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(Goñi, Fr.

Pablo Goñi
1961)Autor
Titulo La resurrección de la carne según San Agustín
Tipo de texto Patrístico
Tipo de
publicación
ISS/ISBN
Fuente de
donde se toma
(DOI o URL)
Ciudad The Catholic University of America Washington, D. C.
editorial, año
Resumen El objeto que se intenta en esta disertación es recopilar, ordenar y comentar la doctrina básica que el Obispo Hiponense nos dejó
sobre la resurrección de la carne en sus múltiples obras, especialmente en la Ciudad de Dios, en quiridion, Sermones y Cartas. En
el primer capítulo se exponen las ideas que el mundo pre-cristiano tuvo sobre el destino del cuerpo humano, al mismo tiempo que
se habla en él de la influencia de la filosofía pagana en la mente cristiana. Hecho este estudio, en el segundo capítulo se observa
como Agustín defiende la resurrección de la carne, basado en primer lugar, en las sagradas Escrituras, tanto en Nuevo como en el
Antiguo Testamento, sin omitir los diversos argumentos que el Santo trae en favor de dicha verdad, fundados en la experiencia y en
la razón. Naturalmente, en él se trata también de la resurrección universal, sin dejar pasar por alto puntos interesantes que están
íntimamente conectados con la verdad de la universalidad de la resurrección de la carne.
Por último, ya no se desarrolla el hecho de la resurrección, sino el modo como Agustín concibió el cuerpo del resucitado: la
identidad, tanto específica como numérica; sus propiedades, cualidades y otros puntos curiosos sobre la edad, estatura y sexo del
cuerpo glorioso.

Ideas Capítulo 1 (Aspectos de la doctrina de la resurrección de la carne antes de San Agustín)


principales
1. San Agustín, escribiendo en su Enarración de los salmos, nos dice: “No solamente el pagano o el judío o el hereje, sino algunas
veces hasta nuestro mismo hermano católico hace muecas, cuando se predican las cosas prometidas por Dios, cuando se
anuncia la resurrección futra” (Enar. In Ps. 88, 2, 5; PL 37, 944)
2. También se puede citar aquí aquella sentencia agustiniana que con frecuencia se halla escrita en tantos tratados De Novissimis
y que demuestra, una vez más, cuan imposible era, especialmente para el pueblo pagano, concebir que nuestra carne pudiera
llegar un día a ser restaurada a su estado primitivo: “En nada –dice el Santo- se contradice tanto a la fe cristiana como en la
resurrección de la carne” (Enar. In Ps. 88, 2, 5; PL 37, 944).

- La filosofía pagana con relación a la resurrección de la carne: (platón, Aristóteles, plotino)


- La resurrección de la carne en los Padres de la Iglesia: Siglos I-IV
1. Comenzando desde los más remotos tiempos, y basados en los primeros escritos de los Padres Apostólicos, se encuentra ya
en ellos la creencia en la resurrección y sus deseos de querer explicar el dogma. El autor desconocido de la Didaché (años
90-100) habla ya de los signos que han de preceder a la resurrección de los muertos.
2. Para san Ireneo (ca. 140 – 202) la resurrección es una obra atribuida a la omnipotencia divina, ya que el cuerpo resucitara “no
por razón de su propia distancia, sino por razón del poder de Dios” (Contra Hereses, 5, 6, 2; PG 7, 1139.
3. ¿Cómo puede ser que aquel naufrago que ha sido comido por tantos animales venga a volver a su estado primitivo? (…) Como
se puede ver los paganos, en sus objeciones se deja ver claramente el modo de concebir la composición del hombre, aplicando
sus principios filosóficos al dogma defendido por los cristianos. Y sin duda que este modo de pensar, expresado por Celso y
Porfirio, no es sino un reflejo de la mente general que existe en todo el mundo pagano durante los primeros siglos de la Iglesia
(Goñi, 1961, pág. 18)
4. Los padres son unánimes en afirmar ese hecho desde los primeros años de la Iglesia naciente, dándonos gran conocimiento
de las diversas peculiaridades que lleva consigo la resurrección de la carne, tal cual es la identidad del cuero, y las cualidades
de que estará dotado el cuerpo que tuviere la dicha de ir a unirse aquella alma, destinada por Dios a la gloria. (Goñi, 1961,
pág. 26)
- Herejías acerca del dogma de la resurrección de la carne en los primeros siglos de la Iglesia: gnosticismo y maniqueísmo.

1. La oposición a la resurrección de la carne viene no sólo de fuera, del paganismo, sino aun de dentro, de parte de aquellos que,
llamados, sino aun de dentro, de parte de aquellos que, llamados cristianos e infiltrados con las ideas de la filosofía pagana,
intentan corromper la misma religión cristiana. (Goñi, 1961, pág. 27)

CAPITULO II
La doctrina de san Agustín acerca del hecho de la resurrección de la carne
- La base principal que da Agustín para nuestra creencia en la resurrección es la Sagrada Escritura, cuyas enseñanzas han sido
creídas desde el principio. (Goñi, 1961, pág. 44)

San Agustín deduce la resurrección de la carne de las sagradas escrituras.

- Una doble resurrección, en San Juan y San Pablo.


- El evangelista S. Juan nos dice: El que escucha mi palabra, tiene la vida eterna y no es juzgado, porque pasó de la muerte a la
vida (J 5, 24). Agustín, al leer estas palabras, ve como Cristo empieza ya a manifestar que es lo que intenta decirnos. Comienza
a hablar de una resurrección de los muertos. Pues si es cerito que el que oye la palabra divina, pasa de la muerte a la vida, es
porque el oyente, antes de que posea esa ida, estaba sujeto a una clase de muerte (Goñi, 1961, pág. 49).
- Agustín toma como argumento, en defensa de la verdad de la resurrección, los textos paulinos que dicen: pues si no hay
resurrección de muertos, tampoco resucitó Cristo. Mas si Cristo no resucitó, luego cana es nuestra predicación y vana es
también vuestra fe (Serm 361) 1 cor. 15, 13-14.
- Por la fe, se cree que Cristo resucitó; pero antes que Cristo resucitara hubo muchos acontecimientos que prepararon a Jesús
para ese gran prodigio. Cristo nació, y subió a los cielos. Todos esos acontecimientos, en los que creemos nosotros, fueron
anteriores a la resurrección y ya pasaron, pero el efecto, que fue la misma resurrección, todavía permanece. Este hecho en
Cristo se puede explicar con una semejanza tomada de lo que sucede con frecuencia. El arquitecto, cuando edifica, usa
máquinas para llevar a cabo la construcción del edificio: mas, una vez completado este, las máquinas y materiales que
ayudaron a la construcción desaparecen de la vista y todo lo que vemos es el edificio. Eso es lo que sucedió con la resurrección
de Cristo. Su nacimiento, su crecimiento y su muerte, que le prepararon para la resurrección, ya pasaron; mas Cristo resucitado
todavía permanece en el cielo. (Serm, 362) (Goñi, 1961, pág. 56)

El Antiguo Testamento proclama la resurrección

- En cuanto al Antiguo Testamento, considerado por Agustín como pregonero de la Nueva ley, se ha de decir que Dios también
reveló poco a poco la resurrección de la carne, aunque no con las particularidades que encontramos en el Nuevo Testamento.
- En las palabras y en mi carne veré a Dios, Job está profetizando la resurrección de la carne (De Civ. Dei 22, 29), en el sentido
de que allá en el cielo estará Job revestido de su propia carne cuando viere a Dios cara a cara (Goñi, 1961, pág. 61).
- Lo mimo que Job, Agustín ve profetizada la resurrección de nuestro cuerpo en aquellas palabras de Isaías: Resucitarán los
muertos, y resucitarán los que estaban en los sepulturas, y se alegrarán todos los que están en la tierra; porque el roció que
proceda de ti les dará la salud, pero la tierra de los impíos caerá. (Is, 26,19).
- Ahí se ve manifestada la resurrección de todos, justos y pecadores, refiriéndose en las primeras palabras, ala de los justos, y
en las ultimas, a la de los impíos (De Civ. Dei 20,21).
Argumentos de razón aducidos por Agustín en favor de la posibilidad de la resurrección de la carne
- A. El cuerpo resucitado puede vivir en el infierno
- Según los enemigos de la resurrección, aparentemente es imposible que los cuerpos humanos no se destruyan y sigan adelante
por toda la eternidad. Agustín les dice: “Maravilla es sentir dolor en el fuego, y no sentir dolor. ¿Y si esto se cree, porque no
lo otro? (Goñi, 1961, pág. 75)
- No importan las dificultades, las montañas que el mundo pagano pueda poner a la verdad de la resurrección. Basados en la
razón, no se puede rechazar la resurrección del cuerpo por las dificultades que después puedan venir para la vida de la carne
animada de nuevo. No hay contradicción para que el cuerpo sufra y no muera. Y si, según el conocimiento humano, debiera
morir, Dios bien puede hacer que la carne, a pesar de los sufrimientos causados por el fuego, siga su curso adelante y persevere
en esa vida, que no es vida, sino muerte perpetua.
- B. Después de la resurrección, el cuerpo puede habitar en el cielo
- Si, por dolorosa y cruel que parezca al sentido humano, aun hablando humanamente, hay que admitir la posibilidad de la
existencia del infierno, ¡Cuánto más razonable y de cuánto más agrado será habitar en el cielo y gozar allá eternamente!
- Agustín a la contradicción de la filosofía pagana, contesta: “Resucitará la carne incorruptible, inmortal y espiritual, el que,
según Platón, prometió que haría lo que era imposible...; así, para que las almas sean bienaventuradas, no es necesario huir de
todo lo que es cuerpo, sino recibir y tomar aquel cuerpo incorruptible” (Ser 242).

Observaciones

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