?n s1,1 hisl.ori1.1., los afiliados fueron convocados a en forrna directa :J su candidato n
cial. El nuevo orden sucesorio era sometido a su primer test. En julio de 19E8. A.ntonin Cafícro, a
cnrgo de la pn"'.sidcncia del partido., no vaciló en sujetarse dc1nocrúticarnenlc al vcrcdic10 de hs
urnas pern11i::;t;1;-;. reconociendo el triunfo de su rival. Carlos S. Menern. La prueba de lu
aceptacíón de !os resultados por parte de la lista perdedora. había sido superada; el PJ había en-
contrado una fórmula de reemplazo al liderazgo carismático.

IV, El procesü de d.emocrat-rización del PJ. Estructura y dinámica in.terna del partido
Se!1alarnos que el PJ encontró una fórmula sucesoria. Veamos a c·ontinuación los efectos ele este
cambio sobre la organizilción y dinámica interna del pattido. Para empezar, recordemos que el PJ
conservó un esquema descentralizado, podríamos llamar federal-electoral, de organización. Esto
i111pfa:i.l que, por un lado, está el PJ nacional y, por otro. los PJ clistritales. es decir, el PJ de Bue-

nos Aires, de Santa Fe, de Mendoza, etc. Pero, ademús, eslos partidos distritales reproducen. en
su orgcmizac1ón. las unidades administrativas electorales existentes en cada provincia, cada un~i
ci:cabezc1da por su::; dirigentes, En otras palabras, junto con las múxin-1as autoridades nacionalt's
reunidas en el Consejo l\acional, coexisten las máxunas autoridades provínciaíes que presiden ios
respectivos Consejos Distrítales y éstas, a su vez. se vinculan con un número de dirigentes igual
al nllmero de dlvisiones electorales que existen en cada provincia. Por ejemplo. en la provincia de
Ruenos Aires existen ocho d!rigentes de seccíón -uno por cada sección electoral-: en la Capital
Fedenil irny veintiocho dirigentes de circunscripción y así sucesivamente según las provincias.
Finalmente, en ia base de esta pirúmide organizativa se encuentran las llamadas unidades búsic,:is,

en contacto directo con la clientela del partido.


Con el proceso de dernocrntización interna, et poder de decisión comenzó a fluir de c:1bajo
hacia a!Tiba de modo tal que las autoridades superiores deben descansar en una coalición de diri-
gentes ck menor nivel. En efecto, ciadas las reglas de competencia interna, quien aspira a un car-

go, ya sea en el partido o electivo, debe lograr el apoyo de aquellos capaces de controlur !u movi-

1-1[:, numcrcbos distriros :se adoptó ia clúust1la de admisión del 25'"/!1. Estú ;;1grnfica que sícmpn.: qu.:: la 1rn-
noric1 oblc11ga el 25r1/o de ios volos en las ck:cciones int(;rnas puede aspirar a un porcentaje- ck cargos en );1
20

liznción de /os aCillados. Este recurso csl:ú, centralmente, en 1nanos de las autoricfacles d.c los con-•
Vl 11·

culadas infonn;:1\rnente ;\I Aciurecrr, así., en el escenano

l;i 1)nión Ci·vica Radical pcm novs:;dusa en el fJJ, el


\.ili1.c1c1un de in:•; afiiiado.,;1''

y !os recun;os en (.;l inr:erior (k:l ,rr,uc,o. Jo que otorga un


las diversas su!J-.. unidades que lo componen_ En este n1<C1rco, quienes buscan ocupar cargos deben

una red de apoyos entre las clístintas unidades que forman parte del partido. El modo
de hí.lC\~Tlo es a iravés de la creación de !fnt:as internas. La principal función de este mecanismo
es. en definitiva. dot;,ir ele cierto grado de sisternatización a las unidades que participan., es decir,
generar vínculos horizontales y verticales entre ellas. Dado que estas líneas no poseen práctica-
mente identidad ideológica la fuerza rnotriz ele este proceso son los líderes. Asimismo, por tratar-
se de arreglos sobre todo pragmáticos para acumular poder, las coaliciones son cambiantes y co-
yuntut·ales.
Cuando e! liderazgo es el principai motor de estos vínculos. la lógica imperante es ia sl-
guiente. La lucha interna por el poder divide bs aguas entre amigos y enemigos hasta que se llega
d un veredido. ya sea por acuerdo o por decisión ele los afihados. En la próx.in1a clecclón, la par-
t1da recomienza nuevamente y no se descarta que el enemigo del pasado se convierta en amigo o
que el amigo pase a ser el enemigo. Por ejemplo, en 1988, síendo Menern uno de !os referentes de
\o:-; t-enovadore'.:,, no dudó en califiG1r el co1'!.1pon.:1111.\ento de 2,u compnñern (\1fiero de "sect::i.risino
iiustrado" ya que desdeil.aba ''medio 1rnllón de votos peronísras"' que respondían a iglesias. Cabe
sd1alar que después de [,.¡ derrota de l 983 Henninio iglesias, que le había arrebatado a Cat·iem la
candidatura a la gobernación de Buenos Aires y cuya elección perdió, fue considerado como uno
de los princlpales responsables ele la derrota y un ejemplo para los renovadores del tipo de líder
del que el panido debía desprenderse. Menem, distanciándose de la corriente renovadora en la
que había participado, no vaciló en buscar su apoyo. Sirnplememe, necesitaba de esa porción del
justlcialismo bonaerense controlado por Iglesias para hacer pie en la provincia de Buenos A.ires
con su linea Federalismo y Liberación. Asimismo, una vez que Menem ganó la presidenci,:1 de l3

c~111ducción de! partidu o lugi.ll"CS en la lista de candidatos.


10
Una rcconstrucciOn cxhaustiv,t del lugar y c!inúmica propia de las unidades búsicas en el movimiento
pcronista se cncuc11t1·a c11 Stcve Lcvirsky, ".i\n 'Organizcd Dis(·ffganisation· lnfonnal Org:rnisation and thc
[)crsis!cncc or Local Party Structmcs in Argenlinc Pcronisrn ", Joumol o/latin A11ie1·icw1 Swdies, Vol. 33.
l Fcbnwry 200 l
Cntrcv:sta con Javier !Vlouríñu, Subsecretario petra la Reforma Poi itica, M inistc¡·io cki f 11tcrior ( ! 993-
1997 }.
21

nación, animcichm~s de la renovación como José Ivlanuel de la Sota, iklcr del


de Córdoba y nn,rnY,ii,, de fórrnulí.-1 de Caficro en las intcnrns del PJ, Jn;;i'

[ JiÍé; lvh.u1:;:;1no del de

li,;1no de ia J Fédcn.1.L, dccidi.eron cnculurmw.rsc dct.rú:-; de su conducción.

1ClTcll'l1Cn(·t~.

y;,, sea r :·specto de b:; del o ,_k la

de ,snon,'n de- una ;.ilte-rnativ,1 que no es novedosa en el 1n.,.ww11smo:


que no se renuncie a la identidad peroni.sta, se puede optar por la escisión, esto cs. formar

un nuevo partido. El justicialismo


la competencia, En est.os ca.sos se tr~üa de buscaL a través de la co1111,elenc intcrpanidarÍiL la
legitimidad que el predominio de otros lidera:;;:gos impide obtener a travós de la competencia in~
tt·apartidaria. Los casos más notorios han sido los de Antonio Cafíero en 1985, Octavio Bordón en
]994 y Gustavo Béliz en 1996 17 . Los dos primeros regresaron al poco tiempo al partido y el últi-
mo se encuentra hoy en día negociando su reingreso.
El punto a ser destaczido es que la escisión rarnmente es pcnali2;:1da. A nuestro entender
esto se debe a1 hecho de que si el sector disidente tiene algún éxito siempre puede ser un recurso
pc1rn los liderazgos alternativos que siguen operando en el partído. En el fondo, sigue prevale-
ciendo lél tónica de ~1cu111u!ar zipoyos. En consecuencia, la incertidumbre respecto de los resulta-
dos de este t¡po de cornpetencié1 sumada a la ncces[dad siempre vigente de sumar ~ipoyos, est 1-
111ula a q_uc el que se v,:i no renuncie al partido y los que se quedan no lo sc111cionen con la expu l-
sión n. en todo caso, que la sanción se~1 una medí.da fácilmente rever::;ible.
El p<.lrlidu se ha co11vel'lidu, enl()11ces, en un espa0io para la cornpe1enci,.L En otras pala-
bra~.. su esiructura esti1 centrada en !as funciones de apoyo al esfuerzo electora! y, por cons1-
-~uienle, su dinámica está pautada por et ciclo electoral. Este es el marco propicio para que se pro-
duzca el incesante flujo de dirigentes y caudillos !ocales vinculados al partido que rompen filas y
buscan un lugar en los nuevos polos Lk aglutinación, Se trata, en consecuencia, de un partido de
iiderazgos, de funcionarios--dirlgenles, con reglas de Jiscipllna lábiles y flexibles. Los rasgli~ di s,.
tintivos de este partido electoral_ de liderazgos. asentado sobre una organización descentralizada y

con un:1 vc1sta masa ele afiliados, son los síguicntes:

' Stcvcn Levitsky registra divisiones en: 5 distritos en 1985, 7 en 1987, 2 en l 989, 5 en 190 ! , 2 en 1993 y
.:.1- en 1995-96, Stevcn Levistky, "Frnm Laborism to Libct·alism: fnstitutionaliz3tion and Labor-Bel.sed Party
\cll1J1'léll1011 in /\rgcntim. 19S3-!997", Tesis cloctoraL DcpanrncnL of Po!itical Scicncc, Univcrsity of C\11 i
f't1rni;1. B("rkclcy, i 999.
n.

C'r11'Úc'le1· Dado que la competen-

c1;¡ es, l'und;1nlcntaln1c11!"c, una por cuxgos., la:-: coa\icioncs se funnan las ex •

de i>:¡Lo y unnbian de :tcucnlo con rn'.nncro de votos obtei1idos.

Funcionurios El :i cargos en el

los cargus "''"""'''ª de gohierno. tanto en el nivel nacional como en el provinci<.tl. La nrzón es
los arriman recursos que los líderes utilizan para

consolidar :,u coalición de apoyo. No casualmente, la mayoría de las constituciones provincinles


18 en total -y la nacionaL fueron rnodificadas para introducir la clúusula de la reelección para las

autoridades ejecutivas.

Lidero::?JJ nuciono/ inestahle. Dada l;:i vinculación entre cargos en el panido y cargos en el go-
bierno. la süuación cle1 liderazgo nacional ele] partido cambia ele acuerdo con la posición del par~
tido. esto es. en ei gobierno o en la oposición. Cuando el partido está en el gobierno. es decir,
ocupa la presidencia de la n.tción, el presidente pasa a ser el líder del partido. Se trata de un lide-
razgo fuerte graci;;1s a !os recursos estatales que estún a su disposición. En can1bio, cu~rndo está en
la úposición. !a estruclura descrntralizada del partido da lugar a un liclen1zgo nacíonal débil. Esto
por dos n.izones. En primer lugar, porque no descansa en un triunfo t:!ecton1i como foctor de
cohesión ·y es. por lo tanto. rápidamente des;.itíado por los liderazgos alternativos. En segundo
iugar. ptnque son escasos los recursos que maneja. Buen<:! pnrte de ios recursos financieros dd
pattldo, que son de origen pllblico, se distríbuyen a las organizaciones partidarias provinciales.
Como dato ilustrativo, la autoridad ejecutiva del partido, el Consejo I\acional, carece, práctica-
mente, de una burocracia propía.

Bufo nivel de h111·oc."1"uri:oción. Dada la estrucLura Jei parlido y hls reglas ele competencla opmlu~
namente descriptos, los incentivos para dotar a la organización partidaria de cíerto grado de buro-
crntización son e.sec1sos. Por ejemplo, los aspirantes a cargos electivos procuran reunir recursos
propios para mejmar sus perspectivas electorales centradas en sus respectivos úístrilos. Esto pu e-
de vt..:TSC a través de la proliferación de fundaciones que responden a distintos dirigentes. En !os
primero,-; m'ios de la década del 80. Carlos Grosso, diputado nacioirnl y luego intendente de la ci u-
dad de Buenos Aires, organizó la Funcbción de Estudios Contemporúneos (FUNDECO) y poco
Antonio c:aflero meCfJn1/J ht Fundación para la Democracia y la l'ilrt1rn·ie1<:1i1n
(FUDl:PAJ. A de los 90, en Menrhrni., con el apoyo de· .íos{: f ,uis [Vlanz:mo ,,u ., '\)

illt::11to de Ministro de! Interine Rodol fo Dí::r1.., fue i\l'iini:-;1:ln

'_')('

en fisL\do:,; Unido:-; y; por t'.iltinw /v'linistro

Jus1.ic i:i'\ 1()() i L.1 Furn. .hción i.nlcJ:wníiin: Josó Cki"avio Bordór1. n::1c1cm:.11

con b Fundación Andina; el scrn.1.dn 1

naciun;:\i I:Zemo Cosr:mzo orgnnizó hl Fundación Prnvcn1,n Eduardo ·vaca, senador nacionaL Car--

los Ruckaufº. en su momento vice-pres¡dentc de ia nación . . y Angel To111a . . diputado nacio

nal ':i Secretario de Dcíensa. crcarnn la Fundación de los Cien Es de notar 1.a dispersión de re-
1

cursos qu\:: estas prúcticas conllevan lo que refuerza la débil burocratización del partido.

Por otra parte, ciertos dirigentes, en particular los que ocupan cargos ejecutivos, ya sea C''
el nivel nacionaL provincial o municipal, cuentan con los recursos clientelares, de partronazgo y
logísticos del estado para sobrevivir. Esta es una de las fuentes de financiamiento de las activid ª"
1
eles de esa rica y cotnplejn trarna que gira airecledor de las unidades búsicas (_). En este caso. el apa-
rato estatal sustituye al partidario a la vez que la asignación descentralizada de esos recursos li-
rnlta la posibilidad de establecer una cadena ele mando jerúrquica al interior del partido.

L11y!Jtr 'i{;'Cltlldurio de la p!ara/Omw c!ecrorn!. Dada la naturaleza de la competencia en el seno del


P_l. L.1 """""" dcc.i-on.-11 ocupn un lugar subordinado dentro de sus preocupaciones regulares
En este semido podría dec1rse que se cumplen mús que nada con las formalidades de la íey de
pariidos políticos que exige la presentación de una plataforma por parte de los candidatos presi-
denciales. Así, cuando el congreso del PJ concluyó con la redacción del programa a ser presenta-
do a la ciudadanía en tas elecciones presidenciales de 1989. su candidato. Menem, se limitó a to-
mar 110w ele su existencla. a comunicar que no se sentía obligado por el mismo y prosiguió con su
campail.a electoral. Luego, una vez en el gobierno y operado el imprevisto giro que dio a sus poíi-

ticas, la plataforma electoral sancionada para las elecclones Je l 995 simplemente reprodujo ei
plan del gobierno. Lo único que se hizo fue dotar su presentación de cierta retóricé1 tradiciorH1l
peronista, presentándolo como un plan quinquenal y precisar que en rigor era el tercero ya que
hubo dos de estos planes bajo el primer gobierno de Perón. Por lo dernús, los principales objetivos
que se plantearon fueron los de las políticas aplicadas pm lVlenern durante su gestión.

1·' !11fornwció11 ~urnini.\tr:1,b pm el Centro ele Estudios Unión por la "Nueva Mavoria.
l'i Vé~i~e: Slc\'c Lc-vibky, •\,<11 ·Organi-.;cd Diso1·:,;21nisatio11'. - , or.c¡t. ·
24

1-Icrnos ,rnalizLidn en este '"'"''"'"''·' del Partido Justiciali:~1.a desde sus col u-

, en los procesos q_ur

!orno de la::; de sus miembro:-;. Elltr(;

que c-: ;tablcccn el modo en que :•;e;


0 ,.:1

,_kl\tro de ia urEnn1.r:.1< ; decr las que ,'.'ot:s :Juturídadcs y \11:cibucionc:-;_ Fn "'"'''"'''


é.'ll nwnto orgnDni'n:rón que atiende ti un fin que Je es 1"'11,e,::n1u,. pre::;cmar candiduto:-; a ckccio-

ni.':~< son igualmente relevantes las a través de las cuales los 1u11ti,ln, seleccion::n,

a sus ca11diclatos. De:::de estn perspectiva, se puede sostener que el Partido Justicialísta se organizó
b{1sicarncntc en torno de dos modelos: el carisrnútico y el dcrnocrái-ico.
F(especto del modelo originario de organlzación de! P.L estú claro que, mientras vivió Pe-
rón, partido y líder constituyeron una misma identidad. Sobre este punto, una cuestión que merece
sc1· de.stacnda es que a pesar del predominio de !a voluntad de! líder, el peronismo logró generar,
tanto por f:.ictores endógenos como exógenos. recursos humanos, materiales y simbólicos que fa~
vorccieron su continuidad y posterior transformación. El exilio de Perón operó en dos direccio-
nes. Por un lacio, su ausencia reforzó el papel de los grupos dirigentes provinclaies, sobre todo en
los períodos electornles. y el de los sindicatos que proveyeron al movimiento de recursos rnat e-
riales y organizativos, y una presencia permanente en e! escenario nacional. Por otro, alin en el
exilio, /:1 conunua intervención de Perón en la política de! partido y del pais, evitó la dispersión de
!as füerzns peronistas. Finalmente, la proscripción contribuyó a mantener vivo el principio de
identidad colectivo. Con estos recursos, el partido estuvo en condiciones de enfrentar el cks~dfo

de su i11srituc1onalizac1ón una vez desaparecldo Perón.


En cu;:mto a la actual organización del partido, esta se corresponde con un mudeio que
llaman1os dernocrútico dado que el poder de declsión respecto de autoridades y candidaturas des-
cansa. en última instancia, en la voluntad de !os afiliados. Una pregunta que queda por responder
se refíere a su nivel de institucionalización. Siguiendo ios criterios propuestos por A. Panebianco,
grado de autonoirna y grado de sistemanzación, es posible sosrener que la institucionalización
abrnzada por el PJ es débil. El grado de autonomía hace referencia a la mayor o menor ckpen-
dencia de\;:¡_ organización del partido de otrils organizaciones. En este sentido, la cstrech<.1 vincu-
lación que el PJ mantuvo con las organizaciones sindicales en el pasado se fue atenuando en for-
ma marcada, en parte. por que la estabilidad democrática a partir de 1983 perrnilló a los políticos

hacerse de recursos propios para e! funcionamiento de la actividad partidaria. Una se1'ial de h1 me-

nor tutela que e_ierccn !Dt> sindicatos se encuentra en la disminución de la presencia sindical en \os
cmgos pdrtida1·ios y eleclivos desde 1983 a la ,c1ctualidJd.
25

Sin c1T1barnr, es sostener que esta mayor autonornía de .las sindical1::s ha.
sido sustituida por una 1nayor dcpci1id1,nc del apan.r.w estatal, t.:omu fuente d,-'

finrrncimniern.u d1.: la auividad La pcnelnc:i(i,n del estado por ¡:rnr'i.c (k los ni,,ruln-, no

tin fenómeno 1wvc:doso., menos aún pani ci PJ teniendo r:n cuenta ~:u;:; n1-l1nonc'1 ¡ ,(,1

'.-:e \~t1cu,:~lltnJ 1~n 1::i hecl10 de GJ.1·cc1::r de una dirccuón e ;n1n1l dei
nc,ru, uc11· . cu el !irlr-:

ra1:go n1,n1n:,nn 1wcio1wl que es siempre, una coalición de dr1wu11c,, Por un lado
rcCuerza c1 papel de esta conlición cuando e) par1"ido ocupc1 lcl presidencia de la nación Y- por otro,
la 1orna vulnenible apena~;; el partí.do pierde el cargo.
Fn cuanto ¿i] grado de sist'cmatización, es deci.r. de interdependencia entre las distintas

unidades que componen !a organización. hemos señalado que se trata de un resulrado contingente,
producto de la habilidad y fortuna de los líderes en lograr aglutinar fuerzas. En este sentido, el
partido se encuentra en un estado de permanente fluidez, rcforzndo, además, por el particular JTlO-

do ele observar las reglas y el desarrollo de ciertas prácticas paralelas a ellas. Esto nos lleva a un
segundo interrogante vinculado con el carúcter verdaderamente dcmocrútico de la actual organi-

z;.ición partidaria.
Este cariiet'cr puede ser discutido dado que los afiliados no son convocados a participar en
lí:1 competencia interna con la frecuenci,1 esperable. Para abordar productivamente esta cuestión se
impone el nu,~-slro criterio Jtgunas precisiones. La primera t1ene que ver con la realización regu!ar
de elecciones internas. Este es un procedimiento estabiecidos en las reglas del partido que se CO··

rrespnndc bien con un~1 visión nonrnitiv.ci de los p;irtidos corno ;'irnbito de ejercicio de );.1 dernocr:1-
cia. En la t·ealidad, sin embargo. no es fücil satisfacer este requisito por razones ciaramentc co 111-

prensibles: la organizactón de elecciones internas es una operación costosa. tanto en términos

monetarios como logísticos que los partidos no están siempre en condiciones de afrontar. As[ las

cosas. siempre que se pueda evitar la convocatoria a elecciones esto es lo que habrú de ocurrir
bajo cierta.s condiciones: cuando es posible acordar una lista única entre las corrientes en disputa.

cuando ios resultados pueden darse por descontados, dad la disparidad de peso entre !os dirlgentes

rivales.
En au:c;encia de elecciones, la ckcisión queda confinada al vértice partidario sin que los
dfíliados tengan una participación directa: ;.significa esto que está comprometida la lógica ele la
decislón clernocrútica? Aquí es cuando se impone una segunda precisión, relativa al lugar de los

afiliados en los partidos políticos. También en este caso nos confrontamos con una imagen ideal i-

Lada que no:::; los presenta como electores úvidos de hacer conocer sus preferencias personales.

E:-,ta no es, nos parece, la mejor 1nanera de concebirlos. En términos políticos, los afiliados son.
26

por y por las n1zones mós varía.das, de detenninados activi:si:as y mil j.

Esta es una relación que fünciona tí.uribiéu en la otra (hre<>

c,,·,w,r,,uim (k los Jcl:Jv1.c;1:as y n1ifaantcs c:;tú en cstn.:chH rcb.1ción con ]a c;n11:id,1d de h


;J Ja llora de ck:ciclir lo,,; c1cu1.:;rdo0

de Jo que: se acabad,':: Sf.:ilalnr, ':;ólo cuando no es un ;_,cuerdo eni1_·:-;


líclcn.=,, rivales se convoca a ht cmnpctencia interna. Pero aquí, nuevamente, el PJ admite otras dos

de lemas. Este sistema electoral que regula las ele c-


cio11c's ele ;.wtoridacles provinciales. adoptado en varios distritos controladas por el PJ ·· por m-
plo. Ln Flioja, Santa Fe. Chaco, Fonnosa. Salta, Santa Cruz y Tucurnán-, permite que un mismo
partido (lema) presente varias listas de candidatos (sub-,lemas). En consecuencú1, queda en manos
de los ciudadanos-electores que se identifícan con el partido y, en particular con un sub-lema del
partido. la decisión final respecto de los candidatos ganadores, Con este sisten:ia, el jusücialismo
(ransfirió a la arena ekctoral-ínterpartidaria la competencia por la nominación que no han estado
en condición de resolver en ia arena estrictamente intrapartidaria como asimismo !os costos mo-
netarios de la misma. El matiz que introduce la ley de lemas es que !a apelación no es sólo a los
n fil i,1do:~ sino t:1mbié11 c1 los sirnpatizante~ del partido.
Lu otra moLLdidc1d por !a cual ~e resuelve ia falta de acuerdo es el recun.;o pautado a la cs-
c1sión. Esta antigua pt·áctica del partido que es, de hecho, una regla tnformaL penaliza tan sólo en
forma simbólica ~1 quienes deciden separarse del partido dado que tolera su posible
Qu1zú ei JJt"incipai mrerrog:ante que enc1ern.1 esla práctica se reriera a cómo se fi_jan lus iinúes de
la tolerancia dei pMtido frente a este tipo de conduelas. Sl tomarnos la trayector¡a de Oc(avio
Bordón como ejemplo, debemos concluir que los limites los coloca quien opta por separarse del
partido. Bordón se a!ejó de! PJ; con su !ínea interna País formó una alianza con otro sector disi-
dente del _justicialisrno. el Frente Grande; fue su candlclato presidencia! en 1995, oponiéndose a la

candidatura de Menern y logró ei segundo \ugar, con ei 35'1/0 de los vmos. Luego de un periodo <le
osrraclsrno. Bordón se acercó nuevamenle al partido para ocupar en la actuahdad el Girgo de !'v1i-
nistro de Educación del gobierno de la provincia de Buenos Aires, encabezado p()r el justicialista
Ruckauf. U Frente Grande ilustra, en cambio, el caso opuesto que también corrobora la idea de
que los límite::..; de la disidencia corren por cuenta Je! disidente 2°. El Frente Grande, creado a partir

de u1rn escisión a principios de l 990, optó, hasta ahora, por no reingresar al PJ. Esla prúctica.
27

c1dernús de nnmrrnrler al interés zh':'. conservar pc,teJncraler fuentes de apoyo Licne., dese nuestro
de: i(kntidnd. En ei'i':ci:o. S(;' :•;ep \l ;-¡

de volv1:J a
i\ :su; disidcnk:s. csl'imu];rn h n,nrrenrrnrn de nuevo::; ck :-;olid:.1.rid:.1<-L

L;i débil i11stitu;ion<.il!,,:;-\ció11 dd Partido Ju:,;ticl,.ili:sta que acabamos de ck::=)criblr bic11 puc-

de colocar nucvnn-1cnte en el primer la pregunta relativa a .su l)e;;dc wrn

teórica. se sostiene que la capacicfod de supervivencia de los partidos está vincu!::1d;1


con ei grado de inslitucionalización de sus reglas y y su

contextos cambi;;intes. Respecto de este último punto, la eh1sticidad organizativa del Pmtido Justi--
cialista ha sido funcional a su capacidad de adr.1ptación, umto para hacer frente al desafio de la
1nue1te del líder corno, más contemporáneamente, para encarar uno de los procesos ele cambio
económico y :-;ocia! más importantes operados en el país 21. En cuanto al primero, creemos que 1a
peculiaridad del peronism(l en lo relativo a su autoreproducción descansa. más que en las reglas.
en la fona!ezd de su principio de identidad colectivo. Mientras éste sea el cemento que una a ese
urnverso tan heterogéneo y las urnas io refrenden, la supervivencia del PJ parece no cmrer pel i-

gro.

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