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Consecuencias sociales:
El cierre de las industrias generó el desempleo y la miseria, la masa de obreros y los campesinos
expresaron su inconformidad y desconfianza en la democracia liberal y el sistema capitalista. Esto
fue un campo para que germinaran los líderes que despertaron la esperanza de la población,
prometiendo la solución a esta crisis. La estructura social se modificó: junto con el
empobrecimiento de las capas sociales más bajas, especialmente los obreros, también se han visto
muy relacionados con las clases de medios. En Alemania e Italia la clase media se alimentó en gran
medida a los totalitarismos de carácter fascista. En Inglaterra el incremento demográfico de fin de
siglo, estimado en un 13%, descendió en la década de los Treinta al 4,5%. Sin embargo, los países
con regímenes fascistas incentivaron la natalidad desde postulados políticos-ideológicos, hasta
que el estado es útil para incrementar el potencial militar.
Consecuencias políticas:
Al finalizar la guerra mundial, los estados europeos adoptaron el liberalismo democrático. Sus
constituciones reconocieron las libertades individuales y el sufragio universal. Pero la incapacidad
del liberalismo clásico para evitar la crisis y, una vez desatada, para hacer frente, impulsó el auge
de las ideologías nacionalistas y totalitarias que se arraigaron en algunos países: Austria, Polonia,
Yugoslavia, etc.). En otras partes hubo tendencias filo fascistas, como fue el caso de Gran Bretaña
(Oswald Mosley), Bélgica (León Degrelle) o Francia, pero estos movimientos se han llevado a cabo
para poder acceder al poder. Frente al ascenso de la ultra derecha, se gestaron movimientos que,
aunando diversas sensibilidades, tenían como objetivo atajar el auge de los totalitarismos. Así
surgió el frente populismo. ejemplos del mismo él hubo en Francia y España, pero permanecer
para la posición que permite los movimientos revolucionarios de izquierda: Los socialdemócratas
desaparecieron de la escena política en Alemania. afiliados y electores. El internacionalismo
proletario (III Internacional) también vio frustradas sus aspiraciones revolucionarias.