Sunteți pe pagina 1din 6

Introducción a la Redacción Académica

Módulo 3. Recursos para la redacción de textos académicos

Clase 2: Recursos en línea para la redacción: diccionarios, correctores y procesadores de


textos.

Índice temático:
• Ideas principales
• ¿Cómo estudiar este tema?
• Introducción
• Desarrollo
• Conclusiones
• Referencias bibliográficas

Ideas principales

Recursos en línea de apoyo a la redacción

Definición Características Usos

Cómo estudiar este tema


Para el manejo de este tema se recomienda:
• Revisar todo el material.
• Prestar atención a los diferentes recursos en línea de apoyo a la redacción.
• Analizar su utilidad para la elaboración del texto académico.
Al final de esta clase, podrás responder a la pregunta: ¿Cuáles son los recursos en línea de apoyo
a la investigación y cómo facilitan la creación del texto académico?

1
1.1.- Introducción

En el proceso de creación del texto académico, además de una rigurosa investigación, es


importante presentar un documento claro, preciso y coherente.
Para ello resulta vital manejar conocimientos de redacción, gramática y sintaxis que facilitan el
proceso de la elaboración de nuestros materiales con la calidad requerida.
Estas destrezas implican práctica y en ocasiones demandan tiempo. Es por eso que la existencia
de recursos en la red, y el aprovechamiento de sus posibilidades, favorece la escritura y la
divulgación científicas.
¿Cuáles son estos recursos y qué facilidades ofrecen en el proceso de crear un texto académico
de calidad?
Diccionarios y procesadores están entre los más conocidos, pero existen también correctores y
medidores de legibilidad que facilitan la escritura.

1.2.- Desarrollo

Comenzaremos por los programas enfocados en la redacción, conocidos como procesadores de


textos, algunos de los cuales es muy posible que ya tengas instalado en tu computador y otros
puedes obtenerlos con solo acceder al navegador de internet.
Desde los más a los menos avanzados, ya sean gratuitos o con algún costo, su fin esencial es
ofrecer una plataforma para elaborar textos.
Uno de los más conocidos es el OpenOffice, que se obtiene gratis en Google, y además de ser
un soporte para la escritura, adicionalmente permite realizar esta de manera colaborativa y
archivar documentos en la red, lo que resulta propicio no sólo para la creación de textos
individuales, sino grupales, y su posterior edición.
Los procesadores, con independencia del tipo que sean, ofrecen plantillas sobre las que se
elaboran los materiales, tomando en cuenta normas generales asociadas a formato, diseño,
estructura, entre otras posibilidades que minimizan el esfuerzo a la hora de adaptar los textos
propios a requerimientos de estilos, normas de referencia, editoriales e incluso institucionales.
Más allá de estas funcionalidades, facilitan también el proceso de insertar citas y bibliografía
acorde a las normas de citación. Uno de esos casos es Word, que en su plantilla puedes encontrar
cómo realizar esa acción de forma más sencilla:

2
Accediendo a la opción Referencias, y de ahí a Administrar fuentes (como se muestra en la
imagen), se puede seleccionar la norma de citas y referencias que se empleará y a partir de ahí
seguir el proceso para insertar las citas con su respectiva fuente.
Algunos autores recomiendan no emplear esta opción, pues por sí solo no resulta infalible. Pero
como recurso de apoyo, debe recordarse que la responsabilidad de su manejo corresponde al
autor, y de ello dependerá de cuán fiable sea el resultado.
Otro recurso muy importante, y que con facilidad podemos encontrar en la red, son los
diccionarios, imprescindibles para el manejo de un vocabulario acorde a los diferentes públicos,
temas y campos de estudio.
De la gran variedad que podemos encontrar, el Diccionario de la Real Academia Española y el
Diccionario Panhispánico de Dudas son los más relevantes y abarcadores, pero también cuentas
con los de sinónimos y antónimos, y los glosarios, que, aunque no se consideran estrictamente
diccionarios, sí recopilan términos específicos de áreas determinadas de las ciencias.
Y ya no es necesario cargar con el pesado libro. Con sólo ponerlo en cualquier buscador,
podemos acceder a estos invaluables recursos de apoyo a la escritura.
Además de los procesadores de texto y los diccionarios, las posibilidades de la red ponen a
nuestro alcance los correctores automáticos, esos que evitan que se olvide escribir una letra,
una falta de concordancia, errores gramaticales e incluso ortográficos. Con estos últimos sólo

3
debemos aclarar que no son infalibles, especialmente porque en el idioma español existen
palabras homófonas, que se escriben diferente. Los correctores automáticos constituyen una
gran ayuda, pero no podemos dejarle todo el trabajo. Tener una sólida base gramatical y
ortográfica es también de gran ayuda, además de otros recursos de este tipo que están en la red.
Los libros y normas de estilo resultan en otro gran apoyo a la creación de textos. La mayoría de
los medios de comunicación cuentan con este recurso, y aunque en algunas ocasiones no
resulten tan específicos a los intereses de la redacción académica, sí constituyen una guía
exhaustiva de redacción y gramática, por lo que ayudan a evitar errores comunes en el uso de
términos, sintaxis y modos de presentar los textos.
Estos son recursos comunes, sin embargo, la red ofrece una variedad más amplia, que está a tu
alcance en tanto te propongas realizar una búsqueda minuciosa. Con este fin, recuerda algo muy
importante: filtrar las fuentes. La información que encuentres puede resultar de mayor ayuda
en tanto el lugar de donde la obtuviste sea más fiable. Prefiere sitios de instituciones
académicas, editoriales o de comunicación con algún nivel de reconocimiento y prestigio, de
este modo aseguras que la guía que encuentres sí pueda mejorar tus habilidades de redacción.
Google académico es una buena fuente de materiales y recursos, y un filtro que puedes usar
para delimitar algunas fuentes disponibles en la red.
Para los textos académicos en particular, la claridad y precisión resultan vitales, por eso, otra
recomendación importante son los medidores de legibilidad.
Este es un recurso de apoyo a la redacción poco conocido, sin embargo, ofrece múltiples
beneficios a la hora de presentar un texto de calidad, preciso y enfocado en los temas y objetivos
de los diferentes campos de estudio.
El mayor beneficio de este recurso es permitirnos una revisión antes de cualquier proceso de
edición institucional o con fines de publicación, para concretar nuestra redacción, hacerla más
fluida y comprensible.
Los medidores de legibilidad disponibles en internet permiten no sólo analizar las cuestiones
formales, sino que ayudan a la revisión de manera general para favorecer su comprensión.

4
El mayor avance de estos recursos, como es de suponer, se centra en las cuestiones más formales
asociadas al formato. Como sucede con los correctores automáticos para la ortografía, que el
texto sea completamente claro va a depender también de conocimientos y práctica.
Sin embargo, contar con este apoyo facilita nuestro trabajo y reduce el margen de errores
posibles.
Más asociado a las normas de estilo y citación se encuentra otro recurso, que facilita la ardua
labor de organizar las referencias bibliográficas. En ese campo los de uso más extendidos son
Mendeley y Zotero, fáciles y gratis de instalar en los dispositivos electrónicos, y que reducen
considerablemente el tiempo de citación, pues permiten guardar los materiales consultados en
una base propia para luego incorporar a la bibliografía.

1.3.- Conclusiones

Es importante conocer las posibilidades que tenemos al alcance para facilitar la escritura, en
particular de textos académicos. La tecnología es un gran aliado en este proceso.
Y si bien es cierto que facilitan el proceso de búsqueda de información, revisar el estilo, corregir ortografía,
evitar repeticiones innecesarias, emplear un vocabulario más acorde al tema e incluso determinar formatos
sin mayor complejidad, también hay un elemento que debe tomarse en cuenta: como recursos genéricos
deben estar bajo la vigilancia de quien los emplea y no confiar el resultado del trabajo a estas plataformas.
No es recomendable pensar que los recursos de apoyo a la redacción van a resolver el problema de un estilo
inadecuado o una frase ambigua, aunque ayuden a evitarlo.

5
Un ejemplo muy frecuente es el que se relaciona con la ortografía. El idioma español cuenta con una amplia
variedad de términos homónimos y homófonos, cuyas diferencias de significado suelen quedar fuera del
manejo de los procesadores de texto, y si no se conocen las reglas ortográficas, los errores suelen pasar
inadvertidos.

Referencias bibliográficas
Betancourt, V. (2003). La comunicación científica. La Habana: FINLAY Ediciones.

Cevallos, G. (2015). Manual de redacción científica. El artículo científico. Santo Domingo:


Imprenta Atenas.

Pérez, J. y Tejedor, S. (dirs.) (2014). Escribir para la red. Barcelona: Gabinete de


Comunicación y Educación, Universidad Autónoma de Barcelona

Raya, M. y Zulueta Ma. E. (2015). Textos científico-técnicos. ¿Cómo crearlos? La Habana:


Editorial Científico- Técnica. 2da.edición.

Salaverría, R. (2005). Redacción periodística en internet. Pamplona: EUNSA.

Teberosky, A. (2007). El texto académico. En Castelló, M. (Coord.). Escribir y comunicarse


en contextos científicos y académicos. Conocimientos y estrategias. Barcelona: Graó. pp. 17-
46

S-ar putea să vă placă și