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ACUERDOS DE PAREJA
TEMAS
«En este tema profundizaremos en cuáles son los niveles básicos de acuerdos
que necesitamos hacer en nuestras vidas, sobre todo los que tienen que ver con
relaciones de pareja y entre padres e hijos. Estas relaciones son las que más
necesitan de establecer acuerdos. Porque en otra clase de relaciones como las
laborales, de vecinos, de amigos, los acuerdos no necesitan ser tan profundos,
sino solamente los necesarios para desarrollar ese tipo de relación.

Cuando se trata de relaciones familiares se encuentra que hay un mínimo de


16 niveles de acuerdo, de los cuales -a veces- no manejamos ninguno.

Como las relaciones necesitan decisiones y acuerdos, si tú vas a hacer una


relación, necesitas acordar los siguientes temas:

1. Cuánto tiempo le vas a dedicar a la relación. Fíjense que de esto no se


habla usualmente. Lo más que se dice es un “Por favor no llegues después de
las 10 de la noche”, y no se cumple. Independientemente del tipo de relación,
si es relación requiere algún tiempo. Entonces definan cuánto tiempo. Como
amigos, pareja, padres, hermanos, pónganse de acuerdo en cuánto es ese
tiempo. De lo contrario una persona dirá: “Yo te estaba esperando a las 7” y
resulta que el otro no sabia… “Yo creí que podía llegar a las 11 sin ningún
problema”.

2. La alimentación. Observen en el nivel de integración de grupos, parejas,


familias, cuán importante es ponerse de acuerdo. No es cuestión de
imposiciones, es cuestión de ponerse de acuerdo. Si una persona es
vegetariana y la otra no, ahí hay un acuerdo que puede hacerse. El conflicto lo
crea que una le diga a la otra que no puede comer carne, o que tiene que
comer carne porque se va a desnutrir. Ahí no hay un acuerdo, sino una
imposición. Si están de acuerdo en que la alimentación sea la misma para los
que están integrados, la pareja o la familia, perfecto. Si no están de acuerdo
en eso, hacen otro acuerdo. Están de acuerdo en que cada quien puede
comer lo que mejor le siente, independientemente de los demás. Nada de que
“Aquí el que cocino soy yo y punto, y al que le gustó bien o puede irse a comer
afuera”. Eso genera una serie de inconvenientes de salud y relación. Se hacen
acuerdos para que todos estén cómodos y satisfechos al estar juntos. Dense
cuenta de que estas cosas casi nunca se habla, siendo importantísimas.

3. El trabajo, el tipo de trabajo, la intensidad del trabajo. Conocemos


personas que dicen:”Es que trabajas mucho”, o “muy poco”, o “no me gusta el
trabajo que haces” o cualquier otra cosa. Es importante que estemos de
acuerdo con las funciones que cada integrante va a realizar y dentro de qué
tiempo, espacio y condiciones lo va a hacer. Si no se habló, la otra persona
puede no darse cuenta. Hay personas que pueden ser adictos al trabajo, a las
que no se les ocurre que las relaciones necesitan un tiempo y un espacio.
Como no se habló, la persona supone que así está bien. Así esta bien para
una de las dos integrantes, pero no para la otra.
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4. El propósito de la vida. Aquí se producen situaciones muy simpáticas. Las


personas a veces se casan, se juntan, forman compañías y no han verificado
que tienen propósitos tan diferentes como que uno va para un lado y el otro va
para otro. Cuando ya han hecho todo un andamiaje y han generado una
cantidad de situaciones que a veces son difíciles de disolver, entonces alguno
dice de pronto: “¡Ah, no… es que yo no voy para allá sino para el otro lado. El
otro contestará: “¿Cómo? Pero si nunca me habías dicho eso. ¿De qué
hablas? Empieza el conflicto. Por eso es importante que se hable de si hay un
propósito complementario, o compatible. Porque si vamos a hacer una relación
por distintos caminos, no nos vamos a encontrar.

5. El asunto de la religión y la filosofía. Algunas personas pueden tener sus


creencias normales y necesarias, pero otras pueden tener ideas diferentes o
fanáticas, o extremistas o simplemente diferentes. Empieza el problema
cuando cada uno pretende convertir al otro, o darle prioridad a sus creencias
por encima de las del otro. Habrá incompatibilidad si no pueden hacer
acuerdos. Supongamos que una persona es musulmana y la otra cristiana, si
no son fanáticos ninguno de los dos, no habrá problema. Por la mañana el
musulmán se irá a su mezquita y el cristiano a su iglesia y en la tarde
compartirán. No habrá problema si están de acuerdo. Si no hay acuerdo
comenzará la imposición de creencias y habrá conflicto. Por lo general, esto
no funciona. Porque si dos personas fueran tan flexibles como para decirse
mutuamente: “Mira, la religión que tú tengas está bien para mi”, es esperable
que no tengan una religión definida, sino que dirán cosas como “Hay una
fuerza maravillosa en el Universo, y por mí, puedes llamarla como quieras”.

6. La parte de los hijos. En una pareja el primer acuerdo a este respecto será,
hijos o no hijos. Si el acuerdo es que si, entonces cuántos. Si no están de
acuerdo, este tema puede ser muy complicado. El aspecto de la educación
de los hijos también se puede complicar sin acuerdos. El uno quiere un tipo
de filosofía y la otro, otra. El uno quiere un tipo de colegio y el otro, otro. Si los
padres no se ponen de acuerdo, los perjudicados serán los hijos.

7. Las costumbres son cosas muy sencillas, pero supremamente delicadas. A


alguien le gusta dormir con la ventana abierta y al otro con la ventana cerrada.
Al uno le gusta tener la luz prendida y al otro apagada. A una persona le gusta
acostarse a las 12 de la noche y al otro a las 8. El uno se levanta a las 3 de la
mañana y el otro prefiere dormir hasta las 11. Si no hay acuerdos en eso, la
vida se vuelve un complique tremendo.

Por supuesto que la compatibilidad implica algo sencillo: siempre podemos


ponernos de acuerdo. No es problema que alguien diga, “A mi me gusta
acostarme las 11”, y el otro diga que a las 7. Es evidente que para dormir
tendrán que tener cuartos separados.

El uno dice “Yo quiero ver televisión hasta las 2 de la mañana” y el otro dice
que no le gusta la televisión. Observen que no es problema si hay flexibilidad,
porque podrían acordar tener un cuarto para la televisión y otro para la lectura.
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Si podemos ponernos de acuerdo no hay problema, pero muchas veces


comienzan las situaciones de intransigencia. “Ah, no… En otro cuarto no, pero
tampoco televisión por menos de las 12 de la noche. Ahí la cosa se complica.

Las costumbres es un tema bastante interesante, pues muchos de los


conflictos se crean en este punto que pareciera tan fácil. Si las costumbres son
relativamente compatibles, qué bueno. Pero si son muy opuestas, el conflicto
es permanente… Y el asunto es que nunca se nos ocurrió preguntar, cómo
eran las costumbres del otro.

En el caso de las parejas, la cosa es un poco lamentable porque


prácticamente no hay parejas, sino personas que se soportan. Eso en realidad
no es una pareja, porque pareja significa igualarse, emparejarse. Lo cual
implica ceder ojalá de ambos lados, o como mínimo de uno y aprender a hacer
acuerdos y estar más o menos nivelados. Cuando eso no se hace, ya no se
puede llamar pareja, sino una sociedad familiar o comercial, dentro de la cual
los socios se maltratan todos los días. Como un negocio. Más o menos es lo
mismo.

Desafortunadamente, la mayoría de las parejas se dividen entre las que


se aguantan las ganas de separarse y las que se separan porque no se
aguantan… Unas se soportan porque hay unos intereses comunes de tipo
económico o social, pero los dos grupos conforman el 95% de las relaciones
del planeta. Es decir que hay muy pocas relaciones de pareja que podamos
llamar satisfactorias. Seria rico que lográramos ser de esas pocas, pero eso
implica un trabajo.

8. Los pasatiempos. La forma de manejar los hobbies puede ser muy


importante. Les aseguro que en personas con flexibilidad mental, por
diferentes que sean, mientras no lo sean en lo de fondo, en lo sustancial,
reconocerán que lo importante seria lograr hacer acuerdos que equilibren los
gustos y preferencias. Así, cediendo un poco cada uno, se puede lograr la
convivencia. Si no es así, se dan casos como las conocidas viudas del golf,
etc.

9. Dinero. Otro de los temas complicados en relaciones de pareja y familia es el


asunto del dinero. Por lo general, las personas no lo hablan. No establecen
cómo va a ser la economía: compartida o común, separada o individual, etc. Si
no se define las personas entran a suponer una cantidad de cosas. Hay
diferentes tipos de acuerdo. Hay acuerdo de la economía común: no importa
cuanto gana cada uno, si es igual o diferente todo va para el fondo común de
la familia y todos se benefician del fondo. Eso solo funciona cuando toda la
familia tiene un criterio de manejo de la economía dentro de la Ley del
universo. Si no es así, lo mejor es una economía independiente. Cada uno
tiene su economía y para los gastos comunes acuerdan que cada uno pone
tanto. Si no se habla de eso, después vienen las desilusiones y
malentendidos.

10. Las respectivas familias también puede ser una situación complicada,
“¿Visitamos a tú familia o a la mía? ¿Qué hacemos con las madres, el día de
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la madre?” Empiezan los conflictos. Si esto previamente se habla y se acuerda


un compromiso, no habrá problema.

11. El confort. Algunas personas consideran necesario tener cierto nivel de


estatus o de elementos en su vivienda. Para otras personas estas cosas
pueden no ser importantes. Esto parece algo superfluo pero si no hay claridad,
uno de los dos se puede sentir mal con lo que el otro hace.

12. El afecto y la ternura, es otro aspecto importantísimo. Resulta que por lo


general al varón, por procesos culturales y educativos, se le ha castrado la
posibilidad de expresar ternura, amor, afecto… Porque se supone que el
hombre tiene que ser macho. No llora, no siente dolor, el que siente mucho
debe ser gay. Con estas ideas al hombre se le fue quitando la posibilidad
natural. A la mujer no, porque culturalmente es bien visto que exprese su
afecto, porque al ser femenina esto no se ve mal socialmente. Ninguna de las
dos situaciones es cierta. Tanto el hombre como la mujer están igualmente
dotados para dar y recibir afecto y ternura. ¿Qué pasa al no haber
acuerdo? El hombre está acostumbrado a esta situación y le parece normal
ser seco. Le parece normal ser poco cariñoso. Pero para la mujer no. La mujer
reclama ternura y el hombre le contesta que deje esas boberías.

Esta es una queja clásica de las mujeres y el acuerdo debería darse desde el
principio. “Mira, para mi es importantísima la ternura y quiero saber si la puedo
recibir o no, si no buscaré otra persona”. El otro determinará si se compromete
a eso o no. O le podría pasar lo del cuento de la pareja de recién casados,
cuando ella le dice a él: “Quiero decirte que en esta casa todos los viernes se
hace el amor a las 8 de la noche, esté quien esté. Tú verás si estás o no”.

13. El asunto de la sexualidad también es bien delicado. Primero porque nuestra


mente está llena de complejos, tabúes, limitaciones, ideas equivocadas acerca
de lo que es sexualidad. Todo lo que la cultura nos ha vendido.
Infortunadamente venimos de una cultura donde la sexualidad fue tratada
como tabú, como pecado, como algo malo para el ser humano, algo que era
básicamente una necesidad del pecado y de la carne, pero no del espíritu. Así
fue como nos lo enseñaron y, por supuesto, desde ese tipo de conceptos los
bloqueos internos que podemos tener todos son muy grandes. Ahora viene el
trabajo de desbloquear la mente: primero hablar del tema, como de cualquier
otro tema. Como hablar de gastronomía que es lo mismo. Finalmente es un
alimento y luego es necesario ponerse de acuerdo en cuanto a los gustos
particulares, la forma de hacerlo, la intensidad de hacerlo, la manera, etc.
Todo esto habría que acordarlo. Les aseguro que es más fácil para la mujer
hacer estos acuerdos que para el hombre, porque la mujer tiene una
característica que el hombre no tiene por naturaleza. La mujer, por decirlo de
alguna forma, es de corriente continua, ella puede tener sexualidad
permanentemente, aun cuando a veces no tenga deseo. Fisiológicamente
puede hacerlo, mientras que el hombre no.

El hombre aunque quisiera tener sexo continuamente, no puede hacerlo por su


fisiología. Ahí es donde viene la necesidad de ponerse de acuerdo. Si hay
alguna situación disfuncional, se le busca una solución técnica o, simplemente,
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se complementa con otros aspectos, como más caricias, más ternura, etc.
Pero si no hay acuerdos, entonces se vuelve muy complicado el manejo. Esto
debe hablarse. La dificultad de hablarlo esta en nuestra mente. Hay que
romperla.

14. La parte cultura e intelectual. A algunas personas les interesa ilustrarse


mucho y a otras no, o a unas les interesan ciertos temas y a otras no. A unos
les interesa lo espiritual y a otros sólo lo técnico. Pueden venir los conflictos,
cuando alguien reclama por qué el otro pasa tanto tiempo en la biblioteca. Sin
acuerdos pasará eso.

15. Finalmente, los acuerdos que tienen que ver con tener espacios libres. A
veces las personas se pueden sentir asfixiadas y necesiten un espacio
totalmente libre, donde puedan hacer lo que les de la gana. Pero esos
espacios necesitan estar acordados, porque si no se vuelven un conflicto.
Cada persona tiene necesidades diferentes, algunos necesitan un espacio
libre, otros no. Eso hay que acordarlo.

¿Se dan cuenta que el asunto de las relaciones tiene un nivel de complejidad?
Sin embargo, el que tenga un nivel de complejidad no significa que no pueda
hacerse y que no sea sencillo. Básicamente el asunto consiste en que
rompamos los límites mentales, las dificultades conceptuales, culturales,
traumáticas.

Para el manejo de los acuerdos vamos a tener en cuenta una Ley del
Universo, la Ley de los espacios vacíos. ¿Se han dado cuenta que en realidad
es casi imposible que exista un espacio vacío? En muy poco tiempo se llena
de algo. Tú tienes tu closet, al cual no le cabe una pieza más de ropa. Un día
decides botar todo el ropero y queda desocupado el closet, pero en poco
tiempo vuelve a estar lleno. Así pasa en cualquier lugar. Así mismo pasa en
las relaciones. Siempre estamos llenando nuestros espacios con algún tipo de
relación, con algún tipo de actividad, con algo los llenamos. Cuando se
generan espacios vacíos, inmediatamente surge la necesidad de llenarlos y si
no sabemos llenarlos, quizás lo llenemos de manera inadecuada. Esto sucede
en las relaciones. Si dentro de las mismas relaciones no se pueden
complementar los aspectos necesarios, esos espacios vacíos tienden a
llenarse por fuera de las relaciones y ahí empiezan los conflictos. Además
eso ni siquiera es un acuerdo, sino simplemente algo que sucede.

Para que eso no suceda, es indispensable ponerse de acuerdo. Que no haya


espacios vacíos y de haberlos, hay que ponerse de acuerdo en cómo se
llenan.

Por ejemplo, hay una relación donde los propósitos son iguales. Pero en ella la
sexualidad tiene mucho espacio vacío, y la filosofía está a medio llenar. En la
educación de los hijos hay muchos desacuerdos, el trabajo deja muchos
espacios, y los tiempos libres están totalmente vacíos. No están acordados y
entonces nadie sabe que hacer con su tiempo libre o lo hace a escondidas…
Las costumbres no están del todo acordadas, no se sabe muy bien cuántos
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hijos ni el rumbo de la familia, frente a las familias políticas no se ha hecho


ningún acuerdo. Entonces cada uno tira para su lado. En afecto y la ternura
están como parcializados, en la cultura piensan cosas bien diferentes, en los
pasatiempos de vez en cuando coinciden, el tiempo compartido es regular, el
dinero puede estar por mitad, la alimentación hay unos medio acuerdos y en el
confort también hay espacios vacíos.

Los espacios vacíos pueden manejarse de dos maneras, o con calidad,


cuando el acuerdo no permite que se llene totalmente, por ejemplo el tiempo.
Supongamos que una persona tiene como trabajo ser vendedor viajero, va a
tener que estar mucho tiempo por fuera del hogar, pues ese es su trabajo, los
tiempos que va a estar en familia con su pareja y sus hijos pueden ser
pequeños. Ese no es un obstáculo si se le da excelente calidad a los espacios
en que se comparte. Pero si la calidad es mala y el tiempo poco, el espacio
vacío tiende a llenarse con otras personas porque no hay otra opción. En
general podemos decir que los espacios se llenan con acuerdos y con calidad,
en cambio lo que no se ha acordado tiende a llenarse con desacuerdos.
Precisamente por no estar acordado es que tiende a llenarse con
desacuerdos, esa es la ley de los espacios vacíos. Si esta acordado, entonces
no podrá llenarse de desacuerdos, porque ya está acordado.

Para poder hacer acuerdos, es importante aprender a ceder. Las personas psico-
rígidas, inflexibles o fanáticas, muy difícilmente pueden hacer acuerdos. Estas
personas solo tienen dos opciones: encontrarse con un superflexible, capaz de
adaptarse casi al 100% ó pelear toda su vida, porque difícilmente ceden.

Esa no es una vida satisfactoria y rara vez el destino les proporciona a estas
personas al superflexible, porque lo que necesitan aprender es a flexibilizarse
ellos mismos. Para flexibilizarme, necesito a uno que sea más rígido que yo. Así
yo aprendo a ceder. Definitivamente, para el ejercicio de los acuerdos las
personas involucradas necesitan algún nivel de flexibilidad mental, para poder
ceder. Quien no puede ceder, si ha hecho un acuerdo lo romperá.

Así que para que las relaciones no se rompan -y simultáneamente encontremos


felicidad y satisfacción-, necesitamos recurrir a la herramienta de la flexibilidad
mental, de lo contrario no puede hacerse.

16. Eso requiere el primer acuerdo de todos, que es la comunicación. Yo no


puedo saber cuales son los espacios vacíos de otra persona, porque no soy
adivino. Las otras personas tampoco pueden saber cuáles son mis espacios
vacíos. Para que puedan saber esto necesitamos aprender a comunicarnos.
“A mí me está faltando esto, yo esperaría esto, a mi me gustaría esto”. Quiero
saber si lo puedo encontrar contigo. Lo más probable es que la respuesta sea
sí, si yo lo planteo y la otra persona hace lo mismo. Si las dos respuestas son
sí, ya tenemos flexibilidad mental. El resto será darle forma al acuerdo en sus
aspectos.
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Usen una comunicación que facilite el dialogo y no que lo entorpezca. A las


siguientes, las llamamos herramientas de la felicidad en las relaciones y son,
básicamente, herramientas de comunicación:

• Valorar las relaciones por encima de los gustos personales. Si yo llego


a valorar mis gustos personales por encima de las relaciones, no haré
relaciones.

• Estar siempre dispuesto a brindar apoyo. Apoyo significa que cuando


hay situaciones difíciles se está dispuesto a comprender al otro y
acompañarlo.

• Utilizar siempre una comunicación amorosa.

• Despersonalizar las situaciones. Las situaciones se deben aislar de las


personas. Es necesario buscar soluciones y no al culpable.

• Hablar sólo de lo positivo. El propósito de un acuerdo es mejorar la


relación, por lo tanto hablar de lo negativo no ayuda a realizar acuerdos.

• Situarse en el presente. Hablar de conflictos pasados, solo renueva


heridas y resentimientos. El pasado no se puede cambiar.

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