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DE LA FORMA FÍLMICA
El c o n c e p t o d e f o r m a e n e l c in e
EXPECTATIVAS FORMALES
1. AB
«A» era una pista, y a p a rtir de ahí hem os establecido u n a hipótesis fo r
mal, probablem ente que las letras se sucederían en o rden alfabético.
N uestra expectativa ha sido satisfecha. ¿Qué sigue a AB? La m ayoría de la
gente diría «C». Pero la form a no siem pre concuerda con nuestra expec
tativa inicial.
2. ABA
Aquí la form a nos coge p o r sorpresa, nos deja perplejos. Si un determ inado
desarrollo formal nos causa sorpresa, reajustam os nuestras expectativas y lo
intentam os de nuevo. ¿Qué sigue a ABA?
3. ABAC
En este caso, las posibilidades son principalm ente dos: ABAB o ABAC. (Nó
tese que las expectativas limitan las posibilidades, al igual que las seleccio
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CONVENCIONES Y EXPERIENCIA
El ejemplo ABAC también ilustra otra cosa. La experiencia previa guiaba nues
tros presentimientos. Nuestro conocim iento del alfabeto convierte ABA en una
alternativa poco probable. Este hecho sugiere que la form a estética no es una sim
ple actividad aislada de otras experiencias. La idea de que nuestra percepción de
la form a se basa en la experiencia previa tiene im portantes consecuencias tanto
para el artista como para el espectador.
Precisam ente porque las obras artísticas son objetos hum anos, y puesto que
el artista vive en la historia y en sociedad, no podem os evitar relacionar la obra,
en cierto m odo, con otras obras y aspectos del m undo en general. U na tradi
ción, un estilo dom inante, u n a form a popular, algunos de estos elem entos se
rán com unes a varias obras artísticas diferentes. Estos rasgos com unes se deno
m inan norm alm ente convenciones. Por ejemplo, u n a convención del género
cinem atográfico musical es que los personajes canten y bailen, como en El mago
de Oz. Es u n a convención de la form a narrativa que la narración resuelva los pro
blem as a los que se enfrentan los personajes, y El mago de Oz acepta tam bién esta
convención al perm itir que D orothy regrese a Kansas. Los grupos de conven
ciones constituyen normas sobre lo que es adecuado o previsible en u n a tradi
ción concreta. O bedeciendo o violando las norm as, los artistas relacionan sus
obras con otras obras.
Desde el punto de vista del espectador, la percepción de la form a artística
se producirá a partir tanto de las pistas que proporcione la obra como de expe
riencias anteriores. Pero, aunque nuestra capacidad para reconocer las pistas for
males tal vez sea innata, los hábitos y expectativas concretos que atribuyamos a
u n a obra artística estarán guiados por otras experiencias: las experiencias pro
cedentes de la vida de cada día y de otras obras artísticas. Eramos capaces de ju
gar al ju eg o ABAC porque sabemos el alfabeto. Podem os haberlo aprendido en
la vida diaria (en u n a escuela, con nuestros padres) o en u n a obra artística
(como algunos niños que hoy en día aprenden el alfabeto en los dibujos ani
mados de la televisión). Igualm ente, podem os reconocer la estructura del «via-
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je» en E l mago de Oz p órque hem os viajado, porque hem os visto otras películas
construidas en torno ageste m odelo (por ejem plo, La diligencia [Stagecoach,
1939] o Con la muerte en los talpnes [N orth by Northwest, 1959]) a p o r q u e este y '
tem a se halla en otras obras arrfsticas, com o La Odisea y Alicia en eífiáis ke las ma
ravillas. N uestra capacidad para descubrir las pistas, para verlas com o si form a
ran sistemas y p ara concebir expectativas está guiada por nuestras experiencias
de la vida cotidiana y p o r nuestro conocim iento de las convenciones formales.
Con el fin de reconocer la form a fílmica, pues, el público tiene que estar
p reparado para com prender las pistas form ales m ediante el conocim iento de la
vida y de otras obras artísticas. Pero, ¿qué sucede si estos dos principios entran
en conflicto? En la vida norm al, la gente no se pone a cantar y bailar sin más ni
más, com o sucede en El mago de Oz. Muy a m enudo, las convenciones crean una
frontera en tre el arte y la vida, diciendo im plícitam ente: «En las obras de arte
esta clase de leyes de la realidad cotidiana no funcionan. Con las reglas de este
juego, puede suceder algo “irreal”». T odo arte estilizado, desde la ópera, el ballet
y la pantom im a, hasta la com edia y otros géneros, d ep enden del consentim ien
to del público p ara invalidar las leyes de la experiencia ordinaria y aceptar con
venciones concretas. No tiene m ucho sentido insistir en que estas convenciones
son irreales o preguntarse p o r qué Tristan le canta a Isolda o Buster Keaton no
sonríe nunca. Muy a m enudo, la experiencia previa más im portante para perci
bir la form a no es la experiencia de la vida cotidiana, sino los encuentros ante
riores con obras que presentan convenciones similares.
Los géneros, o tipos de obras artísticas, ofrecen m uchos ejemplos del uso de
convenciones am pliam ente aceptadas. Si esperam os que u n a historia de miste
rio revele al final quién es el asesino, esto no se debe a la experiencia de la vida
—m uchos crím enes de la vida real quedan sin resolver— , sino a que u n a «regla»
del género del misterio es que se resuelva el rom pecabezas al final. Igualm ente,
El mago de Oz es u n musical, y este género utiliza la convención de que los p er
sonajes tienen que cantar y bailar. Como otros m edios artísticos, el cine nos
pide a m enudo que adaptem os nuestras expectativas a las convenciones que uti
liza un género concreto.
Finalm ente, las obras artísticas p ueden crear nuevas convenciones. U na
obra enorm em ente innovadora p u ede parecer al principio extraña porque no
se ajusta a las norm as que prevemos. La p in tura cubista, la música dodecafóni-
ca y el nouveau román francés de los años cincuenta resultaban difíciles en un
principio p o r su rechazo a aceptar las convenciones. Pero un exam en más deta
llado puede m ostrar que u n a obra de arte poco com ún tiene sus propias reglas,
creando u n sistema form al heterodoxo que podem os ap render a reconocer e
interpretar. Finalm ente, los nuevos sistemas que presentan estas obras artísticas
poco com unes p ueden proporcionar convenciones y así crear nuevas expectati
vas.
FORMA Y SENTIMIENTO
com patible con determ inadas contorsiones del cuerpo del cómico. U na leve ex
presión del personaje puede prepararnos para la posterior revelación de su lado
malvado. U na escena alegre puede estar equilibrada con u n a triste y un aconte
cim iento trágico se puede m ostrar con un m ontaje o una música humorísticos.
Resulta evidente que todas las em ociones presentes en una película están siste
m áticam ente relacionadas entre sí m ediante la form a de ese filme.
La respuesta em ocional del espectador ante la película tam bién guarda re
lación con la forma. Acabamos de ver cómo las pistas de las obras artísticas in-
teractúan con nuestra experiencia previa, sobre todo con nuestra experiencia
de las convenciones artísticas. La form a de las obras artísticas a m enudo apela a
las reacciones tradicionales ante ciertas imágenes (por ejemplo, la sexualidad,
la raza, la clase social). Sin em bargo, la form a tam bién puede crear nuevas res
puestas en vez de recurrir constantem ente a las viejas. Al igual que las conven
ciones formales nos llevan a m enudo a dejar de lado nuestra visión norm al de la
experiencia de la vida real, la form a puede llevarnos a invalidar nuestras res
puestas em ocionales cotidianas. La personas a las que despreciam os en la vida
real, pueden resultar atractivas como personajes de u n a película. Podem os ver
u n a película sobre un tem a que norm alm ente nos repele y encontrarla fasci
nante. U na de las razones de esta experiencia radica en la m anera sistemática
en que nos vemos implicados con la forma. En El mago de Oz, podríam os, por
ejemplo, encontrar la tierra de Oz m ucho más atractiva que Kansas. Pero pues
to que la form a de la película hace que simpaticemos con D orothy y con su de
seo de regresar a casa, sentimos u n a gran satisfacción cuando consigue volver a
Kansas.
Es, en prim er lugar, el aspecto dinám ico de la form a el que provoca nues
tros sentim ientos. La expectativa, por ejemplo, estimula la em oción. Formarse
u n a expectativa sobre «lo que sucederá a continuación» es otorgarle cierta em o
ción a la situación. La satisfacción retardada de u n a expectativa —el suspense—
puede crear ansiedad o simpatía. (¿Descubrirá el detective al criminal? ¿Conse
guirá el chico a la chica? ¿Se repetirá la melodía?) Las expectativas satisfechas
pu ed en crear u n sentim iento de satisfacción o alivio. (Se ha resuelto el misterio,
el chico h a conseguido a la chica y la m elodía reaparece una vez más.) Las ex
pectativas defraudadas y la curiosidad sobre acontecim ientos del pasado pue
den dar lugar a la perplejidad o un mayor interés. (Así, ¿no es detective? ¿No es
un a historia de amor? ¿Ha reem plazado u n a segunda m elodía a la primera?)
Nótese que se pueden dar todas estas posibilidades. No hay una receta gene
ral para po d er crear una novela o una película que provoque la respuesta em o
cional «correcta». Se trata de u n a cuestión de contexto, es decir, del sistema
concreto que es la form a global de cada obra artística. Todo lo que podem os de
cir sin tem or a equivocarnos es que la em oción que sienta el espectador surgirá
de la totalidad de las relaciones formales que perciba en la obra. Esta es una de
las razones por las que intentam os percibir tantas relaciones formales como sea
posible en una película; cuanto más rica sea nuestra percepción, más exacta y
com pleja podrá ser nuestra respuesta.
D entro de su contexto, las relaciones entre los sentim ientos que se repre
sentan en la película y los que siente el espectador pueden ser bastante com
plejas. Considerem os un ejemplo. M ucha gente piensa que no puede suceder
nada más triste que la m uerte de un niño. En la mayoría de las películas, este he
cho se representaría de form a que evocara la tristeza que sentiríam os en la vida
real. Pero el p o der de la fuerza artística puede alterar el curso em ocional inclu
so de este hecho. En Le crime de monsieur Lange (1935), de Jean Renoir, el cínico
editor Batala viola y abandona a Estelle, u n a joven lavandera. Después de que
Batala desaparezca, Estelle se halla integrada en la com unidad y vuelve con su
antiguo prom etido. Pero Estelle está em barazada de Batala y tiene un hijo. La
escena en que la patrona de Estelle, Valentine, anuncia que el niño ha nacido
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m uerto es u n a de las más complejas de la historia del cine desde el punto de vis
ta em ocional. Las prim eras em ociones que se representan son de solem nidad y
tristeza; los personajes transm iten dolor. De repente, el prim o de Batala co
m enta: «Qué pena. Era un pariente». En el contexto de la película esto se tom a
com o u n chiste y los otros personajes em piezan a sonreír y luego a reír abierta
m ente. El cambio en las em ociones representadas en la película nos coge des
prevenidos. Puesto que estos personajes no son inhum anos, debem os modificar
nuestra reacción ante la m uerte y responder como lo hacen ellos, con alivio.
Q ue Estelle haya sobrevivido es m ucho más im portante que la m uerte del hijo
de Batala. El desarrollo form al de la película ha ofrecido u n a reacción adecua
da que p odría ser perversa en la vida real. Es u n ejem plo osado y extrem o, pero
ilustra de form a espectacular cómo tanto las em ociones que se desarrollan en la
pantalla com o nuestras respuestas d ep en d en del contexto creado p o r la forma.
FORMA Y SIGNIFICADO
Esta exposición es muy concreta, casi u n resum en sucinto del argum ento.
En este caso, el significado d ep en d e de la capacidad del espectador para identi
ficar elem entos concretos: u n período de la historia de América denom inado
Depresión, u n lugar llamado Kansas, u n a característica del clima del mediooeste.
U n espectador que desconozca parte de esta inform ación, perderá algunos de
los significados que transm ite la película. Podem os denom inar a este significa
do, tan tangible, referencial, puesto que la película se refiere a cosas o lugares ya
dotados de significado.
El tem a de u n a película —en el El mago de Oz la vida en una granja del me
diooeste am ericano en los años treinta— se establece a m enudo m ediante el sig
nificado referencial. Y, en consecuencia, el significado referencial funciona
d entro de la form a global de la película, del mismo m odo en que, com o hemos
indicado, funciona el tem a de la g uerra civil d entro de El nacimiento de una na
ción. Supongam os que, en vez de hacer vivir a D orothy en la m onótona, austera
y rural Kansas, la película hiciera que la m uchacha viviera en Beverly Hills.
C uando llegara a Oz (transportada allí quizá p o r u n a inundación), el contraste
entre la abundante opulencia de Oz y su hogar no sería ni con m ucho tan acu
sado. En este caso, los significados referenciales de «Kansas» desem peñan un
papel definitivo en el contraste global en tre los escenarios que crea la form a de
la película.
2. Una muchacha sueña que abandona su casa para escapar de sus problemas. Sólo des
pués de haberse marchado se da cuenta de cuánto significa para ella su hogar.
Esta afirmación sigue siendo muy concreta en cuanto al significado que atri
buye a la película. Si alguien nos p reguntara cuál es el «mensaje» de la película
—lo que parece estar in tentando «comunicar»— podríam os responder algo
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com o lo que sigue. Quizá pronunciaríam os la frase final de Dorothy, «No hay
ningún sitio como el hogar», com o resum en de lo que ella aprende. Llam are
m os a esta clase de significado, abiertam ente expresado, significado explícito.
Al igual que los significados referenciales, los significados explícitos funcio
nan d entro de la form a global de la película. Se definen por el contexto. Por
ejemplo, tendem os a tom ar la frase «No hay ningún sitio com o el hogar» como
u n a declaración de principios del significado del filme entero. Pero, en prim er
lugar, ¿por qué la consideram os com o u n a frase fuertem ente significativa? En
u n a conversación ordinaria sería un cliché. En este contexto, sin em bargo, la
frase se dice en un prim er plano, al final de la película (un m om ento form al
m ente privilegiado), y rem ite a todos los deseos y experiencias de Dorothy, tra
yendo a la m em oria el desarrollo narrativo de la película hacia la consecución
de su meta. Es la forma de la película la que otorga a u n a expresión familiar una
im portancia nueva.
Este ejem plo sugiere que debem os exam inar la form a en que los significa
dos explícitos de u n a película interactúan con otros elem entos del sistema glo
bal. Si «No hay ningún sitio como el hogar» resum iera de form a adecuada y ex
haustiva el significado de El mago de Oz, nadie necesitaría ver la película; el
resum en sería suficiente. Pero, al igual que los sentim ientos, los significados son
entidades formales. D esem peñan un papel ju n to con otros elem entos para for
m ar el sistema total. N orm alm ente, no podem os aislar u n m om ento especial
m ente significativo y afirm ar que es el significado de toda la película. Incluso la
frase de D orothy «No hay ningún sitio com o el hogar», por muy convincente
que sea como resum en de un elem ento significativo de El mago de Oz, debe si
tuarse en el contexto de toda la seductora fantasía del Oz de la película. Si
«No hay ningún sitio como el hogar» es el mensaje global de la película, ¿por qué
hay tantas cosas agradables en Oz? Los significados explícitos de una película se
d esprenden de toda la película y m antienen entre sí una relación form al diná
mica.
Para in tentar ver los m om entos significativos de una película como partes
de un todo más amplio, es útil com parar m om entos individualm ente significa
tivos entre sí. Así, la frase final de D orothy se podría yuxtaponer a la escena en
que los personajes llegan a Em erald City. Podem os in tentar ver la película no
com o «sobre» una u otra, sino más bien sobre la relación entre ambas: el riesgo
y el placer de un m undo de fantasía frente al confort y la estabilidad del hogar.
De este m odo, el sistema global de la película será mayor que cualquier signifi
cado explícito que podam os encontrar en ella. En lugar de p reguntar cuál es el
significado de esta película, podem os preguntar: ¿cómo se interrelacionan todos
los significados de la película?
Esta afirm ación es m ucho más abstracta que las dos prim eras. P resupone
algo que va más allá de lo que se declara explícitam ente en la película: que El
mago de Oz trata, en cierto sentido, «sobre» la transición de la infancia a la
e d ad adulta. Según este criterio, el film e sugiere o implica que, en la ado
lescencia, la gente p u ed e desear regresar al m u n d o a p a ren te m en te poco
com plicado de la infancia. La frustración de D orothy ante su tía y su tío y
su deseo de h u ir a un lugar «sobre el arco iris» se convierten en ejem plos de
u n a concepción general de la adolescencia. Llam arem os a este significado
sugerido significado implícito. C uando los espectadores atribuyen significados
im plícitos a u n a o b ra artística, no rm alm en te se dice que la están interpre
tando.
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4. En una sociedad donde la valía humana se mide por el dinero, el hogar y la familia
parecen ser el último refugio para los valores humanos. Esta creencia es especialmen
te válida en tiempos de crisis económica, como la de los Estados Unidos en los años
treinta.
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VALORACIÓN
m ente para decirnos si m erece la p en a ver una película; nuestros amigos nos
anim an a m enudo a ir a ver su últim a película favorita. Sin em bargo, descubri
mos con bastante frecuencia que lo que otra persona apreciaba, a nosotros nos
parece com o m ucho m ediocre. En ese m om ento podem os lam entar el hecho
de que m ucha gente valore las películas sólo según sus propios y a m enudo idio
sincrásicos gustos.
¿Cómo, entonces, tenem os que valorar las películas con cierto grado de ob-
■
’etividad? Podem os em pezar por advertir que hay una diferencia entre gusto
personal y juicio valorativo. Decir «Me gusta esta película» o «La odio» no es lo
mismo que decir «Es una buen a película» o «Es horrible». Hay muy poca gente
en el m undo que disfrute únicam ente con las grandes obras. La mayoría de la
gente puede disfrutar con u n a película que sabe que no es especialm ente bue
na. Esto es perfectam ente razonable, a m enos que em piecen a in tentar conven
cer a los demás de que estas películas sim plem ente entretenidas en realidad se
hallan entre las obras maestras de la historia del cine. En este m om ento, los de
más probablem ente dejarán de escuchar sus juicios.
Por lo tanto, podem os desestim ar la preferencia personal como la única
base para juzgar la calidad de u n a película. En vez de ello, el crítico que desee
hacer u n a valoración relativam ente objetiva utilizará criterios específicos. Un cri
terio es u n barem o que se puede aplicar a la hora de juzgar m uchas obras. Al
utilizar u n criterio, el crítico obtiene u n a base para com parar filmes en cuanto
a su calidad relativa.
Existen m uchos criterios diferentes. Algunas personas valoran las películas
a partir de criterios «realistas», considerando que una película es buena si se
ajusta a su visión de la realidad. Los aficionados a la historia militar podrían juz
gar u n filme basándose en el hecho de que en las escenas de batallas se utilice o
no un arm am ento adecuado desde el pun to de vista histórico; la narración, el
m ontaje, la interpretación, el sonido y el estilo visual podrían tener poco interés
para ellos. O tras personas condenan u n a película porque no consideran que la
acción sea plausible; rechazarán u n a escena diciendo: «¿Quién se va a creer de
verdad que X se en cu en tra con Y en el m om ento oportuno?». (Ya hem os visto,
sin em bargo, que las obras de arte violan a m enudo las leyes de la realidad y ope
ran según sus propias convenciones y reglas internas.)
Los espectadores tam bién p u eden servirse de criterios morales para valorar
las películas. Más estrictam ente, se p u ed en juzgar aspectos de la película fuera
de su contexto en el sistema formal de la película. Algunos espectadores podrían
pensar que cualquier película con desnudos y tacos es mala, m ientras que otros
espectadores podrían en co n trar precisam ente esos aspectos dignos de elogio.
En un sentido más am plio, los espectadores y los críticos pueden utilizar crite
rios m orales p ara valorar la significación global de u n a película y, en este caso,
el sistema form al com pleto de la película se vuelve pertinente. Se puede consi
derar que u n a película es buen a p o r su visión general de la vida, su deseo de
m ostrar puntos de vista opuestos o su alcance emocional.
M ientras que los criterios «realistas» y m orales se adecúan muy bien a fines
concretos, este libro sugerirá criterios que valoran las películas como totalida
des artísticas. Estos criterios nos perm itirán tener lo más en cuenta posible la
form a de cada película. La coherencia es uno de estos criterios. T radicionalm en
te se h a sostenido que esta cualidad, a m enudo form ulada como unidad, es una
de las características positivas de las obras artísticas. Lo mismo ocurre con la in
tensidad de efecto. Si u n a obra de arte es vivida, sorprendente y em ocionalm ente
cautivadora, se pod rá considerar com o más valiosa.
O tro criterio es la complejidad. Podemos argum entar que, en igualdad de cir
cunstancias, las películas complejas son mejores. U na película compleja atrae
nuestra percepción en muchos niveles, crea una multiplicidad de relaciones entre
elementos formales muy diferentes y tiende a crear interesantes modelos formales.
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RESUMEN
Si hay un tem a que haya dom inado nuestro tratam iento de la form a estéti
ca, se puede decir que es la concreción. La form a es el sistema específico de rela
ciones ya establecidas que percibim os en una obra de arte. Este concepto nos
ayuda a com prender cómo elem entos de lo que norm alm ente se considera
«contenido» —tem a o ideas abstractas— desem peñan funciones concretas den
tro de toda obra.
N uestra experiencia de una obra de arte es tam bién concreta. Al elegir pis
tas en la obra, podem os form arnos expectativas específicas que se reconducen,
retrasan, defraudan, satisfacen o alteran. Experim entam os curiosidad, suspense
y sorpresa. Com param os aspectos concretos de la obra artística con convencio
nes generales que conocem os a partir de la vida real y el arte. El contexto con
creto de la obra de arte expresa y simula em ociones y nos perm ite establecer
m uchos tipos de significados. Incluso cuando aplicamos criterios generales para
valorar las obras de arte, tenem os que utilizar estos criterios para que nos ayu
den a hacer más distinciones, a p en etrar más profundam ente en los aspectos
concretos de la obra de arte. El resto de este libro está dedicado a estudiar estas
características de la form a estética del cine.
PRINCIPIOS DE LA F O R M A FÍLMICA 55
P r in c ip io s d e l a f o r m a f íl m ic a
FUNCIÓN
US SIMILITUD Y REPETICIÓN
En nuestro ejem plo del esquem a ABACA, hem os visto que somos capaces
de predecir los pasos siguientes de cualquier serie. U na de las razones de ello
era la regularidad del m odelo de elem entos repetidos. Al igual que los com pa
ses en la música y la m étrica en la poesía, la repetición de la A en nuestro es
quem a creaba y satisfacía expectativas formales. La similitud y la repetición, en
tonces, son im portantes principios de la form a fílmica.
La repetición es básica para nuestra com prensión de cualquier película.
Por ejemplo, tenem os que ser capaces de recordar e identificar a los personajes
vlos decorados cada vez que reaparecen. Más sutilm ente, a lo largo de cualquier
PRINCIPIOS DE LA F O R M A FÍLMICA 57
película podem os observar repeticiones de todos los elem entos, desde las frases
del diálogo y fragm entos musicales hasta las posiciones de la cámara, el com
portam iento de los personajes y la acción de la historia.
Es útil ten er un térm ino que ayude a describir las repeticiones formales, y el
más com ún es motivo. Llam aremos motivo a todo elemento importante que se repite en
una película. U n motivo puede ser u n objeto, un color, un lugar, una persona,
u n sonido o incluso un rasgo de carácter. Podem os llamar motivo a un m odelo
de ilum inación o a u n a posición de cám ara si se repite a lo largo de toda la pe
lícula. La form a de El mago de Oz utiliza todos estos tipos de motivos. Incluso en
una película tan relativam ente simple, podem os percibir la presencia generali
zada de las similitudes y las repeticiones com o principios formales.
La form a fílmica utiliza las similitudes generales y tam bién la duplicación
exacta. Para com prender El m.ago de Oz, tenem os que ver las similitudes entre los
tres labriegos de Kansas y los tres personajes que D orothy encuentra a lo largo
del Yellow Brick Road; debem os advertir que el adivinador del futuro de Kansas
guarda u n parecido so rprendente con el viejo charlatán que se hace pasar por
el Mago de Oz. La duplicación no es perfecta, pero la similitud es muy fuerte.
Se trata de u n ejem plo de paralelismo, el proceso m ediante el que una película
lleva al espectador a com parar dos o más elem entos diferentes al realzar alguna
similitud.
Los motivos p u ed en ayudar a crear paralelismos. El espectador advertirá, e
incluso llegará a esperar, que cada vez que D orothy conozca a algún personaje
en Oz, la escena finalice con la canción «We’re O ff to See the Wizard». El reco
nocim iento de los paralelismos nos proporciona una parte del placer de ver una
película, de form a muy similar a como la repetición de las rimas contribuye a la
fuerza de la poesía.
DIFERENCIA Y VARIACIÓN
DESARROLLO
UNIDAD/DESUNIDAD
Todas las relaciones en tre los elem entos de una película crean el sistema fil-
mico total. Incluso si u n elem ento parece com pletam ente fuera de lugar en re
lación con el resto de la película, n o podem os decir realm ente que «no es par
te de la película». A lo sumo, el elem ento no relacionado es enigm ático e
incoherente. Puede ser u n defecto en el sistema integrado de la película, pero
afecta a todo el filme.
C uando todas las relaciones que percibim os en u n a película son claras y es
tán entretejidas de form a equitativa, decimos que esa película posee unidad. De
nom inam os a una película unificada hom ogénea porque no parece haber om i
siones en las relaciones formales. Cada elem ento presente tiene un grupo
específico de funciones, se p u ed en determ in ar las similitudes y diferencias, la
form a se desarrolla de form a lógica y no hay elem entos superfluos.
La u n id ad es, sin em bargo, u n a cuestión de gradación. Casi n in g u n a pelí
cula es tan cerrad a com o p ara no dejar n in g ún final p en diente. P or ejem plo,
en u n m om ento en E l mago de Oz, la Bruja m enciona que h a atacado a Dorothy
y a sus amigos con abejas, p ero n u n ca lo hem os visto y la m ención resulta in
com prensible. De hecho, la secuencia del ataque de las abejas se rodó, pero
luego se suprim ió del m ontaje definitivo de la película. La frase de la Bruja
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R esum en
Muchas de las ideas de este capítulo están basadas en conceptos sobre la forma
que se encuentran en otras artes. Todas las obras siguientes constituyen una lectu
ra muy útil: Aesthetics (Nueva York, H arcourt Brace and World, 1958), de Monroe
Beardsley, especialmente los capítulos 4 y 5; Artand VisualPerception (Berkeley, Uni-
versity of California Press, 1974), de Rudolf Arnheim, especialmente los capítulos
2, 3 y 9 (trad. cast.: Arte y percepción visual, Madrid, Alianza, 1993, 12.“ ed.); Emotion
and Meaning in Music (Chicago, University of Chicago Press, 1956), de Leonard
Meyer; Fomi and Style in tlie Arts: An Introduction to Aesthetic Morphology (Cleveland,
Case Western Reserve University Press, 1970), de Thomas Munro; Theory of Litera-
ture (Nueva York, H arcourt Brace and World, 1956), de René Wellek y Austin Wa-
rren; Russian Formalista: History, Doctrine (La Haya, Mouton, 1965), de Victor Erlich;
y Art andIllusion (Princeton, Princeton University Press, 1961), de E. H. Gombrich.
Race: The Construction of «School Daze» (Nueva York, Simón and Schuster, 1988),
pág. 110].
FORMAS «AGRESIVAS»
SIMILITUD Y DIFERENCIA
Dividir un filme en secuencias para analizar su form a se denom ina norm al
m ente segmentación. G eneralm ente no es difícil hacerlo, aunque la mayoría de
las veces se hace de form a intuitiva. La reciente teoría cinem atográfica ha dedi
cado cierta consideración a los principios m ediante los que segmentamos una
película. Véase «To Analyze, to Segment», de Raymond Bellour, en Quarterly Re-
vieiv ofFilm Studies 1, 3 (agosto de 1976), págs. 311-354.
La explicación más influyente de cóm o segm entar una película narrativa se
incluye en la famosa «Gran sintagm ática de la Imagen», de Christian Metz. Metz
sugiere que hay ocho tipos básicos de secuencias (con algunas subdivisiones y
excepciones). Véase Film Language (Nueva York, Oxford University Press, 1974),
de Christian Metz, y «Film /C inetext/T ext», de Stephen H eath, en Screen 14, 1 /2
(prim avera/verano de 1973), págs. 102-127.
N orm alm ente, u n largom etraje no tiene más de cuarenta secuencias y no
m enos de cinco, p o r lo que si dividimos la película en pequeños fragm entos o
grandes bloques, puede que deseem os pasar a un nivel distinto de generalidad.
Desde luego, las secuencias y escenas tam bién se pueden dividir en subsegmen-
tos. Al segm entar cualquier película, u n esbozo o un diagram a nos pueden ayu
dar a visualizar las relaciones formales (comienzo y final, paralelismos, m odelo
de desarrollo, etc.) Em plearem os el esbozo al exam inar las películas no narra
tivas en el capítulo 4 (págs. 107, 115, 122, 131) y al exam inar Ciudadano Kane
(págs. 87-89).
LA NARRACION
COMO SISTEMA
FORMAL
P r in c ip io s d e c o n s t r u c c ió n n a r r a t iv a
ARGUMENTO E HISTORIA