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EL ABISMO ECONÓMICO 93

más resi stente a los terremotos.¿Cómo habría si do, en tal caso, el mundo de
entreguerras? Esi mposi
ble saberlo y no ti
ene objeto especularsobre algo que no
ocurrió y que casicon toda seguri dad no podía ocurrir.No es, sin embargo, una
cuestión inútil, puesnosayuda a comprenderlasprofundasconsecuenci asquetuvo
el hundi mi ento económi co mundi al del período de entreguerras en el devenir
históri
co del si glo XX.
En efecto, sino se hubi era produci do la crisi
s económica, no habría exi sti
do
Hi tler y, casi con toda seguri dad, tampoco Roosevelt.Además, di fíci
lmente el
sistema sovi ético habría sido consi derado como un antagoni sta económi co del
capi tali
smo mundi al y una alternativa al mi smo.Las consecuenci as de la crisis
económi ca en el mundo no europeo, o no occi dental, a lasquesealudebrevemente
enotro capítulo, fueronverdaderamentedramáti cas.Pordeci rlo enpocaspalabras, el
Capítulo III mundo dela segunda mi tad del siglo XX esi ncomprensi blesi nentenderel impacto
deesta catástrofeeconómi ca.Esteesel tema del presentecapítulo.
EL ABISMO ECONÓMICO La pri mera guerra mundi al sólo devastó algunas zonas del vi ejo mundo,
principalmenteen Europa.La revoluci ón mundi al, queesel aspecto másllamati vo
Nunca el Congreso delosEstadosUni dos, al analizarel estado dela del derrumbami ento dela civilizaciónburguesa del si glo XIX, tuvo una di fusiónmás
Uni ón, seha encontrado conuna perspecti va másplacentera quela que ampli a:desdeM éxi co a China y, a travésdelosmovi mientosdeli beracióncoloni al,
existe en este momento. ..La gran ri queza que han creado nuestras desdeel M agrebhasta Indonesi a.Si nembargo, no habría si do difícil encontrarzonas
empresasy nuestrasi ndustrias, y queha ahorrado nuestra economía, ha
sido di stri
buida ampli amente entre nuestra poblaci ón y ha sali do del del planeta cuyoshabi tantesno se vi eron afectadosporel proceso revoluci onari o,
paísen una corri ente constante para servi ra la acti vidad benéfi ca y particularmentelosEstadosUni dosdeAméri ca y extensaszonasdel Áfri ca coloni al
económi ca en todo el mundo.Las exi genci as no se ci fran ya en subsahari ana. No obstante, la pri mera guerra mundi al fue segui da de un
sati
sfacerla necesi dad si no en consegui rel luj o.El aumento de la derrumbami ento decarácterplanetari o, al menosentodosaquelloslugaresenlosque
producci ónha permi tido atenderuna demanda creci enteenel i nteriory
un comerci o másacti vo en el exteri or.El paíspuede contemplarel loshombresy muj erespartici paban en un ti po detransacci onescomerci alesdeca-
presenteconsati sfaccióny mi rarhaci a el futuro conopti mismo. rácteri mpersonal.Dehecho, losorgullososEstadosUni dos, no sólo no quedaron a
Mensaj eal Congreso del presidenteCALVIN COOLIDGE, 4 de salvo delasconvulsi onesquesufríanotrosconti nentesmenosafortunados, si no que
diciembrede1928 fueron el epi centro del mayorterremoto mundi al que ha si do medi do nunca en la
escala de Ri chterde los hi stori adores de la economía:la Gran Depresi ón que se
Después de la guerra, el desempleo ha si do la enfermedad más registró entrelasdosguerrasmundi ales.En pocaspalabras, la economía capi tali
sta
extendida, i
nsidiosa y destructi va de nuestra generaci ón: es la mundi al pareció derrumbarse en el período de entreguerras y nadi e sabía cómo
enfermedadsoci al dela ci
vili
zaciónoccidental ennuestra época.
podría recuperarse.
The Times, 23 deenero de1943
El funci onamiento de la economía capi tali
sta no es nunca uni forme y las
fluctuaci
ones de di versa duraci
ón, a menudo muy i ntensas, constituyen una parte
I esencial de esta forma de organi zar los asuntos del mundo. El llamado ci clo
económi co de expansi ón y depresión era un elemento con el que ya estaban
familiari
zados todos los hombres de negoci os desde el si glo XIX.Su repeti ción
Imaginemos que la pri mera guerra mundi al sólo hubi
era supuesto una per- estaba prevista, con algunasvariaciones, en períodosdeentresi etey onceaños.A
turbacióntemporal, aunquecatastrófica, deuna ci vi
lizaci
óny una economía estables. finalesdel siglo XIX se empezó a prestaratenci ón a una periodicidad mucho más
En tal caso, una vez retirados los escombros de la guerra, la economía habría prolongada, cuando losobservadorescomenzaron a anali zarel inesperado curso de
recuperado la normalidad para conti nuarprogresando, en forma pareci da a como losaconteci mientosde losdeceni osanteri ores.A una fase de prosperi dad mundi al
Japónenterróa los300.000muertosquehabía causado el terremoto de1923, reti ró
los escombros que habían dej ado si
n hogara dos o tres mi llones de personas y sinprecedentesentre1850y lospri merosañosdela década de1870habíansegui do
reconstruyóuna ciudadi gual quela anterior, pero veinte años de i ncerti
dumbre económi ca (los autores que escri bían sobre temas
económi coshablaban
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conuna ci erta i
nexacti tuddeuna GranDepresi ón)y luego otro período degranexpansi ón de creci miento del PIB percápi ta entre 1913 y 1938 alcanzó solamente una ci fra
dela economía mundi al (véanseLaeradelcapit ismoy Laeradelimperio, capítulo 2).A
al modesta, el 0, 8 por100 anual.La producci ón industrial mundial aumentó algo más
comi enzosdelosañosvei nte, uneconomi sta ruso, N.D.Kondrati ev, quesería luego una deun80por100enlos25 añostranscurri dosdesde1913, aproxi madamentela mi tad
de laspri merasvícti masde Stali n, formuló laspautasa lasque se había aj ustado el que en los 25 años anteri ores (W .W .Rostow, 1978, p.662).Como veremos
desarrollo económi co desdefi nalesdel siglo XVIII, una seri ede«ondaslargas»deuna (capítulo IX), el contrasteconel período posteriora 1945 sería aúnmásespectacular.
duración aproxi mada de entre ci ncuenta y sesenta años, sibi en niél nini ngún otro Con todo, si un marci ano hubi era observado la curva de los movi mi entos
economi sta pudo expli carsatisfactoriamenteesosci closy algunosestadísti cosescépti cos económi cos desde una di stanci
a sufi ciente como para que le pasasen poralto las
han negado su exi stenci a.Desde entonces se conocen con su nombre en la li teratura fluctuaciones que los seres humanos experi mentaban, habría concluido, con toda
especializada.Porci erto, Kondrati ev afirmaba queen esemomento la onda larga dela certeza, quela economía mundi al continuaba expandi éndose.
economía mundi ba a comenzarsu fasedescendente.1 Estaba enlo ci
al i erto.
Si n embargo, eso no era ci erto en un aspecto:la mundi ali zación dela economía
En épocas anteriores, los hombres de negoci os y los economi stas aceptaban la parecía haberse i nterrumpi do.Según todos los parámetros, la i ntegraci ón de la
existencia delasondasy losci clos, largos, medi osy cortos, dela mi sma forma quelos economía mundi al seestancóo retrocedi ó.Enlosañosanteri oresa la guerra sehabía
campesi nosaceptanlosavataresdela cli matología.No había nada quepudi era hacerseal regi strado la mi graci ónmásmasi va dela hi storia, pero esosflujosmi gratori oshabían
respecto:hacían surgiroportuni dadeso problemasy podían entrañarla expansi ón o la cesado, o más bi en habían si do i nterrumpi dos porlas guerras y las restri cciones
bancarrota delosparti cularesy lasi ndustrias.Sólo lossoci alistasque, con Karl Marx, políti cas.Enlosqui nceañosanteri oresa 1914 desembarcaronenlosEstadosUni dos
consi deraban que losci closeran parte de un proceso medi ante el cual el capi tali
smo casi15 mi llonesdepersonas.Enlos15 añossi gui entesesenúmero di smi nuyóa 5, 5
generaba unas contradi cciones i nternas que acabarían si endo i nsuperables, creían que mi llonesy en la década de 1930 y en losañosde la guerra el fluj o mi gratori o se
suponíanuna amenaza para la exi stencia del sistema económi co.Exi stía la convi cciónde interrumpi ó casipor completo, pues sólo entraron en el país 650.000 personas
que la economía mundi al continuaría creci endo y progresando, como había sucedi do (Hist oricalSt atistics, I, p.105, cuadro C 89-101).La emi graci ón procedente de la
durantemásdeunsi glo, excepto durantelasbrevescatástrofesdelasdepresi onescíclicas. península i bérica, ensu mayorpartehaci a Améri ca Lati na, di smi nuyóde1.750.000
Lo novedoso era queprobablementeporpri mera vezenla hi storia del capi tali
smo, sus personas en el deceni o 1911-1920 a menos de 250.000 en los años trei nta.El
fluctuacionesparecíanponerrealmenteenpeli gro al si
stema.Másaún, en i mportantes comerci o mundi al se recuperó de las conmoci ones de la guerra y de la cri sis de
aspectosparecía interrumpi rsesu curva secularascendente. posguerra para superarli geramenteel ni vel de1913 a fi nalesdelosañosvei nte, cayó
luego duranteel período dedepresi óny al fi nalizarla era delascatástrofes(1948)su
Desdela revoluci óni ndustri
al, la historia dela economía mundi al sehabía caracterizado
volumen no era mucho mayor que antes de la pri mera guerra mundi al (W .W .
por un progreso técni co acelerado, por el creci miento económi co conti nuo, aunque
Rostow, 1978, p.669).En contraparti da se había más que dupli cado entre los
desigual, y poruna creci ente«mundi alización», quesuponía una di vi si
óndel trabajo, cada
primerosañosdela década de1890y 1913 y semulti pli caría porci nco enel período
vezmáscomplej a, a escala planetari a y la creaci ón deuna red cada vezmásdensa de
comprendi do entre1948 y 1971.El estancami ento resulta aúnmássorprendentesise
corrientesei ntercambi osqueli gabana cada una delaspartesdela economía mundi al con
tieneencuenta queuna delassecuelasdela pri mera guerra mundi al fuela apari ción
el sistema global.El progreso técni co conti nuóei ncluso seaceleróenla era delascatás-
de un número i mportante de nuevos estados en Europa y el Próxi mo Ori ente.El
trofes, transformando lasguerrasmundi alesy reforzándosegraci asa ellas.Aunqueenlas
incremento tanimportantedela extensi óndelasfronterasnaci onalesi nducea pensar
vidasdecasitodosloshombresy muj erespredomi naron lasexperi enciaseconómi casde
quetendría quehaberseregi strado unaumento automáti co del comerci oi nterestatal,
caráctercataclísmi co, queculmi naronenla GranDepresi ónde1929-1933, el creci mi ento
ya quelosi ntercambi oscomerci alesqueantesteníanlugardentro deunmi smo país
económi co no se i nterrumpi ó durante esosdeceni os.Simplemente se desaceleró.En la
(porejemplo, en Austri a-Hungría o en Rusi a)sehabían converti do en i ntercambi os
economía demayorenvergadura y másri ca dela época, la delosEstadosUni dos, la tasa
internaci onales.(Lasestadísti casdel comerci o mundi al sólo contabi lizanel comerci o
medi a
que atravi esa fronterasnaci onales. )Asi mi smo, el trági co flujo de refugi adosen la
época de posguerra y posrevoluci onari a, cuyo número se contabi lizaba ya en
1.El hecho dequehaya si do posibleestablecerprediccionesacertadasa partirdelasondaslargasde mi llonesdepersonas(véaseel capítulo XI)índi ca quelosmovi mi entosmi gratorios
Kondrati
ev— algo queno escomúnenla economía— ha convenci do a muchoshistori
adores, ei
ncluso a algunos
economistas,dequeconti
enenuna partedeverdad, aunquesedesconozca quéparte. mundi alestendríanquehabersei ntensi ficado, enlugardedi smi nuir.Durantela Gran
Depresi ón, pareci ói nterrumpi rse incluso el fluj o internaci onal de capi tales.Entre
1927 y 1933, el volumendelospréstamosi nternacionalesdi smi nuyómásdel 90por
100.
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Se han apuntado vari asrazonespara expli carese estancamiento, porejemplo, y que solamente le si
rvi
ó para pagar una bebi
da en el bar al que acudía ha-
que la pri ncipal economía naci onal del mundo, los Estados Uni dos, estaba bitualmente.
alcanzando la situaci ón de autosufi cienci
a, excepto en el sumi nistro de algunas
En suma, se esfumó porcompleto el ahorro pri vado, lo cual provocó una falta
materias primas, y que nunca había teni do una gran dependenci a del comerci o
casitotal de capi tal circulante para lasempresas.Eso expli ca en gran medi da que
exteri
or.Si n embargo, i ncluso en paísesquesi emprehabían desarrollado una gran
durante los años si gui entes la economía alemana tuvi era una dependenci a tan
activi
dad comerci al, como Gran Bretaña y lospaísesescandi navos, sehacía patente
estrecha de los crédi tos exteri ores, dependenci a que fue la causa de su gran
la misma tendenci a.Los contemporáneos creían veruna causa más evi dente de
vulnerabilidadcuando comenzóla Depresi ón.No era mucho mejorla si tuaciónenla
alarma, y probablementeteníanrazón.Todoslosestadoshacíancuanto estaba ensu
URSS, aunque la desapari ción del ahorro pri vado monetari o no tuvo las mi smas
mano para protegersu economía frentea lasamenazasdel exteri or, esdeci r, frentea
consecuenci aseconómi casy políticas.Cuando termi nó la gran inflación en 1922-
una economía mundi al quesehallaba enuna di fíci
l si
tuaci
ón.
1923, debi do fundamentalmentea la deci sióndelosgobi ernosdedej ardei mpri mi r
Al pri ncipio, tanto losagenteseconómi coscomo losgobi ernosesperaban que, papel moneda en canti dad ili
mi tada y demodi fi
carel valordela moneda, aquellos
una vezsuperadaslasperturbaci onescausadasporla guerra, volvería la si tuaciónde alemanesque dependían de unosi ngresosfi josy de susahorrosse vi eron en una
prosperi dad económi ca anteriora 1914, que consi deraban normal.Ci ertamente, la situación de grave di ficultad, aunque en Poloni a, Hungría y Austri a la moneda
bonanza i nmedi atamente posteri or a la guerra, al menos en los países que no conservóalgo desu valor.No esdi fícilimagi nar, sinembargo, el efecto traumáti co
sufrieron los efectos de la revoluci ón y de la guerra ci vi l, parecía un si gno dela experi encia en lascapasmedi asy medi asbaj asdela poblaci ón.Esa si tuación
prometedor, aunque tanto las empresas como los gobi ernos veían con recelo el preparóa la Europa central para el fasci smo.Losmecani smospara acostumbrara la
enormefortaleci mi ento del poderdela claseobrera y desussi ndi catos, porqueharía poblaci ón a largos períodos de una i nflación de preci os patológi ca (porej emplo,
queaumentaranloscostesdeproducci ónal exi girmayoressalari osy menoshorasde medi antela «indexaci ón» delossalari osy deotrosi ngresos, término queseuti li

trabajo.Si n embargo, el reajusteresultó másdi fíci
l delo esperado.Lospreci osy la porpri mera vez haci a 1960)no se i nventaron hasta despuésde la segunda guerra
prosperi dad se derrumbaron en 1920, socavando el poderde la clase obrera — el mundi al.3
desempleo no volvi óa descenderenGranBretaña muy pordebaj o del 10por100y
La si tuación parecía haber vuelto a la calma en 1924 y se vi slumbraba la
lossi ndicatosperdi eron la mitad de susafiliadosen losdoce añossi gui entes— y
posibi li
dad de que retornara lo que un presi dente norteameri cano llamó «nor-
desequi librando denuevo la balanza enfavordelosempresari os.A pesardeello, la
mali dad».Enefecto, sereanudóel creci miento económi co mundi al, aunquealgunos
prosperi dadconti nuaba sinllegar.
productores de materi as pri mas y productos ali mentari os bási cos, entre ellos los
El mundo anglosaj ón, los países que habían permaneci do neutrales y Japón agricultoresnorteameri canos, sufri eron lasconsecuenci asdeun nuevo descenso del
hicieron cuanto lesfue posi ble para i ni ciarun proceso deflaci onari o, esto es, para precio de los productos pri mari os, después de una breve recuperaci ón.Los años
intentarquesuseconomíasretornaran a losvi ejosy firmespri nci piosdela moneda veinte no fueron una época dorada para lasexplotaci onesagrícolasen losEstados
estable garantizada poruna si tuación fi nanci era sóli
da y porel patrón oro, que no Uni dos. Además, en la mayor parte de los países de la Europa occi dental el
había resistido losembatesde la guerra.Lo consi guieron en alguna medi da entre desempleo conti nuaba si endo sorprendentemente alto (patológi camente alto, en
1922 y 1926.En cambi o, en la gran zona dela derrota y lasconvulsi onessoci ales comparaci ón con losni velesanteri oresa 1914).Hay que recordarque aun en los
queseextendía desdeAlemani a, en el oeste, hasta la Rusia sovi éti
ca, en el este, se añosdebonanza económi ca del decenio de1920 (1924-1929), el desempleo fuedel
registró un hundi miento espectaculardel si stema monetari o, sólo comparableal que ordendel 10-12 por100enGranBretaña, Alemani a y Suecia, y no descendi ódel 17-
sufrió una parte del mundo poscomuni sta despuésde1989.En el caso extremo — 18 por100enDi namarca y Noruega.La úni ca economía quefunci onaba realmentea
Alemani a en1923— el valordela moneda sereduj o a una millonési ma partedel de pleno rendi miento era la delosEstadosUni dos, con un índicemedi o deparo apro-
1913, lo queequi valea deci rquela moneda perdi ócompletamentesu valor.Incluso ximado del 4 por100.Losdosfactoresci tadosi ndicaban que la economía estaba
en casosmenosextremos, lasconsecuenci asfueron realmentedramáti cas.El abuelo aquej ada de graves problemas.El hundi mi ento de los preci os de los productos
del autor, cuya póliza desegurosvenci ó duranteel período dei nflación austriaca, 2 básicos(cuya caída ulteri orsei mpi diómedi antela acumulaci óndestockscreci entes)
contaba quecobróesa gransuma enmoneda devaluada, demostraba que la demanda era muy i nferior a la capaci dad de producci ón.Es
necesari o teneren cuenta tambi én que la expansi ón económi ca fue ali mentada en
2.Enel siglo XIX, al final del cual lospreci
oseranmucho másbaj osqueensu i ni
cio, la poblaci
ónestaba tan
granmedi da porlasgrandescorri entesdecapi -
acostumbrada a la estabili
dado al descenso delospreci os, quela palabra inf
laciónbastaba para defini
rlo que
ahora llamamos«hi perinflaci
ón».
3.En losBalcanesy en losestadosde)Bálti co losgobi
ernosno perdi
eron totalmente el control de la
i
nflación, aunqueésta consti
tuía ungraveproblema.
98 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 99

tal i
nternacional que circularon porel mundo i ndustriali
zado, y en especi
al haci
a GranBretaña, extraordi nariamentesensi blesa losmovi mientossísmi cosprocedentes
Alemani a.Estepaís, queen1928 había si do el desti
natario decasila mitaddetodas del oeste (o del este), también resultaron afectadas.La i ndustri
a sedera j aponesa
lasexportaci onesde capi tal del mundo, recibió un volumen de préstamosde entre había tripli
cado su producci ónenel plazo dequi nceañospara aprovi sionaral vasto
200 y 300 bi llonesdemarcos, la mi tad deellosa corto plazo (Arndt, 1944, p.47; y crecientemercado demedi asdeseda estadouni dense.La desaparicióntemporal de
Ki ndelberger, 1973).Eso hacía muy vulnerablea la economía alemana, como quedó esemercado conllevótambi énla del 90por100dela seda j aponesa queseenvi aba a
demostrado cuando sereti raronloscapi talesnorteameri canosdespuésde1929. Norteaméri ca.Si multáneamente, sederrumbó el preci o deotro importanteproducto
básico de la agri cultura j
aponesa, el arroz, fenómeno que tambi én afectó a las
Porconsi gui ente, no fueuna gran sorpresa para nadi e, salvo para losdefensores
grandeszonasarrocerasdel sury el estedeAsi a.Como el precio del trigo sehundi ó
de la Norteaméri ca provi nciana, cuya i magen se haría fami li
ar en el mundo
aún másespectacularmente que el del arroz, se di ce que en ese momento muchos
occidental contemporáneo a travésdela novela Babbit t(1920), del norteameri cano
orientalessusti tuyeron esteúltimo producto porel trigo.Si n embargo, el boom del
SinclairLewi s, que la economía mundi al atravesara pornuevasdi ficultadespocos
pan de chapat ti y de lostallari
nes, siesque lo hubo, empeoró la si tuación de los
añosdespués.Dehecho, durantela época debonanza la Internaci onal Comuni sta ya
agricultores en los países exportadores de arroz como Bi rmania, la Indochi na
había profetizado una nueva cri si
seconómi ca, esperando — así lo creíano afi rmaban
francesa y Si am (la actual Tai landia) (Latham, 1981, p.178).Los campesi nos
creerlo susportavoces— que desencadenaría una nueva oleada revoluci onaria.En
intentaron compensar el descenso de los preci os aumentando sus culti vos y sus
realidad, susconsecuenci asfueron j ustamente lascontrari as.Si n embargo, lo que
ventasy eso setradujo enuna caída adi cional delosprecios.
nadi e esperaba, ni si qui era los revoluci onari os en sus momentos de mayor
optimi smo, era la extraordinaria generalidady profundi daddela cri sisquesei nició, Esa si tuación llevó a la ruina a los agri cultores que dependían del mercado,
como sabeni ncluso losno hi stori
adores, conel cracdela Bolsa deNueva Yorkel 29 especi almentedel mercado deexportaci ón, salvo enloscasosenquepudi eronvolver
deoctubrede1929.Fueun aconteci miento deextraordi naria magni tud, quesupuso a refugi arse en una producci ón de subsi stencia, último reducto tradi cional del
poco menosqueel colapso dela economía capi tali
sta mundi al, queparecía atrapada campesi no.Eso era posi bleenuna granpartedel mundo subdesarrollado, y el hecho
en un círculo vi cioso dondecada descenso delosíndi ceseconómi cos(exceptuando de que la mayoría de la poblaci ón de Afri ca, de Asi a meri dional y oriental y de
el del desempleo, que alcanzó ci frasastronómi cas)reforzaba la baj a de todoslos Améri ca Lati na fuera todavía campesi na, le permi ti
ó capearel temporal.Brasi l se
demás. convi rtióenla i lustraci
ónperfecta del despi lfarro del capitali
smo y dela profundi dad
de la cri sis, con sus plantadores que i ntentaban desesperadamente i mpedi r el
Como señalaron los admi rables expertos de la Soci edad de Naci ones, aunque
hundi mi ento delospreci osquemando caféenlugardecarbónenlaslocomotorasde
nadi e lostomó muy en cuenta, la dramáti ca recesión de la economía i ndustrial de
lostrenes.(Entre dosterci osy trescuartosdel café que se vendía en el mercado
Norteaméri ca no tardó en golpearal otro gran núcleo i ndustri al, Alemani a (Ohlin,
mundi al procedía deesepaís. )Detodasmaneras, para losbrasi leños, queaúnvi vían
1931).Entre1929 y 1931 la producci ón i ndustri
al dismi nuyó aproxi madamente un
del campo en su i nmensa mayoría, la Gran Depresi ón fuemucho másllevadera que
tercio en losEstadosUni dosy en una medi da parecida en Alemani a, sibi en estas
loscatacli smoseconómi cosdelosañosochenta, sobretodo porqueenaquella cri sis
cifrassonmedi asquesuavi zanla reali dad.EnlosEstadosUni dos, la grancompañía
lasexpectati vaseconómi casdela poblaci ónpobreerantodavía muy modestas.
del sectoreléctri co, W esti nghouse, perdi ó dos tercios de sus ventas entre 1929 y
1933 y susi ngresosnetosdescendi eron el 76 por100 en dosaños(Schatz, 1983, p. Sin embargo, los efectos de la cri sis se dejaron sentirincluso en los países
60).Seproduj o una cri sisen la producci ón deartículosdepri mera necesi dad, tanto agrarioscoloniales.Así pareceindicarlo el descenso entorno a losdosterciosdelas
alimentos como materi as pri mas, dado que sus preci os, que ya no se protegían importacionesde azúcar, harina, pescado en conserva y arroz en Costa de Oro (la
acumulando exi stenciascomo antes, i niciaron una caída li bre.Lospreci osdel té y actual Ghana), dondeel mercado del cacao sehabía hundi do completamente, porno
del tri
go cayeronendosterci osy el dela seda enbruto entrescuartos.Eso supuso el menci onarel recortedelasi mportacionesdeginebra enun98 por100(Ohlin, 1931,
hundi mi ento — pormenci onartan sólo lospaíses enumeradosporla Soci edad de p.52).
Naci ones en 1931— de Argenti na, Australi a, Bolivia, Brasi l, Canadá, Colombi a,
Para qui enes, por definición, no poseían control o acceso a los medi os de
Cuba, Chi le, Egipto, Ecuador, Fi nlandia, Hungría, Indi a, lasIndi asHolandesas(la
producci ón (salvo que pudi eran retornar a las aldeas al seno de una fami lia
actual Indonesi a), M alasi a (británica), M éxi co, Nueva Zelanda, Países Baj os,
campesi na), esdecir, para loshombresy muj eresque trabaj aban a cambio de un
Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, cuyo comerci o exteri ordependía de unos
salario, la princi
pal consecuenci a de la Depresión fue el desempleo en una escala
pocosproductospri mari os.En defi ni
tiva, esefenómeno transformó la Depresi ón en
inimagi nada y sinprecedentes, y pormucho másti empo del quenadi epudiera haber
unaconteci mi ento li
teralmentemundi al.
previsto.Enlosmomentospeoresdela cri si
s(1932-1933), los
LaseconomíasdeAustri
a, Checoslovaqui
a, Greci
a, Japón, Poloni
ay
100 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 101

índicesdeparo sesi tuaronenel 22-23 por100enGranBretaña y Bélgi ca, el 24 por queel 85 por100delosafi li
adosdel Parti
do Comuni sta alemán, quedurantelosañosde
100enSueci a, el 27 por100enlosEstadosUni dos, el 29 por100enAustri a, el 31 la Depresión y en losmesesanteri oresa la subi
da deHi tleral podercreci
ó casitan
por100 en Noruega, el 32 por100 en Di namarca y en no menosdel 44 por100 en depri
sa como el parti
do nazi, erandesempleados(W eber, 1969, 1, p.243).
Alemani a.Además, la recuperaci ón que se i nici
ó a parti r de 1933 no permi ti
ó
No puedesorprenderqueel desempleo fuera consi derado como una heri da profunda,
reducirla tasa medi a dedesempleo delosañostrei nta pordebaj o del 16-17 por100
quepodía llegara sermortal, enel cuerpo políti co.«Despuésdela guerra — escri bióun
enGranBretaña y Sueci a, y del 20por100enel resto deEscandi navi a, enAustri ay
editori
alista enel Times londi nensedurantela segunda guerra mundi al— , el desempleo ha
en losEstadosUni dos.El úni co estado occi
dental queconsi guió acabarcon el paro
si
do la enfermedad másextendi da, insidiosa y destructiva denuestra generaci ón:esla
fue la Alemani a nazi entre 1933 y 1938.Nadi e podía recordar una catástrofe
enfermedad soci al dela civilizaci ón occidental en nuestra época» (Arndt, 1944, p.250).
económi ca detal magni tudenla vi da delostrabajadores.
Nunca hasta entonces, enla hi stori a dela industriali
zación, habíanpodido escri bi
rseesas
Lo que hi zo aún más dramáti ca la situación fue que lossi stemas públi cos de palabras, queexpli can la política deposguerra delosgobi ernosocci dentalesmejorque
seguri dad soci al (i
nclui do el subsi dio dedesempleo)no exi stían, en el caso de los cualqui erinvesti gacióndearchi vo.
Estados Uni dos, o eran extraordi nari amente i nsufi ci
entes, según nuestros cri teri os
Curiosamente, el senti miento de catástrofe y desori entación causado por la Gran
actuales, sobretodo para losdesempleadosenperíodoslargos.Esta esla razónporla
Depresi ónfuemayorentreloshombresdenegoci os, loseconomi stasy lospolíti cosque
que la seguri dad ha si do si empre una preocupaci ón fundamental de la clase
entre las masas.El desempleo generali zado y el hundi mi ento de los preci os agrarios
trabajadora:protecci ón contra lastemi dasi ncertidumbresdel empleo (esdeci r, los
perjudicó gravemente a estasmasas, pero estaban segurasde que exi stía una soluci ón
salarios), la enfermedado losacci dentesy contra la temi da certi dumbredeuna vej ez
política para esasi njustici
as— ya fuera en la derecha o en la i zqui erda— que haría
sini ngresos.Eso expli ca tambi én que lostrabaj adoressoñaran con vera sushi jos
posible que los pobres pudi esen ver sati sfechas sus necesi dades.Era, porcontra, la
ocupando un puesto de trabaj o modestamente pagado pero seguro y que le di era
inexistencia de soluci ones en el marco de la vi eja economía li beral lo que hacía tan
derecho a una j ubi lación.Incluso en el país donde los si stemas de seguro de
dramáti ca la si
tuaci óndelosresponsablesdelasdeci sioneseconómi cas.A su j ui
cio, para
desempleo estaban más desarrollados antes de la Depresi ón (Gran Bretaña), no
hacerfrentea corto plazo a lascri sisi nmedi atas, seveíanobli gadosa socavarla basea
alcanzabannisi qui era al 60por100dela poblaci óntrabaj adora, y ello porquedesde
largo plazo deuna economía mundi al floreciente.En un momento en queel comerci o
1920 Gran Bretaña se había vi sto obli gada a tomarmedi dascontra un desempleo
mundi al disminuyóel 60por100encuatro años(1929-1932),losestadoscomenzarona
generali zado.En losdemáspaísesdeEuropa (excepto en Alemani a, dondemásdel
levantarbarrerascada vezmayorespara protegersusmercadosnaci onalesy susmonedas
40 por 100 tenía derecho a perci bir un seguro de paro), la proporci ón de los
frente a los ci clones económi cos mundi ales, aun sabedores de que eso si gnificaba
trabajadoresprotegi doseneseapartado osci laba entre0y el 25 por100(Flora, 1983,
desmantelarel si stema mundi al de comerci o multi lateral en el que, según creían, debía
p.461).Aquellos que se habían acostumbrado a trabaj ar i ntermi tentemente o a
sustentarsela prosperidaddel mundo.La pi edra angulardeesesi stema, la llamada «cláusula
atravesarporperíodos de desempleo cícli co comenzaron a senti rse desesperados
de naci ón más favoreci da», desapareci ó de casiel 60 por100 de los 510 acuerdos
cuando, una vezhubi eron gastado suspequeñosahorrosy agotado el crédi to en las
comerci alesquesefi rmaron entre1931 y 1939 y, cuando seconservó, lo fuedeforma
tiendasdeali mentos, veíani mposi bleencontraruntrabaj o.
limitada (Snyder, 1940).4 ¿Cómo acabaría todo? ¿Sería posi ble sali r de ese círculo
Deahí el impacto traumáti co quetuvo enla política delospaísesi ndustri
alizados vicioso?
el desempleo generali zado, consecuencia pri mera y principal dela Gran Depresi ón
Másadelanteseanali zarán lasconsecuenci aspolíti casinmedi atasdeeseepi sodio, el
para el grueso de la población.Poco lespodía i mportarqueloshi stori
adoresde la
mástraumáti co enla histori
a del capitalismo, pero esnecesario referirsesi
ndemora a su más
economía (y la lógica)puedandemostrarquela mayorpartedela mano deobra que
importanteconsecuenci a a largo plazo.En pocaspalabras, la Gran Depresi ón desterró el
estuvo empleada i ncluso durantelospeoresmomentoshabía mej orado notablemente
li
berali
smo económi co durantemedi o siglo.En1931-1932, GranBretaña, Canadá, todoslos
su posi ción, dado que los preci os descendi eron durante todo el período de
paísesescandi navosy EstadosUni dosabandonaronel patrónoro, quesi emprehabía si do
entreguerrasy que durante losañosmásdurosde la Depresi ón lospreci osde los
considerado como el fundamento deuni ntercambioi nternaci
onal estable, y en1936se
alimentoscayeron másrápi damente que losde losrestantesproductos.La i magen
domi nanteenla época era la deloscomedoresdebenefi cencia y la delosej érci
tosde
desempleados que desde los centros fabri les donde el acero y los barcos habían 4.La «cláusula denaci ónmásfavoreci da»si gni
fica, dehecho, lo contrari
o delo queparece, a saber,que
dejado defabri carse convergían hacia lascapi talespara denunci ara losquecreían el i
nterlocutorcomerci
al serátratado dela mi
sma forma quela «naci
ónmásfavoreci da», esdecir, queninguna
naciónserámásfavorecida.
responsablesdela si tuación.Porsu parte, lospolíticoseranconsci entesde
102 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 103

sumarona la medi da incluso losmásfervi entespartidariosdeesesi stema, losbelgas ci


dosdequesobrevendríangravesconfli ctossoci
alesy sesi
nti
eronsorprendi
dosde
y losholandeses, y fi nalmente losfranceses.5 Gran Bretaña abandonó en 1931 el queeso no ocurri
era (véaseel capítulo XIV).
librecomerci o, quedesde1840 había si do un elemento tan esenci al dela i dentidad
Engranparte, eso sedebi óa otra medida profiláctica adoptada durante, despuésy
económi ca británica como lo es la Consti tuci
ón norteameri cana en la i dentidad
como consecuenci a dela GranDepresi ón:la implantaci óndesi stemasmodernosde
política de los Estados Uni dos.El abandono por parte de Gran Bretaña de los
seguridad soci al.¿A qui én puede sorprenderque losEstadosUni dosaprobaran su
princi piosdela li bertaddetransacci onesenel seno deuna úni ca economía mundi al
ley de la seguri dad soci al en 1935? Nos hemos acostumbrado de tal forma a la
ilustra dramáticamentela rápi da generali
zaci óndel protecci
oni smo enesemomento.
generalización, a escala universal, deambiciosossi stemasdeseguri dadsoci al enlos
M ás concretamente, la Gran Depresi ón obli gó a losgobiernosocci dentales a dar
países desarrollados del capi talismo industri
al — con algunas excepci ones, como
prioridad a lasconsi deracionessoci alessobrelaseconómi casen la formulaci ón de
Japón, Sui za y los Estados Uni dos— que olvi damos cómo eran los «estados del
sus políti cas.El peli gro que entrañaba no hacerlo así — la radi calización de la
bienestar», en el senti do moderno de la expresi ón, antes de la segunda guerra
izqui erda y, como sedemostró en Alemani a y en otrospaíses, dela derecha— era
mundi al. Incluso los países escandi navos estaban tan sólo comenzando a
excesi vamenteamenazador.
implantarlos en ese momento.De hecho, la expresi ón «estado del bi enestar» no
Así, los gobi ernos no se li mitaron a proteger a la agri cultura i mponi endo comenzóa uti lizarsehasta losañoscuarenta.
arancelesfrentea la competenci a extranj
era, aunque, dondeya exi stían, loselevaron
Unhecho subrayaba el trauma deri vado dela GranDepresi ón.“el úni co paísque
aúnmás.Durantela Depresi ón, subvencionaronla acti vidadagrari a garanti zando los
había rechazado el capi talismo, la Uni ón Sovi ética, parecía ser i nmune a sus
preciosal productor, comprando losexcedenteso pagando a losagri cultorespara
consecuenci as.M i entras el resto del mundo, o al menos el capi talismo li beral
queno produjeran, como ocurri óenlosEstadosUni dosdesde1933.Losorígenesde
occi dental, sesumía en el estancami ento, la URSS estaba i nmersa en un proceso de
las extrañas paradojas de la «políti ca agraria común» de la Comuni dad Europea,
industri alizaciónacelerada, conla apli caci óndelosplanesquinquenales.Entre1929
debido a la cual en losañossetenta y ochenta una mi noría cada vezmásexi gua de
y 1940, la producci ón i ndustrial se multipli có al menos por tres en la Uni ón
campesi nos amenazó con causar la bancarrota comuni tari
a en razón de las
Sovi ética, cuya parti cipaciónenla producci ónmundi al deproductosmanufacturados
subvenci onesquereci bían, seremontana la GranDepresi ón.
pasó del 5 por100 en 1929 al 18 por100 en 1938, mi entrasqueduranteel mi smo
Encuanto a lostrabajadores, una veztermi nada la guerra, el «pleno empleo», es período la cuota conjunta delosEstadosUni dos, GranBretaña y Franci a dismi nuyó
deci r, la eliminacióndel desempleo generali zado, pasó a serel obj eti
vo básico dela del 59 al 52 por100 del total mundi al.Además, en la Uni ón Sovi ética no exi stía
política económi ca en lospaísesen losquesei nstauró un capi tali
smo democráti co desempleo.Esoslogrosi mpresi onaron a losobservadoresextranj erosde todaslas
reformado, cuyo más célebre profeta y pi onero, aunque no el úni co, fue el ideologías, i ncluido el reduci do pero i nfluyente flujo de turi stasque vi si
tó M oscú
economi sta británico John M aynard Keynes (1883-1946).La doctri na keynesi ana entre1930y 1935, másquela tosquedadei neficacia dela economía sovi ética y que
propugnaba la eli mi naciónpermanentedel desempleo generali zado porrazonestanto la crueldad y la brutali dad de la colecti vización y de la represi ón generali zada
de benefi cio económi co como políti co.Loskeynesi anossostenían, acertadamente, efectuadasporStali n.En efecto, lo quelesi mportaba realmenteno era el fenómeno
que la demanda que generan losi ngresosde lostrabajadoresocupadostendría un dela URSS, si no el hundi mi ento desu propi o si
stema económi co, la profundi dadde
efecto esti mulantesobrelaseconomíasdepri midas.Si nembargo, la razónporla que la crisisdel capi tali
smo occi dental.¿Cuál era el secreto del si stema sovi ético?¿Podía
sedi o la máxi ma prioridad a esesi stema deestímulo dela demanda — el gobi erno extraersealguna enseñanza desu funci onami ento?A raízdelosplanesqui nquenales
británi co asumi ó ese obj etivo antes i ncluso de que estallara la segunda guerra de Rusi a, los térmi nos «plan» y «plani ficación» estaban en boca de todos los
mundi al— fue la consi deración de que el desempleo generali zado era social y políticos.Losparti dossoci aldemócratascomenzarona apli car«planes», porejemplo
políticamenteexplosi vo, tal como había quedado demostrado durantela Depresi ón. en Bélgi ca y Noruega.Si rArthurSalter, un funci onari o británi co di sti ngui do y uno
Esa convi cciónera tansóli da que, cuando muchosañosdespuésvolvi óa produci rse delospi laresdela clasedi ri
gente, escribióunli bro ti
tulado Recoverypara demostrar
un desempleo en gran escala, y especi almente durante la grave depresi ón de los que para que el país y el mundo pudi eran escaparal círculo vi cioso de la Gran
primerosañosdela década de1980, losobservadores(i ncluido el autordeesteli bro) Depresi ón era esenci al construi r una soci edad plani ficada. Otros funci onarios
estabanconven- británicosmoderadosestableci eron un grupo de reflexi ón abi erto al que di eron el
nombre de PEP (Poli tical and Economi c Plani ng, Plani ficaci ón económi ca y
5.Ensu forma clásica, el patrónoroda a la unidadmonetari a, porej
emplo unbi
lletededólar,el valor
política). Una seri e de j óvenes políti cos conservadores, como el futuro pri mer
deunpeso determi
nado deoro.porel cual lo i
ntercambi
aráel banco, siesnecesari
o. mi nistro Harold M acmi llan (1894-1986) se convi rtieron en defensores de la
«plani ficaci ón».Inclu-
104 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 105

so losmi smosnazi splagiaron la i


dea cuando Hi tlerinici
ó un «plan cuatri
enal».(Por lasimportaci onesquereali zabanlosqui ncepaísesconuncomerci o másintenso, lo cual
razonesqueseanali zaránenel próximo capítulo, el éxi
to delosnazisenla superaci
ónde explica lasconsecuenci asdesastrosasdela crisispara losproductoresdetri go, algodón,
la Depresi
óna parti
rde1933 tuvo menosrepercusi onesi nternaci
onales.) azúcar, caucho, seda, cobre, estaño y café(Lary.1943, pp.28-29).EstadosUni dosfue
tambi én la pri
ncipal vícti
ma dela cri si
s.Sisusi mportacionescayeron un 70 por100
entre1929 y 1932, no fuemenorel descenso desusexportaci ones.El comerci o mundi al
II disminuyómenosdeunterci o entre1929 y 1939, pero lasexportacionesestadouni denses
descendi eroncasiun50por100.
¿Cuál esla causa del mal funci onami ento dela economía capi tali
sta enel período de Esto no supone subesti marlas raíces estri ctamente europeas del problema, cuyo
entreguerras? Para responder a esta pregunta es i mpresci ndi ble tener en cuenta la origen era fundamentalmente políti co.En la conferenci a depaz de Versalles(1919)se
situacióndelosEstadosUni dos, puessienEuropa, al menosenlospaísesbeli gerantes, habían i mpuesto a Alemani a unos pagos onerosos y no defi ni dos en concepto de
losproblemaseconómi cospuedenexpli carseenfunci óndelasperturbaci onesdela guerra «reparaci ones»porel costo dela guerra y losdañosocasi onadosa lasdi ferentespotenci as
y la posguerra, los Estados Uni dos sólo habían teni do una breve, aunque deci siva, vencedoras.Para j ustifi
carlassei ncluyóenel tratado depazuna cláusula quedeclaraba a
intervenci ónenel confli cto.La pri mera guerra mundi al, lej
osdedesqui ciarsu economía, Alemani a únicaresponsabledela guerra (la llamada cláusula de«culpabi lidad»), que,
la benefi ci ó (como ocurri ría tambi én con la segunda guerra mundi al) de manera ademásdeserdudosa hi stóricamente, fueunauténti co regalo para el naci onalismo alemán.
espectacular.En1913, losEstadosUni doseranya la mayoreconomía del mundo, conla La suma quedebía pagarAlemani a no seconcretó, enbusca deuncompromi so entrela
tercera partedela producci óni ndustrial, algo menosdela suma total delo queproducían posicióndelosEstadosUni dos, queproponíanquesefi j
ara enfunci óndelascapaci dades
conj untamenteAlemani a, GranBretaña y Franci a.En1929 produj eronmásdel 42 por100 del país,y la delosotrosaliados— pri ncipalmenteFranci a— quei nsistíanenresarci rsede
de la producci ón mundi al, frente a algo menos del 28 por100 de las tres potenci as todosloscostosdela guerra.El obj etivo querealmenteperseguían— al menosFranci a—
industrialeseuropeas(Hi lgerdt, 1945, cuadro 1.14).Esa ci fra esrealmenteasombrosa. era perpetuarla debili
daddeAlemani a y disponerdeunmedi o para presi onarla.En1921 la
Concretamente, enel período comprendi do entre1913 y 1920, mi entrasla producci ónde suma sefi jó en 132.000 mi llonesdemarcosdeoro, quetodo el mundo sabía que era
acero aumentóun25 por100enlosEstadosUni dos, enel resto del mundo di sminuyóun imposi bledepagar.
tercio (Rostow, 1978, p.194, cuadro III.33).En resumen, al termi narla primera guerra
mundi al, el predomi ni
o dela economía estadouni denseenel escenari ointernacional era tan Las«reparaci ones» susci taron i nterminablespolémi cas, crisi
speri ódi casy arreglos
claro como el queconsegui ría despuésdela segunda guerra mundi al.Fuela GranDepresi ón negoci adosbaj o losauspi ciosnorteameri canos, puesEstadosUni dos, congrandescontento
la quei nterrumpi ótemporalmenteesa si tuaci ónhegemóni ca. desusanti guosali ados, pretendía vincularla cuestióndelasreparaci onesdeAlemani a con
el pago delasdeudasdeguerra quetenían losali adosconW ashi ngton.Estasúlti masse
La guerra no sólo reforzó su posi ción de pri ncipal productormundi al, si
no que lo fijaronenuna suma casitanabsurda como la queseexi gía a Alemani a (una vezy medi a
convi rtió en el pri ncipal acreedor del mundo. Los bri tánicos habían perdi do la renta naci onal del paísde1929);lasdeudasbri táni
casconlosEstadosUni dossuponían
aproxi madamente una cuarta parte de sus i nversiones mundi ales durante la guerra, el 50por100dela renta naci onal deGranBretaña y lasdelosfranceseslosdosterci os
principalmentelasefectuadasenlosEstadosUni dos, delasquetuvi eronquedesprenderse (Hi ll, 1988, pp.15-16).En1924 entróenvi gorel «PlanDawes», quefi jóla suma real que
para comprarsumi nistrosdeguerra.Porsu parte, losfrancesesperdi eronla mi taddesus debía pagarAlemani a anualmente, y en 1929 el «Plan Young» modi ficó el plan de
inversi ones, como consecuenci a de la revolución y el hundi mi ento de Europa.Mi entras reparaci onesy estableci óel Banco dePagosInternaci onalesenBasi lea (Sui za),la pri
mera
tanto, losEstadosUni dos, queal comenzarla guerra eranunpaísdeudor, al termi narel delasi nstitucionesfi nancierasi nternacionalesquesemulti pli
caríandespuésdela segunda
confli cto eranel pri
ncipal acreedorinternacional.Dado queconcentrabansusoperaci onesen guerra mundi al.(Enel momento deescri bi restaslíneasestodavía operati vo.)A efectos
Europa y en el hemi sferio occidental (losbritánicosconti nuaban si endo con mucho los prácti cos, todoslospagos, tanto delosalemanescomo delosali ados, sei nterrumpi eronen
principalesi nversoresenAsi a y Áfri
ca),su influencia enEuropa era deci si
va. 1932.Sólo Fi nlandia pagótodassusdeudasdeguerra a losEstadosUni dos.
En suma, sólo la situación delosEstadosUni dospuedeexpli carla cri
siseconómi ca Si
n entraren los detalles, dos cuestiones estaban en j
uego.En primer l ugar, la
mundial.Despuésdetodo, enlosañosvei nteera el pri
nci
pal exportadordel mundo y, tras problemática susci
tada porel jovenJohnMaynardKeynes, queescri bióuna dura críti ca
Gran Bretaña, el primeri mportador.En cuanto a lasmateri asprimasy losali mentos de la conferencia de Versalles, en la que participó como miembro subalterno de la
bási
cos, absorbía casiel 40por100de delegaci
ónbri táni
ca:Las consecuencias eco-
106 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 107

nómicas de l apaz(1920).Sino sereconstruía la economía alemana — argumentaba ba prácti camente el mercado i nternaci onal del cine— , tenían mucha menos
Keynes— la restauraci ón de una ci vili
zaci ón y una economía li beral estables en trascendencia para la renta nacional que en cualqui erotro país i ndustrial, puede
Europa sería i mposi ble.La políti ca francesa deperpetuarla debi lidad deAlemani a discutirseel alcancereal delasconsecuenci asdeeseai slamiento deEstadosUni dos
como garantía dela «seguri dad»deFranci a era contraproducente.Dehecho, Franci a con respecto a la economía mundi al, pero esindudable que esta explicación de la
era demasi ado débil para i mponersu políti ca, incluso cuando porun breve ti empo crisisinfluyó en loseconomi stasy políti cosestadounidensesen losañoscuarenta y
ocupóel corazóni ndustri al dela Alemani a occi dental, en1923, conla excusa deque contribuyó a convencer a W ashi ngton de que debía responsabi li
zarse de la
losalemanessenegabana pagar.Fi nalmente, a parti rde1924 tuvi eronquetolerarel estabilidaddela economía mundi al despuésde1945 (Ki ndelberger, 1973).
fortalecimi ento dela economía alemana.Pero, en segundo l ugar, estaba la cuesti ón
El segundo aspecto destacabledela Depresi ón esla incapaci dad dela economía
decómo debíanpagarselasreparaci ones.Losquedeseabanuna Alemani a débi l pre-
mundi al para generaruna demanda sufi ciente que pudi era sustentaruna expansi ón
tendían que el pago se hi ci era en efectivo, en lugarde exi gi
r(como parecía más
duradera.Como ya hemosvi sto, lasbasesdela prosperi dad de losañosvei nte no
racional)una partedela producci ón, o al menosdelosi ngresosprocedentesdelas
eranfi rmes, nisi qui era enlosEstadosUni dos, dondela agri cultura estaba ya enuna
exportaci onesalemanas, puesello habría reforzado la economía alemana frentea sus
situacióndepri mi da y lossalari os, contra lo quesosti eneel mi to dela granépoca del
competi dores.Enefecto, obli garona Alemani a a recurrirsobretodo a loscrédi tos, de
jazz, no aumentabanmucho, ei ncluso seestancaronenlosúlti mosañosdesqui ciados
manera que las reparaci ones que se pagaron se costearon con los cuanti osos
deeufori a económi ca (HistoricalSt atist
ics oft he USA, I, p.164, cuadro D722-727).
préstamos (norteameri canos)soli ci
tados a medi ados de los años vei nte.Para sus
Como tantasvecesocurreen laseconomíasdeli bremercado durantelasépocasde
rivales esto parecía presentarla ventaj a adi ci onal de que Alemani a se endeudaba
prosperi dad, al estancarse los salari os, los benefi cios aumentaron de manera des-
fuertementeen lugardeaumentarsusexportaci onespara consegui rel equi librio de
proporci onada y el sectoracomodado dela poblaci ónfueel másfavoreci do.Pero al
su balanza de pagos. De hecho, las i mportaci ones alemanas aumentaron
no exi stirunequi librio entrela demanda y la producti vi
daddel si stema industri al, en
extraordi nariamente.Pero, como ya hemosvi sto, el si
stema basado enesaspremi sas
rápido i ncremento enesosdíasquevi eronel tri unfo deHenry Ford, el resultado fue
hizo a Alemani a y a Europa muy vulnerables al descenso de los crédi tos de los
la sobreproducci ón y la especulaci ón.A su vez, éstasdesencadenaron el colapso.
EstadosUni dos(antesi ncluso dequecomenzara la Depresi ón)y a su cortefi nal (tras
Sean cualesfueren losargumentosde loshi storiadoresy economi stas, que todavía
la crisi
sdeW all Street de1929).Todo el casti llo denai pesconstrui do entorno a las
conti núan debati endo la cuesti ón, la debi lidad de la demanda impresi onó
reparaci onessederrumbódurantela Depresi ón.Para entoncesla i nterrupcióndelos
profundamente a los contemporáneos que seguían con gran i nterés la actuaci ón
pagosno repercuti ó posi tivamente sobre Alemani a, nisobre la economía mundi al,
política del gobierno.Entreelloshay quedestacara JohnM aynardKeynes.
que había desapareci do como si stema i ntegrado, al i gual que ocurri ó con el
mecani smo depagosi nternaci onalesentre1931 y 1933. Cuando se produj o el hundi miento, este fue, lógi camente, mucho más
espectacular en Estados Uni dos, donde se había i ntentado reforzar la demanda
Sin embargo, las conmociones de la guerra y la posguerra y los problemas
medi ante una gran expansi ón del crédi to a los consumi dores.(Los lectores que
políti
cos europeos sólo explican en parte la gravedad del hundi miento de la
recuerdenlo sucedi do a finalesdelosañosochenta estaránfamili arizadosya conesta
economía enel período deentreguerras.El análi
siseconómico debecentrarseendos
situaci ón.)Losbancos, afectadosya porla eufori ainmobi liari
a especulati va que, con
aspectos.
la contri buci
ón habi tual de losopti mistasi lusosy de la legi ón de negoci antessi n
El pri mero esla exi stenci
a deundesequi li
brio notabley crecienteenla economía escrúpulos, "había alcanzado su ceni t algunosañosantesdel grancrac, y abrumados
internaci onal, como consecuenci a de la asi metría exi stente entre el ni vel de pordeudasi ncobrables, se negaron a concedernuevoscrédi tosy a refi nanci arlos
desarrollo de losEstadosUni dosy el del resto del mundo.El si stema mundi al no exi stentes.Sin embargo, eso no i mpi dió quequebraran pormi llares, 7 mientrasque
funci onaba correctamente — puede argumentarse— porque a di ferenci a de Gran en 1933 casila mi tad delospréstamoshi potecari
osdelosEstadosUni dosestaban
Bretaña, que había si do su centro neurálgi co hasta 1914, Estados Uni dos no atrasadosenel pago y
necesi taba al resto del mundo.Así, mi entras Gran Bretaña, consci ente de que el
sistema mundi al de pagos se sustentaba en la li bra esterli
na, velaba por su 6. No en vano fueron los años vei nte la década del psicólogo Émi le Coué (1857-1926).que
estabi lidad, EstadosUni dosno asumi ó una funci ón estabi li
zadora de la economía popularizóla autosugestiónoptimista medianteel lema, constantementerepetido, de«cada día estoy mejor
mundi al.Losnorteameri canosno dependían del resto del mundo porque desde el entodoslossentidos».
final dela pri mera guerra mundi al necesi
tabani mportarmenoscapi tal, mano deobra 7. El sistema bancario estadounidense no permitía la exi
stenci
a de bancos gi gantescos como los
y nuevas mercancías, excepto algunas materi as pri mas. En cuanto a sus europeos, conunsi stema desucursalesportoda la nacióny, porconsiguiente, estaba formado porbancos
exportaci ones, aunque tenían i mportancia desde el punto de vi sta i nternacional — relativamente débiles de carácterloca]o que.a lo sumo, operaban en el ámbito de cada uno de los
Hollywoodmonopoli za- diferentesestados.
108 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 109

cada día un mi llardesustitularesperdían suspropi edadesporesa causa (Mi lesetal , rar ese período desde los años noventa llama la atenci ón el pesi mi smo de los
1991, p.108).Tan sólo loscompradoresde automóvi lesdebían 1.400 mi llonesde comentari stasmási nteligentes.Para una seriedeeconomi stascapacesy bri llantesel
dólaresde un total de 6.500 mi llonesa que ascendía el endeudami ento personal en futuro del capitalismo era el estancami ento.Ese punto de vi sta, anticipado en el
créditosa corto y medio plazo (Ziebura, 1990, p.49).Lo quehacía quela economía fuera opúsculo de Keynes contra el tratado de paz de Versalles, adqui rió gran
especi almentevulnerablea eseboom credi ti
cio era quelosprestatari osno uti li zaban el predicamento en los Estados Uni dos después de la cri sis. ¿No era acaso el
dinero para comprarlosbi enesdeconsumo tradi ci
onales, necesariospara subsi sti
r, cuya estancami ento el estado natural de una economía madura? Como afi rmó, en otro
demanda era, portanto, muy inelástica:alimentos, prendasdevesti r,etc.Porpobrequeuno diagnóstico pesimi sta acerca del capitalismo, el economi sta austriaco Schumpeter,
sea, no puede reduci rla demanda de productos ali mentariospordebaj o de un ni vel «durante cualqui er período prolongado de malestar económi co, los economi stas,
determi nado, nisiseduplicansusi ngresos, sedoblarádi cha demanda.Lo quecompraban dejándose ganar, como otros, por el estado de áni mo predomi nante, construyen
eranlosbi enesdeconsumo duraderostípi cosdela soci edadmoderna deconsumo enla que teoríasquepretenden demostrarquela depresi ón ha deserduradera» (Schumpeter,
losEstadosUni doseran pioneros.Pero la compra decochesy casaspodía posponerse 1954, p.1.172).Tambi én, posiblemente, loshi storiadoresqueanali cen el período
fácilmentey, encualqui ercaso, la demanda deestosproductosera, y es, muy elásti ca en transcurri
do desde1973 hasta la conclusi óndel si glo XX desdeuna di stancia simi lar
relacióna losingresos. se mostrarán sorprendi dosporla tenaz resi stencia de losañossetenta y ochenta a
aceptarla posibilidaddeuna depresi óngeneral dela economía capi tali
sta mundi al.
Porconsi gui
ente, a menosque se esperara que la cri sisfuera breve y que hubi era
confianza en el futuro, las consecuenci as de ésta podían ser espectaculares.Así, la Y todo ello a pesarde que los años trei nta fueron un deceni o de importantes
producci óndeautomóvi lesdismi nuyóal amit adenlosEstadosUni dosentre1929 y 1931 innovaci ones tecnológi cas en la i ndustri
a, por ejemplo, en el desarrollo de los
y, enunni vel mucho máshumi lde, la produccióndedi scosdegramófono para lascapasde plásticos.Ci ertamente, en un sector— el del entreteni miento y lo quemástardese
poblacióndeescasosi ngresos(di scosrace y di scosdej azzdi ri
gidosa unpúbli co decolor) conocería como «los medi os de comuni cación»— el período de ent reguerras
cesóprácti camenteduranteunti empo.Enresumen, «a di ferencia delosferrocarri les, de cont empl ól os adelantos más trascendent ales, almenos enel mundo anglosajón, con
losbarcosdevaporo dela i ntroducci óndel acero y delasmáqui nasherrami entas— que el triunfo de la radio como medi o decomuni cación demasasy dela i ndustria del
reducían loscostes— , losnuevosproductosy el nuevo esti lo de vida requerían, para cinedeHollywood, porno menci onarla moderna rotati va dehuecograbado (véaseel
difundirseconrapi dez, unosnivelesdei ngresoscada vezmayoresy unelevado grado de capítulo VI), Tal vezno estansorprendentequeenlastri stesciudadesdel desempleo
confianza en el futuro» (Rostow, 1978, p.219).Pero eso era preci samente lo que se generali zado surgi eran gigantescas salas de ci ne, porque las entradas eran muy
estaba derrumbando. baratas, porquelosmásj óvenesy losanci anos, losmásafectadosporel desempleo,
disponían de ti empo li bre y porque, como observaban los soci ólogos, durante la
Máspronto o mástardehasta la peordelascri siscícli casllega a su finy a parti rde
Depresi ón los mari dos y sus esposas tenían más oportuni dades que antes de
1932 había clarosi ndi
ciosdequelo peorya había pasado.Dehecho, algunaseconomías
comparti rlosratosdeoci o (Stouffery Lazarsfeld, 1937, pp.55 y 92).
sehallabanensi tuaciónfloreci ente.Japóny, enuna escala másmodesta, Sueci a habían
dupli cado, al termi narlosañostrei nta, la producci óndelosañosanteri oresa la Depresi ón,
y en 1938 la economía alemana (no así la i taliana)había creci do un 25 por100 con III
respecto a 1929.Incluso laseconomíasmásdébi les, como la bri tánica, mostrabansi gnos
dedi nami smo.Pesea todo, no seproduj o el esperado relanzami ento y la economía mundi al
siguiósumi da enla Depresi ón.Eso era especi almentepatenteenla máspoderosa detodas La GranDepresi ónconfirmótanto a losi ntelectuales, como a losactivistasy a los
laseconomías, la delosEstadosUni dos, dondelosdi ferentesexperi mentosencami nadosa ciudadanoscomunesde quealgo funci onaba muy mal en el mundo en quevi vían.
estimularla economía queseemprendi eron(enalgunoscasosconescasa coherenci a)en ¿Qui én sabía lo quepodía hacerseal respecto? M uy pocosdelosqueocupaban el
virtuddel «New Deal»del presi denteF.D.Roosevelt no di eronlosresultadosesperados. poderen suspaísesy en ni ngún caso losquei ntentaban marcarel rumbo medi ante
A unos años de fuerte acti vidad si guió una nueva cri sis en 1937-1938, aunque de instrumentostradi cionalesdenavegaci ón como el li berali
smo o la fetradicional, y
proporci onesmucho másmodestasquela Depresi ónde1929.El sectormási mportantede medi antelascartasdenavegardel si glo XIX, queno servían ya.¿Hasta quépunto
la industri a norteameri cana, la producci ón automovi lística, nunca recuperó el ni vel merecían la confi anza loseconomi stas, porbri llantesquefueran, quedemostraban,
alcanzado en 1929, y en 1938 su si tuación era poco mej orquela de1920 (Hist orical congranluci dez, quela cri
sisquei ncluso a elloslesafectaba no podía produci rseen
Statistics, II, p.716).Al rememo- una soci edad de li bre mercado correctamente organi zada, pues (según una ley
económi ca conoci da por el nombre de un francés de comi enzos del si
glo XIX)
cualquierfenómeno desobreproducci ónsecorregi ría porsí solo enpoco ti
empo?En
110 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 111

1933 no era fáci l aceptar, porej emplo, quedondela demanda del consumi dor, y por do porpoderesi nternaci
onalespúblicoso semipúblicosqueregulabandetermi nadas
ende el consumo, caían, el ti po de i nterésdescendería cuanto fuera necesari o para partes de la economía (porej emplo, mediante acuerdos i
nternaci
onales sobre las
estimularla i nversi ón de nuevo, de forma que la mayordemanda de i nversi ones mercancías)(Staley, 1939, p.231).
compensase el descenso de la demanda del consumi dor.A medi da queaumentaba
No puede sorprender, portanto, que losefectosde la Gran Depresi ón sobre la
vertiginosamenteel desempleo, resultaba di fíci
l decreer(como al parecerlo creían
política y sobre la opi ni
ón públi ca fueran grandese i nmedi atos.Desafortunado el
los responsables del erari o bri táni
co) que las obras públi cas no aumentarían el
gobi erno queestaba enel poderduranteel catacli smo, ya fuera dederechas, como el
empleo porqueel di nero inverti do sedetraería al sectorpri vado, quedehaberpodi do
del presi dente estadouni dense Herbert Hoover(1928-1932), o de i zquierdas, como
disponerdeél habría generado el mi smo ni vel deempleo.Tampoco parecían hacer
losgobi ernoslabori stasdeGran Bretaña y Australi a.El cambi o no fuesi empretan
nada pormejorarla si tuaciónloseconomi stasqueafi rmabanquehabía quedejarque
inmedi ato como en Améri ca Lati na, donde doce paísesconoci eron un cambi o de
la economía si gui era su curso y los gobi ernos cuyo pri mer i nstinto, además de
gobi erno o derégi men en1930-1931, di ezdeellosa travésdeun golpemi li
tar.Sin
proteger el patrón oro medi ante políticas deflaci onarias, les llevaba a apli car la
embargo, a medi adosdelosañostrei nta eran pocoslosestadosdondela políti ca no
ortodoxi a financi era, equilibrarlospresupuestosy reduci rgastos.Dehecho, mi entras
se hubi era modi ficado sustanci almente con respecto al período anteri ora la Gran
la Depresi ón económi ca conti nuaba, muchos(entreellosJ.M .Keynes, quesería el
Depresi ón.EnJapóny enEuropa seprodujo unfuertegi ro haci a la derecha, excepto
economi sta mási nfluyenteduranteloscuarenta añossi gui entes)afi rmaban quecon
en Escandi navi a, donde Sueci a inició en 1932 sus ci ncuenta años de gobi erno
esto no hacían si no empeorarlascosas.Para aquellosdenosotrosquevi vimoslos
socialdemócrata, y en España, donde la monarquía borbóni ca dej ó paso a una
años de la Gran Depresi ón todavía resulta i ncomprensi ble que la ortodoxi a del
malhadada y efímera república en 1931.Todo ello se anali zará de forma más
mercado li bre, tan patentementedesacredi tada, haya podido presi dirnuevamenteun
pormenori zada en el próxi mo capítulo, pero es necesari o dejarya sentado que el
período general de depresi ón a fi nales de los años ochenta y comi enzos de los
tri
unfo casisi multáneo de un régi men naci onalista, beli cista y agresi vo en dos
noventa, en el que se ha mostrado i gualmente i ncapaz de aportarsoluci ones.Este
importantes potenci as mi litares — Japón (1931) y Alemani a (1933) — fue la
extraño fenómeno debeservi rpara recordarnosun gran hecho hi stórico quei lustra:
consecuenci a política másimportantey si ni estra dela Gran Depresi ón.Laspuertas
la increíblefalta dememori a delosteóri cosy prácti cosdela economía.Estambi én
quedabanpaso a la segunda guerra mundi al fueronabi ertasen1931.
una clara i lustración dela necesi dad quela soci edad ti
enedeloshi storiadores, que
sonlos«recordadores»profesi onalesdelo quesusconci udadanosdeseanolvi dar. El espectacular retroceso de la i zqui erda revolucionari a contri buyó al for-
talecimi ento de la derecha radi cal, al menos durante los años más duros de la
Encualqui ercaso, ¿quéquedaba deuna «economía demercado li bre»cuando el
Depresi ón. Lej os de i ni ciar un nuevo proceso revoluci onario, como creía la
domi nio cada vez mayor de las grandes empresas ri di culizaba el concepto de
Internaci onal Comuni sta, la Depresi ónreduj o al movimiento comuni sta internacional
«competenci a perfecta»y cuando loseconomi stasquecri ticabana Karl M arxpodían
fuera dela URSS a una si tuacióndedebi li
dadsi nprecedentes.Esci erto queenello
comprobarcuán acertado había estado, especi almenteal profeti zarla concentraci ón
influyó la política sui cida de la Comi ntern, que no sólo subestimó el peli gro que
del capi tal? (Leonti ev, 1977, p.78).No era necesari o ser marxi sta, nisenti rse
entrañaba el naci onalsoci ali
smo en Alemani a, si
no que adoptó una políti ca de
interesado porla fi gura deM arx, para comprenderqueel capi talismo del período de
aislami ento sectario queresulta i ncreíblea nuestrosoj os, al decidi rquesu pri ncipal
entreguerrasestaba muy alejado de la li bre competenci a de la economía del si glo
enemi go era el movi mi ento obrero de masas organi zado de los parti dos
XIX. En efecto, mucho antes del hundi mi ento de W all Street, un i nteli
gente
socialdemócratasy labori stas(a losquecali ficaban desoci al-fasci stas).8 En 1934,
banquero sui zo señaló que la i ncapaci dad del li berali smo económi co, y del
una vezhubo sucumbi do a manosdeHi tlerel Parti
do Comuni sta alemán(KPD), en
soci ali
smo anteri ora 1917, de pervi vircomo programas uni versales, explicaba la
el queM oscúhabía deposi tado la esperanza dela revoluci ón mundi al y queaún era
tendenci a haci a las «economías autocráti cas», fascista, comuni sta o baj o los
la secciónmáspoderosa, y encreci miento, dela Internaci onal, y cuando i ncluso los
auspi ciosdegrandessoci edadesqueactuaban con i ndependenci a desusacci onistas
comuni staschi nos, desalojadosdelosnúcleosruralesqueconsti tuían la basedesu
(Somary, 1929, pp.174 y 193).Enlosúlti mosañosdel deceni o de1930, lasortodo-
organi zaciónguerri llera, no eranmásqueuna caravana acosada ensu Larga M archa
xiasli beralesdela competenci a en un mercado li brehabían desapareci do hasta tal
haci a unrefugi o lejano y seguro, poco quedaba ya del movi mi ento
punto quela economía mundi al podía considerarsecomo un tri plesi stema formado
porun sectorde mercado, un sectori ntergubernamental (en el que reali zaban sus
transacci oneseconomíasplani ficadaso controladascomo Japón.Turquía.Alemani a 8.Esta actitud semantuvo hasta el extremo dequeen 1933 M oscú insistió en queel lídercomunista
y la Uni ónSovi ética)y unsectorconsti tuí- itali
ano P.Togli attireti
rara la sugerenci
a dequetal vezla soci
aldemocraci
a no fueseel pri nci
pal peli
gro,
al menosen Italia.Para entoncesHitlerya había ocupado el poder.La Comi ntern no modificó su línea
política hasta 1934.
112 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 113

revolucionari oi nternaci onal organi zado, ya fuera legal o clandestino.En la Europa capítulo V).En Brasi l, el desencadenami ento de la cri si
s puso fi n a la «vi eja
de1934, sólo el Parti do Comuni sta francéstenía todavía una presenciaimportante. república» oligárqui ca de1899-1930 y llevó al poder, quedetentaría durantevei nte
Enla Italia fascista, a losdiezañosdela «marcha sobreRoma»y enplena Depresi ón años, a Getulio Vargas, a qui en podría califi
carsedepopuli sta-naci onalista (véanse
internacional, M ussoli nisesi ntió lo suficientemente confi ado en susfuerzascomo pp.140-141).El gi ro haci a la i zquierda fue másevi dente en Perú, aunque el más
para liberara algunoscomuni staspara celebrareste ani versari
o (Spriano, 1969, p. sóli
do delosnuevosparti dos, la Alianza PopularRevoluci onari a Ameri cana (APRA)
397).Pero esa si tuaci óncambi aría enel lapso deunospocosaños(véaseel capítulo — uno delosescasosparti dosobrerosdeti po europeo quetri unfaronenel hemi sferio
V).Decualqui ermanera, la conclusi ón a quepuedellegarseesque, en Europa, el occidental— , 9 no consi guió vercumpli dassusambi cionesrevoluci onari as(1930-
resultado inmedi ato dela Depresi ónfuej ustamenteel contrario del quepreveíanlos 1932).El desli zami ento haci a la izquierda fue aún máspronunci ado en Colombi a,
revolucionari ossoci ales. donde losli berales, con su presi dente reformista fuertemente i nfluido porel New
Deal de Roosevelt, pusi eron fi n a un período de casitrei nta años de domi nio
El retroceso dela izquierda no seli mi tóal decli
vedeloscomuni stas, puesconla
conservador.M áspatentei ncluso fuela radi cali
zaci óndeCuba, dondela elecci ónde
victoria deHi tlerdesaparecióprácti camentedela escena el Partido Soci aldemócrata
Roosevelt permi tió a la poblaci ón deesteprotectorado estadouni densedesalojardel
alemán y un año mástardela soci aldemocraci a austri
aca conoci ó el mi smo desti
no
poder a un presi dente odi ado y muy corrupto, i ncluso según los cri terios
despuésdeuna breveresi stencia armada.El Parti do Laborista bri
tánico ya había si
do
prevalecientesentoncesenCuba.
en 1931 vícti ma de la Depresi ón, o tal vez de su fe en la ortodoxi a económi ca
decimonóni ca, y sussindi catos, que desde 1920 habían perdi do a la mitad de sus En el vasto mundo coloni al, la crisisi ntensifi
có notablemente la actividad
afili
ados, eran másdébi lesqueen 1913.La mayorpartedel soci alismo europeo se antiimperiali
sta, en parteporel hundi mi ento del precio delosproductosbási cosen
encontraba entrela espada y la pared. losquesebasabanlaseconomíascoloni ales(o cuando menossusfinanzaspúblicasy
susclasesmedi as), y en parteporquelospaísesmetropoli tanossólo sepreocuparon
Sinembargo, la si tuaciónera di ferentefuera deEuropa.Enla zona septentri onal
deprotegersu agri cultura y su empleo, si ntenerencuenta lasconsecuenci asdeesas
del conti nente ameri cano se regi stró un marcado gi ro hacia la izquierda, cuando
políti
cas sobre las coloni as. En suma, unos países europeos cuyas deci siones
EstadosUni dos, bajo su nuevo presi denteFrankli n D.Roosevelt (1933-1945), puso
económi casse adoptaban en funci ón de factoresi nternosno podían conservarpor
en prácti ca un New Deal más radi cal, y M éxico, bajo la presidenci a de Lázaro
mucho ti empo unos i mperi os cuyos i ntereses productivos eran de tan gran
Cárdenas(1934-1940), revi tali
zó el di nami smo original dela revoluci ón mexi cana,
complejidad(Holland, 1985, p.13)(véaseel capítulo VII).
especi almente en la cuesti ón de la reforma agrari a.Tambi én surgi eron poderosos
movimi entospolítico-socialesenla zona delaspraderasdeCanadá, golpeada porla Poresa razónla Depresi ónseñalóenla mayorpartedel mundo coloni al el inicio
crisis:el Parti
do del Crédi to Social y la FederaciónCooperati va del Commonwealth del descontento políti co y soci al de la poblaci ón autóctona, descontento que
(el actual Nuevo Parti do Democráti co), organizacionesdei zquierdassegúnloscri te- necesari amente debía di rigirse contra el gobi erno (colonial), incluso donde no
riosdelosañostrei nta. surgieron movimi entos políti cos naci onali stas hasta después de la segunda guerra
mundi al.Tanto en el Afri ca occi dental bri táni
ca como en el Cari be comenzaron a
No es tarea fácil cali
brar las repercusi ones políti cas de la cri sis en Améri ca
produci rsedisturbi osci vi les, fruto di recto dela cri si
squeafectóal sectordeculti vos
Latina, puessibi en esci erto que susgobi ernoso susparti dosdi rigentescayeron
locales de exportaci ón (cacao y azúcar).Pero en los países donde ya exi stían
como fruta madura cuando el hundi mi ento del preci o mundi al delosproductosque
movi mi entos naci onales anti coloni ales, los años de la Depresi ón agudi zaron el
exportaban quebrantó sus fi nanzas, no todos cayeron en la mi sma di rección.Si n
conflicto, particularmente en aquellos lugares en que la agi tación política había
embargo, fueronmáslosquecayeronhaci a la i
zqui erda quehaci a la derecha, aunque
llegado a lasmasas.Despuésde todo, fue durante esosañoscuando se regi stró la
sólo fuera por breve ti empo.Argenti na inició la era de los gobi ernos mi li
tares
expansi ón de los Hermanos M usulmanes en Egi pto (creados en 1928)y cuando
despuésdeunprolongado período degobi erno civi l, y aunquedi rigentesfasci stoides
Gandhimovi lizóporsegunda veza la granmasa dela poblaci óni ndia (1931)(véase
como el general Uriburu (1930-1932)pronto quedaronrelegadosa unsegundo plano,
el capítulo VII).Posi blemente, el tri unfo delosrepubli canosradi calesdirigi dospor
el paísgiróclaramentehaci a la derecha, aunquefuera una derecha tradi cionalista.En
De Valera en laselecci onesi rlandesasde 1932 ha de expli carse como una tardía
cambi o, Chileaprovechó la Depresi ónpara desaloj ardel podera uno delosescasos
reacciónanti coloni al al derrumbami ento económi co.
dictadores-presi
dentesquehanexi stido enel paísantesdela era dePi nochet, Carlos
Ibáñez (1927-1931), y di o un tumultuoso gi ro a la i zquierda.Incluso en 1932 se Nada demuestra mejorla uni versali
daddela GranDepresi óny la gravedaddesus
constituyóuna fugaz«repúbli ca socialista»baj o el coronel M armadukeGrovey más efectosqueel carácteruni
versal delasi nsurrecci
onespolíti
cas
tardeseformóunpoderoso FrentePopularsegúnel modelo europeo (véaseel
9.Losotrosfueronlosparti
doscomuni
staschi
leno y cubano.
114 LA ERA DE LASCATÁSTROFES EL ABISMO ECONÓMICO 115

quedesencadenó(y quehemosexami nado superfi cialmente)enunperíodo demeses alemana del fasci smo (el naci onalsoci alismo) se benefi ció tanto de la tradi ción
o de pocos años, desde Japón a Irlanda, desde Sueci a a Nueva Zelanda y desde intelectual alemana, que (a di ferencia de la austriaca)había rechazado las teorías
Argenti na a Egi pto.Pero por dramáti cas que fueran, las consecuenci as políticas neoclási cas del liberali smo económi co que consti tuían la ortodoxi a internaci
onal
inmedi atas no son el úni co niel pri ncipal cri terio para j uzgarla gravedad de la desdela década de1880, como dela exi stencia deungobi erno implacabledeci di
do a
Depresi ón.Fue una catástrofe que acabó con cualqui eresperanza de restablecerla termi narconel desempleo a cualqui erpreci o.Hay quereconocerqueafrontóla Gran
economía y la soci edad del si glo XIX.Losaconteci mientosdel período 1929-1933 Depresi ón rápi damente y con máséxi to que ni ngún otro gobi erno (loslogrosdel
hicieron i mposi ble, e i mpensable, un retorno a la si tuación de 1913. El vi ej o fascismo i taliano son mucho menos espectaculares).Si n embargo, no era ese su
liberalismo estaba muerto o parecía condenado a desaparecer. Tres opci ones mayoratracti vo en una Europa quehabía perdi do el rumbo.A medi da quela Gran
competían por la hegemonía políti co-i ntelectual.La primera era el comuni smo Depresi ón fortaleci ó la marea del fascismo, empezó a hacersecada vezmáspatente
marxi sta.Despuésde todo, laspredi ccionesde M arx parecían estarcumpli éndose, queen la era delascatástrofesno sólo la paz, la estabi lidad soci al y la economía,
como tuvo que oíri ncluso la Asoci ación Económi ca Norteameri cana en 1938, y sino tambi én las insti tuciones políti
cas y los valores i ntelectuales de la soci edad
además(eso era mási mpresi onanteaún)la URSS parecía i nmunea la catástrofe.La burguesa li beral del si glo XIX estaban retrocedi endo o derrumbándose.En ese
segunda opci ón era un capi talismo quehabía abandonado la feen lospri nci pi
osdel proceso centraremosahora la atenci ón.
mercado li bre, y quehabía si do reformado poruna especi edemari dajei nformal con
la soci aldemocraci a moderada de los movi mi entos obreros no comuni stas.En el
período de la posguerra demostraría ser la opci ón más efi caz.Si n embargo, al
principi o no fue tanto un programa consci ente o una alternati va política como la
convi cci ón de que era necesari o evi tarquese produj era una cri siscomo la que se
acababa desuperary, enel mej ordel os casos, una di sposicióna experi mentarotras
fórmulas, esti mulada por el fracaso del li beralismo clási co. La políti ca
socialdemócrata sueca del período posteri ora 1932, al menosa j uicio deuno desus
principalesi nspiradores, GunnarM yrdal, fueuna reacci ón consci entea losfracasos
de la ortodoxi a económi ca que había apli cado el desastroso gobi erno labori sta en
Gran Bretaña en 1929-1931. En ese momento, todavía estaba en proceso de
elaboraci ónla teoría alternati va a la fracasada economía deli bremercado.Enefecto,
hasta 1936no sepubli cóla obra deKeynesTeorí ageneraldelempl eo, elinterés yel
dinero, quefuela mási mportantecontri buci óna eseproceso deelaboraci ónteóri ca.
Hasta la segunda guerra mundi al, y posteri ormente, no seformularía una prácti ca de
gobi erno alternati va:la di recci ón y gesti ón macroeconómica dela economía basada
enla contabi lidaddela renta naci onal, aunque, tal vezpori nfluencia dela URSS, en
losañostrei nta losgobi ernosy otrasi nstanci aspúbli cascomenzaronya a contemplar
laseconomíasnaci onalescomo untodo y a esti marla cuantía desu producto o renta
total.10
La tercera opci
ón era el fasci
smo, quela Depresión convirti
ó en un movi
miento
mundi
al o, másexactamente, enunpeli gro mundial.La versi
ón

10.Losprimerosgobi ernosenadoptaresospuntosdevi sta fueronlosdela URSS y Canadáen1925.


En 1939, nueve países elaboraban estadísti cas ofi ci
ales de la renta nacional y la Soci
edad de Naci ones
calculaba esti
macionespara untotal deveintiséispaíses.Inmedi atamentedespuésdela segunda guerra mundi al,
existían esti
macionespara treinta y nuevepaíses, a medi adosde losañosci ncuenta para noventa y tres, y
desdeentonceslasestadísti casdela renta naci onal, queenmuchoscasosti enenpoco queverconla reali dad
delascondi cionesdevida dela población, sehanconverti do enalgo tancaracterísti
co delosestadosi ndepen-
dientescomo susbanderas.

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