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TRATAMIENTO FÍSICO-QUÍMICO DEL AGUA DE

LAVANDERÍAS
Pedro Susial; Iciar G. Jato y Ignacio Larrañaga
Departamento de Ingeniería de Procesos. Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales.
U.L.P.G.C. 35017 Tafira Baja. Las Palmas (Islas Canarias). e-mail: psusial@dip.ulpgc.es

RESUMEN
Se presentan los datos obtenidos en el laboratorio al tratar, el agua residual procedente del
lavado de ropas, con Sulfato de Aluminio+Acrilamida. Las pruebas de coagulación-floculación
realizadas en un equipo jar test, utilizando la FTU como parámetro de control, han permitido
obtener la rutina para el proceso de tratamiento.

Con el trabajo realizado se prueba la obtención de efluentes limpios, ya que se han


conseguido reducciones próximas al 100% en la FTU, y tasas de eliminación del 80 y 85% en la
DBO5 y DQO respectivamente, mientras que la disminución de los detergentes fue del 80%.

Los resultados, siguiendo el procedimiento estándar, indican que coagulación y floculación


son procesos físico-químicos suficientes para tratar el agua residual de lavanderías, aunque en ella
se contabilice una alta carga de contaminantes, pues con estas operaciones es posible reducir
significativamente tanto contaminantes orgánicos como inorgánicos.

Palabras clave: Coagulación, Floculación, Sedimentación, Agua residual

INTRODUCCIÓN
Las aguas residuales, entre otros, tendrán su origen en la industria, la agricultura, el sector
servicios y el consumo doméstico. Por otro lado, desde el punto de vista normativo, se definen las
sustancias y residuos peligrosos, y se han establecido listados de identificación para los mismos
(1, 2). También, se ha señalado la obligación de tratar los efluentes industriales antes de que
entren en los sistemas de depuración del agua residual urbana. Consiguientemente, se puede
presentar atractiva la posibilidad de reutilizar todo tipo de aguas en lugar de proceder a su vertido
controlado (3). Máxime considerando que algunos parámetros característicos pueden ser función
de su procedencia, de modo tal que tomándolos como referencia, se podrían estimar diferentes
técnicas de tratamiento.

Entre las aguas residuales industriales que es preciso tratar, no ya por el volumen generado
sino por los contaminantes que contiene, se han de incluir las procedentes de la industria de
lavado de ropas (3, 4), y ello aunque este tipo de industrias se considere dentro del sector servicios
y no como un proceso de fabricación. Sin embargo, además, las lavanderías se han convertido en
una de las mayores industrias de servicios personales, con un consumo de agua de entre 30 y 50
L/Kg. de ropa y entre 1,5 a 2,5 Kg. ropa/persona/día aproximadamente (5).

En función de lo anterior, parece adecuado realizar un estudio mediante el cual se pueda


conseguir una disminución en la carga contaminante de agua residual procedente del lavado de
ropas, pero también como consecuencia de las directrices que emanan de la CEE, pues ella
intenta que las empresas, por tanto también las lavanderías, se comporten de manera ecológica,
adoptando medidas de ahorro energético y favoreciendo el empleo de los detergentes
concentrados. Para tal finalidad, se procede legislando la reducción de la contaminación del agua,
mediante la disminución del volumen total de productos químicos aplicados y limitando la
utilización de ingredientes potencialmente peligrosos, incidiendo por consiguiente en la reducción
de residuos peligrosos (1, 6).

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Actualmente y como consecuencia de las regulaciones del medio ambiente, así como por
la disponibilidad de productos químicos, el mercado de los detergentes se mueve hacia la
dirección de emplear componentes biodegradables, de baja toxicidad y reciclables. En
consecuencia, es evidente que las aguas residuales de lavandería contienen una serie de productos
nuevos que han modificado sus tradicionales características (7), por ello se justifica la realización
de este trabajo. Además, las limitaciones impuestas por la comunidad económica europea,
respecto de las características y los componentes permitidos, en los detergentes utilizados para
limpieza y lavado (8), pueden hacer necesaria la aplicación de diferentes técnicas de tratamiento
para tales aguas residuales, de forma que se puede posibilitar la reutilización del efluente tratado,
por ejemplo como se cita en la bibliografía (9, 10).

En este trabajo se aplica una etapa de clarificación, que permite la eliminación de


partículas muy pequeñas, las cuales gravitatoriamente son difícilmente sedimentables. Para ello se
utilizarán los procedimientos de coagulación y floculación ya empleados en anteriores trabajos
para tratar aguas residuales (11, 12). La coagulación es el proceso de desestabilización de las
partículas suspendidas de modo que se reduzcan las fuerzas de separación entre ellas. La
floculación tiene relación con los fenómenos de transporte dentro del líquido, favoreciendo que
las partículas entren en contacto. Esto puede provocar la formación de puentes de unión entre
partículas, de tal forma que se produciría una red de coágulos, la cual podría ser tridimensional y
permeable. Así, se generaría, mediante el crecimiento de las partículas coaguladas, un floc
suficientemente grande y pesado.

Por consiguiente, se puede resumir que coagulación/floculación son operaciones básicas


mediante las cuales se generan precipitados de partículas con pequeña masa, denominadas por
microflocs, que se aglutinan, de tal forma que el peso específico de los sólidos resultantes supera
al del agua y pueden ser sedimentados. No obstante, la separación sólido-líquido entre el floculo
generado y el agua, además de por sedimentación, se puede también conseguir por filtración y por
flotación. En algunos casos, después de la sedimentación y de la flotación es conveniente realizar
las operaciones de filtración y oxidación (11, 12).

SECCIÓN EXPERIMENTAL
El tratamiento físico-químico seleccionado pretende la reducción de la materia disuelta,
suspendida y coloidal, además de la no sedimentable, del agua cuyas características se desean
modificar, mediante desestabilización y agregación (coagulación-floculación), reaccionando,
adsorbiendo y atrapando las partículas, incluso las más pequeñas, así como las eléctricamente
cargadas, para facilitar su posterior sedimentación gravitatoria. El procedimiento puede ser
utilizado para reducir en cantidad la presencia de diferentes parámetros y propiedades, entre ellos
DBO y DQO, pero también la turbidez y el color.

Las operaciones de coagulación y floculación utilizadas para tratar agua residual son
efectivas, simples y económicas (11, 12). Para aplicar estos procesos se debe hacer una evaluación
sistemática de las variables normalmente implicadas; es decir, será preciso determinar los
reactivos y las dosis adecuadas de coagulante y floculante. Será igualmente imprescindible,
conocer las condiciones necesarias de funcionamiento, para alcanzar resultados óptimos.

Materiales.
Operaciones básicas como la coagulación y floculación están descritas y desarrolladas en
la bibliografía (13, 14, 15, 16), incluyéndose en ella abundantes y detalladas enumeraciones de los
equipos y productos que pueden ser utilizados (11, 12, 16). Los productos químicos más
empleados en las industrias son sales de aluminio y de hierro. Éstas últimas son más eficaces para
tratar los efluentes con carga contaminante rica en proteínas; sin embargo, las sales de aluminio
son más efectivas al ser aplicadas en aguas residuales que tienen un elevado porcentaje de

2
compuestos carbonados (5).

Para este trabajo, fue seleccionada una disolución de Al 2 (SO4)3·18H2O al 10% como
coagulante y para ajustar el pH se utilizaron disoluciones de NaOH 0,1N y también 0,1N de
H2SO4, en todos los casos productos de la firma Panreac, mientras que como floculante se empleó
un polímero aniónico de la Acrilamida con código INTREC2440 de la firma comercial
DERYPOL S.A., diluido al 0,1%.

Método.
La actividad biológica, entre otros factores, puede alterar las características del agua,
después de un periodo de almacenamiento prolongado, lo cual afecta a los resultados obtenidos
tras la aplicación de los procesos de coagulación y floculación. Por esta razón, se llevó a cabo el
trabajo experimental intentando que el tiempo transcurrido entre la toma de muestras y la
realización de las pruebas fuese siempre inferior a dos horas.

Fue evaluada la reducción de diferentes parámetros físico-químicos, al realizar la prueba


de jarras sobre el agua procedente del lavado de ropa, con tal finalidad, se siguieron los
procedimientos estándar en la determinación de propiedades (17). Para el control de las pruebas
jar-test se observó la evolución de los sólidos suspendidos midiendo la turbidez residual, ya que la
prueba de turbidez puede proporcionar una rápida, sencilla y segura manera de conocer la fracción
de sólidos en el agua residual (11, 12).

Se seleccionaron las velocidades de 160 rpm para la coagulación y 60 rpm para la


floculación, verificando con ellas la eficacia de la operación de tratamiento del agua residual. Para
lo cual, fue preciso establecer los pH, durante las pruebas realizadas al efluente industrial, y las
dosis de coagulante y floculante necesarios para la adecuada depuración del agua procedente del
lavado de ropas, cuyo pH inicial se determinó en 9,3. A tal fin, durante los test, fueron utilizados
lotes de 400 cc del agua residual, y en todo momento se aplicaron los procedimientos
convencionales (16).

Por consiguiente, es imprescindible conocer en el proceso de coagulación-floculación las


diferentes etapas que controlan los resultados de la técnica aplicada. Para ello se evaluó el pH de
adición del coagulante, la dosis adecuada de coagulante y el pH al que se verifica más eficazmente
la precipitación de los microflocs. También fue necesario determinar el pH en el que se debería
dispensar el floculante y la dosis de floculante con la que son más voluminosos y estables los
flocs.

Para realizar el estudio de las anteriores etapas a desarrollar durante el tratamiento, se


procedió como en lo que sigue se indica. No obstante, es necesario citar que siempre se iniciaban
las pruebas en idéntica manera, a saber, en vasos de precipitados de 500 cc se dispusieron
muestras de 400 cc del agua procedente del lavado industrial de ropas, en los que se introducía el
pHmetro y el agitador, se seleccionaba la velocidad de 160 rpm y se media el pH inicial.

En la evaluación del pH óptimo al cual debería ser añadido el coagulante, diferentes jarras
con 400 cc de efluente fueron utilizadas, todas ellas fueron dosificadas con la misma cantidad de
coagulante, elegida aleatoriamente al inicio de las pruebas, y se modificó el pH en cada una de
ellas, es decir, en cada recipiente se estableció un pH distinto. Después de esto se retiran el
agitador y el pHmetro, y se dejan sedimentar las suspensiones durante 20 min. Pasado este
tiempo, mediante pipeta (a una profundidad de 2 cm) se coge de la jarra un volumen de muestra
adecuado, para seguidamente medir la turbidez aplicando el procedimiento estándar (16).

Se procedió con la misma rutina precedente para otra serie de jarras y una cantidad fija de
coagulante, distinta de la anterior, para nuevamente en cada vaso establecer un diferente pH. La

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turbidez de cada uno de ellos permitió conocer el pH al que mejor había actuado el coagulante, es
decir, la reiteración de la rutina para varias dosis de coagulante posibilitó la determinación del pH
óptimo de adición de coagulante.

A fin de poder ser reafirmada la anterior deducción, se hizo la misma operación con otro
grupo de jarras fijando esta vez un pH determinado antes de introducir el coagulante y variando la
dosis del mismo, es decir, una cantidad diferente de coagulante se dispuso en cada uno de los
recipientes utilizados. Obtenidos los resultados de la turbidez a ese pH precedente, se tomaron
otras 5 jarras y fue seguido un procedimiento idéntico, pero fijando antes de añadir el coagulante
otro pH, precisamente, aquel que se deseaba verificar si era el óptimo, para nuevamente medir la
turbidez residual en cada uno de los recipientes.

Como anteriormente, y para finalizar esta etapa, se procedió operando con una nueva serie
de 5 jarras, no obstante, en esta oportunidad fijando un pH de adición de coagulante mayor del
que se intenta probar como óptimo, y en igual forma, se dosifica una cantidad de coagulante
distinta en cada vaso. A continuación, después de realizar la coagulación y sedimentar la
suspensión, se midió la turbidez resultante en cada una de las jarras.

Una vez establecido y comprobado el pH óptimo al que se debe aplicar el coagulante, se


tomaron otra serie de jarras a fin de obtener un pH de precipitación o de aparición de los
microflocs. Para ello, todos los recipientes se dispusieron con 400 cc de agua de lavado de ropas y
en cada uno de ellos, después de introducir el pHmetro y el agitador, se fijó la velocidad en 160
rpm y fue añadida la necesaria cantidad de ácido para alcanzar el pH óptimo de adición de
coagulante. A continuación se dosificó la misma cantidad de coagulante en cada una de las jarras,
y se dejó actuar al coagulante durante 2 min. Después de ello se dispensaron diferentes cantidades
de sosa a cada uno de los vasos, es decir, fueron en esta forma fijados distintos pH de
precipitación para verificar la presencia de microflocs. Realizadas las coagulaciones, se retiraron
el pHmetro y el agitador, se dejaron sedimentar las suspensiones durante 20 min, y se midió la
turbidez como anteriormente. Seguidamente, se procedió con los mismos pasos precedentes, y con
otro grupo de jarras, en esta oportunidad empleando otra dosis de coagulante igual en todas ellas,
diferente a la anterior, se actúa de idéntica manera precipitando los microflocs de cada jarra, con
distinto pH en cada vaso de precipitados, y midiendo la turbidez residual de cada recipiente.

Con la finalidad de obtener el pH de precipitación definitivo y determinar la óptima dosis


de coagulante, que con las pruebas anteriores pudiera no estar rigurosamente delimitada, se
procedió con una nueva rutina de pruebas con las citadas jarras y 400 cc del agua de lavado de
ropas, en las que se introducen el pHmetro y el agitador, se establece la velocidad de 160 rpm, y
se añade ácido hasta conseguir el pH en el cual se debe aplicar el coagulante. Fijado el pH, una
dosis diferente de coagulante se dispone en cada vaso, entre estas distintas dosis se encuentra
aquella, deducida por las pruebas precedentes, que se supone próxima al óptimo. En todos los
recipientes se deja actuar al coagulante durante 2 min, y después de este tiempo se adiciona a cada
jarra la cantidad de sosa necesaria para alcanzar en todas un mismo valor de pH. Se retiran
entonces el agitador y el pHmetro y se dejan sedimentar las suspensiones durante 20 min,
transcurrido el tiempo indicado, en la forma que ya ha sido mencionada, fue medida la turbidez.

La misma rutina anterior se llevó a término con otra serie de jarras, hasta obtener en todas
ellas otro pH para la precipitación de los microflocs, diferente al anterior, y que es precisamente el
que se desea comprobar, pues debe estar próximo al óptimo de precipitación y ser valido para la
adición de floculante. Posteriormente, se repite la misma rutina con otro grupo de jarras hasta
conseguir otro pH, distinto a los dos alcanzados anteriormente, y en todos los casos se verificó el
comportamiento resultante midiendo la turbidez residual de las suspensiones.

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Conociendo el pH de adición del coagulante, la dosis de coagulante, y el pH para
precipitar el coagulante y aplicar el floculante, únicamente sería necesario determinar la dosis de
floculante. Para ello, se preparó otra serie con varias jarras, igualmente con 400 cc de agua de
lavado de ropas en cada una de ellas, se introducen el pHmetro y el agitador, se selecciona la
velocidad de 160 rpm, se añade la cantidad de ácido necesaria hasta alcanzar el ya establecido pH
óptimo para introducir el coagulante, y después se dispensó la ya evaluada dosis óptima de
coagulante. Se continúa manteniendo la misma velocidad de agitación durante 2 min para obtener
una buena mezcla, y después se aumenta el pH con la disolución de NaOH, hasta alcanzar el
adecuado para realizar la precipitación y posterior dispensación del floculante. Entonces, se retira
el pHmetro y se dispensa en cada jarra una dosis diferente de floculante. Se prosigue, agitando a
160 rpm durante 2 min las disoluciones, para la correcta distribución del floculante. Transcurrido
este periodo de tiempo, se reduce la velocidad de agitación hasta 60 rpm, periodo de agitación
lenta para que se mantengan las partículas agregadas sin rotura de los flocs, durante el cual se
posibilita atrapar por adherencia otras partículas más pequeñas suspendidas individualmente.

La etapa de floculación se estableció idéntica para todas las jarras e igual a 20 min.
Posteriormente, agotado el tiempo de la floculación, se detiene el agitador, se retiran las paletas y
se dejan sedimentar las suspensiones durante otros 20 min. Finalmente y en la forma indicada
anteriormente se mide la turbidez de las muestras tomadas en cada una de las jarras.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Las determinaciones experimentales realizadas a 295 K utilizando agua residual
procedente del lavado industrial de ropa, siguiendo el procedimiento operatorio indicado
anteriormente, han permitido conocer que un pH=3,5 puede ser óptimo para añadir el sulfato de
aluminio (Figuras 1 y 2).

Sin embargo, lo anterior, no pudo ser establecido con todas la dosis de coagulante, así para
una dosis de coagulante igual a 0,8 cc y ajustando las disoluciones a diferentes pH (Figura 1), el
análisis de los resultados de los distintos valores de la turbidez no permitió fijar el óptimo pH de
adición del sulfato de aluminio, motivo por el cual, tras la valoración de los datos obtenidos, se
juzgó necesario realizar una nueva rutina de pruebas, en esa ocasión utilizando únicamente 0,2 cc
de coagulante. Fue precisamente para ésta última concentración (Figura 1), con la que pudo ser
observada la presencia de un mínimo, que se correspondía con un pH=3,5 en la curva de ajuste de
los datos experimentales.

No obstante, puesto que las pruebas precedentes se habían realizado con dosis
cuantitativamente muy desiguales para el coagulante, mientras que los resultados de la turbidez no
mostraban ser tan diferentes, es por lo que se procedió con una nueva rutina (Figura 2), en la cual
se fijaron varios pH para adición de coagulante y distintas cantidades de producto. El análisis de
los resultados confirmo que siempre a pH=3,5 se obtenían los menores valores de la turbidez
residual. Por otro lado (Figura 2), es evidente que para todos los pH y con una dosis de
coagulante igual a 0,2 cc se obtiene menor valor de la turbidez, sin embargo, con cada uno de los
pH adoptados la FTU mostraba ser similar, mientras que el intervalo en la variación de la turbidez
es mayor al aumentar la dosis de coagulante (Figura 2). Por tanto, se había determinado el pH al
cual se debería dispensar el coagulante, pero no se podía decir otro tanto respecto de la cantidad
que debía ser empleada.

A consecuencia de las diferencias anteriormente mencionadas, se establecieron nuevas


rutinas de pruebas (Figura 3), todas ellas se realizaron utilizando pH=3,5 para la adición del
coagulante. Por los resultados obtenidos, se observa que para la dosis de 0,2 cc de coagulante,
aunque se modifique el pH de la precipitación, la turbidez no decrece suficientemente, no obstante
a tal concentración un resultado mínimo de la turbidez pudiera existir a pH=6,5; por el contrario,

5
para 0,8 cc de coagulante, al variar el pH se verificaron reducciones importantes en la turbidez de
las suspensiones, resultando, con un pH=5 en la precipitación, FTU=20.

Consiguientemente, las pruebas permiten verificar buenas precipitaciones al utilizar el


sulfato de aluminio como coagulante (Figura 3). No obstante, se hace preciso planificar unos
nuevos grupos de pruebas a partir de los cuales sea posible establecer el pH de precipitación y la
dosis de coagulante óptimos. Por tales motivos se procedió con una nueva rutina, en la cual se
fijaron diferentes valores de pH de precipitación y distintos valores en la dosis del coagulante
obteniéndose los resultados mostrados en la Figura 4.

En la citada Figura 4 se puede observar, que para muy bajas dosis de coagulante, todos los
pH de precipitación dan resultados similares, aunque un mínimo en la curva de precipitación
parece existir para pH=6,5 como se mencionó anteriormente. No obstante, al aumentar la dosis se
obtienen siempre mejores resultados de FTU, especialmente en el caso de un pH de precipitación
igual a 5 y una dosis óptima de coagulante de 0,8 cc. Los resultados fueron los mismos que los
que se obtuvieron con anterioridad (Figura 3) y se tomaron por ello como definitivos.

Por otro lado, se deben realizar las pruebas de floculación, para ello en primer término es
necesario establecer el pH al que se adicionará el floculante. Se ha de tener presente que el pH de
la floculación, deberá estar próximo al pH de precipitación, para evitar una redisolución de los
microflocs. Además, no tendría que estar demasiado lejos del pH neutro o al menos no ser
excesivamente ácido, ya que el floculante que se utilizará no trabajaría adecuadamente.

Como quiera que el pH de precipitación no ha resultado ser fuertemente ácido se puede


aceptar valido para proceder a flocular, no obstante, a pH=6,5 el floculante actúa mejor, ya que es
un producto que trabaja bien en condiciones próximas al pH neutro, lo cual en anteriores trabajos
fue verificado (11, 12). Por consiguiente, según lo indicado anteriormente, se estableció un grupo
de pruebas con la rutina que sigue, pH=3,5 para adición de coagulante, 0,8 cc como dosis de
coagulante, precipitación hasta pH=6,5 y diferentes dosis de floculante (Figura 5).

Los resultados de las pruebas de adición de floculante validaron su utilización,


verificándose además que el pH de precipitación seleccionado permitía actuar adecuadamente al
floculante, y se pudo establecer un valor mínimo en la curva de floculación para la dosis de 1 cc.
Por tanto, ya que para la precedente dosis de floculante se obtiene la menor turbidez, aunque
también por la respuesta de la disolución a la acción del floculante (los flocs se presentan 5 s
después de dispensar el floculante), además de por el tamaño de floc y la persistencia del mismo
durante la acción de las paletas al flocular, es por lo que se aceptó como dosis óptima de
floculante 1 cc. Consecuentemente la dosis citada de floculante generó flóculos consistentes,
voluminosos y fácilmente sedimentables.

Establecido por consiguiente el procedimiento y las dosis de los productos que han de ser
empleadas para coagular y flocular, así como los diferentes pH con los que se ha de operar durante
cada una de las etapas, se procedió con una última serie de 5 jarras, en todas ellas se aplicó la
rutina definitiva ya citada, excepto que no se muestreo ninguna de ellas después del periodo de 20
min de sedimentación. Se recogieron los líquidos clarificados de los 5 recipientes y se mezclaron.
Posteriormente, se realizaron los análisis cuantitativos indicados en la Tabla 1 siguiendo los
métodos estándar (17).

Los resultados obtenidos durante el trabajo experimental muestran que la


coagulación/floculación son operaciones básicas sencillas de aplicar en aguas residuales
industriales ya que el consumo de productos químicos no necesariamente ha de ser grande y
puede ser moderado al optimizar el tratamiento. Además, los costes de los equipos que se deben
utilizar para realizar la depuración del agua en la planta industrial, no debieran ser excesivos (12).

6
Por otro lado, como consecuencia del estudio en laboratorio, se puede observar una
reducción en la DBO mayor que la citada en la bibliografía (5) y ha sido similar a la tasa de
eliminación obtenida con otras aguas residuales industriales (12), lo que parece razonable pues
también el agua residual procedente de lavado de ropas muestra una contaminación
particularmente especial debida a materia orgánica consecuencia de residuos carbonados.
Idénticamente, puede citarse respecto de la tasa de eliminación que ha sido obtenida para la DQO.

Sin embargo, aunque la reducción que se obtiene en este estudio para los aceites ha sido
significativa, resultó ser inferior a la de otros trabajos (12) realizados con aguas residuales
industriales de tintas procedentes de una industria que fabrica cajas de cartón ondulado, si bien es
cierto que la cantidad de grasas en el agua residual entrante ha sido unas 8 veces mayor. En todo
caso, la tasa de eliminación de aceites ha sido similar a la mencionada en la bibliografía (5).

Por el contrario, la eliminación de los detergentes es muy elevada, equivalente a la citada


en la literatura (5), mientras que en los anteriores estudios (12) realizados con aguas residuales de
tintas, prácticamente no hubo reducción de los mismos. Esto ha de ser resaltado, pues con
respecto a los citados trabajos anteriores, la cantidad de detergentes en el agua residual fue unas
10 veces mayor en el agua residual procedente del lavado de ropas. Quizás la razón de tan
diferente comportamiento se encuentra en la distinta naturaleza de los detergentes contenidos en
las dos citadas aguas residuales industriales, seguramente los utilizados para el lavado de ropas
contienen mas productos orgánicos para realizar la detergencia y menos inorgánicos. Muy
probablemente los detergentes empleados en lavanderías sean de base enzimática, es decir como
una enorme capacidad para ser biodegradados. Finalmente se ha de mencionar que la coagulación-
floculación elimina eficientemente coloides y partículas suspendidas y en este trabajo la reducción
del 99% en la turbidez justifica tal indicación.

CONCLUSIONES
Una detallada descripción de las variadas pruebas de jar-test llevadas a término en el
laboratorio ha sido incluida en éste artículo. Durante el trabajo experimental realizado a 295 K
con agua residual procedente del lavado de ropas se han aplicado los procesos convencionales de
coagulación y floculación. Las diferentes rutinas de pruebas que fue preciso preparar, han
permitido determinar el procedimiento operatorio que se ha de seguir, así como las dosis de los
productos que se han de emplear para un adecuado tratamiento del efluente.

Los resultados obtenidos en los parámetros analizados muestran que las citadas técnicas de
coagulación-floculación pueden ser suficientes para reducir los parámetros críticos investigados y
establecerlos dentro de los rangos fijados por la normativa, ya que para las normales cargas
contaminantes de este tipo de aguas residuales fueron obtenidos 80% y 85% como tasas de
eliminación de la DBO y de la DQO respectivamente.

Por otro lado, la disminución de las grasas entorno al 40% y la reducción de los
detergentes próxima al 80%, que se ha observado en el agua tratada de este trabajo, representan
tasas de eliminación similares a las referenciadas en la literatura, lo que probablemente indica que
las grasas serán de origen vegetal y los detergentes pudieran estar constituidos mayoritariamente
por sustancias organoderivadas, de tal modo, que ello estaría evidenciando la tendencia de las
industrias a seguir las recomendaciones comunitarias. Además, es conocido que la eliminación de
materia coloidal y partículas suspendidas con éstas técnicas debe ser prácticamente total, y en éste
trabajo se ha constatado lo anterior ya que aproximadamente el 99% de la turbidez fue reducida.

En función de los resultados obtenidos, se confirma la necesidad de realizar las pruebas de


jar-test para la aplicación especifica de un determinado coagulante-floculante, por consiguiente la
selección realizada bajo empíricas evaluaciones debe ser rechazada, pues pudiera suceder que la

7
tasa de eliminación de un determinado parámetro se vea significativamente modificada debido
probablemente a los complejos efectos cruzados entre las diferentes sustancias presentes en el
agua residual procedente del lavado de ropas.

Se ha desarrollado un sencillo procedimiento para tratar efluentes industriales generados


por el lavado de ropas, con la finalidad de reducir los problemas inherentes a la contaminación
que presenta el agua residual de esas industrias. No obstante, los resultados obtenidos no se deben
extrapolar a todas las industrias del sector, ya que resolver de forma general las tasas de
contaminación en cada una de ellas no parece accesible. Probablemente, ello sea así como
consecuencia de las diferentes prácticas de lavado que en cada industria son empleadas, también
pudiera ser debido a las distintas composiciones de los agentes aplicados para la detergencia y
además, no se tendría que olvidar, influyen en el citado problema, las múltiples variedades y
diferencias entre la maquinaria industrial utilizada.

REFERENCIAS
(1) CEE. Directiva nº 91/689; Diario Oficial nº L 377 de 31/12/1991, modificada por la Directiva
nº 94/31
(2) CEE. Decisión nº 2000/532; Diario Oficial nº L 226 de 6/9/2000, modificada por la Decisión
nº 2001/118 y por la Decisión nº 2001/573
(3) CEE. Directiva nº 91/271, Diario Oficial n° L 135 de 30/05/1991, modificada por la Directiva
nº 98/15
(4) CEE. Decisión nº 2003/200, Diario Oficial nº L 76 de 22/03/2003
(5) Nemerow, N.L. y Dasgupta, A.; Tratamiento de vertidos industriales y peligrosos. Ed. Díaz
de Santos, Madrid (1998).
(6) CEE. Directiva nº 96/61; Diario Oficial nº L 257 de 10/10/1996
(7) Ryom, N.M.; “Adjusting Laundry Detergents to Modern needs with Enzymes”. Rivista
italiana delle Sostanze Grasse, 80, 313-316 (2003).
(8) CEE. Reglamento nº 648/2004; Diario Oficial nº L 104 de 8/4/2004
(9) Kuruvilla, M.; Goen, H. and McFarlane, S.; “Desalination and Water Reuse.” Desalination,
106, 391-397 (1996).
(10) Butkus, A.S. and Maniar, S.C.; “Using Wastewater for Cooling Tower makeup: Laundry
Water Recovery for Toser”. ASHRAE, 45, 34-36 (2003).
(11) López-Pérez, L.; Pérez-Báez, S.O. y Susial, P.; “Estudio y Análisis económico en el
Tratamiento de Vinazas”. Tecnología del Agua, 208, 48-56 (2001).
(12) Susial, P.; Fernández-Hernández, F.; Godoy, E.; Cabrera-González, I. y Ramos-Batista,
M.; “Tratamiento del agua residual de una fábrica de cajas de cartón ondulado”.
Tecnología del Agua, 267, 52-59 (2005).
(13) Chou, S.; Lin, S. and Huang, C.; “Application of optical monitor to evaluate the
coagulation of pulp wastewater”. Water Sci. Technol., 37, 111-117 (1998).
(14) Hodgson, A.; Hitzroth, A.; Predemas, P.; Hodson, P. and Duff, S.J.B.; “Effect of tertiary
coagulation and flocculation treatment on effluent quality from a bleached kraft mill”.
TAPPI J., 81, 166-170 (1998).
(15) Coma, J.; Elmaleh, S.; Butel, B. and Robic, I.; Bordeaux, Proc. 2ª Spec. Conf. Winery
Wastewater, p. 363 France (1998).
(16) A.S.T.M.; Annual Book of ASTM Standards. Water (II) Vol 11.02, Philadelphia (1986).
(17) APHA-AWWA-WPCF; “Standards Methods for the Examination of Water and
Wastewater”. 20th ed. American Public Health Association, Washington (1998).

8
Figura 1.- Determinación del pH de adición del coagulante.

400

300
FTU
200

100
0,2 cc 0,8 cc

0
0 1 2 3 4 5 6 7
pH

9
Figura 2.- Evaluación de la concentración de coagulante en función del pH.

500

400

FTU 300

200

100 pH=2,5 pH=3,5 pH=4,5

0
0 0,2 0,4 0,6 0,8 1
Coagulante (cc)

10
Figura 3.- Determinación del pH de precipitación.

400

0,8 cc 0,2 cc
300
FTU
200

100

0
0 2 4 6 8 10
pH

11
Figura 4.- Determinación de la dosis óptima del coagulante.

400

300

FTU
200

100
pH=5 pH=4 pH=6,5

0
0 0,2 0,4 0,6 0,8 1
Coagulante (cc)

12
Figura 5.- Evaluación de la dosis óptima del floculante.

30

25

FTU 20

15
10

0
0 0,5 1 1,5 2 2,5 3
Floculante (cc)

13
Tabla 1.- Parámetros del agua residual de lavado de ropas.

AGUA RESIDUAL INDUSTRIAL


PARÁMETRO/PROPIEDAD
INICIAL TRATADA

Aceites y grasas (ppm) 38,6 11,8

DBO5 (ppm O2) 586 90

Detergentes (ppm) 502,5 97

DQO (ppm O2) 4897 689

Sólidos disueltos (ppm) 2476 4868

Sólidos totales (ppm) 2736 4972

Turbidez (FTU) 450 5,3

14

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