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Facultad de Derecho - UNCuyo - Ingreso 2008 “La Construcción de la Democracia Argentina


en el Contexto Mundial y Latinoamericano”

La Revolución Industrial y el advenimiento de las sociedades industriales


Se denomina Revolución Industrial1 al inmenso proceso de cambio en las estructuras económicas
y sociales que en menos de doscientos años llevó por el camino del industrialismo a la humanidad a
modificar de un modo extraordinario sus condiciones de vida, de modo sólo comparable al adelanto
producido por la difusión de cultura neolítica, y que dio nacimiento a las sociedades industriales
(Aróstegui, en Aróstegui y otros, 2001). Este proceso, tuvo su epicentro en Gran Bretaña 2 del siglo XVIII
y desde allí se difundió a la Europa continental y a los Estados Unidos; tiempo después a otros países y
regiones.
Sostiene Inés Barbero, que no existe una única definición de la revolución industrial, y se ha
llegado a discutir la pertinencia del uso del término; cada definición indica los diferentes significados que
el fenómeno adopta, y dependerá de las variables que se analicen, y del espacio temporal que se le
asigne (Barbero, M. I., en Aróstegui y otros, 2001). En la actualidad, hay quienes presentan al
industrialismo como un aspecto– aunque de extraordinaria importancia- de un proceso de cambio
universal del llamado "sistema mundial" o "sistema de economía mundo" 3 (Wallerstein, citado por
Aróstegui y otros, 2001).
La Revolución Industrial, más allá de las discusiones historiográficas, es con todo una revolución,
en el sentido de los cambios profundos que introdujo tanto en la tecnología y en los modos de
producción, como en las sociedades, es decir, no en cuanto a su implantación, sino por sus
consecuencias. Pero se debe tener en cuenta que los ritmos y las características de estos cambios no
fueron idénticos en todas partes, sino que presentaron diferencias y asumieron una gradualidad, que a
veces contradice el significado de revolución.
Si se combinan las definiciones más sobresalientes, diremos que la revolución industrial consiste
en un proceso de cambio estructural en el que se relacionan: el crecimiento económico; la innovación
tecnológica y organizativa; y, profundas transformaciones en la economía y en la sociedad. Desde el
punto de vista de la innovación tecnológica, se considera a la revolución industrial como revolución
tecnológica, y en este sentido se habla de tres revoluciones industriales4: la primera Revolución
Industrial, acontecida en el periodo que nos ocupa, en este sentido, presenta rasgos particulares, pues
fue el proceso a través del cual se dio el paso de las sociedades agrícolas a las industriales y en el que
por primera vez se difundió el uso de la energía inanimada -en reemplazo de la humana y la animal- y la
mecanización del trabajo; la segunda y la tercera, en cambio fueron momentos de aceleración de las
innovaciones dentro de la economía industrial.
Aunque el núcleo de la Revolución Industrial -se utiliza el término con mayúsculas para referirnos
al proceso histórico desarrollado en el siglo XVIII- fue de índole económica, comprendió además
aspectos ideológicos, culturales y políticos. Fue una transformación estructural de la sociedad alrededor
del fenómeno de la industrialización, que llevó a la consolidación de la burguesía como clase dominantes
y llevó a la consolidación del sistema capitalista; se relaciona con la aparición de las doctrinas liberales,
con la difusión de las instituciones republicanas o parlamentarias, y por otro lado señala el origen del
movimiento obrero. Finalmente, fue un proceso que marcó la diferenciación, que se acentuó
progresivamente- entre los países desarrollados del centro y los países dependientes de la periferia (Di
Tella y otros 2004).

1
Los contemporáneos de la Revolución no fueron conscientes de los cambios que estaban viviendo. El término
Revolución Industrial fue introducido más tarde; apareció por primera vez en las obras de Marx Engels,
fundamentalmente en el "Manifiesto comunista de 1848.
2
En 1707, la monarquía inglesa se unió con Escocia, constituyendo el Reino Unido de Gran Bretaña.
3
Según Wallerstein, el moderno sistema mundial se confunde con el sistema capitalista, y su implantación ha
atravesado cuatro épocas fundamentales: la primera es la de su aparición en el siglo XV, antes de esta época el
sistema económico se asociaba a un escenario exclusivamente europeo; la segunda es la de la consolidación del
sistema economía- mundo, propia del siglo XVII y primera mitad del XVIII; la tercera corresponde a la aparición
de elementos nuevos en el sistema -justamente el que industrialismo, cuya fase de expansión llegaría hasta la Gran
Guerra de 1914; y la última, sería la etapa que va desde 1917 a la globalización -nueva fase para el sistema
mundial-. En esa cuarta etapa el sistema no hizo más que consolidarse y presenciar el surgimiento de "tensiones
"revolucionarias particulares" ( Aróstegui y otros, 2001).
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La Segunda Revolución Industrial, tuvo lugar entre las últimas décadas del siglo XIX y la Primera Guerra
Mundial, y sus rasgos esenciales fueron: el desarrollo de nuevas formas de organización del trabajo y de la
producción en serie ( taylorismo, fordismo, y producción en serie), el uso de nuevas fuentes de energía (electricidad
y el motor a explosión), la difusión del uso del acero como insumo clave y el desarrollo de nuevos sectores de la
economía (como la siderurgia, la química, la industria de bienes de capital y de maquinaria; la tercera Revolución
Industrial se inició hacia 1370 y se caracterizó por: la automatización y la especialización flexible -toyotismo-,
desarrollo de la energía nuclear, expansión e instantaneidad de la información, etc.
2

La Revolución Industrial nació en Inglaterra no de forma abrupta, como dijimos, sino gradual. En
su base se encuentran sucesos que prepararon el camino para la industrialización: el auge del comercio
desde el siglo XV y la acumulación de capital, en el contexto de la emergencia del capitalismo en su
primera fase - capitalismo comercial o transición del feudalismo al capitalismo, la formación de los
Estados modernos la expansión ultramarina, etc. Este proceso tuvo sus antecedentes en la renovación
de la explotación agrícola y en las formas de propiedad, a partir del cercamiento de los campos abiertos
o colectivos5, a lo que se sumó la aparición de la industria rural a domicilio: sistema descentralizado de
producción, en el que los trabajadores -fundamentalmente campesinos- realizaban el trabajo en su
domicilio -como complemento de las labores agrícolas- para un comerciante que le proporcionaba la
materia prima y quien obtenía grandes beneficios al vender las mercancías -fundamentalmente de la
industria textil- en las ciudades6. En esta etapa preindustrial la mayor parte de la energía utilizada
provenía de fuentes orgánicas -o animadas-: en su mayor parte la fuerza humana o animal, que era
completada en algunos casos por la energía mecánica hidráulica o eólica aplicadas a los molinos -estas
fuentes de energía tenían una limitación geográfica y climática, pues debían localizarse junto a los
cursos de agua o en los lugares donde el viento pudiese ser aprovechado-.
El salto tecnológico de la Revolución Industrial fue la obtención de nuevas fuentes inanimadas o
inorgánicas de energía como la energía calórica y mecánica gracias a la difusión y perfeccionamiento de
la máquina de vapor patentada por James Watt en 1769. Esta máquina permitía transformar la energía
térmica en energía cinética (movimiento) y la utilización del coque (derivado del carbón de piedra o
mineral); posteriormente el principio de la máquina de Watt fue utilizado para impulsar los medios de
transportes: los ferrocarriles y los barcos de vapor que revolucionaron las comunicaciones.
Con la aplicación de éstas nuevas fuentes de energía surgió el sistema de la fábrica, que se
caracteriza por la mecanización de la producción -es decir, la producción con máquinas 7- y la presencia
del trabajador asalariado sometido a una estricta disciplina. Las tradicionales formas de trabajo,
entonces, fueron modificadas, ya que el tamaño de las mmáquinas hacían imposible que éstas fueran
propiedad de los trabajadores y que fueran utilizadas por ellos en sus hogares. Además, el trabajo
humano debió adaptarse al ritmo impuesto por las máquinas, abandonando los ritmos elegidos por el
trabajador en la industria rural a domicilio.
Entre las consecuencias de esta nueva organización del trabajo podemos señalar el aumento de la
actividad laboral -que se hizo regular y estricta- y el surgimiento de un nuevo tipo de trabajador: el obrero
industrial; y el aumento extraordinario de la productividad. Los trabajadores debieron acostumbrarse a
los nuevos ritmos y no siempre resultó fácil -por eso es que durante esta etapa del industrialismo fue
frecuente el trabajo de mujeres y niños que se sometían con más facilidad a la disciplina y recibían
salarios menores-. La disciplina dentro de las fábricas era muy rígida, con horarios fijos de entrada y de
salida, y bajo la supervisión atenta de los capataces. Así, las jornadas laborales se hicieron
extremadamente largas -entre catorce y dieciséis horas diarias-. Además, se intensificó la división del
trabajo.

5
"La disolución del feudalismo no había dado lugar a una sociedad pequeños campesinos libres que obtenían el
producto de sus tierras con el trabajo de sus familias; por el contrario, en Inglaterra los campesinos fueron
despojados y sus tierras pasaron a manos de los terratenientes gentleman, (en su conjunto gentry), lo que implicó
que un gran número de campesinos desposeídos de sus tierras tuvieran que emplearse y trabajar para otros.
Además, el Estado impuso leyes que castigaban la vagancia y el vagabundeo y eso llevó a que esta población
emigrara a las ciudades en busca de trabajo. Por su parte, los terratenientes comenzaron a dedicarse una agricultura
de tipo comercial para proveer granos a las ciudades. Para alimentar a este número creciente de trabajadores que
iban a vivir en la ciudad había que generar un gran incremento en la producción agraria. La Revolución Industrial
fue precedida y acompañada por una revolución agrícola que permitió dar un gran salto en la productividad de la
agricultura" (Fradkin, Raúl y otros. Historia. El mundo contemporáneo contemporáneo. Siglos XVIII, XIX y XX.
Buenos Aires, Estrada Polimodal, 1999).
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También se le denomina a esta etapa preindustrial o protoindustrial, para resaltar sus diferencias con la etapa
posterior
7
Las máquinas que permiten economizar el trabajo manual, se diferencian de las herramientas -que siempre son
instrumentos en manos de un trabajador y dependen de la habilidad del mismo en su utilización- porque disponen
de mecanismos que reemplazan a la habilidad humana: pueden ser impulsadas por energía animada (hombres y
animales) o inanimada (hidráulica, eólica, de vapor, eléctrica, de motores a explosión, atómica) (Barbero, M I.: en
Aróstegui y otros, 2001)
3

Ahora bien, ¿por qué la Revolución Industrial nació en Inglaterra, y no en Francia o en Holanda
que competían con Inglaterra en el comercio, y, que contaban con algunas de las condiciones ventajosas
de Gran Bretaña? Las ventajas específicas de Gran Bretaña y la combinación particular de todas ellas en
el contexto de una expansión secular, hicieron posible el desarrollo del industrialismo. Entre las
condiciones favorables podemos señalar el aumento del comercio y la utilización extendida de la
moneda; el aumento de la población como consecuencia de las mejoras en la agricultura y el aumento
de la productividad, lo que mejoró la capacidad de compra de la población y la expansión de la demanda
y el desarrollo de un mercado interno importante; e esto se sumaba el control de las rutas mar ítimas y el
desarrollo de una flota comercial a través de la que Gran Bretaña accedía a los mercados coloniales y
que le proporcionaron importantes beneficios; la preocupación estatal en su política exterior por
expansión económica y comercial - de todas las guerras en la que participó Gran Bretaña obtuvo
territorios coloniales y tratados de comercio preferenciales- por el desarrollo de una legislación que fue
eliminando las trabas legales - por ejemplo las referidas al comercio exterior: las actas de navegaci ón
establecieron privilegios para los barcos ingleses en el comercio ultramarino-; la producción de hierro y
carbón, materias primas esenciales en el proceso de industrialización; la expansión de la industrial textil
artesanal de la lana y la difusión del algodón -aporte de las áreas coloniales- a ésta misma industria; la
apertura de la sociedad inglesa a los cambios y la difusión del racionalismo que facilitaron la adopción de
las nuevas tecnologías y que permitió la existencia de un sector empresarial dispuesto a motorizar los
cambios y a correr los riesgos que éstos podían acarrear; y, también, el éxito y el relativo equilibrio
político, social e institucional con el que superó el absolutismo monárquico8.
Ahora bien, "¿mejoró o empeoró la Revolución Industrial las condiciones de la gente?. Y si fue así
¿en qué medida?. Queda claro que hay una relación entre la Revolución Industrial como suministradora
de comodidades y como transformadora social. Las clases cuyas vidas experimentaron menos
transformaciones fueron, normalmente, las que más se beneficiaron en términos materiales (y al revés);
en tanto que su inhibición ante los cambios que estaban afectando a las demás, obedecía no sólo al
conformismo material, sino también al moral. Nadie es más complaciente que un hombre acomodado y
triunfante, satisfecho de un mundo que parece haber sido construido precisamente por personas de su
misma mentalidad". Queda claro en el planteo de Eric Hobsbawm (Hobsbawm, 1982), quiénes fueron los
beneficiados y quiénes los perjudicados por la Revolución Industrial?
La nobleza no modificó con ella, su estilo de vida, y cuando lo hizo fue para mejorarlo;
incrementaron sus rentas con la demanda de productos del campo y con las actividades mineras. La alta
burguesía, compuesta por los grandes comerciantes, financistas e industriales, pasó a integrarse a las
clases superiores e impusieron un estilo de vida de acuerdo a sus ideales -lo que incluía una
organización familiar particular, una justificación de la riqueza como fruto del trabajo y hasta una moral
propiamente burguesa-. La baja burguesía -compuesta por aquellos trabajadores calificados como
ebanistas, litógrafos, carpinteros, etc,- pasaron a formar parte de las nacientes clases medias; a éste
grupo se lo conocía como la "aristocracia obrera" y eran los que mejores sueldos recibían. Los grandes
perdedores de la Revolución -la gran mayoría de la población- fueron los trabajadores pobres
-compuestos en su mayoría por antiguos campesinos que habían perdido sus tierras con las leyes de
cercamiento-, quienes sufrieron la modificación sustancial en su estilo de vida por las duras condiciones
que se les imponían: las extensas jornadas laborales, la dependencia de un salario, la esclavitud del
reloj, las fuertes sanciones y multas, la férrea disciplina, la ruptura del grupo familiar cuando los
trabajadores debían emigrar para buscar trabajo, la falta de higiene y el hacinamiento en las precarias y
escasas viviendas de la ciudades, la fuerte contaminación y el hambre.

8
. “Desde el punto de vista político, durante el siglo XVII se produjo una revolución que transformó
completamente a Inglaterra. Este proceso comenzó a principios de la década de 1640 cuando un sector del
gentry aliado con el sector comercial, movilizó al pueblo para impedir la constitución de una monarquía absoluta
al estilo francés. Si jefe era Oliver Cromwell, quien luego de una guerra civil logró derrotar a los defensores del rey
Carlos I, que fue depuesto y decapitado en 1649; entonces se estableció una república que en realidad era una
dictadura dirigida por Cromwell. El gobierno de éste se orientó decididamente hacia la buena marcha de los
negocios, en especial de los dedicados al tráfico colonial. En 1660, poco después de la muerte de Cromwell, se
produjo una restauración monárquica y subió al trono Carlos II, hijo del rey anterior. Sin embargo, la sociedad
inglesa no aceptaría volver al absolutismo y el sucesor de Carlos II, Jacobo II, sería depuesto en 1688 por una nueva
revolución. Esta revolución, que era fruto de un pacto entre un sector de la gentry y la burguesía, estableció una
monarquía constitucional en la que el "rey reina pero no gobierna”, para lo cual se llamó a un rey holandés,
Guillermo de Orange. A partir de la revolución inglesa de 1648 el gobierno había comenzado a favorecer
claramente los intereses comerciales privados, pero en 1688 esta tendencia se acentuó” ( Fradkin, Raúl y otros
Historia El mundo contemporáneo Siglos XVIII, XIX y XX. Buenos Aires, Estrada, Polimodal I999)
4

En conclusión, si comparamos la época de la Revolución Industrial con la etapa denominada


preindustrial, los cambios que nos permiten hablar de una revolución son evidentes: mientras en esta
última la mayor parte de la población vivía en el campo dedicada a las actividades rurales y agrícolas
-más allá del crecimiento del comercio-, la era del industrialismo se caracterizó por un alto grado de
urbanización y por el incremento de la población, mientras el peso del sector primario fue disminuyendo y
creciendo el sector de la producción industrial y de los servicios; además cabe señalar como otra gran
diferencia, al ritmo del cambio tecnológico, que durante el siglo XVIII se aceleró de tal forma que
permitió el aumento de la producción y de la productividad, así como la oferta de energía y de bienes y
servicios.

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