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INTRODUCCIÓN .............................................................................................................. 4
Ambientación .................................................................................................................. 7
Iluminación bíblica.......................................................................................................... 7
Ambientación ................................................................................................................ 12
Iluminación bíblica........................................................................................................ 12
Ambientación ................................................................................................................ 16
Iluminación bíblica........................................................................................................ 16
Ambientación ................................................................................................................ 19
Ambientación ................................................................................................................ 24
Iluminación bíblica........................................................................................................ 24
Ambientación. ............................................................................................................... 27
Iluminación bíblica........................................................................................................ 27
Ambientación ................................................................................................................ 32
La eucaristía es pues, no un rito más, una ceremonia o servicio religioso, con toda
claridad podemos decir que la Eucaristía es una persona concreta CRISTO. Que deseando
quedarse con sus discípulos, no solo con los que compartieron con Él aquella primera cena de
la nueva pascua, sino con todos los que por el testimonio y predicación de aquellos hombres,
testigos privilegiados, creyeron en Él, creen y creerán.
Sin embargo la eucaristía no se agota solo en cuanto presencia viva y real de Cristo en
medio de su pueblo, pues comprende varias dimensiones, es cena – banquete de los hijos de
Dios, congregados en su amor; es común – unión de los hombres entre sí, sobre todo de aquellos
que han escuchado la Palabra, han recibido el Espíritu y han renacido a una nueva vida, y es
comunión de lo humano con lo divino, pues en lo dones, aquello que el hombre no hizo
germinar, ni crecer ni producir; es dado a los hombres para su provecho, al mismo tiempo que
el hombre, reconociendo su pequeñez ofreces esos mismo dones que Dios le ha otorgado,
mediante la fecundidad de la tierra y el sudor de la frente, el hombre los entrega en oblación a
su Señor, quien los recibe, los bendice y más aún se hace presente en ellos, para que el hombre
se alimente con la divinidad y llegue a ella.
Así pues la eucaristía, al ser el gran misterio de la fe, encierra numerosos elementos,
que por desgracia, la mayoría de nuestros fieles e incluso ministros y consagrados desconocen;
mediante estas cortas catequesis, pensadas y orientadas sobre todo a un público adulto o con
cierta madurez humana y espiritual, pretendemos ayudar a profundizar un poco más en este
sacramento admirable, del que todos participamos y del que muy pocos realmente conocen.
EUCARISTÍA Y MISTERIO PASCUAL
Se preparará un lugar con una mesa, la bebida y la comida y algunos adornos que
signifiquen el cumpleaños. Con el fin de hacer énfasis en la celebración de un acontecimiento
importante de nuestra vida. Se puede entonar el canto “Eucaristía milagro de amor”
Iluminación bíblica
1 Co 11, 17-26 "Siguiendo con mis advertencias, no los puedo alabar por sus reuniones,
pues son más para mal que para bien. En primer lugar, según me dicen, cuando se reúnen como
Iglesia, se notan divisiones entre ustedes, y en parte lo creo. Incluso tendrá que haber partidos,
para que así se vea con claridad con quién se puede contar. Ustedes, pues, se reúnen, pero ya
no es comer la Cena del Señor, pues cada uno empieza sin más a comer su propia comida, y
mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga. ¿No tienen sus casas para comer y beber? ¿O
es que desprecian a la Iglesia de Dios y quieren avergonzar a los que no tienen nada? ¿Qué les
diré? ¿Tendré que aprobarlos? En esto no. Yo he recibido del Señor lo que a mi vez les he
transmitido. El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias,
lo partió diciendo: «Esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria
mía.» De igual manera, tomando la copa, después de haber cenado, dijo: «Esta copa es la Nueva
Alianza en mi sangre. Todas las veces que la beban háganlo en memoria mía.» Fíjense bien:
cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están proclamando la muerte del Señor
hasta que venga."
Reflexión catequética
Se debe tener en cuenta que la Eucaristía está íntimamente unida con la pascua de Cristo.
Ahora bien, para comprender de qué se trata la pascua de Cristo, se debe empezar por
comprender la pascua judía.
Pascua judía
Es una de las celebraciones más importantes del pueblo judío. En ella el pueblo
conmemora, sacramentalmente cada año con la cena pascual, el gran acontecimiento del Éxodo,
es decir, la liberación de la esclavitud en la que estaban sometidos por el pueblo egipcio, el
establecimiento de la alianza con Dios, la protección de Dios, y la peregrinación a la tierra
prometida (Ex 12).
Ahora bien, esta celebración judía, es figura y tipo de lo que Jesucristo iba a cumplir,
pues Él como cabeza de la humanidad realizó el gran éxodo, donde retorna al Padre, luego de
haber liberado, de manera definitiva, a todos los hombres de la esclavitud del pecado y de la
condenación eterna. Jn 13, 1 “Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que le había llegado
la hora de salir de este mundo para ir al Padre, como había amado a los suyos que quedaban
en el mundo, los amó hasta el extremo.” Es aquí donde se empieza a hablar de la Pascua de
Crsito.
San Agustín en Sermón de Pascua, dice “de todo esto debemos tener continua
meditación en la celebración diaria de la pascua… el memorial de la muerte y resurrección
del Señor, en el cual recibimos cada día en alimento su cuerpo y su sangre”.
Iluminación bíblica
Lc 24, 13-35: Y he aquí que aquel mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada
Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén. Y conversaban entre sí acerca de todas
estas cosas que habían acontecido. Y sucedió que mientras conversaban y discutían, Jesús
mismo se acercó y caminaba con ellos. Pero sus ojos estaban velados para que no le
reconocieran. Y El les dijo: ¿Qué discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras vais
andando? Y ellos se detuvieron, con semblante triste. Respondiendo uno de ellos, llamado
Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han
acontecido en estos días? Entonces El les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: Las referentes a
Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo
el pueblo; y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes le entregaron a sentencia
de muerte y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que El era el que iba a redimir a Israel.
Pero además de todo esto, este es el tercer día desde que estas cosas acontecieron. Y también
algunas mujeres de entre nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al
sepulcro, y al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de
ángeles que decían que El vivía. Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y
lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a El no le vieron. Entonces Jesús
les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26
¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en su gloria? Y
comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a El en
todas las Escrituras. Se acercaron a la aldea adonde iban, y El hizo como que iba más lejos. Y
ellos le instaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha
declinado. Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que al sentarse a la mesa con ellos, tomó
pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron;
pero El desapareció de la presencia de ellos. Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro
corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?
Y levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once y a
los que estaban con ellos, que decían: Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a
Simón. Y ellos contaban sus experiencias[m] en el camino, y cómo le habían reconocido en el
partir del pan.
Reflexión catequética
¿Quién se nos hace presente y para qué? El que se nos hace presente es el Cristo pascual,
el resucitado, el que trasciende al hombre porque ha resucitado a una nueva existencia, el que
ya ha experimentado en la fuerza del Espíritu Santo la glorificación escatológica y está lleno de
la divinidad. Para ser comido en la eucaristía, ofreciéndonos la comunión con su vida divina.
Es presencia «verdadera», porque se basa en sus palabras e implica su entrega por amor.
Es presencia «real», porque hay identidad entre el Jesús histórico, el Señor resucitado y
el Cristo eucarístico.
Es presencia «sustancial» («per modum substantiae»), porque contiene la misma
persona de Cristo y, a diferencia de su presencia en otros sacramentos, resalta la identidad (bajo
forma sacramental) de los elementos consagrados con la persona de Cristo glorificado.
Es presencia «relacionada», porque debe entenderse en relación con las diversas formas
de presencia en la celebración eucarística:
Los discípulos de Emaús son una experiencia privilegiada de la Presencia del Señor que
hace arder el corazón por la fuerza de su resurrección, la palabra clave acá es RECONOCER
que es distinto de CONOCER. La presencia de Jesús en la Eucaristía debe ser Reconocida, es
decir, abrir de una manera nueva los ojos para verle...
DISPOSICIONES PARA LA EUCARISTÍA
"Fíjense bien: cada vez que comen de este pan y beben de esta copa están
proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, el que come el
pan o bebe la copa del Señor indignamente peca contra el cuerpo y la sangre
del Señor. Cada uno, pues, examine su conciencia y luego podrá comer el pan
y beber de la copa. El que come y bebe indignamente, come y bebe su propia
condenación por no reconocer el cuerpo."
1Cor. 11, 26-29
Ambientación
Disponer un lugar en desorden con objetos para una cena, y pedir a los asistentes que lo
organicen. De esta manera se enfoca en la participación de todos para poder celebrar
adecuadamente la eucaristía.
Iluminación bíblica
Mt 5, 23-24: Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano
tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu
hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
Reflexión catequética
Algunos de entre los fieles laicos ejercen, recta y laudablemente, tareas relacionadas con
la sagrada Liturgia, conforme a la tradición, para el bien de la comunidad y de toda la Iglesia
de Dios. Conviene que se distribuyan y realicen entre varios las tareas o las diversas partes de
una misma tarea.
Todos los fieles, por el bautismo, han sido liberados de sus pecados e incorporados a la
Iglesia, destinados por el carácter al culto de la religión cristiana, para que, por su sacerdocio
real, perseverantes en la oración y en la alabanza a Dios, ellos mismos se ofrezcan como hostia
viva, santa, agradable a Dios y todas sus obras lo confirmen, y testimonien a Cristo en todos los
lugares de la tierra, dando razón a todo el que lo pida, de que en él está la esperanza de la vida
eterna. Por lo tanto, también la participación de los fieles laicos en la celebración de la
Eucaristía, y en los otros ritos de la Iglesia, no puede equivaler a una mera presencia, más o
menos pasiva, sino que se debe valorar como un verdadero ejercicio de la fe y la dignidad
bautismal.
Se debe recordar que la misa no es una celebración para oír, sino para participar en
comunidad del sacrificio puro y agradable que se le ofrece al Padre.
EFECTOS DE LA EUCARISTÍA
El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el día
último.
Jn 6, 54
Ambientación
Se preparará una cartelera donde se dibujará o pintará la imagen de una persona que esté
recibiendo el cuerpo de Cristo y luego una segunda imagen donde se vea a esa misma persona
haciendo distintos actos bondadosos.
Iluminación Bíblica:
1 Co 11,23–26
Palabra de Dios
Reflexión catequética
“Quien come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él”(Jn 6,56). La vida en Cristo
“vivificada por el Espíritu Santo y vivificante” (PO 5), conserva, acrecienta y renueva la vida
de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado
por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte,
cuando nos sea dada como viático.
La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión
es "entregado por nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por muchos para el perdón
de los pecados". Por eso la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo
tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados:
«Cada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del Señor (cf. 1 Co 11,26). Si
anunciamos la muerte del Señor, anunciamos también el perdón de los pecados . Si cada vez
que su Sangre es derramada, lo es para el perdón de los pecados, debo recibirle siempre, para
que siempre me perdone los pecados. Yo que peco siempre, debo tener siempre un remedio»
(San Ambrosio, De sacramentis 4, 28).
La unidad del Cuerpo místico: La Eucaristía hace la Iglesia. Los que reciben la
Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo. Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles
en un solo cuerpo: la Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a
la Iglesia realizada ya por el Bautismo. En el Bautismo fuimos llamados a no formar más que
un solo cuerpo (cf 1 Co 12,13). La Eucaristía realiza esta llamada: "El cáliz de bendición que
bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? y el pan que partimos ¿no es
comunión con el Cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo
somos, pues todos participamos de un solo pan" (1 Co 10,16-17):
«Si vosotros mismos sois Cuerpo y miembros de Cristo, sois el sacramento que es puesto
sobre la mesa del Señor, y recibís este sacramento vuestro. Respondéis "Amén" [es decir, "sí",
"es verdad"] a lo que recibís, con lo que, respondiendo, lo reafirmáis. Oyes decir "el Cuerpo de
Cristo", y respondes "amén". Por lo tanto, sé tú verdadero miembro de Cristo para que tu "amén"
sea también verdadero» (San Agustín, Sermo 272).
«Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. [...] Deshonras esta
mesa, no juzgando digno de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno [...] de participar
en esta mesa. Dios te ha liberado de todos los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aún así, no
te has hecho más misericordioso (S. Juan Crisóstomo, hom. in 1 Co 27,4).
Oración
Gracias de doy, Señor, Padre todopoderoso, Dios eterno, porque a mí, pecador, indigno
siervo tuyo, sin mérito alguno de mi parte, sino por pura concesión de tu misericordia, te has
dignado alimentarme con el precioso Cuerpo y Sangre de tu Unigénito Hijo mi Señor
Jesucristo.
Te suplico, que esta Sagrada Comunión no me sea ocasión de castigo, sino intercesión
saludable para el perdón; sea armadura de mi fe, escudo de mi voluntad, muerte de todos mis
vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos, y aumento de caridad, paciencia y verdadera
humildad, y de todas las virtudes: sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme
defensa contra todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo, único y
verdadero Dios, y sello de mi muerte dichosa.
Te ruego, que tengas por bien llevar a este pecador a aquel convite inefable, donde Tú,
con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo
perdurable, dicha consumada y felicidad perfecta. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
CULTO EUCARÍSTICO
Iluminación bíblica.
Jn 4, 22a
«Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos”
Reflexión catequética.
La actitud del creyente en cada encuentro personal con Cristo en la Eucaristía no puede
ser otra que la de reverencia, llena de gratitud y de amor, y adoración. En primer lugar, en la
celebración de la santa Misa: “Vivir la Santa Misa es permanecer en oración continua;
convencernos de que, para cada uno de nosotros, es éste un encuentro personal con Dios:
adoramos, alabamos, pedimos, damos gracias, reparamos por nuestros pecados, nos
purificamos, nos sentimos una sola cosa en Cristo con todos los cristianos” (Es cristo que pasa
# 88). Esta actitud de adoración puede y debe manifestarse a través del cuidado de la liturgia
eucarística, de los gestos indicados en las rúbricas, las genuflexiones pausadas, las inclinaciones
de cabeza, de una oración personal que acompaña los textos litúrgicos, en definitiva, de la
participación consciente, devota y activa en la celebración.
Hch 20, 7
Ambientación.
La Eucaristía se puede celebrar, y se celebra, todos los días. Pero, desde el principio, la
comunidad cristiana es convocada, toda entera y de forma oficial, para celebrarla el Domingo,
el «Día del Señor» como lo llamamos desde los tiempos apostólicos, que es para los cristianos
el «señor de los días» porque en él celebramos la resurrección de Jesús, núcleo fundamental de
la fe cristiana y acontecimiento central de la historia.
«Cada semana, en el día que llamó "del Señor", la Iglesia conmemora su resurrección,
que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en la máxima solemnidad de la
Pascua. Además, en el círculo del año, desarrolla todo el Misterio de Cristo, desde la
Encarnación y el Nacimiento hasta la Ascensión, el día de Pentecostés y la expectativa de la
feliz esperanza y venida del Señor» (S.C 102).
Iluminación bíblica.
Hch. 20, 7
“El primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para la fracción del pan, Pablo,
que debía partir al día siguiente, hablaba a los discípulos, y su discurso se prolongó hasta la
medianoche.”
Reflexión catequética.
Día de la liberación
Los cristianos hemos transferido todo el sentido espiritual del sábado al “primer día
después del Sábado”, día en que resucitó Jesús. Porque el misterio pascual de Cristo es la
revelación plena del misterio de la creación, el vértice de la historia de la salvación y la
anticipación del perfeccionamiento definitivo del mundo. Lo que Dios obró en la creación y lo
que hizo con su pueblo en el Éxodo, encontró su cumplimiento en la muerte y resurrección de
Cristo; aunque su realización definitiva sólo se descubrirá en su venida gloriosa
Día de Cristo.
Según el testimonio unánime de los Evangelios, la resurrección de Jesús tuvo lugar «el
primer día después del Sábado» ( Mc 16,2; Lc 24,1; Jn 20,1). Aquel mismo día el resucitado se
manifestó a los dos discípulos que caminaban hacia Emaús (cf. Lc 24,13-35) y se apareció a los
once apóstoles reunidos (cf. Lc 24,36; Jn 20,19). Ocho días después, los discípulos estaban
nuevamente reunidos cuando Jesús se les apareció y se hizo reconocer por Tomás (cf. Jn 20,26).
Era también Domingo el día de Pentecostés, primer día de la octava semana después de la
pascua judía, cuando con la efusión del Espíritu, y cuando tuvo lugar la epifanía o manifestación
de la Iglesia como nuevo pueblo de Dios (cf. Hch 2,1-41)
El Domingo, además de primer día, es también el “octavo día”, porque viene después
del bloque semanal de los siete días. El Domingo prefigura el día final en el que la creación,
que “gime hasta el presente y sufre dolores de parto” (Rm 8,22), será rescatada definitivamente
del pecado y de la muerte por la fuerza de la resurrección de Cristo. El cristiano vive el Domingo
como anticipación, promesa y prenda de la salvación definitiva que espera alcanzar.
Día de la Iglesia
Por lo que el Domingo, o es un día para dar culto aislado de la comunidad de creyentes,
porque, los que han recibido la gracia del Bautismo, no han sido salvados sólo a título personal,
sino como miembros del Cuerpo de Cristo y formando parte del nuevo pueblo de Dios. Por eso
es importante que se reúnan para expresar así la identidad de la misma Iglesia, que es asamblea
convocada por el Señor resucitado, que ofreció su vida “para reunir en uno a los hijos de Dios
que estaban dispersos” (Jn 11,52).
Al ser la Eucaristía el verdadero centro del domingo, se comprende qué, desde los
primeros siglos, la Iglesia no ha cesado de afirmar su necesidad e incluso la obligación de
conciencia de participar en ella, durante la persecución de Diocleciano, un juez pregunta a un
cristiano por qué no ha impedido que se celebrase la Eucaristía en su casa, él contesta: «No me
era posible, pues nosotros no podemos vivir sin celebrar el misterio del Señor» (Actas de los
mártires africanos bajo Diocleciano). Los fieles proclaman así su comunión en la fe y la caridad.
Testimonian a la vez la santidad de Dios y su esperanza de la salvación. Se reconfortan
mutuamente, guiados por el Espíritu Santo» (C.EC 2182).
CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
A los asistentes les entregaremos una fotocopia con el canto “El Señor nos da su amor”
para que precisamente lo cantemos juntos al iniciar la catequesis. Es importante saber si los
asistentes se saben la canción ya que en caso tal de que no lo superan habría que enseñarlo. El
canto nos sirve de oración y al mismo tiempo de reflexión para el mismo tema que vamos a
tratar.
Iluminación Bíblica
Dividiremos por grupos los asistentes y cada grupo le entregaremos uno de los
siguientes aspectos de la Eucaristía, daremos 10 minutos para compartir por grupos la
catequesis y posteriormente socializaremos con todos la reflexión compartida en los grupos:
del sacrificio redentor, y accede a él no solamente a través de un recuerdo lleno de fe, sino
también en un contacto actual, puesto que este sacrificio se hace presente, perpetuándose
sacramentalmente en cada comunidad que lo ofrece por manos del ministro consagrado. De este
modo, la Eucaristía aplica a los hombres de hoy la reconciliación obtenida por Cristo una vez
por todas para la humanidad de todos los tiempos. En efecto, “el sacrificio de Cristo y el
Aunque los laicos ejerzan un sacerdocio real, es preciso no confundirlo con el ministerial
ni disminuir a este último su verdadero alcance, pues el sacerdote del Nuevo Testamento ejerce
el insubstituible papel de mediador, en Cristo, entre Dios y los hombres, al mismo tiempo en
que coopera en la construcción de la unidad de la Iglesia, por la celebración de la Eucaristía.
3. Sacerdocio ministerial
"La asamblea que se reúne para celebrar la Eucaristía necesita absolutamente, para que
sea realmente asamblea eucarística, un sacerdote ordenado que la presida. Por otra parte, la
comunidad no está capacitada para darse por sí sola el ministro ordenado. Éste es un don que
recibe a través de la sucesión episcopal que se remonta a los Apóstoles. Es el Obispo quien
establece un nuevo presbítero, mediante el sacramento del Orden, otorgándole el poder de
consagrar la Eucaristía" (EdE 29).
La necesidad de un ministro ordenado pone un problema en el campo de las relaciones
redintegratio, 22), aunque les falte la unidad plena con nosotros que dimana del bautismo, y
aunque creamos que, sobre todo por defecto del sacramento del Orden, no han conservado la
sustancia genuina e íntegra del Misterio eucarístico, sin embargo, al conmemorar en la santa
Cena la muerte y resurrección del Señor, profesan que en la comunión de Cristo se significa la
– La liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias
consecratoria y la comunión.
Liturgia de la Palabra y Liturgia eucarística constituyen juntas "un solo acto de culto"
(SC 56); en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra
de Dios y la del Cuerpo del Señor (cf. DV 21). (CEC 1346).
Al final el moderador recogiendo todo lo que han compartido los distintos grupos
concluirá con unas palabras similares: La celebración litúrgica es la unión del sacerdocio común
y ministerial al único sacerdocio de Cristo, que se ofrece al Padre con y por la Iglesia.