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Segundo Parcial de Introducción a la Didáctica

Luis del Puerto

El siguiente trabajo, centrado en el concepto de la transposición didáctica en los


planteos del profesor e investigador francés Yves Chevallard (1946-),
particularmente, en su libro icónico "La transposición didáctica: del saber sabio al
saber enseñado" (1997).

La consigna propuesta nos sitúa en la reflexión sobre diversos aspectos que


tienen que ver con la transposición didáctica en tanto concepto pero también como
proceso, las necesidades de las que surge, su puesta en funcionamiento en el
plano de la enseñanza y sus alcances, que no solo se limitan al plano de la
didáctica de las matemáticas, si bien Chevallard parte de su campo específico de
saber para analizar y ejemplificar su desarrollo.

En palabras del autor, "(...) el concepto se difundió más allá de la comunidad de


las matemáticas", de modo que luego de una "circulación" de esta noción surgida
en el marco de una didáctica específica, ha sido tomada como parte del quehacer
didáctico de otras asignaturas y como objeto de estudio de la didáctica general. No
llama la atención dicha circulación, como hemos visto antes en el curso, no se
trata la relación de didácticas generales y específicas de compartimentos estancos
o jerarquías: "Su relación es, más bien, recíproca" (Camilloni, A.).

Surgida en la didáctica de las matemáticas, entonces, la transposición didáctica


puede ser útil para el análisis del funcionamiento didáctico en su conjunto, ya que
contiene valoraciones del sistema didáctico y del proceso de enseñanza que
necesariamente remiten al plano general del fenómeno de enseñanaza-
aprendizaje, y sobre todo de la transformación de los saberes que hace este
fenómeno posible.
No obstante, señala Chevallard, no se trata tanto de la apropiación del concepto,
sino de "las condiciones de su instalación en los discursos y de su puesta en
funcionamiento en la práctica". En diversos niveles, el voluntarismo influyen en la
puesta en práctica de la noción, como influye, en general, en la visión de propios y
extraños del sistema educativo y la enseñanza. Así, el estudio de y el trabajo en la
transposición didáctica, exige que el sistema educativo sea tomado justamente
como un objeto de estudio científico, separado de los deseos y fantasías tanto de
la sociedad, como de las autoridades, didactas, profesores, etc..

Prueba de esto es que, cuando aparecen problemas, resistencias, contradicciones


en el sistema educativo se culpa a "la mala voluntad" de los docentes, o las
autoridades, incluso, la de los alumnos que "no quieren aprender". Chevallard
propone verlo, en cambio, como un sistema con sus propias necesidades y
dinámicas, como un objeto desligado de intenciones y voluntades: "ese sistema
debe soportar el peso de las expectativas, los fantasmas, las exigencias de toda
una sociedad para la que la educación es la última reserva de sueños a la que
desearíamos poder exigirle todo".

En un intento de elevar la mirada sobre estos voluntarismos, que parecen ser


mucho más consecuencias que causas de una cuestión que "va mucho más
lejos", el autor se detiene en alertar sobre el entramado humano, institucional y
social que condiciona y complejiza mucho más la cuestión. "Todo el misterio de
esa mecánica que habríamos creado se agotaría en una tensión de voluntades
-buenas y malas- y se trabajaría mediante un juego de fuerzas reducido a
semejante maniqueísmo", remarca.

Esta separación cobra importancia en cuanto a su definición del objeto de la


didáctica, ubicándolo en "el juego" que se realiza entre un docente, los alumnos y
un saber a enseñar. En esta tríada queda configurado el sistema didáctico, "una
relación ternaria: es la relación didáctica. A partir de estos tres elementos,
Chevallard propone pensar la didáctica de las matemáticas.

Es a partir de la problematización del saber, y de su distinción entre los tipos de


saberes, que la didáctica pasa a tener un rol fundamental. Precisamente, el
concepto de transposición didáctica hace referencia (en su sentido restringido) al
tránsito del saber sabio -"saber a enseñar"- al saber enseñado. Ambos son
necesariamente distintos, lo que requiere problematizar esta deformación que se
hace de un objeto de saber que debe ser modificado como condición de
posibilidad para la enseñanza. Eso lleva a Chevallard a afirmar que la legitimidad
de la enseñanza depende de una ficción, una negación de la brecha entre los
saberes ("la cuestión de su adecuación, no debe ser formulada"), y de
compatibilizar con el entorno la relación entre saberes de distinta naturaleza.

Más tarde, en su análisis del sistema didáctico y la transformación de los saberes,


el autor hará referencia a otra clase de saber, el "saber banalizado", encarnado en
la figura de los padres, en relación a aquellos saberes que podrían adquirirse sin
la necesidad del sistema educativo.

Teniendo en cuenta que el sistema didáctico se conforma en tanto debe


compatibilizarse con su entorno y las relaciones que se dan entre estos saberes
en el seno de una sociedad, Chevallard caracteriza al sistema didáctico como un
sistema abierto: "no se comprende lo que ocurre en el interior del sistema
didáctico si no se toma en cuenta su exterior". Este último plantea sus exigencias,
ya que la enseñanza forma parte de un "proyecto social" al que el sistema
didáctico debe responder.

De todos modos, puede distinguirse cierta "autonomía relativa" del sistema


didáctico. Si ella, no hay posibilidad de enseñanza. Sin adaptarse a su entorno con
sus demandas, no tendría sentido social.

Entonces, nos encontramos con un sistema didáctico rodeado por los sistemas de
enseñanza que permiten el funcionamiento didáctico y lo condicionan. A su vez, el
sistema de enseñanza tiene su entorno, la sociedad. Particularmente, de este nivel
social Chevallard rescata algunos actores decisivos, a saber, los padres, los
académicos, y la instancia política (el ministerio).

Es así que, precisando sobre el entorno del sistema didáctico (aquella tríada
docentes-alumnos-saber), Chevallard pone énfasis en el lugar "donde se piensa"
el funcionamiento didáctico, que funciona como lugar de interacción entre el
sistema enseñanza y el entorno social. "Allí se encuentran todos aquellos que, en
tanto ocupan los puestos principales del funcionamiento didáctico, se enfrentan
con los problemas que surgen del encuentro con la sociedad y sus exigencias",
sostiene.

Conflictos, soluciones, problemas, "doctrinas propuestas, defendidas y discutidas";


todo lo relevante a qué se hace, qué podría hacerse, tiene lugar en lo que el autor
llama la noósfera, allí se procesa entre los representantes del sistema de
enseñanza y los actores mencionados anteriormente, la compatibilización del
sistema didáctico con su entorno, en el que la variable de manipulación, al decir de
Chevallard, es siempre el saber.

El saber enseñado "se desgasta". Ya sea porque queda anticuado para los
adelantos en el mundo académico de la asignatura en cuestión -lo que provoca
una separación o desajuste con el saber sabio que es necesario reparar para
reconstruir la legitimidad de la enseñanza-, o por motivos morales, es decir,
sociales, en los cuales se vería lesionada la legitimidad social del saber a enseñar.

En cualquiera de los casos, se hace presente el concepto de trasnposición


didáctica, y la necesidad de convertir el objeto de saber -que proviene del ámbito
académico- en un saber capaz de ser enseñado.

La transposición didáctica supone, según Chevallard, un trabajo que "transforma


un objeto de saber a enseñar en un objeto de enseñanza". En algunos casos, el
saber enseñado "son verdaderas creaciones didácticas, suscitadas por las
`necesidades de la enseñanza`", ya que el sistema didáctico también es capaz de
producir saber para su "autoconsumo".

Este saber específico que produce la transposición didáctica es "un saber exiliado
de sus orígenes", ya que no puede ser enseñado sino a costa de separarlo de sus
condiciones de producción y acumulación, supone una selección particular y una
modificación que se legitima "en tanto saber enseñado, como algo que no es de
ningún tiempo ni de ningún lugar".

Bibliografía consultada

Chevallard, Y. (2000). La Transposición Didáctica. Del saber sabio al saber


enseñado. Buenos Aires: Aique.
Camilloni, A. (s.f.). Didáctica general y didácticas específicas.

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