Sunteți pe pagina 1din 2

Los fósiles

(del latín fossilis, que significa ‘excavado’) son los restos o señales de la actividad de
organismos pretéritos.1 Dichos restos, conservados en las rocas sedimentarias, pueden
haber sufrido transformaciones en su composición (por diagénesis) o deformaciones
(por metamorfismo dinámico) más o menos intensas. La ciencia que se ocupa del estudio
de los fósiles es la paleontología. Dentro de la paleontología están la paleobiología, que
estudia los organismos del pasado —entidades paleobiológicas, que conocemos solo por
sus restos fósiles—, la biocronología, que estudia cuándo vivieron dichos organismos y
la tafonomía, que

Fósil de ammonites.
El vocablo fósil se deriva del verbo latino fodere, excavar, a través del sustantivo fossile,
aquello que es excavado. A lo largo de toda la historia, y antes, en la prehistoria, el hombre
ha encontrado fósiles, restos de seres vivos petrificados por los minerales con los que se
hallaban en contacto. Fueron esos minerales los que sustituyeron o preservaron su forma
externa.
El hombre primitivo les atribuía un significado mágico. Los autores de la Antigüedad
clásica los habían observado y, en general, interpretado correctamente. El término fósil lo
empleaba ya Plinio en el siglo I,23 y su uso fue recuperado en el siglo XVI por Agricola,
aludiendo a su carácter de cuerpo enterrado (como derivado de fossa) e incluía tanto los
restos orgánicos como los cuerpos minerales integrados en los materiales de la corteza
terrestre. Esta situación se mantuvo hasta principios del siglo pasado, si bien es verdad que
los auténticos fósiles solían diferenciarse como fósiles organizados.
El geólogo británico Lyell definió a los fósiles como restos de organismos que vivieron en
otras épocas y que actualmente están integrados en el seno de las rocas sedimentarias.
Esta definición conserva su validez, aunque actualmente el término tiene una mayor
amplitud, ya que se incluyen en el mismo las manifestaciones de la actividad de organismos
como excrementos (coprolitos), restos de construcciones orgánicas, huellas de pisadas,
impresiones de partes del cuerpo, dentelladas (icnofósiles), etc.

Localización
Artículos principales: Yacimiento paleontológico y Listado de yacimientos paleontológicos.
Existen regiones de la Tierra que son conocidas por su particular riqueza en fósiles; por
ejemplo, las pizarras de Burgess Shale en la Columbia Británica de Canadá,4 la caliza de
Solnhofen o los estratos ricos en dinosaurios de la Patagonia.

En España, destacan Atapuerca y Las Hoyas. El primero es un rico yacimiento


del Pleistoceno donde se han encontrado, entre otros, abundantes fósiles de homínidos. El
segundo es conocido por la presencia de Iberomesornis.

Tronco petrificado de Araucarioxylon arizonicum. Los materiales originales han sido


sustituidos por otros minerales, sin perder la estructura.
Los lugares que hacen posible una preservación excepcional (incluso a veces conservando
señales de tejidos blandos) son conocidos como Lagerstätten (lugares de descanso o
almacenamiento, en alemán).
Tipos de fósiles
Los fósiles más antiguos son los estromatolitos, que consisten en rocas formadas por la
precipitación y fijación de carbonato cálcico, merced a la actividad bacteriana.5 Esto último
se ha podido saber gracias al estudio de los estromatolitos actuales, producidos por tapetes
microbianos. La formación Gunflint contiene abundantes microfósiles ampliamente
aceptados como restos microbianos.6
Hay muchas clases de fósiles. Los más comunes son restos
de ammonoidea, caracoles o huesos transformados en piedra. Muchos de ellos muestran
todos los detalles originales del caracol o del hueso, incluso examinados al microscopio.
Los poros y otros espacios pequeños en su estructura se llenan de minerales.

Cómo se forma un fósil?


Lejos de lo que pueda parecer por la gran cantidad de fósiles que se conservan hoy día, la
formación de un fósil es un suceso muy sorpresivo ya que un animal o una planta al
morir tiende a ser alimento para otros, no a conservarse durante millones de años. La
naturaleza siempre intenta retroalimentarse, por lo que conseguir que un animal se
conserve durante millones de años en lugar de servir de sustento a los que vienen después
es una característica de lo más remota, entonces, ¿cómo se forma un fósil?
Hay varias maneras por las que puede darse la formación de un fósil.
Sedimentación. Cuando un animal o un insecto muere los sedimentos acaban enterrando
sus restos, especialmente su exoesqueleto, que es lo más resistente al tiempo. Para que
este exoesqueleto se conserve sin modificaciones a lo largo de millones de años será
menester que la sedimentación se produzca lo antes posible. Un desplazamiento de tierra
temprano es una buena opción para que esto suceda.
Fundición. Esta forma de fosilización origina sobre todo moldes de impresiones en
negativo de los organismos. Estas impresiones pueden ser exteriores o interiores y sobre
todo han conservado conchas de distintos animales hasta nuestros días.
Mineralización. El agua también puede conservar un cuerpo, para ello lo ideal sería que el
ser vivo al morir se precipitara al agua o desfalleciera ya en ella. Muchos de los organismos
habitantes en el agua pueden comerse las partes exteriores del cuerpo pero no el duro
esqueleto.
Carbonización. Por todos es sabido que la vida se basa en carbono, por lo que esta
también es una forma de fosilización. Las sustancias volátiles como el oxígeno y el
hidrógeno que acumulan los cuerpos de los seres vivos se pierden y perdura una capa de
carbono que será la encargada de conservar los restos del organismo en forma de huella.

S-ar putea să vă placă și