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Tomado de MIGUELEZ, Armando. Antología del cuento literario chicano: (1877 – 1950). Tesis de doctorado.
College of Liberal Arts and Sciences, Arizona State University. 1981.
Cabe entonces preguntarse qué “bien” persiguen estas mujeres al afirmar que sí
manejan el inglés. Esta presuposición reduccionista es la causa por la que surge el
conflicto del relato ya que las “intérpretes” no logran dimensionar la relevancia de la
transacción lingüística y de los actos perlocucionarios fallidos. Los efectos logrados
como consecuencia de los actos de habla toman un rumbo que, aunque parecen estar
orientados hacia lograr el bien para doña Oralia, en realidad la perjudican,
constituyéndose en un fracaso comunicacional. Asimismo, el médico tampoco cuestiona
ni pone en tela de juicio la validez de la traducción de las locuciones de la enferma y
presupone que la información brindada es la que lo orienta a realizar un diagnóstico
veraz. A su vez, las intérpretes tampoco cuestionan el accionar del médico porque
están convencidas de que él tiene el poder del conocimiento de la ciencia que juzgan
superior al poder del conocimiento de la lengua (ver anexo 1).
Las causas del fracaso del acto perlocucionario de la traducción de las locuciones
referentes a la dolencia de doña Oralia son de diferente tipo y se mueven en diferentes
direcciones. En primer lugar, el médico comienza el intercambio con “las frases de
cajón” [sic]: “what is the matter with you?2”. El núcleo de la enunciación reside en el
sustantivo “matter”, porque lleva carga semántica y prominencia fonológica. Pero la
intérprete desconoce las reglas del código lingüístico inglés y se apresura a traducir
según lo que capta de la fonética del núcleo enunciativo equiparándolo al sustantivo
español casi homófono “madre”, constituyendo así un caso típico de etimología
folclórica o popular. Se infiere que también distingue la frase preposicional “with you”,
pero en lugar de interpretarla como un complemento adverbial de recipiente pasivo, la
glosa como un complemento de compañía, arrojando como resultado la traducción
“pregunta el doctor si viene su madre con usted”. En esta primera traducción inexacta
falla el acto de habla porque no constituye una forma de cooperación necesaria para la
resolución del conflicto. En los siguientes intercambios, el autor reitera esta estrategia
discursiva, jugando con la homofonía y homografía entre términos en inglés y español
para lograr el efecto humorístico del malentendido y la confusión en perjuicio de doña
Oralia.
El conflicto se agudiza cuando la integridad física de doña Oralia está en peligro (la
están por someter a una cirugía) por lo que la mujer esgrime la única arma a su
alcance: la lengua materna hablada, para decir “¡no tengo dinero!”. En este momento,
se les plantea a los médicos la elección moral de seguir con las acciones conducentes
a realizar la cirugía para el bien de la enferma, o la elección ética que conduce a
discernir la conveniencia personal de realizar la intervención sin percibir pago alguno.
Desde la perspectiva de la voluntad autónoma de Kant, “el problema de la voluntad en
el mundo real es que sólo puede ser efectiva en la medida en que las buenas razones
tengan una fuerza motivadora suficiente para contrarrestar la presión de otros factores”
(Boladeras 1996: 105). En este caso, las “buenas razones” no son más motivadoras
que el factor económico de brindar atención médica gratuita, y se supedita el apremio
asistencial a la aclaración del malentendido por medio del la lengua española que es
compartida por uno de los médicos, quien oficia de traductor fehaciente.
En este relato se ilustran, entonces, cómo las motivaciones éticas personales son más
importantes para los traductores que las reglas que permitan explicitar un deber
vinculado a lo justo y lo imparcial que participa en una situación de conflicto. Si bien no
2
“¿Qué le pasa a usted?”
se infiere mala intención moral en ninguno de los casos de traducción (de las anfitrionas
o de los médicos), los intereses éticos mueven a los intérpretes a realizar acciones que
terminan por perjudicar a doña Oralia repetidamente.
El otro texto a analizar, de autor anónimo, intitulado “What Money?” narra el episodio en
el que un ladrón que ha robado un banco (también en Arizona, Estados Unidos) huye
del FBI cruzando la frontera hacia México. Si bien los policías atrapan al prófugo,
necesitan los servicios de un intérprete para averiguar el escondite del botín, porque ni
ellos hablan español, ni el prisionero inglés.
El traductor da la impresión inicial de adherir a los valores morales de los agentes del
FBI, que buscan hacer prevalecer el valor moral de la ley. Traduce fehacientemente las
preguntas de los policías y las respuestas del ladrón hasta que llega al punto en que re-
transmite una orden coercitiva y amenazante de los policías y ésta surte el efecto
esperado en el acusado (es decir, proporciona información detallada sobre la ubicación
del dinero robado). Sin embargo, el destinatario último de tal información (el agente del
FBI) no la recibe. El intérprete retiene las indicaciones y proporciona en cambio una
ilocución que redundará en un efecto perlocucionario potencialmente perjudicial tanto
para el preso como para los policías: “he says he‟s willing to die like a man 3”. La fuerza
ilocucionaria del enunciado es doble: por un lado, la unidad supraordinada “he says” (“él
dice”) establece la presuposición que lo que sigue en la unidad subordinada es una
reproducción fehaciente de la locución del acusado; y por otro, la unidad subordinada
“he‟s willing to die like a man” (“está dispuesto a morir como un hombre”) resulta ser una
nueva locución, sin relación alguna con la información brindada por el imputado, que
conlleva intenciones orientadas a lograr diversos actos perlocucionarios: que los
policías de deshagan del informante, que los policías se vayan sin averiguar más sobre
el botín, y por último que el intérprete pueda buscar el dinero y quedárselo.
Esta ilocución final, inesperada e insidiosa, pone de manifiesto los posicionamientos de
poder que se presentan en la narración en virtud de las competencias lingüísticas
evidenciadas por cada uno de los personajes. Los policías tienen el poder conferido por
la ley escrita, establecida por la autoridad del gobierno de los Estados Unidos que rige
para proteger los derechos de los ciudadanos (en este caso, el banco en la ciudad de
Tucson, Arizona que fue víctima del atraco). Esta situación ubica a los agentes en un
posicionamiento de jerarquía, porque manejan el idioma del discurso hegemónico (el
inglés), lo que subraya su creencia de su superioridad etnocéntrica. El delincuente
ejerce otro tipo de poder al retener la información sobre la ubicación del botín a través
de una locución falsa (“…no me acuerdo precisamente que donde está”). Pero este
ejercicio de poder es transitorio y se debilita por su posicionamiento de inferioridad al
ser acusado de un delito y por no conocer el idioma del discurso hegemónico, razón por
la que depende del intérprete para que transfiera sus locuciones y lograr buenos
resultados. Por último, el intérprete maneja un poder diferente proporcionado por su
competencia lingüística en dos idiomas (el inglés y el español) que le permite elegir a
qué sistema de valores desea adherir según sus conveniencias.
En conclusión, el análisis de los textos desde la perspectiva lingüística permite ilustrar
cómo las barreras lingüísticas constituyen un impedimento para que los actos de habla
tengan los efectos ilocucionarios o perlocucionarios deseados. Se advierte que el
intérprete puede manipular no sólo el contenido locucionario del enunciado sino
3
“…dice que está dispuesto a morir como un hombre”
también sus efectos ilocucionarios y perlocucionarios, afectando así las consecuencias
de los actos de habla para los interlocutores traducidos.
Los resultados de los actos de habla (en este caso los intercambios dialógicos)
dependerán de la idoneidad del intérprete al realizar su tarea. La corrección de la re-
transmisión de los enunciados se juzgará en virtud de “preguntar si, sobre la base de
los hechos, del conocimiento de ellos y del propósito que [le] guió al hablar, lo que [dijo]
fue lo que correspondía decir” (Austin 2006: 192). Desde el punto de vista lingüístico,
los intérpretes de ambos relatos fracasan en la misión encomendada al no transferir con
fidelidad y veracidad todos los enunciados de las interacciones.
Asimismo desde el punto de vista de lo ético, el traductor es el único personaje que
puede elegir a qué valores morales le conviene afiliarse y en qué momento. Esto ocurre
en el primer relato porque las intérpretes anteponen su deseo de pertenecer a la
sociedad hegemónica del poder al deber moral de prestar la ayuda necesaria a su
amiga enferma. En el segundo relato, en cambio, el traductor fortuito, al conocer dos
sistemas lingüísticos, oscila también entre dos sistemas de valores, dos culturas y dos
posicionamientos ante la norma y la moral. El intérprete responde a reglas éticas que,
según Boladeras, “orientan la vida de cada persona, según una idea del bien
considerada desde los individuos” (2006: 103). Las preferencias subjetivas se adaptan
a las posibilidades fácticas: el intérprete optimiza sus recursos lingüísticos haciendo que
resulten ser un arma más poderosa que el conocimiento de la ciencia o el revólver del
policía. En ambos relatos el accionar de los intérpretes está motivado por la perspectiva
de percibir un monto de dinero y esto ejerce una fuerza de atracción mucho mayor que
la de la ética de la transferencia fehaciente de información.
En virtud del este breve análisis queda claro que las relaciones sociales se construyen
sobre el uso del lenguaje. A través de los relatos analizados se distinguen las acciones
y conductas sociales que definen los diferentes miembros de una sociedad. Se ha
intentado explicar las razones que llevan a cada uno a actuar de determinada manera
porque “todas las clases de acciones tienen que tener su puesto en alguna parte en una
cadena teleológica de medios y fines” (Tugendhat 1997: 258). Se observaron diferentes
maneras de subordinar los actos comunicativos a otros fines, ya que “la elección entre
normas alternativas puede basarse en el reconocimiento intersubjetivo logrado a través
de un diálogo en el que se diluciden las pretensiones de validez de las propuestas de
acción y las formas de cooperación necesarias para la resolución de los conflictos de
intereses” (Boladeras 2006: 91).
El objetivo de este análisis no ha sido emitir un juicio de valor en relación a alguno de
los estereotipos descritos, sino simplemente mostrar cómo, a través de un texto
literario, se los puede reproducir. La intención ha sido, en última instancia, contribuir a la
reflexión teórica sobre cómo el sujeto traduciente puede articular o desarticular las
relaciones sociales y culturales por el sólo hecho de manejar dos sistemas lingüísticos y
participar de dos sistemas de valores.
Anexo 2: del relato “What money?” en MILLER, T. (ed.) (2003). Writing on the Edge.
A Borderlands Reader. Tucson, Arizona, USA: The University of Arizona Press. p. 330
Bibliografía
ANÓNIMO. “What Money?”. En MILLER, T. (ed.) (2003). Writing on the Edge. A
Borderlands Reader. Tucson, Arizona, USA: The University of Arizona Press. p. 330
AUSTIN, J. L. (2006). Cómo hacer cosas con palabras. Buenos Aires, Argentina:
Paidós.
BOLADERAS, M. (1996) Comunicación, ética y política. Habermas y sus críticos.
Madrid, España: Tecnos.
LAPLANTINE, F. y A. NOUSS (2007). Mestizajes. De Arcimboldo a zombi. Buenos
Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica.
MIGUELEZ, Armando (1981). Antología del cuento literario chicano: (1877 – 1950).
Tesis de doctorado. College of Liberal Arts and Sciences, Arizona State University.
Tempe en el Portal de Cultura Chicana de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Recuperado 24/08/2009, de http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=13456
TUGENDHAT, E. (1997) Ser – verdad – acción. Ensayos filosóficos. Barcelona,
España: Gedisa.