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El término Antropología dispone de multitud de usos dentro del lenguaje común y científico.
Son muchas las disciplinas que estudian al hombre: La Biología, estudia la vida y, con ella y en
ella, al ser humano. La psicología también estudia al ser humano en su conjunto centrando la
atención en su psiquis, en la implicación de esta en la conducta.
La Antropología Filosófica estudia el fenómeno humano en toda su integridad, es decir, el ser
humano en cuanto tal.
Objeto material y objeto formal de la
Antropología filosófica
Objeto material:
El fenómeno humano, es decir, la serie de manifestaciones que atestiguan la
presencia del hombre. Interesan aquellas manifestaciones que entrañan un cierto
enigma o paradoja, tales como el fenómeno del conocimiento científico, de los
juicios de valor, de la libertad, de la comunicación interpersonal y de la religión.
Objeto formal (aspecto o ángulo especial que escoge la ciencia para estudiar el
objeto material)
Se centra en las características humanas que posibilitan dicho fenómeno.
¿Qué es el hombre desde el punto de vista
filosófico?
Es un ser social, un ser político, un ser cultural.
“De mi abuelo Vero: el buen carácter y la serenidad… De mi madre: el respeto a los dioses, la
generosidad y la abstención no solo de obrar mal, sino incluso de incurrir en semejante pensamiento
De mi bisabuelo: el no haber frecuentado las escuelas públicas y haberme servido de buenos maestro
en casa, y el haber comprendido que, para tales fines, es preciso gastar con largueza… De mi
preceptor… el soportar las fatigas y tener pocas necesidades; el trabajo con esfuerzo personal y la
abstención de excesivas tareas, y la desfavorable acogida a la calumnia… De Rústico: el haber
concebido la idea de la necesidad de enderezar y cuidar mi carácter…”
Marco Aurelio se mostraba agradecido a todos por la transmisión
recibida y el poso que en él había quedado sobre cada una de las
virtudes reseñadas.
Max Sheler, en su obra El puesto del hombre en el cosmos, sostiene que la diferencia
fundamental entre ambos es el espíritu, cuya esencia definía como la facultad de desligarse
de la presión biológica.
“La inteligencia práctica se da así en los animales superiores como en el hombre:
Entre un chimpancé listo y Edison (tomado este solo como técnico) no existe más
que una diferencia de grado, aunque esta sea muy grande. El hombre, hasta en
cuanto sujeto de inteligencia práctica o utilitaria, pertenece a la serie vital; pero
posee otro principio, irreductible al orden biológico, que lo singulariza y aparta,
situándole en un solitario recinto del cosmos que en exclusividad le pertenece.
Este principio es el espíritu”.
Solo las que logran integrar varias adaptaciones y sincronizarlas son capaces de desafiar la selección
natural y sobrevivir en esta presión. Este fenómeno de cambio se da como consecuencia de un
proceso de adaptación de la vida en la selva a la vida en la sabana.
Proceso de humanización
1. Cosmogonías griegas:
Narran el origen del mundo que parte del caos, para que en un acto de creación
divina se imponga el orden. Esta acción marcará el principio del ser y del bien
para el pensamiento griego, en donde el ser no puede ser lo informado porque el
mal se acerca a la carencia de límite.
Según las cosmogonías griegas el orden se va imponiendo de una manera
violenta, por las luchas entre los dioses, mientras que en la cosmogonía
judeocristiana el orden surge por el poder de la Palabra de Dios.
2. Cosmogonía judeo-cristiana
El origen del mundo está presente en el Génesis, que relata cómo Dios empezó a crear el mundo «en
un principio». La teología cristiana utiliza el término ex nihilo para sustentar y referirse a la creación
universal partiendo de la nada.
3. Pensamiento científico
El pensador Teilhard de Chardin propone una reconciliación entre el punto de vista científico y el de
la religión cristiana, interpretando la génesis como una transformación organizada de la materia a
través del tiempo, desde niveles simples como los átomos hasta niveles mucho más complejos, como
la especie humana. Sin embargo, no considera al hombre como la culminación de la evolución sino
como un paso intermedio hacia lo que denomina el punto omega de unidad final con Dios
preexistente.
Referencias bibliográficas