Sunteți pe pagina 1din 2

Me imagino que todos debemos quemar canciones. Confío en que no soy solo yo.

Y con quemar, me refiero a quemarlas enserio, a incinerarlas, que se hagan cenizas de lo


“quemadas” que están. Que con escuchar los primeros 3 segundos ya podes darte cuenta
que es ‘esa’ canción. La canción que estuviste escuchando aproximadamente 8 veces por
semana. Y que cuando lo dijiste así te pareció poco. Pero ni siquiera tu despertador lo
escuchas tantas veces.
Es esa melodía, o esa palabra peculiar que dice tú canción que cuando la escuchas,
automáticamente te traslada a tus auriculares. A esa playlist de Spotify. Te traslada, como a
un sobreviviente el olor a humo en Hiroshima. Como el sonido de una corneta me traslada a
la primera escena de High School Musical.

Como si estuviese en un centro de autoayuda cuento, hace 45 días (lo verifiqué recién) que
escucho la misma playlist. Pero el problema, si es que se puede llamar así, es que es una
playlist con 17 canciones. Del mismo artista. Playlist que escucho en loop, una vez al día, o
una vez cada dos. Empecé teniendo mis 3 canciones favoritas, y ahora, de tanto
escucharlas. Me encantan todas. Como los residuos de una bomba, esa radioactividad que
queda en el aire.
17 canciones que son una bomba. No (solamente) porque me gusten demasiado, sino por
como se me pasa el tiempo. Entro a bañarme y pongo play, me cuelgo cantando, se me
pasa lento. Salgo y pasaron 40 minutos. Gravísimo. Pero adentro de cada canción se me
pasa rápido, siento que tendrían que durar más. Me encantaría que todas duren como
Bohemian Rhapsody de Queen. Pero que se sientan como una canción eterna de Mozart.
Que no sea solo mi percepción la que alargue.
Es una bomba porque desde afuera, todo pasa rápido, un abrir y cerrar de ojos. 300.000
kilómetros por segundo. Pero por dentro, en cámara lenta, gente que anhela con que
termine todo lo más rápido posible.

Es esa la canción que cuando alguien pone en Instagram “quiero conocer música nueva” se
me cruza por la cabeza. Es la que cuando pongo la playlist, arranco desde ahí. Cuando
estamos en plástica y ponemos canciones que nos gustan siempre pido. Es la canción que
estuve pensando mientras escribí todo esto. Es el artista. Es el álbum. Porque es un álbum
y 4 singles.
Porque estos casi dos meses es esta, pero cuando a principios del año pasado salió el
álbum de otra artista que me encanta, por poco no carbonicé las canciones de las veces
que las escuché.
Es esa canción que cuando esta por llegar a mi parte favorita siento como si estuviese
despegando un avión, ese aire en el pecho, como cuando la montaña rusa esta a punto de
arrancar. Y cuando arranca, no me puedo quedar quieta, ni aunque quiera. Cuando explota
la bomba.

Es cuando Benjamin Amadeo dice


“Te cambia la voz,
la respiración, una sensación,
de superar todo lo que quiera,
soy domador de fuego“
que escucho con música de fondo, y no puede leer como si fuese un poema, o una frase.
Que me explota la bomba adentro y tengo que sacar todo eso, moviendo la pierna,
cantando, tarareando, moviendo los brazos como si supiera tocar la batería, o cualquier
instrumento.
Ahí es cuando una canción se convierte en bomba, y una playlist esta llena de radiación.

S-ar putea să vă placă și