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” AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCION E IMPUNIDAD”

UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA CIMA

FACULTAD DE CONTABILIDAD Y FINANZAS

“LA CONTABILIDAD Y SU RESPONSABILIDAD HACIA EL CONTRIBUYENTE”

PRESENTADO POR:
LOURDES IRENE COAQUIRA LAURA

CICLO:
II “B"

CURSO:
ACTIVIDAD II (ORATORIA)

TACNA-PERÚ
2019
La oferta y la demanda
Las dos caras de cada transacción que se realiza en el mercado se denominan oferta y
demanda. Como hemos señalado antes, ofrecemos recursos en el mercado cuando
buscamos trabajo, es decir, cuando ofrecemos nuestro trabajo a cambio de renta. Pero
demandamos bienes cuando compramos en un supermercado, es decir, cuando estamos
dispuestos a ofrecer euros a cambio de algo para comer. Las empresas ofrecen bienes
y servicios en los mercados de productos al tiempo que demandan factores de
producción en los mercados de factores.
El hecho de que un agente se encuentre en el lado de la oferta o en el de la
demanda de una transacción de mercado depende de la naturaleza del intercam- bio, no
de las personas o instituciones que participen en él.

La demanda
Aunque los conceptos de oferta y demanda son útiles para explicar lo que ocurre en el
mercado, aún no estamos preparados para resumir las innumerables transac- ciones que
se realizan diariamente tanto en el mercado de factores como en el de productos.
Recuérdese que toda transacción que se realiza en el mercado implica un
intercambio y, por lo tanto, algún elemento tanto de la oferta como de la demanda.
Pensemos, pues, simplemente en la cantidad de intercambios que reali- zamos cada uno
de nosotros en una sola semana, por no hablar de las transacciones que realizan los
millones de consumidores que nos rodean. Para seguir la pista a tantas actividades,
necesitamos resumir las actividades de muchas personas.

La demanda individual
Podemos comenzar a comprender cómo funcionan las fuerzas del mercado exa- minando
más detenidamente la conducta de uno de los agentes que participan en él.
Comencemos con Tomás, estudiante de cuarto año en la Universidad de Bellavista.
Tomás se ha matriculado en todo, desde historia del arte hasta admi- nistraciones
públicas, en sus tres años de universidad. No conectó con ninguno de estos campos y
está a punto de que lo echen de la universidad. Para empeorar las cosas, sus padres lo
han amenazado con no darle más dinero si no se pone a estudiar en serio, es decir,
si no se matricula en los cursos que le permitan encontrar trabajo cuando termine los
estudios. Tomás piensa que ha encontrado la solución perfecta: diseño de páginas web.
Se gana mucho dinero en todo lo relacionado con Internet. Además, parece que las
chicas piensan que los diseña- dores de páginas web son «guay», o al menos eso cree
Tomás. Y sus padres lo aprobarían seguramente. Por lo tanto, Tomás se ha matriculado
en los cursos de diseño de páginas web.
Desgraciadamente para él, nunca ha aprendido informática. Hasta que llegó a la
universidad pensaba que saber jugar al último juego de marcianos de Sony era la cima
de la destreza electrónica. Sus padres le regalaron un iMac inalám- brico, pero sólo lo
utilizaba para navegar por las páginas de videoclips. La idea de utilizar su ordenador
para hacer los trabajos de curso, y no digamos para diseñar una página web, era algo
absolutamente extraño para él. Para agravar los problemas, Tomás no tenía ni la más
mínima idea de lo que significaba streaming, realización de interfaces, animación y
demás conceptos que esbozó el profesor de diseño de páginas web en la primera
clase.
En estas circunstancias, Tomás estaba desesperado por encontrar una persona que le
diera clases particulares de diseño de páginas web. Pero la desesperación no es
suficiente para conseguir los servicios de un diseñador de páginas web. En una
economía de mercado, también debemos estar dispuestos a pagar las cosas que
compramos. Concretamente, sólo existe una demanda si una persona está
dispuesta a pagar el bien y puede pagarlo, es decir, intercambiar euros por un
bien o servicio en el mercado. ¿Está dispuesto Tomás a pagar las clases particulares de
diseño de páginas web que tanto necesita y que puede pagar?

Supongamos que tiene alguna renta y que está dispuesto a gastar una parte en
conseguir un profesor particular. Partiendo de estos supuestos, podemos afirmar que
Tomás participa en el mercado de clases particulares de diseño de páginas web.
Pero, ¿cuánto está dispuesto a pagar? Seguramente, no está dispuesto a inter- cambiar
toda su renta por la ayuda necesaria para aprender a diseñar páginas web. Al fin y al
cabo, podría utilizarla toda para comprar bienes y servicios más deseables. Si la gastara
toda en un profesor particular de diseño de páginas web, esa ayuda tendría un coste de
oportunidad extraordinariamente alto. Renun- ciaría a la oportunidad de gastar esa renta
en otros bienes y servicios. Podría aprobar su curso de diseño, pero tendría poco más.
No le parece una buena idea. Aunque diga que estaría dispuesto a pagar cualquier cosa
por aprobar el curso, probablemente piensa en unos precios más bajos. De hecho, la
cantidad que To- más está dispuesto a pagar por una determinada cantidad de clases
particulares de diseño es limitada. Los límites dependen de la cantidad de renta que tiene
Tomás para gastar y de la cantidad de bienes y servicios a los que debe renunciar para
pagar el profesor particular.
Tomás también sabe que su calificación en diseño de páginas web depende en parte de
cuántas clases particulares compre. Puede aprobar el curso con sólo unas horas de
ayuda. Sin embargo, si quiere obtener una calificación más alta, el coste va a subir
rápidamente.
Suponemos, pues, que cuando Tomás comienza a buscar un profesor, tiene en mente
algún tipo de tabla de demanda como la que muestra la Figura 3.2. Según la fila A de
esta tabla, Tomás sólo quiere y puede comprar una hora de clases particulares al
semestre si debe pagar 50 euros por hora. A un precio tan excesivo, aprenderá lo mínimo
y aprobará el curso. Lo mínimo es lo único que Tomás está dispuesto a comprar a ese
precio.
Si el precio fuera más bajo, Tomás se comportaría de otra forma. Según la Figura 3.2,
compraría más horas de clase si el precio por hora fuera más bajo. Si fuera más bajo,
no tendría que renunciar a tantos bienes y servicios por cada hora de ayuda técnica. Al
ser menores los costes de oportunidad cuando los precios son más bajos, es mayor el
atractivo de la ayuda profesional. De hecho, en la fila I de la tabla de demanda vemos
que Tomás está dispuesto a comprar 20 horas al semestre —todos los trucos para
diseñar páginas web— si el precio de las clases particulares es de sólo 10 euros.
Obsérvese que la tabla de demanda no nos explica por qué este consumidor está
dispuesto a pagar unos determinados precios por distintas cantidades de clases
particulares. Su deseo expreso de pagar las clases de diseño puede deberse a que
necesita desesperadamente acabar un curso de diseño de páginas web, a que posee
mucha renta para gastar o a que desea relativamente poco otros bienes y servicios. Lo
único que nos dice la tabla de demanda es qué quiere y puede comprar el consumidor,
cualesquiera que sean las razones.
Obsérvese también que la tabla de demanda no nos dice cuántas horas de clase
comprará realmente. La Figura 3.2 indica simplemente que Tomás quiere y puede pagar
por una hora de clase al semestre 50 euros, 45 euros por dos, etc. La cantidad que
compre dependerá del precio que tengan las clases particulares de diseño de páginas
web en el mercado. Hasta que no sepamos cuál es ese precio, no podemos saber
cuántos comprará. Por lo tanto, la demanda es una expresión de las intenciones
de compra del consumidor, de su disposición a comprar, no una indicación
de las compras reales.

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