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Mitos y leyendas

del Antiguo Egipto


Robert Swindells

Ilustraciones de Stephen Lambert

 Viice
 V cen
ns Vives
Índice
 A Babette. Con mi afecto, por su afecto
en la duda y en la certeza.
 A. F.

Mitos y leyendas del Antiguo Egipto

Prólogo 7

El comienzo de todo 11

Primera edición, 2017


Hijos rebeldes 13
Depósito Legal: B. 26.125-2017
ISBN: 978-84-682-1940-0
Núm. de Orden V.V.: BH44 Un lago de sangre 18

© STEPHEN LAMBERT
Sobre el texto literario. Los dones de los dioses 22
© ROBERT SWINDELLS
Sobre las ilustraciones.
El cofre de la muerte 25
© ALBERTO FUERTES
Sobre la traducción.
© EMILIO SALES El nombre secreto 31
Sobre las actividades.
© MONTSERRAT FULLÀ
Sobre la sección «Marco histórico y cultural». La columna fenicia 39
© EDITORIAL VICENS VIVES, S.A.
Sobre la presente edición según el art. 8 del Real Decreto Legislativo 1/1996.
El regreso de Osiris 46
Texto revisado por Marc Orriols, egiptólogo y profesor
de la Universidad Autónoma de Barcelona.
La serpiente de Set 52
Obra protegida por el RDL 1/1996, de 12 de abril, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley
de Propiedad Intelectual y por la normativa legal que lo modifica. Prohibida la reproducción total o
parcial por cualquier medio, incluidos los sistemas electrónicos de almacenaje, de reproducción, así El ojo mágico 57
como el tratamiento informático. Reservado a favor del Editor el derecho de préstamo público,
alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso de este ejemplar.

IMPRESO EN ESPAÑA. PRINTED IN SPAIN.


La venganza de Horus 62
Prólogo
La gran sequía 71
Hace mucho, mucho tiempo, antes de que hubiera faraones, pirá-
El rey que lo tenía todo 74
mides o jeroglíficos, Egipto estaba poblado por unas gentes que
vivían de la caza y la recolección, y que se agrupaban en pequeñas
El libro mágico 79
tribus que combatían a menudo entre sí. Habitaban una amplia
franja de tierra fértil que se extendía a lo largo de las márgenes de
Los dos hermanos 84
un gran río: el Nilo. Más allá, a un lado y al otro de aquel territo-
El viaje definitivo 96
rio tan fecundo, se hallaba la sabana, que con el paso del tiempo se
convertiría en un desierto que parecía no tener principio ni fin. El
Las divinidades de estos relatos 102 desierto era un mundo estéril, donde no crecían plantas ni podía
sobrevivir ninguna criatura.
La supervivencia de los egipcios dependía de dos cosas: el río y
Actividades 105 el sol. Una vez al año, de julio a septiembre, el Nilo se desbordaba,
con lo que cubría la franja habitada por los eg ipcios con una fértil
Marco histórico y cultural 115 capa de limo negro. Luego, gracias al sol, de aquel limo brotaban
espontáneamente cereales y frutos silvestres. Las márgenes del río,
con sus exuberantes plantas de papiros y sus esbeltos cañaverales,
estaban atestadas de aves y mamíferos que servían de alimento a
los cazadores. Con el paso del tiempo, los egipcios aprendieron a
labrar y sembrar la tierra, empezaron a domesticar animales y, de
ese modo, se convirtieron en agricultores y granjeros: plantaban
sus cosechas en las márgenes del río y cuidaban del ganado. La vi-
da se volvió más fácil. Ya no era necesario ir de acá para allá en
busca de alimento. Los egipcios sustituyeron los refugios tempo-

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El comienzo de todo

Hubo un tiempo, hace miles y miles de años, en que no existían


la Tierra ni el Cielo. El mundo carecía de árboles y montañas, de
animales y personas, pues todo estaba ocupado por una masa de
bullentes aguas negras que no tenía principio ni fin, y que se ha-
llaba bajo el dominio de un espíritu. Un buen día, aquel espíritu
decidió darse un nombre a sí mismo:
—Jepri —dijo, con una resonante voz de trueno.
Y, justo en aquel instante, se convirtió en un dios extraordina-
riamente poderoso. La palabra «Jepri» significa ‘Aquel que se con-
vierte en luz y v ida de todas las cosas’, y eso es lo que Jepri se dis-
puso a hacer: convertirse en un dios creador. Primero dio forma a
un gran huevo resplandeciente que se sacudía y temblequeaba so-
bre la superficie del mar. Del huevo salió Ra, un dios solar que tie-
ne cabeza de halcón y que es más poderoso aún que el propio Jepri.
Nada más nacer, Ra ordenó al Cielo y a la Tierra que salieran
de las aguas.
—Tú te llamarás Geb —le dijo a la Tierra—. Y tú te llamarás
Nut —le dijo al Cielo.
Para separarlos, Ra creó a Shu, el Aire, y a continuación dio vi-
da a Tefnut, la Humedad. Luego, la diosa Nut plantó sus pies en el
este y las manos en el oeste, y formó así, con su gigantesco cuerpo,
un arco sobre la Tierra. Su cuerpo, arqueado y boca abajo, se cu-
brió de un sinfín de gemas brillantes: las estrellas.

11
mitos y leyendas del antiguo egipto

Todas las mañanas, Ra montaba en su barca para surcar el Cie-


lo. Desde allí arriba, miraba la Tierra con su ojo, al que llamamos
«sol». El ojo de Ra, fuente de toda luz, era tan grande y brillante
que veía cuanto pasaba en la Tierra, y el dios se sentía muy orgu-
Hijos rebeldes
lloso de él.
Un día, al regresar de su larga travesía por el Cielo, Ra se llevó
una desagradable sorpresa. ¡Su padre Jepri tenía otro ojo! Brilla- Cuando Jepri se retiró a descansar, Ra quedó a cargo del mundo.
ba mucho menos que el sol, pero, aun así, Ra se puso hecho una Cada mañana, antes del amanecer, subía a su barca solar y empe-
furia. zaba a surcar el Nilo Celestial, que es idéntico al Nilo de Egipto,
—¡Con mi ojo es suficiente para ver la Tierra! —le gritó Ra a su salvo en que cruza el Cielo en lugar de la Tierra. Cuando Ra zarpa-
padre—. No necesitamos ningún otro ojo. ba, camino del oeste, los rayos de luz de su poderoso ojo bañaban
Jepri se indignó. la Tierra dormida y despertaban de su sueño a las criaturas. Em-
—¿Cómo te atreves a hablarme en ese tono? —dijo—. Eres de- pezaba un nuevo día. A medida que la barca avanzaba, la luz se iba
masiado orgulloso, así que, para que aprendas a ser más humilde, volviendo más brillante e intensa, hasta que nadie en la Tierra se
desde hoy mismo este otro ojo alumbrará el Cielo por la noche. atrevía a mirarla directamente. Al mediodía, el calor era tan inso-
A aquel sol nocturno, al que nosotros llamamos «luna», Jepri le portable que la gente buscaba una sombra bajo la que refugiarse.
dio el nombre de Thot y le asignó el título de «Medidor del tiem- La travesía de Ra duraba todo el día. En el extremo oeste del
po», pues la luna iba a servir para calcular la duración de los meses. mundo, el Nilo Celestial se convertía en una gran catarata que se
Pero Jepri no se conformó con crear un segundo ojo celeste: en- precipitaba con estruendo hacia un negro abismo llamado la Duat.
gendró además seis nuevos dioses, cada uno destinado a una mi- Ra no podía relajarse, pues corría el peligro de despeñarse con su
sión concreta, y también y a los hombres y a las mujeres, a los que barca por el abismo. Al pie de la cascada, aguardaban las almas de
puso en la Tierra para que lo adorasen. Hizo que crecieran todo ti- quienes acababan de morir. Ra descendía de su barca en los Cam-
po de árboles y plantas, creó a los animales que caminan por la tie- pos de la Paz y se pasaba la noche sentado en un trono dorado,
rra y a las aves que surcan los cielos, a los reptiles que se arrastran desde el que impartía justicia y gobernaba el Cielo y la Tierra.
por el desierto y a los peces que habitan en las aguas, y, cuando aca- El dios tenía cuatro hijos: los varones Shu y Geb, y las hembras
bó de hacer todo eso, se sintió tan agotado que se retiró a descan- Nut y Tefnut. Un día, Geb, la Tierra, se casó con Nut, el Cielo. Las
sar a los Campos de la Paz, que se encuentran más allá del Cielo. bodas entre hermanos eran comunes entre los dioses, pero, cuan-
Y así fue como, según los egipcios, comenzó todo. do Ra lo supo, montó en cólera.
—¿Cómo os atrevéis a casaros sin mi consentimiento? —rugió.

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relatos del antiguo egipto egipto

En verdad, Ra no estaba irritado porque sus hijos se hubieran pongo que mi sacrificio no te parece gran cosa. No quiero recom-
casado a sus espaldas: lo que le inquietaba era la posibilidad de pensas, pero ¿por qué me niegas un hijo, si es lo único que deseo?
que tuviesen descendencia. Ra, como todos los dioses, podía pre- —Ya he dicho todo lo que tengo que decir —dijo Ra—. No vol-
ver el futuro, y había vaticinado que, algún día, un vástago de Geb verá a amanecer en el mundo. Así aprenderás a no ser tan ingrata.
 y Nut le arrebataría su poder sobre el mundo. Así que fue en bus- Nut rogó y suplicó, pero Ra no se dejó convencer.
ca de su hija y le dijo: «He de hacer algo», se dijo Nut. Entonces, pensó en el dios Thot,
—Sé que deseas tener un hijo… que tiene cabeza de ibis (un ave zancuda venerada por los egip-
Nut asintió. En verdad, nada le apetecía más que ser madre. cios), es el escriba del Inframundo y portador del ojo lunar. Thot
—Pues yo no permitiré que ese día amanezca —añadió Ra. se encargaba de mover la luna y de medir el tiempo, y tenía una
Nut se desesperó. Con los ojos llorosos, empezó a decir: gran afición: le encantaba jugar a los dados. Nut pensó que podía
—¿Por qué me tratas así, padre? ¿Acaso no te he obedecido siem- aprovecharse de aquella afición para hacer realidad sus deseos, de
pre? Desde el mismo día en que nací, he mantenido las manos y los modo que bajó al Inframundo y le dijo a Thot:
pies anclados sobre la Tierra. Sin mí, no habría Cielo, aunque su- —¿Jugamos a los dados?

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mitos y leyendas del antiguo egipto hijos rebeldes

manos toda la luz que necesitaba, anunció que había llegado la


hora de terminar el juego.
—Te felicito —dijo Thot—. No pensaba que pudieras ganar-
me. Pero dime: ¿qué vas a hacer con toda esa luz?
Nut respondió sin vacilar:
—Voy a alargar el año cinco días.
Thot se quedó perple jo. El año, en Egipto, siempre había teni-
do trescientos sesenta días. Parecían más que suficientes, de mo-
do que ¿por qué añadirle otros cinco? Pero lo peor era que, debi-
do a la luz que le había entregado a Nut, el ojo de Thot no podría
iluminar las noches en aquellos cinco días. Por eso, desde enton-
—¿Te apetece perder? —se rio Thot—. Por si no lo sabes, nadie ces, la luna mengua a lo largo del mes hasta desaparecer del Cielo
me ha ganado jamás jugando a los dados.  y luego regresa con todo su brillo en forma de luna llena.
—Entonces yo seré la primera en conseguirlo… —dijo Nut. Cuando Ra supo que Nut había alargado el año, su cólera no
—No te hagas ilusiones. conoció límites. Como los cinco días añadidos no aparecían en el
—¿Qué me darías si te ganara? calendario, Ra era incapaz de controlar lo que pasaba en ellos, así
—Pide lo que quieras. A fin de cuentas, vas a perder… que Nut aprovechó ese breve período de tiempo para tener a sus
—¿Qué te parece si me entregas un poco de luz de luna cada vez hijos.
que te gane? Nut dio a luz a dos niños y a dos niñas.
Thot aceptó. No sabía que Nut estaba dispuesta a todo con tal A ellos, les puso el nombre de Osiris y Set.
de ganarle, incluso a recurrir a las trampas. Y así lo hizo ella: por A ellas, las llamó Isis y Neftis.
medio de un ritual mágico, Nut se atrajo la buena suerte. Como
Thot permanecía absorto en el juego, no se percató de que Nut es-
taba engañándolo y fue perdiendo, una tras otra, todas las parti-
das. No podía creérselo. Desconcertado, le preguntaba a Nut:
—¿Cómo puedes tener tan buena suerte? ¡Es la primera vez que
me pasa algo así!
Según lo prometido, por cada partida que perdía, Thot le en-
tregaba a Nut una porción de luz de luna. Cuando Nut tuvo en sus

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Osiris: dios que enseñó a los egipcios el arte de la agricultura y la ga-
Las divinidades de estos relatos nadería. Era a la vez hermano y marido de Isis, con quien engendró
a Horus. Tras ser asesinado por su hermano, Osiris acabó converti-
do en dios de los muertos y del Inframundo.
Ptah: nombre alternativo para el dios sol Ra.
Amón: nombre alternativo para el dios s ol Ra. Ra: dios del sol, creador de dioses y mortales. Es la más gr ande de to-
Anubis: dios del Inframundo que cus todia las tumbas y las momias. das las deidades egipcias. Dependiendo del lugar donde se le rin-
Se le solía representar en forma de chacal sentado o de hombre con diera culto, también se le conocía como Amón, Ptah e incluso Je-
cabeza de chacal. pri. Se le solía representar como un hombre con cabeza de halcón
Geb: dios de la Tierra. Es hermano y marido de Nut, hijo de Shu y tocado, por lo general, con un disco solar.
Tefnut y padre de Isis, Osiris, Set y Neftis. Sejmet: diosa leona de la muerte y la destrucción.
Hapy : dios de las inundaciones. Simbolizaba la dependencia de los Set: dios del caos y la confusión, hijo de Nut, la diosa del cielo. Asesi-
egipcios con respecto al Nilo, que regaba las cosechas y cubría las nó a su hermano Osiris para adueñarse del trono de Egipto. Cuan-
tierras de limo fértil. do dejó de reinar, fue nombrado dios de las tormentas.
Hator: diosa del amor y la maternidad. Se la solía representar en Shu: dios del aire y de la luz. Se encarga de sostener la alargada figura
compañía de una vaca o como una mujer tocada con unos cuernos de Nut, la diosa del cielo, a fin de mantenerla separada de Geb, el
de vaca, entre los que resplandecía un disco solar. dios de la Tierra.
Horus: dios del cielo e hijo de Isis y Osiris. Se le consideraba protec- Tefnut: diosa de la lluvia y la humedad. Es hija de Ra, esposa de Shu
tor del faraón reinante, y solía representársele con un halcón o co-  y madre de Geb y Nut. Shu y Tefnut fueron los primeros dioses que
mo un hombre con cabeza de halcón. Ra creó.
Isis: poderosa hechicera y diosa casada con su hermano Osiris. Es la Thot: dios de la escritura y del conocimiento, escriba de los dioses y
madre de Horus. divinidad del Inframundo. Thot era señor de la luna y dios de la sa-
Jepri: creador y padre de los dioses al que se solía representar con biduría, y se le solía representar con cabeza de ibis.
forma de coleóptero o escarabajo pelotero. Era también el dios so-
lar del amanecer.
Jnum: dios alfarero que creó a los hombres con arcilla. Se le repre-
sentaba como un hombre con cabeza de carnero y se le asociaba
principalmente con las crecidas del Nilo y el suelo fértil.
Neftis: diosa de los muertos, esposa de Set y madre de Anubis. Ayudó
a su hermana Isis a buscar el cad áver de Osiris.
Nut: hija de Shu y diosa del cielo, cuyo cuerpo formaba un arco so-
bre la Tierra. Nut era hermana y mujer de Geb y madre de Isis, Osi-
ris, Set y Neftis.

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Mitos y leyendas del Antiguo Egipto
Los orígenes del mundo
Todas las culturas cuentan con una cosmogonía, esto es, con un conjun-
to de relatos míticos que explican los orígenes del mundo. «El comienzo
de todo»  se remonta a un tiempo en el que no había Tierra, Cielo ni
seres humanos: «todo estaba ocupado por una masa de bullentes aguas
negras» dominada por un espíritu con mucho trabajo por hacer.
1 ¿Qué nombre se da a sí mismo este espíritu y por qué? (p. 11)
¿Cuál es su primera creación? ¿Cómo nacen el Cielo, la Tierra, el
Aire y la Humedad? ¿Qué nombre reciben?
2 ¿Qué tiene de especial el ojo de Ra? (p. 12) ¿Con qué «desagra-
dable sorpresa» se encuentra un día el dios? ¿Qué lección le da Je-
pri y con qué intención? En concreto, ¿por qué crea Jepri a los se-
res humanos? Luego, ¿dónde se retira a descansar?
Cuando Jepri se retira, Ra queda a cargo del mundo. Y así como él se ha-
bía rebelado contra su padre, ahora sus hijos e hijas se sublevan contra él.
«Hijos rebeldes» muestra cómo la vida surge del conflicto y de la lucha
entre contrarios, y, además, proporciona una explicación mítica a ciertas
convenciones que han llegado hasta nuestros días.
3 ¿Qué rutina diaria sigue Ra? (p. 13) ¿Cómo es el Nilo
Celestial y dónde desemboca? ¿Quiénes aguardan al pie
de la Duat?
4 ¿Qué hacen los hijos de Ra? (p. 13) ¿Por qué monta en
cólera el dios? (p. 14) ¿Qué le prohíbe a Nut? ¿Cómo
consigue ella salirse con la suya? (pp. 15-17)

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a c t i v i d a d e s a c t i v i d a d e s

5 Menciona qué mitos fundacionales sobre la medición del tiempo 4 ¿Con qué argucia atrae a Osiris hasta su casa? (p. 27) ¿En qué
hallamos en «Hijos rebeldes» (pp. 13 y 17). consiste el juego de Set? (p. 28) Pero ¿cuál es su verdadero objeti-
vo? (pp. 29-30)
«Un lago de sangre» revela algunos de los rasgos
que comparten los dioses de todas las mitologías: la Tras asesinar a su hermano, Set se proclama rey de Egipto , un cargo que
crueldad y la sed de venganza , pero también la com- desempeña de manera cruel y despótica. «El nombre secreto» relata los
pasión. No en vano, las divinidades acostumbran a esfuerzos de Isis por sobrevivir… y por algo más.
tener idénticas virtudes y defectos que los mortales.
5 ¿Por qué supone Isis un peligro para Set? (p. 32) ¿Quién
6 ¿Qué encoleriza a Ra? (p. 18) ¿Qué le piden los dioses? ¿En qué socorre a la diosa? ¿Dónde se esconde ella? (p. 33)
transforma su poderosísimo ojo? (p. 19) ¿Con qué fin lo hace?
6 ¿Para qué visita Isis los Campos de la Paz? (p. 34) ¿De qué
7 ¿Por qué Ra intenta frenar a Sejmet? (pp. 20-21) ¿Qué treta tiene medios se sirve para crear una serpiente? (p. 35) ¿Con qué
que utilizar el dios? Al fin, ¿qué lección aprende el pueblo egipcio? fin la utiliza? (pp. 35-37) Averigua qué significados tenía es-
te animal en la cultura del Antiguo Egipto.
El ciclo de Isis y Osiris Los infortunios de Isis prosiguen en «La columna fenicia», un
La saga de Isis y Osiris es la más importante de la mitología egipcia. La cuento más elaborado y extenso que los precedentes. En él se
única reconstrucción completa de este ciclo es la versión del griego Plu- relatan dos episodios cruciales del ciclo: el nacimiento de Horus y la bús-
tarco (s. I a.C.), la misma en la que se basan algunos relatos del presente queda del cadáver de Osiris.
libro. En concreto, «Los dones de los dioses»  constituye un relato mítico 7 ¿Qué esperanzas tiene puestas Isis en su hijo? (pp. 39-40) ¿Por
sobre el paso de la barbarie a la civilización . Cuando a Isis y Osiris les qué busca el cuerpo de Osiris? ¿En qué se transforma la diosa, y
encomiendan la tarea de gobernar las fértiles tierras del Nilo, con qué intención? Mientras tanto, ¿qué hace con Horus?
1 ¿Qué vida lleva el pueblo egipcio? (p. 22) ¿Qué le reprueban espe- 8 ¿Qué metamorfosis sufre el cofre donde yace Osiris? (pp. 40-42)
cialmente lsis y Osiris? ¿Qué conocimientos transmiten a los mor- ¿Cómo descubre Isis lo sucedido? (p. 41) ¿De qué estrategia se va-
tales y con qué fin? (pp. 23-24) le para entrar en palacio? (pp. 42-43) Asimismo, ¿cómo consigue
2 Como resultado de todas estas enseñanzas, ¿qué transformación que el rey le regale la columna fenicia? (pp. 43-45)
experimenta el pueblo egipcio? (p. 24) ¿Con qué nombre pasa a 9 ¿Qué cualidades y poderes esgrime Isis en «El nombre secreto» y
ser conocida Osiris entre sus súbditos? «La columna fenicia»?
«El cofre de la muerte»  presenta uno de los temas recurrentes en el ciclo En «El regreso de Osiris», Set recibe la visita de un cerdo que le revela el
de Isis y Osiris: su rivalidad con Set . paradero del cadáver de Osiris. Esta escena constituye una de las escasas
pinceladas cómicas del libro.
3 ¿Qué sentimientos alberga Set hacia sus hermanos?
(p. 25) ¿Qué propósitos se hace? (p. 26) ¿Por qué 10 ¿Con qué título premia Set al gorrino? (p. 46)
no le explica a Neftis, su esposa, el «cruel engaño» A continuación, ¿qué hace con el cadáver
que ha urdido? de su hermano? (p. 47) Lejos de desani-

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Marco histórico y cultural
de los relatos
 El nacimiento del pueblo egipcio
La civilización egipcia ha ejercido desde siempre una extraordina-
ria fascinación sobre todos aquellos pueblos que, a lo largo de mi-
lenios, entraron en contacto con la cultura del Antiguo Egipto y se
asombraron de sus aspectos más exóticos y misteriosos. El enigma
de las fuentes del Nilo, la figura deslumbrante y omnipotente del
faraón, los indescifrables jeroglíficos o los secretos que encierran
las colosales pirámides atrajeron por igual a historiadores griegos,
a emperadores romanos, a arqueólogos de todo el mundo y hasta
al más común de los mortales.
Esta milenaria civilización, una de las más ricas y avanzadas que
han existido jamás, comenzó a forjarse a orillas del río Nilo, don-
de ya en tiempos muy remotos, durante el Paleolítico, se estable-
cieron varios núcleos de población que vi-
vían de la caza, la recolección de frutos y
la abundante pesca fluvial. Con el paso de
los años, los egipcios aprendieron a labrar
 y sembrar las tierras, drenaron las aguas
pantanosas para disponer de más áreas
de cultivo, y construyeron diques y cana-
les de irrigación. Cultivaban cereales, le-

117
marco histórico y cultural auge y caída del antiguo egipto

gumbres y hortalizas, árboles frutales e incluso hierbas medicina- Unos cien años después, Egipto se
les y aromáticas. Al mismo tiempo, domesticaron al perro, la vaca, reunificó de nuevo y dio comienzo el
la oveja, la cabra y todo tipo de aves. La vida en el Bajo Egipto, al Reino Medio (hacia 1980-1760 a. C.).
norte del país, era sumamente dura, pero sus tierras albergaron a A mediados de este período, los hic-
una sociedad productiva y pacífica, compuesta por campesinos, sos, procedentes de Canaán (los actua-
artesanos y comerciantes. Sin embargo, el Alto Egipto, que se ex- les Israel y Líbano), se establecieron en
tendía hacia la zona desértica del sur, seguía ocupada por pastores el delta del Nilo. Poco a poco, fueron
nómadas, acaudillados por guerreros que ambicionaban conquis- adoptando las costumbres del pueblo
tar el exuberante delta. egipcio y acabaron por fundar dos di-
El artífice de la unificación del Alto y el Bajo Egipto, que tuvo lu- nastías reales. Fueron los hicsos quie-
gar hacia el año 3100 a. C., fue el rey Narmer, a quien se asocia con nes, asimismo, introdujeron en el país
el legendario Menes. Con la unificación nacía el Egipto dinástico, las armas de hierro, los carros de gue-
un período de más de tres mil años de historia en el que alternaron rra y los caballos, desconocidos hasta
las épocas de esplendor con los Períodos Intermedios, caracteriza- el momento en tierras egipcias.
dos por las invasiones extranjeras y las crisis políticas internas. Cuando los egipcios consiguieron
En este fresco de su tumba, la rei- al fin expulsar a los hicsos de su país,
na Nefertari es conducida de la
dio comienzo el Reino Nuevo  (hacia
mano por la diosa Hathor.
 Auge y caída del Antiguo Egipto 1539-1077 a. C.). En esta ocasión, Egip-
to se engrandeció hasta convertirse en una potencia militar dotada
La primera etapa de esplendor del Antiguo Egipto es el  Reino An-
de un ejército permanente que extendió sus dominios hasta Feni-
tiguo (hacia 2592-2120 a.C.), que vio nacer un Estado próspero en
cia y Palestina. Los faraones dejaron de construir pirámides y man-
el que se desarrollaron la escritura jeroglífica y unos sorprendentes
daron edificar los majestuosos templos de Karnak y Luxor y los hi-
conocimientos técnicos que permitirían, entre otras
pogeos, tumbas excavadas en el Valle de los Reyes y en el Valle de las
cosas, la construcción de las pirámides. Sin embar-
Reinas. Uno de los soberanos más célebres del Reino Nuevo y de to-
go, el Reino Antiguo llegó a su fin cuando la sequía y
do el Antiguo Egipto fue Ramsés II el Grande, el último gran faraón.
la hambruna atenazaron al pueblo porque las aguas
A lo largo de su largo y fructífero reinado (hacia 1279-1213 a.C), de-
del Nilo dejaron de inundar el valle con regularidad.
sarrolló una gran actividad arquitectónica, organizó un poderoso
La autoridad del faraón se debilitó tanto que, al fin, el
ejército y luchó contra los hititas, un pueblo procedente de la pe-
monarca se vio incapaz de evitar la división del país.
nínsula de Anatolia (hoy Turquía). La Gran Esposa Real del faraón
 Anverso de la paleta cosmética del rey Narmer, en la que se celebra la victo- Ramsés II, Nefertari, desempeñó un papel esencial en el culto reli-
ria del monarca sobre las poblaciones del Bajo Egipto. gioso y la política exterior.

118 119
marco histórico y cultural el resurgimiento de un mundo perdido

A partir del siglo vii a.C. Egipto cayó en una decadencia de la


que ya no resurgiría. Primero sufrió la invasión de los asirios y los
persas, y posteriormente, en el iv a. C., la del macedonio Alejandro
Magno. La última reina del Antiguo Egipto fue la legendaria Cleo-
patra: tras su suicidio, en el 30 a.C., el país se convirtió en una pro-
vincia del Imperio romano. En el siglo vii Egipto fue ocupado por
los árabes y permaneció durante largos años bajo el dominio is-
lámico. Posteriormente, pasó a formar parte del Imperio otoma-
no. La gloriosa civilización egipcia había quedado arrumbada, sus
construcciones, cubiertas por las arenas y su escritura, olvidada.

 El resurgimiento de un mundo perdido


A finales del siglo xviii, Egipto se convirtió en un país codiciado
por las grandes potencias coloniales a causa de su posición geográ-
fica estratégica. En 1798 Napoleón Bonaparte llegó a tierras egip- Tras acceder a la cámara funeraria de Tutankamón, Carter descubrió cuatro capillas do-
cias al frente de las tropas francesas. Les acompañaban un grupo radas, cada una en el interior de la otra; en la más pequeña se hallaba un sarcófago de
cuarcita que contenía en su interior tres sarcófagos antropomorfos. En la fotografía ve-
de historiadores que, durante dos años, hicieron diversas expedi- mos al egiptólogo retirando la capa de betún que cubría el tercero de los sarcófagos.
ciones arqueológicas y se aplicaron al estudio sistemático de la ci-
vilización del Antiguo Egipto. tela que reproduce el mismo texto en escritura jeroglífica, demótica
A lo largo de los años, numerosos expe-  y en griego clásico. Dado que el griego era una lengua bien conoci-
dicionarios procedentes de Francia, Ale- da, el lingüista francés pudo descifrar al fin la escritura jeroglífica,
mania, Inglaterra o Italia visitaron Egipto hasta ese momento impenetrable. Con su hallazgo nacía la egipto-
para excavar sus yacimientos infatiga- logía moderna.
blemente. Entre los egiptólogos más cé- Carter, a su vez, descubrió la tumba de Tutankamón. El 16 de fe-
lebres destacan el filólogo francés Jean- brero de 1923 el británico, acompañado de Lord Carnarvon, el me-
François Champollion ( 1790-1832) y el cenas que financiaba su expedición, encontró la entrada de la cá-
arqueólogo británico Howard Carter mara funeraria del Valle de los Reyes donde yacía el soberano.
(1874-1939). Champollion dedicó mu- Tutankamón ( 1336-1327 a. C.) había subido al trono cuando so-
La piedra Rossetta reproduce un chos años al estudio de la piedra Ro- lo contaba nueve años y murió en torno a los dieciocho tras reinar
decreto de Ptolomeo V de 196  a.C. setta, un fragmento de una antigua es- sin pena ni gloria. Su tumba distaba mucho de ser excepcional, pe-

120 121
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marco histórico y cultural el nacimiento del pueblo egipcio
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ro una parte permanecía intacta, igual que las ofrendas y joyas que   D l         E
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    L Jerusalén
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albergaba en su interior. La belleza, la exuberancia y el valor de es- Tanis Gaza


Alejandría Sais   A  Mar 
   P  Muerto
tos tesoros conmocionaron al mundo entero, y el hallazgo de Car- BAJO
EGIPTO
ter quedó envuelto en un halo de leyenda y superstición que la Heliópolis
Menfis
ciencia se ha esforzado en borrar.
Saqqara
asis dee Siwa
Oasis wa F A Y U M SINAÍ 
 Egipto, un don del Nilo
DESIE RTO
El historiador griego Hecateo de Mileto (s. vi a. C.) describió el ALTO
L Í B I C 
CO EGIPTO
país como «un don del Nilo». Y es que, como hemos visto, la des- Oasis
ss
lumbrante civilización egipcia se forjó gracias a la riqueza de su Bahariya
Bah riya Tell el-Amarna
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Asiut  M    
agricultura, propiciada por las avenidas del río. Con todo, la vi-
E     
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da de los campesinos no era fácil, pues su suerte dependía por en- as s Farafra
Oasis ara r 
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Tinis
tero de la intensidad de aquellas crecidas. Además, los agricultores
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 Abidos O    

tenían la obligación ineludible de pagar impuestos en especie al fa- Karnak R    


Valle de a  l  
raón, amo y señor del territorio. A partir del Reino Antiguo, las fa- los Reyes
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Tebas R      s   
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milias que no entregaban al soberano la cosecha estipulada por los as s Dakhlaa
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Edfú
escribas sufrieron castigos muy duros.
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Oasis Kharga
Oas  ga
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Durante mucho tiempo el nacimiento del Nilo y el origen de O     


Isla Elefantina
Asuán
sus crecidas constituyeron un enigma impenetrable que llegó a Isla Filé 
1.ª catarata
convertirse en una obsesión para los aventureros. Por fin, a media-
dos del siglo xix, el británico John Hanning Speke afirmó haber frontera
Reino Antiguo
encontrado las fuentes del Nilo en el lago Victoria, un hallazgo que
 Abu Simbel 
más tarde corroboraría Henry Morton Stanley. En verdad, el cau-
2.ª catarata
dal del río procede de la unión del Nilo Blanco, que llega del lago
frontera
onte
Victoria, y del Nilo Azul, que nace en el Macizo Etiópico (Etiopía); Reino
eino Medio N U B I A

ambos ríos confluyen en la ciudad sudanesa de Jartum.


Las crecidas del Nilo, vitales para el desarrollo de la agricultu- Oasis
de Selima
e  Escala 1: 8000 000
ra egipcia, son fruto de las copiosas lluvias tropicales que nutren el 0 100 200 km

Nilo Azul desde primeros de junio hasta septiembre u octubre. An- 3.ªª catarata
tiguamente, cuando las aguas se desbordaban, inundaban las tie- líneas defensivas
4.ª catarata rutas comerciales
 N     
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l              frontera invasión de los
Napata Reino hicsos
122 123
Nuevo límites de Egipto
en la actualidad
marco histórico y cultural un mundo de dioses: el comienzo de todo

No solo las orillas del río bullían de actividad: por sus aguas na-
vegaban numerosas barcas fabricadas con manojos de papiro ata-
dos en las que se trasladaban personas y mercancías. Unas enormes
barcazas transportaban los bloques de piedra con los que se cons-
truían las pirámides, pero también llevaban obelis-
cos, los monolitos de granito que se colocaban en la
entrada de los templos. Los nobles, los sacerdotes
 y los faraones navegaban en embarcaciones más
lujosas, elaboradas con una carísima madera de
cedro procedente de Fenicia (hoy Líbano).
Las barcas no tardaron en alcanzar un profundo
En este fragmento de un fresco se reproducen parte de las tareas agrícolas: en la franja sentido simbólico porque en ellas se conducía a los muertos hasta
superior, los agrimensores miden la extensión de los sembrados; en la inferior, los escri- su última morada terrenal. Desde allí el difunto emprendía su úl-
bas anotan las cantidades cosechadas para calcular los impuestos. Con objeto de evaluar
la altura de la crecida del Nilo y fijar así los impuestos, los egipcios construyeron «niló-
timo viaje hacia los Campos de la Paz. Por tanto, todas las tumbas
metros», escaleras con marcas en las paredes por donde subían las aguas del río. debían tener una barca funeraria en un lugar destacado.

rras y hasta se llevaban a su paso aldeas enteras; si, por el contrario,


Un mundo de dioses: el comienzo de todo
eran escasas, los campesinos tenían que conformarse con recolec-
tar una cosecha muy pobre. Para evitar que las inundaciones hi- Los antiguos egipcios, como tantos otros pueblos, recurrían a una
cieran estragos en la población, así como para ampliar las tierras interpretación mítica denominada cosmogonía para dotar de sen-
cultivables y aprovechar las aguas al máximo, los egipcios constru- tido al mundo que los rodeaba. La cosmogonía egipcia, en concre-
 yeron presas y una red de canales que almacenaban el agua y la dis- to, nació de la necesidad de dar una explicación a los fenómenos
tribuían por nuevas tierras de regadío. Durante el mes de octubre, naturales, pero también de otorgar a los faraones una genealo-
las aguas de las crecidas se retiraban y los campesinos comenzaban gía divina. Así, estaba formada por un conjunto de relatos míticos
a sembrar los campos, cubiertos ya de un limo oscuro y fértil que que incluían todos los aspectos posibles, desde el nacimiento de las
contrastaba con la tierra roja y letal del desierto. El principal culti- deidades y del pueblo egipcio hasta la ilimitada autoridad real.
vo era el trigo, pero también se sembraba mucha cebada para ela- El pueblo egipcio concebía la religión como un componente más
borar la cerveza. La cosecha se recogía entre abril y mayo y el grano de su vida cotidiana. Las deidades tenían una existencia tan real co-
se almacenaba en grandes depósitos. En la actualidad, las crecidas mo el resto de las cosas, y la gente se relacionaba a diario con ellas,
del río están reguladas por la Presa Alta de Asuán, situada después hasta el punto de negociar las ofrendas que les harían en el caso de
de la primera catarata del Nilo. que sus ruegos se vieran satisfechos.

124 125
Mitos y leyendas
del Antiguo Egipto
Los mitos del Antiguo Egipto surgieron de las
creencias religiosas de aquel pueblo milenario
y sirvieron de sustento a su fascinante civilización. En los relatos
recogidos en este volumen se nos habla de cómo el espíritu Jepri
creó el mundo y dio vida a Ra, el omnipotente dios del Sol. Nada más
nacer, Ra ordenó al Cielo (Nut) y a la Tierra (Geb) que emergieran de
una masa de aguas negras y los separó mediante el Aire (Shu) y la
Humedad (Tefnut). Pero Nut y Geb se enamoraron y, contravinien-
do la voluntad de su padre Ra, se casaron y tuvieron a dos niños,
Osiris y Set, y a dos niñas, Isis y Neftis. Osiris e Isis enseñaron a los
hombres a cultivar la tierra y les proporcionaron todos los conoci-
mientos con los que forjaron la civilización más extraordinaria que
ha conocido jamás la humanidad. Pero esa vida próspera y apacible
quedó alterada por la envidia y el ansia de poder de Set, un dios sin
escrúpulos que asesinará a su hermano Osiris y perseguirá sin pie-
dad a Horus, el hijo de Isis y Osiris. La astucia y la fuerza del amor
de Isis lograrán salvar a Horus y convencer a Ra para que lo designe
rey de Egipto. La intriga, la magia y los prodigios constituyen los
principales mimbres de estos cautivadores relatos, entre los que se
incluyen tres leyendas protagonizadas por personajes históricos y
un cuento que narra el pavoroso viaje al Inframundo.

La presente selección, narrada por el laureado escritor británico


Robert Swindells e ilustrada por Stephen Lambert, cuenta con un
apéndice de la profesora Montserrat Fullà  en el que se describe
con gran amenidad el marco histórico y
cultural de estos relatos mitológicos.

ISBN: 978-84-682-1940-0
11617

9 788468 219400

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