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INTRODUCCION

La Oratoria ha sido utilizada por los hombres desde tiempos inmemoriales, en su


condición natural de ser social e integrante, siempre ha necesitado de un medio efectivo
para transmitir sus impresiones y vivencias, por consiguiente constituye un medio que
por miles de años ha demostrado su efectividad, de ahí que, en la sociedad moderna,
computarizada e informatizada, su uso continué vigente y sea de esmerado estudio para
lograr su dominio y correcta utilización. La oratoria es el arte de utilizar la palabra en
público, con corrección y belleza, que debe utilizarse para agradar, persuadir, convencer
y conmover, ya que es un don natural de todo ser humano, que conlleva mucha
responsabilidad.
Al hablar se debe utilizar un lenguaje directo y afirmativo, en donde cada persona se
exprese con firmeza y claridad, sin tener miedo de decir lo que piensa. Aquello que se
pronuncia al hablar, debe ser vehículo de la elocuencia y la transparencia del
pensamiento.
Existen ocasiones en que un orador piense y no tenga palabras para expresarse, es aquí
donde el tono, el ademán, el gesto, la mirada, los apoyos audiovisuales y el semblante
ayudan a transmitir el mensaje. El orador tiene en la palabra, la oportunidad de
expresarse según su criterio y conocimiento, además cuenta con el privilegio de una
audiencia dispuesta a escuchar, prestar atención y dedicarle su tiempo.
CAPITULO II
ORATORIA
CONCEPTO
La oratoria es persuasión, honradez y convicción. La manipulación mediante la palabra,
el engaño y la intimidación, no es oratoria, es charlatanería, es falacia, ya que se tiene
que convencer con la verdad, por consiguiente el auténtico orador hace de la palabra
un instrumento de la verdad. “Todo por la fuerza de la razón; nada por la razón de la
fuerza” (Verderber, Rudolph F., Comunicación Oral Efectiva, Editorial Thomson, 11ª.
Edición, México, 2004, p.2)
La oratoria es el arte de hablar con elocuencia, es decir, de expresarse eficazmente
mediante la palabra dialogada, ante cualquier auditorio y en cualquier circunstancia.
(Idem, p. 3)
La oratoria consiste en lograr que la gente se convenza por la fuerza de la razón y de la
verdad, y se conmuevan por las emociones y sentimientos, ya que la palabra es un
importante medio de comunicación, pero además, es una fuerza incontenible que puede
conmover, conducir, orientar, convencer y educar.
Una forma de la oratoria es, sin duda, la que se practica cuando se platica
entusiasmadamente con un grupo de amigos o cuando se escucha el relato de algo que
sucedió. En ambos casos, la expresión discutida fue el vehículo eficaz de la
comunicación, y eso es, precisamente, la oratoria, la comunicación verbal elocuente.
(D’Egremy, Francisco., Hablar para triunfar, Editorial Anaya, México, 2005, p.15)

CLASIFICACION DE LA ORATORIA
Para esta clasificación se tiene en cuenta la gran variedad de matices de los discursos, la
persona o personas que lo pronuncian y la ocasión en que se hace uso de él. Ello
indudablemente se complica más, cuando entra a considerarse el tipo de público, el
lugar donde se pronuncia, la forma como se pronuncia y los fines que se persiguen. Por
eso, teniendo en cuenta los elementos descritos anteriormente, podemos establecer la
siguiente clasificación:
1° SEGÚN EL TEMA Y EL ÁMBITO PROFESIONAL
Este tipo de oratoria involucra exposiciones especializadas, es decir, las utilizadas por
personas que tienen en común una misma profesión, arte u oficio y que en tal sentido
desarrollan una práctica oratoria que con el devenir del tiempo se constituye por
derecho de uso, en una práctica exclusiva del referido grupo humano. En ese sentido
tenemos una clasificación muy amplia que comprende los siguientes tipos:
a) Oratoria Social: Llamada también oratoria sentimental, ceremonial o augural. Es la
que tiene por ámbito propio, las múltiples ceremonias en las que le toca participar al ser
humano en general; sean estas en el hogar, comunidad o a nivel institucional, académico
o laboral.
b) Oratoria Pedagógica: Es el arte de transmitir conocimientos y cultura general a través
de la palabra hablada. Llamada también didáctica o académica. Su objeto específico es
enseñar, informar y/o transmitir conocimientos. Usada por los profesores, catedráticos
y educadores.
c) Oratoria forense: Es la que tiene lugar en el ejercicio de la ciencia jurídica. Se le
conoce también como Oratoria Judicial y es utilizada en exclusiva, en el ámbito de la
jurisprudencia para exponer con claridad y precisión los informes orales de jueces,
fiscales y abogados.
d) Oratoria Política: Su esencia es exponer o debatir todas las cuestiones relacionadas
con el gobierno de la actividad pública, pero partiendo de los principios e ideas políticas
que ostenta el orador. Es utilizada en épocas electorales para persuadir y convencer a
los votantes.
e) Oratoria Religiosa: Denominada "homilía" u oratoria "sacra”. Es el arte de elaborar y
disertar sermones a partir de la palabra de Dios, plasmada en la Biblia u otros libros
religiosos. Trata sobre asuntos de fe y religión. Usada por los predicadores, curas,
pastores y misioneros.

SEGÚN LA ACTITUD DE COMUNICACIÓN DEL ORADOR


Cuando el orador se encuentra en actitud de comunicación oral con sus semejantes,
puede transmitir su mensaje de dos maneras: en forma individual; cuando sólo él hace
uso de la palabra para dirigirse hacía un grupo de personas que lo escucha sin intervenir
o, en forma cooperativa; cuando un grupo de oradores de forma alternada – según el
turno establecido- se dirigen al público, buscando entre todos, a través de la discusión,
una opinión o decisión común.
En el primer caso la oratoria es individual y entre sus formas más clásicas encontramos:

 La Conferencia
 Discurso conmemorativo
 Discurso inaugural
 Discurso de presentación Argumentación Jurídica
 Discurso de bienvenida
 Discurso de ofrecimiento
 Discurso de aceptación
 Discurso de agradecimiento
 Discurso de despedida
 Discurso de augurio
 Discurso de sobremesa
 El Brindis
 Discurso fúnebre
 Discurso radiado
 Discurso televisado
En el segundo caso se denomina deliberativa o de grupo y entre sus formas más
saltantes encontramos las siguientes:

 La Conversación
 La Entrevista
 La Asamblea
 La Mesa redonda
 El Simposio
 El Debate
 El Foro
 El Cónclave, etc.
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ELEMENTOS DE LA ORATORIA
EL ORADOR QUE HABLA
Cuya tarea específica es la de discutir el tema elegido ante un auditorio específico,
debiendo reunir los atributos adecuados (mentales, físicos y vocales) que contribuyan a
vigorizar el discurso. Para tal cometido debe elegir temas por los cuales se sienta
convencido. Su atributo mental se refleja en rodear toda la extensión de su disertación
y saber limitarlo en los aspectos más importantes y sobresalientes.
EL TEMA DE QUE SE HABLA
Que es lo que se tiene que desarrollar, el cual debe ser tejido en el telar de las
experiencias, debe estar envuelto de detalles, ilustraciones, personificaciones,
dramatismo y ejemplos en algunos casos y todos estos expresados en términos
familiares y concisos los cuales den la comprensión y el entendimiento adecuado; en
donde lo que se quiere decir sea entendido por todos, prácticamente estamos hablando
del Discurso.
EL AUDITORIO AL CUAL SE HABLA
Que es la gente que se desea que piense, sienta o actué de determinada manera. Es el
árbitro decisivo del éxito o el fracaso del Orador. (Manual para Aprender a Hablar en
Público, Idem. p.17-19)
Estos factores elementales y sus interrelaciones constituyen la parte medular de la
oratoria. Es importante determinar que una de las cualidades esenciales del ser humano
es su capacidad de comunicación oral, a través de la cual transmite pensamientos,
sentimientos, vivencias, conocimientos, etc., pero es importante que cada orador
desarrolle su propia capacidad de persuasión, que sea un original y no una copia,
además, cada personalidad es diferente y por ende, cuenta con diferentes medios para
la elocuencia. (Manual para Aprender a Hablar en Público, Ibídem, p.17-19)
REQUISITOS PARA UNA ADECUADA ORATORIA
Para que nuestra oratoria sea más eficaz y que los interlocutores logren captarla
adecuadamente es necesario tomar en cuenta los siguientes requisitos:
CLARIDAD
En términos generales significa pensamiento diáfano, conceptos bien definidos,
exposición coherente, es decir, una sintaxis correcta y un vocabulario al alcance de la
mayoría. En otras palabras, un estilo es claro cuando el pensamiento del que emite el
mensaje penetra sin esfuerzo en la mente del receptor.
CONCISIÓN
Significa que se deben de emplear únicamente palabras significativas, indispensables
para expresar lo que se quiere decir. La concisión es enemiga de la verborrea, la
redundancia y el titubeo, elementos que obstruyen la comunicación; el mensaje no llega
adecuadamente y en muchos casos ni siquiera llega.
COHERENCIA
Las relaciones entre las ideas expuestas deben de ser lógicas y las contradicciones
evitadas. Cuando el emisor, orador o conferenciante esté expresando puntos de vista
personales y puntos de vista de otra persona, debe de prevenir a quienes lo escuchan,
porque de lo contrario provocara incomprensión y distorsión en lo que está diciendo.
Además, emplear un vocabulario que se adapte al nivel de los oyentes, es requisito
importante para la claridad de la exposición.
SENCILLEZ
Es una cualidad necesaria para la expresión oral y la oratoria. La sencillez es para Martín
Vivaldi “huir de lo enrevesado, de lo artificioso, de lo complicado, de lo barroco”. Ser
sencillo no es tan fácil, porque cuando nos situamos ante un público que está pendiente
de nuestras palabras, hay un sentimiento natural que nos lleva a tratar de hablar mejor.
NATURALIDAD
El orador se sirve de su propio vocabulario, de su habitual modo expresivo. La
naturalidad no está reñida con la elegancia. El orador debe conjugar lo natural con lo
preciso, procurando aunar la sencillez y la exactitud. Ser uno mismo, sin artificios, no
disfrazar la voz, ni emplear palabras ni frases rebuscadas. ( Espinoza, Braulio. Ob Cit.,
Pág. 38)

LOS CUATROS ELEMENTOS DE LA PERSUASIÓN


EL INSTRUIR Y EL CONVENCER
El orador está obligado al conocimiento claro y determinado de los medios que habrá
de emplear, el discurso oratorio debe ser fruto de una meditación profunda, del cálculo
y de la reflexión; por cuyo motivo además del cúmulo de conocimientos reunidos,
estudiará el arte de hacerlos penetrar en la mente de los que ignoran, dudan o niegan.
Todo discurso tiende a probar una verdad, para esto se debe instruir al auditorio,
analizando frente a ellos, experimentando, juzgando, abstrayendo, calculando, es decir
que la instrucción se vuelve el alma de la oración. Aristóteles pedía al mismo disertante
defendiera y atacará el mismo tema.
Para instruir, los expositores se valen de dos métodos: la deducción y la inducción. En
el primer caso se parte de principios ciertos o refutados como tales, por las personas a
quienes tratamos de convencer, se emplea la suposición con aparentes visos de
realidad, y en el segundo fundándose en la analogía de los hechos individuales, con
memoria, pruebas y testimonios, se producen conclusiones tajantes. Frecuentemente
ambos métodos se combinan.
EL AGRADAR Y EL CONMOVER
Si el orador es virtuoso, causa virtuosa es la que con su verbo defiende. La primera
condición para conmover a los demás es “estar conmovido”. Si exageras haces el
ridículo.
En el discurso, no solamente es lícito concitar las pasiones, sino que así debe hacerse
siempre que el asunto lo permita, porque este es el medio más seguro de hacerle
interesante y de manejar la voluntad de los oyentes. Las pasiones, en la oratoria,
producen el mismo placer estético que en el drama, y esa emoción enérgica persuade
con más fuerza que las mejores razones. Pero la primera condición para conmover a los
demás es…”estar conmovido”. Un auditorio se presta fácilmente a oír la verdad y las
razones en que se funda, pero no siempre se halla en estado de compartir las pasiones
con que intenta enardecerlo el orador; la sensibilidad es en extremo caprichosa y
variable, y el orador, que se guía por la razón, debe obedecer las leyes de la dialéctica.
Una forma de interesar al auditorio y conseguir su voluntades… el respeto, la
consideración y el amor que el orador le demuestra; que no trata de herir sus
sentimientos; que participa de su alegría o de su dolor. A estos miramientos se les llama
precauciones oratorias. La prudencia y el tacto piden al orador respeto a las
instituciones veneradas; respeto a la vejez, a la dignidad, al saber y a la virtud. No debes
insistir obstinadamente en los efectos sublimes, ardientes e impetuosos, porque toda
insistencia desgasta y cansa; si el entusiasmo se hace rutina, deja de impresionar; si la
insistencia atosiga cierra los conductos de la emoción y como aquí hablamos de agradar
y conmover, recordemos la palabra transición. Los autores en el teatro usan la transición
para interesar y hacer descansar el cerebro. Transición es pasar de un estado a otro,
cambiar de tema o ambiente sin olvidar donde estuvimos. Si manejamos esto, podemos
llegar a manejar el mundo. (Sandoval, Julio Cesar. Ob Cit., Pág. 30)

FORMAS DE HABLAR EN PÚBLICO


La naturalidad es la cualidad más preciada en un presentador, por lo tanto el valor que
se debe buscar es el de la espontaneidad. Cosa nada fácil de conseguir, ya que cuesta
trabajo ser natural cuando se está hablando ante un grupo de personas y no todos los
elocuentes lo consiguen. Sin embargo cuando se está con amigos o con la familia, todos
son naturales.
Cuando se hacen las cosas habituales o cotidianas, se comporta el ser humano de forma
sencilla y espontánea, el problema empieza cuando se tiene que hacer algo distinto o
nuevo y se convierte en protagonista de la obra. De acuerdo con el método oratorio de
preparación existen cuatro formas de hablar en público que son las siguientes:
LEÍDO O DE LECTURA
Los discursos leídos son aquéllos en que el orador lleva escrito el texto y procede a su
lectura frente al auditorio. Esta es una forma de elocuencia que tiende a desaparecer,
sin embargo, es imprescindible en ciertas ocasiones. La lectura tiene algunas ventajas
compensatorias. Permite una factura más meditada, un estilo más pulido y literario y
precave e errores, sin embargo, el discurso se debe escribir teniendo en cuenta que el
texto está destinado a la lectura pública.
MEMORIZADO O RECITADO
Se llama así porque el orador lo escribe con anterioridad, lo aprende de memoria y
posteriormente lo recita entre el público simulando una improvisación. Este tipo de
elocuencia es inferior y no goza de crédito alguno. Quien encare esta forma de oratoria,
deberá reunir dos requisitos: primero ser un formidable actor capaz de simular una
improvisación sin ser descubierto y segundo tener una gran memoria y capacidad
suplementaria de improvisar al menos momentáneamente, si se olvida de algún
fragmento.
IMPROVISADO
Es la forma superior de la elocuencia. Tiene la ventaja de impresionar, convencer y
conmover más al público, pues este advierte enseguida en el orador superioridad
intelectual, dominio de sí mismo, dones de conducción y real capacidad oratoria. El
discurso improvisado tiene como característica la personalidad, originalidad, naturaleza
y vida que cualquier otro. Por lo tanto se distinguen dos tipos de improvisación que son:
La Primera la absoluta, trata de que el orador se ve sorprendido por una circunstancia y
debe hablar de repente, sin aviso alguno y en Segunda la relativa, es aquella en que el
orador, invitado con anterioridad suficiente, hace uso de la palabra.
ADAPTACIÓN
Esta se caracteriza por la capacidad de usar expresiones propias, dando calidez,
sinceridad y naturalidad al discurso. Podríamos definirla como aquella que, tras ser
elaborado con todo rigor, se remota utilizando expresiones que se adecúen a la
personalidad y al lenguaje del orador, manteniendo siempre el sentido original. Es como
explicar un camino a alguien, teniendo el mapa delante pero utilizando palabras que no
están impresas en él. De este modo la presentación se personaliza, es decir una
conversación adaptada a su propia forma de actuar, en donde se pueden utilizar las
dotes interpretativas y expresar ideas con frescura y naturalidad, sin temor a perderse
en los laberintos de la improvisación. La presentación adaptada brinda mejores
posibilidades de lucimiento, además el público valorará la naturalidad con la que sus
palabras fluyan durante el acto. (D’Egremy, Francisco., Hablar para triunfar, Editorial
Anaya, México, 2005, p.18-23)

EL ORADOR
Se le llama orador al profesional de la palabra, que se dedica a la aclaración de la verdad
y a la hermenéutica de la razón.
Se ha creído que el orador sólo se propone seducir a los que lo escuchan, dándoles a
beber un brebaje que turbe su razón. No es esto absolutamente exacto; el orador que
preste sus servicios a una mala causa, prostituye los dotes brillantes de que le ha
colmado el cielo. Lo primero, es estar penetrados de la verdad y justicia de la causa que
se defiende. Sin esto el orador no es orador; será a lo más un detestable sofista. (López,
Joaquín Maria. Ob Cit., Pág. 120)
El orador es como el militar en el campo de batalla: usa la táctica. Una discusión es un
combate: el orador estudia el terreno, mide la fuerza del enemigo, calcula las
contingencias, medita su plan, avanza o se retira, embiste de frente o ataca por el flanco,
se presenta a campo raso, tiende lazos y arma emboscadas y en los momentos críticos
debe tener cuidado de no olvidar el arte y, fiado de su ingenio, un golpe atrevido le
arrebate la victoria. (Couto Manuel. Como hablar bien en público, Pág. 17)

CUALIDADES GENERALES DEL ORADOR


Las cualidades oratorias se estudian como ideal a alcanzar, pero sin significar que para
ser orador, se haya de poseer todas en igual grado, que es lo excepcional. Ha habido
célebres oradores, que carecían de algunas de las cualidades indicadas y a pesar de ello
alcanzaron fama, por poseer otras de modo relevante. Estas cualidades varían según los
tratadistas.
INTEGRIDAD
El romano Quintiliano insistía en que un buen orador debe ser ante todo, un hombre
bueno, luego aclara que los oyentes no separan aquello que se dice de la persona que
lo dice y la impresión causada por el orador influye en ellos tanto como la exhortación
que éste puede dirigirles.
SINCERIDAD
La virtud propia del orador consiste en el acuerdo perfecto entre el pensamiento y la
palabra y dentro de lo posible, entre la palabra y los actos. No diga nunca nada que no
crea; no adelante nada de lo que no esté seguro; no afecte una actitud exterior que no
esté de acuerdo con lo interior. Que la elocuencia tome fuerza de la energía de tu
convicción. Aunque hable con torpeza, un orador sincero despierta la emoción de
aquellos que lo escuchan, ya que la sinceridad profunda es casi tangible.
CONOCIMIENTO
El conocimiento profundo del tema, es decir, el dominio del tema, confiere a la palabra
una fuerza expresiva que a veces se vuelve contagiosa, que procura una buena
conciencia al que habla y ayuda a aumentar el aplomo.
SEGURIDAD EN SÍ MISMO
Esta seguridad debe de ser tanto intelectual como psicológica, ya que guardan una
estrecha relación entre sí. Mientras esta confianza no se logra, existe el temor de hablar,
temor que se agudiza sobre todo en los instantes mismos de comenzar a hablar. La
confianza en sí mismo es la principal acción de sostén para hablar en público.
VOLUNTAD FIRME Y DECIDIDA
Para dominar la oratoria como cualquier otra disciplina, hay que aplicar sin desmayo la
voluntad con toda su intensidad; voluntad y perseverancia durante el periodo de estudio
y preparación. Aunque parezca que el estudio es lento, que no progresamos, no hay que
darse por vencidos; el estudio de la oratoria no es cosa de un instante sino de toda la
vida.
DESTREZAS
El orador experto se caracteriza por la facilidad de palabras, equilibrio y control de la voz
y la coordinación de los movimientos corporales. Dicho de otra manera consiste en la
habilidad para encontrar palabras apropiadas, organizarlas en frases correctas y
disponerlas, enlazándolas unas con otras, en un cierto modo o estilo personal, con el fin
de comunicar ideas y sentimientos. Estas cualidades junto con la integridad,
conocimiento y confianza en si mismo, realza la eficacia del orador y le permite
comunicar sus ideas en forma clara y atractiva. Esta facilidad de expresión se adquiere
leyendo y haciendo ejercicios, como si se pronunciara un discurso, aun estando solo.
CLARIDAD DE IDEAS
Las ideas deben de ser fácilmente entendible por los oyentes. Por lo tanto se deben de
articular las ideas de una manera lógica y coherente. Los que hablan de manera oscura,
incomprensible y esotérica es simplemente porque no tienen ideas claras.
MEMORIA
Una excelente memoria ayuda a la oratoria, pues asegura en cualquier momento un
manantial de ideas, a las que se puede recurrir en un discurso. Cicerón llama a la
memoria “tesoro de todas las cosas,” pues la consideraba como una de las facultades
que más favorece al orador puesto que la buena memoria permite evocar en cualquier
instante todos los pormenores del asunto.
La memoria lenta y perezosa, que exige grandes esfuerzos de concentración y que busca
con frecuencia el auxilio de los apuntes, distrae y enfría la atención y la emoción del
auditorio.
SENSIBILIDAD
Un orador razonador y frío que pronuncia un discurso puramente intelectual es seco y
deshumanizado y deja indiferentes a los oyentes. La sensibilidad es la capacidad de
conmover ante el espectáculo de la vida y de los hombres, de experimentar emociones
y pasiones en relación con las cosas, de comunicarnos mediante el corazón. Todo orador
ha de saber que los hombres se relacionan más por el corazón que por el cerebro. Un
discurso sin emoción no conmueve. (G.I.T.S. Técnicas de Comunicación de individuos
con Grandes Grupos. Pág. 25)

LOS MIEDOS QUE SE PRESENTAN


Los miedos que se presentan en la oratoria y que hay que superar son:

 Miedo a la primera vez


 Miedo a fracasar
 Miedo al qué dirán

COMO VENCER AL MIEDO DE HABLAR EN PÚBLICO


 La actitud mental positiva
Cuando el orador tiene que salir al escenario y ubicarse frente a sus oyentes para
transmitir un discurso determinado, su cerebro juega un papel importante en su
motivación personal. Cada uno de los pensamientos o ideas que logre interiorizar en su
mente, permitirán que tenga pensamientos y acciones positivas o en su defecto,
pensamientos y acciones negativas. Estas formas de razonar suelen “apoderarse” de su
mente y manifestarse de la siguiente manera:
 NEGATIVAMENTE
El orador miedoso y motivado negativamente, dirá: _ “Lo voy a hacer mal...” “Me voy a
equivocar...” “Se van a reír de mí...” “Para que me comprometí...” “Mejor me regreso a
casa...” “Voy a fracasar…” “¡Soy un perdedor…!” Este individuo, desde el momento en
que se declara perdedor -antes de haber iniciado la lucha- ya perdió, no podrá dominar
el miedo, ni mucho menos podrá tener una exposición satisfactoria. Dará pena verlo
parado en el escenario; nervioso, tartamudeando, luchando por pronunciar las palabras
que se resisten a salir de sus labios. ¿Qué por qué le ocurre esto? Simplemente porque
desarmó su mente, porque no lo blindó con ideas positivas que le dieran valor.
 POSITIVAMENTE
En cambio, el orador temeroso pero imbuido de ideas positivas, exclamará: “Saldré
adelante y pondré todo mi esfuerzo para hacerlo bien... si me equivoco, que importa; la
próxima oportunidad lo haré mucho mejor...” “¡Voy a triunfar!”, “¡Soy un ganador!” Este
señor saldrá adelante, expondrá su tema con pasión y convicción, derrotará al miedo y
brindará una excelente exposición. ¿Por qué? Porque la actitud mental positiva asumida
le permitirá derrotar el miedo y la timidez, le permitirá encontrar la fuerza que le hacía
falta para enfrentarse a ese “monstruo de mil cabezas” llamado público.
LA VOZ HUMANA
La voz tiene un significado especial en la oratoria, es la base de la expresión oral. Una
buena voz –natural o cultivada- facilita la labor del orador y le da un apoyo sólido
durante su exposición. Por lo general, se descuida o no se toma en cuenta este aspecto
de la expresión oral, disminuyendo de esta manera la habilidad de comunicación eficaz.
Para hablar en público –como dice el Dr. Loprete-, lo ideal sería tener “una voz expedita,
llena, suave, flexible, sana, dulce, amable, clara, limpia, penetrante y que dure en los
oídos”. La voz humana –según los especialistas- debe tener las siguientes características:
TONO:
Es la altura musical de la voz. Según el tono, las voces humanas se clasifican en agudas
o graves. La escala de registros de altura permite clasificar a las voces masculinas, por lo
común, en tres categorías: tenor, barítono y bajo. Existen también tipos de voces
intermedias. Desde el punto de vista oratorio, la mejor voz es la del barítono.
TIMBRE:
Es el matiz personal de la voz. Es un fenómeno complejo y está determinado por el tono
fundamental y los armónicos o tonos secundarios. Por el timbre se reconoce a la persona
que habla, aun cuando no se la perciba. Hay voces bien timbradas y agradables, más las
hay también blancas, roncas y chillonas.
CANTIDAD
Es la duración del sonido. Según la cantidad, los sonidos pueden ser largos o breves, con
toda la gama intermedia de semilargos, semibreves, etc. La cantidad suele depender, en
general, de las características de cada idioma, de los hábitos lingüísticos de las regiones
o países, de la psicología del habitante, etc.
INTENSIDAD
Es la mayor o menor fuerza con que se produce la voz. Hay voces fuertes y voces débiles.
En fonética, se denomina acento al conjunto de los anteriores elementos, cuya
combinación especial en cada idioma, en cada región de un mismo idioma y aun en cada
individuo, da a ese idioma o habla una característica distintiva.

EL DISCURSO ORATORIO
La elaboración de un discurso oratorio implica un fuerte y profundo conocimiento de la
materia a tratar y fuerza dialéctica. Si para hablar en público hay que tener, en primer
lugar, algo que decir, cuando se trata de convencer a ese público de cuanto se dice ello
ha de apoyarse en un dominio total del tema; a partir de ahí entrarán en juego todos los
recursos de la oratoria para poder alcanzar el fin: convencer al auditorio. Por ello el
orador tendrá que dominar perfectamente la inducción y la deducción. En una
argumentación deductiva el orador parte de principios que tiene por ciertos el auditorio
y demuestra que una argumentación particular está contenida en una general. En el
razonamiento inductivo cuando el orador utiliza hechos suministrados por la experiencia
o la observación marcha de lo particular a lo general.
El discurso oratorio debe estar tan preparado que parezca una improvisación. Cobrará
más fuerza. Para conseguir tal efecto a veces hay que recurrir a los resortes de la
elocuencia con brotes de pasión efervescente. Y el orador ha de marcarse un plan de
discurso que estará subordinado al estado del auditorio. El público debe de estar
pendiente de cuanto escucha y no perder el grado de atención necesaria. Si el orador
observa que ese grado de atención puede decaer antes de que suceda tendrá que alterar
su plan e introducir elementos de activación. Ello se suele conseguir con ciertas frases
emotivas que puedan hacer vibrar al auditorio. Es preciso controlar el hilo conductor
que se produce entre la palabra y quienes la escuchan; ese hilo conductor debe de
controlarlo el orador y de ello dependerá el éxito de nuestros propósitos.

ANALISIS DEL PÚBLICO


Para un orador es fundamental estudiar a su auditorio calculando sus creencias, gustos,
grado de inteligencia.etc. y percibir el grado de heterogeneidad que lo compone; no es
lo mismo hablar para un público diverso y heterogéneo que para un público de adeptos
y esta realidad la podemos comprobar en los discursos políticos: es muy diferente que
el orador se dirija a un público diverso y que se encuentra en un espacio público donde
puede acudir cualquiera a que ese mismo orador pronuncie su discurso en un recinto
cerrado donde tan solo asisten sus adeptos pues éstos están dispuestos a apoyarle a
poco bien que lo haga.
file:///C:/Users/HP/Downloads/ORATORIA.pdf

paginas web:
 file:///C:/Users/HP/Downloads/Oratoria-1.pdf
 file:///C:/Users/HP/Downloads/ORATORIA.pdf
 file:///C:/Users/HP/Downloads/Manual-de-Oratoria.pdf

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