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Sobre el particular, Franceso Galgano ha sostenido que: “La nulidad puede ser declarada de oficio
por el Juez (art. 1421); el cual puede declarar nulo un contrato que haya sido aportado al juicio,
incluso cuando no haya sido interpuesta por el interesado una demanda o una excepción en tal
sentido. La anulación, en cambio, sólo puede ser pronunciada por el Juez como resultado de la
demanda o de la excepción de la parte legitimada”82. Para seguidamente resaltar algo de suma
importancia: “La declaración de oficio de la nulidad, admitida por el Código civil, debe ser
coordinada sin embargo con los principios del Codice di Procedura Civile y, particularmente, con el
principio de la demanda (art. 99 c.p.c.) y con la congruencia entre demanda o excepción y el fallo
(art. 112 c.p.c.), así como con el principio sobre la disponibilidad de las pruebas (art. 115 c.p.c.)”83
. Finalmente, expone algunos lineamientos que ha establecido la jurisprudencia italiana a fin de
conseguir la referida coordinación entre la norma sustantiva y los principios procesales: “a) el Juez
puede declarar de oficio la nulidad de un contrato si su validez es el elemento constitutivo de la
demanda y si entre las partes existe discusión sobre su aplicación o sobre su ejecución; b) el Juez
no puede declarar de oficio la nulidad del contrato si la parte interesada ha formulado frente al
mismo un remedio distinto, como la anulación o como la resolución, o si ha sido demandada la
declaración de nulidad por cual otra causa; c) el Juez puede declarar de oficio la nulidad sólo si la
causa de nulidad proviene de los documentos y no precisa ninguna otra investigación posterior de
hecho; d) la nulidad del contrato puede ser declarada de oficio en cualquier

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34. Y, en España se ha dicho lo siguiente: “Los Tribunales de Justicia pueden apreciar ‘de oficio’ la
existencia de la nulidad; es decir, aunque la declaración de nulidad no haya sido pedida por
ninguna de las partes contendientes. Resultado a que se ha llegado, aunque para ello se haya
tenido que superar el principio de Justicia rogada, predominante en el procedimiento civil, y dejar
de lado la exigencia de que la sentencia haya de ser congruente con la demanda.

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(ii) puede ser la que inicialmente se presenta encubierta, pero luego resulta manifiesta como
consecuencia de la evaluación que realiza el juez, ejemplo de esto se da “cuando se celebra un
contrato con finalidad ilícita que no ha sido expresada, ya que, en tal caso, si una de las partes
recurre al órgano jurisdiccional para alcanzar la pretensión a la que se siente con derecho, el
juzgador podrá evaluar la finalidad del contrato y declararlo nulo, aun cuando su invalidez no sea,
precisamente, materia de la controversia”89 VIDAL RAMIREZ

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41. Para este Supremo Tribunal la nulidad manifiesta es aquélla que resulta evidente, patente,
inmediatamente perceptible, en suma, aquélla que resulta fácil de detectar sea que se desprenda
del acto mismo o del examen de algún otro elemento de prueba incorporado al proceso. La
nulidad manifiesta no se circunscribe a algunas o a alguna específica causal de nulidad, sino que se
extiende a todas las causales que prevé el artículo 219 del Código Civil siempre que –repetimos- la
incursión en alguna causal, cualquiera que ésta sea, resulte fácil de advertir.

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