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Maestría en Psicología Clínica con mención en Psicoanálisis y Psicopatología

Efrén Astudillo P.

¿Es posible una relación entre el Psicoanálisis y las Neurociencias?

¿Pero acaso hay razones sin afecto,


pureza sin caprichos,
imagen sin temblores?

Andrés Neuman

La pregunta que conduce el presente escrito es definitivamente una cuestión escabrosa, no


libre de múltiples impases, así mismo, cobra muchísima relevancia antes los avances
vertiginosos de la tecnología que se traducen en avances masivos en el campo de las
Neurociencias. Comencemos analizando la postura que el mismo padre del Psicoanálisis
tenía respecto a esta cuestión; ayudados por Lombardi (2001) podemos partir de aquello que
sirvió de punto de partida para la elaboración de Freud y esto es, justamente, la distinción
entre un síntoma neurológico y uno histérico.

Lombardi (2001) manifiesta que, según Freud, “La lesión de la parálisis histérica es una
alteración de la idea, de la representación, de la concepción vulgar de un órgano o función.”
(p. 1) lo cual la diferencia de una lesión de causas neurológicas. Es importante mencionar en
este punto lo que el mismo Lombardi hace notar y es que Freud renunció a publicar su
Psicología para neurólogos (proyecto), esto lo interpreta como una realización de la
imposibilidad de concatenar los dos discursos, la aceptación de los efectos que tiene el
descubrimiento freudiano, uno de los cuales es una zanja abierta entre el discurso neurológico
y el psicoanalítico.

El mismo autor (2001) incluso da una pista de cómo leer el proyecto de Psicología para
neurólogos de Freud: “Donde Freud dice neurona, habrá que decir significante, para que el
Proyecto se vuelva legible a la luz de la lectura que de él hace Lacan en su Seminario sobre
la ética.” (p. 2) Esto en referencia a que se podría leer aquel escrito como un posible puente
(temprano) entre las dos islas. Algo que se puede resaltar en Lombardi (dentro de su
radicalidad) es la fina lectura que hace de la separación cada vez más evidente a la que Freud
se ve obligado por el desarrollo de su teoría; por ejemplo, en la Interpretación de los Sueños
señala la diferenciación entre acto anímico y proceso somático, dado que el sueño
tradicionalmente ha sido tomado como un proceso orgánico, desligando de valor a su parte
textual, compuesta de lenguaje, y que Freud indagaría con profundidad. (2001)

Sin embargo, podemos identificar una especie de cegamiento por parte de Lombardi (2001)
en su texto, pues tras su lectura uno podría intuir que Freud tempranamente renunció a darle
un carácter científico a sus elaboraciones, sin embargo, García (2013) hace una correcta
observación al afirmar que: “…el psicoanálisis no siempre encontró apoyo en la filosofía: su
inventor, Freud, la rehuía, tratando de buscar el aplomo necesario para apuntalar las patas de
su descubrimiento al albor de la ciencia positiva más exigente.” (p. 92) Añadiendo también
que fue una esperanza perpetua de Freud que, a futuro, sus descubrimientos fueran
confirmados por la biología y la fisiología.

Según el mismo autor (2013) las posibles comprobaciones (ya nos adentraremos en eso) de
los diferentes postulados freudianos podrían tomar dos vías: una apuesta por la singularidad
o una exigencia de universalidad para dichos postulados. Se hace inevitable, para entender
qué vía están emprendiendo las Neurociencias, pasar por Eric Kandel.

Los primeros estudios de Kandel, según Angarita (2012), versan acerca de la plasticidad
cerebral, tomando la idea de lo importante que sería tener una experiencia correcta en el
momento correcto. Partiendo de esta idea, busca demostrar a nivel celular los posibles efectos
que tendrían sobre el desarrollo algunos tipos de privación social y sensorial en las etapas
tempranas de la vida.

Kandel además considera el aprendizaje como fundamental para entender la intervención


terapéutica y los beneficios que ésta puede aportar, entiendo que muchos de los problemas
emocionales y psicológicos son producto de la experiencia. (Angarita, 2012) Mediante los
estudios, y estudios de muchas otras personas, pudo llegar a conclusiones como aquella que
establece que conexiones cerebrales y neuronales en extremo complejas y genéticamente
determinadas pueden interrumpirse o restablecerse mediante la experiencia.

Todo lo enunciado anteriormente llevó a Kandel a postular que en el acto terapéutico


efectivamente existen consecuencias en los mecanismos neuronales de quienes participan en
él, llegando a decir que la única manera de que las palabras produzcan cambios en la mente
de los pacientes es que produzcan cambios a nivel cerebral en ellos.

Trevisi (2012) hace un análisis del texto de Kandel de 1999 Biology and the future of
Psychoanalysis, en el que éste manifiesta que si el Psicoanálisis pretende sobrevivir en el
futuro debe ajustarse a los hallazgos que se han hecho en el campo de la Biología. De ahí se
entiende que la propuesta de Kandel iría del lado de una especie de incorporación y, en cierta
medida, de adaptación del discurso psicoanalítico a los hallazgos y postulados de la Biología
y las Neurociencias.

Según el autor, el beneficio que esto traería para el psicoanálisis sería múltiple, por un lado,
la posibilidad de reescribir conceptos en función de los descubrimientos de las neurociencias,
y por otro lado la comprobación de ciertos postulados mediante su sometimiento a la
metodología científica. (Trevisi, 2012)

Todas estas elaboraciones giran, principalmente, en torno a una crítica que se ha sostenido
constantemente alrededor del Psicoanálisis y es su base poco científica que se cimienta sobre
conclusiones basadas en casos aislados y no en estudios estadísticos, numéricos que permitan
darle valor desde esa óptica. En la línea de la comprobación de postulados psicoanalíticos,
Kandel se apoya en el estudio de la Neurociencia cognitiva de la memoria, considerando
sobre todo la llamada memoria implícita como fundamental para el entendimiento del
inconsciente.

Como cerrando este sucinto recorrido por este tema tan extenso, es preciso pasar por las
formulaciones de Jacques Lacan, quien centra sus ilaciones en el tema de la subjetividad, de
la noción de sujeto que la ciencia desde su discurso busca expulsar, puesto que se busca a
toda costa la objetividad, la capacidad de reproducción y generalización de explicaciones de
fenómenos. (Lombardi, 2001) Desde este punto de vista el psicoanálisis hace cuestionar a la
ciencia su propia ciencia, hace tambalear su noción de objetividad.

El punto de vista que Lombardi (2001) deriva de estas elaboraciones es en extremo


interesante puesto que trae a la luz una posible búsqueda de eliminación del dualismo por
parte de ciertos teóricos científicos, sobre todo más actuales que buscan encontrar en las
Neurociencias e incluso en la computación respuestas a vacíos que han dejado las ciencias
que de alguna manera han querido aproximarse a la siempre esquiva esencia humana.

En esa línea sostendré la principal crítica a la relación que se ha pretendido establecer entre
neurociencias y psicoanálisis, puesto que parte de una disimetría clara, la sola idea de
comprobar el psicoanálisis implica que éste debe subyugar su discurso, pasar por uno más
valido para alcanzar mayor validez en sí mismo. Y es cuando me pregunto: ¿encontrar la o
las estructuras biológicas que sostienen el funcionamiento del inconsciente, nos acercará más
a entender su funcionamiento?

Todo aquello es pretender generalizar (tomar la segunda vía planteada por García (2013) en
un terreno en donde la generalización no tiene ninguna utilidad, donde juega un papel
paradojal en el cual la universalización deviene imposible, puesto que el inconsciente está
estructurado como un lenguaje, esto significando que, si bien las piezas del rompecabezas
parecen ser las mismas, las posibilidades combinatorias son casi infinitas y particulares en
cada sujeto.

Por otro lado, y como lo señala Lombardi (2001) estos estudios muchas de las veces parecen
estar del lado de un discurso capitalista claro en el que la efectividad es medida a través de
resultados que pongan a los sujetos a hacer girar la rueda del sistema nuevamente, o a través
de rapidez de los tratamientos.

Creo que no se pueden desconocer el valor y los efectos que los avances científicos tienen
sobre los sujetos, y muchos de ellos pueden coayudar en un trabajo analítico (claro ejemplo
es la farmacología éticamente administrada) además que el psicoanálisis precisa muchísima
rigurosidad y compromiso ético en su práctica, que puede aprender de los discursos
científicos como el mismo Freud lo hizo, sin embargo pretender que el Psicoanálisis sea una
parte de la Biología se compara para mí a pretender que la poesía sea una parte de la
lingüística, que aquella se generalice, que su creación sea estructurada y normada. De esa
manera se acabaría con el valor de lo creativo, que de cierta manera pone en juego el
psicoanálisis que, mediante la práctica, hace denotar al propio sujeto su singularidad, hace
notar que cada herida, cada marca, aunque haya sido causada por el mismo agente, es
diferente, y generalizar aquello sería una pérdida absoluta.
Por lo tanto, y respondiendo a la pregunta planteada al inicio de este escrito, pienso que es
posible una relación entre neurociencias y psicoanálisis, siempre y cuando se mantenga la
separación entre ambos campos, la especificidad de cada uno, es posible una relación
colaborativa no sostenida en el poder de una sobre otra.

Fuentes

Angarita, E. (noviembre 2012). El Psicoanálisis basado en la Evidencia: Su Interacción


Científica con la Neurociencia Cognitiva. Psicoanálisis, XXIV, 177 - 198.
García, H. (2013). La encrucijada psicoanálisis/neurociencias. Barcelona: Universitat de
Barcelona.
Lombardi, G. (2001). El psicoanálisis no es una neurociencia. septiembre 15, 2019, de UBA
Sitio web:
https://www.psi.uba.ar/academica/carrerasdegrado/psicologia/sitios_catedras/obligat
orias/114_adultos1/material/archivos/noesneurociencia.pdf
Trevisi, H. (2012). Reflexiones sobre Biología de la Mente y el Psicoanálisis: Propuestas,
Virtudes y Límites. Psicoanálisis XXIV, 2, 235 - 246.

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