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EQUIPO 1
Chan Herrera Ángela Monserrat
Bastarrachea Centeno Emmanuel
Gonzalez Martínez Oryana Stefany
Herrera Rocha Marco Aarón
Uicab Pech Abdias Neftalí
5to. Semestre, Grupo “B”
26 de agosto 2019.
DISTINCIÓN Y/O DIFERENCIAS ENTRE CONTRATOS CIVILES Y MERCANTILES
1.1. El acto de comercio
El código de comercio (CCo) mexicano está estructurado básicamente en función del acto de
comercio, pero no contiene una parte general dedicada a todos los principios y reglas de los
actos de comercio, obligaciones y contratos, sino que únicamente señalaba algunos principios
de excepción y regula algunos de los contratos que califica de mercantiles (comisión,
consignación, compraventa, depósito, transporte, préstamo y cesión de créditos).
Diversos de los contratos regulados tanto por el CCo como por leyes comerciales
especializadas son y han sido tradicionalmente regulados por el Código Civil Federal (CCF),
tal como acontece con la compraventa, del depósito, la prenda y de préstamo; de ahí que ante
la ausencia de una teoría general del contrato mercantil y de disposiciones en el CCo que
regulen in extenso los actos y contratos mercantiles, puesto que existen contratos que no son
esencial ni absolutamente mercantiles, sino que pueden ser también civiles, y desde el
momento en que se conservan al mismo tiempo códigos civiles (32 en México) y un Código
de Comercio para regular obligaciones y contratos civiles y mercantiles, es necesario
determinar cuándo existe un contrato mercantil y cuándo un contrato civil.
Es necesario referirse a su evolución para comprender a los actos mercantiles y, como
consecuencia, la determinación de los contratos de esta índole.
En sus orígenes, el derecho mercantil podía ser definido como el derecho del comercio, esto
es, como el conjunto de normas que regulan los actos de intermediación entre productores y
consumidores ejercidos habitualmente. Concepción que atendía al origen mismo del derecho
comercial como un derecho de los comerciantes y para los comerciantes y que se remonta a
la Edad Media, particularmente en las ciudades europeas que se convierten en centros de
consumo, de cambio y de producción con las ferias y los mercados, con las actividades de los
mercaderes y artesanos que se asocian en gremios y corporaciones en el siglo XII, crean
jurisdicciones especiales para resolver los litigios y conflictos e intereses que originan el
comercio y su tráfico, y permiten el surgimiento de los tribunales especiales que dependían
de dichas corporaciones y aplicaban los usos nacidos en el tráfico comercial.
Esta percepción subjetiva del derecho mercantil prevaleció hasta principios del siglo XIX,
cuando el Código de Comercio francés cambio el giro del derecho comercial para convertirlo
de un derecho subjetivo (de los comerciantes) en un derecho objetivo (en función de los actos
de comercio). El artículo 631-3º. Del CCo francés dispuso que los tribunales de comercio
juzgarían todos los litigios relativos a los actos de comercio “entre todas las personas”, y
enumera en su artículo 632 los actos considerados de comercio. Aunque para Brosea Pont la
causa por la cual dicho Código reguló a los actos de comercio fue meramente procesal, ya
que figuras tradicionalmente mercantiles (por ejemplo, letra de cambio) comenzaron a ser
utilizados por personas no comerciantes, lo que provocó la necesidad de que el legislador
sometiera a la jurisdicción mercantil aquellos actos generalizados, utilizados tanto para
comerciantes como por no comerciantes; tendencia que fue seguida por las demás
legislaciones como el Código de Comercio alemán de 1861, el italiano de 1882 y el español
de 1885, así como en América Latina.
El CCo mexicano enumera en 24 fracciones del art. 75 los actos que considera mercantiles,
a los que califica como tales ya sea por el objeto (cosas mercantiles, bonos, acciones, etc.)
por el sujeto (comerciantes) o por la finalidad (especulación comercial, tráfico comercial), y en
la fracc. XXV señala que son actos de comercio cualesquiera otros actos de naturaleza
análoga a los expresados en este artículo.
No existe un concepto unitario del acto de comercio. El Legislador declara comercial un acto
y no permite otra cosa, sin que sea necesario que el acto represente la interposición en el
cambio, ni el propósito de especular, así los títulos de crédito son cosas mercantiles por
disposición de la LGTOC (art. 1) y, como consecuencia, cualquier persona que suscriba o
transmita un documento de esta naturaleza se sujeta a las normas mercantiles con
independencia de la causa de la emisión.
La concepción objetiva del derecho mercantil como el derecho de los actos de comercio no
ha satisfecho a los juristas, quienes se ven imposibilitados de reducir a un solo concepto todos
los actos de comercio, tanto los accidentales como los profesionales, puesto que es posible
dar un concepto unitario que aglutine los actos calificados como mercantiles por el sujeto, por
el objeto, por el fin o propósito y por la ley; de ahí que se haya puesto una nueva tendencia
del derecho mercantil: éste como el derecho de la empresa, dejando en la esfera del derecho
civil los demás actos generalizados, aquellos que se realizan por sujetos que no son
comerciantes.
Se ha propuesto una nueva tendencia del derecho mercantil, como el derecho de la empresa,
aquel que sólo regula al conjunto de bienes organizados para la producción, distribución y
consumo de bienes, así como a su titular, el empresario, los contratos relacionados con las
empresas, las sociedades mercantiles y la propiedad industrial, dejando las demás
instituciones dentro de la esfera del derecho civil.