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La filosofía, como sabiduría humana, comienza por la actitud más específicamente humana: la
actitud interrogante. Para preguntar es preciso estar abiertos a las cosas, las personas, los
textos, etc…
Con actitud de escucha, leamos esta primera lección que intenta colocarnos en el camino de la
pregunta filosófica.
“Hace días tengo esta página en blanco delante de mí, cuestionándome, invitándome a
cumplir una tarea que se me ha encomendado: escribir este módulo, para acompañar a los
alumnos de Programa de Educación Continuada de Cafam, a entrar al maravilloso y también
inquietante mundo de la Filosofía”.
Ya ven como esas mismas preguntas me han llevado a filosofar un poco, para ustedes.
Eso es la filosofía: un preguntarse e intentar responderse, colocando esas preguntas más allá
del sentido común, de la ciencia, aún de la religión, y situándose, en el horizonte del sentido
profundo, del significado último, de la filosofía, para convertirlas en preguntas que
(existencial o vital), tienen que ver con nuestra existencia. ¿Para qué les sirve mi existencia a
los demás?
¿Servirá de algo conocer algunas de las preguntas y respuestas, que la humanidad se ha hecho
a este nivel profundo? ¿No es para los alumnos, una pérdida de tiempo? Entonces vienen a mí
unas palabras de Ciorán, literato y filósofo de la actualidad, quien en su “Libro de las
quimeras” afirma: “la filosofía no sirve para mucho, pero nadie entra a ninguna parte sin pasar
por ella” (Op. Cit. /84)
Así que, no solo por lo que diga Ciorán sino por convicción propia, por la filosofía del programa
de Educación Continuada, la potenciación de los participantes, hemos de pasar por la Filosofía.
Aseguro que ninguno se arrepentirá.
Asumamos juntos este reto. Ustedes el de entrar en este mundo de la filosofía… y yo el de
plasmar en algunas lecciones, una parte de lo que ha sido mi modo de estar en el mundo, mi
experiencia de mi trabajo y el tema de mi docencia”
Hasta aquí la parte coloquial. El inicio de la primera lección. No es tan difícil y se espera que
todos lo intentemos.
Podemos continuar este comienzo con otras preguntas:
¿Cómo SE FILOSOFA?
¿Cuál es el punto de partida, la actitud que nos da el primer impulso, el motivo que nos coloca
en situación de abordar esa tarea, aventura o problema que es filosofar?
Si miramos la historia de la humanidad, constatamos que los primeros filósofos, reconocidos
como tales, partieron de una actitud de asombro, admiración o pregunta.
Sin embargo, esa actitud no nace por si sola. Uno se asombra y pregunta, cuando en el centro
mismo de la experiencia cotidiana algo nos asombra, nos inquieta, nos cuestiona. Por allí
comienza la actitud filosófica.
De modo que la misma carga de rutina cotidiana el mismo mundo que nos encierra en “lo
mismo” y que los filósofos llaman “cotidianidad”, que por otra parte parece un impedimento
para la filosofía, se convierte en el campo propicio para iniciar las preguntas de sentido, las
preguntas radicales, que se han llamado preguntas filosóficas.
Así que la filosofía nace cada uno en el centro de su misma experiencia cotidiana en el ir más
allá de ella, mirar con profundidad lo que nos pasa, lo que le pasa al mundo, a la sociedad, al
otro que comparte con nosotros la carga de “lo mismo”.
Un día cualquiera, mientras corremos contra el tiempo, apurados por hacer una tarea,
entregar un trabajo, cumplir una obligación, rehacer un diálogo que se nos quedó iniciado,
etc… del fondo de nosotros mismos, por cansancio o por deseo de cambio, aparecen las
preguntas… los espacios… asombros… silencios: “¿Por qué afanarnos tanto ¿Qué sentido tiene
todo este agite? ¿Cómo hacer de la vida algo más feliz? ¿Es posible llegarle a alguien, en un
plano distinto al de una relación de trabajo? …etc.
Allí, pues de lo cotidiano, ha surgido lo que puede romperlo: la pregunta que lleva a la filosofía
Entonces no es tan difícil. Todos en un momento u otro hemos vivido esas situaciones y nos
hemos hecho estas preguntas.
Sin embargo, es importante que nos demos cuenta de ellas; que la reflexionemos, las
elaboremos y coloquemos como iniciadoras en el camino del propio filosofar. Porque la
filosofía no es única primordialmente algo que “hacemos” sino sobre todo algo que “nos
ocurre” y se va convirtiendo en modo de estar en el mundo y en opción de vida. Pasa con ella
como pasa con el amor: surge de la vida cotidiana, se enraíza en la experiencia diaria, pero
solo si lo escuchamos, interpretamos sus señales, se convierte en camino para recorrer con
otros… modo de estar en “lo mismo” que antes vivimos, pero no de la misma manera.
EN CONCLUSIÓN
El horizonte en el que nos movemos sirve al mismo tiempo de facilitador y de obstáculo a
nuestra actitud de filósofos o amigos de la filosofía. Sumergidos en ese mundo de lo
cotidiano todo nos puede parecer natural, justo, inamovible; pero también desde él,
sentimos deseos de cambiarlo, buscar otros significados.
Intentemos profundizar nuestra mirada sobre lo cotidiano, sobre lo que pasa en nuestra
sociedad, país, etc. Y con esa intención abordemos los primeros ejercicios que se nos
proponen para complementar esta primera lección.
TAREA B
FILOSOFÍA Y FOLOSOFAR
FILOSOFÍA Y FILOSOFAR
Frente a una pregunta tan concreta y puntual, existen muchas respuestas. Esto en lugar
desconcertado debe causarnos alivio, porque la filosofía, como todo lo que concierne al
hombre de manera fundamental, no puede ser reducido, recortado, encerrado en una sola e
inmutable definición.
Como actividad o actitud con que nos acercamos a la realidad para asumirla buscando su
sentido más profundo y su razón de ser: FILOSOFAR.
Como el resultado de dicha actividad o actitud, convertido en obras, pensamientos,
discursos, sistemas filosóficos: FILOSOFÍA.
Ahora bien, ¿qué es más importante para nosotros? Desde luego, atrevernos a filosofar.
¡Podemos conocer, respetar, estudiar o repetir muchas filosofías, pero si no filosofamos, ese
conocimiento respeto o repetición serán un dato más que la mente olvide la memoria
extrañe!
1. Los llamados filosofemos: creaciones de las diferentes culturas que reflejan un modo de
pensar cercano al filosófico y son fuerte de filosofía. Tales son, por ejemplo, ciertos mitos,
refranes, poemas, de las culturas de nuestros antepasados.
Este texto, por ejemplo, de la cultura náhuatl (México) tomado de la “Colección de Cantares
Mexicanos “(1.430 y 1.519 d.c)”. “¿A dónde iremos?
Solo a nacer venimos
Que allá es nuestra casa:
Donde es el lugar de los descarnados.”
2. En la actitud personal. Es decir, en las preguntas y respuestas que nos hacemos, según
hemos dicho en la primera lección, como ruptura de las rutinas habituales de la
cotidianidad.
Gramsci, filósofo social de este siglo, afirma, que la filosofía es una concepción del mundo
que ha llegado a ser norma de vida.
3. En la sabiduría popular: todas las formas en que un pueblo expresa su visión del mundo,
de lo real, del hombre, de la naturaleza, mediante símbolos, refranes, coplas, narraciones,
etc... de una manera y con un lenguaje diferente a los dela racionalidad formal o
tecnológica.
“Querer es poder”, “obras son amores…”, por ejemplo.
4. En forma sistemática: la forma más elaborada de
expresar el resultado del filosofar, como doctrina
organizada sistemáticamente alrededor de los ejes
centrales del pensamiento humano y que como tal,
comienza, según los historiadores de la filosofía en
Occidente, por los griegos.
Tales son los sistemas elaborados por Aristóteles,
Santo Tomás y Hegel; o los planteamientos de Kant, los
aforismos de Nietzsche, etc. Las obras escritas por
Heidegger, loa ensayos de Colombiano Estanislao
Zuleta, etc.
Todo lo anterior nos lleva a entender ahora más fácilmente el significado etimológico de la
palabra “Filosofía”: PHILO amante o amigo y SOPHIA: de la sabiduría. Porque el Filósofo es
amigo de cuanto se entiende por sabiduría, distinguiéndose ésta de los saberes comunes o
míticos o técnicos o solamente morales.
El primero en llamarse a sí mismo “filosofo” fue Pitágoras, de Santos –el teorema para
distinguirse y a la vez criticar a muchos de sus contemporáneos que se hacían llamar “sabios”.
Pitágoras decía que solo era un amigo del saber. El mismo caso de Sócrates, quien según
cuenta la historia fue reconocido como el más sabio, por afirmar que nada sabía. “Sólo sé que
no sé nada”.
Platón y Aristóteles consideraban que el filosofar nace de la admiración y la extrañeza ante las
apariencias del mundo, que por lo mismo nos encaminan a buscar el curso más profundo de
las cosas.
A estas alturas de la lección, nuevas preguntas nos inquietan: Si hay tanta filosofía escrita por
grandes hombres que se dedicaron a hacerlo con todo el tiempo del mundo, ¿por qué
nosotros, tan estresados, debemos hacerlo? En otras palabras, nuevamente la pregunta:
¿PARA QUE FILOSOFAMOS?
1. Porque, lo mismo que la vida, el sentido de ésta no puede ser prestado ni encontrado por
los demás…; este debe ser asumido personalmente. La necesidad de autorrealización es
personal e intransferible.
2. Porque tenemos que buscar un marco de interpretación y compresión de todo lo que
hacemos; de toda la praxis humana y social. Todo ello a costa de no ser responsables de
nuestra propia historia humana, familiar, nacional, etc.
3. Porque debemos preguntarnos radicalmente y honestamente, cuales son los cambios que
requiere nuestra existencia, nuestro mundo, nuestro entorno. Si como humanos,
queremos dejar al mundo algo mejor de lo que lo encontramos.. o al menos con unas
cuantas huellas que sirvan a otros para ser más humanos.
Con lo que hemos venido conservando, parece más fácil entender que deben existir muchas
maneras de asumir la realidad. Porque cada persona, cada pueblo, tamizan su experiencia de
modo diferente y con ello se da lugar a muchas “filosofías”.
¡Como el amor, que siendo experiencia universal, nunca se vive de la misma manera!