ticipó decisivamente en las luchas por su orientación, hoy de ellas ha sido atribuible.
Mientras su genio era demasiado
apen:§ reconstruibles ya, así como en la institución de las orofundo v de demasiada autoconciencia crÍtica como Pari llamadas «aulas». islarse, d'mismo tiempo era demasiado fuerte como pa' En un pensador instintivo, desde la primera palabra que ra- aunque él mismo 19 hg!1era querido. escribió, en un pensador tan inconformista como Benia- ft".i, "coáodane, tieg ie d cfrnrlo del Instiñ¡to de Inves- min no se pasará por alto laparadoja de que no se inclinó "pó*imO tieaciones Sociolólsicas. al que sc mantuvo vinculado inclu- hacia las orientaciones indiüdualistas del modemismo de so"después de que-le .riri¡riciótt le llevara a Pa¡ís y al Insti- etrtonces, sino hacia las colectivas. Habrá que tener presen- ruto ahméri.a.'Quiá pam aleuien que salió de aquel círcu' te que esa ala ¡adicd del movimiento iuvenil, al contra¡io lo v es ahora unó de los diectores del I¡rstitr¡to no sea que la mayoría, que pronto se ¿dhirió al antisemitismo, es- deáasiado inmodesto decir que Benjamin encontró aquí, taba formada predominantemente por jóvenes intelectuales hasa la catástrofe de 1940, al§o de esa unión entre le auto judíos. Además, tambien pudo tener su imporancia el su- nomía intelectual y el pensamiento de un gruPo que siem' frir de una rcledad a la que sus dotes orcépcionales, que pre le rondó por la cabeza- despertaban rcncor en otros, condena¡on a Benjamin. Era grande su ansia de inse¡ta¡se en comunidades, senrir a nue vos órdenes, induso práaicos. Su pulsión en ese sentido le ller,ó en su juvertud hacie una orientación que se poüüó posteriormente. Natu¡almente, en su releción con el movi- miento iuvenil prcnto süó a la luz lo inútil de esa pseudo morfosis. Qge Beniamin discutiera con casi todos sus ami gos de ese periodo apenas puede tomarse en sentido psico lógico, sino como testimonio de la incompatibiüdad de su naturaleza espiritual precisamente con los apremios que buscó. Allá donde se hubiera supuesto encontrar al primer Ben- iarnin, entre los jóvenes litelatos, es donde no se encontra- ba: anticipó su superioridad antes de que se hiciera realidad del todo. En vez de eso, se adhirió a un grupo en el que ape- nas encajaba; pero sólo para averiguar cuán poco encaiaba, en el sentido de la frase de Infancia en Berlín de que no hu- biera querido forma¡ frente común ni con su propia ma- drd. Esto le¡efonó completamente en su compórta-miento idiosincrásico, y le manttrvo alejado de los cenáculos litera- rios. No fue d tdento que se forma en el silencio, sino el ge- nio qug nedando desesperado contr¿ la corriente, llega has- ta sí mismo. fuumió refleiándolas todas las tendencias espi- rituales de sus años iweniles, se ñrmó en ellas, a ninguna