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Estimados y estimadas colegas, les damos la bienvenida a nuestra segunda clase. Antes de avanzar
recordemos que en la clase anterior vimos la importancia de comprender algunos conceptos como
sexo, género y expresión de género. En función de esas categorías, comprendimos que cumplir o no
con las normas de género asignadas culturalmente a varones y mujeres trae consecuencias para las
personas, que suelen recibir más cuestionamientos a medida que se alejan de los modelos de
masculinidad y feminidad establecidos culturalmente.
En esta clase vamos a continuar problematizando las categorías de sexo y género para avanzar en la
construcción de la perspectiva de derechos y diversidad en el ámbito de la escuela.
Todas las personas tenemos un cuerpo sexuado y distinto. En una sociedad y en el contexto de una
cultura existen distintas maneras de manifestar el afecto, las emociones y sentimientos, y de
expresar el cariño y el deseo sexual, ya sea hacia personas del mismo género o de distinto género.
Cada quien va construyendo una identidad propia singular y diferenciada de otros y otras. Hablar
de diversidad sexual desde esta perspectiva permite reconocer que no existe una única sexualidad,
sino sexualidades en plural. La biología no determina la identidad de género, ni tampoco la
expresión de género o la orientación sexual. Distintos estudios académicos1 plantean que la
sexualidad puede tomar múltiples formas. Por eso hablar de diversidad sexual implica dar lugar a
que cada persona pueda desplegarse y desarrollarse tal cual se siente y desea y, sobre todo, es dar
lugar a un mayor crecimiento individual y como sociedad.
Tener claridad sobre los alcances de estas categorías nos permite generar estrategias claras de
inclusión y valoración positiva de las singularidades.
Identidad de género
La identidad de género refiere a la “vivencia interna e individual del género tal como cada persona
la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento,
incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o
1
Por ejemplo, Lamas, Marta. La perspectiva de género. Revista La Tarea Nº 8 (enero-marzo 1996) Guadalajara. México.
Disponible en http://www.paginaspersonales.unam.mx/files/981/lamasperspectiva.doc
En nuestro país existe una Ley Nacional que permite que las personas puedan cambiar el género
asignado al nacer por aquel que se corresponda con aquel con el que ellas se identifican y expresan.
La Ley de Identidad de Género (Ley 26.743) establece la obligatoriedad de reconocimiento a “la
identidad de género y el libre desarrollo de la persona en virtud de la misma”.
● Establece el derecho a que todas las personas sean tratadas “de acuerdo con su identidad
de género y, en particular, a ser identificadas de ese modo en los instrumentos que
acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es
registrada” (Art. 2).
● Además, se garantiza el trato digno ya que debe ser respetado el derecho a la identidad de
género adoptada “para la citación, registro, legajo, llamado y cualquier otra gestión o
servicio, tanto en los ámbitos públicos como privados” (Art. 12).
Todas las personas tenemos una identidad de género. Las identidades trans, travesti, transexuales,
queer o no binarias, refieren a una vivencia de género que no se corresponde el sexo asignado al
nacer. Todas las personas, en cualquier momento de su vida, tienen la posibilidad de realizar una
transición al género autopercibido. Estas experiencias se enmarcan en un proceso que puede incluir
o no, el cambio registral, modificaciones corporales, ingesta de hormonas y cirugías de reasignación
sexual.
Las identidades travestis, en tanto expresión de género, generalmente se asocian a una identidad
femenina. Originalmente el término fue estigmatizante, implicó e implica situaciones de
persecución y criminalización. En algunos países ya no se utiliza por considerarlo discriminatorio. En
Como vemos, un aspecto central del concepto de identidad de género es que es una vivencia
interna, personal, por lo tanto, es una categoría autopercibida. O sea que nadie puede decirle a
otra persona cuál es su identidad de género, ni obligarla a que lo haga público.
Las mujeres trans son aquellas personas que, a pesar de haberles sido asignadas culturalmente el
género masculino al nacer (en base a sus genitales), se autoperciben mujeres. Por su parte, los
Las personas que se identifican como trans o travestis pueden o no llevar a cabo modificaciones en
su cuerpo o en su apariencia para adecuar el aspecto a lo que el conjunto social entiende como
propio de los varones o de las mujeres, así lo reconoce en Argentina el derecho a la identidad de
género que entiende que es una vivencia subjetiva y que es constitutiva de la identidad de las
personas.
Orientación sexual
Acá también será importante comprender la diferencia entre orientación sexual e identidad de
género, ya que ambas categorías explican diferentes aspectos de la vida humana. Toda persona
tiene una orientación sexual y una identidad de género. Y es importante remarcar que una no
depende de la otra. Para comenzar, conviene resaltar lo difícil que es establecer categorías que
encorsetan la realidad de la gran diversidad humana, sus expresiones y sus sentidos.
Estos principios, ratifican los estándares legales de cómo los gobiernos y otros actores
podrían detener la violencia, abuso y discriminación ejercida contra lesbianas,
homosexuales, bisexuales, y personas transgénero, a fin de asegurar una igualdad
plena.
Según el preámbulo de los Principios de Yogyakarta, la orientación sexual “se refiere a la capacidad
de cada persona de sentir una profunda atracción emocional, afectiva y sexual por personas de un
género diferente al suyo, o de su mismo género, o de más de un género”.
La heterosexualidad hace referencia a la atracción entre varones y mujeres. Las mujeres que
sienten atracción hacia otras mujeres se reconocen como lesbianas, y cuando los varones se
sienten atraídos por otros varones se denominan gays. Las personas bisexuales sienten atracción
por los varones y las mujeres.
La orientación sexual puede cambiar o mantenerse igual a lo largo de la vida de una persona. Es
importante que cada quien pueda elegir con libertad cómo se define y cómo se nombra y que
respetemos esta decisión.
Esta sigla es un acrónimo que se utilizar para designar colectivamente a las personas lesbianas (L),
gays (G), bisexuales (B) y personas trans (T). En ocasiones puede aparecer como LGBT o también
como LGTB. También algunas veces se incorporan otras letras: por ejemplo, la “I”, para hacer
referencia a las personas intersex o la “Q” que corresponde a la palabra inglesa queer que suelen
usarla personas que prefieren no identificarse con el sistema binario o las categorías existentes en
relación al sexo o al género.
Para terminar esta clase, recordemos que, a partir de julio de 2010 cuando el Congreso de la Nación
aprobó la Ley Nacional N° 26.618 en nuestro país, las personas del mismo sexo pueden contraer
matrimonio como cualquier otra pareja. Argentina fue el primer país de Latinoamérica en
reconocer la ampliación de este derecho y el décimo a nivel mundial.
https://www.youtube.com/watch?v=g8mI8uLwTBI
La heteronormatividad y la cisnormatividad
En nuestra sociedad existe un conjunto de saberes colectivos o representaciones sociales que nos
ayudan a interpretar y explicar la realidad. Los temas que estamos abordando en esta clase no son
En general, la mayoría de las personas dan por supuesto que todos y todas (incluidos nuestros
alumnos/as, colegas y nosotros/as mismos/as) son heterosexuales. Esta fijación de roles,
identidades y conductas heterosexuales va de la mano con el rechazo y la violencia que conlleva no
adecuarse a la orientación sexual (homofobia o lesbofobia) o a la identidad de género (transfobia)
que se esperan de nosotras y nosotros según el sexo asignado al nacer (recordemos el cuadro que
vimos en la primera clase).
Aparecen así dos nociones centrales que nos ayudarán a comprender cómo se estructuran y
jerarquizan las relaciones de poder entre los géneros: la cisnormatividad y la heteronormatividad.
Llamamos cisnormatividad al sistema que estructura las expectativas, las prácticas y las
instituciones sociales sobre el supuesto de que todas las personas son cis (género), es decir que
aquellas que en base a sus genitales fueron asignadas al sexo masculino al nacer son varones y que
aquellas personas que nacieron con vulva serán mujeres.
Hasta no hace mucho tiempo, cualquier conducta que se encontrara por fuera de estos parámetros
era catalogada como “no normal” o “desviada”. Por supuesto, esto ha generado (y en la actualidad
aún genera, aunque en menor medida, gracias a años de lucha de los movimientos LGBTTTIQ)
situaciones de discriminación y exclusión, con una consecuente vulneración de los derechos de
muchas personas. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX, diversos movimientos
sociales y sectores académicos comenzaron a cuestionar estas concepciones sobre los cuerpos y
desarrollaron teorías que suponen una mirada constructivista de la sexualidad.
Uno de los mayores problemas de la población intersex es que las prácticas médicas no reconocen
a las personas intersexuales como tales. Sino que consideran que, por ejemplo, sus genitales han
tenido una “malformación que debe ser corregida”. Esta decisión, si ese genital debe ser un pene o
una vagina, se toma en base a criterios arbitrarios (por ejemplo: cuánto mide el genital
“defectuoso”).
2
Disponible en: http://www.inadi.gob.ar/contenidos-digitales/wp-content/uploads/2016/03/intersexualidad.pdf
Al hablar de diversidad corporal, se intenta explicitar y desnaturalizar las normas sociales que
instauran y reproducen cuáles son los cuerpos normativos, deseables, válidos y legítimos. Los
cuerpos que se distancian de este paradigma son marcados por una diferenciación social que,
apelando a un discurso que construye a la biología como neutra y definitoria y a la naturaleza como
persistente e inmutable, constituye la base de la discriminación.
https://www.youtube.com/watch?v=SnAIOU6qeIk
Compartimos en el FORO:
Les vamos a pedir que sigan paso a paso los siguientes ítems:
3) Compartir en el foro una breve reflexión sobre la relación que encuentran entre los Principios de
Yogyakarta y el testimonio de Quimey.
4) Junto con la reflexión, les pedimos que compartan el enlace de la presentación que realizaron en
el inciso 1. Les dejamos un breve tutorial para que sepan cómo hacerlo.
¡Los/as esperamos!
Bibliografía de referencia
Baez, J. (2017). Identidad de género: desafíos y límites a las políticas de inclusión en la escuela
secundaria de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Revista Punto Género, (7), pp. 69-90.
Disponible en https://revistas.uchile.cl/index.php/RPG/article/view/46265/48267
CTERA (2007). ¿Cuáles son los temas que componen la sexualidad? Educación sexual en las aulas,
una guía de orientación para docentes, (pp. 55-60). Buenos Aires: CTERA.
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