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El libro de Félix Placer Urgarte, “Una pastoral Eficaz”, planificación pastoral desde los
signos de los tiempos de los pobres. (Ugarte, 1993). Está dividido por una introducción, una
conclusión y cinco capítulos que son los siguientes: razones y motivaciones; perspectiva
histórica de la planificación y organización pastoral; criterios de planificación y organización
pastoral; la planificación pastoral; la organización pastoral del pueblo de Dios. Es una obra
que todavía sigue hablando en nuestro aquí y ahora. No es un misterio, nos encontramos en
un momento, un contexto, en donde la cultura, la moda, la perdida de lo sagrado y una
variedad de factores colaboran para crear un ámbito secularizado. Ante esta situación la
misión de la Iglesia y la eficacia pastoral en concreto se ha convertido en una necesidad. Los
signos de los tiempos nos colocan delante de una amalgama de retos que no podemos
subestimar y dar por supuestos.
El autor, de este libro parte la reflexión sobre la eficacia pastoral proponiendo la siguiente
hipótesis de trabajo:
Para ello, simplemente debemos enfocar la vista en la praxis de Jesus, el cual, debe ser
para un cristiano el modelo básico de referencia. No podemos reducir en categorías técnicas
el plan salvífico de Jesús, no obstante, Jesús si se planteó unos objetivos y lo realizo con
medios muy originales, simplemente nos queda estudiar y orar con los evangelios. Los dichos
y hechos de Jesus son el punto de referencia y de partida, como también el modelo de toda
planificación pastoral. A la luz de las fuentes bíblicas, de la tradición de la Iglesia y del
Vaticano II se expresan en ser: pueblo de Dios y sacramento de salvación.
El problema está en el pluralismo de la Iglesia, que puede ser una riqueza, no obstante,
acá nos referimos a la concepción eclesiología que se tiene. La propuesta del autor va en la
línea del concilio vaticano II, en concreto de Lumen Gentium en su capítulo dos: Iglesia
como Pueblo de Dios. Sin embargo, hoy nuestras Iglesias latinoamericanas aún no tiene este
modelo y mucho menos tienen como fundamento y lugar teológico (revelación de Dios) a
los más pobres y débiles. Al contrario, la iglesia se acomoda al status quo de la sociedad en
la que vive, se suma a ello la configuración política, el cual, en algunos contextos limita el
desenvolvimiento libre y profético.
Ahora bien, teniendo como punto de partida lo dicho, el autor, entiende por planificación
la organización de diferentes elementos según un plan o como la determinación de unos
objetivos a través de medios apropiados para conseguirlos en plazos previstos (Ugarte, 1993).
En estas definiciones caben concepciones muy diferentes de planificación según sean los
contextos sociales, culturales, políticos, etc. Es conveniente, por tanto, conocer y criticar ya
que la planificación nunca es neutra.
El autor desde su perspectiva y opción a partir de los signos de los tiempos de los pobres,
nos recuerda que ellos son sujetos del proceso planificador lo cual quiere decir que se
planifica con ellos (ver cuadro), respetando sus pasos y fases. La participación no es hacer
todo. Uno de los objetivos principales consiste en saber distribuir responsabilidades,
relacionarlas y coordinarlas, teniendo en cuenta las cualidades, carísimas y posibilidades de
cada persona.
Para terminar, considero que aparte de tener a los pobres como sujetos del proceso
planificador, es importante, también partir de que en cada generación es necesario volver a
aprender de raíz la fe y la vida en la Iglesia teniendo como referencia la vida de Jesús de
Nazaret que nos enseña a amar a los pobres y más marginados. No podemos dar por supuesto
que las personas ya saben que significa ser cristiano. Necesitamos brindar formación y
experiencia de Dios a todas esas personas que se acercan a Dios. No podemos permanecer
en una tesitura estática. “Jesús sí, Iglesia no”, este suele ser el eslogan de la crisis eclesial y
pastoral que debemos afrontar, pero no podemos afrontarlo si antes no analizamos el fondo
y la razón de ser de esta crisis de fe en nuestro aquí y ahora.
Por tanto, la crisis, como bien dice el Papa Benedicto XVI no se refleja en el eslogan de
“Jesús si, Iglesia no”, sino más bien en “Jesús si, Cristo no” (Jüngel, 2009). Este es un claro
ejemplo de que necesitamos rescatar la divinidad de Jesús, no es un súper hombre, no es un
hombre más en la historia de la humanidad. Es el hijo de Dios y con sus hechos y dichos nos
muestra el camino de salvación para los cristianos. Estamos en un contexto en donde la
pastoral debe ser capaz de planificar tomando en cuento los signos de los tiempos y tomando
en cuenta que urge resaltar y rescatar la gracia y la divinidad de Cristo. Solo así nuestra
mirada y obrar estará en él como hijo de Dios y salvador del mundo que opto siempre por los
pobres. Esto nos debe llevar al núcleo de nuestra fe, a ver e imitar lo que realmente él dijo e
hizo y no solamente quedarnos en lo que los demás han dicho de él y reducir nuestra fe en lo
que queremos ver, creer y hacer.
Bibliografía
Ugarte, F. P. (1993). Una pastoral eficaz, planiación pastoral desde los signos de lso
tiempos de los pobres. . Bilbao: Desclée de Brouwer.